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Mes: diciembre 2008

¿El apóstol San Pablo se drogaba con hongos alucinógenos?

Dice la Biblia que Pablo, gran perseguidor de cristianos, camino a la ciudad de Damasco tuvo las siguientes experiencias: lo rodeó una luz, cayó en tierra y oyó una voz que le hizo preguntas y le dió órdenes. Pablo se levantó del suelo y aunque tenía los ojos abiertos no podía ver nada. Lo llevaron de la mano y lo hicieron entrar en la ciudad. Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber. Al tercer día recuperó la visión, tomó alimentos y recobró sus fuerzas.

Veamos que dice el investigador de la Universidad de Harvard, Jonathan Ott, en su monumental obra Pharmacotheon, así como renombrados investigadores (Gordon Wasson, Richard Schultes y Clark Heinrich) sobre los síntomas producidos por la ingestión del amanita muscaria:

Delirios místicos, percepción de luces blancas brillantes, gran debilidad muscular con peligro de caídas, alucinaciones auditivas (oyen voces extrañas), dificultades en la visión durante dos o tres días, ausencia de hambre y sed.

¡Qué parecidos a los síntomas de San Pablo! ¡Cuántas casualidades!

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Papá Noel, los arboles de navidad y los hongos alucinógenos

El hongo alucinógeno amanita muscaria vive en simbiosis con los pinos. El amanita muscaria no puede desarrollarse sin la cercanía de estas coníferas. Desde hace miles de años muchos seres humanos ingieren estos hongos para provocar en sí mismos visiones y estados trascendentes de conciencia. Para quienes tienen esta costumbre, estos hongos, los pinos, y todo lo que se relacione con ellos tienen una connotación sagrada. Por eso desde hace siglos, en el solsticio de invierno (25 de Diciembre) se acostumbra a colocar un pino en el hogar, con hongos amanitas adosados a sus ramas. Hoy, en vez de amanitas se cuelgan distintos adornos que los representan.

Papá Noel viene para esa fecha y entrega regalos. Esos regalos representan las visiones y descubrimientos que se alcanzan tras la ingestión de los amanitas. ¿De qué color son los amanitas muscaria? Blancos y rojos. ¿De qué color son las ropas de Papá Noel? Blancas y rojas, por supuesto. Los amanitas son gruesos y robustos, igualitos a Papá Noel.

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Orígenes paganos de una patraña

La Navidad tal como la concebimos hoy conmemora el nacimiento de Cristo, sin embargo, curiosamente, la Iglesia jamás ha reconocido oficialmente que el Mesías naciera el 25 de diciembre. Esta fecha fue elegida enteramente bajo la influencia pagana; desde tiempos inmemoriales era el aniversario del sol, que se celebraba entre los pueblos indoeuropeos significando la vuelta de la luz tras la oscuridad invernal. La fecha del nacimiento de Jesús es, sencillamente, desconocida.

El evangelio más antiguo, el atribuido a Marco, ignora todo sobre la infancia de Jesús. Mateo sitúa su nacimiento en Belén de Judá a causa de una profecía de Miqueas (II, 1; cfr. también Lucas, II, 4-7). Juan (VII, 41-42). lo sitúa vagamente en Galilea, citando, sin refutarla, la profecía según la cual el Mesías debería nacer en Belén. La tradición hacía alusión a la gruta de los pastores, pero es desconocida para los evangelistas; pudiera hacer referencia a un santuario del Dios Adonis que fue tardíamente asimilado por la Iglesia. Sobre el período del año durante el cual el acontecimiento habría tenido lugar, los evangelios no ofrecen ninguna información.

El prólogo añadido al Evangelio de Lucas (III, 6), con los pastores velando, en la noche al aire libre, guardando sus rebaños, parece sugerir una fecha más bien primaveral.

Cuando a partir del siglo II, los cristianos creyeron un deber situar en el año la fecha del nacimiento de su Dios, se produjeron las afirmaciones más contradictorias. Clemente de Alejandría propondría el 18 de noviembre; otros el 2, el 20 de abril y el 20 y 22 de mayo. Los cronologistas egipcios optarían por el 28 de marzo. En el 243 el documento «De Pascua Computus» adoptaría la misma fecha.

Es en la primera mitad del siglo II cuando las comunidades gnóstico-cristianas que operaban en Alejandría, seguidos por los cristianos de Siria y luego por el conjunto de comunidades de Oriente, se decidirían definitivamente por el 6 de enero como fecha oficial del nacimiento de Cristo. Esta iniciativa sería tomada bajo presión de una antigua costumbre y con un evidente deseo de sincretismo.

El 6 de enero, en efecto, estaba consagrado a la bendición de los ríos en el culto a Dionisios, que entre los egipcios se identificaba con Osiris. La Epifanía (del griego Epiphaneia, aparición, manifestación) de Dionisios se decía que se había producido en la isla de Andros (en la que un vino milagroso atestiguaba su misteriosa presencia) en la noche del 5 al 6 de enero. La de Osiris, festejada en la misma fecha el 11 de Tybil (equivalente a la fecha del 5 al 6 de enero), era precedida de un período de duelo preparatorio; se lloraba a Osiris muriendo en la época del solsticio. Luego el feliz acontecimiento se producía y las aguas del Nilo se trocaban por vino. El mismo día, igualmente, Isis alumbraba a Harpocrates, el Sol (re)naciente.

Se conmemora el nacimiento de Aion, hijo de la Virgen, el Eterno, homólogo de Dionisios y de Osiris: tras una noche de oraciones, se descendía a una cripta para retirar la estatua de un niño recién nacido, con una cruz y una estrella de oro marcada en la frente, las manos y las rodillas. Se escribía entonces: «la Virgen ha tenido un hijo, ahora la luz va ha renacer». Esta fiesta tenía un carácter cívico; en 331 a. JC. Alejandro Magno había fundado Alejandría y, para asegurar la perennidad de su ciudad, la había consagrado a Aion, el Eterno.

Es pues bajo la triple influencia del culto a Dionisios, de Osiris y de Aion, como el nacimiento de Jesús, entonces idéntico a la Epifanía, fue primeramente fijada el 6 de enero. Este origen explica también la atribución en esa misma fecha de otro episodio de la vida de Cristo de singular importancia: el milagro de las bodas de Canaá. La tradición griega se relacionaba también con el simbolismo de las «bodas» del dios solar con las aguas (no en vano el sol al caer tras el horizonte se decía que se sumergía en las aguas) y en el caso de Jesús es significativo que esencialmente el milagro consistiera en la transformación del agua en vino en una fecha en que los rituales griegos, egipcios y siriacos se celebraban con vino.

En el s.IV, todo el oriente cristiano celebra definitivamente la natividad del Señor el 6 de enero. En el 386 se dice oficialmente que las dos grandes fiestas cristianas son la Pascua y la Epifanía. Melitón de Sardes compara Cristo con Helios (el sol en la mitología griega): «cuando el sol con las estrellas y la luna se bañan en el océano por qué Cristo no podría haber sido bautizado en el Jordán? El rey del cielo, el príncipe de la creación, el sol levante que apareció también a los muertos del Hades y a los mortales de la tierra, como un verdadero Helios, ha ido hacia las alturas del cielo».

Pero en esta fecha, en occidente, otra tradición estaba surgiendo. y que tenía por centro el día 25 de diciembre. Esta decisión tuvo motivos muy similares a los que inspiraron a los cristianos de oriente. Aquí, no se trataba ni de Osiris, ni de Dionisos con quien se trataba de comparar a Jesús, sino de la vieja tradición indoeuropea de los ritos del solsticio de invierno y, por otra parte, las prácticas relacionadas con el culto a Mitra.

Desde tiempos inmemoriales, el solsticio de invierno ha constituido una de las fiestas más importantes de los pueblos indoeuropeos y ha sobrevivido en todas las culturas que estos han creado. Durante este periodo (los «doce días»), que marca el momento donde las noches son las más largas del año, los ancestros de los europeos celebraban el próximo regreso del sol y el renacimiento de la vida que no muere.

En Roma, el mitraismo rivalizaba en dura competencia con el cristianismo primitivo. El (re)nacimiento de Mitra era festejado todos los años el 25 de diciembre, o sea en pleno solsticio, poco tiempo después de las Saturnales romanas, en las que, durante una semana, multitudes de hombre y mujeres portando guirnaldas y coronas de flores, se ofrecían mutuamente regalos.

Igualmente este día se celebraba, ya bajo el Imperio, la fiesta del «Sol invictus». En esta fecha, refiere Macrobio se sacaba de un santuario una divinidad del Sol, representado como un niño recién nacido.

Cuando la Iglesia a finales del s. IV, quiso conmemorar la fiesta de nacimiento de Cristo y su bautismo en el Jordán, se adoptó la fecha del nacimiento de Mitra. El hecho es admitido por algunos autores cristianos. Credner escribe:»los Padres transfieren la fecha del 6 de enero al 25 de diciembre porque la costumbre pagana quería que se celebrara en esta fecha el día del nacimiento del sol alumbrado, velas como signo de alegría y cómo los cristianos tomaban parte en estos rituales paganos. Cuando los doctores de la Iglesia vieron como los cristianos permanecían apegados al culto solar, tomaron la decisión de celebrar la natividad de Jesús ese día» (De nataliorum Christi origine, 1833).

La primera mención latina del 25 de diciembre como fiesta de la natividad se remonta al año 354. Figura sobre el calendario de Filocalo, que fue publicado por vez primera en 1850 por el historiador Theodor Mommsen. Aquí, el 25 de diciembre está señalado como el «Dies Natalis Solis Invicti» al mismo tiempo que se indica como la fecha de los nacimientos de Cristo y de Mitra.

La navidad habría sido instituida como fiesta por el papa Julio I (337-352), pero el dato no descansa sobre ningún documento fiable. Es en este periodo cuando la fiesta comienza a extenderse por toda la cristiandad y colocada en un plano de igualdad con las fiestas de Pascua y Pentecostés, mientras que esta última continuaba siendo considerada la fiesta de los Reyes Magos, al mismo tiempo que el de las bodas de Canaan y el bautismo de Jesús en el Jordán. En el 440, la Iglesia se decide oficialmente a celebrar la ceremonia del nacimiento de Cristo en la fecha del 25 de diciembre la cual se convertirá en una fiesta obligatoria en el 506. El emperador cristianizado Justiniano lo hará un día festivo en todo el Imperio de Occidente.

De forma muy reveladora, la transferencia de la navidad del 6 de enero al 25 de diciembre coincide con la implantación del cristianismo en Europa y su triunfo en Roma, y con el abandono progresivo de los ritos orientales.

En los siglos IV y V resulta de todo esto un conflicto violento entre la Iglesia de oriente y la de occidente. Las comunidades cristianas de Armenia y Siria, especialmente, se escandalizaron por la elección del 25 de diciembre, día que reconocían como fundamentalmente «pagano». Acusaron a los «occidentales» de idolatría y decidieron permanecer fieles a la fecha del 6 de enero, olvidando aparentemente los orígenes así mismo paganos de esta fecha. Posteriormente algunos terminaron sometiéndose, mientras que en Europa la tradición se unificaba poco a poco; antiguos textos litúrgicos fueron corregidos para unificar criterios y los sacerdotes recordaban oportunamente que la Biblia llama al Mesías «Sol de Justicia» (Malaquías, IV, 2), celebraban la «luz nacida de la luz» (Lumen de Lumine), expresión que había sido tomada de los textos mitráicos («la llama nacida de la llama»).

Dirigiéndose a sus contemporáneos, San Agustín (Sermones CXV, 1) les suplica no venerar el 25 de diciembre como un día no sólo consagrado al sol, sino también en honor de Dios.

A principios del s. VII, Bede el Venerable refiere que el año 601 el Papa Gregorio I dirigiéndose especialmente a los misioneros ingleses, en particular a Melitus y Agustín de Canterbury, les pide trabajar para desterrar el sentido de las fiestas paganas arraigadas todavía en la cristiandad, especialmente la fiesta del solsticio de invierno. Escribe Gregorio I: «No destruyáis los santuarios en donde están entronizados los ídolos, sino solamente los ídolos que están en estos santuarios.

Consagrad el agua colocada en estos santuarios; construid altares en estos templos de forma que la población viendo que los edificios no están destruidos, renuncien a sus errores y adoren al dios verdadero».

El carácter original y pagano de la fiesta de la Navidad frecuentemente ha sido cuestionado por sectores radicales y fanáticos de la Iglesia católica. Bajo Cromwell, las celebraciones navideñas fueron prohibidas en toda Inglaterra, en función de la hostilidad que los puritanos profesaban respecto a todo lo que pudiera recordar el carácter de los orígenes; no fueron restablecidas sino hasta el reinado de Carlos II.

En Escocia, la Navidad, considerada «fiesta pagana» fue prohibida en 1583 y se aplicaron correctivos a quienes realizaran cualquier tipo de festividad ese día. Aún hoy ciertas sectas cristianas como los Testigos de Jehová se niegan a celebrar la Navidad.

Y es que, en todo esto, seguimos a Nietzsche cuando afirma que «la Iglesia ha corrompido las fiestas: hace falta ser necio para no sentir que la presencia de los cristianos y los valores cristianos es una opresión funesta contra todo lo que constituye la atmósfera moral de una fiesta. Una fiesta implica la exhuberancia, una divina afirmación de si, nacida de un sentimiento de plenitud y de perfección animales, estados que el cristiano no puede aprobar sinceramente. Toda fiesta es pagana por esencia…»

En estas fechas nuestros ancestros celebraban la vuelta del sol, de la luz que disuelve las tinieblas, de la vida, el comienzo de un nuevo renacer marcado por la presencia del astro rey. Como diría Renán «la historia del mundo no es otra que la historia del sol».

Más datos

Un 25 de Diciembre, había nacido Horus, apodado «hijo elegido de Dios», tuvo doce discípulos, fue bautizado por Anup y traicionado por Typhon, murió en una cruz y al tercer día resucitó.

Similar estructura se repite en otras culturas: Atis nació en Frigia, hace 3.200 años, de una virgen; una estrella lo anunció; hizo milagros, tuvo discípulos, lo crucificaron y resucitó.

La virgen no aludiría a María, sino al signo de Virgo, que en latín significa virgen.

La creencia de que el hijo de Dios murió en la cruz y al tercer día resucitó se reduce a un simbolismo astronómico: el sol «muere» cerca de la Cruz del Sur y a los tres días «resucita», es decir, cambia de rumbo y le trae al norte cada vez más luz, esto explica por qué Jesús, Horus, Atis y todos los otros comparten el proceso de la cruz y del resucitar a los tres días. Los doce discípulos son las doce constelaciones zodiacales que el sol recorre anualmente; y la cruz cristiana es la cruz del zodíaco, que divide al año en cuatro estaciones.

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Los Secretos Sexuales del Kaula Tantra en un film de Roman Polanski

Además de leer y releer los textos de la verdadera Gnosis, para acelerar y culminar con éxito el proceso de despertar al hombre y liberar su Espíritu, es necesario aplicar las técnicas del Yoga Sexual Kaulika. Estas comprenden dos elementos principales:

1. Kaula Maithuna o coito sin orgasmo con una Mujer Luciférica o Mujer Kali. La mejor posición es la Posición de Lillith, en que la mujer se halla encima del hombre. De esta forma se evita el orgasmo del iniciado, generándose la energía suficiente para convertirlo en un Shiva, trasmutando su cuerpo en Vajra Rojo.

2. Sangre de Kali o Sangre Menstrual de la Sacerdotisa. Aquí la sangre es utilizada ritualmente e ingerida por el iniciado antes, durante o después del maithuna.

Estas dos técnicas del Kaula Tantra se hallan perfectamente expuestas en el film «The Ninth Gate», de Roman Polanski. Desde el comienzo, se advierte la ausencia de moral demiúrgica en el protagonista, lo cual lo hace proclive a la rebelión luciférica y a la liberación de su Espíritu, pero hasta el final del film no sabemos si triunfará o perderá todo. Y es en ese final, después de practicar el maithuna, cuando el iniciado marcha poderoso y triunfante hacia su encuentro con Lucifer.

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¿Puede un Espíritu escapar de la prisión en que se encuentra?

Sí, puede. Es muy difícil, pero es posible. Sólo necesitará dos cosas para liberarse: Inteligencia y Poder (la Gnosis y el Maithuna). Sólo así podrá luchar contra el alma y el cuerpo (sus dos carceleros), para librarse de ellos y salir de la prisión. Una forma es inmovilizar a uno de ellos, destruir al otro, y volver sobre el primero, para destruirlo también, tal como se halla explicitado en el film «El Silencio de los Inocentes». Vean este video, para aprender como tratar a esos dos carceleros.

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Historia de la Orden Tirodal

Mi nombre es Mario Moya y estuve al lado de Ricardo Centeno fundando la Escuela Gnóstica de Samael Aun Weor, en Córdoba, en 1976. Dentro de las escuelas llamadas esotéricas, la Gnóstica se distingue porque brinda sin reparos las claves de desarrollo interno, para despertar facultades latentes tales como desdoblamiento astral, clarividencia, recuerdo de vidas pasadas, etc. Se dejaba bien claro que Gnosis es Conocimiento Directo y que nadie conoce a través de terceros, además de promover una actitud guerrera («las aguilas rebeldes» se decía) y nos sentíamos desde ahí con pleno derecho a investigarlo todo y el mismo Maestro de esa escuela, Samael Aun Weor, alentaba esa actitud, además de -entre tanta cosa Shambálica- deslizar en algunos libros cosas tales como «Para contactar con los Divinos Hiperbóreos hay que ser muy puros y estar bien muertos»; «Hay que liberarse de los lazos del Demiurgo» (Libro «Las Tres Montañas») y en los finales de su vida, siempre en pleno contacto con los Maestros Ascendidos de Shamballa, descubre el Gran Engaño y escribe en «La Pistisophia Develada» cosas más fuertes como «El que transita el Camino de la Liberación Total es atacado por las Fuerzas Oscuras; los demonios, los magos negros y TAMBIÉN por las Fuerzas Blancas; Maestros, ángeles y santos» dando a entender claramente que, en esta Creación NADIE QUIERE QUE TE LIBERES, QUE TE SALGAS. Poco después los dulces Maestros de la Jerarquía Blanca disponen la muerte de Samael, incumpliendo sus promesas de darle el Elíxir de Larga Vida a fin de que siguiera cumpliendo su Misión. Samael muere con su espada ritual esgrimida hacia el cielo, en desafío a esos Resplandescientes Seres, vociferando «Traidores! Traidores!». Muy parecido a cuando muere Helena Petrovna Blavastki, gritando que los Maestros Kouthumi y Moria eran demonios!

Era 1978 y de esta situación nos enteramos mucho después, mientras, seguíamos en ese camino. Al mismo tiempo yo había tenido experiencias perturbadoras con estos «Maestros» con los que contactaba fuera del cuerpo, experiencias que me mostraban que en el reino de los cielos se manejaban igual que aquí, con componendas políticas carentes de toda ética, imbuidos de su Divina Indiferencia hacia el sufrimiento que sus decisiones generaban en la Humanidad. Luego entré en una Noche Oscura del Alma que duró cinco años, con la amarga certeza de que Dios (El Uno) y sus ángeles no eran el Bien. ¿Entonces el Bien, la Verdadera Luz, dónde estaba? Todo se veía negro. Por lo tanto le informé a Ricardo en su calidad de Director de la Gnosis de Samael en Córdoba que yo abandonaba mis actividades de Instructor y Sacerdote, y que me sentía como un Vendedor de Sueños al pararme ante la gente para transmitir enseñanzas que no conducían a ninguna parte.

En 1984, Felipe en su departamento en Rosario se encontraba en una encrucijada; en conexión con los Siddhas Leales y por mandato de éstos, estaba «bajando» la primera versión de la novela de Belicena. Había pasado un año encerrado, sin salir ni al palier para mantener la pureza de la conexión y se había quedado sin recursos. Su madre le sugiere buscar ayuda, Felipe accede y envía 8 cartas a distintas personas esoteristas-nacionalistas planteándoles su situación y pidiendo asistencia financiera para concluir su tarea, a cambio de enviarles información. Ricardo Centeno era uno de ésos y el único que respondió, y así comenzó la historia. Reunió a un grupo de buscadores, 8 ó 16 era la consigna y se armó el Círculo de Piedra, que recibían las enseñanzas (teóricas y prácticas) de Felipe a través de Ricardo.

Dos miembros de este grupo, cansados de los modos de Ricardo de dar la información en cuentagotas para tenerlos a todos al pie, deciden viajar a Rosario e irrumpir en el departamento de Felipe. Éste los tranquiliza y les asegura que pronto él iría a Córdoba a poner las cosas en orden.

Ricardo no me había convocado a formar parte de este primer grupo, un poco porque yo estaba con Miguel Serrano (por correspondencia en ese momento) y un mucho porque yo no le dejaba pasar una, cuestionándole hasta públicamente manejos poco claros en la Escuela Gnóstica. De todas maneras me hice con la información que me pareció por demás interesante pero muy jugada; bien podía ser un satanismo encubierto. Yo necesitaba verle la cara a Felipe, hacer contacto directo con la fuente para ver qué sentía y viajé a Rosario para hablar con él. Conversamos bastante y prometió convocarme cuando se mudara a Córdoba y al comentarle que tenía correspondencia con Miguel Serrano y que pretendía visitarlo, manifestó que él también se carteaba con Serrano. Durante mis viajes a Chile yo ya había constatado que Miguel Serrano no tenía nada que ofrecer más que palabras estereotipadas y poesía esotérica. Él me llamaba aparte para mostrarme las cartas de Felipe y las respuestas que estaba preparando, amén de enzarzarnos en discusiones sobre el Tantra; mi postura era que, hasta encontrar a esa mujer tan especial, llamémosle Alma Gemela o Compañera Original, no debíamos perder energía en el sexo común, con orgasmo y eyaculación, sino practicar el Maithuna, sin derrame seminal; él insistía que era el camino de la vía seca o nada: una vez encontrada esa mujer, yacer desnudos en una cama, separados por una espada, sin tocarse y en esa sola noche la terrible ansia y atracción generaba una mutación en la pareja, deviniendo los cuerpos en vajra rojo. Durante otra de mis visitas a Serrano, llegó una carta de Felipe que contenía un relato sobre la forma de acceder a la Segunda Iniciación a través de una de las ocho Vías de Liberación, la Tántrica. Sería por la Vía Húmeda y a través de una Mujer Kali, inconciente en este caso y encontrada entre las filas de las prostitutas, la cual en pleno acto sexual, al constatar que a pesar de todas sus artes no podía arrancarle el semen al Virya, se abría en sus ojos, por su furia, la Puerta al Infinito. Y justamente este relato fue el comienzo de la ruptura entre Serrano y Felipe, pues eran dos formas muy opuestas. En realidad fue Serrano quien no logró comprender que simplemente se trataba de dos alternativas válidas, según lo que cada Virya tuviera a mano.

La Orden se formó como tal a finales de 1985 o principios de 1986, si mal no recuerdo, cuando Felipe se viene a vivir a Córdoba, poco después yo ingreso formalmente a la misma, se consigue una casa en calle Jujuy 343, que reunía las características pedidas por Felipe y se la «prepara» cercándola rúnicamente como sede de la Orden. Como la consigna era localizar a los elegidos y prepararlos para afrontar con Honor el Fin de la Historia, cada tanto presentábamos los nombres de posibles nuevos miembros y Felipe consultaba con los Siddhas y se daba el visto bueno para el ingreso. Llegamos a ser más de 120 personas, separadas en grupos de lectura y a veces prácticas, llevadas a cabo en esa casa. El trabajo principal era apuntalar a Felipe para que terminara y editara la Novela, ahora en una segunda versión pues un virya que yo había presentado, al constatar Felipe su gran capacidad espiritual y declarar que era el Noyo de la Orden, lo envía en un viaje solitario por el norte argentino con la consigna de visitar Humahuaca y sus cercanías y también Tafí del Valle y recoger aquellas piedras que llamaran su atención. Con la posterior «lectura de registros» de estas piedras, Felipe tiene acceso a la Historia completa de la Familia Tharsis y rehace desde cero la Novela, construyendo un Puente desde la Atlántida hasta nuestros días.

La Orden estaba compuesta por la gente más variada, muchas personas sin nada más en común que la Mística; muchos salidos de la Escuela Gnóstica de Samael, otros del Yo Soy de Saint Germain, algunos ex hippies con sus ropas sueltas y sandalias, varios nacionalistas de mirada fiera y cabeza rapada, varios karatekas y algunos del Cuarto Camino de Gurdjieff. En fin, cualquiera que mirara de afuera seguro que no entendía qué hacía toda esa gente junta. Obviamente estábamos congregados por el Aurea Catena, no hay otra explicación.

En fin, lo que verdaderamente importa es que estamos en la misma Barca de Odín y aspiramos a lo mismo; CONVOCAR A TODOS LOS NUESTROS, ENFRENTAR CON HONOR EL FIN DE LA HISTORIA Y REGRESAR AL ORIGEN.

Por Mario Moya

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