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Etiqueta: judíos cabalistas

Fragmentos del libro de Aleksandr Duguin, «Geopolítica del mundo multipolar»

Del prefacio del libro, de José Alsina Calvés:

Las civilizaciones Telúricas o de la Tierra se caracterizan por una serie de ítems ideológicos y sociológicos. Conservadurismo, Holismo, Antropología Colectiva, y culto a los valores del ascetismo, del honor y de la lealtad. Son civilizaciones enraizadas en la Tierra, y los valores de la Tradición y de la continuidad. En contraste, en las civilizaciones Talasocráticas o del Mar predominan los valores individualistas, universalistas y comerciales. El Océano carece de fronteras y el navegante pierde con facilidad sus raíces. En la antigüedad, la oposición entre Roma (la Tierra) y Cartago (el Mar) es un buen ejemplo de esta dualidad. En la modernidad Inglaterra es un ejemplo prístino de civilización Talasocrática, así como los EEUU a partir de cierto momento de su historia.

Carl Schmitt, para explicar las diferencias entre estos dos tipos de civilizaciones, cita el mito de las doctrinas cabalistas, que representaban la historia universal como la pugna entre la poderosa ballena, el Leviatán, frente a un no menos poderoso monstruo, el Behemoth, al que representaban como un toro o un elefante. Ambos nombres proceden del libro de Job. En su lucha el Behemoth trata de destrozar al Leviatán con sus cuernos y colmillos, en tanto que el Leviatán cierra con sus aletas las fauces y el hocico de la fiera para impedir que coma y respire. Para Schmitt esta imagen mítica representa el bloqueo de una potencia terrestre por una marítima, que corta sus medios de aprovisionamiento para rendirles por hambre. Añade Schmitt que para los judíos cabalistas todo acaba con la muerte de los monstruos (es decir, de las potencias en lucha), mientras que ellos, que se han mantenido al margen, comen la carne de las fieras muertas y construyen tiendas con su piel.

Para Duguin, Rusia ha sido siempre una civilización telúrica.

Del libro, de Aleksandr Duguin:

Habiendo rechazado la idea de la «creación» como un «prejuicio», los actores de la Ilustración preservaron la idea de la humanidad como un fenómeno único, pero ya en la base de la socio-psicología, y más tarde (tras Darwin) sobre características biológicas y zoológicas específicas (Homo sapiens).

Aquí se ve claramente un rastro de ideología masónica, que, en su fundamento, tiene la idea de que todas las religiones y tradiciones espirituales tienen una estructura común, y estas coinciden con la misma doctrina masónica, la cual es realmente este modelo común de la religiosidad humana. Las diferencias entre religiones y culturas son presentadas como algo secundario y como una paráfrasis corrupta (para las masas) de la teoría masónica misma (reservada para la élite espiritual). Por tanto, la unidad de la humanidad y la unidad del mundo es uno de los objetivos centrales de la actividad política masónica, lo que nos explica la presencia estable de la masonería en todas las sociedades, e iniciativas y organizaciones mundialistas y globales. La fórmula de la «humanidad única» en su aspecto secular y mundano, es por tanto, un falso concepto masón.

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