Por M. I. García Vives
El psicoanálisis, al igual que el marxismo y demás religiones, forma parte de la sinarquía mundial y de la ancestral conspiración contra el Espíritu.
El psicoanálisis proclama que es necesario «hacer conciente lo inconciente», a fin de que el individuo pueda realizarse y ser feliz (similar postulado tiene la cientología). Una vez le preguntaron a Freud que es lo que debería hacer un hombre para realizarse y ser feliz, a lo que él respondió «amar y trabajar». Eso sí que estuvo bueno, justamente el tipo de hombre que más le agradaría al demiurgo y a un gobierno mundial sinárquico. El animal-hombre esclavo y feliz. El mejor esclavo es aquel que no sabe que es esclavo. El idiota que cree que el trabajo y el sexo son todo lo importante de la vida. El explotado servil que se cree libre. El cornudo apaleado y contento. Eso es lo que desea la sinarquía para el hombre falso y decadente de nuestro tiempo. El esclavo debe ser engañado de mil maneras siempre, para que nunca sepa quién es realmente o quiénes son sus amos. Los zombis idiotas que se creen libres, los golems que caminan por la calle. Lo que no puedan lograr el alcohol, las drogas y las religiones deberán lograrlo el marxismo y el psicoanálisis.
«Amar y trabajar», vaya consejo. Tener esposa, hijos, familia, tener buen sexo y buenos orgasmos y ser exitoso en el trabajo. Todo esto parece ser lo único que pretende el psicoanálisis para el hombre. Para hacer lo que un perro o un gato hacen naturalmente, el hombre debería pasar años de oneroso y aburrido tratamiento psicoanalítico.
Tanto el trabajo como el sexo y la familia, son propios del alma y del cuerpo (las hormonas, los instintos, los afectos). Pero el hombre es más que un alma y un cuerpo. El hombre es más que un gato o un perro. El hombre posee también un Espíritu, al que no es bueno traicionar. Pretenden satisfacer las necesidades del animal, y nada saben de las necesidades del Espíritu.
Por supuesto que Freud y su pandilla, inventores de este fraude (fraude, fraudismo, freudismo), o nacieron sin espíritu, o lo tenían casi muerto, o lo que sería peor, elucubraron a sabiendas esta trampa llamada psicoanálisis.
El psicoanálisis, como la cientología, divide a los hombres en psicoanalizados y no psicoanalizados, en normales y perversos. Nunca se pusieron de acuerdo los psicoanalistas sobre qué es una perversión sexual. Para Freud es una cosa, para Reich otra, etc. Cada uno lo interpreta a su manera, es decir, todo perverso llama perversos a los que no son como él. El es sano, él es normal.
Cuando a un animal-hombre le llega la muerte, su cuerpo es destruido y su alma es tomada por el demiurgo, solo su Espíritu intocable y eterno permanece a salvo. Cuando sobreviene la muerte, tanto el cuerpo como el alma son tomados y vaciados por el demiurgo, no importa si están «psicoanalizados» o no. Bien lo dice el refrán: «a aquel que no bebe ni fuma tabaco, el diablo se lo lleva por otro buraco». Sabemos que ese diablo es el demiurgo.
Igualmente, cuando un Espíritu logra liberarse y tomar control de su microcosmos arrebatándoselo al demiurgo, poco importa el grado de «realización» o «felicidad» alcanzados por el alma y el cuerpo. El Espíritu los tomará para sí usándolos como herramientas, estén «psicoanalizados» o no. Ya se trate de un hombre «normal» o de un «perverso», los falsos contenidos del cuerpo y del alma serán borrados, reducidos a polvo, siendo luego llenados y transformadas sus materias por el Espíritu.
Si bien los psicoanalistas no saben bien qué es lo perverso, nosotros sí lo sabemos. El demiurgo, sus creaciones y sus leyes son lo perverso. Negar la existencia del Espíritu Eterno es lo perverso. Evitar que los hombres se despierten y liberen es lo perverso. Las pérdidas de las energías seminales durante el «buen sexo» son lo perverso. Las mutilaciones sexuales de los niños, la pedofilia ritual, los millones de abortos por año ofrendados al demiurgo jehová, eso, todo eso es lo perverso.
No se dejen engañar con la trampa del psicoanálisis ni con otras similares. No busquen la felicidad de los perros y los gatos. Busquen la felicidad de los guerreros luego del deber cumplido. No pierdan tiempo tratando de «perfeccionar» el alma y el cuerpo. El alma y el cuerpo no les pertenecen a ustedes, son mortales, no son eternas. Esas son cosas del demiurgo. No le hagan favores al demiurgo. El cuerpo se destruye en cada encarnación y el alma se destruye cuando se fusiona con el demiurgo o en el pralaya. Dedíquense a lo único que les pertenece a ustedes: el Espíritu. Lo único que poseen es el Espíritu. Sólo el Espíritu es eterno. Dediquen el tiempo a liberarlo del demiurgo. No dejen que el demiurgo ese siga encadenando y usando Espíritus para su provecho. La única tarea valiosa y digna para un hombre en su vida es procurar la liberación de su Espíritu enjaulado por el demiurgo. No pierdan tiempo, no desperdicien esta oportunidad que les brinda estar encarnados en el infierno del demiurgo.
Tampoco se dejen engañar por los demonios de la sinarquía. Dediquen su vida a lograr cosas imperecederas, cosas importantes, cosas que duren toda la eternidad. No se dediquen a lo efímero. No se dediquen a la mierda.
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