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Gnosis Primordial Entradas

Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Novena parte

Por Christian C.

Hemos comentado ya cómo el Delomelanicon original fue traducido y adaptado en distintas versiones, según la cosmovisión y paradigma gnóstico en cuestión, habiendo ciertamente canalizaciones genuinas, aunque con cierta interferencia o filtro demiúrgico.

El original griego parece perdido (ni qué decir de anteriores versiones en lengua kemética o egipcia y atlante), y de las dos versiones en latín (De Tenebrarum y De Umbrarum), han surgido varias traducciones, adaptadas a determinado paradigma, con mayor o menor grado en su enfoque luciferino.

Así tenemos la versión traducida del italiano al español por López de Rojas (a su vez traducida del latín al italiano por Bruno di Angelo) en 1999, edición ya «recortada», y con un enfoque satanista propio.

Hay otra adaptación luego, más recortada, pero con ciertos agregados que no aparecen en la versión editada por López de Rojas y José Cadaveria, como un ritual focalizado en Hécate por ejemplo, y mayores referencias biográficas de Aristide Torchia, titulada «Las nueve puertas- Fragmentos», que apareció en la web en forma anónima, sin autor/traductor identificado.

Luego en 2015 la versión de Frank Ripel que ya hemos comentado, «Delomelanicon-El libro de las nueve puertas-«, y en 2021 Gerardo Navarro Demónico realizó una edición más completa y ampliada de la de López de Rojas, más manteniendo el mismo paradigma, que ya estaba alejado del original.

Hay además otras versiones y comentarios, como «Delomelanicon -Novem Portis-» de Dark Angel, publicado en 2017, o años antes incluso, «Delomelanicon: The nine gates of the kingdom of shadows» del 2011.

Más en nuestra consideración la versión de mayor aproximación gnóstica luciferina, es la del ocultista ruso V.L.S.L.V., «Delomelanicon: Alquimia del caos», editada en 2015, si bien se basa en una canalización del 2010, que duró cinco días, del 9 al 13 de junio de 2010, en que V.L.S.L.V. recepcionó y escribió de un modo casi automático.

Esta versión del Delomelanicon mantiene variantes de los nueve grabados que ya hemos visto previamente, discrepando respecto al sexto grabado, donde el colgado se halla sujeto del pie derecho, y firmado por AT, con lo que deja implícito que en el auténtico grabado el colgado pende del pie izquierdo.

También el séptimo grabado, firmado por LCF, presenta un tablero de ajedrez completamente blanco, discrepando en nuestro caso de esa versión, como ya se ha comentado antes.

Además en el tercer grabado, el arquero (sin flecha en el carcaj), tiene la apariencia de los hermanos Ceniza (grabado firmado por AT), y el octavo grabado es la versión del verdugo con una maza, dispuesto a abatir al hombre arrodillado con aspecto de monje (sin aureola el verdugo y firmado por AT).

Y con relación al noveno grabado, la versión del castillo sin llamas, y la mujer sobre el dragón de siete cabezas, con el libro en una de sus manos, y su otra mano señalando hacia el castillo. Más se trata de una variante, según esta versión del libro, firmada por AT. No se indica en consecuencia, al menos no expresamente, el auténtico noveno grabado, el firmado por LCF.

Más no nos detendremos aquí en el análisis de los nueve grabados, tema ya tratado, sino en resaltar algunos extractos de carácter gnóstico, en relación a «De Umbrarum Regni Novem Portis», con aportes únicos e inéditos por parte de V.L.S.L.V.

Hay desde ya algunos términos referidos, que en nuestra consideración requieren ser más específicos, o que en su lugar habríamos utilizado otra terminología más exacta, como «espíritu» en alguna mención en vez de alma, que de hecho el concepto aquí connota al espíritu, o el término «Daimon» en su acepción original y fuera del paradigma cristiano, en vez de demonio. Particularmente en «Categorías de demonios» del texto, cuando un nivel concierne precisamente al espíritu.

Luego, se mantiene aquí la denominación de el Uno, referente al Demiurgo, y de el Primero, respecto a Lucifer, así como del «Existente» o «Ser», nuevamente en relación al Demiurgo, y por contrapartida, estando más allá de lo existente arquetípico, el «Inexistente» en relación al Incognoscible. Resulta conveniente tener estos términos y conceptos en mente al realizar la lectura del texto.

Más allá de estas aclaraciones de terminología y sutilezas relevantes de concepto, concordamos mayormente con esta versión del Delomelanicon, dado el enfoque gnóstico luciferino que se presenta.

Citaremos en consecuencia tan sólo algunos extractos de esta versión, que consideramos de los más relevantes, comentando y clarificando desde lo Hiperbóreo.

Consideremos por ejemplo en este libro, «Delomelanicon -la alquimia del caos-«, la siguiente declaración, que establece una correspondencia analógica entre el Demiurgo y el Virya perdido:
«El Demiurgo desconoce su Verdadera Naturaleza, considerándose el Único Dios, por encima del cual no hay nada ni nadie. Por lo tanto, en cierto sentido, puede compararse con el falso yo del hombre, o su ego mental: la creación y bastión de las Fuerzas Demiúrgicas en nuestra alma, inconsciente de su Fuente: el Ser Supremo, el Espíritu Inmortal más allá de todo nombre y forma. Al mismo tiempo, los Arcontes, «Gobernantes» o Dioses de este Mundo, asistentes del Demiurgo, pueden compararse con diversos rasgos personales o cualidades de carácter de una persona dada, que en esencia no son otra cosa que los Velos del Espíritu Primordial e Inmortal, o la Verdadera Naturaleza del hombre y de todo lo existente.»

Amerita aquí comentar, antes del análisis que concierne al texto citado, que en la consideración de diferentes grupos gnósticos en los primeros siglos D.C., la concepción que se manejaba respecto al Demiurgo difería en ocasiones de un grupo a otro.

Así, para Marción por ejemplo, el Dios bíblico del Antiguo Testamento, sanguinario, cruel y colérico, era el creador del mundo, pero no la causa última de todo, distinguiéndolo así del absoluto e incognoscible.

En tanto que para Apeles, discípulo de Marción, a este creador no podía siquiera llamársele «Dios», siendo más bien en su consideración una jerarquía menor, como un ángel.
Y Cerinto por otro lado, consideraba que este Dios desconocía la existencia de un ser supremo por encima de él.

Esto nos recuerda el mito puránico de Brahmadev, quien considerándose en una instancia al comienzo del Kalpa como el ser supremo, fue castigado por Shiva, cortándole una de sus cinco cabezas.

Ahora bien, más allá de las consideraciones de distintos grupos gnósticos y rastros acerca del Demiurgo en otras tradiciones, analicemos el texto citado, con referencia a la Sabiduría Hiperbórea.

Por un lado se está significando aquí el juego, ardid y pretensión del Demiurgo de ser el ser absoluto e incognoscible, ostentando una falsa superioridad sobre otros espíritus Hiperbóreos. En tal sentido los Siddhas traidores incluso se prestan a este «juego», reconociendo al Demiurgo como Dios supremo. Aunque al mismo tiempo, reconocen la falsedad de esto, particularmente cuando el acercamiento del Maha Pralaya amenaza sus jerarquías, desplegando en consecuencia estrategias anti-demiúrgicas.

En un sentido, antes de la llegada de los espíritus Hiperbóreos, el Demiurgo era en ese entonces el «único Dios de su mundo».

Más luego del encadenamiento de los espíritus Hiperbóreos, debió mantener la ilusión de la supremacía sobre ellos (siendo en su esencia última idénticos, ontológicamente hablando, y más allá de la cobertura limitada y finita con que el Demiurgo se reviste). Y esta ilusión fue perpetrada en convenio con los Siddhas traidores.

Al mismo tiempo, en el fragmento antes citado se compara el Demiurgo con la falsa personalidad del Virya perdido, y los arcontes con sus rasgos tipológicos.

Y podemos agregar aquí, que la comparación también cuadra al propio espíritu Hiperbóreo, el «Gran Antepasado», denominado genéricamente «Anir», quien también se ha plegado a la traición original, deviniendo luego una manifestación refleja suya como Yo perdido.

De no haber acontecido así, no hubiera sido posible el propio encadenamiento espiritual. Y esta es una importante clave a tomar en cuenta.

En tal sentido, el Virya orientado debe confrontar la propia traición del Origen, como una clase de Demiurgo personal, y también al Demiurgo creador de este mundo.

Sosteniendo esta tesis, y en cuanto al medio de liberación espiritual, se dice también lo siguiente:

«La Gnosis Superior, según la enseñanza del Haognosticismo, consiste en el conocimiento directo y no conceptualizado de la propia Naturaleza Verdadera, que se revela a través del autoconocimiento espiritual y trasciende cualquier dualidad. Por lo tanto, la liberación del poder del Demiurgo solo es posible mediante el despertar espiritual interior y la liberación del poder del propio falso yo, o ego, a través del cual el Demiurgo y sus Arcontes nos gobiernan.

En realidad, «cortar la cabeza» del propio ego y «perforar con la Lanza de la Oscuridad los Velos de la Luz Creada» significa «cortar la cabeza» del Demiurgo y, habiendo visto con el Ojo Profético (revelado por la Luz Increada del Inmaculado) tras las cualidades de lo Sin Cualidad, tras la Multiplicidad de este Mundo, la Unidad Primordial, liberarse para siempre del poder de los Arcontes y de los Eones Temporales sujetos a ellos, volviendo el Corazón al Eón Eterno, al mismísimo Corazón de la Oscuridad.»

Notemos aquí la simultaneidad en correspondencia de «cortar la cabeza» del falso Yo de la personalidad del Virya en este mundo, y por otro lado cortar la cabeza del Demiurgo, para lo cual en oposición estratégica a la luz creada de este mundo, se blande la «lanza de la oscuridad».

No debe malinterpretarse el concepto de «Unidad primordial» tras la multiplicidad del mundo de Maya, en el sentido que se trata de una unidad indivisible u homogénea. La correcta comprensión aquí es respecto a la substancia espiritual, como el mismo substrato o fundamento de lo increado (y en tal sentido «unidad») más allá de las dualidades de este mundo.

Justamente, el mundo del Demiurgo se dice que es creado a partir de una imitación, a modo de «pálida sombra» de lo increado.

Y en esa «Unidad primordial», en el mundo del Incognoscible, se hallan los Siddhas Hiperbóreos, y en relación a cada Siddha, El-Ella.

Esta versión de «Las nueve puertas» expone también magistralmente el rol protagónico de Lucifer en este mundo, como adversario u opositor del Demiurgo, el cual comparte un principio de esencia similar en cada uno:

«El Arquetipo del Adversario se manifiesta: primero, como el Principio de Destrucción, que introduce dinamismo en la existencia del Mundo circundante; segundo, como el Principio de Disolución de Velos (o destrucción de la ignorancia), que actúa en la Conciencia de la propia persona; y, tercero, como el Mentor y Maestro Espiritual de quien recorre el Sendero del Retorno o lucha por la Liberación, siendo, en esencia, no un ser separado e independiente, sino su propia Naturaleza Inmortal Suprapersonal, o el Espíritu Superior. La naturaleza del Adversario es la Llama Negra de la Disolución, que arde no hacia afuera, sino hacia adentro, disolviendo velos y destruyendo las ilusiones de la Luz Criatura del Demiurgo. El Adversario también es conocido por los nombres: Portador de Luz (en latín: Lucifer), pues Él es el Único que trae la Luz del Despertar, la Llama de la Sabiduría Inmaculada de la Oscuridad, la Estrella de la Mañana, pues Él es el Único que anuncia la llegada del Eón Eterno (que llegará cuando termine el reinado de los Eones Temporales, sujetos al Demiurgo), y el Primero, pues Él es el Único que recorrió primero este Camino. La verdadera Eternidad, encarnada en el Eón Eterno, es la ausencia de todo Tiempo; la eternidad del Demiurgo es un Tiempo cerrado en un anillo, la «malvada infinitud» del eterno Torbellino de sucesivos Eones Temporales.»

Recordando y teniendo presente la distinción conceptual entre «demonio», atento a la tradición judeocristiana, y por otro lado el «Daimon» griego, prestemos especial atención al siguiente pasaje, que distingue entre cinco categorías de «demonios», desde los que actúan a nivel corporal, sutil, emocional del alma, de la conciencia, y finalmente cierta clase (aunque preferimos aquí a diferencia del texto citado, resignificar el término, definiéndolo ya como «Daimon» en su acepción original) que tiene directa relación con el espíritu, en oposición al Demiurgo.

Recordemos en tal sentido, que según el sentido original, el Daimon tanto podía ser bueno (Aghatodaimon) como malo (Kokadaimon).

La Jerarquía de los Demonios

«Los demonios se dividen en cinco clases principales: primero, los Demonios del Mundo de la Carne; segundo, los Demonios del Mundo de las Sombras; tercero, los Demonios del Mundo de los Sentimientos; cuarto, los Demonios de la Conciencia; y quinto, los Archidemonios, o Demonios Superiores, que actúan a nivel del Espíritu puro.

Los Demonios del Mundo de la Carne son las Fuerzas que disuelven la carne bruta, actuando en el hombre y en la Naturaleza que lo rodea a nivel corporal. Los Demonios del Mundo de las Sombras habitan el Límite entre Yav y Nav, protegiendo los núcleos de las fuerzas en el cuerpo sutil de una persona. Los Demonios del Mundo de los Sentimientos son las Fuerzas del alma (naturaleza emocional, sensual y mental inferior de una persona), que conectan nuestra naturaleza animal con la humana.

Los Demonios de la Conciencia son las Fuerzas que ayudan a una persona a liberar la Mente. Los Archidemonios, o Demonios Superiores, son las Fuerzas Espirituales que se oponen al Demiurgo y sus creaciones a nivel Cósmico.

Al interactuar conscientemente con los Demonios, el Radar Oscuro adquiere poderes «milagrosos», gracias a los cuales puede influir en su propio cuerpo y en el mundo circundante. Pero solo al convertirse en un Demonio en Espíritu alcanza la Percepción Suprema, revelando así su Verdadera Naturaleza y finalmente liberándose del poder del ignorante Demiurgo, el «Dios» Creador de este Mundo.»

Por otro lado se expone a continuación también muy acertadamente como la diversidad ilusoria de este mundo tiene como substrato la esencia del mundo increado, llama negra o Vril, que el Demiurgo y sus arcontes (Siddhas traidores aquí) han capturado para sus siniestros propósitos. Y notemos como se concibe la esencia del mundo increado desde el mundo demiúrgico, como una negrura del abismo, y necesariamente ha de ser así, ya que escapa o queda fuera del orden y categorización arquetípica, y por tal razón se le define como «inexistente», en contraposición a lo que se concibe supuestamente como real en este mundo, «lo existente».

«Sepan que los Siete Gobernantes, o Arcontes [del griego άρχων — jefe, gobernante], conocidos como el Existente, crearon los siete Cielos, capturando las siete Llamas de Fuego que ardían en el Abismo, lo Inexistente. Así, del Negro Secreto (Fuego del Abismo) se convirtió en los fuegos: Rojo, Naranja, Amarillo, Verde, Azul, Índigo y Violeta, que se fundieron en la Luz Blanca, — contando Nueve en total. Todo lo que existe se dividió en tres partes, o Tres Mundos: Medio, Superior e Inferior; y en cada uno de los Tres se reflejaron los Nueve, – Cuenta en total 9 + 9 + 9 = 27; donde 2 + 7 = 9.»

Este extracto resulta esencial, ya que se constata que de la esencia del mundo increado, el Vril, o «las siete llamas de fuego que ardían en el abismo», se conforma por captura, una estructura ilusoria en nueve partes, o nónupla, lo que deviene como es comprensible, en una contrapartida opuesta de «las nueve puertas del reino de las sombras», que deben atravesarse en el retorno al Origen.

Esta triple conformación de los mundos (superior, medio e inferior, o los tres planos conocidos en sánscrito como Bhur, Bhuvah y Svah según otra categorización y nomenclatura) responden a diferentes combinaciones, según explica el Siddha Krishna en el Bhagavad Gita, de las tres gunas o cualidades predominantes de la prakriti o naturaleza material.

Y debe aclararse que cuando aquí se está mencionando el negro, correspondiente a la tama guna de la prakriti, se está mencionando el negro dentro del espectro arquetípico, lo cual debe distinguirse de la oscuridad primordial.

En tal sentido el texto prosigue en otra parte describiendo la triple naturaleza ya mencionada del mundo, en correspondencia con los colores blanco, rojo y negro.

Téngase aquí siempre en cuenta la denominación «El existente» que se utiliza para referirse al Demiurgo, y «El primero» en relación a Lucifer, quien planteó desde el inicio la oposición al Demiurgo:

«El Medio de los Tres —sépanlo— es Rojo, el Superior es Blanco y el Inferior es Negro. Y en el Blanco viven aquellos conocidos como los Existentes, pues se elevaron por encima del Rojo, donde la gente vive, durante sus días de dolor y tormento, y por encima del Negro, donde todas las cáscaras caen, cuando la Semilla de la Vida los abandona. Y más allá de los Tres Mundos está el Abismo, de donde todos venimos, del cual surgió el Primero, del cual proviene Su Poder y Fuerza, que no es más fuerte en los Tres (Mundos) ni entre los Siete (arcontes).

La Voluntad del Blanco mueve al Rojo, pero cuando llega el momento, (el Rojo) desciende a los brazos del Negro, para luego regresar. Esta Rueda de Tortura gira eternamente, en la que los esclavos ciegos del Existente nacen y mueren, para nacer de nuevo y morir de nuevo. Y así fue. Hasta que el Primero abrió el Camino desde la Rueda hacia afuera, desde la eternidad cerrada hacia la Infinitud de lo Eterno, hacia el Abismo oculto por los Velos del Horror, hasta el mismísimo Corazón de la Oscuridad: la Fuente de la Luz Increada e Inmarcesible, el Fuego Eterno, ardiendo en Sí Mismo, Negro, que es más negro que el Negro (el Inferior de los Tres Mundos), más fuerte que el Rojo y más claro que el Blanco. Allí, de donde todos venimos, más allá de los Tres Mundos, donde los Siete carecen de poder.»

Y en relación a cómo el Demiurgo (surgiendo originalmente también del mundo increado, como bien nos dice Nimrod de Rosario), clamando supremacía por sobre todo, y con siete extensiones de su poder, suscitó como oposición de contrapartida el dragón de siete cabezas (como adversario de este «falso Uno» llamado también «Existente»), leamos los siguientes versos del texto, siempre tomando en cuenta el lenguaje figurado de los mitos:

«Ella (el Abismo) era la infinitud de las infinitas posibilidades (potencialidades), pero en su vientre nació un Niño que quiso matar a su Padre-Madre. Así, de la Oscuridad, la Luz Increada, surgió la Luz, una parte infinitamente pequeña del Todo, y se imaginó ser el Uno, siendo ella misma solo la única. Pero esto también era una mentira y un engaño en sí mismo, pues eran Siete, por lo tanto se dice que el Ser (Yaveh/Jehová) tiene siete rostros.
Pero cuando la sombra del Ser cayó sobre la superficie de los Dioses Eternos, reflejada en el Abismo, como en un Espejo, entonces el Poder del Padre-Madre entró en el Reflejo y cobró vida para convertirse en el eterno Adversario del Ser, y por lo tanto aparecieron siete Cabezas en el Dragón nacido del Abismo.

Por lo tanto, comprende el Misterio de los misterios: la Virgen-Ramera se sienta sobre el Dragón de Siete Cabezas, y el Espejo está en Su mano, y la Llama Negra de la boca de la Bestia (Dragón). Y en lo que se revela al Existente, como los Tres Mundos, en el Negro (el Inferior de los Tres Mundos), el Dragón del Abismo se convirtió, no en el Abismo mismo, sino en Su Esencia; y el Dragón es terrible, y la Virgen-Ramera sobre él es terrible para el Existente, pues en Ellos reside su destrucción.

Así como la Virgen-Ramera surgió del Abismo, como una Hija del Padre-Madre, siendo Ella misma Su propia Madre, así también el Primero surgió (del Abismo, o Caos Primordial (griego Χάος)), como un Hijo del Padre-Madre, Su propio Padre. Como una Llama de la Llama (Negra), como el Nous (Razón griega, o Mente Superior) Eterno del Innombrable, se convirtió en la luz increada, el Portador de Luz, la Estrella Inmarcesible de la Mañana (Luz del Eón Eterno), la encarnación del Resplandor del Eterno, que se oculta en la Oscuridad.

Por lo tanto, para los Siete, que provienen de la Luz (Creada), Él es la Oscuridad, el Adversario de la Luz (Creada), el Oscuro.

Él es la Serpiente de las Profundidades en la Oscuridad (El Inferior de los Tres Mundos), el Alado, cuya frente está adornada con la preciosa esmeralda; y Él es el Dragón de siete cabezas, sobre el que se sienta Su Hermana y Esposa. Él es también el Mercurio de los Filósofos, la Tintura de Mercurio, y (Hermes) el Tres Veces Más Grande, Quien habló, y esto está escrito en la Tabla de la Esmeralda (Tabula Smaragdina): Lo que está arriba es como lo que está abajo; y lo que está abajo es como lo que está arriba. Y la Virgen Ramera, sabe esto, es Providencia (Providencia aquí como principio femenino) y Su Poder.»

Adviértase que la Diosa es mencionada como «virgen-ramera», dos acepciones que no deben tomarse en su sentido usual o significado habitual.

Virgen en cuanto «mujer de poder» que se mantiene pura siempre, más al mismo tiempo es la Diosa de la sexualidad tántrica, que puede llevar, como bien conocen los adeptos del Kaula, al infinito mismo en la experiencia del coito.

Recordemos como en la novela mágica, «El misterio de Belicena Villca», la antigua Diosa del fuego frío, Pyrena la Gorgona, fue conocida y cultuada posteriormente como «la virgen de Agartha», manteniendo así una simulación frente al imperante culto cristiano, donde se le denominaba como «la virgen de la gruta».

Más era la misma Pyrena, la antigua Diosa de la que se decía, que «asesinaba a sus amantes en el fuego frío». Y así es también, como es sabido, respecto a Lilith, la misma Diosa conocida por otro de sus nombres y facetas.

Es decir, que ambos aspectos están presentes en la Diosa.

Notemos que se menciona aquí la «virgen-ramera» como siendo «su propia madre», y el Primero (es decir Lucifer) como siendo «su propio padre».

Esto se comprende claramente, dado que los espíritus Hiperbóreos no tienen «padre o madre», como los seres creados de este mundo que responden al Demiurgo como su padre/madre.

No obstante esto, el texto alude aquí al abismo, como «padre-madre», y esto se entiende en el sentido de «la fuente de donde proceden», el mundo o plano del Incognoscible, figurado aquí como el abismo, u oscuridad primordial («infinitud de las infinitas posibilidades/potencialidades), y no «un padre que engendra» o «una madre que alumbra» como ocurre en este mundo.

Es decir, no se está indicando aquí un «creador», sino la fuente de procedencia u Origen, representado figuradamente como Madre/Padre.

De igual modo que en un sentido figurativo/mítico también se menciona en «El misterio de Belicena Villca» al Dios Urano (padre de Cronos) como el Origen.

Luego, respecto a la antigua Serpiente, el dragón de siete cabezas, se dice que ella es «su esposa y hermana», es decir su propia Shakti.

Tal como en otra configuración mítica, se dice que Isis es esposa y hermana de Osiris. Son así, prototipos de la pareja original.

Resulta clave releer y considerar el siguiente pasaje, en cuanto luego que el Demiurgo creó imitativamente del mundo increado, el mundo de las formas de la materia (tomando se dice «siete llamas del fuego negro increado del abismo», para de esa esencia increada capturada, generar la diversidad ilusoria «multicolor» de este mundo), del propio reflejo en lo increado en el abismo (más ahora en un sentido inverso al del Demiurgo, es decir desde el mundo increado hacia este mundo), se manifestó el Dragón de siete cabezas y la mujer sentada sobre el Dragón:

«Pero cuando la sombra del Ser cayó sobre la superficie de los Dioses Eternos, reflejada en el Abismo, como en un Espejo, entonces el Poder del Padre-Madre entró en el Reflejo y cobró vida para convertirse en el eterno Adversario del Ser, y por lo tanto aparecieron siete Cabezas en el Dragón nacido del Abismo.

Por lo tanto, comprende el Misterio de los misterios: la Virgen-Ramera se sienta sobre el Dragón de Siete Cabezas, y el Espejo está en Su mano, y la Llama Negra de la boca de la Bestia (Dragón).»

Este Dragón de siete cabezas y la mujer sentada sobre él, surgen del «abismo del mundo increado», y al manifestarse en este mundo moran (infiltrados en el mundo demiúrgico) en el más inferior de los mundos, el «negro» siendo aquí un negro arquetípico dentro del mundo creado, y distinguiéndose del «negro absoluto», fuera de todo lo arquetípico, del mundo increado.

Se puede hablar así también entonces de un «segundo abismo», conocido también como inframundo o submundo, dentro del mundo creado.

Adviértase que aquí la mujer primordial sobre el Dragón, no sostiene un libro, sino un espejo!

El libro del noveno grabado, es como sabemos el Delomelanicon, más el espejo aquí mencionado, posee la misma clave que el Delomelanicon. Es decir, el conocimiento oculto de cómo este mundo creado surge en forma imitativa (refleja) e inversa del mundo increado, en una estructura nónuple (por los nueve principios ya mencionados y manifiestos en los tres mundos), y se delínea en consecuencia por oposición y contrapartida una senda de «nueve puertas» o instancias de retorno al Origen.

Si bien hay una estructura demiúrgica septenaria (los siete colores o densidades, así como siete notas musicales), estas se fusionan o sintetizan en la luz o esencia blanca del Demiurgo. Más el origen o fuente es la llama negra (las «siete llamas del abismo» capturadas por reflejo), lo que deviene en nueve componentes, ya que el componente acausal o «negro fuera de lo negro arquetípico» también debe estar presente como motor para la ilusión de este mundo.

También, dada la estructura demiúrgica septenaria (las siete densidades vibratorias o «colores») surge como oposición luciferina, el Dragón de siete cabezas, y su Shakti primordial.

En tal sentido la máxima del hermetismo citada, «Lo que está arriba es como lo que está abajo; y lo que está abajo es como lo que está arriba», que se aplica aquí en un sentido doble. Por un lado el mundo demiúrgico a semejanza imitativa del mundo verdadero increado, y por otro lado el Dragón de siete cabezas que entra en el reflejo, como oposición al Demiurgo y sus arcontes (siendo siete).

Esta manifestación luciferina surge «cuando la sombra del Demiurgo cae sobre la superficie de los Dioses eternos».

El Demiurgo, a fin de poder manifestar el mundo de las formas, imitativamente del mundo increado, busca reflejar ese mundo increado, o en otros términos más comprensibles, «su sombra se asoma allí, cayendo sobre los Siddhas o Dioses eternos». Y ese reflejo, es aprovechado o capitalizado por el Incognoscible desde el mundo increado (del otro lado del espejo), para entrar allí, entrar en el mundo-reflejo que el Demiurgo quiso manifestar.
Ese es el secreto y misterio del libro y el espejo!.

El texto citado continúa exponiendo la contienda entre Lucifer por un lado, y los siete arcontes del Demiurgo por el otro, pretendiendo estos el poder supremo por haber creado o asistido en la creación del mundo. A lo que Lucifer responde que esta creación es ilusoria, un mundo de engaño, suscitando así la maldición inefectiva de los arcontes sobre Lucifer, «para que caiga de donde ha procedido».

Tenemos así expuesto el mito de la caída de Lucifer, más aquí contado no desde el lado demiúrgico o judeocristiano, sino desde la Gnosis luciferina.

Y como se apreciará en los siguientes versos, los arcontes no tienen mayor alcance o poder fuera del mundo creado, siendo inconcebible todo aquello fuera del mundo, considerándolo como «el abismo», y ciertamente oscuridad, ya que no puede «verse» ni apreciarse desde las limitaciones de la materia, tiempo y espacio del mundo creado.

Hace falta para «ver» en tal mundo, la «luz oscura», o radiación luciferina del Incognoscible.
Notemos al respecto también como al final, Lucifer utiliza la analogía de la araña en relación a él mismo, ya que como sabemos desde la Sabiduría Hiperbórea, la araña, al igual que el pulpo, connota la simbología del octópodo, tema ya expuesto y desarrollado en previas disertaciones.

«De Él, y de quienes estaban con Él, se formó la Orden del Lucero de la Mañana, la Hermandad de los Caballeros del Eón del Infinito, que llegará cuando la Luz (Creada) desaparezca, los Siete sean derrotados, los Siete Velos sean retirados y el Tiempo deje de existir. Él está con nosotros desde el Principio, y está en nosotros, como nuestro Guía y Maestro, y nuestro Conocimiento proviene de Él, pues Él es la Luz de la Sabiduría Inmaculada, la Luz Increada en la Creación, el Solvente Universal (Azoth) oculto tras los Siete Velos del Espíritu Supremo.

Los Siete (Gobernantes – Arcontes) dijeron: Yo soy Quien creó el Cielo y la Tierra. Y también dijeron: Yo soy el Fuego Consumidor. Y el Primero respondió: Esto es mentira, pues tu Creación no es verdadera, sino solo una apariencia. Y dijo también: Lo otro también es mentira, pues (una) apariencia devora (otra) apariencia.

Y los Siete no tuvieron el poder de refutar las palabras del Primero. Y los esclavos de los Siete temblaron de horror, y así los discípulos del Primero conocieron la esencia de los (Siete) Gobernantes.

Y los Siete (Gobernantes – Arcontes) dijeron: No eres de los nuestros, y que seas maldecido por nosotros y caigas de donde viniste. Y el Primero respondió: En verdad, no he abandonado ese lugar de donde vine.

Y los Siete (Gobernantes – Arcontes) temblaron, y dijeron en sus corazones: ¿Quién es Él, que está en lo Existente, sino Él mismo de lo Inexistente, —Aquel que tiene poder contra nosotros?
Y el Primero respondió a sus pensamientos: Conozco tu secreto. Y el horror se apoderó de los Siete (Gobernantes – Arcontes).
Y los Siete (Gobernantes – Arcontes) dijeron: No te vemos, porque has caído.
Porque han apartado la vista (y, por lo tanto, han dejado de verlo).
Y el Primero dijo: ¿Acaso el ciego de nacimiento abrirá los ojos? Y desde entonces ha sido así: los que ven, ven la Verdad, y los ciegos vagan ciegamente. Y en cada uno está su voluntad, y según su elección se le da, pues con su propia medida cada uno se mide a sí mismo, y así será hasta el Fin del Mundo. Así enseñó el Primero.»

Advirtamos que aquí se trasluce un claro reconocimiento subyacente o de trasfondo del Demiurgo y sus arcontes, respecto al Incognoscible y Lucifer, al mismo tiempo que lo niegan o «desconocen», manteniendo así una ambigüedad.

«Los Siete no pueden atravesar la puerta, pues desconocen que existe algo más que su mundo. Pues el Ser se ha limitado a lo creado, convirtiéndose en el Ser de este mundo. Este soy yo, la araña en el centro de la red tejida con las trampas del Destino. La primera es la Espada Llameante, que asestó el primer golpe y cortó el primer hilo. La Araña se esfuerza por tejer y ocultar (tras la Telaraña) las Puertas, pero todo aquel que las traspasa, siguiendo el Camino de nuestro Maestro, el Primero de los más dignos, rompe las trampas de la Luz Creada, guiado por la Estrella, la Luz Inmarcesible, Increada, que nace en el mismísimo Corazón de la Oscuridad.»

Estas «nueve puertas» de algún modo están también cubiertas u ocultas para el Demiurgo y sus arcontes, y al mismo tiempo para que el Virya digno de cruzarlas, demuestre previamente la voluntad y coraje que se requiere.

Y aquí es donde todo esto se concatena con las nueve puertas, que el Caballero o Dama luciferina deberá atravesar, siendo un llamado del propio Lucifer (llamado aquí la estrella, el astro venusino), revelando este conocimiento oculto y sendero iniciático, desde la «oscuridad primordial», es decir lo increado, en aras de la liberación de la falsa luz de este mundo, la luz creada:

«¡Escucha, entonces, oh Caballero de la Estrella! Se te ha otorgado en la Oscuridad revelada (el mundo manifiesto)—lo Primordial— a través de las Nueve Puertas (cada uno de los Tres Mundos corresponde a Tres Puertas) para manifestar tu ser. Pues el Primero te llamó con la Llamada de las Profundidades, que resuena incesantemente, inaudible para muchos, en tu Corazón —¡ahora y para siempre!— desde el mismísimo Corazón de las Tinieblas.»

Esto último es análogo al canto de A-mort de los Siddhas, que resuena en la sangre del Virya convocándolo al despertar.

Tenemos así un orden cósmico demiúrgico, limitado y aprisionador, en contraste con el poder de Lucifer, emisario y personificación de la llama negra (sol negro) del Incognoscible y el mundo increado.

Esta oposición al orden arquetípico y creado, es necesariamente concebida desde lo demiúrgico como caos, pudiéndose hablar así de una oscuridad primordial, donde la llama negra resplandece con luz y brillo propio, luz increada iluminadora gnósticamente (Lux-Fer), a la vez que resulta en consecuencia devastadora y destructora para el mundo ilusorio.

En efecto el poder del Demiurgo (desde la mascarada finita que necesariamente asume para mantener la ilusión del mundo creado, y que cubre su propio espíritu también infinito) no tiene ningún poder en relación a los espíritus Hiperbóreos eternos del mundo increado.

Se comenta así lo siguiente en el texto citado, aclarando aquí que discrepamos de la utilización del término «almas», que en el contexto utilizado habríamos por supuesto transcrito «espíritus», concordando desde ya en todo el planteo expuesto:
«El Demiurgo mismo no tiene otro poder que el que tomó del Caos, separándose de Él, y es mediante este Poder —la «Diosa Cautiva», en el lenguaje figurado del mito gnóstico— que mantiene cautivas las almas de los seres vivos, habiendo olvidado QUIÉNES son realmente. Aunque la cantidad total del Poder Cautivo es incomparablemente pequeña comparada con el Poder del Primordial, es más que suficiente para mantener la Ilusión Cósmica en la mente de los ignorantes.»

Uno de los símbolos más asociados con el libro de las nueve puertas, es el pentagrama, que aparece en la tapa del «Las nueve puertas» de Aristide Torchia, según consta en la obra de Pérez Reverte y en el film de Polanski.

Más allá que el pentagrama ha sido utilizado de un buen tiempo a esta parte por diversos grupos ocultistas, y en la antigüedad druidas, así como posteriormente satanistas, debe considerarse que este símbolo, al igual que muchos otros, posee un significado original que ha sido cubierto al ser el símbolo apoderado y utilizado desde la sinarquía esotérica.

De modo que debemos ir más allá del tapasigno cultural, resignando el símbolo desde la Sabiduría Hiperbórea.

Comentaremos en cuestión sobre algunos conceptos también referidos en «Delomelanicon-La alquimia del caos-» con relación al pentagrama, coincidiendo en los significados aquí apuntados, brindando además algunos conceptos adicionales, para culminar en la comprensión gnóstica Hiperbórea.

No citaremos aquí los distintos significados que druidas, rosacruces, masones y satanistas adjudican al pentagrama, sino que revelaremos el significado oculto y subyacente de origen gnóstico luciferino.

Aunque comúnmente sus puntas se asocian con los elementos de la naturaleza clásicos (el cuaternario de tierra, agua, fuego y aire, y la quintaesencia o éter), debe considerarse según las dos puntas salientes se hallen hacia arriba o hacia abajo, con uno u otro significado. Cuestión esta que también ha sido resignada y tapasignada desde lo demiúrgico.

Los cinco elementos materiales según el Sankhya, o los Mahabhutas, son tierra (Prithivi), agua (Apas), Fuego (Agni), Aire (Vayu) y Éter (Akasha). Más este quinto elemento, siendo el éter invisible, ha sido asociado por otra parte con el lucero de la mañana, el astro venusino, es decir Lucifer.

De modo que el dominio sobre toda manifestación energética material desde lo luciferino, es un significado válido del pentagrama.

Y es que Venus, como bien es sabido, traza en su órbita o recorrido estelar cada ocho años, la forma de un pentagrama. De modo que el vínculo luciferino resulta indiscutible, independientemente de la utilización que de este símbolo haya hecho el satanismo.

La sinarquía, revirtiendo el significado de este arcaico símbolo, ha referido, mediante diversas sectas esotéricas y escuelas ocultistas, que cuando el pentagrama se halla con su ángulo saliente hacia arriba, representa el espíritu, y el dominio del espíritu sobre la materia, y hacia abajo el predominio de la materia sobre el espíritu.

Más en realidad, el significado verdadero es exactamente opuesto. Ya que el pentagrama «recto» (como se le dice), con la punta del ángulo saliente hacia arriba, representa la manifestación del mundo fenoménico demiúrgico, o Pravritti Marga, procedente la esencia última de lo increado e inmanifiesto, que asciende en forma demiúrgica hacia lo creado y manifiesto.

Desde la oscuridad primordial de lo no manifestado (llamado también caos primigenio) a la manifestación demiúrgica visible, la falsa luz de este mundo.

Por el contrario, el «pentagrama invertido» (y por supuesto más acorde al sendero de mano izquierda, antidemiúrgico), representa el retorno o Nivritti Marga, nuevamente hacia el Origen, y más allá del Origen a lo no manifiesto del mundo increado, por lo que se concibe como «yendo de la luz a la oscuridad», donde prevalece la oscuridad primigenia sobre la ilusoria luz de lo manifestado en el mundo fenoménico del Demiurgo.

Los eones temporales, como expresión del fluir de la conciencia del Demiurgo en forma cíclica, se disolverán y desaparecerán entonces, frente al eón eterno, anunciado por el venusino lucero del alba, Lucifer.

Desde el esoterismo sinárquico y demiúrgico se ha pretendido, buscando desinformar y confundir, que el pentagrama con las puntas salientes hacia arriba, o invertido, representa «los cuernos de Satanás». Lo cual debe también resignificarse, indicándose que más bien muchos Dioses paganos de la antigüedad (Pan, Aker, etc), llevaban cuernos, siendo en el transcurso del tiempo «demonizados» por el cristianismo, pasando a adoptar esta iconografía el «diablo judeocristiano» en el imaginario popular colectivo, al margen de las consideraciones teológicas, que siempre se manejaron en un círculo sinárquico más selecto.

Tenemos también desde el estado de condicionamiento bajo el yugo demiúrgico hacia la liberación, cinco etapas, donde la persona inicialmente se halla sumida en el materialismo, bajo una conciencia animalesca del Pasú, como Virya perdido, y completamente dormido sin ninguna orientación.

Es el estado conocido como hílico en el gnosticismo. Luego, puede despertando ciertas inquietudes que den mayor trascendencia a su vida humana, desplazarse a una segunda etapa, en transición a la de un culto, en que se busque, aunque infructuosamente, cierto sentido trascendente, guía, y la tan procurada «salvación», que no es más que una trampa demiúrgica.

En ese estado, suele expresarse una concepción animista y panteísta, deificando las fuerzas de la naturaleza, sin todavía haber descubierto o concebido un Dios o divinidad a la que rendir culto.

En la tercera etapa, la del psíquico, la persona se halla completamente perdida y desorientada en su propio laberinto, y frente a esta crisis, surge la emergencia de algún símbolo sagrado representado por un mito, expresión de un arquetipo, que lo encamina a una forma de culto o adoración.

Posteriormente, bajo el engaño demiúrgico, el Virya perdido cree haber «evolucionado» en la senda divina, y ya concibe más allá de una forma o representación personal de Dios, una inmensa luz infinita, en la que busca sumergirse y desaparecer.

Llega así el Virya al estado pneumático, habiendo entonces mencionado hasta ahora los estados hílico, psíquico y pneumático.

Si el Virya no obtiene una orientación luciferina, seguirá su curso demiúrgico, no pudiendo ir más allá de esta instancia.

Más, si ha sido de aquellos afortunados que han recibido el fruto prohibido, podrá entonces erguirse más allá de la luz demiúrgica, hacia la oscuridad primigenia, concebida de este modo en este plano, a falta de referentes lingüísticos y conceptuales del intelecto que puedan expresar lo indefinible en este plano, de mundo del Incognoscible.

Tenemos así cinco etapas delineadas desde la confusión y adormecimiento completo, hasta el despertar y orientación al Origen, etapas representadas en el contexto aquí analizado del pentagrama, por las cinco puntas.

Recordando nuevamente la exposición analítica de la escuela Sankhya, se conciben en la manifestación cósmica principios o elementos agrupados en cinco categorías. Cinco Tanmatras o esencias sutiles, cinco Mahabhutas, o los cinco elementos burdos de la materia, cinco Jñanendriyas o sentidos de percepción, y cinco Karmendriyas o sentidos de acción, que se despliegan desde las tres gunas o modalidades de la prakriti o naturaleza material (Satva guna, Raja guna y Tama guna), en gradaciones de la escala arquetípica, con la activación en cada Kalpa o ciclo de manifestación del factor Kala (tiempo).

Estos principios primarios de la prakriti o naturaleza material, deben resignarse comprendiendo a la Serpiente con el signo del Origen.

En esta travesía a través de las «capas» del mundo material, se deben ir atravesando los velos de luz manifiesta o creada, los cuales son cinco como se habrá ya advertido, asociados con estas categorías que agrupan cinco principios de manifestación de la materia.

Por esa razón, Shiva, y su representación del Shiva lingam, aparece siempre con la serpiente Vasuki enroscada alrededor, que manifiesta cinco cabezas. Es decir, la comprensión, resignación y trascendencia de los principios o tattvas mencionados.

Y con idéntico significado, Sadashiva, la forma original de Shiva, posee cinco rostros, conocido como Panchavaktri Shiva.

Tradicionalmente, en el folclore cristiano, se ha asociado el fruto prohibido que ofrece la serpiente a Eva, con una manzana, lo cual se debe a un doble sentido en la traducción del término en latín «mallus», que significa tanto malo (el «fruto malo o prohibido) como manzana.

Más si tomamos una manzana, cortándola exactamente por la mitad, se advierte que sus semillas forman una figuración de cinco puntas o pentagrama.

Y esto se ha asociado teológicamente a cinco declaraciones que hizo la serpiente, frente a la negativa inicial de Eva de aceptar tal fruto, creyendo que si ella y Adán comían de él, morirían. A lo que la serpiente respondió declarando:

  1. No, no morirán
  2. Más Dios sabe que el día que lo pruebes,
  3. Sus ojos se abrirán,
  4. Y serán como Dioses,
  5. Conociendo el bien y el mal

Y en estas cinco sentencias de la serpiente, se advierte la orientación luciferina de las cinco puntas del pentagrama.

En el Taoísmo (que también tiene cierto fundamento Hiperbóreo), se conciben asimismo cinco elementos: Madera, fuego, tierra, metal y agua, correspondiendo según el I Ching, o «Libro de las mutaciones», la madera al Dragón verde, el fuego al pájaro escarlata, la tierra al unicornio amarillo, el metal al tigre blanco y el agua a la tortuga negra. Todo un simbolismo también de contenido oculto en esta antiquísima tradición china, que aquí no nos detendremos en comentar.

La comprensión gnóstica debe abarcar todos los aspectos de este mundo fenoménico (en cuanto a la comprensión de su mecánica o funcionamiento en función de las gunas materiales, y la naturaleza ilusoria de todo lo aquí manifiesto), para así trascender el mundo del Demiurgo. En tal sentido, se enumeran los principios de emanación o creación, Srishti, preservación, Sthiti, reabsorción o destrucción, Samhara, ocultamiento o ilusión, Tirodhana, y revelación del conocimiento conducente al despertar y la liberación, Anugraha.

Los cinco ángulos del pentagrama también se corresponden en forma representativa con las extremidades de miembros corporales, tales como la cabeza, los dos brazos, y las dos piernas, tan bien representado por «El hombre del Vitruvio» de Da Vinci.

Más, considerando que este mundo demiúrgico es un «mundo reflejo», un «mundo de sombra imitativa», es decir, invertido (recordemos la excelente definición dada por el Siddha Krishna en el Bhagavad Gita, de este mundo representado como un árbol invertido, con las raíces hacia arriba y las ramas hacia abajo), en la búsqueda de la liberación debe irse a «contracorriente» del mundo que está invertido, es decir figuradamente hablando «cabeza abajo y piernas hacia arriba», exactamente como aparece la figura del colgado en el sexto grabado de las nueve puertas.

Recordemos también que en la senda iniciática, según se refiere en «De Tenebrarum», el árbol de su frontispicio se halla invertido, debiéndose ir desde las raíces arriba hacia la copa abajo, y en «De Umbrarum» la serpiente enroscada en el árbol, apunta con su cabeza hacia abajo, indicando esa forma de orientarse.

Esta estrella luciferina de cinco puntas representa aquí cinco puntos de orientación en el sendero oscuro, que bien pueden figurarse como llamas negras que reptan a modo de serpientes, disolviendo el orden creado, e iluminando al mismo tiempo el retorno al Origen.
Y los cinco principios con que se cuenta procedentes de la llama negra luciferina para la orientación y liberación son: Poder, voluntad, conocimiento, sabiduría, y trascendencia.
Luego, el pentagrama a veces aparece o se representa también abierto, es decir no cerrado. Con lo que, la brecha abierta entre los ángulos superiores del pentagrama invertido, simboliza la ruptura en el mundo (conformado por los cinco elementos), a través de donde las fuerzas luciferinas del mundo increado penetran, surgidas como de una matriz de oscuridad abrasadora e infinita, que es lo que aquí el pentagrama abierto significa.
Es decir, la llama negra luciferina increada, es tanto opositora al mundo creado, como iluminadora gnósticamente hablando, iluminando el sendero de retorno al Origen.
Mediante esta entrada e infiltración en este mundo de fuerzas luciferinas, es como aparece Lilith en este mundo, así como los Antiguos del Necronomicon.

Luego, la brecha indicada en el pentagrama abierto, forma también dos ángulos adicionales, «las puertas del caos», lo que forma una configuración ya no de cinco sino siete ángulos (y once puntas ahora), que son precisamente manifestaciones o aspectos de Lucifer, en oposición a los siete arcontes o expresiones del poder demiúrgico.

Estos siete aspectos o «Anti-logoi» reciben en «Delomelanicon -La alquimia del caos-» los nombres de: Adversario, Acusador, Descreador, Recordador, Instructor, Castigador; y Portador de Luz.

Y recordemos las siete cabezas del dragón en el noveno grabado de «Las nueve puertas».

En la trama del film «La novena puerta» tenemos originalmente tres dueños del libro, cada uno con su ejemplar (Fargas, Balkan y la baronesa), siendo adquirido el ejemplar de Telfer luego por Boris Balkan, lo que pone en el juego a cuatro integrantes respecto a la novena puerta. Más la mujer misteriosa en cada escena relevante, lo que hace cinco participantes, representados por la estrella de cinco puntas, y conforme a lo cual tendrá que ir interactuando y orientándose Corso, superando las pruebas presentadas.

El cinco es un símbolo además sumamente destacado en la Sabiduría Hiperbórea, ya que como tapasigno oculta aspectos referentes al misterio de A-mort, y la llave Kalachakra.
En tal sentido, oculta a la vez que orienta a quien esté despierto y enfocado hacia este misterio, de igual modo que la belleza de la mujer en sí, el color verde o el reptil.
Como bien sabemos, el encadenamiento espiritual, efectuado mediante un misterio de A-mort, remite a la instancia en que luego de el espíritu Hiperbóreo haber entrado a este mundo por la puerta de Venus, el Origen, cede en su mirada gnóstica a cierta «imagen» (símbolo del Origen exhibido por los Siddhas traidores), creyendo que es Ella, y que al mirar allí, irá al encuentro de Ella (su Dama del Origen), más se trata de una falsa imagen, donde al reflejarse su mirada infinita, deviene en un Yo perdido y finito como Virya desorientado.
De allí que, el motor de búsqueda constante en este mundo demiúrgico, se exprese siempre en torno a un núcleo, que es la atracción e interacción de El y Ella, en un mundo de formas, vacío de substancia real en cuanto a la esencia tras las formas, por lo que en una búsqueda continua y constante, de la que no se es consciente hasta despertar, se experimenta la tragedia de la separación de El-Ella, mediante el encadenamiento y desorientación del espíritu Hiperbóreo en un Yo perdido.

De allí que la belleza femenina per se, sea un poderoso tapasigno de aquella belleza increada y pura de Ella en el Origen, encontrando aquí meramente formas evanescentes y temporales, sujetas al decaimiento y la desaparición. Formas que pueden no obstante, si se está orientado, remitir a Ella, más nunca se trata en este mundo de Ella.

Y esto se concatena con el medio de encadenamiento espiritual instrumentado por los Siddhas traidores, la llave Kalachakra, sistema real artificial ubicado en la dimensión espacial de un plano topológico entre la Tierra y el sol.

Tal llave, consta en sus extremos de un paletón, y un asa octogonal, referentes semióticos del símbolo del Pasú, la espiral en el paletón (como matriz funcional del designio caracol), y el asa, referente del signo del Origen.

Sabemos que esta obra de ingeniería artificial de colosales dimensiones arquetípicas, fue diseñada para resignar en la creación demiúrgica del Pasú, su signo, la espiral, con el símbolo del Origen, modificando así el designio del Pasú, que a partir del encadenamiento del Yo perdido de un espíritu Hiperbóreo, mutó a Virya, en la conformación de su Microcosmos personal.

Y aquí surge la cuestión clave, ya que en la creación demiúrgica, imitativa del mundo perfecto e increado, se tomó un parámetro como técnica en la ingeniería creacionista, y es la proporción Phi, la proporción áurea, que procura mantener la belleza y armonía en su afán de reproducir lo increado en las formas del mundo creado.

Esta proporción áurea, se expresa matemáticamente como la secuencia Fibonacci (donde cada número se obtiene mediante la suma de los dos inmediatos anteriores, arrancando del cero, en la secuencia 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8…..) que en relación al aspecto belleza en este mundo tiene su representación en el cinco.

Artísticamente esta belleza se puede apreciar, como se ha ya mencionado, en el hombre del Vitruvio de Da Vinci, con cinco extremidades destacadas, en relación a la cabeza, los brazos extendidos y las piernas.

En efecto, el número arábigo 5, puede geométricamente advertirse como conformado de dos partes. La mitad superior es más bien recta y angular, en tanto que la parte inferior se curva.

Esta proporción se aplica y traslada a la belleza del cuerpo femenino, donde los rasgos superiores de la cabeza son rectos, bien proporcionados y angulares, en tanto la parte inferior del cuerpo en sí, mantiene estéticamente la belleza cuanto más se exprese mediante la secuencia referida, en forma curvilínea, siendo en la correspondencia microcósmica, la cabeza el tapasigno del asa octogonal de la Kalachakra, y la estructura anatómica inferior del cuerpo el tapasigno de la tija y paletón.

De modo que aquí el «5» expresa en forma oculta, encriptada, aquel secreto del medio de que se valieron los Siddhas traidores para el encadenamiento espiritual. En última instancia remite a Ella, más en este mundo se trata de una imitación ilusoria.

Ese es precisamente el motivo de porqué en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea» se advierte al Virya sobre el peligro de amar con el corazón a la mujer de carne, ya que se corre el riesgo de confundir a Lilith (la Diosa del Origen) con la Shakti demiúrgica terrestre.
Por supuesto que para no ser víctima de tal encanto e ilusión del mundo, la mayor de todas quizá, es preciso «tener un corazón duro como la piedra», ser una piedra en sí mismo, y «poseer sangre fría de reptil».

Así tenemos que el encadenamiento espiritual fue merced al símbolo del Origen, el cual motoriza la búsqueda del Yo perdido, quien busca sin saber que busca, y en ese movimiento continuo de su búsqueda, por su fuerza volitiva, arrastra al sujeto anímico, «empujándolo» hacia su entelequia.

Logro demiúrgico de gran alcance, considerando que previo al encadenamiento espiritual, la creación demiúrgica del homínido no daba los resultados esperados, con una evolución sumamente lenta.

Por lo tanto, luego de el Virya ser consciente por su pureza de sangre astral del símbolo del Origen, marco en que se halla el Yo, debe desde tal símbolo, (indicador en esta instancia del recuerdo del Origen) trascenderlo, orientándose al Origen.

Y con relación a la obra de Da Vinci, el hombre del Vitruvio, también incluye en su diseño tanto el cuadrado como el círculo, lo que oblicua y gnósticamente connota el tema del encadenamiento espiritual, relacionado en términos simbólico-analógicos con «la cuadratura del círculo», la cual por razones obvias no ha podido ser «comprobada» matemáticamente por la ciencia.

Y el tema en cuestión, es que bajo el modelo analógico del espíritu-esfera, se considera que este ha sido encadenado desde el Origen, enmarcado, o lo que es lo mismo «encuadrado» en la materia.

Esta profunda verdad metafísica ha sido encriptada en el hombre del Vitruvio, que mantiene la proporción áurea, indicándose al mismo tiempo el cinco, condensando así todas las referencias ocultas mencionadas.

De allí que se deba proceder mediante la resignación rúnica, donde el «5» arábigo será resignado con un signo similar, que no obstante posee la orientación Hiperbórea. En este caso, se trata de «V» o el cinco romano.

Es entonces que la forma geométrica curvada se torna angular, orientándose los vértices hacia el centro.

En el pentagrama se aprecia que cada una de sus cinco puntas forman hacia dentro justamente la forma de una V, que viene a ser también la representación numérica romana del cinco. Con lo que allí, en el pentagrama, está implícito y oculto, el secreto, revelando el medio del encadenamiento espiritual, y la orientación del retorno al Origen.

Podemos apreciar a este punto cuán importante ha sido para la sinarquía desde su ala esotérica y religiosa, tapasignar este símbolo de origen luciferino e Hiperbóreo, apoderándoselo y resignándolo demiúrgicamente.

Como clave adicional en el hombre del Vitruvio, encontramos también que sus pies se hallan en ángulo recto, con lo que el mensaje de orientación resulta claro para el Virya despierto.

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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Octava parte

Por Christian C.

El sendero iniciático y oscuro de las nueve puertas ha permanecido siempre oculto, además de olvidado y desvirtuado de muy diversas formas, manteniéndose muy a menudo cierta reminiscencia en la sangre, manifiesta en lo cultural a modo de un eco lejano, con alguna particularidad y resalte de nueve elementos o componentes, sea en el folclore, la religión, la cosmogonía, la astrología, etc.

Incluso en senderos de mano derecha demiúrgicos aparece también como tapasigno a veces este aspecto, y hasta en corrientes del satanismo, a modo de sombra y tapasigno del luciferismo.

Si nos remitimos al antiguo Egipto, las nueve divinidades de la Enneada de Heliópolis se vinculan a este misterio, siendo Atum, Shu y Tefnut, Geb y Nut, Set y Neftis, así como Isis y Osiris, quien se manifiesta también aparte en la forma de Horus.

Según consideraciones de la antigua cosmogonía árabe, como lo refiere el ocultista Anton Long a partir de su lectura y estudio de un viejo texto árabe, el Al-Kitab Al-Alfak, o «El libro de las esferas», se concebían nueve reinos o esferas, desde la más lejana y primera de todas, Falak Al-Aflak, luego el reino o esfera de las estrellas fijas, o Al-Kawakib Al-Thabita, seguida de los siete planetas clásicos, Zuhal (Saturno), Mushtari (Júpiter), Marikh (Marte), Shams (el sol), Zuhrah (Venus), Utarid (Mercurio), y Qamar (la luna), conformando así nueve planos o «esferas».
Esta cosmovisión se ha mantenido en algunas corrientes islámicas como los Ismaílies y algunas vertientes del sufismo.

Se conjetura la posibilidad que esta cosmografía se derivase de textos helénicos como el Poimandres del Corpus Hermeticum, o incluso textos más antiguos de la India que habrían influenciado también posteriormente al Corpus Hermeticum y la cosmogonía musulmana.

En efecto, de los Puranas y fuentes del hinduismo sabemos que se conciben nueve Grahas o regentes planetarios asociados a sus respectivos astros, que son: El sol (Surya); la luna (Chandra); Marte (Kuja o Angaraka); Mercurio (Budha); Júpiter (Guru o Brihaspathi); Venus (Sukra); Saturno (Shani); Rahu y Ketu (nodos de la luna).


Debido a la asociación de la influencia estelar y planetaria con el karma, donde estos regentes planetarios a modo de arcontes pueden ejercer determinadas influencias, buenas o malas, se ha considerado la necesidad de superar o trascender la influencia de los Nava Grahas, lo cual es una forma de concebir un pasaje o tránsito a través de nueve puertas.

De las variadas formas en que muchos hindúes recurren como «remedio» de los Nava Grahas, se destaca la utilización de nueve piedras o gemas (Navarathna) con propiedades místicas: Vajra (diamante); Vaidurya (ojo de gato); Gomedhika (hessonita); Pushyaraga (zafiro amarillo); Marakatha (esmeralda); Manikya (rubí); Nila (zafiro azul); Muthya (perla) y Pravala (coral).

Y aquí asoma interesantemente cierto atisbo de un vínculo entre la piedra (sabiduría lítica) y las nueve puertas, en función de neutralizar a nueve arcontes planetarios.
También desde la tradición popular se utilizan nueve clases de grano, Nava dhanya, asociados respectivamente en correspondencia con cada uno de los nueve astros mencionados: trigo (el sol), arroz (la luna), frijol rojo (Marte), frijol verde (Mercurio), frijol de Bengala (Júpiter), guisantes de ojo negro (Venus), sésamo negro (Saturno), frijol negro (Rahu) y frijol de caballo (Ketu).

Por la misma razón, entre los Shivaistas es conocida la Nava mukha rudraksha, o rudraksha de nueve rostros, asociada con las nueve formas de Durga.

No estamos aquí validando o negando estas tradiciones, sino remarcando y llamando la atención sobre un realce del nueve, que oculta y apunta a una sabiduría secreta más profunda.

Muchos hindúes, principalmente de orientación Vaishnava (seguidores de Vishnu) rinden culto a nueve formas de Narasimhadev (el avatar mitad hombre y mitad león de Vishnu), aspectos estos de Vishnu a los que recurren para neutralizar o mantenerse inmune de la influencia kármica del Nava Graha.

Nuevamente, aunque no se trata de la senda iniciática de las nueve puertas que hemos estado reseñando, se aprecia aquí una cierta remembranza en la sangre de este proceso, lo que ha dejado un eco cultural religioso, asociado en este caso a nueve formas del cuarto avatar de Vishnu.

Estos nueve aspectos de Narasimha reciben los siguientes nombres: Jvala Narasimha, Ahobila Narasimha, Malola Narasimha, Krodha Narasimha, Karanja Narasimha, Bhargava Narasimha, Yogananda Narasimha, Chatravata Narasimha y Pavana Narasimha.

De igual modo, las nueve formas de Durga en relación a los Shaktas, Shailaputhri; Brahmacharini; Chandraghanta; Kushmananda; Skandhamata; Kathyayani; Kalarathri; Maha Gouri; y Siddhidhatri, y la celebración de Navaratri asociada a estas nueve manifestaciones de Devi.

Esta celebración, «Las nueve grandes noches de la Diosa» o Navaratri, conmemora el combate y victoria de la Diosa Durga sobre el demonio Mahishasura, teniendo su culminación, como era de esperarse, en la novena noche, la más relevante, o Maha Navami, en que se realiza la Ayudha Puja.

También encontramos celebraciones de nueve días en honor del séptimo avatar de Vishnu, Sri Rama, el rey de Ayodhya, el Rama Navaratri, y de Ganesha, Dios de la sabiduría, Ganesha Navaratri.

Detrás de estas celebraciones a nivel popular, existe siempre un significado esotérico más oculto, que aquí no nos detendremos en detallar dada la extensión del tema, y siendo por otra parte el propósito tan sólo resaltar el vínculo místico con el nueve que aparece en diferentes partes, que es a su vez un tapasigno cultural de una verdad más profunda, relativa a las nueve puertas.

De modo análogo se registran nueve formas de devoción o bhakti, Navadha bhakti.
En Andhra Pradesh, sur de la India, se encuentra uno de los más renombrados lugares de peregrinaje de Shiva, Maha Nandi, donde hay nueve templos de Shiva principales, conocidos como Nava Nandi Kshetras, Prathama Nandi; Naga Nandi; Soma Nandi; Surya Nandi; Shiva Nandi; Visnu Nandi; Maha Nandi; Vinayaka Nandi y Garuda Nandi, Como no podía ser de otro modo, considerando el vínculo de la serpiente con la sabiduría, también hay nueve Nagas principales, los antiguos guardianes del conocimiento oculto.

Ellos son, Ananta, Vasuki; Sesha; Padmanabha; Kambala; Sankhapala; Dhartharashtra; Takshaka; y Kaliya.

Como se ha podido apreciar (y se podrían seguir dando otros numerosos ejemplos), en las principales tradiciones de culto hinduista, en relación a Durga, Ganesha, Shiva y Vishnu, así como en relación a los Nagas, se mantiene una constante mística respecto al nueve.

Desde ya que estamos refiriendo aquí aspectos más bien exotéricos, de culto a nivel popular, más tras estas tradiciones, para quien logre ir más allá del culto y lo arquetípico, se halla la sabiduría de las nueve puertas.

Por otra parte, en la cosmogonía puránica se concibe el sistema planetario medio o terrenal, Bhu Mandala, como dividido en siete gigantescas Dvipas o islas.
La correspondiente a este mundo, Jambudvipa, se considera dividida en nueve regiones o Varshas, con sus respectivas delimitaciones: Bharata Varsha; Ilavrita Varsha; Bhadraswa Varsha; Hari Varsha; Kethumala Varsha; Ramyaka Varsha; Hiranmaya Varsha; Uttara Kuru Varsha; y Kimpurusha Varsha.

Como ya se ha comentado previamente, uno de los significados de las nueve puertas alude simbólicamente a «nueve meses de gestación luciferina», dadas nueve instancias iniciáticas que se deben cumplimentar.

Más por otro lado, ya a un nivel popular o exotérico, en el hinduismo también se resaltan los nueve meses en el vientre materno (Nava masa), señalándose asimismo que desde el día de la concepción hasta el nacimiento transcurren 279 días, que sumados nos da eventualmente 18, también un número que se sintetiza en el nueve.
Se ha mencionado también la ciudad de las nueve puertas que refiere Krishna en el Bhagavad Gita, y mencionada en el Bhagavata Purana (Nava dvara), siendo los orificios del cuerpo por donde se dice la conciencia abandona el microcosmos en el momento de la muerte. Estos son, los ojos, los oídos, las fosas nasales, la boca, y los órganos excretores.

Por supuesto, no basta meramente con la retirada de la conciencia del cuerpo material, ya que el ser condicionado o Virya perdido se ve obligado en aceptar un nuevo cuerpo con cada disolución orgánica del microcosmos. El objetivo es por consiguiente liberarse de esa rueda de nacimientos y muertes, o samsara.

Se menciona también una décima puerta, ubicada en la coronilla (donde se halla el sahasrara chakra) el Brahma Randhra, pero no interesa en la senda aquí expuesta, dado que esa puerta es más bien utilizada por místicos que buscan la fusión impersonal con el Uno, lo cual es contrario a la Gnosis luciferina Hiperbórea.

Veremos no obstante luego, nueve puertas en el cuerpo humano desde un nivel más esotérico de ultrabiología o anatomía oculta, más directamente relacionadas con el proceso de las nueve puertas aquí expuesto.

Se catalogan asimismo nueve clases de emociones y pasiones expresadas por el sujeto anímico, nueve «rasas» o sabores (a falta de una traducción del sánscrito más exacta), conocidos como Nava rasa, que son: Sringara (belleza/amor); Hasya (alegría); Karuna (compasión); Rudra (ira); Vira (coraje/heroísmo); Bhayanaka (temeroso); Adbhuta (asombro); Bhibhatsa (repugnancia); Santa (tranquilidad).
Estos nueve estados anímicos deben resignarse y superarse con la voluntad del Yo, mediante el principio del cerco y la Actitud Graciosa Luciferina.

Se trata así también de un sendero de «nueve puertas» que el Virya debe atravesar. Más no significa esto, como propone el Vedanta monista o Advaitavada, un estado neutro y vacío, sino que predomina aquí la voluntad como expresión del espíritu en el Yo del Virya. Y es desde esa voluntad, conforme a la propia estrategia, como pueden manifestarse o no estas emociones y estados, completamente bajo el dominio y control del Virya.

Ése es el significado de un «hombre de piedra», cuyo corazón o centro emocional (regido por el Anahata chakra) ha sido resignado, y endurecido como «piedra», posicionado a tal efecto el Virya en la sangre fría del reptil.

Estas formas de expresión anímica, han sido representadas en danzas clásicas de la India, como Bharatanatyam y Odissi, mediante sugestivos mudras.

Tenemos ocho danzas clásicas en la India, y puede oblicuamente connotarse, dado el significado de resignación y trascendencia sugerido en la misma danza (a partir de significados más oblicuos de los mudras exhibidos), que haya una «novena» forma de danza oculta, que señala hacia el espíritu.

Interesantemente también se dice que antiguamente había 108 variedades de danza en la India, número que se sintetiza como ya se ha advertido, otra vez en el nueve.

Este número, 108, es sumamente destacado y relevante en la tradición hinduista, habiendo 108 Upanishads, o tratados de metafísica, 108 nombres principales que se mencionan de Shiva, Vishnu, Durga, Ganesh, etc., 108 cuentas de rudraksha o madera de Tulasi, que se usan para mantrear, 108 gopis o a-madas de Krishna como manifestaciones de su propia Shakti primordial, etc.

El flujo del Ganges (representativo del flujo de conocimiento y de la Shakti) comprende una longitud de 12 grados (79 a 91) y una latitud de 9 grados (22 a 31). Así tenemos 12 x 9, que da como resultado también 108.

Más toda esta vinculación del 108 (número que oculta el 9) con lo místico y sagrado en la India, es una referencia velada a modo de tapasigno al 9, indicativo de un secreto y misterio que este número posee en forma encriptada.

Y esto se hace extensivo a lo cultural, en costumbres, tradiciones, creencias y prácticas, que pueden tener poca o ninguna relación con las nueve puertas en el sentido iniciático (siendo numerosísimas las referencias culturales y no nos detendremos aquí en mencionarlas), pero son como se ha dicho, un poderoso tapasigno cultural que se ha consolidado muy poderosamente debido a cierta remembranza desde la Minne o memoria de sangre, estructurándose en forma cultural a causa de la desorientación y confusión generada por acción de la sinarquía.

No obstante también hay aspectos de este mundo fenoménico que se conciben en la tradición hinduista como vinculados al 108, y son aspectos en muchos casos demiúrgicos, que deben comprenderse, resignarse, y trascenderse.

Así, el mismo tiempo, expresión de la conciencia del Demiurgo, ha sido concebido en forma cíclica, expresándose en las cuatro Yugas o eras, Satya, Treta, Dvapara y Kali Yuga.

Ahora, notemos la duración de cada una de estas Yugas, según refieren los Puranas, y advirtamos la constante numérica que siempre remite al nueve:
Satya Yuga: abarca 172.800 años (1+7+2+8 = 18 = (1+8 = 9)
Treta Yuga: abarca 1.296.000 años (1+2+9+6 = 18 = (1+8 = 9)
Dvapara Yuga: abarca 864.000 años (8+4+6) = 18 = (1+8 = 9)
Kali Yuga: comprende 432.000 años (4+3+2) = 9

Es decir, para ir más allá del tiempo, liberándose de su influencia, uno debe transitar a través de nueve puertas místicas o instancias iniciáticas.

También se considera que hay 108 clases de emociones, 36 para el pasado, 36 para el presente y 36 para el futuro. Expresiones del sujeto anímico que por supuesto deben resignarse y mantener bajo dominio de la voluntad.

Y el centro anímico justamente, el Anahata chakra a la altura del corazón, está conformado por la convergencia de 108 conductos energéticos o Nadis.

De modo similar se considera que existen 108 Marmas o intersecciones energéticas en el cuerpo sutil, todos aspectos importantes de trabajar en la práctica del Kaula Marga, así como en ciertas formas de respiración regulada o pranayama.

Según enseñanzas tántricas, se mantienen a diario unas 21600 respiraciones diarias, de las cuales 10800 son lunares, y 10800 solares.

Si se multiplica 108 por 100 tenemos 10.800. Y multiplicando 2 x 10.800 nos da 21.600, que se sintetiza como se advierte en el nueve.

Aquí los textos del Yoga tántrico están connotando en una forma un tanto oblicua y velada, que la culminación de la práctica yógico-tántrica tiene relación de alguna forma con el nueve.

Por otra parte el Sri Yantra, vinculado a Lalita Tripurasundari, Devi destacada en la tradición Kaula, se hallan 54 intersecciones o Marmas de tres líneas, cada uno de estos Marmas con un aspecto de Shiva y Shakti combinados. De modo que 54 X 2 es igual a 108 nuevamente.

El 108 es un número que también tiene una alta significancia en la astrología védica, en que hay doce constelaciones y nueve astros, o Nava Graha, lo que multiplicando 12 x 9, nos lleva otra vez al 108.

Y cualquier astrólogo védico sabe que la casa nueve, o Navamsa chakra, resulta fundamental para una carta astral.

Considerando que la influencia astrológica obedece a cuestiones kármicas de la persona, el nueve aquí aparece como indicador de un condicionamiento kármico, que puede revertirse en sentido contrario, a través de la liberación del karma y todo condicionamiento material, mediante la senda de las nueve puertas.

Ahora bien, si vamos ya no a lo astrológico sino a lo astronómico, recordemos que el sistema real Kalachakra ideado por los Siddhas traidores, se dice que se halla entre la Tierra y el sol.

Pues bien, la distancia entre la Tierra y el sol (todo el alcance de la Kalachakra) es 108 veces el diámetro del sol!

Es decir, el medio del encadenamiento espiritual de que se valen los Siddhas traidores, utiliza este mismo secreto oculto en relación al nueve.

Y por otra parte, la distancia entre la Tierra y la luna, la cual no tiene anclaje en la Kalachakra, (y de allí el poder contenido en los kalas lunares) es 108 veces el diámetro de la luna.

Es decir, allí se puede atisbar la llave o medio de la liberación, que en forma encriptada en el 108 remite otra vez al nueve, entendiéndolo esotéricamente como la senda de la novena puerta.

Fuera del hinduismo, en otras tradiciones como el budismo y el jainismo, al 108 también se le atribuye todo un significado simbólico, en incluso en la antigua cosmogonía china, en que se consideraban 108 estrellas principales.

Todo lo cual indica el poderoso tapasigno cultural en diferentes culturas y latitudes, tan patente y notorio, ocultando el misterio de las nueve puertas.

El secreto de las nueve puertas ha sido captado algunas veces parcialmente, otras veces ocultado o distorsionado, y además «tapasignado», según el caso.

Algunos ocultistas se han orientado en cierto modo a este misterio, siendo por ej. que a partir de la magia Enochiana del Hiperbóreo John Dee, se ha conocido sobre Choronzon, el «Guardian del umbral», frente a quien se debe confrontar para cruzar el abismo.

Y es que la cifra adjudicada a Choronzon es 333, que remite como era ya de esperarse al 9.

Desde ya también en una imitación distorsionada del luciferismo, algunos satanistas también se han acercado algo al secreto del nueve, aunque a falta de la orientación gnóstica requerida no han podido cruzar la novena puerta.

El hecho que la edición de «Las nueve puertas» encomendada por Aleister Crowley para traducir a su discípulo Bruno Di Angelo en Italia, llegara según se cuenta, tiempo después al Vaticano, independientemente del hecho en si (auténtico o ficticio), es una clara indicación de como la Iglesia a través del tiempo se ha apoderado de antiguos textos, ocultando el conocimiento, a la vez que ha pretendido monopolizarlo secretamente.

De la misma manera que se habla de una edición del Necronomicon del Vaticano, y de un secreto ejemplar que se guarda «bajo llave y candado».

El hecho pude ser cierto o un invento, pero resulta un hecho indiscutible que la Iglesia no alberga el menor interés de que lo contenido en el Necronomicon sea liberado al mundo.

No resulta sorprendente a esta altura, que algunos antiguos grimorios e incunables, aparezcan a veces divididos en nueve secciones o pórticos, o que en la Gnosis del Necronomicon haya también nueve «salmos de Nyarlathotep».

Se atribuye a Michael Aquino haber escrito «El ritual de los nueve ángulos» que aparece en el libro del satanista Anton Lavey, «Satanic Rituals». Esa ceremonia guarda cierta relación con el misterio de las nueve puertas, más lamentablemente se aleja del luciferismo, con una orientación satanista.

Se utiliza una figura trapezoidal como instrumento de poder oculto para invocar a los Primigenios, Azathoth, Yog Sothoth, Nyarlathotep y Shub Niggurath, más culminando el rito con un «Hail Satan», que si nos remitimos a la doctrina laveyana, es un esquema satanista que no va más allá del descondicionamiento cultural judeocristiano, y la exaltación individual, y quizá la obtención de cierto poder personal, pero sin la obtención de la Gnosis.

Se figuran así nueve ángulos de una geometría diabólica, más sin mayor orientación gnóstica.

Otra corriente ocultista con una mayor aproximación al misterio de las nueve puertas, es la «Orden de los nueve ángulos», ya que de algún modo hay si aquí una orientación en relación a nueve ángulos o vectores.

Esta orden habría basado su concepción de los nueve ángulos en la cosmogonía árabe de nueve esferas mencionada anteriormente (siendo cada astro un ángulo), así como en la conformación de la estructura septenaria, tan prominente en el hermetismo, sumada a la dimensión del tiempo causal con el principio acausal, refiriéndose así nueve ángulos o vectores.

Interesantemente también le adjudican a la marca Srivatsa nueve ángulos. Y la marca Srivatsa (portada por Vishnu) está asociada con el heroísmo y el poder supernatural que excede este mundo.

Por supuesto la consideración de Nava Graha, con relación a nueve astros, también influenció su denominación, más con una orientación iniciática.

También la orden se basaría en una fórmula alquímica oculta de nueve emanaciones y combinaciones, encontrando incluso todo un simbolismo mágico, alquímico y oculto referente en el Star Games, o «Juego de estrellas».

Más si buscamos la orientación gnóstica luciferina de la Sabiduría Hiperbórea, entonces debemos decir que las nueve puertas tienen aquí relación con el secreto del ángulo recto, siendo en este contexto, el noveno ángulo.

En el propio cuerpo del Virya se puede apreciar el ángulo recto en la conformación anatómica de los hombros en relación al cuello, en el ángulo que se genera con la conformación de los codos, en las manos con relación al pulgar y el índice (con los que se efectúa justamente el Bala mudra o saludo secreto de la Casa de Tharsis, señalando de hecho el ángulo recto), y en los tobillos en relación a los pies.

Desde ya se podrían señalar otros puntos en el cuerpo biológico con similar angularidad, pero los aquí señalados tienen relación con la circulación del Prana a través de determinados Nadis o circuitos ocultos.

Más hasta aquí se han enumerado ocho ángulos en total, y es que el noveno se halla oculto, no visible externamente sino en el área del llamado cerebro posterior o reptil. Allí, en el paleoencéfalo, donde se halla el cerebro reptil, dispuesto por su ubicación anatómica en ángulo recto.

Ese potencial del cerebro reptil es el que debe despertarse y potenciarse. Ese es el noveno ángulo, el «ángulo recto», que permite pasar a través de la novena puerta.

Remitiéndonos nuevamente a la anatomía oculta en relación a los centros psicoenergéticos sutiles conocidos como Chakras, y considerando el esquema clásico de los siete chakras, tenemos que cada uno ha sido representado por medio de un loto en un Yantra, distinguiéndose cada Chakra en su loto por el numero de pétalos que posee, además de otras asociaciones y correspondencias.

Así, se representa el Chakra basal o Muladhara con 4 pétalos, el siguiente Chakra, Svadhistana con 6 pétalos, el Manipura Chakra con 10 pétalos, el Anahata con 12, el Svadhistana con 16, el Ajña del entrecejo con dos pétalos, y el Sahasrara en la coronilla con 1000 pétalos.

Muchas escuelas esotéricas trabajan con los Chakras y la Kundalini Shakti, más sin la orientación gnóstica necesaria.

Si uno suma los pétalos de los primeros cinco Chakras, obtiene como resultado 48, y el sexto chakra, el del entrecejo, se representa con «dos pétalos», lo que esotéricamente además indica que todo el caudal energético o Shakti de los anteriores chakras aquí se duplica, indicando el número 96, que sumado a 48 da como resultado 144, número cuyos dígitos suman nueve.

Es decir que mediante la práctica del Yoga tántrico Hiperbóreo de la senda Kaula, se pueden trabajar esotéricamente estos seis chakras enumerados, para finalmente acceder a la novena puerta, que se halla en el paleoencéfalo o cerebro reptil.

Tal es el «ascenso del lagarto» que sube a través del Virya, que mencionaba Nimrod de Rosario. Es en este noveno ángulo, o novena puerta secreta, donde se produce la transmutación completa, y de allí que al gnóstico luciferino Hiperbóreo no le interese arribar al Chakra coronario, mediante el cual se procura la fusión con Brahma. Ésa es la puerta que el Virya orientado debe evitar, Brahmarandhra o «la puerta de Brahma», siendo la décima puerta, en relación a las nueve aberturas del cuerpo (Nava Randhra) por donde puede escapar la conciencia, ya mencionadas previamente.
Y es mediante la novena puerta a nivel microcósmico (donde se produce la transmutación), como se puede acceder a la novena puerta a nivel macrocósmico, la «puerta de Venus», la puerta de los Siddhas, los hombres lagarto de Venus.

Debe distinguirse en la senda oculta iniciática, la búsqueda del conocimiento, que como tal tiene su referente en Lucifer, «portador de la luz», instancia escenificada en el mito del edén, con el fruto prohibido ofrecido por la Serpiente, el Dios Serpiente Ophis Lucifer, de por otro lado la mera búsqueda de poder y placeres del mundo, lo cual más que luciferismo resulta más acorde al satanismo.

Estos aspectos o logros del mundo, pueden no obstante también mantenerse en tanto no incidan en la falta de orientación en el eje místico luciferino, teniendo claro el objetivo, y no perdiéndose en metas mundanas.

Resulta así que el conocimiento se ha degradado en ocasiones, manteniéndose una superposición de satanismo sobre luciferismo, con la desorientación consecuente de muchos Viryas.

Empero existen varias formas y vertientes de satanismo, lo cual puede complicar más la orientación en el laberinto.

Partamos de la base que Lucifer revela el sendero oculto hacia el Origen y el mundo increado. Hay quienes distinguen entre Luciferismo, considerando a Lucifer como una clase de «ángel» o mediador, del luciferianismo, que considera a Lucifer como el mismo Incognoscible.

De algún modo Lucifer es una expresión del mismo Incognoscible, de su luz iluminadora gnósticamente, y por lo tanto adversaria del mundo demiúrgico. La calidad de su pureza es tal, que a diferencia de otros espíritus Hiperbóreos, nunca resulta confundido ni desorientado, ni encadenado como pretende la desinformación sinárquica del mito cristiano.

Más debe decirse que Lucifer es mucho más que un ángel, siendo más bien un Dios en si mismo, y por oposición al Demiurgo, un «Anti-Dios» en tal sentido.

A partir de aquí, debemos tomar en cuentas las diferencias ya no solamente entre satanismo y luciferismo, sino que también hay vertientes de satanismo teísta y gnóstico, con cierta aproximación al luciferismo, distinto del satanismo laveyano ateo, o del diabolismo.

Y así también hubo diversas aproximaciones a Lucifer, sea desde el luciferismo gnóstico, desde el cristianismo, desde el paganismo, o desde el satanismo.

En el paganismo por ej. existe la figura de Dianus Lucifer, o Lucifer como consorte de su hermana Diana, siendo un Dios romano precristiano, al que luego se le agregaron algunos elementos bíblicos o judeocristianos, dado que el mismo nombre, Lucifer, al haber sido incorporado como ya sabemos en el cristianismo en el rol adversario o enemigo, favoreció que se proyectaran o adjudicaran también elementos bíblicos sobre Dianus Lucifer.

En este contexto es en que surge o se ubica el personaje de Aristide Torchia, siendo al igual que Giordano Bruno, también en Italia, un seguidor practicante de la «vieja tradición» o Stregheria, siendo en tal sentido un Stregone.

La aparición en escena que Torchia describe de su «maestro», dada la apariencia y actuación humana, entregándole un libro, etc, pudiera en este contexto interpretarse como no haber sido una manifestación procedente de otro plano, sino más bien su propio maestro del clan de brujería al que pertenecía.

Siendo Torchia un brujo de un clan veneciano, un Stregone, debió tener por supuesto su maestro, brujo maestro que recibía el título de «Diavolo», como representante del «Dios cornudo», padre de la Stregheria, identificado en la antiguedad como Dianus Lucifer.

Se desprende también de esto, que en los casos de muchas brujas condenadas por la inquisición, las declaraciones hechas en cuanto a un «señor oscuro» al que obedecían, dada su apariencia y conducta «humana», bien pudo tratarse muchas veces de este maestro iniciador, o «Diavolo», tomado o interpretado literalmente en tal sentido por los inquisidores, aduciendo que se trataba del demonio.

Nuevamente, más allá del sentido atribuido en el sentido teológico y popular judeocristiano, «Diavolo» remite desde su misma etimología al significado de «El que divide o ataca», que en asociación con Lucifer, debemos considerarlo respecto a su antagonismo al Demiurgo, y no el diablo que comúnmente conocemos de la tradición cristiana.

En tal sentido Aristide Torchia dice en su invocación del libro de las nueve puertas: «Señor de los magos, Lucifer, sé tu mi Diavolo y por encima de mis tierras me empeñaré en tu servicio».

Es probable no obstante que en el culto de Stregheria que estamos considerando, no hubiera tal enfoque gnóstico que aquí estamos dando. No obstante, este antiguo culto tiene en sus orígenes un vínculo con la tradición de los misterios de Eleusis, que sabemos originalmente era una tradición gnóstica e Hiperbórea.

Hecha esta salvedad, donde es evidente la resignificación etimológica y conceptual que deben hacerse de tantos tapasignos para arribar al contexto original, continuemos adelante.

Deben así distinguirse claramente los aspectos tanto satánicos como por otra parte los elementos luciferinos que aparecen, sea en la obra de Pérez Reverte, «El club Dumas», como en diferentes versiones que circulan respecto al Delomelanicon y las nueve puertas.

Recapitulando, un Delomelanicon griego en Egipto, Alejandría, es traducido al latín, en dos versiones distintas, «De Tenebrarum Regis Novem Portis» y «De Umbrarum Regni Novem Portis», a modo de recensión, donde se efectuaron cambios, omisiones y agregados.

Estas dos versiones pasan a través del tiempo por el poder sinárquico de los templarios, luego a Roger Bacon, quien agrega las nueve ilustraciones a «De Tenebrarum Regis Novem Portis», y posteriormente el texto íntegro, ya adulterado a esta altura, llegó a Giordano Bruno, quien editó ambas versiones en un mismo libro, agregándole los frontispicios en cada versión, además de las respectivas introducciones intituladas «Las imágenes».

Es así como posteriormente llega el texto a Aristide Torchia. Se dice que contaba con el Delomelanicon original, más las ilustraciones de Roger Bacon, y el frontispicio (que sabemos por el ocultista y adepto Ripel, fue diseñado por Giordano Bruno) indican más bien que contaba con la versión «Tenebrarum Regis Novem Portis».

También debió contar con «De Umbrarum Regni Novem Portis», como lo sugiere la inclusión en su libro «Las nueve puertas», de rituales y prácticas de magia en relación a deidades lovecraftianas, es decir muy anteriores al cristianismo, lo que se correlaciona con la figura histórica de Giordano Bruno (en quien se basó el personaje de Torchia), que siendo un brujo por tradición familiar, mantenía en consecuencia un respeto y valoración de los Dioses romanos, es decir divinidades precristianas de su propia psicoregión.

Se aprecia así una correlación análoga entre Giordano Bruno y Aristide Torchia, que indica por un lado la posesión del conocimiento oculto por parte de Giordano Bruno, a la vez que la trama en la ficción sugiere que Aristide Torchia también debía contar con el texto «De Umbrarum Regni Novem Portis».

Recordemos que estamos simultáneamente tanto considerando la línea ficticia argumental de «El club Dumas», y el film de Polanski, desde diferentes ángulos y posibilidades, así como el trasfondo histórico real, con todo el despliegue en lo que concierne a las antiguas tradiciones, gnosticismo, paganismo, luciferismo, satanismo y cristianismo, según el conocimiento haya sido opacado y ocultado, o reflotado en determinados contextos.

Más allá del ocultamiento, persecución y desaparición de muchos ejemplares en el transcurso del tiempo de «Las nueve puertas», análogo al Necronomicon como ya se ha comentado, se dice que a comienzos de los años 30, Aleister Crowley hizo traducir una edición en latín al italiano, a su discípulo Bruno Di Angelo, guardando luego secretamente la traducción.

Lo que aquí se sugiere claramente es que Aleister Crowley fue uno de los depositarios y receptores de este antiguo conocimiento prohibido, independientemente y al margen de sus seguidores, aunque resulta ampliamente rescatable la figura de Kenneth Grant.

En 1999 Juan López de Rojas (y algunos dicen que se refiere en realidad al satanista entonces, Gabriel López de Rojas) lo traduce al español, siendo editado por José Cadaveria, más se trata de una edición acotada, con orientación en sus rituales y enfoque al satanismo laveyano. Con lo que es un ejemplo de como el conocimiento original es a veces trastocado y manipulado.

Aparece posteriormente una extraña versión en la web, «Las nueve puertas-Fragmentos», con alguna información adicional, que el libro traducido por López de Rojas no tiene, más manteniendo el enfoque claramente satanista.
En 2015 Frank Ripel publica su «Delomelanicon-El libro de las nueve puertas-«, del que se ha comentado previamente, comprendiendo los textos «De Tenebrarum Regis» y «De Umbrarum Regni».

Una versión ampliada de la de López de Rojas, y mejor desarrollada, es publicada por Gerardo Navarro Nemónico en 2021.

Y así tenemos, que del Delomelanicon original, su contenido ha sido muy manipulado a través del tiempo, pudiéndose no obstante, desde la facultad de Anamnesia y mediante la Minne, extraer la configuración gnóstico-luciferina, disponiendo a tal efecto de las claves del conocimiento que aporta la Sabiduría Hiperbórea.

Un punto interesante de acotar, es que el latín que se aprecia en las versiones actuales que circulan de «Las nueve puertas», no es el latín que correspondería a la época de Aristide Torchia, sino más bien un latín más tosco, bárbaro, lo que indica claramente las adulteraciones de que fue objeto el texto en el transcurso del tiempo.
Sabemos, como ya se ha mencionado previamente, la inclusión de cierto «pacto» que aparece en el libro de «Las nueve puertas». Y hemos comentado el sentido o propósito de su inclusión en tal libro previamente.

Más en lo concerniente a las fuentes, comparemos el supuesto pacto que menciona el texto de Aristide Torchia, con el de Urbain Grandier, personaje histórico condenado a muerte por la inquisición.

Este es el pacto mencionado en el libro que transcribe Aristide Torchia:

«Aceptarás el pacto de alianza que te ofrezco, entregándome a ti. Y me
prometerás el amor de las mujeres y la flor de las doncellas, el honor de
las monjas, las dignidades, los placeres y riquezas de los poderosos,
príncipes y eclesiásticos. Fornicaré cada tres días y la embriaguez me
será gustosa. Una vez cada año te ofreceré homenaje de confirmación de
este contrato firmado con mi sangre. Hollaré con los pies los sacramentos
de la iglesia y te dirigiré oraciones. No temeré la cuerda, ni el hierro, ni el
veneno. Pasaré entre apestados y leprosos sin mancillar mi carne. Pero
sobre todo poseeré el Conocimiento, por el que mis primeros padres
renunciaron al paraíso. En virtud de este pacto me borrarás del libro de la
vida para apuntarme en el libro negro de la muerte. Y desde ahora viviré
veinte años feliz en la tierra de los hombres. Y luego iré contigo, a tu
Reino, a maldecir a Dios.»

Y resulta evidente de dónde tomó la idea Pérez Reverte, si leemos el pacto efectuado por Urbain Grandier. Aún más si se toma en cuenta la enemistad del cardenal Richelieu con Grandier, ya que Richelieu es un personaje clave también en «El club Dumas» de Pérez Reverte, aunque no en relación a la historia de las nueve puertas, sino en su otra historia simultánea del vino de Anjou, en el mismo libro.

Y nótese la mención y confusión de Lucifer junto a Satanás y otros nombres, propio de grimorios y prácticas de un diabolismo renacentista:

«Nosotros, el influyente Lucifer, el joven Satanás, Belcebú, Leviatán, Elimi y Astaroth, junto con otros, hemos aceptado hoy el Pacto de Alianza de Urbain Grandier, que es nuestro. Y a él le prometemos el amor de las mujeres, la flor de las vírgenes, el respeto de los monarcas, los honores, las lujurias y los poderes.

Se irá de putas durante tres días; el carrusel será muy querido por él. Nos ofrece una vez en el año un sello de sangre, bajo los pies pisoteará las cosas santas de la iglesia y nos hará muchas preguntas; con este pacto vivirá veinte años feliz en la tierra de los hombres, y más tarde se unirá a nosotros para pecar contra Dios.
Atado en el infierno, en el consejo de los demonios.

Lucifer, Belcebú, Satán, Astaroth, Leviatán, Elimi. Los sellos colocan en lugar supremo al Diablo, el Amo, y a los demonios, príncipes del Señor.
Baalberith, escriba.»

Al margen de la explicación que previamente se ha dado sobre la mención de este pacto a modo de prueba y desorientación según sea el caso del Virya, bien pudo tratarse también de una interpolación posterior, efectuada por algún satanista que haya tenido en sus manos el libro de «Las nueve puertas».

Incluso, puede alguien sostener que en algún momento el libro llegó a manos de Urbain Grandier, quien volcó allí por escrito su propio pacto, o que Aristide Torchia tuvo acceso a los archivos de Loudun, y encontrando el registro inquisitorial del pacto de Grandier, decidiese por alguna razón incluirlo en su libro.

Considerando estas diversas posibilidades ficticias, según uno u otro caso, lo concreto aquí es como a veces se mezclan y solapan confundiéndose, escritos de contenido luciferino y satanista.

También puede tomarse como ejemplo de alguien que siguiendo la senda luciferina, luego se desvíe hacia el satanismo.

Esto es característico asimismo en muchos tratados y grimorios, donde antiguos nombres iniciáticos, y de divinidades paganas precristianas, son reemplazados luego por nombres de demonios y potestades infernales bajo el paradigma judeocristiano.

En «El Club Dumas» se advierte cierta concepción respecto a Lucifer un tanto limitada y acotada, en relación a la comprensión Hiperbórea.

Si bien en esta novela se presenta a Lucifer bajo el aspecto de una mujer, el análisis aquí resulta válido desde la consideración gnóstica.

Por otro lado recordemos que si hablamos de una expresión femenina de Lucifer, esto remite a Lilith, con lo que se podría hacer un doble análisis, más como el referente en la novela es Lucifer, sobre Lucifer se realizarán los comentarios.

Consideremos algunas escenas de la novela, como la siguiente secuencia:

«Corso buscó en los bolsillos del gabán hasta tocar su arrugado
paquete de cigarrillos. Sólo quedaba uno dentro; lo sacó para mirarlo
indeciso, sin terminar de llevárselo a la boca, hasta que lo devolvió a
su sitio. Quizá necesitara fumar más tarde. Seguro que sí.
-Tú lo sabías todo desde el principio -dijo-. Eran dos historias
sin relación ninguna; por eso nunca te importó la variante Dumas… Milady,
Rochefort, Richelieu, no eran sino comparsas para ti. Ahora entiendo
tu desconcertante pasividad; debías de aburrirte horrores.
Pasabas las páginas de tus Mosqueteros, dejándome jugar sobre casillas
incorrectas…
Ella miraba a través del parabrisas la ciudad velada de bruma
azul. Inició el gesto de alzar una mano para afirmar un argumento,
pero optó por dejarla caer, como si lo que estaba a punto de decir
fuera inútil.
-Apenas podía hacer otra cosa que acompañarte -respondió al
cabo-. Cada uno debe recorrer ciertos caminos solo. ¿Nunca oíste
hablar del libre albedrío?.. -su sonrisa era triste-. Algunos pagamos
por él un precio muy alto.»

Aquí se reproduce el mito cristiano de la caída de Lucifer, donde si bien se valoriza en cierto modo el «libre albedrío», se considera esta actitud como responsable de cierta «caída» hallándose en falta frente a Dios.

Y dado que en términos teológicos el libre albedrío está planteado como una disyuntiva entre mantenerse sumiso y leal frente al Demiurgo o rechazarlo, y en el caso de su desobediencia o rechazo (ejemplificado por el mito bíblico del edén, y también de la «caída de Lucifer») esto trae aparejado la miseria y el mal del mundo, esta doctrina lleva a la aceptación de la sumisión y servidumbre respecto al Demiurgo, inculcando el temor y la culpa como grilletes para mantener sujeto al Virya. Y en el caso del Virya rebelde, demonizarlo como un adherente del mal.

En el film también se insinúa sutilmente este mito, cuando luego que aparece la mujer en motocicleta para ayudar a Corso frente al sorpresivo ataque de Bruno, al ella alejarse deja tras de si una pluma color blanco. Símbolo emblemático de «las plumas» que el ángel caído ha perdido.

Mediante este mito también se busca «tapasignar» el Mythos original de Lucifer, y habiendo revertido ciertos conceptos (Como el creador en vez del Incognoscible, Jehová (Satanás) en vez de Kristo Lucifer, o el alma en vez del espíritu), lo que se busca aquí es ocultar que la verdadera traición al espíritu es obra del Demiurgo y los Siddhas traidores, y la gesta de Lucifer como liberador, es «castigada» adjudicándole el rol de rebelde y desobediente frente a Dios.

Si bien según la mitología clásica, se ha mantenido la asociación etimológica de Lucifer con Venus, el rol de Venus por otra parte ha quedado atenuado, considerándose a Venus/Afrodita como Diosa del amor, ocultando/tapasignando así tanto el carácter guerrero de Lucifer (de hecho culturalmente se asocia y contrapone el amor de Venus con la guerra de Marte) como el A-mort.


No obstante esto, se reconoce el vínculo venusino-luciferino en cierta medida. Lo que se omite y oculta deliberadamente, es el rol iniciático luciferino de Venus (tema que merece un estudio aparte), y que Lucifer se halla detrás de Venus, irradiando como sol negro!

Y continúa la «humanización» de Lucifer, en la novela de Pérez Reverte como aquí se aprecia:

-«Pues no siempre estabas al margen. Aquella noche, en los muelles
del Sena… ¿Por qué me ayudaste contra Rochefort?
La vio tocar la bolsa de lona con un pie desnudo.
-Pretendía robar el manuscrito Dumas; pero también estaban
dentro Las Nueve Puertas. Quise evitar interferencias estúpidas -se
encogió de hombros-… Además, no me gustó que te pegara.
-¿Y en Sintra? Me avisaste de lo de Fargas.
-Claro. Estaba el libro de por medio.
-Y la clave de la cita de Meung…
-No sabía nada de eso; me limité a deducirlo de la novela.
Corso hizo una mueca desagradable.
-Os creía omniscientes.
-Pues te equivocas -ahora lo miraba irritada-. Tampoco sé por
qué te diriges a mí en plural. Hace mucho que estoy sola.
Siglos, tuvo la certeza Corso. Siglos de soledad; no era posible
engañarse sobre eso. La había abrazado desnuda, perdiéndose en la
claridad de sus ojos. Estuvo dentro de aquel cuerpo, saboreó su piel,
sintió en los labios la pulsación suave de su cuello; oyéndola gemir
quedamente, niña asustada o ángel caído y solitario en busca de calor.
Y la había visto dormir con los puños apretados, angustiada por pesadillas
de arcángeles rubios y relucientes en sus armaduras, implacables,
dogmáticos como el mismo Dios que les hacía marcar el paso de
la oca.»

Esta consideración de Lucifer como no siendo omnisciente, rechaza de plano su status como Dios. Ciertamente, para el cristianismo se trata de un ángel rebelde y no más que eso, concebido también como un ser creado por el Demiurgo.

Y aún más, incluso el mito cristiano habla de una rebelión de una tercera parte de los ángeles, «liderados por Lucero». Más aquí se menciona una condena solitaria y aislada, donde Lucifer se halla soportando una condena triste y silenciosa, en el ostracismo.

Se oculta así también que Lucifer no batalló solo en época de la Atlántida, que otros Siddhas le han asistido y asisten en su misión (obviamente considerados como «demonios» por la tradición demiúrgica), y esencialmente que la joya o esmeralda de su corona, el Graal, continua irradiando su luminosidad, el rayo verde, para orientar y liberar hasta el último de los Viryas perdidos en este mundo.

No obstante, se acierta también en considerar como «dogmáticos» a los acólitos del Demiurgo, «ángeles» (Siddhas traidores aquí y arcontes demiúrgicos).

La referencia muy acertada que da Corso, de la misteriosa mujer como asistiendo pasiva y «aburridamente» a una trama (la concerniente al libro «El vino de Anjou» en la novela), en tanto su verdadero interés estaba en el libro de las nueve puertas y la guía y orientación de Corso en tal sentido, refleja y connota oblicuamente la doble naturaleza del Virya, es decir, por un lado la esencia animalesca/instintiva y anímica, propia del Pasú, y por otro lado el legado espiritual del símbolo del Origen, desde la cual debe orientarse.

Y respecto a aquel ancestral combate perdido en la noche de los tiempos, de los dos bandos, con Lucifer a la cabeza de los Siddhas leales, se ha referido lo siguiente, evidentemente bajo la mascarada y confusión cultural/mítica:
«¿Cuándo ocurrió?
-Hace más tiempo del que puedes concebir. Y fue muy duro. Peleé
cien días y cien noches sin cuartel ni esperanza… -una sonrisa suave,
apenas perceptible, apuntó en un extremo de su boca-.
Ése es mi único orgullo, Corso: haber luchado hasta el final. Retrocedí
sin volver la espalda, entre otros que también caían de lo alto,
ronca de gritar mi coraje, el miedo y la fatiga… Por fin me vi, después
de la batalla, caminando por un páramo desolado; tan sola como fría
es la eternidad… Todavía, a veces, encuentro una señal del combate, o
un antiguo compañero que cruza por mi lado sin atreverse a levantar
los ojos.»

Aquí si bien se ensalza el valor heroico de la lucha y el combate por una causa justa, al mismo tiempo se indica que «los antiguos compañeros» (léase Siddhas Kamaradas del combate luciferino en la Atlántida), mantienen cierta «vergüenza o temor», pasando a su lado «sin atreverse a levantar los ojos.». Por lo que hay cierta ambigüedad en lo relatado.

Resulta evidente, según se desprende de una atenta lectura de «El Club Dumas» bajo la comprensión Hiperbórea gnóstica luciferina, que hay algunos elementos indudablemente gnósticos, captados desde la Minne.

En tanto otros, reflejan más bien una comprensión demiúrgica basada en los mitos y arquetipos estructurados a nivel micro y macrocósmico. Lo cual no impide que en ocasiones, a partir de la Minne, y dependiendo de la pureza de sangre astral, salgan a flote elementos Hiperbóreos.

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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Séptima parte

Por Christian C.

A continuación comentaremos los dos textos que Frank Ripel refiere fueron traducidos del Delomelanicon en griego al latín, puntualizando de modo general y preciso cada parte, identificando aquellos elementos demiúrgicos (que los hay en demasía), resignificándolos desde la Gnosis Hiperbórea.

Ripel hizo su presentación de estos dos textos en italiano, en su «Delomelanicon-El libro de las nueve puertas-«.

Cuando se explora un registro X, el iniciado Hiperbóreo desde su facultad de anamnesia debe explorar, no en Presente Extensivo en forma horizontal, sino en IHPC (Iniciado Hiperbóreo en Presente Comprensivo).

Debe desde ya aplicarse el principio del cerco, y abordar la lectura del texto citado con tales consideraciones, yendo más allá de los tapasignos como agregados o modificaciones efectuadas (para lo que se requiere la comprensión y discernimiento gnóstico y recurrir a la Minne), ya que por ej. en cierta mención de «amor», uno debe claramente comprender que se trata de una concepción demiúrgica. Más según el contexto dado, podría también tener que reemplazarse amor por A-mort.

De igual modo cuando a veces se menciona «la luz», debe advertirse allí una orientación demiúrgica, en tanto que en otro caso puede entenderse como la luz de Lucifer (Lux-fer).
Por otra parte se mencionan e incluyen los Primigenios que refiere Lovecraft y su círculo literario, asumiendo así el texto un carácter gnóstico más relevante para nuestro análisis de las nueve puertas.

La cuestión es que aparecen a veces mezclados componentes tanto demiúrgicos como luciferinos, pese a ser una obra en sí esencialmente iniciática. Es sobre esta base y con tales consideraciones que el Virya debe orientarse en el laberinto.

En algunos casos las diferencias señaladas son bien patentes, y Frank Ripel distingue de hecho entre las dos versiones, considerando a una como adulterada con elementos de la kabalah (De Tenebrarum Regis), y la otra versión más fiel al original del Delomelanicon.
Más en otros casos algunas instancias requieren un análisis más profundo, tomando en cuenta como ya se ha mencionado las intromisiones en el texto, y aplicando en consecuencia el principio del cerco, y cuando así se requiere, efectuar la resignificación necesaria.

Frank Ripel menciona específicamente «un texto dentro del texto», con referencia a «De Tenebrarum Regis Novem Portis», dando mayor crédito de originalidad a «De Umbrarum Regni Novem Portis», la otra versión latina adaptada del Delomelanicon, con la cual empero también deberemos aplicar el mismo rigor de análisis, para evidenciar como hemos llegado a una conclusión diferente de la mantenida por Ripel.

En sus prefacios al texto del Delomelanicon traducido al latín, ambas versiones, «De Tenebrarum Regis Novem Portis», y «De Umbrarum Regni Novem Portis», difieren considerablemente en sus respectivos enfoques, uno más bien de orientación demiúrgica, y otro con orientación gnóstica luciferina.

Inicialmente las dos introducciones comienzan en forma idéntica:
«Este es el Árbol de la Vida, el Rayo y la Serpiente.»
Pero notamos luego cierta diferencia fundamental. Ya que «De Tenebrarum Regis» dice «Trece los Frutos del Árbol; Uno el Relámpago, Doce los Rayos del relámpago; Una la Serpiente, tres veces y media enrollada en el Árbol», teniendo además representada en el frontispicio la serpiente extendiendo su cabeza hacia arriba del árbol, es decir proponiendo el sendero ascendente, aunque también resulta notorio que el árbol se halla invertido, y la serpiente está orientada hacia las raíces arriba.

En cambio «De Umbrarum Regni» por otro lado dice «Trece los Frutos del Árbol; Uno el Relámpago, Doce los Rayos del Relámpago; Una la Serpiente, tres veces enrollada alrededor del Árbol con la cola en la boca», siendo representada aquí en el frontispicio la serpiente con la cabeza apuntando hacia abajo, es decir proponiendo un sendero descendente.

Ya se ha mencionado la autoría de los frontispicios y prefacios en ambas versiones, de Giordano Bruno. Por lo que estas diferencias pueden asumirse, o bien fueron hechas deliberadamente por alguna razón, o también debió haber allí algún retoque posterior.

En «De Tenebrarum Regis Novem Portis», la invitación es en sentido ascendente. Esto es considerando el principio de la kabalah que el hombre fue creado «a imagen y semejanza» del Adam Kadmon, u hombre perfecto, imagen refleja del creador o Demiurgo.
El árbol es representativo en este contexto tanto del macrocosmos como del microcosmos, los cuales mantienen correspondencias analógicas, como magistralmente ha expuesto Nimrod de Rosario en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea».

Y por tal motivo el árbol aquí se presenta invertido, como una manifestación reflejada del Demiurgo, siendo así su imagen en sentido inverso. Por eso se dice «desciende de la raíz» (que está aquí arriba), hacia la copa ubicada abajo. Y no obstante la implicancia aquí (no euclidiana) es que descendiendo se está aquí «ascendiendo» en un sentido luminoso del árbol de la vida.

Más como ya se ha referido antes, tenemos aquí «un texto dentro de un texto», debido a ciertos retoques, por lo que ese «sendero ascendente» contrasta con el contenido del texto, que se aprecia de una índole más bien descendente oscura (considerando el entorno y entidades oscuras con que uno se encuentra en el trayecto), asomando así rastros que la intención original del texto se planteó originalmente en forma diferente a lo que se propone en el prefacio.

Similarmente hay también un contraste en «De Umbrarum Regni Novem Portis» con respecto al frontispicio, en que la serpiente señala hacia abajo donde uno debe orientarse, y por otra parte en el prefacio se dice «Ascendiendo, desde la Raíz, alcanzarás la Luz Suprema, por encima de las Ramas, por encima de la Copa, hacia el Relámpago y sus Chispas, más allá del Relámpago y de la Nube que lo genera.»

Estos contrastes o puntos discordantes se explican justamente por la manipulación y retoques de que han sido objeto los respectivos textos en el transcurso del tiempo.
Analicemos en consecuencia el texto en la forma disponible actual como se nos presenta.

El prefacio del texto «De Tenebrarum Regis Novem Portis» refiere así:
«Este es el Árbol de la Vida, el Rayo y la Serpiente.
Trece son los Frutos del Árbol; Uno el Relámpago, Doce los Rayos de su Relámpago; Una la Serpiente, tres veces enrollada en el Árbol.
Cada Hombre es una Semilla para un Nuevo Árbol.
Este es el Sendero Oscuro de la Luz, que todo Hombre debe seguir para su completa Realización.
Un Árbol estéril de mentiras ha consumido al Hombre durante demasiado tiempo.
Este es el Árbol Nuevo, pero el más antiguo.
Oh Hombre, desciende de la Raíz; será un gran paso.
Trece son los Frutos. Cada Fruto es un Mundo, cada Mundo es un Palacio, cada Palacio es una Puerta y un Guardián para cada Puerta.
Pero en verdad, el Palacio es Uno, y las Puertas son Nueve, Trece son los Mundos, y Trece son los Guardianes.
Cada Hombre es un peldaño en la Escalera de los Dioses;
al aprender a ser cada uno de los peldaños, uno finalmente se convertirá en un Dios.
Cada Hombre es un Palacio cerrado; él mismo es la Llave para abrirlo.
Para afirmarse, debe visitar los Trece Mundos,
y encontrarse con sus Guardianes y descifrar su secreto: no
antes de esto podrá abrir las Nueve Puertas, una por una.
Así, Nueve es Uno, y el Palacio se abrirá de par en par,
revelando todo su esplendor.»

Adviértase que cada Virya es «una semilla para un nuevo árbol», manteniéndose la propia individualidad, y no una fusión impersonal con el Demiurgo.

Luego se habla del «sendero oscuro de la luz», lo que remite a la luz del conocimiento prohibido de Lucifer.

Se distingue entre un árbol falso y un árbol verdadero, y que finalmente uno «se convertirá en un Dios», lo que en este caso concuerda con la propuesta gnóstica luciferina, aunque debiéramos especificar que tal condición ya es innata y eterna en el espíritu Hiperbóreo, debiendo recordarlo desde la sangre, y orientándose el Yo del Virya a su propia divinidad en el Origen.

También se menciona que la llave se halla en uno mismo, y que en el sendero uno debe atravesar trece mundos (que como veremos esto tiene relación con los trece globos o esferas en que se manifiesta Yog Sothoth), para con las claves necesarias, a modo de «llaves», cruzar las nueve puertas.

La unificación de las nueve puertas en este recorrido se explicita diciendo «Nueve es Uno, y el Palacio se abrirá de par en par, revelando todo su esplendor.»

Consideremos el viaje iniciático, según se refiere en «De Tenebrarum Regis Novem Portis», comenzando por la misma raíz del árbol, ramificada luego en tres.

Desde la primera raíz central, según veremos a continuación, se manifiesta la primera puerta, con su guardián Groth.

Algunas resignificaciones y aclaraciones serán necesarias luego del texto citado a continuación:

«Descenderás por el árbol desde la Raíz.
La Raíz es Una, aunque sus bifurcaciones sean Tres.
La Raíz central es la Primera Puerta y el primer paso, y Mundo y Guardián son uno.
Groth es su nombre. Él es Uno.
Groth es el Mensajero, pues fue colocado fuera del Abismo, en el lado que limita con el Reino de los hombres, para mostrar el Camino. Él es Aquel que Camina en la Oscuridad, ya que se mueve en el Reino de los hombres, que es la Oscuridad.
Él es el Guardián del Castillo del Rey, por eso te digo: «Nadie llega allí a menos que haya luchado según la Ley». Si lo haces, su gran Ojo rojo se desplegará para ti. Esta es la primera Llave.
Entonces, danzando en tu cabeza, surgirá la Música de las Esferas, la única condición que te permitirá continuar.
Despierta a todos los dioses y destruye a los necios e imprudentes.
Ten cuidado, por eso te digo: «El silencio es oro».
Sé consciente de esto y serás salvo. Esta es la segunda Llave.
Entonces Groth romperá el Vínculo de la Carne y serás libre para continuar.
La Primera Puerta está abierta: Que el Amor y la Fuerza lleguen a tu Espíritu.
Dos Raíces se ramifican desde la central, sede de la Voluntad: una va a la derecha, la otra a la izquierda. Mirando el Árbol que tienes delante, lo que está a la derecha está en realidad a la izquierda cuando recorres el Sendero.
Comprende la Verdad. Así, lo que está Arriba es lo que está Abajo. Aquí queda trazado el Sendero.
¡Cuidado! El Segundo Mundo está a la izquierda, pero no es la Segunda Puerta. Sin embargo, ahí está el Segundo Guardián.
Su nombre es Vordavoss. Él es el Señor del Amor.
Vordavoss, el Señor de Yarnak, se sienta a la izquierda del Abismo. Se le llama el Llameante, porque en su rostro arde el Fuego del Amor, frágil e indestructible, bajo el dominio de la Voluntad.
Te hablará del Amor con palabras misteriosas y maravillosas, pero no lo entenderás. Muéstrale la doble Llave de la Primera Puerta.

Muestra la doble Llave al turbador de las Arenas que estremece los Mundos con su mensaje infinito, y fija tu mirada en sus ojos, claros e inconfundibles, negros como desiertos vacíos entre las estrellas, fríos en su sabiduría sobrenatural. Piérdete en ellos, sé Vordavoss en su fina voz, tintineante y cristalina.

Esta es la única manera de dejar atrás tus restos mortales antes de dar el gran salto del Abismo en el que naciste, porque en verdad el Reino es el Abismo, no el Árbol. Si piensas así, serás aniquilado junto con tus restos crudos.

El amor es el cincel que la Gran Madre usa para convertir a sus hijos en Diamantes Negros iluminados por su Luz.

Ahora eres un Hijo de la Madre, aún no renacido, pero lo suficientemente puro como para cruzar la Primera Puerta.

Pero hay tres pasos antes del Abismo, no sólo uno.

El Tercer Mundo está a la derecha, pero no es la Segunda Puerta. Sin embargo, está el Tercer Guardián. Su nombre es Nathanass. Él es el Maestro de la Fuerza.

Nathanass, el Señor de Yhu-Gho, se sienta a la derecha del Abismo. Su Mundo, brillante, puede verse en la Noche entre las muchas Estrellas. Él también está en el Reino, el Cazador, para aliviar el dolor causado por las Pesadillas que siempre nos acechan en nuestra Oscuridad.

El Cazador te mostrará el camino seguro que conduce al Abismo, si puedes mostrarle la doble Llave de la Primera Puerta.

Vaga entre las estrellas en un gran Carro tirado por la Fuerza. Una miríada de criaturas de belleza oculta y terrible rodean el Carro, y todas lo sirven.

Hay una gran belleza en la Fuerza; pero debes dominarla, no dejarte dominar por ella, o te volverás oscuro y demacrado, silencioso y sin rostro como sus sirvientes. Esta es la enseñanza arcana y la advertencia de Nathanass. Conquistada está la Fuerza.

Bienaventurado quien conoce la Fuerza, pues es el secreto supremo del Árbol.

Sigue al camino del Poder, donde la Voluntad, el Amor y la Fuerza se unen para formar al Caballero, y avanza hacia la Segunda Puerta.»

Cuando al inicio se dice el «reino de los hombres que es la oscuridad», se está indicando aquí la oscuridad arquetípica, y no debe confundirse con «la negrura infinita de Si mismo» de la oscuridad primigenia, la cual tiene su propia luz oscura, como radiación luciferina.

No se trata luego, de «amor y fuerza» que deben llegar al espíritu para seguir adelante, siendo en cambio A-mort y fuerza, lo cual se capta su vínculo desde la propia Minne o memoria de sangre.

Posteriormente uno debe enfrentarse, según se menciona aquí, a Vordavoss, «Señor del amor», lo cual significa que el principio del amor debe ser cercado y resignado, para no ser fagocitado y envuelto por esa fuerza demiúrgica.

No obstante la clave no está como se dice aquí en una identificación con Vordavoss, o «Sé Vordavoss», ya que bajo esa identificación el Virya estaría perdido. Se debe en cambio, con la voluntad inquebrantable del espíritu, aplicar el principio del cerco, y desplegar siempre la AGL, o Actitud Graciosa Luciférica, lo que permitirá no ser detenido por Vordavoss, Señor del amor.

Esas son las reglas del combate, y allí es necesaria la precaución de alerta del Virya orientado, siendo el principio del cerco y la AGL «la doble llave» que permitirá atravesar la primera puerta.

También resulta una completa desorientación la siguiente declaración: «El amor es el cincel que la Gran Madre usa para convertir a sus hijos en Diamantes Negros iluminados por su Luz.»

Es preciso, muy diferentemente de lo que aquí se dice, afrontar la muerte mística iniciática del Nigredo alquímico, y recibir la radiación luciferina, luz sí esta que transmutará al iniciado en «diamante negro».

Luego de Vordavoss y el amor, deberá el iniciado también enfrentarse a una fuerza descomunal, representada aquí por Nathanass, y al igual que con Vordavoss, la clave sigue siendo la doble llave ya indicada.

Tres mundos se han atravesado hasta ahora, o «tres pasos iniciáticos estratégicos», según lo referido en el texto, encaminado y orientado para poder cruzar el abismo, y así la segunda puerta.

El extracto del texto citado concluye diciendo «Sigue el camino del Poder, donde la Voluntad, el Amor y la Fuerza se unen para formar al Caballero, y avanza hacia la Segunda Puerta».

Es mediante la voluntad del espíritu, expresada en el Yo del Virya, como puede canalizarse el A-mort de Ella, la Diosa, en la forma de poder del espíritu, el Vril, que en el contexto mutante del Virya, alcanza al Yo a través de la esfera de voluntad egoica, Ehre, procedente del Selbst.

Y aquí luego del caballero del primer grabado, tenemos por la sabiduría obtenida tras las pruebas superadas, al ermitaño sabio del segundo grabado, que es el mismo caballero guerrero del primer grabado, ahora siendo un guerrero sabio.

Se aprecia en «De Tenebrarum Regis Novem Portis» un aspecto iniciático esencial, que es el viaje a través de la Serpiente, que como se aprecia en el frontispicio, se halla enroscada en tres vueltas y media alrededor del árbol.

Más allá de la figuración aquí de la serpiente enroscada alrededor del árbol, lo que connota el mito del edén y el Dios-Serpiente Ophis Lucifer, debe comprenderse que el viaje a través de la serpiente aquí propuesto, es referente a una manifestación ofídica en este mundo, a modo de réplica de la Serpiente primordial del Origen, debiéndose confrontar tanto fuerzas demiúrgicas arcónticas, como puesto a prueba por los Primigenios, todo un tránsito e instancia necesaria de atravesar, en el sendero de retorno al Origen, «comprendiendo a la serpiente con el signo del Origen». Tema este del que luego comentaremos más específicamente.

Este viaje en el interior de la Serpiente comienza con la segunda puerta, que es la misma garganta de la Serpiente, siendo en tal sentido el «abismo» hacia el que el adepto se asoma, hallándose rodeado de una niebla densa, y cuya entrada se halla custodiada por Yog Sothoth, en su manifestación conformada por trece esferas.

Recordemos lo que dice Lovecraft respecto a Yog Sothoth:

«Yog-Sothoth conoce la Puerta. Yog-Sothoth es la Puerta. Yog-Sothoth es la Llave y el Guardián de la Puerta. Pasado, presente, futuro, Todos son Uno en Yog-Sothoth. Él sabe dónde los Antiguos se abrieron paso, y desde donde regresarán. Él sabe dónde han pisado los campos de la tierra, y dónde todavía los pisan, y por qué nadie puede contemplarlos al andar.»

Y el texto «De Tenebrarum Regis Novem Portis» dice: «¡Cuidado! Yog-Soth es muy poderoso; su número es tres veces el número de los Mundos, las Puertas y los Guardianes juntos. ¡Pero él no es el Árbol!»

Lo cual significa, además de distinguirlo del mundo demiúrgico, que abarca y supera la manifestación del mundo, representado por el árbol. Es decir, se halla manifestado en el mundo, más su poder excede al del mundo demiúrgico en todo su alcance y extensión.

Y en esta puerta, para pasar a través de la garganta-abismo de la Serpiente, las dos claves de acceso son el guardián (Yog Sothoth) y el conocimiento.

De este modo la «llave de plata» puede «abrir lo cerrado».

Tomando en cuenta que Yog Sothoth es el guardián de la segunda puerta, y que además Lovecraft lo menciona como «la llave y la puerta», tenemos entonces que la llave de plata, o lo que es lo mismo, el acceso a través de la puerta oculta, es conferido por Yog Sothoth, su guardián.

El texto refiere en cuestión:

«Este es un Gran Secreto; entiéndelo y podrás avanzar en el Sendero o formar parte de la Puerta para siempre.
¡Así que! Con la primera Llave, se abrirá la Segunda Puerta, y la primera Llave estará en tus manos como una Espada de Fuego, y con ella henderás la Niebla Sin Nombre, el Velo del Abismo. Y al atravesar la Segunda Puerta, se consumará el Primer Renacimiento.
Comprende el secreto del Primer Velo, cuyo número es el Trece.
Ante ti se extiende ahora el tronco del Árbol, y la Serpiente se enrolla en él tres veces.»

Consideremos aquí que la aproximación a la Serpiente implica el conocimiento que debe portarse, para así poder avanzar a través de todo lo arquetípico sin ser fagocitado, representado por las trece esferas de Yog Sothoth, lo cual se corresponde a este punto con el alcance y poder de las trece runas arquetípicas.

Luego, «la espada de fuego», connota esotéricamente aquí el designio Serpiente, encarnado en la Kundalini Shakti, completamente dominado y resignado. Solamente así podrá irse a través del velo envolvente y circundante de la niebla, atravesando la segunda puerta, y al igual que una serpiente muda de piel renovándose, lograr un «segundo nacimiento».

Resulta oportuno, antes de proseguir con el texto, detenernos para comentar sobre la «llave de plata» en el contexto lovecraftiano.

En efecto, en su famoso cuento «A través de las puertas de la llave de plata», H.P. Lovecraft comenta sobre esta misteriosa llave, como teniendo el poder para atravesar diferentes puertas dimensionales a través del tiempo y espacio, llegando a un sitio culminante que pocos han alcanzado, y desde el que ya no se regresa. Es decir lo que aquí hemos venido abordando como «la novena puerta».

Menciona específicamente la ciudad de Irem, conocida como la ciudad de los mil pilares (mencionada en leyendas de la tradición árabe, y conocida por la presencia de genios o Djinn), con un monumental pórtico, que lleva tallada una mano sobre la clave del arco en relación a una llave situada debajo, y que quienes han atravesado ese pórtico «nunca han ya regresado»

Citando concretamente el relato, H.P. Lovecraft escribe:

«Aquella antigua llave de plata, según decía, abriría las sucesivas puertas que impiden nuestro libre caminar por los imponentes corredores del espacio y del tiempo, hasta el mismo confín que ningún hombre ha traspasado jamás desde que Shaddad empleando su genio terrible, construyó y ocultó en las arenas de la pétrea Arabia las prodigiosas cúpulas y los incontables alminares de Irem, la ciudad de los mil pilares. Según escribió Carter, han regresado santones hambrientos y nómadas enloquecidos por la sed, para hablar de su pórtico monumental y de la mano esculpida sobre la clave del arco; pero ningún hombre lo ha cruzado y ha vuelto después para decirnos que sus huellas atestiguan su paso por las arenas del interior. Carter suponía que la llave era precisamente lo que la mano ciclópea intentaba agarrar en vano.»

Esta percepción de Randolph Carter, en cuanto que la mano pretendía en vano tomar la llave, nos dice ya en sí que no se trata de una llave común como cualquier otra, sino evidentemente de una llave «inalcanzable». O al menos para la mayoría.

Randolph Carter presencia además una imagen similar en su experiencia mística dentro de «la cueva de las serpientes», dentro de la que pudo acceder en un recinto interior oculto, llevando la llave de plata.
«Poco antes estaba en el interior de una caverna, en cuya pared del fondo parecían destacarse vagamente los trazos de un arco monstruoso y de una mano gigantesca esculpida.»

De aquí se entiende claramente que, más allá de su ubicación o mejor dicho manifestación a nivel espacial, sea en el pórtico de la ciudad de Irem, o en la cueva de las serpientes, se trata de un «pórtico dimensional», el cual Carter identifica de hecho con «la última puerta», y la clave para atravesarla es precisamente la llave de plata:

«Carter no sabía a ciencia cierta en qué consistía la Ultima Puerta, ni cómo debía atravesarla; pero se sintió invadido por un sentimiento de tensa expectación. Tenía conciencia de poseer alguna clase de corporeidad y de llevar la llave fatal en la mano».
Encontramos una representación artística similar en la llamada «puerta de la justicia» del castillo/fortaleza de la Alhambra, en Granada, donde también se halla en el pórtico la figura en relieve de una mano que parece querer asir una llave que se halla más abajo.

Lovecraft pudo evidentemente, dada su amplia formación cultural, conocer sobre esta maravilla arquitectónica, y quienes la diseñaron evidentemente conocían algo sobre este secreto, camuflándolo con la leyenda popular de protección de la ciudad mediante una simbólica mano imposible de alcanzar la llave de la entrada.

Las representaciones que se han hecho de esta llave, en forma de colgante o como réplica, son precisamente en la forma de una llave de plata!

La leyenda popular de la Alhambra además, decía que si un caballero montado a caballo, lograse alcanzar o tocar la llave, sería rey de la ciudad. Recordemos que en el primer grabado, un caballero montado a caballo se dirige hacia un castillo, y ya en el segundo grabado, un peregrino ermitaño (el caballero que se ha vuelto sabio) se dispone en abrir una puerta con las llaves que porta en la mano, una de las cuales resulta muy similar a la llave de la Alhambra, que como sabemos «es una llave de plata».

Nótese además que en el diseño de la llave de la puerta de la Alhambra (que ahora sabemos concuerda con la llave de plata), se distinguen en forma apenas disimulada dos runas Sieg, con las que se puede formar la runa Svástica, por lo que aquí se connota también en forma encriptada, el poder rúnico que subyace en la llave de plata.

Retomando lo mencionado en «De Teneberarum Regis Novem Portis», una importante aclaración que es conveniente hacer respecto al texto, es cuando se refiere la combinación de fuerzas que comprende la Serpiente en sus tres nudos:

«La Serpiente del Conocimiento es poderosa porque contiene en sí la perfección de la Ley: Voluntad, Amor y Fuerza. Este es el significado de los tres Nudos de la Serpiente, las tres vueltas alrededor del tronco.

En cada espiral de la Serpiente descansan dos Mundos, uno a la izquierda y otro a la derecha. La Voluntad es un Nudo con una Puerta, el Amor es un Nudo con una Puerta, y la Fuerza es un Nudo con una Puerta, tres Nudos con tres Puertas, pero siempre Una.»
El amor por sí solo es una fuerza demiúrgica, más resignado por el poder o fuerza y la voluntad del espíritu, se tiene entonces la orientación necesaria para ir avanzando a través de la Serpiente, en la senda de las nueve puertas.

Se debe partir desde lo demiúrgico, utilizándolo y resignándolo, en aras de la elevación y liberación del espíritu, y a la vez resignar cada uno de los mundos o planos de significación emergentes, sea «a la izquierda o a la derecha», sintetizando y trascendiendo la dualidad.

El texto continúa diciendo: «Mediante el conocimiento de la Ley del Poder, la Serpiente es eterna. Pero la Serpiente se mantiene firme en el Sendero, y grande es su Poder; pero si completas el Sendero, serás superior a la Eternidad y las Leyes. Sin embargo, solo una vez recorrerás la Serpiente en toda su longitud, y entonces la trascenderás, pues es eterna, y la Eternidad inmóvil no es tu meta.»

Claramente se está connotando aquí la máxima que encontramos en «El misterio de Belicena Villca»: «has perdido el origen y eres prisionero de la serpiente: ¡Con el signo del origen comprende a la serpiente, y serás libre nuevamente en el origen!»

Y esto tiene relación con el símbolo del Origen, símbolo-imagen rúnica de la Dama del Origen, la Diosa Serpiente, Lilith (y que no obstante esta imagen no es la Diosa), «imagen rúnica» ilusoria, utilizada por los Siddhas traidores en su ardid del encadenamiento espiritual, más al mismo tiempo siendo la llave de la liberación, ya que si el símbolo del Origen es conciencializado o recordado desde la sangre, es posible entonces evocar a la verdadera Dama Serpiente (aquella que aguarda en el Origen), «comprendiendo así a la Serpiente con el signo del Origen», y liberarse «siendo nuevamente libre en el Origen».

Todo este trayecto abarca todo lo arquetípico comprendido en este mundo (conocimiento comprendido por el designio serpiente), en el que se enfoca a la vez que se busca luego trascenderlo, remitiéndose al aspecto ofídico del Origen. (Comprendiendo así noológicamente a la Serpiente con el signo del Origen).

En tal sentido, todo el tránsito o viaje iniciático que debe hacerse a través de la Serpiente, avanzando y resignando todo lo arquetípico (los trece mundos mencionados, representados por las trece runas) con el signo del Origen, permite obtener el franqueo o paso a través de los guardianes, con las llaves iniciáticas que abren cada una de las nueve puertas.

Cuando el texto menciona la Serpiente como siendo la «eternidad inmóvil» se está refiriendo precisamente a este aspecto imitativo de lo ofídico primordial, hallándose capturado uno en el ciclo del eterno retorno, como una «eternidad cerrada» o inmóvil, la cual debe distinguirse por supuesto del eterno infinito, objetivo del Virya.

Prosiguiendo con el viaje a través de la Serpiente, el texto continúa diciendo:

«Más allá del Primer Velo encontrarás el Diamante Rojo y a sus tres Guardianes. Debes pasar por dos de los tres Guardianes si deseas atravesar la Tercera Puerta sobre el primer Nudo de la Voluntad.

Comenzarás desde arriba; A la izquierda del Sendero se encuentra Ymnaar en el primer Nudo de la Serpiente. Él representa la Fuerza en su aspecto más seductor y placentero. A la derecha se encuentra su hermano Nigyr-Khorath, la Fuerza en su aspecto más destructivo e incontrolable. Juntos, Ymnaar y Nigyr-Khorath son los Guardianes de la Tercera Puerta.

La primera espiral de la Serpiente está cerca del Abismo, pero sin embargo está más allá del Abismo.

Usa toda tu Voluntad para escapar de los encantos de los dos Hermanos de la Fuerza.

Esta es la primera Llave.

Para encontrar la segunda Llave, recuerda esto: «La Palabra Perdida guarda el Secreto».
Entonces se abrirá la Tercera Puerta, la cual atravesarás, y el primer Nudo será como un puente hacia el centro de la Eternidad.»

Habiendo pasado el Nigredo o negrura abismal al atravesar el abismo de la Serpiente, y luego el posterior renacimiento o Albedo, se vislumbra aquí el Rubedo, representado por el diamante rojo.

Nuevamente, resulta imprescindible la expresión pura de voluntad y valor del espíritu para pasar por los guardianes, y resignar las potencias de la fuerza, tanto en su aspecto seductor como destructivo.

Y la «palabra perdida», indica aquí el reconocimiento rúnico/acústico, expresado en la lengua de los lagartos, que parece olvidada o perdida.

Para atravesar la cuarta puerta, deberá enfrentarse y resignarse la más poderosa arma y trampa demiúrgica sobre los Viryas perdidos: La emocionalidad desde lo anímico, y el «amor».

Para lo cual, el propio corazón deberá endurecerse como piedra, siendo un hombre de piedra (o Dama Kalibur), completamente fuera de lo anímico.

Los siguientes pasajes dicen en consecuencia en relación a este peligroso tránsito:

«El Corazón rodeado por la Serpiente es la sede de los sentimientos:

Esto se debe a que la Serpiente así lo ha decretado. Y en el Corazón reside Mirii Thorion, el Sol Oculto de los Espacios Oscuros.
Mirii Thorion es la Sexta Guardiana, la Guardiana de la Cuarta Puerta, la Puerta del Segundo Renacimiento, rodeado por el Velo del Portal que separa el primer Nudo de la Serpiente de los demás.

Ahora te encuentras ante la Cuarta Puerta. La Llave es siempre doble, pero aquí sus dos aspectos están tan inextricablemente unidos que al explicar uno, el otro también se revelará. Por eso te digo: aprende el secreto del Hombre, sabiendo que «El Destino no es el mismo para todos». Esta es la doble Llave revelada.

¡Ahora! La Serpiente detendrá por un momento el latido de su Corazón, y la Cuarta Puerta se abrirá solo para ti.

Contén la respiración y sigue adelante… así renacerás de nuevo y serás el Loco, pero el Loco de ti mismo.

Aquí, con tu Voluntad, forjarás tu Destino.

Desterrarás de ti el yugo del Espacio y el Tiempo, de la Vida y la Muerte, del Hombre. Serás libre y sin límites, y con ello alcanzarás la eternidad: encerrándolo todo en tu interior, restringiéndolo y ocultándolo por un momento, o quedarás estancado como un Rey en el Camino hacia la Divinidad.

¿Crees que valdría la pena llegar a este punto?

Levanta el Segundo Velo, el Velo del Portal cuyo número es Seis, y te convertirás en amor puro. Si esto ya te parece demasiado, entonces es mejor detenerte en la Eternidad, pues lo que viene después de la Cuarta Puerta te parecerá inconcebible y finalmente te destruirá.»

Notemos que aquí se está indicando que el «corazón de la serpiente debe detenerse por un momento». Esto significa que se debe pasar mediante una suspensión de lo anímico, generada por la propia estrategia, y mediante el poder oculto tras ese «corazón», que es justamente el sol negro arquetípico (reflejo del sol negro increado), mediante el cual podrá uno resignar el aspecto fagocitante de belleza y fascinosum que ejerce desde lo luminoso el sol dorado, donde el Demiurgo ha confiado a los Siddhas traidores el signo de Tiphereth, es decir el dominio del aspecto belleza y encanto del mundo ilusorio, que comprende esencialmente el amor como medio de encadenamiento.

Gnósticamente, en términos de la Sabiduría Hiperbórea, esto implica la resignación del sujeto anímico, y aislamiento del Yo, superando la influencia fagocitante del símbolo sagrado emergente, que busca detener al Virya.

Atravesando la cuarta puerta, se obtiene un «segundo renacimiento», lo que indica una segunda instancia iniciática, y al atravesarla se corre el riesgo de ser capturado por un «embargamiento de amor», lo cual porta una doble amenaza: La captura en esa instancia, deteniéndose allí, o si se avanza y no se ha podido resignar con la voluntad del Vril y la llama negra esa «radiación de amor», el adepto será posteriormente destruido o vencido.

Luego se refieren tres niveles de diferente densidad lumínica subterránea, con las tonalidades azul, roja y negra:

«Ahora deja que la división del Árbol te quede clara en Tres Planos de Luz: Kn´nyan, la Luz Azul; Yoth, la Luz Roja; y finalmente Nakai, la Luz Negra.

Ante ti se encuentra la Luz Negra, en sus Formas más poderosas.»

Si uno lee el cuento de H.P. Lovecraft, «El montículo», puede constatar la referencia que allí se menciona de estos tres niveles, como moradas intraterrenas de diferentes civilizaciones, llegando hasta el mundo Nakai, de la luz negra.

Y en este mundo intraterreno se dice habitan seres reptílicos, lo cual condice en cierto punto con los seres reptílicos Hiperbóreos, los hombres lagarto de Venus, que se dice moran en el mundo intraterreno de Agartha.

Al igual que tenemos también en forma concordante el registro de los Puranas de la India, respecto a los Nagas que residen en la morada subterránea de Patala, iluminando con las diademas de sus cabezas todo el Bila Svarga o mundo subterráneo.

A estos mundos subterráneos de luz azul, roja y negra, debiéramos añadir además la morada de luz verde de Agartha!

La «luz verde» o rayo verde, ha sido interesantemente un tema captado evidentemente desde la Minne por Julio Verne (además de sus conocimientos esotéricos por su pertenencia a la «Sociedad de la niebla»), quien además de su aproximación al tema del mundo subterráneo en su famosa obra «Viaje al centro de la Tierra», también fue autor de otro libro, titulado precisamente «El rayo verde». Libro, del que no nos detendremos aquí a comentar, excepto que connota gnósticamente aspectos del misterio de A-mort.

Otro autor literario también con inclinaciones gnósticas, Gustav Meyrink, evidentemente también canalizó desde su sangre algo del misterio concerniente al rayo verde, con una connotación claramente reptílica, en su libro «El rostro verde».

Desde ya, podemos apreciar como bien lo refiere Lovecraft, las diferentes divisiones y moradas de este mundo intraterreno, lo cual como sabemos es negado y oficialmente desconocido por la ciencia sinárquica.

Llegando hacia el segundo nudo en el cuerpo de la serpiente, se estará uno encaminando hacia la quinta puerta, donde continuará la trampa del amor, y se deberá superar la influencia del tiempo y espacio demiúrgicos.

Aclaremos aquí que una de las claves presentadas en el texto, «la luz es amor», indica por un lado la comprensión que la esencia luminosa demiúrgica es «amor». En tal sentido se dice «la luz es amor».

Por otro lado desde la lux de Lucifer, la orientación ya no es hacia el amor, sino más bien el A-mort, y es con esta llama luciferina como uno puede resignar la falsa luz del mundo, devorando de hecho esa falsa luz blanca con la llama negra.

Con estas advertencias y aclaraciones, continuemos la lectura:

El Cuerpo de la Serpiente – Segundo Nudo-

«Más allá del Segundo Velo encontrarás el Diamante Negro y sus seis Guardianes. Debes pasar por dos de los seis Guardianes si deseas atravesar la Quinta Puerta en el segundo Nudo del Amor.

A la izquierda se sienta Cyaegha, el Séptimo Guardián, guardián de los secretos del Tiempo; a la derecha, Daoloth, el Octavo Guardián, guardián de los secretos del Espacio.

Un gran peligro se ha cernido sobre el Nudo del Amor, pero debes enfrentarlo con la primera Clave, que es:

«La Luz es Amor». Así, aprovecharás el Poder de la Luz y harás que el peligro no se manifieste, y entonces podrás proseguir.

Quien busque consuelo en los secretos de Cyaegha solo encontrará odio; quien busque libertad en los secretos de Daoloth solo encontrará esclavitud. Los Guardianes son la manifestación absoluta de lo que representan, pues el secreto aquí es claro: el avaro atesora oro, pero su tiempo se ha acabado.

Por eso les digo a quienes atesoran oro: «En vano». Esta es la segunda Clave.

Entonces el Ojo de Cyaegha y el de Daoloth se cerrarán, y podrás recoger sus Frutos, en los cuales se encuentran las Semillas secretas del Guardián Negro. Ya sabes qué hacer.
La Quinta Puerta se abre para ti.

Hacia el tercer Nudo, la Oscuridad se vuelve cada vez más negra.»

Adviértase aquí la importancia de obtener «las semillas secretas del Guardián Negro», como un poder oculto que el adepto obtiene en su dominio, tras haber vencido o superado la prueba de los guardianes.

La comprensión gnóstica de la esencia demiúrgica, de su «luz como amor», permite trascenderla, a la vez que mediante la luz prohibida de Lucifer, se halla la orientación hacia el A-mort.

Prosiguiendo hacia la sexta puerta, continúan las trampas y anzuelos de los arcontes, buscando hacer caer el iniciado, y nos aproximamos así al tercer nudo de la Serpiente enroscada en el árbol:

El Cuerpo de la Serpiente – Tercer Nudo-
«Debes pasar por dos Guardianes si deseas atravesar la Sexta Puerta en el tercer Nudo de la Fuerza.

A la izquierda se sienta Yibb-Tastli, la Novena Guardiana, quien cuida a sus sirvientes, transformados por el Amor, que es
ella; a la derecha se sienta Xada-Hagla, el décimo Guardián, quien se sacrifica por la Fuerza, y de esta extrae el Poder de la Eternidad.
Yibb-Tastli te revelará el Amor en su verdadera forma, más fuerte y ancestral, continuamente renovado en su interior. Y tú lo entenderás.

Yibb-Tastli no intentará detenerte, pero su encanto y el consuelo que encuentras en el Gran Amor son tan poderosos que debes mostrarle el secreto de la Libertad para no ahogarte en el Amor, que aquí es un Océano de Leche Negra. Aquí, la Ley y la Oscuridad se unen en una forma de conocimiento superior y aún incomprensible para ti, que no comprenderás antes de la Segunda Madre.

Aquí, habrás asimilado el secreto del Amor del Noveno Guardián en una forma más poderosa, para que poseas su Poder y no estés atado por él, pues el Amor siempre está bajo el dominio de la Voluntad. Esta es la primera Clave.

Lo impalpable aquí adquiere sustancia, aunque no se manifieste. Guarda esto en tu corazón, junto con el secreto de Xada-Hagla, que es la segunda Llave:

«La muerte me enriquece». Sabe esto; te bastará.
Xada-Hagla no intentará engañarte ni hechizarte. Quiere que sigas adelante: solo debes saberlo. Entonces, el Décimo Guardián te abrirá la Sexta Puerta, oculta en el centro de su Corte.

Sigue el sonido de las flautas y el redoble de los tambores ante ti; comprende el significado de lo cercano y lo lejano, del coraje y el miedo, del calor y el frío, de la tristeza y la felicidad, de la desesperación absoluta y el éxtasis supremo. Experimentarás todas estas sensaciones en el Sendero de la Música, ¡pero nunca lo olvides! Tú eres el Camino.
Tú eres el Camino, en todas sus bifurcaciones.
Comprende esto, y antes de que te des cuenta, el Undécimo Guardián ya estará ante ti.»

En esta instancia, el iniciado se ha focalizado en la individuación absoluta, no en el «Si mismo» del sujeto consciente, el «Self» como diría Carl Jung, sino en el Selbst, el «Si mismo» del Yo infinito. Y manteniendo el norte luciferino que lo orienta hacia el Selbst, trasciende todas las dualidades de este mundo, comprendiendo su esencia ilusoria.
Y a tal fin, tanto se ha debido resignar la fuerza del amor demiúrgico bajo el poder de la voluntad, como haber pasado por la «muerte iniciática», dejando atrás todo lo «vano», ilusorio y superfluo.

Nótese como se advierte sobre el peligro fagocitante del amor, descrita esta fuerza como «un océano de leche negra» en el que se puede sucumbir. Nadie que aquí no haya aislado su Yo y resignado completamente el sujeto anímico puede superar esta prueba.

Finalmente llegamos a completar el tránsito a través de la Serpiente (o al menos hasta ahora así parece), alcanzando la cola del ofidio, donde se nos dice que la oscuridad alcanza su mayor intensidad, cruzando en esta instancia la séptima puerta:

La Cola de la Serpiente

«La Oscuridad de la Séptima Puerta está atestada, pues quienes la habitan están hechos de Oscuridad: por eso es tan densa.
El sonido de miles de aleteos impregna toda esa Morada Infinita en la que Ubbo-Sathla es su Guardián, el origen y el fin de las cosas.
¡Cuidado! El Origen y el Fin, no el Creador ni el Destructor.
Ubbo-Sathla es el Hermafrodita perfecto, fecundo y se engendra a sí mismo. Y su conocimiento es vida y muerte, y su naturaleza es hombre y mujer.
¡Conoce! El Secreto está oculto en tu interior, no manifiesto, entre los muchos que han transitado el Camino ya recorrido: tú sabes cuál es.
«Conócete a ti mismo». Esta es la primera Clave.
Y esta es la segunda Clave: «El discípulo supera al maestro».
Ubbo-Sathla, derrotado, no tendrá más remedio que dejarte pasar por su Séptima Puerta.
Y tú, como Ubbo-Sathla, recibirás el Tercer Ojo, a través del cual podrás observar continuamente la Totalidad.
Y el cuerpo de la Serpiente se completa.»

Desde la «Sabiduría Hiperbórea» se afirma el carácter o bien masculino o femenino de los espíritus Hiperbóreos. No obstante en el sendero que nos ocupa, se debe desde el propio espíritu comprender y resignar los argumentos arquetípicos en este mundo de los principios masculino y femenino. Con la preeminencia de un principio, según el caso particular de cada Virya (masculino o femenino), más también incluyendo en relación al propio aspecto predominante, también el otro principio. No en cuanto una «fusión» de principios, sino desde la dinámica del Yo orientado.

Sólo así, integrando y trascendiendo ambos principios, se podrá superar la prueba de esta fuerza hermafrodita, representada por Ubbo Sathla, concerniente este argumento de hecho a la relación El-Ella, o los principios masculino/femenino, la clave que dirime «el origen y fin de todo», sea en relación al encadenamiento espiritual, o respecto a este mundo manifiesto también como imitación del mundo verdadero, en función de estos dos principios (Purusha/Prakriti).

Notemos aquí que una de las dos claves, «Conócete a ti mismo» aparece también en «Las moradas filosofales» de Fulcanelli, referenciada al castillo de Dampierre, donde se hallan otras claves ya mencionadas previamente.

Y completando el tránsito o viaje a través de la Serpiente, nos acercamos a la copa del árbol. (Recordemos que el árbol se halla invertido, por lo que en orden descendente del viaje efectuado, la copa se halla hacia abajo, donde en un árbol normal están las raíces).
Y aquí uno deberá superar las pruebas de las tres madres, comenzando en la copa del árbol con la madre de las lágrimas, o la madre del dolor, tan conocida por los estudiosos de la Sabiduría Hiperbórea, y luego más adelante la madre de los suspiros o anhelos.

La Copa del Árbol

«Esta es la Copa del Árbol, el límite entre la Luz y la Oscuridad, llamada Yiqaa, la Luz Gris, donde mora Mlandoth, el Duodécimo Guardián, el Guardián de la Octava Puerta.
Pero antes de encontrarte con el Guardián, debes llegar a la presencia de la Primera Madre, la Madre de las Lágrimas, Aquella que dio Vida a la forma y Forma a la vida. Ella es la Matriz, y con ella se crearon todas las cosas, animadas e inanimadas.
Muchos han pagado con dolor el precio de su conocimiento, al no haber logrado comprenderla, pues ella dice: «La mayor expresión del amor es el odio; la libertad encuentra su cúspide en la esclavitud; la oscuridad más profunda es la luz. Aprende de esto y comprenderás que no hay diferencia entre el amor y el odio, la libertad y la esclavitud, la oscuridad y la luz».
«La vida es una rueda: subes y bajas». Esta es la primera Llave.
Ahora estás ante la Octava Puerta; Date prisa si no quieres llorar por la Eternidad en el corazón de la Primera Madre.
Esta es la segunda Llave y el secreto: «La Virtud yace vencida».
La Fuerza es tu Espada y la tercera Llave para abrir la Octava Puerta.
Entonces la Matriz se cerrará y la Puerta se abrirá. Mantente firme en tu voluntad al atravesarla: es la prueba más difícil antes de llegar a la Novena Puerta. En esta Puerta reside la antigua paz perdida, antes del nacimiento, donde uno es una Nada por moldear.
Placer es la Nada. ¿Y luego el Todo?
¡Espera! Un paso más en la Escalera de los Dioses.
Pero ahora debes encontrarte con Mlandoth, el Duodécimo Guardián, el Creador y Destructor de la Materia. Y él te conducirá a la presencia de la Segunda Madre, la Madre de los Suspiros, la que infundió el deseo. Ella es el anhelo, y con ella se concedió el deseo de todo.
Muchos han pagado el precio de su conocimiento con desesperación, pues muchos han anhelado el Amor, buscándolo en los lugares más desolados, y fueron destruidos por la búsqueda.
No anheles lo que no puedes tener ahora, porque pronto siempre será Ahora, y nada importará ya.
Pero serás un Dios, superior a todo esto; pasa y sigue adelante.»

«En esta Puerta reside la antigua paz perdida, antes del nacimiento, donde uno es una Nada por moldear», no debe malinterpretarse como un estado de inexistencia o «nada». Sino más bien, la esencia inconcebible e indescriptible mediante el lenguaje (excediendo todo lo arquetípico conocido, por lo que se refiere como «la nada»), sobre la que se proyectará o «moldeará» luego las formas ilusorias del mundo.
Y esto acontece ya dentro del factor tiempo, o el fluir de la conciencia del Demiurgo, en sincronicidad con la cual se efectúa el encadenamiento espiritual.
De allí que fuera de esa ilusión y del tiempo, se conciba aquel estado como «siempre ahora».

Bajo el encadenamiento kármico se sube y baja alternadamente en la rueda del Samsara, y rigiendo allí tanto la madre del dolor como la madre del deseo, siendo el motor que moviliza todo desde la dualidad.

Y finalmente, en forma asombrosa se describe una penúltima instancia, que se menciona como «la cabeza de la serpiente».

Esto resulta curioso ya que el tránsito a través del cuerpo entero de la serpiente se ha completado, y desde ya que en la segunda puerta, la garganta-abismo, teníamos mayor proximidad a la cabeza de la serpiente.

Por lo que aquí se está refiriendo o hablando de algo muy distinto.

Se está tratando en cambio sobre una clave o aspecto inicial del Demiurgo cuando crea su mundo, para lo cual se debe remitir al propio aspecto como espíritu del Demiurgo, previamente a la creación del mundo y el encadenamiento espiritual.

Se mencionará así a continuación la interacción estática y dinámica de los dos principios masculino y femenino, es decir el Demiurgo y su Shakti, utilizando el lenguaje figurativo poético de los mitos, para intentar dar un fogonazo de luz sobre tales cuestiones metafísicas más allá de la capacidad del lenguaje y el intelecto mismo.

Y en tal sentido, es «la cabeza de la serpiente», en cuanto la idea-pensamiento-energético inicial que proyectó todo en este mundo, mencionándose la serpiente dado que la mayor expresión energética se halla representada y abarcada en su referente del designio serpiente.

Recordemos que para los Siddhas, es siempre necesariamente lo reptílico la primera instancia de manifestación al entrar en este mundo.

El aspecto serpentino/reptil se halla así desde el Origen, más allá del despliegue de este mundo, y aunque aquí su expresión resulte de de índole arquetípica, es lo más próximo al mundo verdadero e increado.

Resulta a este punto comprensible que en la creación del Demiurgo, imitativa del mundo verdadero, se conciba entonces su proyección inicial desde un aspecto serpentino o en relación al designio serpiente, mencionado aquí como «la cabeza de la serpiente».

Tengamos en cuenta por lo tanto, la oblicuidad de los términos aquí utilizados, sin caer en su lectura e interpretación literal, que daría lugar a equívocos.

Esta instancia o fase debe necesariamente también abordarse, ya que es clave en cuanto al principio del laberinto de este mundo ilusorio, y atañe asimismo como se ha hecho notar a la serpiente.

Solamente así, hacia el final del viaje, podrá «comprenderse a la Serpiente con el signo del Origen», a la vez que orientándose ahora al aspecto ofídico primordial del Origen.

Leamos en consecuencia el final del texto, haciendo luego algunas aclaraciones también posteriormente, en la resignificación de ciertos términos y conceptos utilizados:

La Cabeza de la Serpiente
«En la antigüedad, cuando Todo era Nada y Nada era Oscuridad, el Fuego Espiritual era Nada y la Madre era Oscuridad. Al principio permanecieron dentro de sí mismos, separados el uno del otro, pero al encontrarse, crearon el Vacío, cada uno para sí mismo y permaneciendo dentro de sí. Luego se unieron, solo parcialmente, y nació la Voluntad. Y con la Voluntad nació la Ley Oculta, según la cual la misma acción puede hacer de dos criaturas una.
Inmediatamente después, nació la Fuerza, y entonces el Fuego Espiritual y la Madre Oscura decidieron unirse en una relación más profunda, y así nació el Amor. Y de su Amor nació la Cabeza de la Serpiente, origen y fin del Pensamiento, que a través de el se manifiesta.
Luego, de la Cabeza de la Serpiente surgió la creación de la Materia, y por ende, del Espacio y el Tiempo.
Entonces surgió Todo y lo opuesto a Todo.
La Cabeza de la Serpiente está en el centro de Todo. En ella nace el origen de la Serpiente, pero la Serpiente no tiene origen ni fin.
La Serpiente no era, ni será; simplemente, la Serpiente ES, en un eterno Ahora.
La Cabeza de la Serpiente es la sede del Conocimiento: esto se debe a que la Serpiente así lo ha decretado. Y en la Cabeza reside Umr-al-Tawil. El método para calcular su número es secreto, pero él es el Guardián del Mundo Innumerable; con eso basta.
El Mundo Innumerable está en el centro, en las profundidades; es la Novena Puerta.
Un gran secreto se esconde en el nombre de su Guardián, pues el número de Umr-al-Tawil es el número de los Mundos.
Aquí estás, en la cima de la Gran Montaña llamada Kadath, en la Cámara más interna del Gran Castillo de Ónice Negro, la Luz Sagrada.
Te encontrarás con Umr-al-Tawil, el Decimotercer Guardián.
Él es la Oscuridad, él es quien comprendió la Eternidad.
¿Y por qué serás superior a Umr-al-Tawil?
Porque comprenderás la Luz de la Eternidad, la encenderás y serás su recipiente.
Así podrás elevarte por encima de la Nube y ser el verdadero Dios. Sabe entonces que la Eternidad es Nada: para esto fuiste un Hombre.
Ahora eres superior al Hombre e igual a los Dioses.
Y entonces podrás decir: «Ahora sé que de la Oscuridad surge la Luz». ¡Esta es la Llave!
Y la Novena Puerta se abrirá.
Un Rayo destellará en tu mente y serás creado, generado a partir de ti mismo. Hecho la Bestia, hecho el Dios. Y ante ti se proclamarán los Eones. Y ante ti Umr-al-Tawil pronunciará sus nombres.

¡Este es el Tercer Renacimiento!

Este es el momento: deja que la Luz esté en ti y no seas la Luz, o todo habrá sido en vano, y Umr-al-Tawil te lanzará a través de Ubbo-Sathla al Contrasendero y regresarás a la Tierra, y no tendrás una segunda oportunidad para romper el Ciclo.

Nadie te salvará entonces.

¡Cuidado! Un gran peligro acecha en el Mundo-Sin-Número, pues su Guardián oculta su Conocimiento, y este Conocimiento es el conocimiento de la Muerte. Él puede guiarte a la presencia de la Tercera

Madre, la Madre de la Oscuridad, pero de la Oscuridad se formó el Diamante Azul. Comprende esto y serás Libre.

Más allá del Mundo Innumerable no hay Mundos, Lugares ni Abismos, sino solo Oscuridad Infinita y Luz Absoluta.

Ay de quienes lo llaman Nada; Ay de quienes lo llaman Caos: solo es Más Allá. Y el Más Allá está vivo y palpita.
Además… sus letras son Agua y Fuego.
La letra del Agua es Mem: no la Mem común, cuyo jeroglífico es una ola, sino la Mem final, cuyas
líneas largas y planas sugieren el mar en calma… y la conocerás como Mein.
La letra del Fuego es Shin: la del Fuego Espiritual.
No entrarás al Más Allá, al menos no ahora.
Ahora todos los Guardianes están a tu servicio: con ellos puedes destruir la Tierra, mejorarla, ignorarla o crear una nueva.
Entonces, los Antiguos Dioses Guardianes, los Justos Señores del Triple Manto, renovado por ti, penetrarán los múltiples Planos del antiguo Universo, irrumpiendo en la realidad humana y disipándola con su Viento Cósmico en el Desierto Helado. Todo será destruido para dar paso a tu Camino.
Tuyo es el Árbol y todo el Universo.
Ahora, que venga tu Reino y se haga tu Voluntad.
¡Suficiente se ha dicho para el sabio!»

Como ya se ha mencionado, «De Tenebrarum Regis Novem Portis», o «Las nueve puertas del reino de las tinieblas», como transliteración al latín del texto griego «Delomelanicon», tuvo ciertas adulteraciones, basadas en un neoplatonismo donde se combinaba la kabalah con corrientes de hermetismo griego y egipcio (copto).

Por lo tanto, y acorde a la Sabiduría Hiperbórea, aquí la resignificación que nos ocupa. No se trata de la letras hebreas Shin y Mem mencionadas en el texto, que designan el fuego y agua desde lo arquetípico. Sino más bien, ya en esta instancia final, y habiendo cruzado la novena puerta, de las aguas increadas, y el fuego negro increado.

La figuración en tal sentido de «un mar en calma» se refiere a un estado último de potencialidad, donde desde lo no manifiesto puede todo desplegarse y ser manifestado.
Luego, Umr-Al-Tawill ha comprendido la eternidad, y es «oscuridad» en su esencia, hallándose fuera de todo lo luminoso y oscuro arquetípico de este mundo. Él ha comprendido la eternidad, desde ya, y por esa razón se dice que este guardián oculta el secreto de la muerte, ya que comprendiendo este misterio (tal como hiciera Wotan), se comprende la inmortalidad.

Atravesando la novena puerta, se dice que uno será superior a su guardián, dado que el logro obtenido tras el cruce de la puerta es aún mayor, «comprendiendo la luz de la eternidad», y siendo un «recipiente», es decir portador de la llama negra.

Esto se refiere a Umr-Al-Tawil en el rol de guardián, que antecede a la puerta que custodia. De otro modo, resulta claro que Umr-Al-Tawil es también uno de los Primigenios.

Siendo el decimotercer o último guardián, y su esencia misma la oscuridad, resulta preciso transitar a través de esa oscuridad, antes del logro último.

De allí que sumergiéndose en la oscuridad más profunda, uno encuentra la verdadera luz, lo que tiene su referente en la leyenda del último grabado, «Ahora sé que de la oscuridad viene la luz». O incluso pudiéndose traducir también como «Ahora sé que la oscuridad es luz».

Se diferencia o distingue nuevamente, algo que ya hemos mencionado, entre una «eternidad cerrada», condición meramente del humano como Virya perdido, del eterno infinito al que uno accede ya como un Dios o Diosa.

Y prestemos especial atención cuando se dice «generado a partir de ti mismo», ya que esto connota (completamente lejos de toda concepción creacionista o generativa demiúrgica), el acceso del Yo del Virya orientado a su propio espíritu, el «Gran Antepasado», quien ahora puede mirar nuevamente al Origen.

Por otro lado, se menciona que más allá del «mundo innumerable», es decir lo que comprende la novena puerta, ya se entra en el plano o mundo del Incognoscible. No es posible allí hablar de mundo, lugar ni abismo.

Está más allá de toda categorización arquetípica y de la descripción del lenguaje, por lo que se dice «Ay de quienes lo llaman Nada; Ay de quienes lo llaman Caos: solo es Más Allá. Y el Más Allá está vivo y palpita.»

Sobre Umr-Al-Tawil, debemos saber que tiene esencial importancia en la trayectoria que realiza Randolph Carter con su llave de plata, recomendando en tal sentido leer el excelente cuento de Lovecraft, «A través de las puertas de la llave de plata», así como todo el ciclo de Randolph Carter.

Ubbo Sathla también es mencionado en la literatura de Clark Ashton Smith, perteneciente al círculo de Lovecraft, y aquí se menciona que Umr-Al-Tawil junto con Ubbo Sathla podrían hacia el final, si el adepto fracasa, hacerlo retornar al mundo de la ilusión.

Y la clave para no ser arrojado de nuevo por Umr-Al-Tawil, se dice que es: «deja que la Luz esté en ti y no seas la Luz, o todo habrá sido en vano».

Es decir, no se debe procurar un tipo de fusión, perdiendo la propia individualidad, ni sumirse en la luz (todas metas u objetivos demiúrgicos), sino mantener la propia individualidad, siendo uno mismo un «portador de luz oscura» o Lux-Fer.

Notemos también que en el tránsito hacia la novena puerta se menciona «la cima de la Gran Montaña llamada Kadath, en la Cámara más interna del Gran Castillo de Ónice Negro».
Esta mención de Kadath nos remite obligadamente a la obra de Lovecraft, «La búsqueda de sueños en la ignota Kadath», que sugerimos también aquí leer (y es de hecho parte del ciclo onírico de Randolph Carter) en procura de mayores claves de orientación gnóstica hacia la novena puerta.

Y la otra clave esencial aquí es la tercera madre, la «madre de la oscuridad», (a la que se llega por medio de Umr-Al-Tawil) quien contiene el secreto de la muerte, y por lo tanto de la inmortalidad, y se dice que uno debe comprender como de la oscuridad «se formó el diamante azul».

Esta tríada referida de las madres oscuras, la madre del dolor o «Mater Lachrymarum», la madre del anhelo/deseo o «Mater Suspiriorum» y la madre oscura o «Mater Tenebrarum», responde a un argumento iniciático, que fue evidentemente captado por el director de cine Darío Argento, en su trilogía con estos mismos títulos, aunque en distinto orden del aquí presentado.

Recordemos los tres niveles intraterrenos de densidad lumínica ya mencionados, y el primero, es decir el inmediato bajo la superficie terrestre, de color azul, siguiendo luego el rojo, y finalmente el negro.

Es decir aquí se está sugiriendo en una forma un tanto oblicua, que la oscuridad, como el caos de lo no manifiesto e infinita potencialidad, es el substrato y fundamento de todo lo manifestado. Comprensión que debe obtenerse, para ir más allá de lo arquetípico, guiado en las profundidades abismales oscuras por el resplandor verde-esmeralda de la diadema de la Gran Serpiente!

Habiendo citado y comentado todo este sendero según «De Tenebrarum Regis Novem Portis», recapitulemos sobre las figuras de los nueve grabados, comentando al respecto.

Notemos que según los primeros cuatro grabados, quien sigue el recorrido o sendero de las nueve puertas, se figura o representa sucesivamente como un caballero montado a caballo, un ermitaño, un viajante o vagabundo, y un bufón.

En todos estos casos hay un camino a seguir, una puerta que abrir y pasar, un puente que cruzar, y un laberinto que atravesar.

Hasta aquí, utilizando la nomenclatura del gnosticismo, tenemos la transición de lo hílico o terrenal/carnal a lo psíquico, representado por el cruce del puente, en que se está amenazado por el arquero/ángel desde arriba.

Más, cruzando el puente, viene una prueba todavía más difícil, el laberinto, en el que se requiere, como ya sabemos, la orientación gnóstica y la disposición AGL o «Actitud Graciosa Luciférica».

La orientación del Virya a esta altura, descarta como objetivo el sentido que proyecta en los objetos mundanos cualquier Virya perdido: Es decir meramente la acumulación de bienes hasta la muerte, siendo «en vano», como bien refiere el epígrafe del quinto grabado.
Después de esto, se «muere» ya completamente a los valores del mundo, siendo representado por «el colgado» del sexto grabado, en que «como un loco para el mundo» se halla uno «cabeza abajo y piernas arriba». Aquí la transición ya es de lo psíquico a lo pneumático o espiritual.
Recordemos que en el texto de las nueve puertas, en «De Tenebrarum Regis» se mencionan «tres renacimientos» a lo largo de la trayectoria.

Más una prueba más terrible todavía aguarda, y es confrontar al propio Demiurgo, prueba representada por el juego de ajedrez, en que el Demiurgo es «el rey de este mundo».
A continuación, orientado desde el honor, única moral del Virya, uno se posiciona en el Kairos, dejando atrás todo lo concerniente al mundo. El sendero del «bien demiúrgico» o proceso entelequial resulta completamente detenido, siendo «tal virtud decapitada», representación del octavo grabado.

Este nivel de significado no invalida por supuesto otros, que también referimos y consideramos previamente. Y esto debe siempre tenerse en cuenta al tratar con el lenguaje de los símbolos y mitos.

La «propia cabeza» además, desde otro nivel de significado, resulta «místicamente seccionada» (la instancia iniciática en que Kali decapita al iniciado), lo que figura o representa aquí la liberación del poder reptílico en el paleoencéfalo.

Tenemos así, según un nivel de significado, una «decapitación» a modo de sacrificio demiúrgico (análisis comentado previamente), y por otro lado un nivel de significado, desde la senda del Kaula, de «decapitación iniciática».

Esta correspondencia analógica se establece a partir del nexo biológico entre la vértebra superior, y el occipital del cráneo (el sitio donde la espada de la Diosa corta la cabeza), liberando así «el reptil del paleonecéfalo o cerebro reptil».

Se accede así, ya transmutado como Dragón, a la instancia del noveno grabado, donde mediante el Maithuna alquímico con «la mujer que cabalga el Dragón», se obtiene el paso a través de la novena puerta.

Respecto a «De Tenebrarum Regis Novem Portis», citemos textualmente lo que refiere Frank Ripel, para luego contrastarlo con la otra traducción del Delomelanicon al latín, «De Umbrarum Regni Novem Portis».

«Hemos observado que la versión latina del Delomelanicon, en relación con el texto titulado De Tenebrarum Regis Novem Portis, es una evidente manipulación, en comparación con la versión griega, por parte de aquellos círculos gnósticos judíos abiertos al pensamiento egipcio y grecorromano. Esta manipulación es de naturaleza cabalística, ya que la Cábala sagrada apenas comenzaba a emerger.»

Esta superposición o mezcla de un texto traducido y readaptado de uno anterior en griego, con elementos adicionales que adulteran su contenido, es típica en cuanto la degradación del conocimiento expuesto, y ocultamiento de un «original perdido».

Así, Frank Ripel continúa diciendo:
«Por lo tanto, podemos afirmar que la versión latina del texto contiene un texto dentro del texto.»

Considerando esto, ¿cómo orientarse con un texto dentro de otro texto? La respuesta que Ripel da a esto es correcta, más debiéramos añadir además la reminiscencia desde la propia Minne:

«¿Cuál es, entonces, el texto original?
¡Solo quien posee el Conocimiento puede conocerlo!
A todos los demás no les queda más que buscar…»

Más en cuanto a «De Umbrarum Regni Novem Portis», Ripel da completo crédito a esta versión en latín, con lo cual discrepamos, como ya luego veremos.

«En cuanto al texto titulado De Umbrarum Regni Novem Portis, no hay mucho que decir; solo podemos afirmar que reproduce fielmente la versión griega. Trata sobre las Nueve Puertas del Abajo, en las que encontramos Nueve Dimensiones Sutiles habitadas por Entidades Sutiles.»

Esta mención que Frank Ripel hace de «nueve dimensiones sutiles habitadas por entidades sutiles», son precisamente las nueve puertas y sus guardianes.

Y aquí un punto de lo más interesantes. Sabemos del clásico prejuicio de muchos ocultistas de separar o hacer a un lado todo lo de índole lovecraftiana, considerándolo como ficción, de la verdad metafísica e iniciática.

Al respecto debe recordarse y considerarse que Lovecraft canalizó mucho contenido oculto a través de «sueños», y experiencias personales, que luego volcó en sus cuentos y relatos.
Y de igual modo otros autores del círculo de Lovecraft también dieron sus propios y respectivos aportes, bajo el velo del manto literario, manteniendo así dos niveles de entendimiento. Uno para el lector no iniciado, y aficionado a «las fantasías del horror cósmico», y otro muy distinto para el iniciado en lo oculto.

Así, Frank Ripel concluye su introducción a su versión de «Las nueve puertas», como sigue:
«El lector experto reconocerá en el Delomelanicon los nombres de las deidades que aparecen en las historias de Howard Phillips Lovecraft y otros escritores —August Darleth, Clark Ashton Smith, Ramsey Campbell, Lin Carter— de la escuela lovecraftiana. Surgirá la sospecha legítima de que el libro es un pseudobiblium, es decir, una obra nunca escrita, pero citada como verdadera en libros de ficción. Por lo tanto, es imperativo recordar que H.P. Lovecraft era un vidente de visiones distorsionadas que logró contactar, a través de sus horribles pesadillas, con entidades ancestrales…

En este punto, considero apropiado concluir con el famoso pareado de Abdul Al Ahzred:
«No está muerto lo que puede vivir eternamente,
y con extraños eones incluso la muerte puede morir»

Los guardianes de las puertas, acorde a la traducción latina «De Umbrarum Regni Novem Portis», difieren en sus nombres con respecto a «De Tenebrarum Regis Novem Portis».
No obstante se mencionan en ambos tratados a Yog Sothoth como guardián de la segunda puerta.
Esto resulta clave, si se concatena con lo ya referido del enigma de las dos llaves de la segunda puerta, y especialmente si lo asociamos con la llave de plata que menciona Lovecraft.

Especialmente recordando a Yog Sothoth como «el abridor de la puerta» por donde retornarán los Antiguos. Así, como se ha ya mencionado, Yog Sothoth es la puerta, la llave, y el guardián de la puerta.

Tengamos en cuenta que estos guardianes son algunos de los Primigenios mencionados por Lovecraft y su círculo, copando e infiltrando el mundo del Demiurgo, mediante un canal iniciático de nueve puertas de retorno al Origen.

Se trata, repetimos nuevamente, de nueve instancias y pruebas iniciáticas que en su tránsito el adepto debe superar.

La obstaculización o franqueo del iniciado en cada una de las puertas por parte de los guardianes, obedece no a un designio demiúrgico, sino a las pruebas de voluntad, valor y predisposición gnóstica (mediante la aplicación del principio del cerco y la Actitud Graciosa Luciferica) que el iniciado debe desplegar, en su transmutación personal y orientación al Origen.

Desde ya que además de los Primigenios lovecraftianos, el iniciado tendrá en su paso que cruzarse y lidiar también con arcontes y agentes demiúrgicos, no menos terribles.
Debe también acotarse, que bajo diferentes configuraciones iniciáticas partiendo de distintas cosmogonías y mitos, los nombres y aspectos que representan las fuerzas demiúrgicas pueden variar, y así también las potencias Hiperbóreas individualizadas. No obstante, ciertos símbolos y atributos permiten siempre identificar el principio en cuestión, bajo el manto mítico cultural y del folclore.

Comenzando por la introducción a «De Umbrarum Regni Novem Portis», se advierte también desde la misma propuesta un enfoque demiúrgico, aunque solapado con una propuesta luciferina, como también ocurre en la introducción a «De Tenebrarum Regis Novem Portis».
Consideremos puntualmente lo que se dice:

«Este es el Árbol de la Vida, el Rayo y la Serpiente.

Trece los Frutos del Árbol; Uno el Relámpago, Doce los Rayos del Relámpago, Una la Serpiente, tres veces y media enrollada al Árbol con la cola en la boca.
El Árbol es la Luz, el fruto blanco de la tierra oscura; de aquí se ramifican las Veinticuatro «ramas», «caminos» o «canales», según cómo se entiendan.
El Árbol es el Camino supremo que conduce Más Allá de la Luz y la Oscuridad, al logro de la Realización, la fusión de la Luz y la Oscuridad.
Entonces, ¿es Trino o Uno? Este secreto también está contenido aquí.
Uno es el Árbol; Ascendiendo, desde la Raíz, alcanzarás la Luz Suprema, por encima de las Ramas, por encima de la Copa, hacia el Relámpago y sus Chispas, más allá del Relámpago y de la Nube que lo genera… y así te convertirás en el verdadero Dios.
Haz tu Voluntad por Amor y alcanzarás la Fuerza.
La Fuerza, que es Poder, te dará Poder.
Debes comprender el Poder.
Todo habla de Poder, porque el Poder es Luz, y la Luz proviene del Árbol, y el Árbol es Todo. Los planetas copian su Patrón, las estrellas distorsionan su Luz; el Hombre está hecho a imagen y semejanza del Árbol. El Árbol es Todo.
El Hombre nace siendo Nada, pero puede convertirse en Todo-Uno.»

Esta fusión de «luz y oscuridad» en principio apunta a un estado de trascendencia de la dualidad u opuestos del mundo. Más no debe procurarse aquí ninguna «fusión» de principios, ya que ambos en este mundo son demiúrgicos. Esto sería más bien el sendero de una entelequia demiúrgica.

Y se especifica el objetivo demiúrgico en la siguiente declaración, que no requiere mayores comentarios: «Uno es el Árbol; Ascendiendo desde la Raíz, alcanzarás la Luz Suprema, por encima de las Ramas, por encima de la Corona, hacia el Rayo y sus Chispas, más allá del Rayo y más allá de la Nube que lo genera… y así te convertirás en el verdadero Dios.»

No se trata de combinar luz y oscuridad, instancia iniciática válida en el sendero entelequial demiúrgico de mano derecha, sino antes bien en oponerse a la falsa luz demiúrgica con la lux de Lucifer, arribando al substrato primigenio, más allá de todo lo fenoménico manifestado, concebido desde este plano como oscuridad primordial, donde no obstante resplandece la radiación luciferina.

Se menciona también aquí un sendero ascendente, más la serpiente en el frontispicio señala con su cabeza hacia abajo, y hacia allí debe ir nuestra orientación.

«Haz tu voluntad por Amor y alcanzarás la Fuerza», debe reorientarse aquí más bien como resignando la expresión de amor en este mundo, prevaleciendo la voluntad, y orientado hacia el A-mort.

Luego se menciona un modelo original del que surge la creación del hombre, repitiéndose un patrón, lo que indica la creación imitativa y replicada en fractales del Demiurgo, la cual no debe «sintetizarse» sino más bien trascenderse, aunque en los medios de que uno se valga para este objetivo se utilicen elementos demiúrgicos, resignándolos y cercándolos en aras de la liberación, con la orientación gnóstica.

La primer puerta aparece custodiada por Hastur, el «Vengador de los Antiguos». Se dice que su mundo es una realidad creada por él mismo, atemporal, siendo todo cuanto existe en este mundo ilusorio un reflejo de aquel mundo.

Se comprende así claramente la posición o status de Hastur, uno de los Primigenios que aparecen en la literatura lovecraftiana, como un Siddha.

Solamente un Siddha puede manifestar una realidad propia atemporal, desincronizada o aparte del tiempo demiúrgico.

Y en la búsqueda de conocimiento, para avanzar a través de las nueve puertas, se hace preciso recibir su asistencia.

La segunda puerta está regida por Yog Sothoth, en un plano donde a diferencia de este mundo creado, la vida allí no tiene principio ni fin. Es eterna e increada.

Yog Sothoth se manifiesta mediante trece emanaciones, a modo de globos o esferas, a la vez que permanece siempre allende todo.

Yog Sothoth declara respecto a la persona que todavía vive bajo los parámetros demiúrgicos y no ha muerto al mundo «Soy el indiscutible Señor del Abismo. Quien entra aquí está perdido.»

Desde ya que el alma demiúrgica no tiene ninguna chance bajo la presencia y poder de Yog Sothoth.

La tercera puerta tiene como guardián a Dagon. Pasar a través de la tercera puerta depende de la aceptación o no de Dagon en esta instancia, quien se expande y comunica con los Viryas mediante una red de ondas electromagnéticas, pudiéndose mediante la sintonía y vibración adecuada acceder al pliegue topológico de su puerta, decidiendo Dagon si el Virya es o no apto para pasar a través de sus dominios.

Dagon es una fuente de golpes y desestabilidad para el mundo demiúrgico, trayendo ataques y convulsiones, que o bien sacuden y ocasionan un despertar, o hacen sucumbir en el olvido.

El misterio de Suhram, guardián de la cuarta puerta, es tan profundo que citaremos textualmente el pasaje en cuestión, dejando que evoque en la sangre del Virya aquello que deba despertar:

«Soy Nuhram, el Señor de este lugar.
Vengo del Cielo Estrellado y más allá. Aquí he establecido mi residencia, pero en realidad somos tres… tres son los tronos, pero dos están vacíos.
Nos miramos, nuestros rostros se giran el uno hacia el otro.
Nuestras miradas se fijan en un punto central, y de allí se origina la Llama, la Llama que todo lo sustenta.
Somos Titanes, inmóviles e imponentes; nada puede movernos. Todo a nuestro alrededor puede caer o cambiar,
pero nosotros somos inmutables.
Siempre existiremos cuando todo lo demás deje de existir.
Quien se atreva a sentarse en uno de los tronos será incinerado. Solo conociendo el secreto de la Transformación salvará su vida.
La Columna de Fuego se alza imponente y lo atraviesa todo, materia y antimateria.
Hay muchos de nosotros en otros mundos, pero solo el equilibrio perfecto de tres de nosotros puede generar la Llama.
La tuya es una Llama roja; existen Llamas azules, verdes y de otras composiciones, según el mundo en el que te encuentres.»

La quinta puerta tiene como guardián a Cthulhu, en su reino oscuro, frío y desolador, de muerte de la vida creada. Es generador y fuente de mal acorde a los designios demiúrgicos, ya que los valores del mundo demiúrgico están invertidos con respecto al mundo del espíritu.

El abismo profundo en que mora Cthulhu es insondable, y no obstante una «trampa», ya que no es la meta última, sino una dimensión insondable en que se manifiesta en este mundo.
Cthulhu, según se desprende de los relatos de H.P Lovecraft, es el iniciador de los antiguos arcanos, mediante sueños místicos que genera en los adeptos.

Y el aspecto de pulpo, tan asociado con Cthulhu, como bien sabemos guarda estrecha relación con la simbología Hiperbórea.

La sexta puerta tiene como guardián a Nyarlathotep, el emisario y mediador entre los Primigenios y los adeptos, quien es conocido como «el caos reptante».

Desde ya que la morada de Nyarlathotep debe necesariamente permanecer en las profundidades ignotas, no pudiendo manifestarse en la superficie terrestre.

El texto describe su dominio como un mundo de «alegría y luz», lo cual debe entenderse en el sentido de la luz luciferina, y el éxtasis en la luz oscura. De otro modo, bien sabemos que Nyarlathotep mora en un ámbito de profundas e insondables «tinieblas» en contraste con la falsa luz de este mundo.

Así también, el texto le atribuye a Nyarlathotep las siguientes palabras:

«Reiné en la superficie en tiempos pasados, pero fui exiliado. El juego de fuerzas era demasiado grande; las Moiras decidieron que un regreso a la Oscuridad era más probable que un avance hacia la Luz.

La decisión de las Moiras era irrevocable, y como todos, tuve que someterme a su voluntad, pero detrás de mi mundo yace un vacío, y ellas lo habían visto.»

Estamos en desacuerdo con esta canalización, al menos en la forma que es presentada, dado que Nyarlatothep, como uno de los mayores Primigenios, catalogado por algunos como uno de los Dioses exteriores, está completamente libre y fuera de los designios de este mundo, como para ser exiliado o hallarse bajo el poder de las Moiras.

En todo caso, tal «exilio» debiera ser entendido como una clase de pasatiempo a modo de «lila» o juego de los Dioses, si así fuere, y no una imposición que Nyarlathotep debió recibir.

La séptima puerta tiene como regente a Shub Niggurath, la «cabra negra de los mil retoños», en un plano dimensional donde ya se ha superado o trascendido la ilusión de la materia, y no obstante para mantener su manifestación en este mundo, Shub Niggurath manifiesta un plano, que no deja de ser ilusorio, más necesario para la manifestación en este mundo.
Así la gran cabra negra dice:

«No hay lugar aquí, es solo una ilusión, una ilusión creada por los rincones donde reina la mente.

Soy la Diosa del Eterno Infinito, todo se doblega a mi voluntad. Lo recto se curva, hasta convertirse en un punto.

Puedo satisfacer cualquier deseo porque la materia no existe, todo se reduce a un solo acto de voluntad, pero mientras estés hecho de materia, esta es una Ley inaccesible para ti.
Mi mundo es un solo acto, una infinita curvatura hacia dentro.»

Se deja bien en claro aquí la ilusión de todo lo manifestado en este mundo, pudiendo los Antiguos/Primigenios, desde la voluntad del espíritu infinito, manifestar o generar una realidad propia dentro de este mundo, fuera de la ilusión demiúrgica, más conectada de algún modo con este mundo, desde donde resulte posible acceder a ese plano oculto.
Y desde ya, el dominio de tal Primigenio (en este caso Shub Niggurath) mantiene completo poder sobre cualquier manifestación material, en tiempo y espacio.

La octava puerta tiene como regente a Azathoth, y tomemos en cuenta que precede a la novena puerta.

Azathoth es el señor oscuro fuera de los confines de las formas de este mundo, y a la vez en consecuencia tiene dominio y poder sobre todas las formas. Es la manifestación plena del fuego negro increado, destructor de todo lo creado en este mundo, desde un fundamento oscuro insondable e infinito. Es el propio ojo del caos, sol negro iluminador y destructor.

Y aquí es donde llegamos a la novena puerta, discrepando completamente con Frank Ripel en su exposición del texto «De Umbrarum Regni Novem Portis», que declara lo siguiente:

«Encontrarás la Novena Puerta. Está dividida en siete divisiones.
Larvas, Fantasmas, Espectros, Espíritus Elementales, Íncubos y Súcubos, Demonios, Perros de la Razón.

En la primera división encontrarás a las Larvas, y en la segunda a los Fantasmas. En la tercera división encontrarás a los Fantasmas, y en la cuarta a los Espíritus Elementales. En la quinta división encontrarás a los Íncubos y Súcubos. En la sexta división encontrarás a los Demonios, y en la séptima a los Perros de la Razón.»

En nuestra consideración, en la senda de las nueve puertas, tras haberse uno encontrado con Primigenios como Cthulhu, Shub Niggurath, Yog Sothoth y Azatoth, potestades luciferinas de la mayor jerarquía, resulta imposible que a esta altura el iniciado se tope con entidades astrales menores, como larvas, fantasmas, elementales, etc, que en esta instancia ya han sido dejadas muy lejos atrás.

Luego, en la última o séptima división de la novena puerta, aparecen los perros de la razón, quienes según el texto, dicen a quien allí ha llegado:

«Nos alimentamos de ustedes; el nuestro es un instinto atávico y ciego; no pueden razonar con nosotros.
Existimos por una sola razón: alimentarnos de ustedes.
No pueden ir más allá de aquí, no porque no haya nada más.
Sino porque no se te permite entrar.
¡Retírate, no avances!
Si entras, nunca volverás a salir; la línea recta de tu mundo se transformaría definitivamente en un círculo, sin principio ni fin, y nunca podrías salir.
El primer mundo se encuentra tras esa puerta, pero te aconsejo que no entres, porque de lo contrario este lugar (las siete divisiones) se transformaría para ti de finito a infinito.»

Desde ya que habrá quien interprete esa instancia como una última prueba, ya que como dice la última palabra del texto citado, culmina todo en el «infinito».
Más lo que aquí se plantea es que ese plano de siete divisiones se torna infinito para quien allí pase, quedando atrapado tras esa puerta.

En este punto consideramos que parte del contenido evidentemente canalizado que presenta Frank Ripel, ha sido interferido y distorsionado por fuerzas demiúrgicas, en aras de ocultar el retorno al Origen y la liberación tras la novena puerta.

De igual modo que ciertos pasajes de «Las nueve puertas», presentan en algunas versiones (como la traducida por Bruno di Angelo al italiano, y traducida posteriormente al español) elementos del satanismo, lejos de la orientación gnóstica luciferina en la senda iniciática de las nueve puertas.

Resulta oportuno a esta altura destacar que los Primigenios mayores aquí mencionados, como Azathoth, Yog Sothoth, Nyarlathotep, y Shub Niggurath, así como otros, están completamente libres y fuera de este mundo demiúrgico, siendo proyecciones o aspectos suyos los que se manifiestan dentro de este mundo, a la vez que desplegando su propia realidad allí, en pliegues topológicos dimensionales fuera de todo el entramado de control demiúrgico, y por ende fuera del tiempo y espacio del mundo y sus leyes convencionales.

De los variados conocimientos esotéricos que los guardianes de las puertas presentan (hallables también algunos en el libro «La magia estelar» que presenta la versión del Necronomicon de Frank Ripel), tenemos palabras clave para recuperar, acumular y relanzar la energía, signos mágicos, el alfabeto mágico Nug Soth, sigilos de poder para distintos objetivos, o la creación de servidores sean materiales o más sutiles. Pero sin duda el conocimiento más valioso lo constituye la fórmula Dho, transmitida por Nyarlathotep, y la fórmula Dho-Nha, comunicada por Shubh Niggurath, mediante las cuales es posible contemplar la ciudad entre los polos, Yan-Ho, ubicada entre los polos de la Tierra, e incluso viajar a esa misteriosa ciudad oculta.

A través de medios esotéricos como el mencionado, es posible acceder en otro plano dimensional al auténtico y completo Delomelanicon, así como al Necronomicon.

De ese Delomelanicon original, al igual que ocurre con el Necronomicon, distintos ocultistas han canalizado parcialmente el libro, a lo cual se ha sumado también a veces la filtración de ciertas fuerzas demiúrgicas en la recepción del texto, así como la adulteración en traducciones y contaminación con otras doctrinas ajenas a la senda luciferina de las nueve puertas.

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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Sexta parte

Por Christian C.

Independientemente del carácter novelesco o ficticio que pudiera atribuirse al «Delomelanicon» como libro, lo cierto es que su referente inmediato de las nueve puertas nos sitúa en terreno completamente iniciático.

Así es que, más allá del «libro Delomelanicon», el texto en relación a las nueve puertas, y manteniendo el significado etimológico de «Evocación de la oscuridad victoriosa» o «Convocación de las sombras», es un código, a modo de llave de acceso al conocimiento oculto y prohibido del legado luciferino.

Aquí seguiremos el rastro de ambas líneas argumentales, es decir el Delomelanicon como libro o texto a través del tiempo, que aunque se considere un «pseudobiblium», o libro ficticio que es mencionado en la literatura como auténtico, en el devenir de su historia y trama descripta, arrastra en forma coetánea todo un conocimiento oculto que encarna como figura literaria.

Y es esta corriente oculta y sinuosa a través de las diferentes épocas y lugares la que nos interesa esencialmente, que se halla en relación con la sabiduría y senda iniciática de las nueve puertas.

En «El club Dumas», Pérez Reverte menciona que aunque se atribuyen unos seis mil años, según la historia, a la escritura humana, el Delomelanicon tiene no obstante tres veces esa antiguedad.

Dieciocho mil años atrás en el tiempo nos ubica en plena época de la olvidada Atlántida, que fue precisamente en ese período cuando Lucifer descendió a este mundo.

Pérez Reverte evoca por otra parte el mito cristiano de la caída de Lucifer, refiriendo en relación al Delomelanicon:

«Según la leyenda, Lucifer, tras su derrota y expulsión del cielo, compuso un formulario mágico para uso de sus adeptos: el recetario magistral de las sombras. El terrible libro guardado en secreto, quemado varias veces, vendido a precio de oro por los escasos privilegiados que le poseyeron… Esas ilustraciones son en realidad jeroglíficos infernales. Interpretadas con ayuda del texto y los conocimientos adecuados, permitirían convocar al príncipe de las tinieblas.»

Sabemos según se expone en el Tomo Vl de Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea, «Los libros de cristal de Agartha», que Wotan, en misión encomendada por Lucifer, ha entregado como signos de orientación gnóstica, y también como armas mágicas, las runas. Y por otro lado Lucifer nos ha dejado desde el Origen, el Graal, siendo la esmeralda de su corona.
Un tercer elemento y legado luciferino se añade aquí, y es el del conocimiento oculto con relación a las nueve puertas, instancias iniciáticas que el Virya debe ir atravesando en su senda de retorno al Origen.

Así, más allá de un libro, tableta, inscripción en bajorrelieve, etc, todos medios de transmisión escrita del saber, lo relevante aquí es la preservación y tránsito en el transcurso del tiempo del conocimiento prohibido.

Parte de este conocimiento ancestral, tiene también relación con el Necronomicon, y no sin razón Frank Ripel, en su versión del «Delomelanicon» ha incluido extractos que también aparecen en su versión del Necronomicon (basado en el Sauthenerom atlante), según lo canalizado y consignado en su libro «La magia estelar».

La ubicación de este conocimiento prohibido y oculto a partir del contexto atlante, indica que debió pasar la época que Robert Howard denomina como «Edad Hiboria», luego del hundimiento de la Atlántida, donde se hallaban los hombres Serpiente de Valusia.

Y en tal caso, el texto indudablemente debía estar consignado en la lengua de la Serpiente.
El siguiente nexo de su transmisión, luego del hundimiento de la Atlántida fue Egipto, refiriendo Pérez Reverte en boca de Varo Borja que la primera referencia histórica consignada del libro, data de hace 3300 años, según el papiro de Turis (alusión obvia al papiro de Turín, que da cuenta de antiguos faraones).

Esta ubicación en una época de unos 3300 años atrás, y en Egipto, deja entre líneas que el texto original se hallaba en escritura jeroglífica, por lo que es claro que las nueve figuras o grabados, tal como los conocemos, no podrían hallarse en aquel texto egipcio, siendo un agregado posterior.

Varo Borja de hecho le comunica a Corso «Esas ilustraciones son en realidad jeroglíficos infernales. Interpretadas con ayuda del texto y los conocimientos adecuados, permitirían convocar al príncipe de las tinieblas.»

Este término «jeroglíficos» está sugiriendo aquí además su origen o paso a través de Egipto, antes de ser traducido al griego.

Frank Ripel en su introducción del «Delomelanicon» menciona que el texto aparece hacia la novena dinastía del antiguo Egipto. Y según el papiro de Turín, hubo dieciocho faraones (número que suma nuevamente nueve) durante la novena dinastía, desconociéndose sus nombres.

Todo esto trasluce que estos dieciocho faraones fueron iniciados custodios y transmisores del «Delomelanicon», o a los efectos prácticos de todo lo que este nombre engloba cuanto conocimiento oculto.

Es decir, al margen de la figura literaria del Delomelanicon (nombre griego), se deja claro que los egipcios fueron custodios de un antiguo saber perdido, de legado atlante luciferino, conocimiento que en el transcurso de los siglos pasó a ser transcrito al griego.

Y si hablamos del Egipto faraónico, recordemos la corona con la figura de la serpiente que portaban los faraones, siendo así también custodios y transmisores de este antiguo linaje de la Serpiente.

Desde ya que en toda la historia del Egipto faraónico, también hubo faraones de orientación demiúrgica y sinárquica, con el legado de los atlantes morenos. Más siempre hubo simultáneamente auténticos iniciados egipcios Hiperbóreos, e históricamente incluso se registra la presencia de faraones Setitas.

Y a este punto se comprende que este conocimiento fuera resguardado en el Corpus hermeticum (muchos de cuyos textos se han perdido), apareciendo así el rastro de este legado entre los siglos l A.C y el siglo segundo de esta era.

En «El club Dumas» se menciona un texto mítico, supuestamente perteneciente al Corpus Hermeticum, el «Asclemandres», en el cual se menciona el Delomelanicon.

Fuera del carácter mítico de tal libro, lo cierto es que este nombre, Asclemandres, está basado en una combinación de Asclepíades y Poimandres.

Asclepíades por un lado remite al gremio de médicos que oficiaban en los templos de Asclepio, que como bien sabemos portaba la vara con la serpiente enroscada, símbolo de la medicina.

Y por otro lado, de Poimandres se decía que era discípulo de Hermes, quien portaba el caduceo. En ambos casos aparece el símbolo de la serpiente, figura iniciadora del conocimiento oculto, por lo que detrás del nombre «Asclemandres», debemos entrever aquellos custodios y transmisores del conocimiento de la antigua Serpiente.

Varo Borja continua diciendo en su comentario a Corso:
«Y en un inventario parcial de la biblioteca de Alejandría, antes de su tercera y
definitiva destrucción en el año 646, figura con referencia expresa a
los nueve enigmas mágicos que encierra… Se ignora si hubo un ejemplar
o varios, y si alguno sobrevivió al incendio de la biblioteca… Desde
entonces su pista aparece y desaparece en la Historia, entre incendios,
guerras y catástrofes.»

Y al mencionar la biblioteca de Alejandría, asoma nuevamente el nexo con el Necronomicon. Ya que en la sección oculta de antiguos libros extraños y esotéricos, aparecen textos, que según las investigaciones del profesor Andrés Venustiano Carranza, conformaron la base para el posterior Al Azif, conocido posteriormente como Necronomicon, en la pluma de Abdul Alhazred.

En efecto, hacia el 247 A.C, Cirene de Calímaco efectúa un inventario de la biblioteca de Alejandría. De los veinticinco extractos sobrevivientes, el número trece menciona el poema «La victoria de los antiguos», que Venustiano Carranza considera sirvió de base para siglos después el Al Azif del árabe loco.

En este «registro número trece» aparece también un término poco claro, no identificado, que acorde a Venustiano Carranza es una mención del Delomelanicon.

Los escribas y copistas de Alejandría bien pudieron basarse en textos egipcios, coptos y mesopotámicos incluyéndolos y agregándolos en su traducción o transcripción del Delomelanicon.

Frank Ripel refiere que dos versiones del Delomelanicon fueron traducidas al latín, conocidas como «De Umbrarum Regni Novem Portis», o «Las nueve puertas del reino de las sombras», y «De Tenebrarum regis novem portis» o «Las nueve puertas del rey de las tinieblas».

Aquí es oportuno comentar, que tanto en estas como en posteriores traducciones, la transcripción se efectuó no solamente como traducción del texto anterior, sino siendo adaptada al paradigma mágico/mítico del escriba, con comentarios, aclaraciones, agregados u omisiones, y teniendo en cuenta que dependiendo del escriba o traductor, también así el grado de orientación gnóstica.

Delomelanicon (u otros textos), donde a veces incluso interfieren fuerzas demiúrgicas, apareciendo así tanto elementos luciferinos como demiúrgicos.

Aunque posteriormente se atribuye a Aristide Torchia la adaptación del Delomelanicon bajo el título «De Umbrarum Regni Novem Portis», lo cierto, es que las nueve láminas de su libro, a esta altura por todos conocidas, pertenecen en rigor de verdad a «De Tenebrarum Regis Novem Portis».

Aristide Torchia habría sintetizado así los dos textos en un solo libro, añadiéndole su propio nivel de asimilación del conocimiento oculto.

Más en el caso de «Tenebrarum Regis Novem Portis», fue manipulado y adulterado, comenta Frank Ripel, por gnósticos kabalistas hebreos, en un contexto en que la Kabalah comenzaba a desarrollarse.

En efecto, en el segundo grabado puede apreciarse la letra hebrea Teth junto al ermitaño, letra novena en el alfabeto hebreo, con indicación de la llave iniciática y el sendero de mano izquierda. (mano en la que sostiene las llaves el ermitaño).

Pese a esta impronta kabalista, «De Tenebrararum Regis Novem Portis» se aprecia como un texto filosófico gnóstico-hermético (caratulado por algunos como «neoplatonista»), y con una evidente influencia en su terminología y conceptos procedente de textos que todo aquel familiarizado con el círculo de Lovecraft conoce muy bien, tales como el libro del Hiperbóreo Eibon, y los manuscritos Pnakóticos.

Las partes del Necronomicon concordantes con «De Umbrarum Regni Novem Portis», según lo consignado por Frank Ripel (y acorde a su versión del Necronomicon), remiten también a textos mesopotámicos y egipcios, como el Gimsarra Irza Ush, del 3600 A.C, y hecho traducir mucho tiempo después por Cirene de Calímaco en Alejandría.

Más, como veremos luego, en nuestra opinión, y contrariamente a lo que sostiene Frank Ripel, «De Umbrarum Regni Novem Portis» también sufrió cierta adulteración, sostenemos que justamente en la parte final del texto.

Se puede decir que «De Umbrarum Regni Novem Portis» es un grimorio de corte lovecraftiano y goético (y por goético entendemos aquí, al estar basado en el Necronomicon y los mitos de Cthulhu, una Goecia anterior a su adaptación posterior judeocristiana).

No es de extrañar que este conocimiento oculto, encarnado aquí en la figura literaria del Delomelanicon, o sus dos versiones y traducciones al latín, haya caído en manos de los templarios, brazo ejecutor de la sinarquía, que buscaba acaparar y manipular en su provecho todo el acervo de conocimiento oculto. Y el sendero iniciático de las nueve puertas no ha sido la excepción.

En tal sentido, la sinarquía esotérica, sea a través de templarios, rosacruces, druidas, teósofos, etc, siempre han procurado acaparar las joyas del conocimiento oculto, sea en aras de una resignificación demiúrgica, de su ocultamiento, o en provecho propio por el poder que tal conocimiento a veces confiere.

No nos interesa aquí tanto un registro detallado y minucioso de todos los meandros laberínticos demiúrgicos por donde este conocimiento oculto ha entrado y salido repetidas veces, bajo la nómina de diversos ocultistas o escuelas esotéricas, sino más bien rescatar o recuperar ese conocimiento perdido y oculto, y o bien destacar su origen Hiperbóreo cuando ha sido posteriormente camuflado o distorsionado, o resignificarlo en otros casos desde la Sabiduría Hiperbórea.

Pérez Reverte menciona como uno de los portadores de este libro a Roger Bacon (1214-1292), como «especialista en criptografía, demonología y magia», el cual debió recibirlo de algún vínculo o conexión con la Orden del Temple.

Pérez Reverte (nuevamente en boca de Varo Borja) es quien sutilmente lo revela, cuando dice:

«Bacon afirmaba poseer un Delomelanicon que habría pertenecido al rey Salomón, con la clave de terribles misterios. Ese libro, compuesto de rollos de pergamino con ilustraciones, fue quemado en 1350 por orden personal del papa Inocencio VI que declaró: «Contiene un método para invocar a los demonios»…»

Cuando un Papa satánico habla o se expresa con temor «a los demonios», debemos aquí leer entre líneas el temor a Lucifer, con quien evidentemente se podía conectar a través del libro que hizo quemar, y la senda de las nueve puertas.

La mención que hace Bacon de su ejemplar como habiendo pertenecido al rey Salomón, delata el origen templario y su nexo por el que fue recibido, siendo los templarios conocidos como «los guardianes del templo de Salomón».

Por otro lado, Roger Bacon muere en 1292, y su Delomelanicon fue quemado por orden del Papa Inocencio Vl en 1350.

Bien puede interpretarse que el libro sobrevivió un tiempo a la muerte de Bacon, siendo décadas después confiscado y quemado por la Iglesia. Más también se deja entrever que puede tratarse del mismo «conocimiento», independientemente del libro en cuestión, continuando la cacería por parte de la Iglesia tiempo después.

Aclaremos que el posible vínculo o nexo de Bacon con fuentes vinculadas a los templarios, no identifica necesariamente a Bacon como agente de la sinarquía, sino que esta clase de textos y todo el conocimiento oculto, era acaparado por los templarios (así como antiguos textos ocultados por la Iglesia), por lo que Bacon pudo haber derivado cierto conocimiento de medios templarios, bajo su mascarada de teólogo escolástico de la orden Franciscana, a la vez que secretamente mantenía sus estudios de magia y ocultismo.

El ejemplar de Bacon contenía «ilustraciones», y Varo Borja continua diciendo: «Tres siglos después, Aristide Torchia decidió imprimirlo en Venecia con las ilustraciones originales.»
Es decir que aquellas «ilustraciones originales» fueron obra de Roger Bacon, o pasaron por su época, según lo que se está significando aquí. Y Torchia meramente imprimió el libro nuevamente, ya con aquellas «ilustraciones originales», o incluso quizá modificándolas en algún aspecto, así como el contenido del texto, como sugiere una lectura de «Las nueve Puertas» de Aristide Torchia (como la traducida por Bruno Di Angelo, y luego López de Rojas), en que se advierte una inclusión de su propio entendimiento del diabolismo, más allá de los elementos luciferinos en la obra.

Estas ilustraciones, diseñadas por Bacon, no deben confundirse con aquellos grabados que registran las iniciales AT, de Aristide Torchia, siendo meramente un añadido a las ilustraciones, distinguiéndolas de los grabados auténticos firmados por Lucifer (LCF).
Como se indicó antes, Torchia imprime el libro, contando ya con las ilustraciones o grabados.
Más por otra parte, considerando otra línea argumental, si fuera el caso que el doctor Mirabilis (Roger Bacon) contribuyó con las ilustraciones a cierto cambio o adulteración en el texto, y con posibles agregados además en una transliteración al latín, se podría asociar esto a lo que plantea Frank Ripel, en cuanto que «De Tenebrarum Regis» fue adulterado.
En nuestra consideración personal, cuando el libro llega a manos de Roger Bacon, ya hacía tiempo que había sido muy retocado y manipulado, más continuó pasando luego por muchas manos, por lo que no se puede rechazar tampoco esta posibilidad, máxime considerando los vínculos de Bacon con la Iglesia.

Las comparaciones del personaje de Pérez Reverte, Aristide Torchia, con Giordano Bruno, ya han sido expuestas previamente, y una nueva clave asoma, considerando el linaje de brujos que se dice ambos pertenecían.

En un extraño texto que apareció en la internet, sin autor mencionado, «Las nueve puertas- Extractos-» encontramos lo siguiente respecto a la madre de Aristide Torchia:
«El pequeño Aristide quedó huérfano de madre a la temprana edad de 5 años, las causas de la muerte no están claramente determinadas en los documentos de la época. Su única biógrafa, la Baronesa Frida Ungern; sostiene, en contra de la opinión generalizada de los expertos, que Anna, su madre, no fue otra víctima de la Peste Negra, su destino tristemente resultó mucho más dramático. Fue la implacable persecución inquisitorial, la que la condujo a ser apresada y en consecuencia le provocó la muerte, tras la cruel tortura de “La Pera”, la
cual sus verdugos no tuvieron reparos en utilizar con ella, ni por el hecho de encontrarse encinta. Se la acusó de promiscuidad, de brujería y de haber fornicado con el diablo bajo la figura de un macho cabrío, en la última noche del mes de Abril, la noche tradicionalmente atribuida a los aquelarres.

Así figuran entre los numerosos documentos de la colección de la Baronesa Frida Ungern sobre un juicio por brujería realizado a una tal “Anna Torchia”, con la fecha del 25 de Mayo de 1.624.»

Tenemos por otro lado en la actualidad a Lori Bruno, bruja de linaje familiar, quien clama ser descendiente de Giordano Bruno, y a quien se refiere como practicante de Streghoneria, o la antigua práctica de brujería pre-cristiana en Italia.

Esta corriente de brujería, Streghoneria, estuvo en algún punto conectada a los misterios de Eleusis, que como sabemos eran Hiperbóreos en su origen, aunque su transmisión se interrumpió en el transcurso del tiempo.

Según el propio Aristide Torchia comenta, fue su padre quien lo preparó e inició para el encuentro con el «Maestro», Lucifer:
«Hace tiempo en mi mocedad, mi padre me
enseño el arte de hablar y comunicarme con mi señor,
las antiguas palabras de invocación fueron
transmitidas de su boca a mi oído y quedaron
grabadas muy adentro mío, hasta escribirse al fuego,
en mi propia alma. Cuando alcancé la edad justa y mi
sabiduría me había hecho rico y poderoso, el Maestro
acudió a mi casa, vino cual fraile barbudo y anciano
pero sus ojos refulgentes y sabios no podían engañar
a los míos, lo reconocí enseguida y haciéndome
levantar, pues ante su presencia me había
arrodillado, me entrego un viejo libro escrito de su
puño letra, cuyo título decía en grandes caracteres DELOMELANICON.
Durante años estudie este
sagrado y apreciado libro, regalo de mi más querido
Maestro, su lenguaje era tan arcaico que a veces, él
debía acudir en mi ayuda para iluminar las zonas
oscuras.»

(Retomaremos más adelante con un diferente ángulo de perspectiva o significado sobre este incidente, sin excluir el aquí mencionado).

Es decir que aquí se connota la transmisión del conocimiento oculto a través de un linaje familiar, que como ocurre a menudo, se pierde en el transcurso del tiempo, más aquí hay mención de Giordano Bruno como uno de los portadores de «Las nueve puertas», siendo suyas las palabras ya mencionadas del frontispicio de la obra, Sic Luceat Lux, «Así brille la luz» y «Cum superiorum privilegio veniaque».

Los frontispicios fueron de hecho se dice (Tanto en «De Tenebrarum Regis como en De Umbrarum Regni), obra de Giordano Bruno, así como los prefacios a modo de comentarios, intitulados «Las imágenes».

No obstante, si consideramos las frontispicios en «De Umbrarum Regni Novem Portis» y «Tenebrarum Regis Novem Portis», advertimos unas diferencias muy concretas en cuanto al árbol con la serpiente enroscada alrededor.

En el caso de «Tenebrarum Regis Novem Portis», las raíces del árbol se hallan hacia arriba, a diferencia del árbol normal, con la serpiente enroscada alrededor en tres vueltas y media.

El árbol invertido tiene un doble significado. Por un lado, el mundo como creación demiúrgica, en reflejo e imitación del mundo verdadero, se halla justamente «al revés», al ser precisamente «una sombra» del mundo real.

Y por otro lado, un árbol invertido, donde la copa, y por lo tanto sus frutos, se hallan hacia abajo, sugiere una invitación al descenso por el árbol.

Es decir, se está indicando aquí un viaje iniciático a través del árbol invertido, en orden descendente, a las profundidades y el abismo.

Tal como en la cosmogonía nórdica tenemos el Yggdrasil, y su reverso, el Heldrassil.

En el «Bhagavad Gita» Krishna también menciona en el capítulo quince un árbol representativo del mundo, con las raíces hacia arriba y sus ramas hacia abajo, el cual uno debe cortar con el arma del conocimiento y el desapego de todo lo material, siendo la ilusión de este mundo.

Citaremos textualmente unos slokas del Gita, sirviéndonos en este caso de la traducción de Swami Sivananda, y presentando cierta aclaración con la perspectiva de la Sabiduría Hiperbórea:

15.1: Se habla de un indestructible árbol baniano, con las raíces hacia
arriba y las ramas hacia abajo1, cuyas hojas son los himnos védicos. Aquel
que lo conoce, conoce los Vedas.

15.2: Sus ramas crecen hacia arriba y hacia abajo, nutridas por los Gunas,
los objetos de los sentidos son sus brotes; y abajo, sus raíces se expanden
dando lugar a la acción, en el mundo de los hombres.

15.3: Aquí, su forma no se conoce como tal, ni su fin, su origen o su base.
Tras cortar este árbol baniano, firmemente enraizado, con el hacha del
desapego…

15.4: … entonces uno debería buscar ese estado del cual no se regresa,
diciendo: “busco refugio en la Persona Primordial y antigua, de la cual
brota toda actividad”. (Es decir el propio espíritu infinito, del que ha surgido el Yo extraviado del Virya en este mundo).

Este árbol cósmico tiene también su correspondencia analógica a nivel microcósmico, donde el Virya desde la propia estructura psico-física debe orientarse, a fin de «ir más allá del árbol», es decir, trascenderlo, o lo que viene ser lo mismo, liberarse completamente del condicionamiento de anclaje del Yo perdido a esas envolturas burdas y sutiles nacimiento tras nacimiento en la rueda del Samsara.

En un nivel comparativo, «De Tenebrarum Regis Novem Portis» habla de tres raíces del árbol, en tanto que en una descripción análoga puránica, se nos dice que esas tres raíces son las tres gunas, o modalidades de la naturaleza material (Satva, Raja y Tama guna).

Desde ya, que también hay un poder serpentino propio (que va más allá de la kundalini), así como la serpiente enroscada en el árbol.

Y los «frutos del árbol» en la forma de chakras superiores y ocultos.

El propio cuerpo es así definido como un árbol, con siete capas en su corteza (piel, músculos, sangre, grasa, huesos, médula, y semen), ocho ramas (los ocho componentes materiales de tierra, agua, fuego, aire, éter, mente, inteligencia y ego falso), diez hojas (Diez clases de Prana, o aires vitales que circulan dentro del cuerpo), nueve huecos (representativos de nueve puertas, como ya se ha comentado antes, siendo, los ojos, los oídos, las fosas nasales, la boca, los genitales y el recto), y también respecto a los frutos se da un significado adicional, en cuanto los «frutos kármicos» de placer o sufrimiento, que se saborean en distintos tipos de sabores o «rasas», mediante los cinco sentidos de adquisición de conocimiento (los Jñanendriyas, o vista, audición, olfato, gusto y tacto).

Hay así, una correspondencia a nivel microcósmico y macrocósmico, debiendo el Virya valerse de los elementos con que se cuenta, para, cual pájaro que se halla en el árbol, partir vuelo y nunca más regresar.

«De Tenebrarum Regis Novem Portis», tuvo como ha referido Frank Ripel cierta adulteración, agregándole elementos de la Kabalah hebrea, por lo que Ripel refiere que se trataría de un viaje descendente sephirótico desde la corona del árbol (Kether), habiéndola previamente conquistado, hasta alcanzar la novena esfera y su apertura.

Pero los añadidos kabalistas están solapados con un contenido anterior, siendo mezclados ambos contenidos, y más que los Sephirot, la lectura del texto sugiere un viaje a través de los Qliphot, por lo que se aprecia según bien dice Frank Ripel, «un texto dentro de un texto».

En tanto que «De Umbrarum Regni Novem Portis» por otra parte, presenta en su frontispicio la imágen de un árbol normal, golpeado en su copa por el rayo de una nube, desgajándose parte de su fronda, y la serpiente está también enroscada, más aquí a modo de Ouroboros, en la parte inferior del árbol, y apuntando la cabeza hacia abajo. Con lo que el sendero descendente queda claramente indicado.

Y es en «De Umbrarum Regni Novem Portis», como traducción al latín del Delomelanicon, donde se menciona más específicamente a los Primigenios de que habla Lovecraft, como custodios o guardianes de las nueve puertas. Si bien ambos textos concuerdan en mencionar a Yog Sothoth como guardián de la segunda puerta.

En relación al árbol invertido, trae esto a colación también el tema de los Qliphot.

Acotemos aquí, que los Qliphot, como reverso del árbol de la vida, y comprendiendo el árbol de la muerte, son la manifestación del inconsciente demiúrgico, desde donde debido a la falta de atención directa del Demiurgo es posible estratégicamente abordarlo allí, con el recaudo de tampoco ser fagocitado por ese lado oscuro, ya que finalmente habrán de enfrentarse y resignarse las fuerzas tanto divinas como daemonicas, emergentes del árbol de la vida y del árbol de la muerte respectivamente, yendo más allá de ambos árboles, fuera de este mundo.

En tal sentido se contará en este viaje iniciático con la asistencia de los Antiguos o Primigenios, infiltrados en el mundo del Demiurgo, en su zona oscura o árbol de la muerte, quienes al Virya que demuestre valor y orientación luciferina, le franquearán el paso, hasta arribar a la novena puerta.

Recordando y siempre teniendo en cuenta que la secuencia de los nueve grabados no sigue necesariamente un orden numérico secuencial o lineal (1, 2, 3, 4….), sino que cada uno de ellos es una «puerta alquímica», y que combinados estos grabados apropiadamente se obtiene o alcanza el pasaje a través de la «novena puerta», analicemos entonces la causa del fracaso de Boris Balkan, según el film «La novena puerta».

Boris Balkan parece y cree haber descubierto la combinación alquímica de estos nueve componentes, como sigue:

«Viajar en silencio, por una ruta larga y tortuosa, desafiar las flechas de la desgracia y no temer ni a la soga ni al fuego, jugar el más grande de todos los juegos y ganar, sin escatimar ningún gasto, es burlarse de las vicisitudes del destino y obtener al fin la llave que abrirá la Novena Puerta.»

Cada una de estas declaraciones o sentencias es figurativa de una de las nueve puertas, correspondientes a los nueve grabados.

«Viajar en silencio» corresponde al primer grabado, en que aparece un caballero montado a caballo dirigiéndose a un castillo, donde de hecho el lema o leyenda que acompaña a la imagen (en el film) es «El silencio es oro».

En esta primera instancia, Boris Balkan parece comprender y aceptar el principio de todo ocultista, en cuanto mantener el secreto de los arcanos.

Como ya hemos visto, el grabado verdadero presenta tres torres y no cuatro como el falso. Más allá del evidente simbolismo del tres, tan presente en muchas historias y leyendas (tres pruebas, tres hermanos/as, tres preguntas, tres objetos mágicos, etc), el tres como número representa la síntesis o equilibrio entre los opuestos, y tradicionalmente se ha asociado a la perfección espiritual, en contraposición con el cuatro (las cuatro torres del grabado falso), que connotan la estructura cuaternaria de la materia (cuatro elementos, cuatro direcciones, cuatro edades, etc, percepción asimilada desde el inconsciente de la cuadrangularidad de esfera de sombra).

Y lo esencial a tomar aquí en cuenta, es que tanto el castillo del primer grabado, como el castillo del noveno, ambos tienen tres torres! Indicativo nuevamente de la clave del laberinto, en cuanto que su salida se halla en el mismo punto de entrada.

Ciertamente, el «punto Tau» o el Origen, el primer tetrarque o instancia laberíntica cuádruple en que surgió por primera vez un Yo perdido (como mirada refleja del Yo infinito), es el mismo «punto» hacia el que el Yo aislado y orientado debe arribar, en su senda a la liberación.

Tenemos entonces el tetrarque como representativo del laberinto, y por otra parte la salida del laberinto indicada por el tres.

Este primer grabado, desde un significado oblicuo remite a lo que en «El misterio de Belicena Villca» se menciona como «el cerro de los tres picos», allí donde Noyo Villca debía llevar la espada sabia de la Casa de Tharsis, con la piedra de Venus incrustada, en la caverna secreta.
Esta caverna secreta se trata obviamente de una plaza liberada o Arquémona, connotando por otro lado el castillo del primer grabado justamente una Arquémona.

Seguidamente Balkan hace referencia al cuarto grabado, cuando dice «por una ruta larga y tortuosa», indicativo del laberinto que este cuarto grabado presenta.

Por supuesto, pretendiendo tomar atajos (encomendándole a Corso toda la tarea), Balkan quedó atrapado en el laberinto, no hallando nunca la salida, cumpliéndose así la leyenda o máxima del cuarto grabado «La suerte no es igual para todos».

En el laberinto clásico de la mitología grieda, se debía enfrentar al Minotauro, que como sabemos representa al mismo Demiurgo, expresado en la misma esencia demiúrgica (la sombra) que acompaña siempre al Yo perdido del Virya.

El tercer grabado que menciona Balkan, coincide en este caso con el tercer grabado del grimorio, donde un viajero se dispone a cruzar un puente, y una figura angelical está apuntándole con una flecha desde arriba.

Recordemos que este «ángel exterminador» es muy similar según el film a la fisonomía de los hermanos Ceniza, quienes falsificaron el noveno grabado presente en los tres ejemplares.

Por lo que la leyenda del tercer grabado, «la palabra perdida guarda el secreto», hace alusión justamente a este grabado oculto o perdido («la palabra perdida» a modo de código), hecho que Balkan desconoce completamente (pese a su sospecha de alguna falsificación en su ejemplar, razón del trabajo de investigación que encomienda a Corso).

Y en función de este grabado, la interpretación de Balkan es «desafiar las flechas de la desgracia», lo cual ciertamente tiene su validez hasta cierto punto, pero no explica «la palabra perdida que guarda el secreto».

El ángel (o Cupido en el libro de Perez Reverte) tiene, según el tercer grabado verdadero, una flecha dispuesta a lanzar hacia abajo, y una flecha de repuesto en su carcaj, lo que connota la máxima del hermetismo «Como es arriba, así es abajo», o el principio de correspondencia mencionado en el Kybalión. Y siendo dos flechas idénticas la correspondencia aquí es con los gemelos Ceniza, quienes han sintetizado y trascendido los opuestos de la vida y la muerte, completamente transmutados. Es decir, son los hermanos Ceniza quienes guardan «la palabra perdida», el noveno grabado auténtico.

El cuarto grabado que aparece en la secuencia de Balkan es el sexto de «Las nueve puertas», donde aparece el colgado cabeza abajo, apareciendo una espada llameante de un ventanuco.

Balkan ha interpretado esta figura como «Y no temáis ni a la soga ni al fuego».

Más la leyenda del sexto grabado es «Me enriquezco con la muerte», entendiéndolo como ya se ha mencionado, en un sentido iniciático, lo cual connota un mayor alcance o profundidad que meramente ir más allá de una prueba de soga o fuego como interpreta Balkan.

De hecho, cuando al final Balkan pretende ser invulnerable al fuego, se demuestra su torpeza en la interpretación correcta de los grabados, muriendo abrazado por las llamas, y con un tiro de gracia de Corso.

Luego aparece el séptimo grabado (que en la secuencia de Balkan es el quinto), jugando un rey y un plebeyo al ajedrez, con dos perros de fondo, blanco y negro, enfrentados a la luz de la luna que se aprecia por una ventana.

Balkan meramente asumió su participación en toda esta historia como «Jugar al más grande de los juegos», más no cumplió la máxima del séptimo grabado, «El discípulo supera al maestro», superando Corso por el contrario a Balkan, al que da «jaque mate», obteniendo el resultado último, o la novena puerta.

El sexto grabado en la secuencia de Balkan, corresponde al quinto de «Las nueve puertas», donde se representa un hombre contando las monedas, con la muerte detrás de el con la horca, y un reloj de arena marcando el tiempo.

El grabado dice «En vano», indicando justamente la ilusión de quien se pierde en esos logros mundanos, sin orientación gnóstica. Más Boris Balkan lo ha interpretado precisamente al revés, como «ganar, sin escatimar ningún gasto».

Como ya se mencionó, Balkan pretendió «ganar», meramente a base de dinero, pagando una considerable suma a Corso, sin toda la trayectoria iniciática necesaria.

Balkan cita posteriormente el octavo grabado (y el séptimo en la secuencia que enumera), que tiene como leyenda «La virtud yace vencida», apareciendo en el film la imagen de un hombre con apariencia de monje arrodillado, a punto de ser abatido por su verdugo, el cual lleva curiosamente un halo sobre su cabeza.

La «rueda de la fortuna» en el fondo de esta imagen, como ya se ha podido comprobar no parece favorecer a Balkan, dada su pretensión de haber transgredido todo para el logro de sus fines. Por lo que su mención de este grabado como «burlarse de las vicisitudes del destino» tampoco resultó apropiado, y debido justamente a la falta de orientación gnóstica.

A diferencia de la novela de Pérez Reverte, donde el verdugo lleva una espada, aquí (al igual que en la versión expuesta por Frank Ripel) lleva un garrote o maza, un «morningstern», que significa en sueco, «estrella de la mañana». Es decir, Lucifer!

Con lo que se está también connotando la instancia, de digamos un «golpe iniciático luciferino».

Más si nos atuviéramos a la imagen original de «El club Dumas», del verdugo con la espada sobre la doncella (representativa en este contexto de la virtud), puede asimismo connotarse la «decapitación iniciática» efectuada por la Diosa Kali en el iniciado.

La Devi, portando una espada o daga, secciona la cabeza del adepto. La garganta cortada por la Diosa activa y acelera el poder contenido en el Vishudha chakra allí localizado. Chakra graficado con dieciséis pétalos, y representativo de las trece más tres runas.

La cabeza cortada, en el área donde se une la vertebra superior de la columna con el occipital del cráneo, permite así iniciáticamente liberar el poder reptílico del paleoencéfalo o cerebro reptil.

Parafraseando a Nimrod de Rosario, como bien lo refiere el profesor Herrou Aragón, «En nosotros no sube una serpiente, sube un lagarto». Y bien el lagarto no deja de ser una expresión ofídica más completa de la serpiente, con patas.

Así, este poder despertado y activado, puede ser liberado mediante la instancia iniciática en que se dice la Diosa decapita al adepto.

Como octava secuencia de las enumeradas por Balkan, cita el segundo grabado, donde aparece el ermitaño y el perro, con la leyenda «Abren lo cerrado», interpretado por Balkan como «Obten por fin la llave».

Más dado que Balkan ha fallado en las instancias previas, se entiende que no puede obtener la «llave que abra la puerta».

Y notemos que en el grabado hay dos llaves en la mano del ermitaño, que se pueden apreciar o entender como una llave de oro y una de plata. Y una sola de las llaves abre la puerta. Balkan ha quedado cegado por el brillo externo o «esplendor» del poder que perseguía obtener, y de la riqueza que manejaba, por lo que tenía en su poder «la llave de oro», más no pudo acceder a la iniciática «llave de plata», tan cara en los libros de H.P Lovecraft.

Finalmente Balkan menciona el noveno grabado, la novena puerta (ya que independientemente del orden o secuencia de los anteriores grabados, se debe culminar en la novena puerta), con la mujer cabalgando el dragón de siete cabezas, y el castillo detrás, teniendo la leyenda «Ahora sé que de la oscuridad viene la luz».

Se trata no de la ilusoria luz de este mundo, sino de la luz de Lucifer, oculta en lo que se percibe como abismalmente oscuro desde este mundo.

Y el noveno grabado verdadero también se halla oculto aquí, tras tres versiones distintas. Ya que uno de los grabados falsos muestra la escena, sin hallarse el castillo en llamas, y firmado por A.T.

En otra versión, también falsa, aparece firmado por Lucifer con el castillo en llamas, más es la tercer figura, la que tenían los hermanos Ceniza, la verdadera.

Como veremos posteriormente, todavía hay más versiones del noveno grabado, pero centrémonos ahora en la que disponían ocultamente los hermanos Ceniza, la auténtica.

Aquí aparece en la lámina la estrella de ocho puntas, representativa de Venus, emblema de la Diosa sumeria Ishtar, quien en su descenso al inframundo atraviesa siete puertas o instancias.

Por lo que todo esto conecta con el viaje iniciático a las profundidades, el cruce del abismo, para resurgir transmutado.

Balkan culmina su recitación diciendo «eso abrirá la novena puerta», y al igual que su fracaso en obtener la llave iniciática apropiada, tampoco se abrirá para el la última y novena puerta.

Este viaje iniciático a las profundidades del submundo aparece mencionado en muchos mitos y tradiciones. Desde Gilgamesh en busca del secreto de la inmortalidad, Orfeo en busca de su a-mada Euridice, Deméter en busca de Perséfone, Quetzalcoatl que desciende al Mictlán, o los ejemplos de Ishtar, Odín, Dioniso, etc.

Y siempre encontramos a la serpiente o dragón en relación con el inframundo, sea como guardián o custodio de un tesoro, o del secreto último, siempre este en relación con la sabiduría y la inmortalidad.

En una relación de correspondencia a microescala con el Virya, tenemos también el dragón o reptil encerrado en las profundidades de la psique que debe ser despertado.

Ahora bien, son obviamente variadas las descripciones del inframundo según los distintos mitos, pero resulta interesante por ej. que en la cosmogonía maya, el inframundo se representa como una pirámide invertida con nueve niveles. De igual modo que su análogo correspondiente mexica, el Mictlán, también dividido en nueve niveles, en el último de los cuales se hallan el Dios y la Diosa del inframundo, Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, Dioses de la muerte, que comprenden un profundo sentido iniciático ya mencionado.

Este tránsito iniciático del inframundo en nueve niveles, se corresponde por supuesto con las nueve puertas.

Encontramos así un paradigma de nueve niveles referente al inframundo, muy anterior al ya adaptado paradigma cristiano de Dante en «La divina comedia», donde de hecho se mantienen nueve círculos del infernus.

Se trata ciertamente de un proceso alquímico, donde a base de los tres componentes principales (azufre, sal y mercurio) se obtienen nueve combinaciones en prosecución de la consecución de la obra alquímica o Magnum Opus.

Ciertamente, en el proceso de la alquimia, aunque distintos textos enumeran diferente número de etapas en como se realiza el Magnum Opus, a veces siete, o incluso doce, también se han considerado nueve etapas o secuencias, que enumeramos a continuación:
Calcinación, disolución, separación, conjunción, putrefacción, solidificación, cibación, sublimación, y proyección.


Se podría argumentar que el proceso completo se sintetiza en doce y no en nueve etapas. Más el doce remite numerológicamente al tres, sumando sus dígitos, cifra que considerando la fórmula hermética «tres veces tres» (es decir el refinamiento en la obra) nos da nueve.

En su obra «El misterio de las catedrales», Fulcanelli menciona un proceso alquímico que comprende nueve etapas o niveles, en su estudio y análisis de los aspectos herméticos ocultos en la catedral de Notre Dame.

Como bien sabemos, por un lado la Iglesia como vertiente sinárquica, ha buscado siempre acaparar el conocimiento oculto en provecho propio, y así lo han retratado en algunas de sus representaciones artísticas, en forma velada para el entendimiento del vulgo, a la vez que paralelamente, y a través de la historia, siempre hubo una corriente de iniciados en el conocimiento luciferino gnóstico, que burlando el control eclesiástico, también lograron plasmar en algunas obras otro tipo de mensaje, y asimismo cifrado en código.

Teniendo en cuenta lo precedente, atendamos a este comentario que hace Fulcanelli casi al comienzo de la obra citada:

«Franqueemos la verja y empecemos el estudio de la
fachada por el gran pórtico, llamado pórtico central o del
Juicio.
El pilar central, que separa en dos el vano de la entrada,
ofrece una serie de representaciones alegóricas de las
ciencias medievales. De cara a la plaza —y en el lugar de
honor—, aparece la alquimia representada por una mujer
cuya frente toca las nubes. Sentada en un trono, lleva un
cetro —símbolo de soberanía— en la mano izquierda,
mientras sostiene dos libros con la derecha, uno cerrado
(esoterismo) y el otro abierto (exoterismo). Entre sus rodillas
y apoyada sobre su pecho, yérguese la escala de nueve
peldaños —scala philosophorum—, jeroglífico de la paciencia
que deben tener sus fieles en el curso de las nueve
operaciones sucesivas de la labor hermética»

Por supuesto, dado que Fulcanelli ha hecho este conocimiento en forma pública, las escuelas y sectas sinárquicas, tales como órdenes masónicas, algunos rosacruces, etc, como ocurre en estos casos, han pretendido sacar provecho personal, interpretando por ej. la «scala philosophorum» como la escala masónica, etc. Todos tapasignos que se deben perforar, si uno busca arribar a la verdad gnóstica original, Hiperbórea.

Giordano Bruno (en quien se basó como ya sabemos el personaje de Aristide Torchia) escribió en su libro «De Umbris Idearum» conceptos algo similares a lo expuesto en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea», en cuanto al reflejo de los arquetipos, expresándolo Giordano Bruno con otra terminología, como «sombras de las ideas». Es decir, de lo arquetípico o creado, a la idea pura, o lo original increado.

Y allí también se refiere a nueve escalones, que es análogo en este contexto a las nueve puertas, camuflándolo con otros conceptos, dado el contexto peligroso de la época en que escribía, que de hecho le costó la vida en la hoguera a manos de la Inquisición. Y bien, Giordano Bruno dice lo siguiente en cuestión:

» Plotino considero que la escala por la que se asciende al principio consta de siete
peldaños —a los que nosotros añadimos dos más—. El primero de ellos consiste
en la purificación del animo; el segundo, en la atención; el tercero, en la intención; el
cuarto, en la contemplación del orden; el quinto, en la comparación proporcional a
partir del orden; el sexto, en la negación o la separación; el séptimo, en el deseo; el
octavo, en la transformación de sí mismo en la cosa; el noveno, en la transformación
de la cosa en sí mismo. De esta manera se permitirá el ingreso, el acceso y la entrada de las sombras a las ideas.»

Prosiguiendo con el análisis de los nueve grabados, la flecha del grabado número tres tiene además otro significado además de los ya expuestos, y representa en términos alquímicos el Alkahest o «disolvente mercurial», necesario para la disolución de agregados ilusorios en la mutación alquímica.

De igual modo el grabado ocho, donde un verdugo está a punto de decapitar a una doncella (versión del octavo grabado en «El club Dumas), más allá de los significados previamente apuntados, representa aquí esa decapitación la etapa de disolución conducente a la putrefacción. Es decir el Nigredo o «muerte mística», que puede estar antes o después en la Gran Obra, pero aparece como el grabado ocho, es decir inmediatamente anterior al noveno y último, destacándose así que es una etapa esencial antes de abrir y atravesar la novena puerta.

En la novela de Pérez Reverte, se comenta lo siguiente en relación a la clave última de las nueve puertas:

«Nueve láminas, o nueve puertas -de nuevo lo cubrió la sombra
como un antifaz-. Que no pueden abrirse para cualquiera… Cada puerta
tiene dos llaves, cada lámina proporciona un número, un elemento
mágico y una palabra clave, si todo se estudia a la luz de la razón, de
la cábala, del arte oculto, de la verdadera filosofía… Del latín y sus
combinaciones con el griego y el hebreo -le mostró a Corso una hoja
de papel llena de signos y extrañas correspondencias-. Échele una
ojeada, si quiere. Usted jamás lo entendería»

Como se verá posteriormente, según lo consignado en la traducción del Delomelanicon al latín, «De Tenebrarum Regis Novem Portis», cada puerta tiene no una sino dos claves/llaves, como bien dice aquí Pérez Reverte por boca de Varo Borja.

Luego, se dice que cada lámina proporciona un número, un elemento mágico y una palabra clave. Y a este punto es conveniente recordar la máxima que aparece en la lámina o grabado tres: «La palabra perdida guarda el secreto»…

Dado que se está señalando hacia la novena puerta, la clave es precisamente esa, o «novem». Más la falla de Balkan, debido lamentablemente a las interpolaciones y retoques de kabalistas, fue interpretar una combinación del latín con el griego y el hebreo.

En efecto Teth es la novena letra en el alfabeto hebreo, y Ennea también significa «los nueve» en latín. Más no se ha identificado el origen etimológico de Oded en cuanto un significado numérico relativo al nueve.

Tan solo acotemos aquí que Ob y Od son dos fuerzas ofídicas, una pasiva, como la recepción de la luz astral por parte de las pitonisas (nombre derivado de la serpiente Pitón), y una fuerza activa, en cuanto la voluntad consciente del brujo o teúrgo, que aquí se insinúa orientada o focalizada en la síntesis alquímica y gnóstica, dando así paso a través de la última puerta.

Según refiere Frank Ripel en su introducción a su versión del Delomelanicon, algunas de las nueve láminas originales presentan diferencias con respecto a las que se han expuesto luego en «El club Dumas» y en el film «La novena puerta». Y así también respecto a la versión de las nueve puertas traducida por Bruno di Angelo del latín al italiano.

Comentaremos solamente aquí sobre aquellos grabados que presentan diferencia con relación a los conocidos y ya comentados.

Así, la primera lámina presentaría originalmente según Ripel, ambos lemas o máximas: «Nadie llega aquí si no ha luchado según la ley» (traducido de esta forma por Ripel) y «El silencio es oro», que no aparece en «El club Dumas» de Pérez Reverte, pero sí en el film de Polanski.

En la séptima lámina, a diferencia de la versión expuesta por Pérez Reverte, donde el tablero de ajedrez es negro (y con lo que nosotros coincidimos), y la versión de Polanski en el film, con un tablero de ajedrez de color blanco, según Ripel la lámina original presentaría casillas tanto blancas como negras, como en cualquier tablero conocido de ajedrez, indicando así la confrontación desde la dualidad, aspecto también ya comentado en este grabado con relación a los perros blanco y negro peleando entre sí.

En la novena lámina, el castillo no se halla en llamas, y el dragón tiene ocho cabezas, no siete, estando ausente la estrella de ocho puntas.

Desde ya, se podría aducir que Aristide Torchia cambió el noveno grabado auténtico, del dragón con ocho cabezas, reemplazándolo por el dragón de siete cabezas. Y a esta altura ya no sería sorprendente. Más acotemos aquí el significado esotérico del dragón de ocho cabezas.

Puede en cuestión referirse que en la senda draconiana, siendo el dragón la figura emblemática de quien ha ya conquistado el Vril, cuando se logra este nivel, se ha superado la resignación y dominio de los siete chakras con su poder ofídico, yendo más allá, hacia el infinito (representado por el ocho en las cabezas del dragón), encarnando o asumiendo plenamente el Vril o poder procedente de su pareja original, la Diosa Serpiente. Con lo que esa luminaria venusina de ocho puntas y representativa de la Diosa que aparece en otras versiones del noveno grabado, aquí se indica ya ha sido integrada debido a la re-unión de El-Ella. Manifestando así ese poder luciferino-venusino «óctuple» o infinito de Ella, en El mismo como Dragón con ocho cabezas, y cabalgando Ella sobre El.

Recordemos a este punto la simbología Hiperbórea del ocho, como en el pulpo y la araña, y también mitos donde matrices extremadamente oblicuas expresan el poder gnóstico luciferino, en que el iniciado «cabalga» hacia el Origen y el Selbst, como el Peunoc (Pegaso Unicornio Octópodo).

También nos recuerda interesantemente a Sleipnir, el caballo de Odin de ocho patas.

Notemos que aquí desde un significado extremadamente oblicuo que connota el 8, se busca ir al infinito y más allá, instancia figurada como ahora sabemos por el cruce de la novena puerta. (Es decir, ir más allá del infinito, representado por el 8, indica acceder al 9, figurado aquí como la novena puerta)

Interesantemente a diferencia del film, y de las versiones que circulan respecto a las nueve puertas, en «El club Dumas» los grabados firmados por Lucifer no llevan la firma «LCF» sino «LF». Lo cual tiene mayor significado, ya que en LF podemos leer una contracción de Lucifer más apropiadamente que en LCF.

No obstante, en relación a algunas láminas que a veces se encuentran de algunos grabados con la firma LF, hay quien también ha interpretado (y muy probablemente así sea) que se trataría de cierta modificación adrede, hecha a la versión de Aristide Torchia.

Se ha sugerido que Pérez Reverte habría incluido en su obra el monograma LF en vez de LCF, como medio de ocultar cierto misterio o secreto para el no iniciado, en tanto otros dicen que fue una clase de error u omisión.

Con lo que en la identificación de los nueve grabados auténticos, tendríamos ya no dos sino tres firmas! AT, LF y LCF como monogramas. Esto cobra especial importancia, ya que tenemos entonces una tríada de firmas identificatorias de los grabados, que es entre las que se resuelve el misterio, teniendo en cuenta la alta significancia que las tríadas tienen en el esoterismo.

Y acotemos que se encuentran a veces imágenes relativas a los nueve grabados con la firma LF, distintas de las presentadas por Pérez Reverte, concordando en algunos casos con la versión AT, y otras veces coincidiendo con las firmadas como LCF.

Así, hay una versión LF del primer grabado, que tiene tres torres, coincidiendo con la versión LCF.

En la segunda lámina, el ermitaño sostiene las llaves en la mano izquierda tanto en la versión LF como LCF, difiriendo de la versión falsa de AT, que sostiene las llaves en la mano derecha.
En la tercera lámina de la versión LF, la figura del arquero difiere de las versiones AT y LCF, ya que tiene una apariencia de hombre mayor, similar a la de los hermanos Ceniza y no un rostro similar al de Cupido, y además, a diferencia de la versión LCF, no alberga una flecha de reserva en su carcaj.

Por supuesto tenemos también la versión que presenta Pérez Reverte, donde el arquero tiene una apariencia similar a Cupido, con una flecha de respuesto en su carcaj, siendo firmado el grabado por LF.

Prestando atención a esta imagen, se advierte que en realidad el arquero no está todavía apuntando hacia el viajero deambulante, sino hacia el puente al que se dirige el viajero, exponiéndose así a su flecha al cruzar el puente.

Más el grabado auténtico presenta dos flechas, una en el arco, y otra de reserva, lo que puede también sugerir que habrá más de un peligro al acecho, o quizá una flecha de repuesto reservada para alguien más que busque cruzar el puente, y por supuesto se connota el tema de los gemelos (flechas gemelas), que remite por un lado a los hermanos Ceniza (en algunas versiones de este tercer grabado, como hemos visto, el arquero tiene la apariencia de uno de ellos), y por otro lado sugiere la dualidad de opuestos (aspectos «gemelos» de este mundo) que se debe superar y trascender.

En la cuarta lámina se aprecia que la versión de LF coincide con la de LCF, teniendo salida el laberinto, a diferencia del laberinto cerrado de la versión AT.

Observando la figura del laberinto, se advierte que el corredor que lleva a la salida está rodeado de otros corredores circundantes cerrados. De modo qué, ¿cómo se puede desde la entrada del laberinto llegar a la salida?

La clave evidentemente está en los dados, y los números de sus caras salientes (1, 2 y 3), que suman 6, siendo tres dados, por lo que se connota el 666.

Debe haber por consiguiente cierta orientación interna con relación a esta cifra y su significado oculto, para arribar a la salida del laberinto.

Desde ya que el «bufón» de nuestro cuarto grabado se ríe frente a la «imposibilidad fáctica» de salir del laberinto, ya que irá más allá de los designios del mero azar, o «la forma como pueden caer los dados», dando una u otra posibilidad, ya que posee la clave oculta que le conducirá a la salida.

En la quinta lámina, coinciden extrañamente las versiones AT y cierta versión LF, con el reloj de arena comenzando a fluir, en tanto que en la auténtica lámina de la versión LCF, el reloj ha completado su volcado de arena, al igual que en la versión LF de Pérez Reverte.

De igual modo coinciden también las versiones LF y LCF en el sexto grabado, estando el colgado sujeto desde su pierna derecha, en tanto que en la versión AT, se halla sujeto de la pierna izquierda.

Para quienes seguramente hayan advertido las similitudes de estas figuras de los nueve grabados con ciertos diseños del tarot, según lo ideado por el dibujante Francisco Solé, observemos que en el tarot Rider White, el colgado se halla sujeto de la pierna derecha, y en el tarot de Marsella, de la pierna izquierda.

En la imagen del séptimo grabado, si bien en nuestra consideración sostenemos que el grabado con tablero de ajedrez negro es el verdadero, como bien consta en «El club Dumas» (versión LF), también aparecen (seguramente como desorientación deliberada) imágenes del tablero negro de ajedrez firmadas por AT, en tanto la imagen del tablero blanco a veces aparece firmada por LF (y en otras ocasiones por LCF, como en el film de Polanski), mientras que en la versión presentada por Frank Ripel aparece un tablero de casillas blancas y negras, firmado por LCF.

De recordarse a este punto nuevamente, que en «El club Dumas» Pérez Reverte cataloga o identifica los grabados verdaderos, firmados por LF. Firma que también aparece en los nueve grabados procedentes de otras fuentes, con diferencias a los grabados expuestos por Pérez Reverte.

Y asimismo se encuentran a menudo imágenes de grabados sin firma!

No resulta extraño encontrar más diferencias de las apuntadas, dependiendo de la versión de «Las nueve puertas», y el grado de orientación gnóstica del ocultista tras la versión del libro y trabajo artístico en cuestión.

En la imagen del octavo grabado, como se ha mencionado ya previamente, el verdugo no tiene un halo sobre su cabeza acorde a las versiones AT. Pero tampoco lo tiene en cierta versión LF, aunque el verdugo es de mayor edad, y la víctima un hombre con apariencia de monje, a diferencia de la doncella que aparece en otras versiones distintas, tanto AT, LF como LCF.

Más en la versión LCF, además de la doncella, el verdugo tiene el halo alrededor de la cabeza, punto también ya comentado. Esta versión es concordante con la LF que aparece en «El club Dumas». Teniendo así dos versiones LF y una LCF del octavo grabado.

En la versión en que es un hombre arrodillado quien está a punto de ser abatido (no por una espada, sino con una maza), el verdugo, similarmente al grabado tres, también tiene rasgos muy específicos en su rostro, aludiendo quizá asimismo a algún personaje de ese contexto histórico.

Así, hemos comentado y constatado láminas de grabados verdaderos y falsos, identificados a veces como auténticos por la firma que remite a Lucifer, cuestión que también se complica, cuando se presentan por ej. dos versiones del noveno grabado con la firma LCF, o cuando uno duda entre LF y LCF como el registro firmado por Lucifer.

Sugerimos aquí que el Virya, independientemente de los monogramas de firmas, y esto resulta también válido en otras instancias, apele a la propia Minne en la dilucidación y orientación frente a esta clase de disyuntivas.

Ya que falsificaciones pueden haber muchas, pero con el discernimiento gnóstico Hiperbóreo, aplicando el principio del cerco, y «escuchando desde la sangre», se puede obtener la orientación requerida de qué es verdadero y qué es falso.

Así, también se encuentran distintas láminas del noveno grabado con estas tres firmas (AT, LF y LCF) y diferencias entre sí, llegando a encontrar hasta cinco versiones diferentes.
Más allá de la lámina firmada por AT, con el castillo en llamas, y una mano de la mujer sosteniendo el libro, en tanto su otra mano señalando hacia el castillo incendiado, también aparece otra versión, con un castillo diferente, igualmente en llamas, la mujer sosteniendo el libro en una de sus manos, y la otra apoyada sobre el dragón, teniendo una media luna sobre su vientre, y apreciándose claramente un collar en su cuello, firmada por LF.

La medialuna sobre el vientre está ocultando la «novena puerta» en la mujer, a la vez que señala la relevancia de los Kalas lunares.

La apariencia diferente del castillo, o bien sugiere un castillo y lugar concreto de la época, o bien esotéricamente se está indicando la desorientación a que se puede llegar en un «castillo vulnerable», donde la arquémona sea vulnerada, incendiándose así el castillo.

Por supuesto el fuego aquí tiene también otro simbolismo ya comentado previamente, con relación al Maithuna.

Luego, la figura ya mencionada, y avalada por Frank Ripel, de la mujer con la mano alzada señalando la octava cabeza del dragón, cabeza que también mira hacia ella, y su otra mano sosteniendo el libro, firmada por LCF.

Esta figura no tiene a diferencia de otras un resplandor en el castillo, si bien el fondo del dibujo podría interpretarse como una clase de radiación lumínica.

E igualmente tenemos una versión muy similar, pero con un dragón de siete cabezas, sin firma que identifique su posible autoría, y la mano alzada de la mujer señalando hacia el castillo, sosteniendo también el libro en su otra mano.

Por último, la versión utilizada por Polanski en su film, con una escena nocturna, y la estrella de ocho puntas que emana del castillo, haciendo la mujer con una mano el signo del cornuto frente al dragón (representación clásica de «la bestia»), en tanto su otra mano porta el Delomelanicon.

Todas estas distintas versiones tienen en común que la mujer siempre sostiene un libro en una de sus manos, en tanto su otra mano señala o bien hacia el castillo, o bien hacia el dragón (y hay desde ya una equivalencia entre la arquémona del castillo, y el poder del dragón), o bien apoyando su mano sobre el lomo del dragón.

Tenemos así, según se ha constatado, cinco versiones diferentes, y creemos a esta altura haber aportado suficientes elementos de orientación para el Virya pueda desde su propia sangre dilucidar y comprender el misterio.

En su libro «Las moradas filosofales», Fulcanelli dedica todo un capítulo al castillo de Dampierre, el cual presenta en su galería alta varias representaciones artísticas y figuras, acompañadas de máximas, algunas de las cuales son, o bien idénticas o muy similares a las utilizadas por Pérez Reverte en «El club Dumas».

Independientemente del carácter esotérico de filiación druida de Fulcanelli, su obra aporta valiosas claves, bien sea en forma directa, o a modo de tapasignos que el Virya debe resignar y atravesar, por lo que aquí citaremos parcialmente algunos de sus comentarios, siempre en relación al tema de las nueve puertas (conteniendo el castillo de Dampierre algunos de sus secretos), y haciendo las necesarias aclaraciones cuando así sea considerado necesario.

Tenemos entonces en la galería de este castillo del siglo XVI, idénticas o muy similares inscripciones a modo de epígrafes también en latín, aunque en referencia a otras imágenes distintas de las que conocemos de las nueve puertas.

El capítulo del libro se titula «El maravilloso grimorio del castillo de Dampierre», y entre varias otras inscripciones, aparecen las siguientes, que citaremos dando también las referencias del artesón y serie de la galería a que corresponden.

«La suerte no es igual para todos»(artesón 1 de la primera serie), «El oro abre las puertas cerradas» -entendiendo en el contexto de que habla Fulcanelli, el «oro alquímico», más que el metal oro- (artesón 2 de la primera serie), «Es superior el discípulo al maestro?» (artesón 1 de la tercera serie), «La muerte es lucro para mi» (artesón 2 de la cuarta serie), «La luz brilla en las tinieblas» (artesón 6 de la cuarta serie), «Nadie lo obtendrá si no cumple las leyes del combate» (artesón 2 de la quinta serie), «La virtud yace vencida» (artesón 6 de la quinta serie), «En vano» (artesón 9 de la séptima serie).

El lector habrá podido aquí reconocer, en distinto orden, las referencias a los grabados uno, dos, cuatro, cinco, seis siete, ocho y nueve de las nueve puertas.

Además, en el artesón 4 de la segunda serie, aparece la leyenda o epígrafe de los frontispicios, «Sic Luceat Lux», o «Que así brille la luz», más con cierta palabra añadida, modificando o cambiando el sentido, siendo entonces: SIC.LVCEAT.LVX.VESTRA, y significando «Qué así brille vuestra luz».

Respecto a la leyenda citada «El oro abre las puertas cerradas», tenemos un doble significado. Por un lado, lo ya mencionado del oro en un sentido alquímico, es decir la concreción del Magnum Opus, o trabajo alquímico. Más también, contrastándolo con la máxima de las nueve puertas correspondiente al segundo grabado, «Abren lo cerrado», es la llave de plata y no la de oro la que «abre la puerta» o «abre lo cerrado».

Bien podría considerarse la máxima citada por Fulcanelli como un tapasigno que oculta y desorienta en cuanto acceder a la iniciática llave de plata. Y no sería sorprendente considerando el nexo druida de Fulcanelli, exponiendo y manteniendo algunas claves, en combinación con otras «claves» que no son tales sino tapasignos de las verdaderas. Todo un sistema esotérico por supuesto funcional a la sinarquía desde el ámbito esotérico.

Sin excluir o descartar aquí el primer significado apuntado, manteniendo así un doble sentido oculto.

Si tomamos en cuenta la referencia dada por Frank Ripel, que el texto en latín (donde hallamos los nueve grabados) «De Tenebrarum Regis Novem Portis» fue adulterado debido a un nuevo paradigma desarrollado por kabalistas hebreos, entonces la presencia de la letra hebrea Teth en el segundo grabado (la novena letra del alfabeto hebreo de hecho, y con valor numérico de 9), aporta la clave de lo que se ha querido ocultar con relación a las llaves, siendo como dice el texto «De Tenebrarum», «las dos llaves abren lo que Teth ha cerrado».
Más lo que aquí desorienta (y quizá deliberadamente, como interpolación añadida), es que no son las dos llaves la que abren la puerta, sino la llave de plata!

En el paradigma demiúrgico cristiano, las llaves de San Pedro son una de oro y una de plata, teniendo poder la llave de plata en lo terrenal, y la de oro en lo celestial.

Más, invirtiendo los roles, dada la tergiversación demiúrgica, es precisamente la llave de plata la que permite acceder fuera de lo terrenal, en tanto la llave de oro concierne a este mundo.

Resulta así dilucidado que es mediante «la llave de plata» como se puede avanzar en la senda de las nueve puertas.

Desde la alquimia demiúrgica, el plomo (Pasú) debe transformarse en oro (entelequia demiúrgica), estando asociado el metal oro a lo solar, y a partir de allí con el sistema Kalachakra de los Siddhas traidores.

En tanto que la plata, está alquímicamente vinculada con la luna, la cual no posee anclaje en el circuito de la Kalachakra (Tierra-sol), y connota además los Kalas lunares, con los que se trabaja en la senda del Kaula.

Y con relación al epígrafe o leyenda del cuarto grabado, «La suerte/azar no es igual para todos», notemos que el término en latín que cita Fulcanelli es Sor o suerte: SOR.NON.OMNIBVS.AEQVE., En tanto que en «De Tenebrarum Regis» se dice For, indicando Fortuna: FOR. N.N OMN. A.QUE.

Con lo que aquí, más allá de la mera suerte o azar, un significado más preciso sería el de la fortuna o incluso destino, que no es igual para todos, y en el caso del gnóstico orientado, ya no depende del designio demiúrgico, sino que el mismo genera su propio destino/fortuna.

También recordemos el siguiente extracto hacia el final de «El club Dumas», declaración hecha por Varo Borja:

«-Serpens aut draco qui caudam devoravit -Varo Borja le sonrió
al vacío, limpiándose la boca con el dorso de la mano; un rastro oscuro
quedó en éste y en su mejilla izquierda-… Ellos custodian los tesoros:
árbol de la sabiduría en el Paraíso, manzanas de las Hespérides, Vellocino
de Oro… -hablaba enajenado, ausente, describiendo un sueño
desde el interior-. Son esas serpientes o dragones que los antiguos
egipcios pintaban formando círculo, mordiéndose la cola para indicar
que procedían de una misma cosa y se bastaban a sí mismas… Guardianes
insomnes, orgullosos y sabios; dragones herméticos que matan
al indigno y sólo se dejan seducir por quien ha combatido de acuerdo
con las reglas. Guardianes de la palabra perdida: la fórmula mágica
que abre los ojos y permite ser igual a Dios.»

Ahora comparemos con el siguiente extracto, algo más extenso, de «Las moradas filosofales» de Fulcanelli:

«Contempla bien esos dos dragones -nos dice el adepto-, pues son los verdaderos principios de la sabiduría que los sabios no han osado mostrar a sus propios hijos. El que está debajo, sin alas, es el fijo o macho, y el de encima, es el volátil o bien la hembra negra y oscura4 que dominará durante muchos meses. El primero es llamado azufre o bien calidez y sequedad, y el último, azogue o frigidez y humedad. Son el Sol y la Luna, de fuente mercurial y origen
sulfuroso que, por el fuego continuo, se ornan con adornos reales para vencer, estando
unidos, y luego cambiados en quintaesencia, toda cosa metálica sólida, dura y fuerte.
Son esas serpientes y dragones que los antiguos egipcios pintaron formando un
círculo, mordiéndose la cola para señalar que habían salido de una misma cosa y que
se bastaba a sí misma, y que se completaba en su contorno y circulación. Son esos
dragones que los poetas antiguos colocaron como guardianes insomnes de las doradas
manzanas de los jardines de las vírgenes Hespérides. Son aquellos sobre los que
Jasón, en la aventura del Vellocino de Oro, vertió el jugo preparado por la bella
Medea; de cuyos discursos están tan llenos los libros de los filósofos, que ninguno de
éstos ha existido que no haya escrito sobre el tema, desde el verídico Hermes
Trimegisto, Orfeo, Pitágoras, Artefio, Morieno y los que les siguen hasta mí.»

«-Serpens aut draco qui caudam devoravit » aparece también mencionado, y más de una vez, en «Las moradas filosofales» de Fulcanelli.

Resulta evidente que Pérez Reverte advirtió parte de la tradición oculta de las nueve puertas en la obra de Fulcanelli, lo cual nos autoriza a citar otras reproducciones artísticas y sus leyendas en latín, que también aparecen en la galería del castillo de Dampierre, concretamente con relación a la serpiente, que también podrían haber sido utilizadas para las ilustraciones de las nueve puertas:

«La efigie de la serpiente ouroboros se levanta en el capitel de una elegante columna. Este curioso bajo relieve se distingue por el siguiente axioma: NOSCE.TE.IPSVSM -traducción latina de la inscripción griega que figuraba en el frontón del célebre templo de Delfos- Conocete a ti mismo». (artesón 3 de la segunda serie).

La asociación de la serpiente con la sabiduría, expresada en la máxima «Conocete a ti mismo», no puede ser más elocuente, máxime si tomamos en cuenta que tal inscripción se hallaba en el templo de Delfos, donde oficiaban las pitonisas del oráculo (sacerdotisas profetisas, cuyo nombre deviene de la serpiente Pitón), y siendo posteriormente el templo consagrado al Hiperbóreo Apolo (mencionado en algunos textos clásicos como «Apolo Lucifer»), el portador del caduceo serpentino!.

«Una serpiente cortada por la mitad, pese al carácter mortal de su herida, cree poder vivir largo tiempo en semejante estado.
Se le hace decir:
.DVM.SPIRO.SPERABO
Mientras respiro, espero.
La serpiente, imagen del mercurio, expresa, a través de sus dos fragmentos, las dos partes de metal disueltas, que se fijará más tarde una por la otra, y de cuya agregación tomará su nueva naturaleza, su individualidad física y su eficacia.» (artesón 9 de la segunda serie).

Aquí se está por un lado estableciendo la tan conocida asociación entre la serpiente y la regeneración (encarnada en su muda de piel), siendo que aparentemente vencida, o cortada por la mitad, mantiene la sabiduría de la espera, sabiendo que resurgirá, lo cual además se traslada al contexto alquímico, en que ambas partes de la serpiente figuran en un sentido simbólico, siendo los elementos necesarios para la combinación en la obra alquímica.

«La cabeza de Medusa, colocada en un pedestal, muestra su expresión severa y su cabellera entrelazada de serpientes. Está adornada con esta inscripción latina:
CVSTOS.RERVM.PRVDENTIA
La prudencia es la guardiana de las cosas» (artesón 2 de la tercera serie).

Aquí la Gorgona, conocida como Pyrena por los Hiperbóreos, aconseja sabiamente prudencia, al igual que la sabiduría de la espera mencionada en el artesón anterior.

«Cerca del árbol de los frutos de oro, un dragón robusto y rechoncho ejerce su vigilancia a la entrada del jardín de las Hespérides. La filacteria particular de este tema lleva grabada esta inscripción:
.AB.INSOMNI.NON.CVSTODITA.DRACONE.
Fuera del dragón insomne, las cosas no están custodiadas.» (artesón 4 de séptima serie).

El jardín de las Hespérides albergaba el manzano de la inmortalidad, custodiado por la serpiente/dragón Ladon.

Este rol de la serpiente o el dragón como guardián o custodio de la sabiduría e inmortalidad, tiene una impronta luciferina, que nos remite a Ophis Lucifer, el Dios serpiente!

«Dos cuernos de la abundancia se entrecruzan sobre el caduceo de Mercurio.Tienen por epígrafe esta máxima latina:
NIRTVTL.FORTVNA.COMES
La fortuna acompaña a la virtud » (artesón 6 de la séptima serie)

El lema aquí citado parece contrario a otro ya mencionado también de la galería del Dampierre, y que aparece en la octava de las nueve puertas: «La virtud yace vencida».

Más se está hablando de la virtud en distinto contexto. Por un lado, la octava puerta se refiere a la virtud como moral del mundo, que el Virya trasciende, siendo el honor su única moral.

Y por otro lado aquí se está alentando la virtud, remitiéndonos a su significado etimológico original, derivado de «virtus» o poder, que deviene a su vez de «vis», fuerza o poder que el Virya orientado debe manifestar, y en tal sentido es conducente a la buena fortuna, representada por los dos cuernos de la abundancia sobre el serpentino caduceo de Mercurio. (Dios romano equivalente del Hermes griego, patrón de la sabiduría y guardian de los antiguos arcanos herméticos).

Interesantemente, la galería consta de ocho series (número como sabemos representativo del infinito y la Serpiente), pero la última y octava serie, consta solamente de un artesón, consagrado a Hermes.

Fulcanelli menciona lo siguiente: «Representa unas rocas abruptas cuya silueta salvaje se levanta en medio de las olas. Esta representación lapidaria lleva por enseña: DONEC.ERVNT.IGNES.
Mientras dure el fuego»

Considerando que las demás series constan de varios artesones, esta última debe ser vista como el corolario, estando justamente por tal motivo consagrado el artesón a Hermes, custodio de la ciencia hermética.

Si tomamos en consecuencia el número de artesones que poseen las otras siete series, es decir nueve cada una, tenemos 7 x 9, que nos da 63, número reducible nuevamente al nueve!
Resulta conveniente especificar que cuando se trabaja con símbolos(sean las imágenes de los nueve grabados u otros como los también mencionados del castillo de Dampierre, etc), se debe utilizar el símbolo, y el mito que encarna, como un medio para trascenderlo, y no quedar capturado en el mito y su símbolo, incluso si es de índole Hiperbórea, dado que el objetivo último es la liberación completa, trascendiendo este mundo fenoménico.

Un Siddha puede revestirse de una apariencia y mascarada arquetípica bajo su completo dominio, para su manifestación en este mundo, y un Virya orientado puede servirse de matrices arquetípicas extremadamente oblicuas, estructuradas en el designio de un ente determinado que refleje o manifieste aspectos concernientes al espíritu y el mundo verdadero, o de oposición estratégica, encarnando un mito a voluntad con un objetivo determinado.

No obstante siempre es necesario aclarar, que el objetivo último es aquel del espíritu en el Origen, alegorizado mediante el modelo analógico de la esfera, y a partir de allí la consideración de la manifestación reptílica de los Siddhas en este mundo.

Desde esa instancia, es posible luego del desencadenamiento espiritual, manifestar la propia realidad en un sentido absoluto, sin ningún límite, conforme al propio Vril o Shakti primordial del espíritu, en el místico vínculo de El-Ella.

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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Quinta parte –

Por Christian C.

Hay ciertos personajes de esta historia que merecen una especial atención, tal como la mujer que guía a Corso durante toda la trayectoria en el misterio de las nueve puertas, los hermanos Ceniza, la baronesa, Liana Telfer, o el propio Corso.

Algunos de los aspectos relativos a estos personajes ya han sido tocados previamente, más es necesario puntualizar específicamente cada caso, para abordar una comprensión más abarcativa y profunda.

Comenzando con la dama de ojos verdes, y sintetizando sus principales puntos llamativos, tenemos desde el inicio un halo de misterio en torno a la mujer, y aunque en el libro se utiliza el nombre de Irene Adler, según la identidad que ella misma refiere, en la película no se presenta con ningún nombre.

Esto se entiende claramente, dado que el diablo no necesita presentación.

La primer escena donde ella aparece es en la conferencia que Balkan está dando sobre demonología.

Su silla está algo descentrada con respecto a las demás. Es decir, ni ella como Lilith ni Lucifer están alineados con Balkan. No obstante, ella como guardiana del libro está allí, ya que Balkan tiene el libro, que le dará luego a Corso.

Además mantiene las manos cubiertas. De hecho, hasta avanzada la película no muestra las manos, siendo ella misma un misterio.

En otra escena del salón de esta conferencia, se la ve momentáneamente entre las tallas de dos demonios, lo cual no deja de ser significativo.

Posteriormente se produce un encuentro fugaz en una biblioteca donde Corso está buscando información sobre las nueve puertas. Al sacar un libro de un estante, ve por un momento el rostro de la mujer detrás. Es decir, Lucifer está más allá del conocimiento oculto representado allí por los libros, que si bien algunos pueden servir de guía hasta cierto punto, se debe ir más allá para obtener la sabiduría o Gnosis.

Y resulta conveniente recapitular esta escena desde una instancia previa.

Corso coloca un libro en la biblioteca, haciendo previamente con su mano derecha el signo de los cuernos.

Previamente, antes de cerrar la bibliografía consultada, mira la portada de Las nueve puertas y lee en latín Sic luceat lux, significando «Hágase la luz».

Y seguidamente verá a la mujer «sin nombre» al quitar otro libro de la estantería, como se mencionó antes.

Sus ojos verdes recuerdan la esmeralda de la corona de Lucifer (la presencia luciferina femenina que conduce al Graal), y tienen una capacidad hipnótica. Si Corso tiene «sonrisa de conejo» como se dice en El club Dumas, entonces la mirada de la chica es como una serpiente hipnotizando un conejo.

Lleva además abrigo verde, y sus calcetines son de dos colores, verde y rojo, siendo colores emblemáticos desde lo luciferino, sugiriendo además los «dos calcetines distintos, izquierdo y derecho», el dominio de la dualidad.

Los colores verde y rojo en concreto remiten nuevamente a lo reptílico y la sangre, es decir la Minne.

Conoce acontecimientos que nadie más sabe, como la muerte de Victor Fargas, noticia que comunica a Corso.

Posee habilidades fuera de lo común, suprahumanas, como la previsión del peligro que está por ocurrir, capacidad de levitación y destreza inigualable en el combate.

En el hotel, Corso la encuentra leyendo un libro, Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Carnegie. Pero en El club Dumas, el libro que ella está leyendo, y luego le regala a Corso, es El diablo enamorado, de Cazotte. Lo que aquí se connota desde lo luciferino no es el «amor», sino A-mort, teniendo como significado subyacente que Corso es su elegido.

Podría acotarse que Corso es descendiente de Aristide Torchia, quien siglos antes tuvo una epifanía luciferina, bajo la misma apariencia de esta bella dama.

Se podría aquí plantear la necesidad de una definición respecto a si se trata de Lucifer (ya que ella misma dice ser «el diablo») o Lilith.

Más debemos tener en cuenta que hablar de Lucifer o Lilith representa el mismo principio, siendo inseparables, y conformando cada uno, en una unidad diferenciada, la parte complementaria del otro.

Y precisamente, luego del encadenamiento de los espíritus Hiperbóreos masculinos, fueron sus consortes femeninas, las Diosas del Origen, quienes solicitaron la asistencia de Lucifer para rescatarlos, así como muchos de estos espíritus Hiperbóreos femeninos encarnaron mediante una proyección suya directa con tal objetivo. Es la búsqueda de Él por parte de Ella, en un argumento y mito distinto al que protagoniza el espíritu Hiperbóreo masculino.

Remitiéndonos al mito, ya distorsionado por la influencia religiosa judeocristiana, tenemos que tanto Lilith como Lucifer mantienen en común la rebeldía al Dios bíblico.

Una de las escenas y aspecto más significativo es cuando unge a Corso en la frente con su propia sangre tres líneas verticales.

Se trata curiosamente del símbolo numérico III romano que aparece en el grabado del ángel con la flecha, siendo el tercer grabado, lo cual indica la protección luciferina que le confiere, frente a los ataques demiúrgicos o incluso pruebas que debe pasar.

En la escena en que Corso descubre a Victor Fargas ahogado en un estanque, se aprecia una imagen de fondo, de la mujer delante de una concha marina, exactamente igual a como Botticelli representó el nacimiento de Venus.

Desde ya que aquí estamos tratando de Venus en el contexto luciferino, siendo para algunos ocultistas de hecho la Venus oscura o «Venus illegitima».

Y en otra escena, en una estación de servicio en que está Corso junto a ella, se advierten también surtidores «verdes» de gasolina de marca Shell (concha), con el mismo simbolismo implícito de trasfondo.

El surtidor junto al que el auto estaciona es el 9, y el logo de «Shell» es una concha de vieira, de color rojo y amarillo (los colores del fuego). Además de esto, «Shell» puede dividirse en «She Hell», sugiriendo el «infierno de fuego increado» del que ella procede y representa.

Por «infierno» debemos aquí remitirnos al Hades, procediendo infierno de «infernus» o inferior (en relación a la superficie terrestre), por lo que se trata, desde la Sabiduría Hiperbórea, del mundo intraterreno de Agartha.

«Hell» o infierno en inglés, desde su raíz etimológica sajona por otra parte tiene asociación con la Diosa nórdica y reina del inframundo, Hel.

Otro gran detalle sumamente relevante es el auto rojo que ella conduce, llevando a Corso en persecución de Liana Telfer.

El auto, su marca, es un Viper (víbora), y el color rojo además resulta de lo más significativo, tanto por el Kalas rojo, como la mujer escarlata que cabalga el dragón, imagen del noveno grabado, donde Corso reconoce el rostro de la «cortesana de Babilonia» como el de ella.

En este grabado el dragón tiene siete cabezas, y se advierten también en el grabado falso que son siete las llamas de fuego en el castillo.

En el noveno grabado verdadero, se entiende que la llama de los siete chakras ha sido luciféricamente resignada (es decir, se ha trascendido ya esa etapa, en la que el iniciado que fracasa queda atascado) deviniendo en la radiación venusina.

También cuando están por irrumpir en el castillo de Liana Telfer, rompiendo Corso el vidrio de una ventana, se escucha un momento antes el chillido de un búho, a la vez que aparece la imagen del tatuaje de la serpiente en el muslo de Liana.

Recordemos que el nombre original de la Diosa no es Lilith sino Lilithu. Más tomemos en cuenta que Lilith en hebreo, en una de sus acepciones, significa «Búho chillón», lo que aunado a la imagen de la serpiente, nos está remitiendo a Lilithu/Lilith, que es la acompañante de Corso.

Y finalmente tenemos la escena más aclamada, donde ocurre el Maithuna entre ambos.

El Maithuna de la mujer luciferina con Corso recuerda al libro de Enoc, donde los «Vigilantes» también tenían encuentros sexuales con humanos, transmitiéndoles conocimientos ocultos.

Ella se mantiene sobre Corso durante el coito en posición dominante (intercurso sexual de como procede Lilith).

Y sus reptílico/luciferinos ojos verdes acompañan a una transfiguración de su rostro en el clímax del éxtasis negro luciferino.

Como mujer Lilith, la variación o cambio de rostros que expresa durante el Maithuna son la manifestación en contrapartida complementaria de las siete cabezas del dragón que ella cabalga (Corso, el propio iniciado).

La mujer del noveno grabado lleva un libro, y señala hacia el castillo, la novena puerta que debe cruzarse.

Las cabezas del dragón, cuatro están alzadas, y tres hacia abajo, lo cual representa los siete chakras que deben ser resignados de sus designios demiúrgicos, con el poder o Shakti de la mujer Lilith.

Corso ha atravesado por tres instancias iniciáticas, la primera de las cuales fue durante su Maithuna con Liana, una mujer Kali, que lo ha cargado de Shakti.

Seguidamente, es ungido con el Kalas rojo de la «mujer sin nombre», que es Lilith. La runa Guibur en forma de tridente con que es marcado le asiste en su orientación en el laberinto, para finalmente desde el Maithuna con ella, la «apertura de la novena puerta», que viene a significar la orientación de la salida definitiva hacia el Origen.

Así como en la Sabiduría Hiperbórea se refiere que mediante la runa conducente Guibur puede accederse luego (mediante el secreto del ángulo recto) a la arquémona Odal, para desde allí, puente noológico mediante, alcanzar el Selbst.

En la escena donde Corso se halla bajo la mujer de ojos verdes «sin nombre», realizando el Maithuna, claramente se aprecia entre ambos, desde el cuerpo de ella alzado en vertical, y el acostado en horizontal, una clase de «L», que presenta el ángulo recto.

Resulta así que en la vía húmeda, en esa vía de liberación, el secreto del ángulo recto se halla en el Maithuna.

Puede a esta altura comprenderse que la misteriosa mujer es la novena puerta misma, entrando literalmente Corso en ella (a través de su vagina), durante el crepúsculo luciferino (instancia en que comúnmente asoma Venus en el cielo, no siendo de día ni de noche).

Durante el Maithuna ella le arrebata el «alma demiúrgica», transmutándolo. Se abre así la «novena puerta» para Corso, adquiriendo luego por indicación de ella el verdadero noveno grabado en la tienda de los hermanos Ceniza.

Y posteriormente, durante el amanecer, en el castillo cátaro de Puivert, habiéndose ya abierto iniciáticamente la novena puerta para él, puede entonces efectivamente cruzarla.

Notemos que tanto la puesta del sol en el atardecer, como el amanecer preliminar en que todavía no ha salido el sol, son momentos clave desde lo luciferino asociados con Venus.

Y esta es también una de las causas del fracaso de Balkan. Su ritual fue durante la noche, y no en el momento más propicio cuando reluce Venus (presencia luciferina) en el amanecer.

La «novena puerta», como Stargate, o portal estelar-dimensional luciferino, requiere tanto del sitio apropiado (aquí el castillo cátaro de Puivert), como el momento preciso. Es decir, en el amanecer incipiente, irradiando Venus desde el firmamento.

De allí el carácter de gemelo en el mundo greco-romano de «Lucifer», en sus dos aspectos como Hespero/Eosforo y Vespero, o el lucero matutino y el lucero vespertino.

Balkan pudo haber también aprovechado el maithuna con Liana Telfer, pero en lugar de esto la asesina estrangulándola.

Aunque Corso intenta intervenir, la mujer guía le dice que se mantenga al margen. Ya que con su proceder, Balkan mismo está destinado a fracasar en la obra luciferina, siendo en cambio Corso el elegido.

Y por supuesto no cuenta con la clave final, el auténtico grabado de la novena puerta.

Todos estos aspectos permiten dilucidar aquí el carácter luciferino de la acompañante de Corso.

Sin olvidar el misterioso perro negro (que es ella misma también asumiendo esa forma), perro curiosamente de la raza «Cane Corso» (el mastín italiano).

Considerando la identidad de la mujer Lilith, y atento a todos los aspectos que Lilith encarna, la «mujer sin nombre», siendo ahora revelada como «Lilith», puede ser considerada tanto Diosa, como bruja (en función de sus capacidades tanto físicas como de cognición sobrenaturales) y sacerdotisa (iniciadora de Corso en el rito sexual del Maithuna).

También recordemos que «Lilith» puede designar tanto a la figura legendaria de Lilith, en relación a Lucifer, como a la «mujer Lilith», término que bien puede referirse a la pareja femenina del Origen, como a una mujer Kali/Lilith en este mundo, encarnando hasta cierto punto este mismo poder y aspectos.

Y en estos casos citados, su función se halla alineada con la legendaria Diosa Lilith ya aludida, siendo Lucifer y Lilith en tal sentido (más allá de su propia identidad) prototipos de la pareja original, Él-Ella, el Dios y la Diosa del Origen, el Siddha y su Ella o Shakti primordial, esencia rúnica pura, Vril.

Respecto a los hermanos Ceniza, no se trata de seres humanos, sino de guardianes del secreto de la novena puerta.

Ellos fueron los responsables de falsificar el noveno grabado, que según el análisis efectuado por Corso coincidía en los tres ejemplares. Y en los tres ejemplares era falso, salvaguardando así el acceso último a la novena puerta, excepto para quien transitase las pruebas iniciáticas requeridas demostrando ser digno de acceder a su misterio.

Al igual que la mujer que acompaña a Corso, estos aparentemente inofensivos ancianos son custodios desde hace siglos del libro.

Cuando Corso les consulta sobre el ejemplar que trae consigo, los hermanos Ceniza le aseguran tras una general pero rigurosa inspección, que el libro es auténtico, y que una falsificación sería posible, pero siendo muy elaborada y costosa, y únicamente en manos de un auténtico experto.

Además de los grabados no auténticos, colocados entre los tres ejemplares por Aristide Torchia, los hermanos Ceniza dieron su aporte con el noveno grabado falso, idéntico en los tres ejemplares.

Así, el libro no es falso, pero con los añadidos, tampoco puede decirse que fuese verdadero.

Análogamente al libro, los hermanos Ceniza no están realmente muertos, ya que trascienden la condición de un espectro, pero tampoco se puede decir sean «personas vivas del mundo».

Su propio apellido «Ceniza» en consonancia con la vestimenta gris que llevan, ya da cierta clave de esto.

En la primer visita que Corso hace a los hermanos Ceniza, antes de entrar a su tienda, un niño pasa corriendo rápidamente… como si fuese un espectro…

Y en la segunda visita, el niño no es visto, pero se escucha su voz. Aquí se está transmitiendo cierta idea por parte de Polanski, que el sitio que Corso visitaba no se hallaba en un medio «humano convencional».

Tengamos presente que los otros dos ejemplares (el de Fargas y el de la baronesa), también contenían el mismo noveno grabado falso, pese a llevar el ejemplar Telfer/Balkan las iniciales LCF, en tanto los otros dos ejemplares las iniciales AT. Es decir que la falsificación fue hecha por los hermanos en los tres ejemplares, valiéndose asimismo de esta artimaña para despistar y confundir.

Y esto se retrotrae en el tiempo siglos atrás, cuando Aristide Torchia llegó a confesar bajo tormento a la Inquisición que había todavía tres ejemplares del libro prohibido. (Las otras copias fueron todas quemadas por la Inquisición).

Torchia ocultó el secreto entre los tres ejemplares, recibiendo también la colaboración de los hermanos Ceniza con las falsificaciones añadidas, habiendo así ocho grabados verdaderos entre los tres ejemplares, y guardando en forma oculta los hermanos Ceniza el noveno auténtico.

Posteriormente Torchia fue quemado por la inquisición, pero el secreto de las nueve puertas ya estaba a salvo. De allí el comentario que hicieron los hermanos Ceniza respecto a Torchia: «Incluso el infierno tiene sus héroes».

Luego los hermanos se camuflaron como vendedores y reparadores de libros, manteniendo su taller en un callejón de Toledo, pudiendo cambiar de apariencia por sus poderes ocultos.

La ciudad de Toledo fue durante siglos un epicentro de ocultistas y alquimistas, por lo que resultaba un sitio apropiado para mantenerse en un ambiente afín, y a la vez pasar desapercibidos.

Cuando ellos le venden un ejemplar de Las nueve puertas a Andrew Telfer, sabían bien que Telfer no era el destinatario último del libro del secreto de novena puerta.

Incluso parecen sorprenderse cuando se enteran que el ejemplar que trae Corso (el mismo que tiempo atrás ellos vendieran a Telfer) ahora pertenece a Balkan.

Y así es como los hermanos Ceniza comentan al respecto:

«Cada libro tiene su propio destino.

Y su propia vida.»
Aquí hay un punto clave, ya que en este caso no se trata de un libro común, y es que el «libro» como tal, tiene vida! No podía ser de otro modo siendo un legado del propio Lucifer. Y ese «destino», en cuanto a Las nueve puertas, es el elegido por el «libro». (Léase por Lucifer).

Y en este juego, «lila luciferino» diríamos, pasando de un «propietario» a otro (De los hermanos Ceniza a Telfer, de Telfer a Balkan, y de Balkan a manos de Corso), no hay una secuencia «ordenada» o lineal, sino sinuosa, tal como el movimiento de la serpiente.

Los nombres que llevan, Pedro y Pablo, no deja de ser una broma sarcástica, ya que a diferencia de los apóstoles bíblicos, ellos son los enviados de Lucifer.

Luego, en la escena en que los hermanos Ceniza le muestran a Corso el grabado del ángel con la flecha, enseñándole su significado, resulta notorio que posteriormente cuando Corso examina ese grabado, ve en el ángel un aspecto similar al de los hermanos Ceniza, es decir bigotes, cejas pobladas, entradas y aspecto de anciano. Además, lleva una flecha en su arco, y una en su carcaj, es decir «flechas gemelas».

Desde esa perspectiva, además de sugerir el carácter extrahumano de los hermanos Ceniza, se está también connotando que pueden tener que abordarse pruebas que presentan los guardianes del misterio. Este significado no excluye otros, ya que se mantiene un simbolismo polifacético.

Apareciendo aquí nuevamente la cuestion de los gemelos desde lo luciferino, hay una escena de contrapartida demiúrgica, cuando al comienzo del film, dirigiéndose Corso a la conferencia dada por Balkan, casi a la entrada del edificio es interceptado por dos mendigos, con un aspecto muy similar entre ellos. Estos eran en realidad ángeles demiúrgicos, que desde su bando del Demiurgo buscaban evitar también el acercamiento de Corso a lo luciferino.

Hacia casi el final de la película, cuando Corso regresa al taller de los hermanos Ceniza, no los encuentra, sino a otros dos señores, que «casualmente» uno fuma y el otro no (igual que los hermanos Ceniza), quienes corriendo un mueble, dejan aparentemente «al azar» caer el noveno grabado verdadero.

Sin duda eran los mismos hermanos Ceniza bajo un aspecto diferente y como jóvenes. Esto es comprensible, ya que manteniéndose más de trecientos años en el mundo, debieron cada ciertas décadas asumir periódicamente un aspecto de jóvenes distinto, para así pasar desapercibidos en el mundo y continuar custodiando el secreto.

Resulta anecdótico su cambio de apariencia, o los nuevos nombres que ahora utilizan, Pepe Lopez y Ricardo Herrera.

Estaban de hecho esperando a Corso, ya que la mujer le había dado la indicación de ir allí por la novena lámina auténtica.

Y como guardianes de este noveno grabado (habiendo insertado una falsificación en los tres ejemplares), no cabe esperar que fueran descuidados al punto de tenerlo tras un mueble polvoriento. Sino que el correr ese mueble, y la forma como se deslizó la lámina fue algo bien intencionado.

Luego, la mudanza que parecen estar llevando a cabo del local ya desmantelado, puede deberse a que habiendo ya el iniciado elegido accedido al misterio, con la novena puerta, su rol como guardianes de ese grabado ha concluido, retirándose de la escena.

Analizando el personaje de la baronesa Von Kessler (Ungern en la novela), llama la atención la falta de su mano derecha.

Pudo quizá la baronesa intentar prematuramente un intento de cruce de la novena puerta, pretendiendo al igual que Balkan de infalibilidad física, lo que le costó su propia mano?

Es significativo que sea su «brazo derecho», ya que ella es una seguidora del sendero de la mano izquierda, con lo que se deja abierta otra posibilidad en tal sentido.

Y aún más, cabe suponer que en algún cofre o relicario la baronesa albergase guardada su mano, utilizándola para ciertos rituales secretos, análogamente a las viejas cofradías de brujos y su «mano de gloria».

Si bien frente a Corso, en su primer visita más que nada, lo desestima como no iniciado en la tradición oculta, y finge estar retirada de todo aquello, meramente escribiendo ahora desde lo intelectual, puede entenderse que albergaba cierta decepción por no haber tenido éxito en la senda de las nueve puertas. Y necesariamente debió ser así, porque el noveno grabado con que contaba era falso.

No obstante, desde su adolescencia en que tuvo una epifanía luciferina a los quince años, quedó marcada por un profundo anhelo de reunirse nuevamente con Lucifer.

Así es como accede al pedido de Corso de examinar su edición de Las nueve puertas, impresionada por el descubrimiento de Corso de las diferencias de los grabados según el ejemplar. Y manteniendo secretamente quizá, la idea de realizar nuevamente el ritual e invocación con los grabados verdaderos.

De allí también el resentimiento que guardase respecto a Balkan, que parece haberle ido ganando de mano en ciertos descubrimientos, como la postal que le envía del castillo cátaro de Puivert, diciéndole «Lo siento Frida, yo lo vi primero».

Este castillo corresponde al noveno grabado (tanto el falso como el verdadero), por lo que se entiende que Balkan ha descubierto algo más. Y su descubrimiento está seguramente relacionado con su sospecha que alguno de los tres ejemplares es falso, o hay cierta falsificación incluida.

Además el nombre de pila con que Balkan se dirige a la baronesa, «Frida», es un tanto inusual. De allí se desprende que debió haber cierto romance o aventura entre ellos, lo que luego de su distanciamiento y separación debió alimentar más esa aprehensión de la baronesa con relación a Balkan.

Más una diferencia clave de Balkan con la baronesa respecto a Lucifer, es que la baronesa consideraba a Lucifer como un ser personal. De hecho cuando le comenta a Corso que ella tuvo una aparición del diablo, cuando tenía quince años, le dice a Corso, que lo pudo ver, de la misma forma que ahora lo estaba viendo a él.

En la novela de hecho, la baronesa lo describe en su aparición como llevando «cuello duro, sombrero y bastón» y «muy guapo».

En tanto que Balkan consideraba a Lucifer más bien como una fuerza impersonal, pudiendo ser él un «medio del maestro», como receptor de su poder y voluntad.

La escena en que aparece muerta la baronesa en su silla de ruedas, y con la lengua hacia afuera, sugiere que también falló en la senda de la Serpiente. Tiene su lengua hacia afuera, como una víbora, más está muerta.

Liana Telfer es también un interesante personaje de toda esta historia. Y en este caso nos atenemos estrictamente al film, ya que en la novela, «Liana Taillefer», su homólogo, desempeña un rol distinto, enlazado más bien con la historia del club Dumas que Pérez-Reverte expone en su obra, historia omitida en la película.

Y de hecho cumple todos los requisitos como mujer Lilith, bruja y sacerdotisa, siendo esencial en toda la travesía de Corso.

Más, se invisibiliza un tanto el rol de Liana, que como mujer Kali y bruja, mantuvo intimidad sexual con Corso, con lo que él quedó impregnado de su vibra, cargado de su Shakti, despertando inicialmente en él su ambición de búsqueda en el recorrido de las nueve puertas.

Y esto se dio no siendo el objetivo principal de Liana Telfer, cuyo acercamiento íntimo a Corso procuraba esencialmente recuperar su ejemplar de Las nueve puertas.

A partir de entonces, Corso recibirá la guía y orientación de la mujer sin nombre de ojos verdes, que lo acompañará durante toda su travesía.

Liana Telfer presenta signos de una mujer Kali, partiendo desde la estética en su vestimenta negra así como su actitud desatada y sin restricciones, queriendo rasguñar y morder a Corso.

En la escena inicial en que Liana recibe en su mansión a Corso, se aprecia cuando está descendiendo por una escalera, quedando en un momento muy rápido justo por debajo de una ornamentación de cuernos en la pared.

Recordemos que cuando Boris Balkan al inicio del film está dando su conferencia, menciona en cierto punto a las brujas. Y allí es como ya se mencionó, cuando por primera vez se enfoca a la mujer «sin nombre» de ojos verdes.

Más también la baronesa le comenta a Corso en otra instancia, que Liana Telfer procede una aristocrática familia, los Saint Martin, manteniendo la práctica de brujería por generación familiar.

Este nombre, «Saint Martin», es nuevamente un guiño oculto, en este caso a la orden esotérica de los Martinistas en Francia, seguidores de Martinez de Pasqually.

Boris Balkan en su conferencia menciona también los «familiares» de las brujas, es decir animales acompañantes de las brujas, con los que mantienen un estrecho vínculo místico.

Y si uno observa atentamente a Bruno, sus rápidos movimientos cuando pelea por ej., y la agilidad con que se mueve, parecieran los movimientos de un felino.

¿Podría ser quizá Bruno el familiar de Liana Telfer?

Siempre que está lejos de Liana, como cuando enfrenta a Corso, parece disminuir su poder y es derrotado. Por supuesto recibiendo Corso la ayuda de su misteriosa acompañante.

Liana es una bruja, y desempeña también el rol de sacerdotisa, como se aprecia hacia casi el final de la película, cuando conduce una ceremonia, interrumpida por Balkan.

Ella y todos los presentes se hallan apenas cubiertos por una capa con capucha, de lo que se aprecia claramente, tras las letanías de esta ceremonia oscura, tendrá lugar luego un encuentro sexual grupal, y recibiendo seguramente los kalas de la sacerdotisa.

Apreciamos aquí la letanía en latín como sigue, y su traducción, acotando que la mención que al final se hace de «Adonai Elohim» sugiere mezcla o sincretismo de elementos luciferinos con lo kabalista, cuestión que probablemente le fue exigida a Polanski de incluir, como venía o «visto bueno» de su aprobación del film.

También puede brevemente comentarse que en rigor de la historicidad (incluso la historia aceptada oficialmente), «Elohim» denota un plural de divinidades (con base y referente de las antiguas tradiciones sumeria y egipcia, pre-bíblicas) y es anterior a «Yavé» o «Jehová», siendo esta denominación luego redefinida y resignificada, conforme a la sistematización de la doctrina religiosa monoteísta abrahámica.

Leamos en consecuencia la letanía recitada por Liana Telfer:

Octo portae antecedunt Serpentum qui verbum custodit
«Detrás de las ocho puertas está la Serpiente que custodia la palabra».

Serpens bestia est qua nunquam dormit, bestia cuius occuli videntur in speculo scientiae
«La Serpiente es una bestia que nunca duerme, la bestia cuyos ojos son vistos en el espejo del conocimiento».

Ni tememus neq laqueum, nec gladium, nec venenum
«No tememos a la soga del verdugo, ni a la espada, ni al veneno»

Intatci eamus inter lepra et pestilentia contaminatos
«Permanecemos intactos entre aquellos contaminados con la lepra y peste».

Verbum quad ultima occultat arcana est Novem, Teth, Ennea, Oded
Gloria Sit, Adonai Elohim


«La palabra que oculta el último secreto es Nueve, Tet, Ennea, Oded.
Gloria a Adonai Elohim».

El personaje de Bernie mantiene un halo de misterio en cuanto por quién fue asesinado. Más como primer observación debe acotarse que en El club Dumas, el amigo librero de Corso lleva otro nombre, Flavio de la Ponte, y no resulta muerto.

Por lo que se trata de una licencia de Polanski en su film.

En relación a su asesino y el móvil de su crimen, se presenta más de un candidato. Por un lado, observemos que la forma en que aparece colgado de su pierna Bernie, coincide con el sexto grabado del ejemplar de Balkan (propiedad anteriormente de Telfer).

Podría entonces haber sido Balkan el asesino, para evitar que Bernie con su lucro de comerciante se hiciera con el libro, más Balkan desconocía que Bernie tenía su libro en custodia dado por Corso, y no parece haber indicios en la librería de una búsqueda desordenada del libro.

Se aprecia una escena a través de la vidriera superior de la librería donde se hallan dentro Corso y Bernie conversando, las piernas de alguien que evidentemente está siguiendo y vigilando a Corso.

Se trata ciertamente del asistente de Liana Telfer, Bruno, que como hemos tenido oportunidad de comprobar, está tras la «caza» del ejemplar de Las nueve puertas que Corso lleva consigo.

Al igual que en el hipotético caso anterior de Balkan, la librería no está desordenada, como si alguien hubiera estado buscando allí el libro, a diferencia por ej. de la escena en que Corso encuentra su departamento completamente revuelto, en el intento de Liana, mediante su secuaz Bruno, de recuperar el libro.

Desde ya, pudiera quizá considerarse la posibilidad del suicidio, al igual que Andrew Telfer al comienzo de toda esta historia.

Más, Bernie, según se trasluce claramente de su conversación con Corso, no tenía ninguna adherencia al contenido de Las nueve puertas, ni un motivo tan serio y drástico respecto al libro, como para suicidarse imitando el sexto grabado en que aparece colgado.

Tras los pasos del misterioso seguidor y vigilante de Corso (Bruno) aparecen seguidamente otros pies en zapatillas blancas, apagando un cigarrillo tirado al suelo por la anterior persona.

Se trata de la mujer «sin nombre» de ojos verdes, que evidentemente viendo las posibles intenciones comerciales de Bernie de robar el libro, termina antes con su vida.

Y aunque Bernie es colgado de su pierna izquierda (es decir según la lámina del grabado falso), hay un propósito en que haya sido así, y es que Bernie, no siendo un iniciado, ni mucho menos pudiendo tener éxito en la senda de las nueve puertas, termina según el destino de uno de los grabados falsos, que no obstante resultaron proféticos en relación a quienes no superan las pruebas escenificadas en los grabados verdaderos.

Recordemos por ej. el noveno grabado falso, con llamas en el castillo de Puivert, fuego que no aparece en el grabado verdadero, pero que no obstante está presente en la escena final de Balkan, fracasando en el misterio de las nueve puertas.

Tenemos así, que además de evitar que el libro fuese sustraído, la muerte de Bernie resulta en concordancia con el sexto grabado falso.

Por el contrario, lo escenificado y codificado en el sexto grabado verdadero, el «autosacrificio», resultó cumplimentado por Corso, en toda su travesía, esfuerzo y peligros que debió asumir.

En cuanto a Corso también resulta muy interesante como personaje, dado que presenta algunos rasgos o aspectos que se asocian comúnmente con la figura del diablo.

Su barbilla de «chivo», su propio nombre «Lucas Corso» según la novela (en el film es Dean Corso) tiene la misma raíz que Lucifer.

Es así que se ha sugerido, que Corso/Lucas es Lucifer, quien a través del sendero de las nueve puertas debe recuperar su «sitial perdido».

Aquí debemos clarificar la cuestión. Todo Virya en su Origen, en su esencia es como Lucifer. Y fuera del contexto del mito cristiano, bajo esta óptica puede decirse que es un «ángel caído», aunque no con el sentido que le da el mito cristiano.

Ya que en el Origen se es un Siddha, un Dios en sí mismo, o una Diosa.

Debemos distinguir aquí entre el «espíritu Hiperbóreo» como tal del Yo en este mundo, como expresión o manifestación refleja del espíritu.

En tal sentido el Yo del Virya es un ser finito y limitado, más no así el espíritu del que el Yo del Virya surge como una mirada reflexiva.

Cuando el Yo perdido y extraviado se identifica con el sujeto consciente, surge la ilusión de que es un ser miserable, bajo e insignificante, que precisa «ser redimido», salvado, etc.

Más desde la condición despierta, se aprecia que el espíritu Hiperbóreo es un Siddha. Y el Yo debe primeramente aislarse del contexto anímico del Microcosmos e influencia arquetípica y cultural del Macrocosmos, para orientarse hacia el Selbst del Yo infinito. Y eventualmente retornar a la normalidad del Yo absoluto (recordemos el modelo analógico del espíritu esfera) antes de su reversión.

Más a diferencia de sus Kamaradas que han podido extraviarse, Lucifer nunca pierde la orientación absoluta. Ya que en su pureza prístina, es una manifestación misma del Incognoscible. Y su función como luminaria de sus Kamaradas extraviados, es asistirlos en la orientación y retorno al Origen.

No tendría sentido la presencia del Graal como referente del Origen de los Viryas (esmeralda de la corona de Lucifer) si Lucifer pudiera perderse o extraviarse.

Ni tampoco cabe la consideración del mito cristiano, que haya sido derrotado por potestades demiúrgicas.

El mito cristiano ha pretendido, distorsionando los hechos muy a conveniencia, que Lucifer resultara vencido y derrotado por el arcángel Miguel.

Sostenemos desde la Sabiduría Hiperbórea que Lucifer nunca puede ser derrotado, ni caído ni «precipitado a un abismo», exceptuando que voluntariamente pueda protagonizar tal «papel o rol», a modo de un «lila» o pasatiempo.

La misma condición se mantiene respecto a Lilith, quien se haya infiltrada en el mundo del Demiurgo, lo cual es muy distinto de afirmar que se ha «aliado con el Demiurgo» o que alguna vez lo estuvo. Esto entra nuevamente en una clase de lila o juego de los Dioses, la mayoría de las veces inaprehensible para el Virya perdido o dormido, desde la visión lineal y frontal en presente extensivo.

Más retomando el hipotético caso del Virya, representado aquí por Corso, su liberación, su paso a través de la novena puerta o retorno al Origen, significa recuperar su condición original. No se trata de ser «redimido de una condición caída» siendo aceptado en el reino del Demiurgo.

En todo caso es «alzarse de una caída» suscitada o acaecida desde el propio espíritu en el Origen.

El propio nombre de Corso también es significativo, derivando del latín «cursus», o carrera, connotando así la cualidad o condición apta de un Virya para el sendero de mano izquierda.

Una importante aclaración de todo lo hasta aquí analizado y expuesto, es que tanto Pérez-Reverte, autor de El club Dumas, como Roman Polanski, director de La novena puerta, pueden hasta cierto punto conocer o estar conscientes de algunos de estos elementos y argumentos de la senda oculta, como también por sincronicidad haber captado desde su propia Minne ciertos elementos, sin ser del todo conscientes de su esencia y significado, plasmándolo en sus respectivas obras.

En muchos casos, un escritor o un director de cine, puede captar desde su Minne cuestiones que conciernen a lo iniciático, al luciferismo, al gnosticismo, e incluso ser inspirado por los Siddhas para traer a la superficie tales elementos, tomándolos por una invención propia.

Más el Virya que se halle despierto o con la predisposición a despertar, y desde la sintonía u orientación apropiada, podrá captar determinado grado de simbolismo oculto en tal obra literaria o tal film, desde lo gnóstico luciferino.

E incluso un Virya dormido puede recibir subliminalmente algo de ese contenido oculto, operando luego en su psique y llevándolo a cierta búsqueda y orientación.

Si bien en el caso concreto de Pérez-Reverte, el mismo se ha declarado agnóstico varias veces, y Polanski por otra parte ha comentado no creer en la magia, más allá de esto, evidentemente como Viryas han captado desde la sangre algunos elementos que incluyeron en sus respectivas producciones.

Con las anteriores consideraciones debe también entenderse las menciones que a veces se hacen en la obra, de «Satán», cuando en realidad competen a Lucifer, entendida esta confusión debido a la falta de orientación gnóstica y pureza de sangre, apareciendo no obstante por otro lado elementos claramente luciferinos.

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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Cuarta parte –

Por Christian C.

Más allá de los nueve grabados representativos de las nueve puertas, y su escenificación en determinados acontecimientos de toda la trama, el simbolismo iniciático de las nueve puertas también puede abordarse en este film desde otro ángulo o perspectiva.

Si dividimos toda la historia expuesta en el film en nueve secuencias, tenemos allí las nueve puertas que Corso atravesó en su recorrido hasta llegar al secreto último. No se trató meramente de una invocación o ritual, como hicieran la baronesa en su momento, o luego la viuda Telfer y Balkan, sino de un recorrido con pruebas por las que pasar, utilizando todas las habilidades, tanto físicas como mentales, sobreponiéndose a lo anímico y exponiendo incluso su propia vida.

Cada sitio que Corso visitó era en sí mismo una «puerta». Y análogamente, como ya se ha comentado, aquellos con quienes tuvo que interactuar y confrontar (los hermanos Ceniza, la mujer que lo acompañaba, Balkan, etc.), tienen un significado oculto en relación al recorrido iniciático de las nueve puertas.

Al mismo tiempo, si bien Corso realiza toda esta búsqueda de los auténticos grabados de las nueve puertas al comienzo por encomienda, luego se decide a llegar hasta el final, incluso ya sin tener compromiso con Balkan.

Como veremos, en estas nueve «puertas» o secuencias de su recorrido iniciático, siempre aparece junto a Corso su acompañante, la mujer misteriosa de ojos verdes.

Así, estas serían las nueve secuencias de su búsqueda:

  1. Primera puerta: Corso es requerido por Boris Balkan para cierto trabajo, por lo que asiste a una conferencia que Balkan está dando sobre la figura del diablo en la literatura del medioevo. Aquí aparece por primera vez la mujer de ojos verdes, quien observa a Corso, aunque él no se percata casi de ella.
  2. Segunda puerta: Corso busca información referida al libro Las nueve puertas y sus grabados en una biblioteca, y quitando un libro tiene una fugaz visión de la misma mujer tras el estante, observándolo.
  3. Tercera puerta: A partir de su encuentro con los hermanos Ceniza, Corso se dirige viajando en tren a Portugal para estudiar el ejemplar de Victor Fargas. En un corredor del tren se encuentra nuevamente con la mujer, estableciendo un breve pero interesante diálogo.
  4. Cuarta puerta: Saliendo ya de noche de la mansión de Fargas, Corso es interceptado por un atacante en auto (el guardaespaldas de Liana, Bruno), pero aparece rápidamente aquí la mujer «sin nombre» en la escena en una moto, salvándolo del peligro. Aunque lleva casco puesto, la melena rubia le indica a Corso su identidad. Posteriormente encuentra otra vez a la mujer en el hall del hotel, leyendo un libro.
  5. Quinta puerta: Por la mañana, la mujer aparece nuevamente y llama a Corso en su habitación del hotel, despertándolo e indicándole que deben ir a ver a Fargas. De ese modo Corso encuentra a Fargas muerto en un estanque de agua, ardiendo en llamas el ejemplar de Las nueve puertas, con la ausencia de los grabados que han sido arrancados del libro.
  6. Sexta puerta: Corso y la mujer viajan a París, donde Corso entrevista a la baronesa. Más al descubrir la baronesa que es enviado por Balkan, se niega a mantener ningún trato, diciéndole a Corso que abandone su búsqueda, que está más allá de su capacidad. Posteriormente Corso es atacado nuevamente por Bruno, llegándole a arrebatar el libro, pero aparece nuevamente su acompañante misteriosa, y tras un combate, pone en fuga a Bruno, ayudando a Corso. Luego de esto, en el hotel Corso asiste a su acompañante en detener el sangrado de su nariz por la contienda acontecida, y ella unge con su propia sangre la frente y nariz de Corso, marcándolo con tres líneas verticales, distinguiéndose así la forma de un tridente rojo.

  1. Séptima puerta: Corso logra por indagaciones dar con el paradero de Liana Telfer, que le ha robado el libro de Las nueve puertas. Se dirige con la mujer «sin nombre» al hotel donde Liana Telfer se hospeda con Bruno, encontrándolos en la entrada, sin apercibirse ellos de su presencia. A continuación, robando la mujer un auto «Viper» rojo, siguen a la viuda Telfer y Bruno, llegando no sin dificultades a la mansión o castillo donde está a punto de realizarse una ceremonia negra. Luego de otro episodio logrando entrar en la mansión, y un altercado con Liana Telfer y Bruno, Corso y la mujer «sin nombre» observan el inicio de la ceremonia, donde todos llevan túnica y capucha negra.

Aparece Boris Balkan en la escena, burlándose de la invocación ritual y ceremonia que Liana Telfer está llevando a cabo, diciendo «fetichismo y conjuros», y tras una pelea con Liana Telfer, a la que estrangula, se apropia del libro retirándose.

Notemos a este punto que de los hasta entonces propietarios y buscadores del secreto de Las nueve puertas:

  • Andrew Telfer se ha suicidado
  • Fargas murió ahogado
  • La baronesa muere estrangulada, siendo incendiada su biblioteca
  • Balkan muere por fuego

En El club Dumas, la baronesa muere a causa de fuego por incendio, sin mencionarse el estrangulamiento.

Tanto la baronesa como Balkan se conocían entre sí, y mantuvieron en el pasado un trato familiar, que se deduce de la postal con la imagen del castillo cátaro que Balkan le envía a la baronesa, tratándola por su nombre de pila, diciéndole: «Lo siento Frieda. Yo lo vi primero» (en relación al sitio del castillo cátaro).

Más tanto la baronesa como Balkan eran adherentes del misterio de las nueve puertas, y en ambas muertes hay fuego de por medio implicado. En tanto que Victor Fargas, quien no creía en el contenido del libro (pese a lo cual le advierte a Corso que tenga cuidado, ya que hay libros que no son para ser leídos impunemente) muere por agua.

Lo que se trasluce aquí es que los grabados verdaderos conducen a la luz de Lucifer, en tanto los grabados falsos llevan al «fuego».

El estanque en que aparece el cadáver de Fargas es agua de una tonalidad verdosa, habiendo también peces rojos. Colores aquí que connotan la Minne y la sangre, sin haber tenido éxito Fargas, quedando «estancado» en la senda de la liberación. Su interés por Las nueve puertas no fue nunca más allá del valor literario y de antigüedad del libro, sin búsqueda iniciática.

Regresando de la fallida ceremonia en la mansión de Liana Telfer, Corso atraviesa en auto un camino sinuoso serpenteante, atascándose en un estanque de agua verdosa, siendo salpicado, como signo digamos de una clase de «bautismo ofídico», que precede a su cruce definitivo por la novena puerta. Desconfiando a ese punto de la «mujer sin nombre», Corso ha decidido marchar solo esta vez, más la influencia luciferina de la mujer de ojos verdes sigue allí, mirando profundamente a lo lejos, en la dirección que Corso se ha marchado.

  • Octava puerta: Corso se dirige al castillo cátaro de Puivert y allí encuentra a Balkan intentando hacer un ritual de invocación con los nueve grabados. Tras un altercado entre ambos, Balkan se jacta de invulnerabilidad física por el poder que ahora supuestamente posee, y se rocía con gasolina, siendo luego abrazado por las llamas circundantes, disparándole Corso para acelerar su muerte.
  • Novena puerta: Corso intima sexualmente con la mujer, estando ella sobre él y transfigurándose luciferinamente su rostro, hallándose el castillo en llamas detrás de ellos. Una imagen un tanto similar a la novena lámina, donde la «ramera de Babilonia» (es decir la Diosa denostada por el cristianismo demiúrgico), cabalga el dragón de siete cabezas.

Se trata aquí de la Diosa del Origen (o la mujer en este plano que refleja y encarna su poder), conocida por varios nombres, tales como Lilith, Sophia, etc. Y cabe acotar que se trata de Sophia como Diosa del Origen que revela lo luciferino e increado, y no de su «proyección caída» conocida en el gnosticismo como Achamoth o Sophia Achamoth.

Luego le deja a Corso una indicación de hallar el auténtico noveno grabado en el taller de los hermanos Ceniza, desapareciendo ella de la escena, más ya habiendo guiado a Corso hasta el final. Luego de obtener el grabado auténtico, y reconociendo en el rostro de la mujer de la lámina a la mujer que lo guiara hasta entonces como acompañante, e identificando el sitio como el castillo cátaro de Puivert, se dirige allí nuevamente, abriéndose para él entonces la novena puerta, que atraviesa ya sin impedimento.

Tenemos entonces que de los tres buscadores de Las nueve puertas (Telfer, Balkan y Corso):

  1. Liana Telfer: Regía en su conducta una actitud lúdica, ambiciosa de poder, procurando disfrutar los privilegios de estar al mando de la orden La Serpiente de Plata. La utilización de su sensualidad y sexualidad para obtener como sea el libro, y su comprensión de lo luciferino constreñida al ámbito sexual de las orgías que mantenían los adeptos de la orden en sus encuentros anuales, así cierta clase de magia ceremonial oscura, no era suficiente para acceder a la novena puerta, quedando meramente en el nivel lúdico. Recordemos que sus cigarrillos eran de marca Black Devil, o diablo negro, lo que humorísticamente puede connotar que pretendía «fumarse al diablo».
  2. Boris Balkan: Su ambición es algo más profunda que la de Telfer, más lo rige una actitud sacralizante, casi de culto respecto a Lucifer, no pudiendo ir más allá de ese contexto hacia lo auténticamente gnóstico luciferino.
  3. Dean Corso: Únicamente él, con el coraje y valor de enfrentar todos los obstáculos, y su «risa de conejo» como se especifica en El club Dumas, pudo desplegando la Actitud Graciosa Luciférica acceder a la novena puerta.

De hecho, El club Dumas concluye en su desenlace con lo siguiente:
«Reía entre dientes, como un lobo cruel, cuando inclinó la cabeza para encender el último cigarrillo. Los libros gastan ese tipo de bromas, se dijo. Y cada cual tiene el diablo que merece»

Notemos con el precedente ejemplo dado por Pérez-Reverte, que la actitud inicial de Corso comprendía «una sonrisa de conejo», más en el desenlace de la historia, ya ríe «como un lobo», lo cual da cuenta de la mutación que se ha operado en él.

Posteriormente a la obra literaria El club Dumas de Arturo Pérez-Reverte (1993), así como del film La novena puerta en 1999, apareció en escena una supuesta edición de Las nueve puertas, considerada por algunos lectores ocultistas como auténtica.

El libro, supuestamente fue encomendado traducir del latín codificado al italiano por Aleister Crowley a su discípulo Bruno di Angelo, traducción que habría sido presentada en 1935, traduciéndose tiempo después al español, concretamente en 1999 por Juan López de Rojas.

Se presenta como introducción preliminar al libro unos comentarios que habría hecho Aristide Torchia, contando más sobre su propia vida oculta, en relación al libro. Así, en palabras atribuidas a Torchia, él recibió de su propio padre (también encuadernador de libros) la fórmula de invocación al «Maestro», es decir Lucifer.

Lucifer posteriormente se presenta bajo la apariencia de un fraile barbudo y anciano, de «ojos sabios», siendo reconocido por Torchia, a quien le entrega el Delomelanicon, texto escrito por el mismo Lucifer, y para cuya comprensión de algunos pasajes oscuros Torchia recibiría varias visitas más del maestro.

A partir de su lectura, Aristide Torchia escribió Las nueve puertas del reino de las sombras, realizando por mandato de Lucifer no más de 99 copias, efectuando algunas modificaciones cada tres copias. Y añade que de ese modo «dos ojos observando tres podrían ver», es decir que el secreto del Delomelanicon quedaría oculto en tres ejemplares distintos. Esto se concatena por supuesto con la trama de El club Dumas y La novena puerta llevada al cine.

Bruno di Angelo realiza así la traducción al italiano, comentando que el libro original en que basó su traducción contiene 168 páginas. Y además comenta que los 9 grabados, tal como aparecen en el original que él traduce, se hallan en las siguientes páginas:

GrabadoEntre las Páginas
16 y 17
32 y 33
48 y 49
64 y 65
80 y 81
96 y 97
112 y 113
128 y 129
144 y 145

Jugando nuevamente con los números, observamos que se mantiene una determinada secuencia numérica. Entre el último número de la página de un grabado, con respecto a la página del siguiente grabado, hay siempre 15 páginas de diferencia. Es decir, entre 17 y 32 tenemos una diferencia de 15. Y de igual modo se repite este patrón entre 33 y 48, luego entre 49 y 64, y así sucesivamente.

El 15 sumando sus dos números (1 + 5) deviene en el 6, y tenemos un 6 por cada uno de los 9 grabados aquí referidos, por lo que si multiplicamos 6 × 9, nos da 54, que sumando sus números (5 + 4), se sintetiza en el 9. Número gráficamente reverso del 6, y «la novena puerta».

El número de páginas, como se ha mencionado, es de 168, cuyos números sumados (1 + 6 + 8) nos da nuevamente 15, que como se ha referido, deviene en el 6. Advertimos la repetición del 6 y el 9 una y otra vez. Y como ya se ha mencionado antes, la famosa cifra del triple 6, permite sumar sus tres seis en 18, que lleva nuevamente al 9.

Recapitulando, observamos una constante del «6», como resultado de sumar el 1 y el 5 del 15, número que se mantiene como variable entre los números de páginas en que se hallan los nueve grabados. Luego, el número de páginas del texto original es 168, números que sumándose también dan como resultado 15, deviniendo luego en el 6. Y 9 grabados en el libro, número que al revés es un 6, codificado en tres cifras (168), remitiendo así al triple 6 en el misterio de las nueve puertas.

Por otra parte, si sumamos los números de la primera columna (16, 32, 48, 64, 80, 96, 112, 128 y 144), nos da como resultado 720, cuyos números 7 y 2 suman 9. De igual modo, la suma de números de la segunda columna (17, 33, 49, 65, 81, 97, 113, 129 y 145), da como resultado 729, números de cuya sumatoria obtenemos 18, que se sintetiza nuevamente en el 9.

Cierta indicación a modo de clave oculta se halla en toda esta secuencia numérica, ya que Bruno di Angelo, luego de referir la ubicación de los nueve grabados entre las páginas del texto original, y comentando que es un libro de 168 páginas, dice lo siguiente en relación a los 9 grabados:

«Parece ser que ellos mismos, como si se tratara de un puzle infernal, esconden un secreto que no he logrado aún descifrar. Espero mi querido lector, que usted tenga más suerte.»

Debe tomarse en cuenta que, así como el film La novena puerta, este libro también mantiene diferencias con respecto a la obra original en que se basa todo esto, es decir El club Dumas de Pérez-Reverte.

Concretamente:

  • Primer grabado: Se ha tomado la leyenda en latín que le acompaña en el film («El silencio es oro»), a diferencia de la novela («Solamente triunfará quien ha combatido acorde a las reglas»).
  • Tercer grabado: Similar al film, el ángel no lleva flecha de repuesto (diferente a novela y película).
  • Séptimo grabado: Tablero de ajedrez blanco (como en el film, no como en la novela).
  • Octavo grabado: Hombre con apariencia de monje rezando (no doncella), decapitado con maza (no espada).
  • Noveno grabado: Similar al film (mujer sobre dragón con estrella venusina de 8 puntas).

Por otro lado, quien sea haya escrito este reciente libro, no posee según se aprecia el grado de orientación gnóstica de la Sabiduría Hiperbórea, evidenciado en el uso indistinto de los nombres «Satanás» y «Lucifer» para referirse al maestro de Torchia.

Más allá de esto, el libro presenta algunas claves relevantes que un Virya orientado puede adoptar o asimilar en su propia estrategia de liberación.

Al igual que en el libro y la película que le preceden, este libro de Las nueve puertas también sostiene, según Bruno di Angelo, que solamente han sobrevivido tres copias, acotando como ya se ha mencionado, que originalmente habrían sido como máximo unas 99 ediciones (números que tanto por sus respectivas unidades, como por la sumatoria y reducción, remite nuevamente al 9).

Los tres ejemplares sobrevivientes serían:

El primer ejemplar, refiere Bruno di Angelo que según registros de 1918, se hallaría en una «librería de viejo» en Toledo (alusión a los hermanos Ceniza?).

El segundo ejemplar, sería propiedad de un noble, no mencionado por motivos de discreción (concordando con la trama de la novela y el film del ejemplar que poseía la baronesa).

Y el tercer ejemplar, el que fue dado a traducir a Bruno di Angelo por Aleister Crowley, estaría en los archivos del Vaticano, en la sección de ocultismo, con el número LCF-666-999.

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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Tercera parte –

Por Christian C.

En El club Dumas, libro que aporta -como suele ocurrir- más información que la película, se explica que el Dragón «duerme con los ojos abiertos y es el espejo del conocimiento». Esto nos remite nuevamente a la etimología de Draco o dragón, que más allá de su significado en griego como serpiente, deriva de Derkei, significando «El de buena y larga vista», aludiendo precisamente a la visión profunda y de largo alcance del dragón, que tiene su correspondencia anatómico-fisiológica en el ojo de la serpiente siempre abierto.

Tras una pelea con Bruno, el matón de la viuda Liana, Corso presenta un aspecto en que uno de sus lentes está roto y el otro entero, presentando así el simbolismo del ojo abierto (o por abrirse en este caso) del iniciado. Puede apreciarse así a Corso con el lente roto del ojo derecho, pareciendo el cristal una «estrella», quedando así con mayor resalte el ojo izquierdo. El «ojo del sendero siniestro o de la vía izquierda». Este es «el ojo siempre abierto de la serpiente», el ojo del dragón, alineado con «la estrella venusina» luciferina, figurada en el cristal roto aledaño.

Incluso posteriormente, cuando la mujer de ojos verdes unge a Corso con su sangre, hay una escena en que Corso está conversando por teléfono con Balkan, reluciendo todavía el kalas rojo en su rostro (recordemos era un tridente, o runa Guibur), con su lente derecho en forma de estrella, y destacándose su ojo izquierdo. Estos tres símbolos combinados connotan el significado que a través de la runa conducente Guibur se obtiene la orientación del norte luciferino, mediante la sabiduría de la serpiente. Y recordemos que cuando la mujer que acompaña a Corso lo hace subir a un descapotable rojo, el auto es un Dodge Viper… Es decir «víbora», no siendo casual sino también muy significativo el color rojo.

Este Dragón de la sabiduría, Lucifer, se halla oculto tras ocho precedentes puertas. Ocho más una puertas, accediendo a donde se halla el Dragón, que custodia el secreto último. El secreto del Delomelanicon y Las nueve puertas, radica en una oculta combinación de las láminas con sus leyendas respectivas, que permite acceder mediante cierta secuencia ritualística desplegada, a la palabra oculta, el nombre secreto de Lucifer, haciéndose presente tras su evocación.

La baronesa le cuenta a Corso que logró descifrar cierto texto en latín de Las nueve puertas, traduciéndolo con el siguiente significado:

«Es el animal ouróboro el que circunda el laberinto
donde atravesarás ocho puertas antes del dragón
que acude al enigma de la palabra.
Cada puerta tiene dos llaves;
la primera es aire y la segunda materia,
pero ambas son la misma cosa.
Situarás la materia en la Piel de la serpiente
en el sentido de la luz de levante,
y en su vientre el sello de Saturno.
Abrirás el sello nueve veces,
y cuando el espejo refleje el camino
obtendrás la palabra perdida
que trae la luz de las tinieblas»

Se trata, según explica también la baronesa y más adelante Varo Borja, de ordenar determinadas palabras clave en torno al «espacio ritual» creado a tal fin. Cada lámina proporciona un elemento, un número y una palabra clave, que Varo Borja logra descubrir, exponiendo esto a un expectante Corso. Las dos llaves, «primera aire y la segunda materia», representan aquí por un lado una doble resignación «de lo alto y lo bajo» demiúrgico, y por otro lado, desde un nivel de significación diferente, una llave resigna lo demiúrgico, en tanto la otra abre la puerta iniciática en cuestión.

«Situarás la materia en la piel de la serpiente» significa ir colocando en determinado orden (en el sentido de la luz del levante) los elementos sobre el espacio ritual. El sello de Saturno es un cuadrado mágico de nueve casillas, donde los números dispuestos, si se suman en cualquiera de las tres filas o columnas, o en diagonal, siempre dan como resultado 15, que se sintetiza en el 6. Al haber tres filas de tres casillas, la suma de cada fila y columna separadamente, permite situar el 666 en cada lado del cuadrado.

El triple seis (666), entre otros significados y simbolismos era el número mágico de Ishtar/Afrodita/Venus en la antigüedad, y se comprende la razón de su demonización por parte de la Iglesia. Sin entrar aquí en un análisis pormenorizado del 666, lo cual requeriría otro estudio aparte, tan sólo mencionemos que en la famosa y clásica representación de la Diosa Ishtar, tanto los dedos de sus pies como los de los dos búhos que hay uno a cada lado suyo, son 6. Es decir tres veces 6, o 666.

Continuando con el sello de Saturno, si sumamos tres 6, tenemos 18, que a su vez se sintetiza en un 9. Y si tomamos un 9 por cada lado del cuadrado, más otros dos 9, tomando en cuenta la suma de números dos veces en diagonal que pueden efectuarse en el interior del cuadrado a través de las casillas, con la misma operatoria de reducción, tendremos entonces seis 9. Si multiplicamos 6 x 9, nos da 54, que se sintetiza a su vez en un 9 nuevamente. La novena puerta…

Luego, «Abrirás el sello nueve veces», significa colocar las palabras obtenidas en cada casilla, lo que como último paso, siendo reflejado en un espejo, revela la palabra oculta o nombre secreto. Resulta de lo más interesante que el sello de Saturno se sitúe en el vientre de la serpiente en este ritual. Saturno representa a Cronos, el tiempo demiúrgico, y al propio Demiurgo. No obstante su sello es resignado por la serpiente, desde la clave numérica del 666 (número encriptado en el sello de Saturno, que contiene la clave de su resignación, y la salida del laberinto), siendo luego los números sustituidos por las palabras derivadas de las nueve láminas o grabados.

Según el desciframiento y anotaciones que realiza Varo Borja, las palabras obtenidas y traducidas del latín, reflejadas en un espejo dan como lectura las siguientes sentencias:
Así me entrego
Así me libero
Así me condeno

Desde nuestra consideración luciferina gnóstica, la entrega representa la actitud heroica de valor del Virya despierto, entregado a la batalla desde el furor de la sangre. Luego, la liberación es por supuesto del espíritu, y la condenación del alma.

Como dato complementario de esto, se aprecia que en el film, Boris Balkan logra descifrar ciertos pasos en la senda de las nueve puertas a través de las diferentes láminas como sigue:

«Viajar en silencio por un camino tortuoso.
Hacer frente al infortunio y no temer ni a la soga ni a la muerte.
Jugar al mayor de los juegos y ganar sin sacrificar nada es burlarse del destino y lograr al fin la llave que abrirá la novena puerta»

Pese a que Balkan «cree» tener en sus manos la clave del misterio, toda esta dificultosa senda que Balkan acaba de mencionar, ha sido transitada no por él sino por Corso! Aunque debemos puntualizar que en el caso de Corso, hubo ciertamente cierto «sacrificio», por todas las pruebas y riesgos que afrontó. Uno de los grabados de hecho, el sexto, donde aparece «el colgado», escenifica justamente el sacrificio necesario en la senda de las nueve puertas, hallándose (más allá del significado esotérico desarrollado previamente), estar «con los pies para arriba y la cabeza hacia abajo», como se dice comúnmente, en relación al mundo. «Burlarse del destino» significa aquí evadir y sortear el designio demiúrgico, asumiendo desde lo luciferino la AGL, o Actitud Graciosa Luciférica. El orden en que Balkan reúne y enumera los nueve grabados es: 1, 4, 3, 6, 7, 5, 8, 2, 9, números que sumados nos dan 45, número que sumando 4 y 5 se sintetiza nuevamente en el 9.

Se destacan también tanto en la película como en el libro, la mención de libros sobre ocultismo y demonología. En La novena puerta tenemos que cuando Balkan está dando su conferencia, menciona dos libros: Demonomanie des sorciers de Nicolas Remy, y Compendium Maleficarum de Francesco Maria Guazzo. Balkan además permite apreciar posteriormente su biblioteca personal a Corso, donde no se muestra ni especifica ningún título. No obstante, en El club Dumas, Varo Borja (el equivalente en este contexto del Balkan de la película), cuando le muestra su biblioteca a Corso, se aprecian dos libros también muy conocidos. Por un lado la Esteganografía del abad Trittemius, publicada en 1499, y luego Deux livres De la hayne de Sathan de Pierre Crespet, obra publicada en 1590. Se trata este último de dos libros, uno acerca de hechizos y conjuros trabajando con demonios, y el segundo sobre fórmulas para remediar los males de que trata el primer libro.

Resulta interesante recordar que la Esteganografía del abad Trithemius fue utilizada por John Dee, y es mencionada en Historia secreta de la Thulegesellschaft por Nimrod de Rosario. La Esteganografía se destaca por el conocimiento oculto, siendo una obra maestra en criptografía, arte que John Dee dominaba perfectamente. Esta forma cifrada, es decir velada, de presentar el conocimiento oculto, es característica de los grimorios medievales, tanto por discreción necesaria frente a los ojos inquisitoriales de la Iglesia, como un velo necesario frente a los no iniciados. Y esa es justamente una de las artimañas que se presentan en los ejemplares de Las nueve puertas que Corso investiga, hallándose el secreto de los nueve grabados oculto entre los tres ejemplares disponibles, a modo de código cifrado entre las figuras y las leyendas en latín que les acompañan, también en un latín cifrado.

En la colección privada de Victor Fargas, Corso también puede atestiguar la presencia de auténticas joyas del ocultismo, como Diccionario infernal de Jacques de Plancy (1818), Oedipus Aegyptiacus de Athanasius Kircher (1562-1564), Compendio De Secreti sobre medicina y alquimia de Leonardo Fiovaranti, y The book of wonders de Hassan Esfahani (1400), sobre astronomía, astrología y geomancia. En la inmensa biblioteca de la baronesa le son presentadas a modo de ejemplo asimismo algunas obras clásicas de ocultismo como Demoniality or Incubi and succubi de Ludovico Sinistrari, Compendium maleficarum de Francesco Guazzo (1608), el cual también poseía Balkan, Demonolatry de Nicholas Remy (1595), y el tristemente célebre Malleus malleficarum de Sprenger y Kramer (1486). Se le atribuye a la baronesa la autoría del libro Isis: la virgen desnuda, libro condenado por el Vaticano, lo cual es sin lugar a dudas un guiño o alusión a Isis sin velo de Madame Blavatsky.

Las nueve puertas, como muchos otros grimorios, contiene cierta trampa como «filtro» para quienes, como muchos Viryas desorientados, desde la aproximación a Lucifer, buscan o anteponen a la liberación toda clase de placeres del mundo. Así entramos en materia de los famosos «pactos con el diablo», lo cual requiere algunas aclaraciones desde la consideración luciferina gnóstica. En primer lugar, desde ya que la oposición a los mandatos religiosos demiúrgicos, en la aproximación a Lucifer, es desde ya un buen inicio. Más, si se carece de la orientación gnóstica requerida y pureza de sangre, puede entonces, como muchos Viryas desorientados, caerse en el error de confundir a Lucifer con Satán, sin comprender la esencia y objetivo del luciferismo. Desde ya que rechazar y ofrecer el alma a cambio de algo, desde la comprensión gnóstica no representa un problema, conociendo la esencia demiúrgica del alma. Más lo que sí debe tenerse en cuenta, es que ese «ofrecimiento y condenación» del alma, debiera ser en aras de un beneficio de algo superior al alma, es decir el espíritu y su liberación, y no meros bienes mundanos, como fama y poder en el mundo de la materia, logros todos inútiles en cuanto a la liberación se refiere.

En tal sentido, desde el luciferismo, el «pacto de sangre» es un reconocimiento de la alianza con Lucifer, desde la propia esencia de la sangre y su reminiscencia del Origen, más que el clásico procedimiento de verter gotas de sangre propia en un pergamino, o firmarlo con sangre, todas cuestiones que pierden de vista el objetivo último de la liberación. Por otro lado Lucifer no tiene interés en el alma de nadie, siendo una esencia demiúrgica. Por lo que en todo caso, se trata de un «ofrecimiento figurado», en cuanto que el Virya deja atrás esa esencia demiúrgica, «quemada en el fuego luciferino», y por supuesto condenada a los ojos del Demiurgo, no habiendo logrado la esperada entelequia monádica. Más allá de todo esto, desde ya que un Virya orientado puede también aprovechar los bienes y placeres del mundo, según el contexto de su estrategia, y no representa problema alguno en tanto permanezca fijo en la orientación de su norte luciferino.

Así, como se mencionó previamente, aparece una parte de Las nueve puertas, traducida por la baronesa, citada en El club Dumas, donde se presenta el ofrecimiento de un pacto o alianza como sigue:

«Aceptarás el pacto de alianza que te ofrezco, entregándome a ti. Y me
prometerás el amor de las mujeres y la flor de las doncellas, el honor de
las monjas, las dignidades, los placeres y riquezas de los poderosos,
príncipes y eclesiásticos. Fornicaré cada tres días y la embriaguez me
será gustosa. Una vez cada año te ofreceré homenaje de confirmación de
este contrato firmado con mi sangre. Hollaré con los pies los sacramentos
de la iglesia y te dirigiré oraciones. No temeré la cuerda, ni el hierro, ni el
veneno. Pasaré entre apestados y leprosos sin mancillar mi carne. Pero
sobre todo poseeré el Conocimiento, por el que mis primeros padres
renunciaron al paraíso. En virtud de este pacto me borrarás del libro de la
vida para apuntarme en el libro negro de la muerte. Y desde ahora viviré
veinte años feliz en la tierra de los hombres. Y luego iré contigo, a tu
Reino, a maldecir a Dios»

Y esto actúa a modo de filtro para el Virya no resuelto en cuanto a la liberación, que procura toda clase de bienes y placeres del mundo. Más al mismo tiempo se deja en claro, que tras todos esos beneficios el logro último es entrar en el reino luciferino, rechazando al Demiurgo o Dios de este mundo. La gradación o secuencia que se presenta es la del disfrute de mujeres y opulencia, pacto afianzado desde la sangre, y rechazo del sistema religioso demiúrgico, remitiéndose no al Demiurgo sino a Lucifer. Simultáneamente o en paralelo se está aludiendo también a cierto Virya orientado, con fuerza y valor en la sangre, dado que se dice: «No temeré la cuerda, ni el hierro, ni el veneno. Pasaré entre apestados y leprosos sin mancillar mi carne».

Luego continúa diciendo: «Pero sobre todo poseeré el Conocimiento, por el que mis primeros padres renunciaron al paraíso. En virtud de este pacto me borrarás del libro de la vida para apuntarme en el libro negro de la muerte». Es decir que más allá de los logros mundanos anteriores, se enfatiza el conocimiento ofrecido por la Serpiente en el edén, el fruto prohibido de la Gnosis, que ocasionó la expulsión de Adán y Eva del paraíso por el Demiurgo. Y así se busca figurar no entre los seguidores entelequiados del Demiurgo en el libro de la vida, sino en el bando de Lucifer, figurando por contrapartida en el libro de la muerte. Los veinte años feliz en este mundo, significa por un lado que el Virya orientado ya no es presa del sufrimiento y miseria anímica, y por otro lado los «veinte años» son una representación simbólica de la estancia temporal de la vida en este mundo, accediendo luego al reino luciferino.

Resultan interesantes también los sitios en que se filma La novena puerta. Más allá de las nueve puertas que efectivamente Corso (Johnny Depp) cruza en el transcurso de todo el film, los sitios a veces son muy emblemáticos. Por un lado Polanski, debido a sus vínculos con gente poderosa del mundo del cine y el espectáculo (ámbito controlado completamente por la sinarquía) incluyó sitios vinculados a templarios y masones. Por ej. la casa de Victor Fargas en Portugal, se trata del «Chalet Biester», que abunda en simbolismo masónico y templario, particularmente su capilla, y habiendo allí también una cámara subterránea destinada a rituales ocultistas, tratando de emular los ritos del antiguo Egipto.

Haciendo un recorrido de estos lugares emblemáticos, no puede dejarse de mencionar la mansión donde se desarrolla toda la escena de Liana Telfer conduciendo su ceremonia, durante el encuentro anual de los miembros de la orden «Serpiente de plata». Este sitio es el Château de Ferrières en Seine-et-Marne, en las afueras de París, hecho construir en 1859 por James de Rostchild.

Todo esto puede interpretarse de distintas maneras. O bien para abordar toda la temática que expuso, Polanski debió pagar el precio requerido por la sinarquía, como ya se apuntó antes, haciendo cierto homenaje a esos sitios, o también por otro lado, si tomamos en cuenta la trama de la historia, son «puertas» que deben ir atravesándose y dejándose atrás, hasta arribar a la definitiva, la última y novena puerta, donde se produce la transmutación. Es de hecho en el castillo cátaro de Puivert donde Corso accede finalmente a la novena puerta. No fue Victor Fargas en su mansión del palacio Biester, ni Liana Telfer con su ritual en el Château de Ferrières quienes lograron el éxito del ritual con el libro Las nueve puertas, sino Corso, tras toda una senda iniciática, quien en el castillo de Puivert logra cruzar la novena puerta. Con esto Polanski deja implícito, pese a la inclusión de sitios de corte masónico y templario, la superioridad luciferina cátara del Puivert.

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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Segunda parte –

Por Christian C.

En el libro Las nueve puertas se hallan nueve láminas o grabados, de los cuales Corso, en el film, descubre notables diferencias entre los tres ejemplares disponibles, con excepción del noveno grabado, que aparentemente es idéntico en los tres ejemplares.

El primer ejemplar es el de Boris Balkan (o Varo Borja en el libro), el segundo el de Fargas en Portugal, y el tercero el de la baronesa en París. Tres ejemplares, y tres buscadores en la trama del film (la viuda Liana, Boris Balkan y Corso) del libro Las nueve puertas. Resulta notorio que el 3 y el 9 son números primos, así como raíz y cuadrado uno del otro.

Cabe aquí acotar que las nueve puertas tienen relación de correspondencia con los nueve círculos del infierno que menciona Dante en La divina comedia, hallándose Lucifer en el centro del noveno círculo. Cuando se aborda una obra como La divina comedia de Dante, debe tenerse en cuenta que el contenido esotérico allí presente se halla revestido de un ropaje cabalista y cristiano, por lo que debe tomarse con cierto recaudo, rescatando no obstante algunos elementos.

Por ejemplo, en el viaje de regreso, Dante asciende escalando sobre Lucifer, pasando por el centro de la tierra.

El retorno al mundo habiendo descendido a las profundidades abismales, y pasando a través de Lucifer, es en sí una iniciación. Y el centro de la Tierra en la trama del viaje de Dante conecta, sin explicitar, con el mundo intraterreno de Agartha.

Cada uno de los nueve círculos de Dante está asociado, bajo el prisma cristiano, con un pecado o estadio, hundiéndose cada vez más en el infierno en orden descendente. No obstante, fuera de la convencional moral cristiana y demiúrgica, y en un sendero de orden reverso al que propone el cristianismo, tales faltas o pecados alejan a la persona del orden entelequial demiúrgico, y si hay orientación gnóstica, puede eventualmente arribarse al reino luciferino.

Se aprecia en el film que Corso tiene una conducta lujuriosa con la viuda Telfer, entra en ira luchando por su objetivo, se torna codicioso con los libros, etc., todo lo cual, sumado a las diferentes secuencias que irá atravesando (nueve de hecho), le llevan al logro último luciferino. Y así como el viaje de Dante a través de los nueve círculos acontece siendo guiado por Virgilio, Corso atravesará las nueve puertas siendo guiado por la mujer Lilith. En la producción cinematográfica de Polanski, a lo largo de la trama, Corso pasa además efectivamente por nueve puertas reales, antes de la consecución de su trabajo.

Como se ha mencionado previamente, el número 8 es una representación del infinito en forma serpentina. Por lo que aquí el 9 es ir más allá del infinito. De allí el significado oculto de las nueve puertas, siendo una síntesis alquímica elaborada en sucesivas octavas. Es decir, el tres veces tres, o nueve.

Y no solamente hay diferencias en algunas de las figuras de las láminas de los tres volúmenes supuestamente iguales, sino que además, donde aparecen en un volumen diferencias en una lámina con respecto a los otros dos ejemplares, también cambian allí las iniciales del invenit, o inventor. Es decir, por un lado, Aristide Torchia como escultor ejecutó en madera todas las xilografías con las que se hicieron los grabados. Pero como inventor de la composición original del dibujo, solo figuran sus iniciales, AT, en diecinueve de las veintisiete láminas repartidas entre los tres ejemplares.

¿Qué ocurre con las otras ocho restantes? Distribuidas dos en el primer ejemplar, tres en el segundo y otras tres en el tercero, no llevan las iniciales AT sino LCF, es decir, Lucifer. Además de los monogramas AT o LCF, cada lámina lleva inscrita una leyenda con un significado oculto en relación al sendero iniciático de las nueve puertas.

Cada puerta en sí misma, con el significado oculto asociado a la leyenda escrita que le acompaña, es una profecía que debe cumplirse, hasta arribar a la última o novena puerta. Estas profecías las irá concretando Corso en su travesía, a diferencia de Balkan y Liana Telfer, que no consumaron toda la trayectoria necesaria.

Resulta oportuno tomar en cuenta que, para el análisis de toda esta trama, considerando distintos ángulos de aproximación y niveles de significado, se hará necesario abordar algunos de los puntos más de una vez, volviendo en ocasiones sobre cuestiones ya mencionadas, bien sea estableciendo correlaciones o para destacar algún punto.

Debe aclararse aquí que hay algunas diferencias entre las figuras de los grabados de El club Dumas, con respecto a las expuestas en el film por Roman Polanski. Y así también algunas diferencias con relación al libro publicado en 1999, Las nueve puertas, tema sobre el que se volverá más adelante.

También los comentarios de los nueve grabados se realizan en contraste con sus pares de grabados falsos, que presentan aparentemente la misma figura, con cierta diferencia aquí señalada. No obstante, estos grabados falsos también resultaron en la trama, en cierto modo, proféticos en relación a determinados personajes que no obtuvieron éxito en la senda de las nueve puertas, como Boris Balkan, o indicativo figuradamente del Virya que no se orienta estratégicamente y queda en un callejón sin salida del laberinto. Las nueve puertas son así una clase de pruebas que el Virya o iniciado debe ir atravesando y superando.

Cabe acotar que Francisco Solé, el artista que realizó los dibujos tanto para El club Dumas como La novena puerta, ha debido evidentemente basarse en las figuras del tarot, simbolismo que aquí no desarrollaremos, más debe hacerse la mención al respecto.

En la primera lámina, la leyenda dice NEM. PERV.T QVI N.N LEG. CERT.RIT., decodificado del latín como: NEMO PERVENIT QVI NON LEGITIME CERTAVERIT — Solamente triunfará quien ha combatido acorde a las reglas.

Claramente, en el caso de Boris Balkan (o Varo Borja en el libro), no jugó conforme a las reglas, pretendiendo que alguien más (Corso) hiciera el trabajo por él, reuniendo los grabados verdaderos para efectuar la síntesis gnóstica y alquímica.

Recordemos que en un viaje en avión a París, Corso le dice a la misteriosa mujer: «Alguien está jugando conmigo», a lo que ella responde: «Claro, es un juego… Y empieza a gustarte».

El grabado verdadero de la primera lámina, es decir, en el que aparecen las iniciales LCF, tiene tres torres y no cuatro, como en las otras dos ediciones. A diferencia de la novela, en el film la leyenda que acompaña al grabado es SI.VM E.T A.V.VM, que nuevamente se remite al latín, como: SILENTIVM EST AVREVM — El silencio es oro.

Lo cual tiene su correspondencia con la lámina, donde una persona con armadura y yelmo cabalga en dirección a un castillo con torres, expresando el signo del silencio con el dedo índice de su mano en la boca. Y vemos que en la trama de la película, aparece no un caballero como pareciera en la figura, sino una dama, la extraña mujer de ojos verdes, teniendo como su acero la motocicleta, siendo el casco su yelmo, en un sendero algo tortuoso que se halla en dirección a la mansión de Victor Fargas, la cual se destaca como si fuese un castillo con torres.

Tanto el caballo del primer grabado como el dragón en el noveno y último, son gnósticamente montados por la mujer. Y de hecho, su motocicleta representa aquí el dragón negro

La leyenda que aparece en latín, al igual que en los otros grabados, se trata de un medio de codificación utilizado en grimorios y textos prohibidos, para ocultar claves y significados ocultos, a resguardo de la inquisición.

En el segundo grabado, en el auténtico, el ermitaño tiene las llaves en la mano izquierda, alusivo al sendero de mano izquierda. En tanto que los grabados falsos, con las iniciales AT, presentan las llaves en la mano derecha del ermitaño.

El ermitaño representa aquí al sabio, y aparece junto a un perro negro, representación clásica del diablo, según comenta muy acertadamente la baronesa a Corso, y la letra hebrea Teth, que representa a la serpiente.

La lámpara o farol que se halla en el suelo es indicativa también de la sabiduría, que al estar enfocada en el sendero de mano izquierda (la llave en la mano izquierda), se reconoce como luciferina.

La leyenda de esta lámina es CLAVS. PAT.T., decodificada del latín como CLAVSAE PATENT — Abren lo cerrado, significando en relación al grabado las puertas cerradas. También connota cierta idea de abierto y cerrado, como la librería de Bernie, que tenía el cartel de cerrado, pero estaba abierta.

El cartel de la librería dice We are closed, que significa cerrado, más también tiene el sentido de Somos cerrados, indicando así estamos con gente cerrada, lo cual alude al carácter secreto o cerrado en los círculos herméticos.

Se reconoce aquí el valor simbólico iniciático de la llave, que para abrir la puerta cerrada es preciso utilizar la mano izquierda, remitiendo al sendero de la izquierda o left hand path.

Las dos llaves de este segundo grabado, en que se hallan el hombre viejo y el perro, representan las dos visitas que Corso hace a la baronesa, así como su recepcionista y su asistenta a modo de guardianes, que se interponen antes de que Corso llegue a la baronesa.

El perro aquí no se interpone en el camino del portador de las llaves, habiendo Corso ya pagado el precio con los riesgos y dificultades que asumió para llegar allí. Y se ve no obstante cuando Corso sale la segunda vez de visitar a la baronesa, un perro que le mira, cumpliéndose así la profecía.

Tenemos también dos encuentros sexuales de Corso (con la viuda Liana y con la mujer sin nombre de ojos verdes), en otra escena dos llaves que sostiene en su mano el conserje del hotel, el grabado con los dos contrincantes de ajedrez y los dos perros peleando, los dos hermanos Ceniza, las dos flechas del ángel/Cupido, y dos intentos muy próximos de abrir la novena puerta (Balkan y Corso), resultando uno de ellos exitoso.

En la tercera lámina, tenemos que una figura celestial con la apariencia de Cupido tiene dos flechas, lo cual significa la dualidad en la que se debe combatir, a diferencia de los grabados falsos, donde la única flecha de Cupido representa la ilusión del amor.

En el verdadero grabado, Cupido como Dios del amor remite en el sentido iniciático a Venus, que aunque desde lo popular se le asocia como Diosa del amor, en realidad representa en este contexto el A-mort, y a Lucifer.

El arco y flecha es también el arma de Apolo Lucifer o de Diana Lucifera (Artemisa), con lo que tales flechas asumen por lo tanto un sentido iniciático. Sin olvidarnos del significado dado a Corso en el film por los hermanos Ceniza, del peligro amenazante desde arriba para quien se adentra demasiado en el misterio.

Y aquí se aplica también lo que refiere la baronesa a Corso: «El enemigo que acecha a quien cruce el puente», es decir, el guardián del umbral.

Recordemos que el puente como tal tiene una alta significación Hiperbórea. Por lo que aquí se entiende: quien intente aproximarse y cruzar el puente conducente al Selbst (pontificar), se encontrará con obstáculos demiúrgicos, como flechas desde lo alto.

Por cierto, en el film, examinando Corso esta lámina, descubre un misterioso parecido del ángel con los gemelos Ceniza, llevando bigote y rostro de facciones similares.

Hay una diferencia así, según la novela o el film, en cuanto el portador de la flecha es Cupido o un ángel, desempeñando para el caso la misma función.

Encontramos por lo tanto varios significados de un mismo grabado, y así ocurre también con los demás.

La inscripción que le acompaña es VERB. D.SVM C.S.T ARCAN. o VERBVM DIMISSVM CVSTODIAT ARCANVM, que se traduce como La palabra perdida guarda el secreto. Es decir, la palabra perdida es lo que permite acceder al significado auténtico, a modo de código, sea en antiguos grimorios u obras de arte ocultistas.

En este tercer grabado, se aprecia que el viajero o caminante lleva su bolso deambulante consigo, yendo de un sitio a otro, cruzando un puente. Aquí Corso representa al viajero, llevando también su bolso de viaje, y trasladándose en tren, que a modo de puente une los extremos de sitios distantes. Y al salir de la tienda de los hermanos Ceniza, el andamio que cae sobre él escenifica claramente el peligro que viene de arriba.

En el cuarto grabado, en el auténtico dibujo el laberinto tiene salida, siendo que en los falsos grabados la puerta está cerrada. Los tres dados, con los números 1, 2 y 3, suman 6, y siendo 3 dados, se está significando el 666.

Y lleva la inscripción FOR. N.N OMN. A.QUE., significando en latín FORTVNA NON OMNIBVS AEQVE — La suerte no es igual para todos.

Aparece aquí una clase de bufón frente al laberinto. Se trata de un tonto o ingenuo, que como se verá en el film, cuadra perfectamente a Boris Balkan, no hallando la salida del laberinto.

En tanto que Corso, pudo haber empezado de manera ingenua como tonto, más superó con éxito las pruebas presentadas, volviéndose un sabio, y halló la salida del laberinto.

Así, el grabado falso del laberinto sin salida, resultó también profético en cuanto a quienes no lograron encontrar la salida, quedando atrapados en el laberinto.

También el bufón frente al laberinto, con su ventana y salida, resultó escenificado por Corso afuera del castillo de Liana Telfer (el laberinto), e irrumpiendo a través de una ventana que rompe.

Recordemos que luego de la escena en que interviene Bruno armado y los lleva a Corso y la mujer sin nombre escaleras abajo, por orden de Liana, Corso termina reduciéndolo.

Y en este cuarto grabado hay 3 dados, uno de los cuales tambalea. Los tres dados representan a Corso, Bruno y la mujer sin nombre, siendo Bruno el que cae abatido (el dado tambaleante).

Por otro lado, el bufón como tal, si se trata de un Virya con cierta pureza de sangre, y quizá alguna orientación gnóstica (inconscientemente) representa en este contexto a quien se mofa o ríe en su travesía. Es decir, a quien expresa la Actitud Graciosa Luciférica, tomando con gracia y valor cualquier situación, por dramática que pueda parecer, ya que percibe con mayor o menor grado (dependiendo de su pureza de sangre) el carácter ilusorio de todo cuanto concierne al mundo.

Y notemos que el bufón se halla parado sostenido en su pie izquierdo… Lo que remite nuevamente al sendero de vía izquierda, vía para la que Corso ha demostrado a lo largo de la trama, ser un candidato apto.

En el quinto grabado, la figura de la muerte sostiene un reloj de arena, que en las copias falsas está lleno, en tanto en la figura auténtica está vacío, significando la ilusión del tiempo.

La inscripción que acompaña es FR.ST.A., remitiéndose al latín como FRVSTRA — En vano, en cuanto a la acumulación, en este caso de monedas, ya que la muerte aguarda con su tridente.

Frente a la pregunta de Corso a la baronesa, de porqué aparece la horca en forma de tridente en vez de una guadaña, la baronesa responde «porque la muerte siega, pero el diablo recolecta».

Se representa así, la muerte que seduce a un hombre contando una bolsa de monedas, y un reloj de arena próximo, marcando el tiempo.

Aquí Balkan representa la muerte, figuradamente hablando, ofreciendo dinero cada vez que Corso pretende echarse atrás.

Recordemos que Balkan provocó la muerte de Victor Fargas, la baronesa, Liana Telfer y probablemente de Bernie, aunque este punto se tratará en otro apartado más adelante.

El reloj de arena indica que el carácter o poder de muerte de Balkan ha llegado a su fin, dejando a Corso contar su dinero (el jugoso cheque que le espera en Nueva York).

En el sexto grabado aparece el colgado, lo cual recuerda uno de los primeros personajes al comienzo de la película, Bernie, el amigo librero de Corso, que aparece ahorcado en la misma posición del sexto grabado, apareciendo también ahorcado al inicio Andrew Telfer.

El colgado remite al mito de Odin/Wotan, quien se cuelga del Yggdrasil como un autosacrificio necesario para el despertar, obteniendo la sabiduría de las runas.

En el grabado verdadero, el colgado se halla sujeto de su pierna derecha, formando con relación a la pierna izquierda un ángulo recto.

Desde ya, los grabados falsos que presentan al colgado sujeto de su pierna izquierda, están significando la imposibilidad de acceder al misterio oculto, si la pierna izquierda (el sendero siniestro) se halla imposibilitada.

La espada flameante o de fuego que asoma por un ventanuco, remite al mito del edén, del querubín que custodia el árbol de la vida según el mito, siendo así necesaria la experiencia iniciática de muerte mística y renacimiento para acceder a ese árbol y fruto.

Y cerca del hombre colgado se yergue una enredadera apuntando hacia arriba.

La inscripción DIT.SCO M.R., que significa en latín DISTESCO MORI — Me enriquezco con la muerte, tiene una connotación iniciática de muerte y renacimiento necesarios (Nigredo y Albedo en la alquimia), que conecta perfectamente con la figura del ahorcado, y el mito de Odin ya referido.

Y la escena correspondiente en la trama aparece, como se ha mencionado, Bernie como el hombre colgado, hallándose el libro oculto tras una ventana secreta en el piso de arriba (la espada flameante) que Corso descubre, conduciendo allí una escalera caracol que representa aquí la enredadera erguida.

En el séptimo grabado, un rey se halla jugando al ajedrez con un plebeyo, siendo en el film el tablero del grabado verdadero de color blanco, lo cual en este caso simboliza la búsqueda de la iluminación o gnosis, y las piezas con que se juega son tanto blancas como negras.

Los dos perros que pelean, uno blanco y otro negro, también simbolizan esta misma dualidad en oposición (de hecho forman una figura semejante al símbolo del Yin/Yang chino) frente a la luz impasible y neutral de la luna que asoma por la ventana.

Esta dualidad, representada por los colores blanco y negro, comprende todos los pares de opuestos, tales como bien y mal, sabiduría e ignorancia, etc.

Tengamos presente que en la vía de mano izquierda, contrariamente al sendero demiúrgico, el blanco representa la falsa luz del mundo, y el negro por contrapartida, la negrura infinita e insondable del espíritu.

Discrepamos en este caso en cuanto al significado que aquí se presentó en el film, del tablero de ajedrez blanco como referente de la iluminación y gnosis, ya que si bien este simbolismo es válido en un sendero ocultista de mano derecha, es mediante la luz negra como se accede a la gnosis prohibida.

De hecho en El club Dumas, a diferencia de la película, el séptimo grabado verdadero presenta un tablero no blanco sino negro.

Más allá de esto, las piezas son blancas y negras, simbolizando la dualidad, desde y con la que se debe trabajar hacia la liberación.

Debemos distinguir así entre el blanco y negro arquetípicos de este mundo, de la negrura infinita primordial, representativa del espíritu.

Los perros son aquí los perros de Artemisa o Diana Lucifera, Diosa lunar, que envía sus perros tanto hacia aquellos a los que elige como suyos, como a los que la enfrentan.

Y la inscripción de esta séptima lámina es DIS.S P.TI.R M., significando en latín DISCIPVLVS POTIOR MAGISTRO — El discípulo supera al maestro.

Recordemos que Corso comenzó como un principiante en toda su búsqueda de las nueve puertas, siendo al comienzo Balkan un maestro. Más los roles, como en el juego de ajedrez, están por revertirse, dando Corso jaque mate.

Los dos jugadores aquí son Boris Balkan como hombre de riqueza y poder (rey), en tanto su contrincante es Corso. Y de tanto en tanto se comunican transmitiéndose sus movimientos.

La luna, como observadora imparcial, recuerda al taxista indio con turbante, que mantiene sus ojos bien abiertos pero la boca cerrada. Ni siquiera se advierte el movimiento de sus labios cuando habla.

Desde otra apreciación simbólica, la mujer que acompaña a Corso representa la luna como observadora impasible.

Esto se hace más notorio o patente en El club Dumas, donde siempre mantiene ella una actitud neutral y observadora.

Por supuesto dando luego su apoyo a Corso, ya que es el candidato elegido para acceder a la novena puerta, que va superando todas las pruebas u obstáculos.

También desde otro ángulo del análisis, la baronesa y Corso representan los dos contrincantes de ajedrez.

Recordemos que el piso de la biblioteca de la baronesa es de baldosas blancas y negras, como el tablero de ajedrez.

La baronesa cede finalmente al avance de Corso, logrando Corso superar la defensa inicial que ella despliega. Y así, la recepcionista juega el rol de un peón, permitiéndole la entrada, y la asistenta o secretaria, de un aspecto más robusto, se mantiene erguida, caminando en línea recta como una torre.

Un significado más oblicuo es que el contrincante de ajedrez es el propio Demiurgo, quien controla su juego.

El juego parece haber llegado a tablas, lo que se interpreta como la igualdad con su rival, sea Boris Balkan, la baronesa, o nuevamente, según el último significado apuntado, igualdad frente a frente con el Demiurgo.

El plebeyo, que en este contexto representa al Virya, utiliza piezas negras. Y esto significa la oposición a la blancura demiúrgica, sosteniendo por oposición estratégica el lado oscuro.

En el octavo grabado, un ángel está con su espada por decapitar a quien yace de rodillas y de espaldas. En los grabados falsos, el ángel no lleva halo a diferencia del verdadero.

VIC. I.T VIR. o VICTA IACET VIRTVS — La virtud yace vencida, es la frase de esta octava lámina, virtud representada por la doncella a punto de ser decapitada, con la rueda de la fortuna o el destino detrás, y tres palabras: regno, regnavi y regnabo, o los tres estadios conocidos en el medioevo como reino, reiné y reinaré.

La rueda se halla girando en dirección contraria a las agujas del reloj, lo cual tiene un doble significado. Por un lado representa la futilidad de un movimiento circular sin orientación. Más por otro lado, en el contexto del iniciado, el movimiento con orientación contraria al tiempo trascendente demiúrgico es conducente al Origen.

Y desde ya que debe irse más allá de la virtud o la moral convencional de este mundo si uno busca adentrarse tras las nueve puertas.

De allí el fruto prohibido del bien y el mal que ofrece la Serpiente Lucifer.

Nótese que esta es la octava puerta, la precedente a la novena y última puerta de la liberación.

En relación al halo del ángel, una nota de color que amerita comentar, más allá del contexto aquí analizado de las nueve puertas, es que en la antigüedad muchas divinidades se representaban con la caperuza de una serpiente (o una serpiente de varias cabezas, o incluso varias serpientes), y esa caperuza, un tanto ovalada sobre la cabeza de la divinidad, adepto o iniciado, devino con el tiempo, según algunos intérpretes del arte, en el halo con que se representa en el cristianismo a sus ángeles y santos.

En El club Dumas se trata de una doncella (representativa de la virtud), la que está a punto de ser decapitada. En tanto que en el film es un caballero.

En toda la trama el único hombre con actitud sacralizante, de rezar y orar es Balkan, en una rueda de futilidad donde todos sus empeños le llevan al fracaso, destinado a la muerte.

La figura verdadera de la novena puerta es la que finalmente Corso encuentra en la librería de los hermanos Ceniza, según el film, siéndole revelado por la misteriosa mujer que la novena figura en los tres libros era falsa, orientándolo nuevamente a los hermanos Ceniza, donde pese a no encontrar a los ancianos extraños sino dos obreros también algo peculiares, logra encontrar allí la figura auténtica correspondiente a la novena puerta.

Los hermanos Ceniza, como su propio nombre en español sugiere, estaban en realidad muertos, no siendo seres de este mundo.

Por muerto aquí entendemos alguien que ha muerto a la vida del mundo, a la vez que mantiene su existencia desde el otro lado, es decir que visto desde aquí es el reino de la muerte, proyectando desde allí los hermanos Ceniza sus diversas manifestaciones en este mundo.

Y los obreros que Corso encuentra en su taller, son de hecho ellos mismos bajo otra apariencia, como se comentará posteriormente.

En la figura que Corso encuentra, aparece Venus como el astro de ocho puntas, y la radiación luciferina alrededor.

Corso logra identificar por referencias el sitio de esa novena figura como el castillo cátaro de Puivert, a donde se traslada, abriéndose para él la novena y última puerta.

Accede así, tras lidiar con las pruebas iniciáticas representadas por las anteriores puertas de las sombras, al dominio luciferino.

Al comienzo de la película, en el despacho de Boris Balkan hay una gran fotografía de este mismo castillo cátaro que aparece al final en el grabado de la novena puerta. Esto es indicativo del laberinto, que tiene su misma salida en la entrada.

Este castillo es llamado de hecho la novena puerta, y también la torre del diablo.

La frase de esta novena lámina que se extrae del texto es N.NC SC.O TEN.BR. LVX, significando NVNC SCIO TENEBRIS LVX — Ahora sé que de las tinieblas viene la luz, lo cual connota necesariamente la luz y radiación de Lucifer.

Y es preciso sumergirse en las profundidades de la oscuridad para hallar la luz de Lucifer, que no se halla en la luz del mundo.

Este noveno grabado, en su versión falsa, presenta un castillo tras el que se hallan siete llamas, y la cortesana de Babilonia cabalgando el dragón de siete cabezas.

Por supuesto, revirtiendo el significado y sentido cristiano del apocalipsis en esta imagen, la Diosa triunfa sobre el Demiurgo, manteniendo el poder ofídico supremo.

En la película, Corso identifica a la mujer de la figura como siendo su misteriosa acompañante, quien además copula con él, manteniéndose ella en la postura de Lilith, cabalgando a Corso y despertando su poder draconiano, transmutándolo y permitiendo así que pueda entrar en la novena puerta.

Notemos como se aprecia en cierto momento, hallándose la mujer sobre Corso, la boca abierta y la lengua de Corso, connotando así el aspecto reptil u ofídico que ha despertado.

Las llamas en el grabado verdadero han mutado como una radiación, representando el fuego increado que devora la creación, y asimismo el fuego encendido del Maithuna mágico, manteniéndose el castillo en la escena con la mujer sobre el dragón de siete cabezas.

Además Polanski agrega en la verdadera imagen de la figura, como se mencionó, a Venus como estrella de ocho puntas, lo que concatenado con el castillo cátaro (que como sabemos los cátaros eran seguidores de Lucibel/Lucifer), da la pauta del giro y vuelco luciferino que hizo Polanski en relación a sus anteriores producciones cinematográficas, como El bebé de Rosemary.

Notemos que el noveno grabado falso, con el castillo en llamas, resultó profético para Balkan, fracasando en su acceso a la novena puerta. Fue así falso desde luego, ya que no representaba la auténtica figura de la novena puerta, más en su falsedad también está la clave de aquel que fracasa en la novena puerta, ardiendo en llamas, tal como Balkan.

Si consideramos el castillo como una arquémona, entonces claramente esta ha sido vulnerada, estando Balkan en desventaja estratégica.

Y apreciemos que desde una de las torres del castillo incendiándose, se aprecian siete llamas, al igual que las siete llamas del castillo en el grabado.

Continuando con el simbolismo, desde una figuración un tanto humorística, Corso con su hábito de fumar aparece siempre destilando humo como un dragón, porque el mismo es el dragón.

Sus cigarrillos de marca Lucky Strike o golpe de suerte, son también un guiño significativo, siendo por supuesto ese golpe de suerte (que no fue azar) dado por la mujer sin nombre de ojos verdes.

Resulta llamativo por otra parte, que con su hábito de fumar y beber alcohol a lo largo de toda la película, sean trece los cigarrillos que aparecen en escena, así como trece las copas o bebidas de alcohol. El trece, como significativo de lo arquetípico (recordemos las trece runas arquetípicas), representa todo lo que Corso debe ir atravesando, trascendiéndolo luego, enfocado hacia la liberación, entrando al dominio de lo luciferino increado.

Por otro lado debemos considerar y puntualizar las diferencias de los nueve grabados entre el libro El club Dumas de Pérez Reverte y el film de Polanski, La novena puerta.

En la novela, los grabados 2 y 5 del ejemplar de Balkan, 4, 7 y 8 del ejemplar de Fargas, así como 1, 3 y 6 en el de la baronesa, están firmados por Lucifer (LCF).

En tanto que en la película, son los grabados 3, 8 y 9 del ejemplar de Balkan, 2, 4 y 6 en el de Fargas, y 1, 5 y 7 del que posee la baronesa, los que se hallan con la firma LCF.

Un interesante detalle, es que en el film, Corso comprueba que en el ejemplar de la baronesa el séptimo grabado se halla firmado por Lucifer. Pero inmediatamente en sus notas registra el grabado 5 como firmado por LCF, y no el 7.

Y luego pasa revista al grabado 8.

En la película además, el auténtico grabado 7 presenta un tablero de ajedrez blanco, a diferencia de la novela, que es un tablero negro.

Y aquí señalemos también las diferencias que aparecen, ahora de El club Dumas con el libro Las nueve puertas.

En el supuesto libro Las nueve puertas, en el tercer grabado, el ángel no lleva flecha en su carcaj, en el séptimo grabado el tablero de ajedrez es blanco, y en el octavo grabado no hay un halo alrededor de la cabeza del caballero. Además lleva una clase de garrote y no una espada.

Por otro lado, según se aprecia casi al final del film, las figuras 1 y 7 que reúne Balkan para su ritual, no condicen con las firmadas por Lucifer según las indagaciones de Corso.

Más lo que debe tenerse en cuenta, es que antes de arribar a la novena puerta, el orden o secuencia de las anteriores puede variar en su combinación, en tanto se reúnan las claves resueltas de las demás puertas.

No estamos aquí hablando de una secuencia lineal y correlativa, en el sentido de uno, dos, tres… Sino de un sendero sinuoso, que puede ir en una u otra dirección, culminando claro, en la novena puerta.

Así, recordemos que Balkan había reunido y numerado los nueve grabados en el siguiente orden: 1, 4, 3, 6, 7, 5, 8, 2, 9.

Y el orden en que los nueve grabados van apareciendo a lo largo de toda la película, sin tomar en cuenta las repeticiones, y sin detenernos aquí en los episodios y escenas específicas de su aparición, es en la secuencia 1, 8, 9, 5, 6, 3, 2, 4, 7. Una secuencia que llevó a Corso finalmente a culminar en la novena puerta.

También aparece cierto simbolismo demiúrgico en este film, producto de la confusión sinárquica, que consideramos también un tributo que seguramente Polanski debió pagar para producir esta obra maestra.

Así por ejemplo, el mosaico masónico de baldosas blancas y negras en la biblioteca de la baronesa, o también al inicio del film, en la residencia donde Corso ha ido a tasar una biblioteca, un retrato muy fugaz de Madame Blavatsky, o la escena en que un momento antes de que los hermanos Ceniza pronuncien al unísono Lucifer, se escucha el zumbido de una mosca, lo que en términos esotérico-simbólicos remite a Belcebú como Señor de las moscas, manteniéndose así la confusión de Lucifer con Belcebú.

La forma en que Andrew Telfer aparece colgado, por otra parte, sin su calcetín del pie izquierdo, y con la soga al cuello, recuerdan la ritualística de iniciación en el grado Aprendiz de la masonería.

Además de la inclusión en el film de determinados lugares bajo el ala sinárquica, como se verá posteriormente.

Todo un simbolismo sinárquico que Polanski debió pagar, para una licencia sin impedimentos de un desenlace luciferino.

Cuando se habla de las nueve puertas debe tenerse presente que este simbolismo se halla presente desde la antigüedad en numerosas tradiciones, y citaremos aquí algunos ilustres ejemplos.

En el Bhagavata Purana, por ejemplo, en la historia del rey Puranjana se habla de la ciudad de las nueve puertas, que comprenden los ojos, los oídos, las fosas nasales, la boca, los genitales y el ano.

En el Bhagavad Gita, Krishna también menciona el cuerpo físico como la ciudad de las nueve puertas.

En términos tántricos se comprende que el área genital propiamente, es decir el lingam del hombre, o su falo, en interacción con el yoni de la mujer, es el paso a través de la novena puerta.

Tenemos también que en la antigua Babilonia había ocho puertas, de donde se comprende que hay una novena puerta secreta. Y resulta significativo que Babilonia deriva de Bab-ilim o puerta de los Dioses.

Más aún, la principal puerta de Babilonia, la puerta de Ishtar (la Diosa de Venus, y por lo tanto también referente de la puerta de Venus por donde se dice entraron los Siddhas) estaba ornamentada con figuras ofídicas.

Según Charles William King, en su libro The Gnostics and Their Remains, la figura del pentáculo (figura geométrica asociada como sabemos con la órbita de Venus, y con la proporción áurea) era utilizada por los gnósticos ofitas, seguidores de la serpiente, para ir atravesando las esferas de los arcontes hacia la liberación.

Consideremos que el Demiurgo es conocido en antiguos textos gnósticos como Yaldabaoth, teniendo bajo su mando a siete arcontes, de modo que aquí tenemos ocho instancias que deben superarse, para finalmente mediante la novena puerta salir definitivamente de este mundo.

En la portada de Las nueve puertas se aprecia la figura de un pentáculo, símbolo que también ha sido apropiado por los poderes demiúrgicos sinárquicos, dándole, al igual que se hizo con muchos otros símbolos, una resignificación demiúrgica.

Más allá luego de qué es la novena puerta, la siguiente cuestión que se presenta, obviamente, es qué hay tras la novena puerta.

Desde nuestra consideración Hiperbórea, representa el retorno al Origen, y el encuentro con Lucifer, así como el reencuentro con la Dama del Origen, la Diosa o propia pareja original.

De modo, que sin lugar a dudas la novena puerta es la puerta hacia la liberación.

Desde ya que el llegar a esta instancia comprende también la plena sabiduría, comprendiendo la ilusión del mundo, a la vez que los misterios del universo, con el signo del Origen.

Recordemos que en la Sabiduría Hiperbórea es la puerta de Venus por donde los Siddhas han entrado a este mundo, y aquí estamos bajo otra nomenclatura con el mismo concepto.

Como portal dimensional o Stargate, la novena puerta puede ser comprendida como la puerta por donde los Primigenios entran a este mundo, los Siddhas Dracos, hombres lagarto y hombres serpiente. Es decir, como portal inter-dimensional es una puerta bilateral, pudiéndose entrar o salir a través de ella.

Y al hablar de una puerta bilateral, debemos saber que tanto se puede retornar al mundo increado a través de las nueve puertas o instancias iniciáticas, como también a la inversa, los Siddhas provenientes del mundo increado, han debido atravesar nueve puertas hasta llegar a la novena puerta, Venus (sistema real artificial creado por los Siddhas), en relación ya con la densidad del mundo de la materia, el mundo del Demiurgo.

Esto es comprensible, dado que desde el mundo del espíritu, o increado, no se pasa directamente al mundo de la materia burda o densa, sino que hay estancias intermedias. Más de cualquier manera, el tránsito para los Siddhas es directo, y hasta casi instantáneo diríamos, por su misma condición de Siddhas.

En el caso del Virya orientado, tenemos que las nueve puertas que debe atravesar tienen relación con el secreto del ángulo recto. El ángulo recto, nuevamente, funciona en forma bilateral. Tanto para un Virya ingresar a una arquémona, como para un Siddha (por ejemplo, el capitán Kiev, según se refiere en El misterio de Belicena Villca), manifestarse en este plano.

Así, considerando el secreto del ángulo recto, es posicionándose en nueve ángulos como el Yo orientado transita y concreta la senda de retorno al Origen.

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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Primera parte –

Por Christian C.

En el film The Ninth Gate o La novena puerta, traducido a veces también como La última puerta, Roman Polanski presenta indicios de cierta aproximación al luciferismo. Si su producción cinematográfica de los años 60, El bebé de Rosemary, circundaba en torno al satanismo, con La novena puerta dio un giro en cierta medida hacia el luciferismo, manteniendo no obstante ciertos puntos concomitantes con el satanismo.

El film se basa en el libro de Arturo Pérez Reverte, El club Dumas, donde a diferencia de la película, se entremezclan dos historias distintas: en torno a un manuscrito atribuido a Alejandro Dumas por un lado, El vino de Anjou, y por otro lado, Las nueve puertas. Si bien Corso, el protagonista, está convencido durante casi toda la trama que ambas cuestiones están conectadas, finalmente descubre que no es así. Más en el film de Polanski se omite todo el tema del manuscrito de Alejandro Dumas, manteniendo así algunas licencias respecto a la obra literaria de Pérez Reverte.

Nos atendremos en este análisis a elementos tanto del libro como del film, alternando de uno a otro en cuanto a lo esotérico y luciferino, siendo que en algunos aspectos el libro y la película se complementan perfectamente. Expondremos tanto los elementos demiúrgicos como hiperbóreos que se presentan, ubicándolos en sus respectivos contextos.

De Umbrarum Regni Novem Portis significa Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras, y es el libro sobre el que discurre toda la historia. Libro atribuido a Aristide Torchia en 1666, y quemado como hereje por la inquisición en 1667. Curiosamente, sea de forma intencionada o no, el año de publicación del libro de Torchia es 1666, y el año de la película La novena puerta es 1999, números que al revés nos dan también 1666. Y sincronísticamente, entre 1666 y 1999 transcurren 333 años, que sumándolos se sintetizan nuevamente en el 9.

Aristide Torchia basó su escrito en el Delomelanicon, texto atribuido al propio Lucifer, que encontró durante su estancia en Praga (foco en aquel entonces de ocultismo, alquimia y magia) estudiando la magia oscura. Consideremos que el significado de Delomelanicon es Invocación a la oscuridad victoriosa (derivando de Delos –invocar–, mela –oscuro– y Nikon –victoria–), en la que ha de hallarse la luz de Lucifer, tras el cruce del abismo. Al mismo tiempo, tal como se explica en la Sabiduría Hiperbórea, la luz del espíritu, luz de Lucifer, es oscuridad para la percepción del alma.

Las nueve puertas representan aquí pruebas iniciáticas en la senda de Lucifer, a modo de, simbólicamente hablando, los nueve meses de gestación luciferina.

En el libro, a diferencia de la película, se explicita claramente la identidad oculta de la mujer que asiste a Corso como «el diablo» (lease «diabolos» respecto a Lucifer desde nuestra consideración), citando incluso el mito cristiano de los ángeles rebeldes. No obstante, cuando hablamos aquí de la figura del diablo, es necesario considerar todo el ropaje cultural cristiano que se le ha añadido, y que desde nuestra consideración, Lucifer (independientemente del tema de las etimologías), es el aspecto espiritual, luminoso y rebelde del «diabolos».

Este término diablo requiere cierta clarificación, para evitar la confusión con su sentido actual en el cristianismo.

Nos referimos y remitimos aquí a la acepción original griega diabolos (como «el que ataca y divide», en oposición al Demiurgo y su mundo), que dio origen a la palabra «diablo», fuera e independientemente del sentido que le atribuyó luego el cristianismo,
De este «diabolos», entendiendo ahora su significado original e iniciático, podemos afirmar que Lucifer es su apelativo más iniciático, en relación a otros aspectos (como caos y destrucción), que también se le atribuyen.

De igual modo el término «demonio» debe ser aquí resignificado, remitiéndonos a su acepción original griega, «Daimon», a modo de guía o genio tutelar en el conocimiento, pudiendo ser de hecho «bueno» o «malo»., Se decía por ej. que Sócrates era asistido por su Daimon personal.

Haciendo un alto a toda esta temática, debe tenerse en cuenta que a diferencia de la magia y brujería para logros menores, que son no obstante válidos (dinero, fama, sexo, etc.), la clase de magia oscura como la expuesta en el Delomelanicon se focaliza en un logro iniciático de mucho mayor alcance que todo lo anterior, como se expondrá luego.

En el film La novena puerta, Corso recibe la encomienda del trabajo a realizar de Boris Balkan (en El club Dumas es Varo Borja) de comparar su recientemente adquirido ejemplar de Las nueve puertas con otros dos ejemplares, también de coleccionistas privados, en Portugal y Francia. Tres ejemplares han sobrevivido a la hoguera y persecución de libros malditos por la Santa inquisición, según declaró el propio Aristide Torchia. Así, en los siglos posteriores, varios ocultistas intentaron realizar el ritual del libro prohibido, basándose en sus indicaciones y los nueve grabados, incluyendo por ejemplo Madame de Pontespan de la corte de Luis XIV, aunque sin resultado.

Tenemos entonces tres copias sobrevivientes de la inquisición: una en poder de Balkan (comprada al recientemente suicidado Telfer, que en el libro es Taillefer), una en Sintra, Portugal, que posee Victor Fargas en su colección privada, y la de la baronesa Kessler (en el libro la baronesa Ungern) en París. Boris Balkan está convencido que sólo uno de los tres ejemplares es auténtico, por lo que le encomienda a Corso que viaje a Portugal y Francia, para comparar esos dos ejemplares con el suyo, que le deja a su cuidado.

Debe acotarse que en la película, la viuda de Andrew Telfer, Liana, es adherente a una orden oculta, y se halla también tras el libro que le había comprado su fallecido esposo, quien se lo vende luego a Balkan. En tanto que en El club Dumas de Pérez Reverte, la viuda solamente está interesada en el manuscrito de Dumas que custodia Corso, también perteneciente antes a su fallecido esposo. Y esto se puntualiza debido a que en el film, Liana Telfer aporta interesantes elementos esotéricos.

Partamos de la base del autor de Las nueve puertas, Aristide Torchia, quien procediendo de una familia veneciana de comerciantes, viaja a Holanda, trasladándose prontamente a Praga, de donde luego de un tiempo regresa a Venecia como iniciado en el saber oculto. Allí es cuando llega a escribir, entre otros libros, Las nueve puertas, en cuya portada aparece una serpiente enroscada alrededor de un árbol que es desgajado por un rayo. Tratándose aquí la serpiente enroscada en el árbol de un emblemático símbolo ofídico del saber oculto y prohibido, connotando el rayo también el poder luciferino.

Y acompañando la portada, la leyenda Sit Luceat Lux, o Así brillará la luz, evocando así la radiación luciferina (Lucifer/Lux-ferEl que trae la luz). También se menciona en la portada, Cum superiorum privilegio venia o Con licencia y privilegio de los superiores, lo que es interpretado por la baronesa, según le refiere a Corso, como la misión encomendada de publicar el libro por alguna cofradía oculta a la que Torchia pertenecería. Más también podemos entenderlo como una alusión a la venia o consentimiento de los Siddhas.

Esta sentencia de la portada, Sit Luceat Lux, se atribuye asimismo al ocultista y científico Giordano Bruno, con quien Aristide Torchia mantiene interesantes paralelos, comparándose ambos en la obra de Pérez Reverte. Se menciona que en sus obras de ocultismo y magia, Giordano Bruno utilizó precisamente los términos Delos y Mela (con los que se conforma Delomelanicon) y refirió asimismo: «En el camino de los hombres que quieren saber, hay nueve puertas secretas».

Giordano Bruno fue apresado en Venecia como hereje, y quemado vivo en Roma, Campo di Fiori, en febrero de 1600. Unas décadas después, en la obra de Pérez Reverte, Aristide Torchia es detenido en Venecia, torturado y quemado en Roma, en febrero de 1666. Desde ya, considerando el carácter ficticio del personaje de Aristide Torchia, con los paralelos esbozados es claro que se está haciendo un homenaje a Giordano Bruno, detentador del conocimiento oculto, y quemado por la Iglesia, brazo de la sinarquía.

El triple 6, en 1666, no deja de ser significativo, dado que los valores del culto demiúrgico cristiano se hallan invertidos, condenando bajo esta cifra emblemática la verdadera fuente de sabiduría, Lucifer y sus emisarios.

Un aspecto muy explícito en el film de Polanski, es la escena en que los hermanos Ceniza le comentan a Corso, en referencia al grabado en el libro de un ángel apuntando con su flecha hacia abajo: «Si te aventuras demasiado lejos, el peligro te acechará desde arriba». Y nótese que el peligro, el ataque, procede «desde arriba de un ángel», es decir, de fuerzas demiúrgicas que se oponen a quien se adentre profundamente en los misterios luciferinos.

Cuando Corso sale luego del taller de los hermanos Ceniza, el andamio de una obra en construcción se desmorona sobre él, teniendo que correr para no sufrir un accidente. Es decir, claramente lo que en la Sabiduría Hiperbórea se conoce como un fenómeno de segundo grado, provocado por el Demiurgo en ataque a sus opositores.

Se ha comparado también el Delomelanicon con el Necronomicón que nos ha presentado Lovecraft, y atribuido al insigne ocultista Abdul Alhazred, el árabe loco. En ambos casos, siendo el Delomelanicon una ficción literaria de Pérez Reverte, se está tratando de libros prohibidos, libros malditos por la sociedad y religión convencional, con lo que, más allá del argumento ficticio de la novela de Pérez Reverte o el film de Polanski, se exponen bajo la nómina de este libro importantes claves iniciáticas.

¿Pudo deberse quizá la orientación de Polanski hacia lo luciferino, al contacto y relación con su mujer, Emmanuelle Seigner (quien en la película protagoniza a la misteriosa mujer que acompaña a Corso), siendo una mujer Kali? Esta misteriosa mujer (en la trama del libro, Irene Adler, el mismo nombre de aquella dama que derrotara a Sherlock Holmes en un cuento de Conan Doyle), es una mujer que representa a Lucifer. Y la presencia femenina en lo luciferino remite a Lilith, por lo que se trata de Lilith misma.

En un diálogo de la novela donde Corso conversa con Irene Adler sobre distintas representaciones del diablo en la literatura (el Mefistófeles de Fausto, el diablo en Los hermanos Karamazov de Dostoyevski, el diablo de Dante, etc.), Corso le comenta que prefiere el diablo de Milton (de la obra El paraíso perdido), a lo que la extraña dama sonríe complacida y enigmáticamente. Y es que, de las obras citadas, es en la obra de Milton donde se efectúa una mayor aproximación luciferina.

Tal como la baronesa le comenta a Corso en la novela: «La demonología erudita identifica a Lucifer con la sabiduría». Es decir, el propósito último del Delomelanicon, o de Las nueve puertas de Aristide Torchia, es la sabiduría y la inmortalidad. Más muchos no llegan a este objetivo en alineamiento con el luciferismo, sino más bien quedan atrapados en su sombra, el satanismo.

Tal como Boris Balkan le reprocha a la viuda Telfer, no puede meramente mediante una orgía y ciertas letanías engañarse «al maestro» (Lucifer), haciéndolo comparecer. Esto alude precisamente a quienes quedan capturados en una mera sombra del luciferismo, sin orientación iniciática.

Liana Telfer pertenecía, al igual que años atrás la baronesa, a la orden La Serpiente de Plata, creada en honor de Torchia, y reuniéndose anualmente en su aniversario para preservar su legado. Aunque, como la baronesa bien le refiere a Corso, con el tiempo esta sociedad degeneró en una clase de club social, con cierto pretexto esotérico para mantener orgías.

Demás está decir que adeptos de esa clase de agrupaciones o cultos, que incluso claman ser luciferinos, no obtienen la Gnosis, y hasta incluso caen en una disposición sacralizante o de culto respecto a Lucifer, sin recibir su luz oculta, la sabiduría o Gnosis prohibida. Por lo que la aproximación de estos adeptos a la Serpiente no pasa nunca de un marco arquetípico.

Por supuesto, no se está significando aquí aquellos que practican el Maithuna y magia sexual, con la orientación gnóstica apropiada.

Liana Telfer llevaba la serpiente tatuada en su muslo. El símbolo serpentino es aquí interesante, porque se trata de una serpiente enroscada en sí misma que muerde su cola a modo de Uróboros. Y en el caso de adeptos como Liana Telfer, su Uróboros no deja de ser un ciclo repetitivo continuo.

Tomando en cuenta los distintos niveles de significación del Uróboros, desde lo luciferino la concepción sería que el laberinto tiene su salida en su mismo punto de entrada (de allí la serpiente mordiéndose la cola, y sintetizando toda la trayectoria), por lo que bajo este concepto y perspectiva, el Uróboros representa aquí el retorno al Origen.

El tatuaje de Liana Telfer está conformado por tres formas casi circulares, donde de un lado puede apreciarse perfectamente un 8 (símbolo del infinito, y figurado como dos serpientes entrelazadas), formado por dos de esos cuasi círculos, con un tercero sobre ellos, culminando así con una figura de significado representativo implícito de lo que sigue al 8. Es decir, el 9. Una alusión así a las nueve puertas.

Desde otra perspectiva, se pueden apreciar en el tatuaje, según el ángulo, tres 6, conformando así el 666. En El club Dumas, la viuda Taillefer (en quien se basa la Telfer de la película) lleva en cambio el tatuaje de una flor de lis en la pierna.

Se encuentran así, como se comentó previamente, elementos esotérico-iniciáticos tanto en el film como en el libro, complementándose ambos. El 666 lo encontramos también en otras escenas de la película, como cuando Boris Balkan lleva a Corso a través de un ascensor, pulsando tres veces el botón del seis. Y asimismo, también un triple seis como código para acceder a su selecta biblioteca privada de demonología.

Aunque teniendo cierta orientación gnóstica, Boris Balkan tampoco logró dar con el secreto del libro. Esencialmente porque el noveno grabado era falso, pero además, debido a falta de orientación (falta de suficiente pureza de sangre), pretendió prematuramente ser invulnerable a las condiciones físicas, rociándose con gasolina y rodeado de llamas. Por supuesto que agonizó quemándose, muriendo luego con un tiro de gracia de Corso.

Más lo que se desprende de esto, es que en su confusión estratégica, Boris Balkan confundió el fuego de este mundo con el fuego increado.

En El club Dumas, como ya se mencionó, es Varo Borja quien asume este papel en vez de Boris Balkan, apareciendo también Boris Balkan, pero con otro protagonismo en la novela. Y con cierta orientación gnóstica (aunque no la suficiente), Varo Borja reconoció el valor iniciático de la Serpiente/Dragón, según la siguiente escena:

«Serpens aut draco qui caudam devoravit –Varo Borja le sonrió al vacío, limpiándose la boca con el dorso de la mano; un rastro oscuro quedó en éste y en su mejilla izquierda–… Ellos custodian los tesoros: árbol de la sabiduría en el Paraíso, manzanas de las Hespérides, Vellocino de Oro… –hablaba enajenado, ausente, describiendo un sueño desde el interior–. Son esas serpientes o dragones que los antiguos egipcios pintaban formando círculo, mordiéndose la cola para indicar que procedían de una misma cosa y se bastaban a sí mismas… Guardianes insomnes, orgullosos y sabios; dragones herméticos que matan al indigno y sólo se dejan seducir por quien ha combatido de acuerdo con las reglas. Guardianes de la palabra perdida: la fórmula mágica que abre los ojos y permite ser igual a Dios.»

Aquí se enlaza perfectamente lo ofídico/serpentino con lo luciferino, refiriéndose la aproximación del iniciado a la Serpiente de la sabiduría en busca del fruto prohibido, la Gnosis, y tras las pruebas iniciáticas necesarias, el alcance del logro último de la auto-deificación (el objetivo o meta misma del sendero de mano izquierda), es decir, uno mismo como un Dios o Diosa.

Parafraseando a la Antigua Serpiente: Eritis sicut dii scientes bonum et malum«Serás como Dios, consciente del bien y del mal». En rigor de verdad, no se trata aquí de igualar a Dios como referente último. Sino que esa igualdad se debe a que uno mismo es un Dios o Diosa en el Origen, instancia que debe uno recordar desde la sangre y recuperar a través del sendero iniciático.

Así, ese es el sentido de las palabras del Dios Serpiente Lucifer: no someterse a otra divinidad o Dios, sino alcanzar uno mismo ese estatus de Dios. Más no como muchos entienden, fusionándose con Dios o siendo uno con Él, sino manteniendo una divinidad propia, individual y separada, de carácter infinito y absoluto.

De modo que, siendo riguroso en el análisis, no se trata en realidad como dice Varo Borja de ser igual a Dios (si nos referimos, como convencionalmente se hace, al Dios bíblico o Demiurgo), sino de alcanzar un estatus de igualdad con Lucifer, como Siddha en el Origen.

Un comentario

Análisis Hiperbóreo de «El bebé de Rosemary» – Segunda parte

Por Christian C.

Unos diez años después de «El bebé de Rosemary», en 1976 surge como secuela la película «Look What Happened to Rosemary’s Baby», dirigida por Sam O’Steen, con guión de Ira Levin.
La única artista de «El bebé de Rosemary» que actúa también aquí es Ruth Gordon, desempeñando el papel de Minnie Castevet.
La película carece de contenido gnóstico y se desarrolla a partir del argumento de Rosemary escapando con su hijo, perseguida de cerca por el culto.
Aunque Rosemary le ha dado a su hijo el nombre Andrew, Roman Castevet y sus seguidores continúan llamándolo «Adrián», en honor de Adrián Marcato.
Rosemary se oculta inicialmente con el niño en una sinagoga, donde aparentemente el rastro psíquico a distancia del culto se pierde o desorienta. Lo cual demuestra la falta de orientación gnóstica, al no comprender que Satán es el mismo Dios bíblico, o, si se quiere puntualizar, su reverso o sombra.
La cruz cristiana produce quemazón en el cuerpo del niño, continuando con el imaginario simbólico colectivo clásico de cristianismo vs. satanismo, sin mayor profundidad.

Continúa en este film, así como en «El bebé de Rosemary», el despliegue de facultades psíquicas por parte del culto, pudiendo los brujos seguir el rastro de una persona a distancia, influir en su mente, enfermar o atacar a alguien, deviniendo en el misterioso final trágico de Rosemary, que, siendo engañada y separada de su hijo, es llevada por la noche en un autobús sin conductor…
Se mantiene la consideración y práctica en este culto de una reversión del cristianismo, por lo que no dejan de ser dos caras de una misma moneda, precisándose mutuamente.
Así, por ejemplo, Roman Castevet comenta que el niño puede ser criado no por ellos, sino por una mujer común, interactuando con la sociedad, dando como ejemplo que «el otro niño fue criado como hijo de un carpintero».

Al llegar a una edad adulta, y conforme a cierto alineamiento astrológico, Roman y Minnie Castevet (los padrinos de Adrián), así como otras personas del grupo, acuden a celebrar el cumpleaños de Adrián, sabiendo que a la medianoche debía ser expuesto a una prueba. La hora se debe a que fue concebido a la medianoche.
Y esta prueba se basa en el concepto de que, así como en el relato bíblico Cristo recibió sus poderes a los treinta años de edad, Adrián debe demostrar ser merecedor de recibir los poderes de su padre Satán.
Para lo cual, siguiendo un rito primitivo, debe en un acto de violencia y crueldad, ser bañado en sangre.
Guy Woodhouse, el ex esposo de Rosemary y padre carnal del niño, acude también a la celebración, aunque sin que Adrián sepa que se trata de su padre «biológico».

Es expuesto Adrián a un estado alterado de euforia bajo la influencia de alcohol y rock and roll, frente a lo que Roman Castevet comenta complacido que «hay más regocijo en el infierno por la corrupción de un justo, que el canto de cien impíos», invirtiendo así la máxima del cristianismo.
No deja de ser, por lo tanto, un reverso del cristianismo, o su sombra.
Los consejos de Peter, el amigo cristiano de Adrián, son desestimados, manteniéndose de ese modo ese dualismo de «bien y mal», representados en las figuras del cristianismo y el satanismo.
Tras una muerte por electrificación de Peter, provocada sin haber sido planificada por Guy Woodhouse, Adrián sufre cierta conmoción y desestabilidad, y se sale del desenfreno en que estaba sumido.
Habiendo fracasado en la prueba, despierta de un estado de coma inducido en una institución psiquiátrica, pesando sobre él la acusación de haber asesinado a su amigo Peter.
Y al despertar, ya no recuerda su nombre como «Adrián», sino como «Andrew».

Comienza paulatinamente a tener ciertos recuerdos y convence a una asistente de la institución psiquiátrica, de la que se hace amigo, para que lo ayude a escapar de allí.
Más ocurre que esta mujer termina siendo un miembro más del culto, intimando luego sexualmente con Andrew, para de ese modo utilizar su cuerpo (ya que su mente había fallado en la prueba requerida), y así, como se hizo con Rosemary, ahora invirtiendo los roles masculino/femenino, tener un hijo de Andrew, que no deja de ser un hijo engendrado por Satán, llevando esa esencia en la sangre.
Cierto concepto lejano y distorsionado del concepto hiperbóreo del «legado de sangre» parece asomar aquí, aunque desprovisto de significado gnóstico.
Y del mismo modo, se insinúa cierta unidad del cristianismo y el satanismo, cuando se dice que luz y sombra han estado desde el inicio del universo, y así como hubo un período de dos mil años del cristianismo (que después de todo no fue tan bueno, con sus guerras, pestes y caos), ahora se iniciaba un nuevo período.
No deja esto de ser una sugerencia de una alternancia complementaria entre dos facciones aparentemente opuestas.

Décadas después del libro «La semilla del diablo», Ira Levin publica una continuación de la historia, bajo el título «El hijo de Rosemary» en 1997.
La historia es distinta a la continuación del film «Look What Happened to Rosemary’s Baby», pese a que el guión fue escrito también por Ira Levin.
Aunque se trata, por supuesto, de una ficción, este doble argumento de carácter diferente, en continuación de la historia de Rosemary y su hijo, con los mismos personajes, se encuadra en lo que en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea» se conoce como «El gran secreto de Maya».
Ciertamente puede considerarse bajo esta óptica, desde IHPC (iniciado hiperbóreo en presente comprensivo), que Rosemary y su hijo, los Castevet, etc., se hallaban situados simultáneamente en distintos contextos de significación.
Es decir, lo que se conoce en otros términos como «realidades paralelas».

En «El hijo de Rosemary», el niño ya ha crecido, y tornándose adulto dirige una sociedad altruista que trabaja en aras de la paz del mundo, conocida como «Los hijos de Dios», con sede en Nueva York.
Esto condice con los planes de la sinarquía, que tras supuestos planes filantrópicos, altruistas y con objetivos de «unificación globalista», ocultan siniestros objetivos de dominación mundial.
Rosemary despierta muchos años después de un estado de coma en que había sido sumida intencionalmente por los Castevet, debido a su intento de escapar con el niño.
Tras su encuentro con su hijo ya adulto, se convence momentáneamente de que su hijo no ha seguido el sendero del satanismo, sino que se ha rebelado contra su designio impuesto de nacimiento, trabajando ahora por el «bien del mundo».

«Los hijos de Dios», bajo la dirección de «Andrew Castevet» (siendo criado por los Castevet, fue registrado con ese apellido), trabajan en el proyecto de un encendido mundial de velas, la «noche buena» previa a navidad.
El siniestro plan, que Rosemary llega a descubrir muy tarde, encubre un componente químico oculto en las velas de venta masiva para el evento mundial, que termina por aniquilar a la humanidad. Es decir, un sacrificio masivo de la humanidad entera.
Previamente, cuando las sospechas de Rosemary despiertan, llega a descubrir una ceremonia secreta de su hijo y allegados, donde utilizan toda una indumentaria de celebración que es referida luego por Andrew como «druida». Tanto el atuendo, o túnicas con capucha que utilizan, como las danzas y música desplegadas a tal efecto.
Este enlace del satanismo con el druidismo, tal como se expone claramente en «El misterio de Belicena Villca», deja en claro que Ira Levin debió tener algún conocimiento al respecto, o llegó a captar esta cuestión en su psique de alguna manera.

El personaje que Rosemary conoce como Joe termina siendo el propio diablo, el padre de Andrew, que se asegura de que el plan de destrucción masiva llegue a su fin, desconfiando de la naturaleza «mitad humana» de Andrew. Para lo cual, termina crucificándolo, con lo que nuevamente se constela en este argumento el mito cristiano.
Rosemary recibe la propuesta de «Joe» de tener el privilegio de ser la única sobreviviente humana de la masacre, teniendo juventud y vida eterna junto a él.
Negándose a esta petición primero, y luego resignándose, Rosemary sigue a Joe, descendiendo ambos por un ascensor, donde el calor se hace cada vez más intenso e insoportable.
Este suceso connota el «descenso al infierno caliente», es decir, el infierno («infernus» o inferior en latín) de «fuego caliente», que no es, por supuesto, el fuego frío o fuego luciferino.
El «infierno de fuego caliente» no es otra cosa que este mundo demiúrgico, el samsara o rueda de nacimientos y muertes.

Y desde ese «descenso en el ascensor», Rosemary aparece en otro escenario, otro plano y contexto de significación, «despertando como si hubiera tenido una terrible pesadilla», años atrás en 1965, junto a su esposo Guy y recién casada, antes de tener su hijo. Todo cuanto ha sucedido aparece en su mente ahora como «un sueño».
Y la posibilidad de rentar un departamento en el edificio Bramford se presenta nuevamente…
Esto, por un lado, connota el concepto del poder que posee el Demiurgo para cambiar a un Virya dormido de un espacio de significación a otro, sin siquiera que éste lo advierta.
En todo caso, «se ha tratado de un sueño».
También, por otro lado, esto connota el poder que poseen los Siddhas traidores, dado a ellos por el Demiurgo, de «resetear» la Kalachakra, «retrocediendo así en el tiempo», y cambiando una línea temporal y determinado plano de significación.

En 2014 surge una nueva versión de «El bebé de Rosemary», en una miniserie francesa de 2 episodios, donde el papel de Rosemary es interpretado por Zoe Saldaña.
Los hechos transcurren en París, y el edificio análogo al Bramford es «La Chimère», con el relieve en la entrada de una figura ofídica alada.
Este edificio había sido construido en 1860 como residencia de ricos y famosos, y comprado luego por «Roman Castevet» unos 30 años antes de los hechos de Rosemary, simultáneamente hacia la misma época en que Steven Marcato desaparece de la escena.
Siendo, por supuesto, Roman Castevet y Steven Marcato la misma persona, habiendo ahora asumido otra identidad.

Aquí los Castevet son un matrimonio joven, a diferencia de la versión original, siendo Roman Castevet y su esposa Margaux (equivalente a Minnie Castevet), también muy dada a las preparaciones de infusiones y hierbas.
Guy Woodhouse, el esposo de Rosemary, siendo escritor y teniendo una beca en la Sorbona, obtiene luego de «pactar» con los Castevet el puesto de jefe del departamento de literatura inglesa, puesto que iba a ser dado a la profesora Bishop, la cual sufre un misterioso ataque de histeria que la lleva al suicidio.
Guy y Rosemary reciben de los Castevet como regalo un gato negro con collar rojo, el cual es como una clase de entidad al servicio del matrimonio infame, manteniendo la vigilancia de los recién casados, con el objetivo que ya todos conocemos.

Desde la época en que Roman Castevet reside en «La Chimère», un comisario comienza a encontrar, a lo largo de 30 años, mujeres asesinadas misteriosamente a las que les falta el corazón.
A partir de las indagaciones que Rosemary hace acerca de Nena Pascal, la anterior inquilina del departamento que ahora ella ocupa, llega a una iglesia copta, que era frecuentada por Nena.
Y así descubre, a través de un sacerdote, que «La Chimère» fue copado por un culto de satanistas, pretendiendo hacer con Nena Pascal la madre de su futuro «mesías esperado». Es decir, el mismo intento que luego se hará con Rosemary, y de igual manera, siendo traicionada por su esposo, en este caso de nombre Jacques.
El sacerdote le cuenta a Rosemary que vio hace tiempo a Steven Marcato en el área del edificio, junto a una prostituta a la que asesinaba, arrancándole su corazón para comerlo.
De ese modo, Steven Marcato, y seguramente también su esposa Margaux, se mantenían jóvenes y longevos al paso del tiempo, mediante ritos secretos de canibalismo, en que absorbían la vitalidad de sus víctimas.
De igual manera, las hermanas Trench, de quienes en «La semilla del diablo» de Ira Levin ya se mencionaban como responsables de actos de canibalismo.

Al igual que en la película de Polanski, aquí también Rosemary recibe infusiones diarias de una preparación hecha por Margaux, en este caso una «sopa de fertilidad».
Y en la extraña ceremonia en que Rosemary es drogada y fecundada, es Steven Marcato quien asume el rol de vehículo transmisor de «la semilla del diablo».
Rosemary también tiene ciertas visiones y encuentros con Steven Marcato, supuestamente desaparecido hace años, y de aspecto más joven, distinto a Roman Castevet.
De donde se desprende que Steven Marcato/Roman Castevet poseía el poder de cambiar de aspecto a voluntad, e incluso consideramos que los encuentros que Rosemary tuvo con Steven Marcato fueron a partir de un desdoblamiento astral de «Roman Castevet», asumiendo esa forma astralmente y condensándose momentáneamente en la materia densa.

De una visita guiada en las catacumbas de París, Rosemary se entera también de cierta «leyenda urbana» en cuanto que, desde la época de Napoleón III (emperador de Francia entre 1852 y 1870), cierto diseño urbano de París fue configurado profanando determinadas iglesias y cementerios, donde Napoleón encontraba oposición a sus planes.
En estas profanaciones, habrían intervenido satanistas, construyéndose luego en esos sitios residencias y edificios sobre «huesos malditos», no consagrados por la Iglesia. Uno de tales lugares sería «La Chimère».
Es sabido que buena parte del área subterránea de París se halla sobre catacumbas, donde los huesos sí fueron bendecidos por la Iglesia.
Una «leyenda urbana» que sin duda oculta un trasfondo histórico, disimulado hábilmente como leyenda popular, y que nuevamente señala los nexos del poder político y élite de poder con el satanismo.

En la precuela de «El bebé de Rosemary», «Apartamento 7A», vemos que antes de Rosemary se habían hecho varios intentos con mujeres en edad de fertilidad, en función del ritual que trajera al hijo del diablo.
Terry Gionoffrio, quien conociera a Rosemary en el lavadero del sótano del edificio, también había sido elegida con ese objetivo. Y antes que ella, según esta precuela, otra mujer de nombre Joan Cebulski también había sido seleccionada.

La diferencia con respecto a «El bebé de Rosemary» y «La semilla del diablo», es que Terry Gionoffrio no procedía de la calle ni era dada a las drogas y la mala vida, sino que era una bailarina que, tras un accidente en una producción de Broadway, sufre una lesión en su pie, imposibilitándole continuar con la danza.
Las puertas del mundo artístico parecen cerrarse para ella, hasta que, en un intento de conseguir el favor del productor del teatro, lo sigue hasta su residencia en el edificio Bramford, donde, sufriendo un desvanecimiento en la entrada, es asistida por el matrimonio Roman y Minnie Castevet…
A partir de allí, recibe un trato de cuidado similar al de Rosemary, abriéndosele nuevamente para ella las oportunidades en su carrera de danza… Y, por supuesto, siendo fecundada ritualísticamente, utilizándose el pretexto de un encuentro íntimo que tuvo con Alan Marchand, el productor de Broadway que previamente rechazara su papel de bailarina debido a la torcedura de tobillo, dándole ahora, como era de esperarse, un trato privilegiado a Terry.

Y al igual que Rosemary, es derivada al doctor Sapirstein, que era miembro del culto, y recibe el talismán con «raíz de tanis» que recibiría tiempo después Rosemary, la «hierba del diablo».
Una compañera de danza que estaba propuesta en un papel central para un espectáculo, de nombre Vera, y con quien Rosemary no tenía buena relación, sufre una misteriosa fractura de tobillo, dejando la vacante libre, siendo elegida Terry Gionoffrio para cubrirla.
Por supuesto, una fractura de tobillo que no ocurrió por azar.

La señora Gardenia, que aparece también en la obra original como la anciana amiga de Minnie Castevet que cultivaba hierbas en su departamento, aquí trata de impedir que Terry dé a luz el hijo que espera, intentando apuñalarla. Y «misteriosamente» sufre un estado de coma… muy acorde al proceder de los Castevet.
Lily Gardenia era, como ya sabemos, también bruja, amiga de Minnie Castevet, y mediante cierta poción dada por ella, es como Terry se recupera rápidamente del dolor de su tobillo, cuando inicialmente es aceptada en el edificio Bramford.
Accediendo por un pasadizo desde su departamento al de la señora Gardenia, descubre un grimorio con imágenes del talismán que ella ha recibido de la señora Castevet, y una mujer encadenada que da a luz un demonio.

A partir de unas indagaciones que Terry realiza, logra dar con el paradero de unas pertenencias de Joan Cebulski, dejadas para guardar por ella en un teatro, pertenencias que nunca llegó a retirar, muriendo en un accidente atropellada por un autobús.
Así, leyendo ciertas anotaciones que Joan había hecho en una Biblia, Terry se dirige a una iglesia, donde una monja le revela que el edificio Bramford ha sido desde hace tiempo ocupado por seguidores de un culto satánico.
Terry es impotente frente al hijo que lleva en su vientre, fallando en un intento de aborto que intenta realizar, pateando sin poder controlarse a la abortista, y siendo incapaz luego de suicidarse apuñalándose. No obstante, puede accionar contra otros, como cuando apuñaló a Alan Marchand, descubriendo el sótano del edificio donde se efectuaban los rituales, y donde fue de hecho objeto del ritual por el que ahora está embarazada.

Se repiten elementos similares a los de «El bebé de Rosemary», en consonancia con un culto satánico que mantiene meramente valores revertidos del cristianismo.
«El hijo de Satán», «el año uno», «una visita y adoración satánica de los magos», etc.
Hasta aquí no sobresale nada como luciferino, llegando al desenlace, en que, acorralada sin poder escapar y con una muy alta tensión dramática, Terry responde no desde lo lúdico ni sacralizante, sino expresando lo que en la Sabiduría Hiperbórea se conoce como AGL, o Actitud Graciosa Luciférica.
Hallándose atrapada y sin posible escape, y viéndose obligada a entregar su hijo en cuanto naciera al culto de los Castevet, Terry finge acceder a una aceptación de lo que le ha sido impuesto, clamando frente a toda la congregación de los Castevet «Salve Satán», y bailando frente a todos, con lo que los engaña, pensando ellos que Terry aceptó gustosa su papel asignado, siendo una nueva miembro del culto.
Más detrás de esa puesta en escena teatralizada, Terry estaba mofándose secretamente de todos, y asumiendo un gran valor frente al acorralamiento del que no tenía salida posible, despliega una danza frente a todos, no celebrando la victoria del culto y el inminente nacimiento de su hijo, sino la victoria propia que se avecina, respondiendo con la propia vida para no ser vencida.
Y así es como, asumiendo la graciosa escena del baile en que ríe y saluda a todos, toma el valor necesario para dirigirse a la ventana y arrojarse de espaldas al vacío.

Acorde a la trama, de haber nacido el hijo de Terry Gionoffrio, el «año 1» hubiera sido 1965, un año antes del nacimiento del hijo de Rosemary en 1966.

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