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Interpretación Gnóstica Luciférica Hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Séptima parte

Por Christian C.

A continuación comentaremos los dos textos que Frank Ripel refiere fueron traducidos del Delomelanicon en griego al latín, puntualizando de modo general y preciso cada parte, identificando aquellos elementos demiúrgicos (que los hay en demasía), resignificándolos desde la Gnosis Hiperbórea.

Ripel hizo su presentación de estos dos textos en italiano, en su «Delomelanicon-El libro de las nueve puertas-«.

Cuando se explora un registro X, el iniciado Hiperbóreo desde su facultad de anamnesia debe explorar, no en Presente Extensivo en forma horizontal, sino en IHPC (Iniciado Hiperbóreo en Presente Comprensivo).

Debe desde ya aplicarse el principio del cerco, y abordar la lectura del texto citado con tales consideraciones, yendo más allá de los tapasignos como agregados o modificaciones efectuadas (para lo que se requiere la comprensión y discernimiento gnóstico y recurrir a la Minne), ya que por ej. en cierta mención de «amor», uno debe claramente comprender que se trata de una concepción demiúrgica. Más según el contexto dado, podría también tener que reemplazarse amor por A-mort.

De igual modo cuando a veces se menciona «la luz», debe advertirse allí una orientación demiúrgica, en tanto que en otro caso puede entenderse como la luz de Lucifer (Lux-fer).
Por otra parte se mencionan e incluyen los Primigenios que refiere Lovecraft y su círculo literario, asumiendo así el texto un carácter gnóstico más relevante para nuestro análisis de las nueve puertas.

La cuestión es que aparecen a veces mezclados componentes tanto demiúrgicos como luciferinos, pese a ser una obra en sí esencialmente iniciática. Es sobre esta base y con tales consideraciones que el Virya debe orientarse en el laberinto.

En algunos casos las diferencias señaladas son bien patentes, y Frank Ripel distingue de hecho entre las dos versiones, considerando a una como adulterada con elementos de la kabalah (De Tenebrarum Regis), y la otra versión más fiel al original del Delomelanicon.
Más en otros casos algunas instancias requieren un análisis más profundo, tomando en cuenta como ya se ha mencionado las intromisiones en el texto, y aplicando en consecuencia el principio del cerco, y cuando así se requiere, efectuar la resignificación necesaria.

Frank Ripel menciona específicamente «un texto dentro del texto», con referencia a «De Tenebrarum Regis Novem Portis», dando mayor crédito de originalidad a «De Umbrarum Regni Novem Portis», la otra versión latina adaptada del Delomelanicon, con la cual empero también deberemos aplicar el mismo rigor de análisis, para evidenciar como hemos llegado a una conclusión diferente de la mantenida por Ripel.

En sus prefacios al texto del Delomelanicon traducido al latín, ambas versiones, «De Tenebrarum Regis Novem Portis», y «De Umbrarum Regni Novem Portis», difieren considerablemente en sus respectivos enfoques, uno más bien de orientación demiúrgica, y otro con orientación gnóstica luciferina.

Inicialmente las dos introducciones comienzan en forma idéntica:
«Este es el Árbol de la Vida, el Rayo y la Serpiente.»
Pero notamos luego cierta diferencia fundamental. Ya que «De Tenebrarum Regis» dice «Trece los Frutos del Árbol; Uno el Relámpago, Doce los Rayos del relámpago; Una la Serpiente, tres veces y media enrollada en el Árbol», teniendo además representada en el frontispicio la serpiente extendiendo su cabeza hacia arriba del árbol, es decir proponiendo el sendero ascendente, aunque también resulta notorio que el árbol se halla invertido, y la serpiente está orientada hacia las raíces arriba.

En cambio «De Umbrarum Regni» por otro lado dice «Trece los Frutos del Árbol; Uno el Relámpago, Doce los Rayos del Relámpago; Una la Serpiente, tres veces enrollada alrededor del Árbol con la cola en la boca», siendo representada aquí en el frontispicio la serpiente con la cabeza apuntando hacia abajo, es decir proponiendo un sendero descendente.

Ya se ha mencionado la autoría de los frontispicios y prefacios en ambas versiones, de Giordano Bruno. Por lo que estas diferencias pueden asumirse, o bien fueron hechas deliberadamente por alguna razón, o también debió haber allí algún retoque posterior.

En «De Tenebrarum Regis Novem Portis», la invitación es en sentido ascendente. Esto es considerando el principio de la kabalah que el hombre fue creado «a imagen y semejanza» del Adam Kadmon, u hombre perfecto, imagen refleja del creador o Demiurgo.
El árbol es representativo en este contexto tanto del macrocosmos como del microcosmos, los cuales mantienen correspondencias analógicas, como magistralmente ha expuesto Nimrod de Rosario en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea».

Y por tal motivo el árbol aquí se presenta invertido, como una manifestación reflejada del Demiurgo, siendo así su imagen en sentido inverso. Por eso se dice «desciende de la raíz» (que está aquí arriba), hacia la copa ubicada abajo. Y no obstante la implicancia aquí (no euclidiana) es que descendiendo se está aquí «ascendiendo» en un sentido luminoso del árbol de la vida.

Más como ya se ha referido antes, tenemos aquí «un texto dentro de un texto», debido a ciertos retoques, por lo que ese «sendero ascendente» contrasta con el contenido del texto, que se aprecia de una índole más bien descendente oscura (considerando el entorno y entidades oscuras con que uno se encuentra en el trayecto), asomando así rastros que la intención original del texto se planteó originalmente en forma diferente a lo que se propone en el prefacio.

Similarmente hay también un contraste en «De Umbrarum Regni Novem Portis» con respecto al frontispicio, en que la serpiente señala hacia abajo donde uno debe orientarse, y por otra parte en el prefacio se dice «Ascendiendo, desde la Raíz, alcanzarás la Luz Suprema, por encima de las Ramas, por encima de la Copa, hacia el Relámpago y sus Chispas, más allá del Relámpago y de la Nube que lo genera.»

Estos contrastes o puntos discordantes se explican justamente por la manipulación y retoques de que han sido objeto los respectivos textos en el transcurso del tiempo.
Analicemos en consecuencia el texto en la forma disponible actual como se nos presenta.

El prefacio del texto «De Tenebrarum Regis Novem Portis» refiere así:
«Este es el Árbol de la Vida, el Rayo y la Serpiente.
Trece son los Frutos del Árbol; Uno el Relámpago, Doce los Rayos de su Relámpago; Una la Serpiente, tres veces enrollada en el Árbol.
Cada Hombre es una Semilla para un Nuevo Árbol.
Este es el Sendero Oscuro de la Luz, que todo Hombre debe seguir para su completa Realización.
Un Árbol estéril de mentiras ha consumido al Hombre durante demasiado tiempo.
Este es el Árbol Nuevo, pero el más antiguo.
Oh Hombre, desciende de la Raíz; será un gran paso.
Trece son los Frutos. Cada Fruto es un Mundo, cada Mundo es un Palacio, cada Palacio es una Puerta y un Guardián para cada Puerta.
Pero en verdad, el Palacio es Uno, y las Puertas son Nueve, Trece son los Mundos, y Trece son los Guardianes.
Cada Hombre es un peldaño en la Escalera de los Dioses;
al aprender a ser cada uno de los peldaños, uno finalmente se convertirá en un Dios.
Cada Hombre es un Palacio cerrado; él mismo es la Llave para abrirlo.
Para afirmarse, debe visitar los Trece Mundos,
y encontrarse con sus Guardianes y descifrar su secreto: no
antes de esto podrá abrir las Nueve Puertas, una por una.
Así, Nueve es Uno, y el Palacio se abrirá de par en par,
revelando todo su esplendor.»

Adviértase que cada Virya es «una semilla para un nuevo árbol», manteniéndose la propia individualidad, y no una fusión impersonal con el Demiurgo.

Luego se habla del «sendero oscuro de la luz», lo que remite a la luz del conocimiento prohibido de Lucifer.

Se distingue entre un árbol falso y un árbol verdadero, y que finalmente uno «se convertirá en un Dios», lo que en este caso concuerda con la propuesta gnóstica luciferina, aunque debiéramos especificar que tal condición ya es innata y eterna en el espíritu Hiperbóreo, debiendo recordarlo desde la sangre, y orientándose el Yo del Virya a su propia divinidad en el Origen.

También se menciona que la llave se halla en uno mismo, y que en el sendero uno debe atravesar trece mundos (que como veremos esto tiene relación con los trece globos o esferas en que se manifiesta Yog Sothoth), para con las claves necesarias, a modo de «llaves», cruzar las nueve puertas.

La unificación de las nueve puertas en este recorrido se explicita diciendo «Nueve es Uno, y el Palacio se abrirá de par en par, revelando todo su esplendor.»

Consideremos el viaje iniciático, según se refiere en «De Tenebrarum Regis Novem Portis», comenzando por la misma raíz del árbol, ramificada luego en tres.

Desde la primera raíz central, según veremos a continuación, se manifiesta la primera puerta, con su guardián Groth.

Algunas resignificaciones y aclaraciones serán necesarias luego del texto citado a continuación:

«Descenderás por el árbol desde la Raíz.
La Raíz es Una, aunque sus bifurcaciones sean Tres.
La Raíz central es la Primera Puerta y el primer paso, y Mundo y Guardián son uno.
Groth es su nombre. Él es Uno.
Groth es el Mensajero, pues fue colocado fuera del Abismo, en el lado que limita con el Reino de los hombres, para mostrar el Camino. Él es Aquel que Camina en la Oscuridad, ya que se mueve en el Reino de los hombres, que es la Oscuridad.
Él es el Guardián del Castillo del Rey, por eso te digo: «Nadie llega allí a menos que haya luchado según la Ley». Si lo haces, su gran Ojo rojo se desplegará para ti. Esta es la primera Llave.
Entonces, danzando en tu cabeza, surgirá la Música de las Esferas, la única condición que te permitirá continuar.
Despierta a todos los dioses y destruye a los necios e imprudentes.
Ten cuidado, por eso te digo: «El silencio es oro».
Sé consciente de esto y serás salvo. Esta es la segunda Llave.
Entonces Groth romperá el Vínculo de la Carne y serás libre para continuar.
La Primera Puerta está abierta: Que el Amor y la Fuerza lleguen a tu Espíritu.
Dos Raíces se ramifican desde la central, sede de la Voluntad: una va a la derecha, la otra a la izquierda. Mirando el Árbol que tienes delante, lo que está a la derecha está en realidad a la izquierda cuando recorres el Sendero.
Comprende la Verdad. Así, lo que está Arriba es lo que está Abajo. Aquí queda trazado el Sendero.
¡Cuidado! El Segundo Mundo está a la izquierda, pero no es la Segunda Puerta. Sin embargo, ahí está el Segundo Guardián.
Su nombre es Vordavoss. Él es el Señor del Amor.
Vordavoss, el Señor de Yarnak, se sienta a la izquierda del Abismo. Se le llama el Llameante, porque en su rostro arde el Fuego del Amor, frágil e indestructible, bajo el dominio de la Voluntad.
Te hablará del Amor con palabras misteriosas y maravillosas, pero no lo entenderás. Muéstrale la doble Llave de la Primera Puerta.

Muestra la doble Llave al turbador de las Arenas que estremece los Mundos con su mensaje infinito, y fija tu mirada en sus ojos, claros e inconfundibles, negros como desiertos vacíos entre las estrellas, fríos en su sabiduría sobrenatural. Piérdete en ellos, sé Vordavoss en su fina voz, tintineante y cristalina.

Esta es la única manera de dejar atrás tus restos mortales antes de dar el gran salto del Abismo en el que naciste, porque en verdad el Reino es el Abismo, no el Árbol. Si piensas así, serás aniquilado junto con tus restos crudos.

El amor es el cincel que la Gran Madre usa para convertir a sus hijos en Diamantes Negros iluminados por su Luz.

Ahora eres un Hijo de la Madre, aún no renacido, pero lo suficientemente puro como para cruzar la Primera Puerta.

Pero hay tres pasos antes del Abismo, no sólo uno.

El Tercer Mundo está a la derecha, pero no es la Segunda Puerta. Sin embargo, está el Tercer Guardián. Su nombre es Nathanass. Él es el Maestro de la Fuerza.

Nathanass, el Señor de Yhu-Gho, se sienta a la derecha del Abismo. Su Mundo, brillante, puede verse en la Noche entre las muchas Estrellas. Él también está en el Reino, el Cazador, para aliviar el dolor causado por las Pesadillas que siempre nos acechan en nuestra Oscuridad.

El Cazador te mostrará el camino seguro que conduce al Abismo, si puedes mostrarle la doble Llave de la Primera Puerta.

Vaga entre las estrellas en un gran Carro tirado por la Fuerza. Una miríada de criaturas de belleza oculta y terrible rodean el Carro, y todas lo sirven.

Hay una gran belleza en la Fuerza; pero debes dominarla, no dejarte dominar por ella, o te volverás oscuro y demacrado, silencioso y sin rostro como sus sirvientes. Esta es la enseñanza arcana y la advertencia de Nathanass. Conquistada está la Fuerza.

Bienaventurado quien conoce la Fuerza, pues es el secreto supremo del Árbol.

Sigue al camino del Poder, donde la Voluntad, el Amor y la Fuerza se unen para formar al Caballero, y avanza hacia la Segunda Puerta.»

Cuando al inicio se dice el «reino de los hombres que es la oscuridad», se está indicando aquí la oscuridad arquetípica, y no debe confundirse con «la negrura infinita de Si mismo» de la oscuridad primigenia, la cual tiene su propia luz oscura, como radiación luciferina.

No se trata luego, de «amor y fuerza» que deben llegar al espíritu para seguir adelante, siendo en cambio A-mort y fuerza, lo cual se capta su vínculo desde la propia Minne o memoria de sangre.

Posteriormente uno debe enfrentarse, según se menciona aquí, a Vordavoss, «Señor del amor», lo cual significa que el principio del amor debe ser cercado y resignado, para no ser fagocitado y envuelto por esa fuerza demiúrgica.

No obstante la clave no está como se dice aquí en una identificación con Vordavoss, o «Sé Vordavoss», ya que bajo esa identificación el Virya estaría perdido. Se debe en cambio, con la voluntad inquebrantable del espíritu, aplicar el principio del cerco, y desplegar siempre la AGL, o Actitud Graciosa Luciférica, lo que permitirá no ser detenido por Vordavoss, Señor del amor.

Esas son las reglas del combate, y allí es necesaria la precaución de alerta del Virya orientado, siendo el principio del cerco y la AGL «la doble llave» que permitirá atravesar la primera puerta.

También resulta una completa desorientación la siguiente declaración: «El amor es el cincel que la Gran Madre usa para convertir a sus hijos en Diamantes Negros iluminados por su Luz.»

Es preciso, muy diferentemente de lo que aquí se dice, afrontar la muerte mística iniciática del Nigredo alquímico, y recibir la radiación luciferina, luz sí esta que transmutará al iniciado en «diamante negro».

Luego de Vordavoss y el amor, deberá el iniciado también enfrentarse a una fuerza descomunal, representada aquí por Nathanass, y al igual que con Vordavoss, la clave sigue siendo la doble llave ya indicada.

Tres mundos se han atravesado hasta ahora, o «tres pasos iniciáticos estratégicos», según lo referido en el texto, encaminado y orientado para poder cruzar el abismo, y así la segunda puerta.

El extracto del texto citado concluye diciendo «Sigue el camino del Poder, donde la Voluntad, el Amor y la Fuerza se unen para formar al Caballero, y avanza hacia la Segunda Puerta».

Es mediante la voluntad del espíritu, expresada en el Yo del Virya, como puede canalizarse el A-mort de Ella, la Diosa, en la forma de poder del espíritu, el Vril, que en el contexto mutante del Virya, alcanza al Yo a través de la esfera de voluntad egoica, Ehre, procedente del Selbst.

Y aquí luego del caballero del primer grabado, tenemos por la sabiduría obtenida tras las pruebas superadas, al ermitaño sabio del segundo grabado, que es el mismo caballero guerrero del primer grabado, ahora siendo un guerrero sabio.

Se aprecia en «De Tenebrarum Regis Novem Portis» un aspecto iniciático esencial, que es el viaje a través de la Serpiente, que como se aprecia en el frontispicio, se halla enroscada en tres vueltas y media alrededor del árbol.

Más allá de la figuración aquí de la serpiente enroscada alrededor del árbol, lo que connota el mito del edén y el Dios-Serpiente Ophis Lucifer, debe comprenderse que el viaje a través de la serpiente aquí propuesto, es referente a una manifestación ofídica en este mundo, a modo de réplica de la Serpiente primordial del Origen, debiéndose confrontar tanto fuerzas demiúrgicas arcónticas, como puesto a prueba por los Primigenios, todo un tránsito e instancia necesaria de atravesar, en el sendero de retorno al Origen, «comprendiendo a la serpiente con el signo del Origen». Tema este del que luego comentaremos más específicamente.

Este viaje en el interior de la Serpiente comienza con la segunda puerta, que es la misma garganta de la Serpiente, siendo en tal sentido el «abismo» hacia el que el adepto se asoma, hallándose rodeado de una niebla densa, y cuya entrada se halla custodiada por Yog Sothoth, en su manifestación conformada por trece esferas.

Recordemos lo que dice Lovecraft respecto a Yog Sothoth:

«Yog-Sothoth conoce la Puerta. Yog-Sothoth es la Puerta. Yog-Sothoth es la Llave y el Guardián de la Puerta. Pasado, presente, futuro, Todos son Uno en Yog-Sothoth. Él sabe dónde los Antiguos se abrieron paso, y desde donde regresarán. Él sabe dónde han pisado los campos de la tierra, y dónde todavía los pisan, y por qué nadie puede contemplarlos al andar.»

Y el texto «De Tenebrarum Regis Novem Portis» dice: «¡Cuidado! Yog-Soth es muy poderoso; su número es tres veces el número de los Mundos, las Puertas y los Guardianes juntos. ¡Pero él no es el Árbol!»

Lo cual significa, además de distinguirlo del mundo demiúrgico, que abarca y supera la manifestación del mundo, representado por el árbol. Es decir, se halla manifestado en el mundo, más su poder excede al del mundo demiúrgico en todo su alcance y extensión.

Y en esta puerta, para pasar a través de la garganta-abismo de la Serpiente, las dos claves de acceso son el guardián (Yog Sothoth) y el conocimiento.

De este modo la «llave de plata» puede «abrir lo cerrado».

Tomando en cuenta que Yog Sothoth es el guardián de la segunda puerta, y que además Lovecraft lo menciona como «la llave y la puerta», tenemos entonces que la llave de plata, o lo que es lo mismo, el acceso a través de la puerta oculta, es conferido por Yog Sothoth, su guardián.

El texto refiere en cuestión:

«Este es un Gran Secreto; entiéndelo y podrás avanzar en el Sendero o formar parte de la Puerta para siempre.
¡Así que! Con la primera Llave, se abrirá la Segunda Puerta, y la primera Llave estará en tus manos como una Espada de Fuego, y con ella henderás la Niebla Sin Nombre, el Velo del Abismo. Y al atravesar la Segunda Puerta, se consumará el Primer Renacimiento.
Comprende el secreto del Primer Velo, cuyo número es el Trece.
Ante ti se extiende ahora el tronco del Árbol, y la Serpiente se enrolla en él tres veces.»

Consideremos aquí que la aproximación a la Serpiente implica el conocimiento que debe portarse, para así poder avanzar a través de todo lo arquetípico sin ser fagocitado, representado por las trece esferas de Yog Sothoth, lo cual se corresponde a este punto con el alcance y poder de las trece runas arquetípicas.

Luego, «la espada de fuego», connota esotéricamente aquí el designio Serpiente, encarnado en la Kundalini Shakti, completamente dominado y resignado. Solamente así podrá irse a través del velo envolvente y circundante de la niebla, atravesando la segunda puerta, y al igual que una serpiente muda de piel renovándose, lograr un «segundo nacimiento».

Resulta oportuno, antes de proseguir con el texto, detenernos para comentar sobre la «llave de plata» en el contexto lovecraftiano.

En efecto, en su famoso cuento «A través de las puertas de la llave de plata», H.P. Lovecraft comenta sobre esta misteriosa llave, como teniendo el poder para atravesar diferentes puertas dimensionales a través del tiempo y espacio, llegando a un sitio culminante que pocos han alcanzado, y desde el que ya no se regresa. Es decir lo que aquí hemos venido abordando como «la novena puerta».

Menciona específicamente la ciudad de Irem, conocida como la ciudad de los mil pilares (mencionada en leyendas de la tradición árabe, y conocida por la presencia de genios o Djinn), con un monumental pórtico, que lleva tallada una mano sobre la clave del arco en relación a una llave situada debajo, y que quienes han atravesado ese pórtico «nunca han ya regresado»

Citando concretamente el relato, H.P. Lovecraft escribe:

«Aquella antigua llave de plata, según decía, abriría las sucesivas puertas que impiden nuestro libre caminar por los imponentes corredores del espacio y del tiempo, hasta el mismo confín que ningún hombre ha traspasado jamás desde que Shaddad empleando su genio terrible, construyó y ocultó en las arenas de la pétrea Arabia las prodigiosas cúpulas y los incontables alminares de Irem, la ciudad de los mil pilares. Según escribió Carter, han regresado santones hambrientos y nómadas enloquecidos por la sed, para hablar de su pórtico monumental y de la mano esculpida sobre la clave del arco; pero ningún hombre lo ha cruzado y ha vuelto después para decirnos que sus huellas atestiguan su paso por las arenas del interior. Carter suponía que la llave era precisamente lo que la mano ciclópea intentaba agarrar en vano.»

Esta percepción de Randolph Carter, en cuanto que la mano pretendía en vano tomar la llave, nos dice ya en sí que no se trata de una llave común como cualquier otra, sino evidentemente de una llave «inalcanzable». O al menos para la mayoría.

Randolph Carter presencia además una imagen similar en su experiencia mística dentro de «la cueva de las serpientes», dentro de la que pudo acceder en un recinto interior oculto, llevando la llave de plata.
«Poco antes estaba en el interior de una caverna, en cuya pared del fondo parecían destacarse vagamente los trazos de un arco monstruoso y de una mano gigantesca esculpida.»

De aquí se entiende claramente que, más allá de su ubicación o mejor dicho manifestación a nivel espacial, sea en el pórtico de la ciudad de Irem, o en la cueva de las serpientes, se trata de un «pórtico dimensional», el cual Carter identifica de hecho con «la última puerta», y la clave para atravesarla es precisamente la llave de plata:

«Carter no sabía a ciencia cierta en qué consistía la Ultima Puerta, ni cómo debía atravesarla; pero se sintió invadido por un sentimiento de tensa expectación. Tenía conciencia de poseer alguna clase de corporeidad y de llevar la llave fatal en la mano».
Encontramos una representación artística similar en la llamada «puerta de la justicia» del castillo/fortaleza de la Alhambra, en Granada, donde también se halla en el pórtico la figura en relieve de una mano que parece querer asir una llave que se halla más abajo.

Lovecraft pudo evidentemente, dada su amplia formación cultural, conocer sobre esta maravilla arquitectónica, y quienes la diseñaron evidentemente conocían algo sobre este secreto, camuflándolo con la leyenda popular de protección de la ciudad mediante una simbólica mano imposible de alcanzar la llave de la entrada.

Las representaciones que se han hecho de esta llave, en forma de colgante o como réplica, son precisamente en la forma de una llave de plata!

La leyenda popular de la Alhambra además, decía que si un caballero montado a caballo, lograse alcanzar o tocar la llave, sería rey de la ciudad. Recordemos que en el primer grabado, un caballero montado a caballo se dirige hacia un castillo, y ya en el segundo grabado, un peregrino ermitaño (el caballero que se ha vuelto sabio) se dispone en abrir una puerta con las llaves que porta en la mano, una de las cuales resulta muy similar a la llave de la Alhambra, que como sabemos «es una llave de plata».

Nótese además que en el diseño de la llave de la puerta de la Alhambra (que ahora sabemos concuerda con la llave de plata), se distinguen en forma apenas disimulada dos runas Sieg, con las que se puede formar la runa Svástica, por lo que aquí se connota también en forma encriptada, el poder rúnico que subyace en la llave de plata.

Retomando lo mencionado en «De Teneberarum Regis Novem Portis», una importante aclaración que es conveniente hacer respecto al texto, es cuando se refiere la combinación de fuerzas que comprende la Serpiente en sus tres nudos:

«La Serpiente del Conocimiento es poderosa porque contiene en sí la perfección de la Ley: Voluntad, Amor y Fuerza. Este es el significado de los tres Nudos de la Serpiente, las tres vueltas alrededor del tronco.

En cada espiral de la Serpiente descansan dos Mundos, uno a la izquierda y otro a la derecha. La Voluntad es un Nudo con una Puerta, el Amor es un Nudo con una Puerta, y la Fuerza es un Nudo con una Puerta, tres Nudos con tres Puertas, pero siempre Una.»
El amor por sí solo es una fuerza demiúrgica, más resignado por el poder o fuerza y la voluntad del espíritu, se tiene entonces la orientación necesaria para ir avanzando a través de la Serpiente, en la senda de las nueve puertas.

Se debe partir desde lo demiúrgico, utilizándolo y resignándolo, en aras de la elevación y liberación del espíritu, y a la vez resignar cada uno de los mundos o planos de significación emergentes, sea «a la izquierda o a la derecha», sintetizando y trascendiendo la dualidad.

El texto continúa diciendo: «Mediante el conocimiento de la Ley del Poder, la Serpiente es eterna. Pero la Serpiente se mantiene firme en el Sendero, y grande es su Poder; pero si completas el Sendero, serás superior a la Eternidad y las Leyes. Sin embargo, solo una vez recorrerás la Serpiente en toda su longitud, y entonces la trascenderás, pues es eterna, y la Eternidad inmóvil no es tu meta.»

Claramente se está connotando aquí la máxima que encontramos en «El misterio de Belicena Villca»: «has perdido el origen y eres prisionero de la serpiente: ¡Con el signo del origen comprende a la serpiente, y serás libre nuevamente en el origen!»

Y esto tiene relación con el símbolo del Origen, símbolo-imagen rúnica de la Dama del Origen, la Diosa Serpiente, Lilith (y que no obstante esta imagen no es la Diosa), «imagen rúnica» ilusoria, utilizada por los Siddhas traidores en su ardid del encadenamiento espiritual, más al mismo tiempo siendo la llave de la liberación, ya que si el símbolo del Origen es conciencializado o recordado desde la sangre, es posible entonces evocar a la verdadera Dama Serpiente (aquella que aguarda en el Origen), «comprendiendo así a la Serpiente con el signo del Origen», y liberarse «siendo nuevamente libre en el Origen».

Todo este trayecto abarca todo lo arquetípico comprendido en este mundo (conocimiento comprendido por el designio serpiente), en el que se enfoca a la vez que se busca luego trascenderlo, remitiéndose al aspecto ofídico del Origen. (Comprendiendo así noológicamente a la Serpiente con el signo del Origen).

En tal sentido, todo el tránsito o viaje iniciático que debe hacerse a través de la Serpiente, avanzando y resignando todo lo arquetípico (los trece mundos mencionados, representados por las trece runas) con el signo del Origen, permite obtener el franqueo o paso a través de los guardianes, con las llaves iniciáticas que abren cada una de las nueve puertas.

Cuando el texto menciona la Serpiente como siendo la «eternidad inmóvil» se está refiriendo precisamente a este aspecto imitativo de lo ofídico primordial, hallándose capturado uno en el ciclo del eterno retorno, como una «eternidad cerrada» o inmóvil, la cual debe distinguirse por supuesto del eterno infinito, objetivo del Virya.

Prosiguiendo con el viaje a través de la Serpiente, el texto continúa diciendo:

«Más allá del Primer Velo encontrarás el Diamante Rojo y a sus tres Guardianes. Debes pasar por dos de los tres Guardianes si deseas atravesar la Tercera Puerta sobre el primer Nudo de la Voluntad.

Comenzarás desde arriba; A la izquierda del Sendero se encuentra Ymnaar en el primer Nudo de la Serpiente. Él representa la Fuerza en su aspecto más seductor y placentero. A la derecha se encuentra su hermano Nigyr-Khorath, la Fuerza en su aspecto más destructivo e incontrolable. Juntos, Ymnaar y Nigyr-Khorath son los Guardianes de la Tercera Puerta.

La primera espiral de la Serpiente está cerca del Abismo, pero sin embargo está más allá del Abismo.

Usa toda tu Voluntad para escapar de los encantos de los dos Hermanos de la Fuerza.

Esta es la primera Llave.

Para encontrar la segunda Llave, recuerda esto: «La Palabra Perdida guarda el Secreto».
Entonces se abrirá la Tercera Puerta, la cual atravesarás, y el primer Nudo será como un puente hacia el centro de la Eternidad.»

Habiendo pasado el Nigredo o negrura abismal al atravesar el abismo de la Serpiente, y luego el posterior renacimiento o Albedo, se vislumbra aquí el Rubedo, representado por el diamante rojo.

Nuevamente, resulta imprescindible la expresión pura de voluntad y valor del espíritu para pasar por los guardianes, y resignar las potencias de la fuerza, tanto en su aspecto seductor como destructivo.

Y la «palabra perdida», indica aquí el reconocimiento rúnico/acústico, expresado en la lengua de los lagartos, que parece olvidada o perdida.

Para atravesar la cuarta puerta, deberá enfrentarse y resignarse la más poderosa arma y trampa demiúrgica sobre los Viryas perdidos: La emocionalidad desde lo anímico, y el «amor».

Para lo cual, el propio corazón deberá endurecerse como piedra, siendo un hombre de piedra (o Dama Kalibur), completamente fuera de lo anímico.

Los siguientes pasajes dicen en consecuencia en relación a este peligroso tránsito:

«El Corazón rodeado por la Serpiente es la sede de los sentimientos:

Esto se debe a que la Serpiente así lo ha decretado. Y en el Corazón reside Mirii Thorion, el Sol Oculto de los Espacios Oscuros.
Mirii Thorion es la Sexta Guardiana, la Guardiana de la Cuarta Puerta, la Puerta del Segundo Renacimiento, rodeado por el Velo del Portal que separa el primer Nudo de la Serpiente de los demás.

Ahora te encuentras ante la Cuarta Puerta. La Llave es siempre doble, pero aquí sus dos aspectos están tan inextricablemente unidos que al explicar uno, el otro también se revelará. Por eso te digo: aprende el secreto del Hombre, sabiendo que «El Destino no es el mismo para todos». Esta es la doble Llave revelada.

¡Ahora! La Serpiente detendrá por un momento el latido de su Corazón, y la Cuarta Puerta se abrirá solo para ti.

Contén la respiración y sigue adelante… así renacerás de nuevo y serás el Loco, pero el Loco de ti mismo.

Aquí, con tu Voluntad, forjarás tu Destino.

Desterrarás de ti el yugo del Espacio y el Tiempo, de la Vida y la Muerte, del Hombre. Serás libre y sin límites, y con ello alcanzarás la eternidad: encerrándolo todo en tu interior, restringiéndolo y ocultándolo por un momento, o quedarás estancado como un Rey en el Camino hacia la Divinidad.

¿Crees que valdría la pena llegar a este punto?

Levanta el Segundo Velo, el Velo del Portal cuyo número es Seis, y te convertirás en amor puro. Si esto ya te parece demasiado, entonces es mejor detenerte en la Eternidad, pues lo que viene después de la Cuarta Puerta te parecerá inconcebible y finalmente te destruirá.»

Notemos que aquí se está indicando que el «corazón de la serpiente debe detenerse por un momento». Esto significa que se debe pasar mediante una suspensión de lo anímico, generada por la propia estrategia, y mediante el poder oculto tras ese «corazón», que es justamente el sol negro arquetípico (reflejo del sol negro increado), mediante el cual podrá uno resignar el aspecto fagocitante de belleza y fascinosum que ejerce desde lo luminoso el sol dorado, donde el Demiurgo ha confiado a los Siddhas traidores el signo de Tiphereth, es decir el dominio del aspecto belleza y encanto del mundo ilusorio, que comprende esencialmente el amor como medio de encadenamiento.

Gnósticamente, en términos de la Sabiduría Hiperbórea, esto implica la resignación del sujeto anímico, y aislamiento del Yo, superando la influencia fagocitante del símbolo sagrado emergente, que busca detener al Virya.

Atravesando la cuarta puerta, se obtiene un «segundo renacimiento», lo que indica una segunda instancia iniciática, y al atravesarla se corre el riesgo de ser capturado por un «embargamiento de amor», lo cual porta una doble amenaza: La captura en esa instancia, deteniéndose allí, o si se avanza y no se ha podido resignar con la voluntad del Vril y la llama negra esa «radiación de amor», el adepto será posteriormente destruido o vencido.

Luego se refieren tres niveles de diferente densidad lumínica subterránea, con las tonalidades azul, roja y negra:

«Ahora deja que la división del Árbol te quede clara en Tres Planos de Luz: Kn´nyan, la Luz Azul; Yoth, la Luz Roja; y finalmente Nakai, la Luz Negra.

Ante ti se encuentra la Luz Negra, en sus Formas más poderosas.»

Si uno lee el cuento de H.P. Lovecraft, «El montículo», puede constatar la referencia que allí se menciona de estos tres niveles, como moradas intraterrenas de diferentes civilizaciones, llegando hasta el mundo Nakai, de la luz negra.

Y en este mundo intraterreno se dice habitan seres reptílicos, lo cual condice en cierto punto con los seres reptílicos Hiperbóreos, los hombres lagarto de Venus, que se dice moran en el mundo intraterreno de Agartha.

Al igual que tenemos también en forma concordante el registro de los Puranas de la India, respecto a los Nagas que residen en la morada subterránea de Patala, iluminando con las diademas de sus cabezas todo el Bila Svarga o mundo subterráneo.

A estos mundos subterráneos de luz azul, roja y negra, debiéramos añadir además la morada de luz verde de Agartha!

La «luz verde» o rayo verde, ha sido interesantemente un tema captado evidentemente desde la Minne por Julio Verne (además de sus conocimientos esotéricos por su pertenencia a la «Sociedad de la niebla»), quien además de su aproximación al tema del mundo subterráneo en su famosa obra «Viaje al centro de la Tierra», también fue autor de otro libro, titulado precisamente «El rayo verde». Libro, del que no nos detendremos aquí a comentar, excepto que connota gnósticamente aspectos del misterio de A-mort.

Otro autor literario también con inclinaciones gnósticas, Gustav Meyrink, evidentemente también canalizó desde su sangre algo del misterio concerniente al rayo verde, con una connotación claramente reptílica, en su libro «El rostro verde».

Desde ya, podemos apreciar como bien lo refiere Lovecraft, las diferentes divisiones y moradas de este mundo intraterreno, lo cual como sabemos es negado y oficialmente desconocido por la ciencia sinárquica.

Llegando hacia el segundo nudo en el cuerpo de la serpiente, se estará uno encaminando hacia la quinta puerta, donde continuará la trampa del amor, y se deberá superar la influencia del tiempo y espacio demiúrgicos.

Aclaremos aquí que una de las claves presentadas en el texto, «la luz es amor», indica por un lado la comprensión que la esencia luminosa demiúrgica es «amor». En tal sentido se dice «la luz es amor».

Por otro lado desde la lux de Lucifer, la orientación ya no es hacia el amor, sino más bien el A-mort, y es con esta llama luciferina como uno puede resignar la falsa luz del mundo, devorando de hecho esa falsa luz blanca con la llama negra.

Con estas advertencias y aclaraciones, continuemos la lectura:

El Cuerpo de la Serpiente – Segundo Nudo-

«Más allá del Segundo Velo encontrarás el Diamante Negro y sus seis Guardianes. Debes pasar por dos de los seis Guardianes si deseas atravesar la Quinta Puerta en el segundo Nudo del Amor.

A la izquierda se sienta Cyaegha, el Séptimo Guardián, guardián de los secretos del Tiempo; a la derecha, Daoloth, el Octavo Guardián, guardián de los secretos del Espacio.

Un gran peligro se ha cernido sobre el Nudo del Amor, pero debes enfrentarlo con la primera Clave, que es:

«La Luz es Amor». Así, aprovecharás el Poder de la Luz y harás que el peligro no se manifieste, y entonces podrás proseguir.

Quien busque consuelo en los secretos de Cyaegha solo encontrará odio; quien busque libertad en los secretos de Daoloth solo encontrará esclavitud. Los Guardianes son la manifestación absoluta de lo que representan, pues el secreto aquí es claro: el avaro atesora oro, pero su tiempo se ha acabado.

Por eso les digo a quienes atesoran oro: «En vano». Esta es la segunda Clave.

Entonces el Ojo de Cyaegha y el de Daoloth se cerrarán, y podrás recoger sus Frutos, en los cuales se encuentran las Semillas secretas del Guardián Negro. Ya sabes qué hacer.
La Quinta Puerta se abre para ti.

Hacia el tercer Nudo, la Oscuridad se vuelve cada vez más negra.»

Adviértase aquí la importancia de obtener «las semillas secretas del Guardián Negro», como un poder oculto que el adepto obtiene en su dominio, tras haber vencido o superado la prueba de los guardianes.

La comprensión gnóstica de la esencia demiúrgica, de su «luz como amor», permite trascenderla, a la vez que mediante la luz prohibida de Lucifer, se halla la orientación hacia el A-mort.

Prosiguiendo hacia la sexta puerta, continúan las trampas y anzuelos de los arcontes, buscando hacer caer el iniciado, y nos aproximamos así al tercer nudo de la Serpiente enroscada en el árbol:

El Cuerpo de la Serpiente – Tercer Nudo-
«Debes pasar por dos Guardianes si deseas atravesar la Sexta Puerta en el tercer Nudo de la Fuerza.

A la izquierda se sienta Yibb-Tastli, la Novena Guardiana, quien cuida a sus sirvientes, transformados por el Amor, que es
ella; a la derecha se sienta Xada-Hagla, el décimo Guardián, quien se sacrifica por la Fuerza, y de esta extrae el Poder de la Eternidad.
Yibb-Tastli te revelará el Amor en su verdadera forma, más fuerte y ancestral, continuamente renovado en su interior. Y tú lo entenderás.

Yibb-Tastli no intentará detenerte, pero su encanto y el consuelo que encuentras en el Gran Amor son tan poderosos que debes mostrarle el secreto de la Libertad para no ahogarte en el Amor, que aquí es un Océano de Leche Negra. Aquí, la Ley y la Oscuridad se unen en una forma de conocimiento superior y aún incomprensible para ti, que no comprenderás antes de la Segunda Madre.

Aquí, habrás asimilado el secreto del Amor del Noveno Guardián en una forma más poderosa, para que poseas su Poder y no estés atado por él, pues el Amor siempre está bajo el dominio de la Voluntad. Esta es la primera Clave.

Lo impalpable aquí adquiere sustancia, aunque no se manifieste. Guarda esto en tu corazón, junto con el secreto de Xada-Hagla, que es la segunda Llave:

«La muerte me enriquece». Sabe esto; te bastará.
Xada-Hagla no intentará engañarte ni hechizarte. Quiere que sigas adelante: solo debes saberlo. Entonces, el Décimo Guardián te abrirá la Sexta Puerta, oculta en el centro de su Corte.

Sigue el sonido de las flautas y el redoble de los tambores ante ti; comprende el significado de lo cercano y lo lejano, del coraje y el miedo, del calor y el frío, de la tristeza y la felicidad, de la desesperación absoluta y el éxtasis supremo. Experimentarás todas estas sensaciones en el Sendero de la Música, ¡pero nunca lo olvides! Tú eres el Camino.
Tú eres el Camino, en todas sus bifurcaciones.
Comprende esto, y antes de que te des cuenta, el Undécimo Guardián ya estará ante ti.»

En esta instancia, el iniciado se ha focalizado en la individuación absoluta, no en el «Si mismo» del sujeto consciente, el «Self» como diría Carl Jung, sino en el Selbst, el «Si mismo» del Yo infinito. Y manteniendo el norte luciferino que lo orienta hacia el Selbst, trasciende todas las dualidades de este mundo, comprendiendo su esencia ilusoria.
Y a tal fin, tanto se ha debido resignar la fuerza del amor demiúrgico bajo el poder de la voluntad, como haber pasado por la «muerte iniciática», dejando atrás todo lo «vano», ilusorio y superfluo.

Nótese como se advierte sobre el peligro fagocitante del amor, descrita esta fuerza como «un océano de leche negra» en el que se puede sucumbir. Nadie que aquí no haya aislado su Yo y resignado completamente el sujeto anímico puede superar esta prueba.

Finalmente llegamos a completar el tránsito a través de la Serpiente (o al menos hasta ahora así parece), alcanzando la cola del ofidio, donde se nos dice que la oscuridad alcanza su mayor intensidad, cruzando en esta instancia la séptima puerta:

La Cola de la Serpiente

«La Oscuridad de la Séptima Puerta está atestada, pues quienes la habitan están hechos de Oscuridad: por eso es tan densa.
El sonido de miles de aleteos impregna toda esa Morada Infinita en la que Ubbo-Sathla es su Guardián, el origen y el fin de las cosas.
¡Cuidado! El Origen y el Fin, no el Creador ni el Destructor.
Ubbo-Sathla es el Hermafrodita perfecto, fecundo y se engendra a sí mismo. Y su conocimiento es vida y muerte, y su naturaleza es hombre y mujer.
¡Conoce! El Secreto está oculto en tu interior, no manifiesto, entre los muchos que han transitado el Camino ya recorrido: tú sabes cuál es.
«Conócete a ti mismo». Esta es la primera Clave.
Y esta es la segunda Clave: «El discípulo supera al maestro».
Ubbo-Sathla, derrotado, no tendrá más remedio que dejarte pasar por su Séptima Puerta.
Y tú, como Ubbo-Sathla, recibirás el Tercer Ojo, a través del cual podrás observar continuamente la Totalidad.
Y el cuerpo de la Serpiente se completa.»

Desde la «Sabiduría Hiperbórea» se afirma el carácter o bien masculino o femenino de los espíritus Hiperbóreos. No obstante en el sendero que nos ocupa, se debe desde el propio espíritu comprender y resignar los argumentos arquetípicos en este mundo de los principios masculino y femenino. Con la preeminencia de un principio, según el caso particular de cada Virya (masculino o femenino), más también incluyendo en relación al propio aspecto predominante, también el otro principio. No en cuanto una «fusión» de principios, sino desde la dinámica del Yo orientado.

Sólo así, integrando y trascendiendo ambos principios, se podrá superar la prueba de esta fuerza hermafrodita, representada por Ubbo Sathla, concerniente este argumento de hecho a la relación El-Ella, o los principios masculino/femenino, la clave que dirime «el origen y fin de todo», sea en relación al encadenamiento espiritual, o respecto a este mundo manifiesto también como imitación del mundo verdadero, en función de estos dos principios (Purusha/Prakriti).

Notemos aquí que una de las dos claves, «Conócete a ti mismo» aparece también en «Las moradas filosofales» de Fulcanelli, referenciada al castillo de Dampierre, donde se hallan otras claves ya mencionadas previamente.

Y completando el tránsito o viaje a través de la Serpiente, nos acercamos a la copa del árbol. (Recordemos que el árbol se halla invertido, por lo que en orden descendente del viaje efectuado, la copa se halla hacia abajo, donde en un árbol normal están las raíces).
Y aquí uno deberá superar las pruebas de las tres madres, comenzando en la copa del árbol con la madre de las lágrimas, o la madre del dolor, tan conocida por los estudiosos de la Sabiduría Hiperbórea, y luego más adelante la madre de los suspiros o anhelos.

La Copa del Árbol

«Esta es la Copa del Árbol, el límite entre la Luz y la Oscuridad, llamada Yiqaa, la Luz Gris, donde mora Mlandoth, el Duodécimo Guardián, el Guardián de la Octava Puerta.
Pero antes de encontrarte con el Guardián, debes llegar a la presencia de la Primera Madre, la Madre de las Lágrimas, Aquella que dio Vida a la forma y Forma a la vida. Ella es la Matriz, y con ella se crearon todas las cosas, animadas e inanimadas.
Muchos han pagado con dolor el precio de su conocimiento, al no haber logrado comprenderla, pues ella dice: «La mayor expresión del amor es el odio; la libertad encuentra su cúspide en la esclavitud; la oscuridad más profunda es la luz. Aprende de esto y comprenderás que no hay diferencia entre el amor y el odio, la libertad y la esclavitud, la oscuridad y la luz».
«La vida es una rueda: subes y bajas». Esta es la primera Llave.
Ahora estás ante la Octava Puerta; Date prisa si no quieres llorar por la Eternidad en el corazón de la Primera Madre.
Esta es la segunda Llave y el secreto: «La Virtud yace vencida».
La Fuerza es tu Espada y la tercera Llave para abrir la Octava Puerta.
Entonces la Matriz se cerrará y la Puerta se abrirá. Mantente firme en tu voluntad al atravesarla: es la prueba más difícil antes de llegar a la Novena Puerta. En esta Puerta reside la antigua paz perdida, antes del nacimiento, donde uno es una Nada por moldear.
Placer es la Nada. ¿Y luego el Todo?
¡Espera! Un paso más en la Escalera de los Dioses.
Pero ahora debes encontrarte con Mlandoth, el Duodécimo Guardián, el Creador y Destructor de la Materia. Y él te conducirá a la presencia de la Segunda Madre, la Madre de los Suspiros, la que infundió el deseo. Ella es el anhelo, y con ella se concedió el deseo de todo.
Muchos han pagado el precio de su conocimiento con desesperación, pues muchos han anhelado el Amor, buscándolo en los lugares más desolados, y fueron destruidos por la búsqueda.
No anheles lo que no puedes tener ahora, porque pronto siempre será Ahora, y nada importará ya.
Pero serás un Dios, superior a todo esto; pasa y sigue adelante.»

«En esta Puerta reside la antigua paz perdida, antes del nacimiento, donde uno es una Nada por moldear», no debe malinterpretarse como un estado de inexistencia o «nada». Sino más bien, la esencia inconcebible e indescriptible mediante el lenguaje (excediendo todo lo arquetípico conocido, por lo que se refiere como «la nada»), sobre la que se proyectará o «moldeará» luego las formas ilusorias del mundo.
Y esto acontece ya dentro del factor tiempo, o el fluir de la conciencia del Demiurgo, en sincronicidad con la cual se efectúa el encadenamiento espiritual.
De allí que fuera de esa ilusión y del tiempo, se conciba aquel estado como «siempre ahora».

Bajo el encadenamiento kármico se sube y baja alternadamente en la rueda del Samsara, y rigiendo allí tanto la madre del dolor como la madre del deseo, siendo el motor que moviliza todo desde la dualidad.

Y finalmente, en forma asombrosa se describe una penúltima instancia, que se menciona como «la cabeza de la serpiente».

Esto resulta curioso ya que el tránsito a través del cuerpo entero de la serpiente se ha completado, y desde ya que en la segunda puerta, la garganta-abismo, teníamos mayor proximidad a la cabeza de la serpiente.

Por lo que aquí se está refiriendo o hablando de algo muy distinto.

Se está tratando en cambio sobre una clave o aspecto inicial del Demiurgo cuando crea su mundo, para lo cual se debe remitir al propio aspecto como espíritu del Demiurgo, previamente a la creación del mundo y el encadenamiento espiritual.

Se mencionará así a continuación la interacción estática y dinámica de los dos principios masculino y femenino, es decir el Demiurgo y su Shakti, utilizando el lenguaje figurativo poético de los mitos, para intentar dar un fogonazo de luz sobre tales cuestiones metafísicas más allá de la capacidad del lenguaje y el intelecto mismo.

Y en tal sentido, es «la cabeza de la serpiente», en cuanto la idea-pensamiento-energético inicial que proyectó todo en este mundo, mencionándose la serpiente dado que la mayor expresión energética se halla representada y abarcada en su referente del designio serpiente.

Recordemos que para los Siddhas, es siempre necesariamente lo reptílico la primera instancia de manifestación al entrar en este mundo.

El aspecto serpentino/reptil se halla así desde el Origen, más allá del despliegue de este mundo, y aunque aquí su expresión resulte de de índole arquetípica, es lo más próximo al mundo verdadero e increado.

Resulta a este punto comprensible que en la creación del Demiurgo, imitativa del mundo verdadero, se conciba entonces su proyección inicial desde un aspecto serpentino o en relación al designio serpiente, mencionado aquí como «la cabeza de la serpiente».

Tengamos en cuenta por lo tanto, la oblicuidad de los términos aquí utilizados, sin caer en su lectura e interpretación literal, que daría lugar a equívocos.

Esta instancia o fase debe necesariamente también abordarse, ya que es clave en cuanto al principio del laberinto de este mundo ilusorio, y atañe asimismo como se ha hecho notar a la serpiente.

Solamente así, hacia el final del viaje, podrá «comprenderse a la Serpiente con el signo del Origen», a la vez que orientándose ahora al aspecto ofídico primordial del Origen.

Leamos en consecuencia el final del texto, haciendo luego algunas aclaraciones también posteriormente, en la resignificación de ciertos términos y conceptos utilizados:

La Cabeza de la Serpiente
«En la antigüedad, cuando Todo era Nada y Nada era Oscuridad, el Fuego Espiritual era Nada y la Madre era Oscuridad. Al principio permanecieron dentro de sí mismos, separados el uno del otro, pero al encontrarse, crearon el Vacío, cada uno para sí mismo y permaneciendo dentro de sí. Luego se unieron, solo parcialmente, y nació la Voluntad. Y con la Voluntad nació la Ley Oculta, según la cual la misma acción puede hacer de dos criaturas una.
Inmediatamente después, nació la Fuerza, y entonces el Fuego Espiritual y la Madre Oscura decidieron unirse en una relación más profunda, y así nació el Amor. Y de su Amor nació la Cabeza de la Serpiente, origen y fin del Pensamiento, que a través de el se manifiesta.
Luego, de la Cabeza de la Serpiente surgió la creación de la Materia, y por ende, del Espacio y el Tiempo.
Entonces surgió Todo y lo opuesto a Todo.
La Cabeza de la Serpiente está en el centro de Todo. En ella nace el origen de la Serpiente, pero la Serpiente no tiene origen ni fin.
La Serpiente no era, ni será; simplemente, la Serpiente ES, en un eterno Ahora.
La Cabeza de la Serpiente es la sede del Conocimiento: esto se debe a que la Serpiente así lo ha decretado. Y en la Cabeza reside Umr-al-Tawil. El método para calcular su número es secreto, pero él es el Guardián del Mundo Innumerable; con eso basta.
El Mundo Innumerable está en el centro, en las profundidades; es la Novena Puerta.
Un gran secreto se esconde en el nombre de su Guardián, pues el número de Umr-al-Tawil es el número de los Mundos.
Aquí estás, en la cima de la Gran Montaña llamada Kadath, en la Cámara más interna del Gran Castillo de Ónice Negro, la Luz Sagrada.
Te encontrarás con Umr-al-Tawil, el Decimotercer Guardián.
Él es la Oscuridad, él es quien comprendió la Eternidad.
¿Y por qué serás superior a Umr-al-Tawil?
Porque comprenderás la Luz de la Eternidad, la encenderás y serás su recipiente.
Así podrás elevarte por encima de la Nube y ser el verdadero Dios. Sabe entonces que la Eternidad es Nada: para esto fuiste un Hombre.
Ahora eres superior al Hombre e igual a los Dioses.
Y entonces podrás decir: «Ahora sé que de la Oscuridad surge la Luz». ¡Esta es la Llave!
Y la Novena Puerta se abrirá.
Un Rayo destellará en tu mente y serás creado, generado a partir de ti mismo. Hecho la Bestia, hecho el Dios. Y ante ti se proclamarán los Eones. Y ante ti Umr-al-Tawil pronunciará sus nombres.

¡Este es el Tercer Renacimiento!

Este es el momento: deja que la Luz esté en ti y no seas la Luz, o todo habrá sido en vano, y Umr-al-Tawil te lanzará a través de Ubbo-Sathla al Contrasendero y regresarás a la Tierra, y no tendrás una segunda oportunidad para romper el Ciclo.

Nadie te salvará entonces.

¡Cuidado! Un gran peligro acecha en el Mundo-Sin-Número, pues su Guardián oculta su Conocimiento, y este Conocimiento es el conocimiento de la Muerte. Él puede guiarte a la presencia de la Tercera

Madre, la Madre de la Oscuridad, pero de la Oscuridad se formó el Diamante Azul. Comprende esto y serás Libre.

Más allá del Mundo Innumerable no hay Mundos, Lugares ni Abismos, sino solo Oscuridad Infinita y Luz Absoluta.

Ay de quienes lo llaman Nada; Ay de quienes lo llaman Caos: solo es Más Allá. Y el Más Allá está vivo y palpita.
Además… sus letras son Agua y Fuego.
La letra del Agua es Mem: no la Mem común, cuyo jeroglífico es una ola, sino la Mem final, cuyas
líneas largas y planas sugieren el mar en calma… y la conocerás como Mein.
La letra del Fuego es Shin: la del Fuego Espiritual.
No entrarás al Más Allá, al menos no ahora.
Ahora todos los Guardianes están a tu servicio: con ellos puedes destruir la Tierra, mejorarla, ignorarla o crear una nueva.
Entonces, los Antiguos Dioses Guardianes, los Justos Señores del Triple Manto, renovado por ti, penetrarán los múltiples Planos del antiguo Universo, irrumpiendo en la realidad humana y disipándola con su Viento Cósmico en el Desierto Helado. Todo será destruido para dar paso a tu Camino.
Tuyo es el Árbol y todo el Universo.
Ahora, que venga tu Reino y se haga tu Voluntad.
¡Suficiente se ha dicho para el sabio!»

Como ya se ha mencionado, «De Tenebrarum Regis Novem Portis», o «Las nueve puertas del reino de las tinieblas», como transliteración al latín del texto griego «Delomelanicon», tuvo ciertas adulteraciones, basadas en un neoplatonismo donde se combinaba la kabalah con corrientes de hermetismo griego y egipcio (copto).

Por lo tanto, y acorde a la Sabiduría Hiperbórea, aquí la resignificación que nos ocupa. No se trata de la letras hebreas Shin y Mem mencionadas en el texto, que designan el fuego y agua desde lo arquetípico. Sino más bien, ya en esta instancia final, y habiendo cruzado la novena puerta, de las aguas increadas, y el fuego negro increado.

La figuración en tal sentido de «un mar en calma» se refiere a un estado último de potencialidad, donde desde lo no manifiesto puede todo desplegarse y ser manifestado.
Luego, Umr-Al-Tawill ha comprendido la eternidad, y es «oscuridad» en su esencia, hallándose fuera de todo lo luminoso y oscuro arquetípico de este mundo. Él ha comprendido la eternidad, desde ya, y por esa razón se dice que este guardián oculta el secreto de la muerte, ya que comprendiendo este misterio (tal como hiciera Wotan), se comprende la inmortalidad.

Atravesando la novena puerta, se dice que uno será superior a su guardián, dado que el logro obtenido tras el cruce de la puerta es aún mayor, «comprendiendo la luz de la eternidad», y siendo un «recipiente», es decir portador de la llama negra.

Esto se refiere a Umr-Al-Tawil en el rol de guardián, que antecede a la puerta que custodia. De otro modo, resulta claro que Umr-Al-Tawil es también uno de los Primigenios.

Siendo el decimotercer o último guardián, y su esencia misma la oscuridad, resulta preciso transitar a través de esa oscuridad, antes del logro último.

De allí que sumergiéndose en la oscuridad más profunda, uno encuentra la verdadera luz, lo que tiene su referente en la leyenda del último grabado, «Ahora sé que de la oscuridad viene la luz». O incluso pudiéndose traducir también como «Ahora sé que la oscuridad es luz».

Se diferencia o distingue nuevamente, algo que ya hemos mencionado, entre una «eternidad cerrada», condición meramente del humano como Virya perdido, del eterno infinito al que uno accede ya como un Dios o Diosa.

Y prestemos especial atención cuando se dice «generado a partir de ti mismo», ya que esto connota (completamente lejos de toda concepción creacionista o generativa demiúrgica), el acceso del Yo del Virya orientado a su propio espíritu, el «Gran Antepasado», quien ahora puede mirar nuevamente al Origen.

Por otro lado, se menciona que más allá del «mundo innumerable», es decir lo que comprende la novena puerta, ya se entra en el plano o mundo del Incognoscible. No es posible allí hablar de mundo, lugar ni abismo.

Está más allá de toda categorización arquetípica y de la descripción del lenguaje, por lo que se dice «Ay de quienes lo llaman Nada; Ay de quienes lo llaman Caos: solo es Más Allá. Y el Más Allá está vivo y palpita.»

Sobre Umr-Al-Tawil, debemos saber que tiene esencial importancia en la trayectoria que realiza Randolph Carter con su llave de plata, recomendando en tal sentido leer el excelente cuento de Lovecraft, «A través de las puertas de la llave de plata», así como todo el ciclo de Randolph Carter.

Ubbo Sathla también es mencionado en la literatura de Clark Ashton Smith, perteneciente al círculo de Lovecraft, y aquí se menciona que Umr-Al-Tawil junto con Ubbo Sathla podrían hacia el final, si el adepto fracasa, hacerlo retornar al mundo de la ilusión.

Y la clave para no ser arrojado de nuevo por Umr-Al-Tawil, se dice que es: «deja que la Luz esté en ti y no seas la Luz, o todo habrá sido en vano».

Es decir, no se debe procurar un tipo de fusión, perdiendo la propia individualidad, ni sumirse en la luz (todas metas u objetivos demiúrgicos), sino mantener la propia individualidad, siendo uno mismo un «portador de luz oscura» o Lux-Fer.

Notemos también que en el tránsito hacia la novena puerta se menciona «la cima de la Gran Montaña llamada Kadath, en la Cámara más interna del Gran Castillo de Ónice Negro».
Esta mención de Kadath nos remite obligadamente a la obra de Lovecraft, «La búsqueda de sueños en la ignota Kadath», que sugerimos también aquí leer (y es de hecho parte del ciclo onírico de Randolph Carter) en procura de mayores claves de orientación gnóstica hacia la novena puerta.

Y la otra clave esencial aquí es la tercera madre, la «madre de la oscuridad», (a la que se llega por medio de Umr-Al-Tawil) quien contiene el secreto de la muerte, y por lo tanto de la inmortalidad, y se dice que uno debe comprender como de la oscuridad «se formó el diamante azul».

Esta tríada referida de las madres oscuras, la madre del dolor o «Mater Lachrymarum», la madre del anhelo/deseo o «Mater Suspiriorum» y la madre oscura o «Mater Tenebrarum», responde a un argumento iniciático, que fue evidentemente captado por el director de cine Darío Argento, en su trilogía con estos mismos títulos, aunque en distinto orden del aquí presentado.

Recordemos los tres niveles intraterrenos de densidad lumínica ya mencionados, y el primero, es decir el inmediato bajo la superficie terrestre, de color azul, siguiendo luego el rojo, y finalmente el negro.

Es decir aquí se está sugiriendo en una forma un tanto oblicua, que la oscuridad, como el caos de lo no manifiesto e infinita potencialidad, es el substrato y fundamento de todo lo manifestado. Comprensión que debe obtenerse, para ir más allá de lo arquetípico, guiado en las profundidades abismales oscuras por el resplandor verde-esmeralda de la diadema de la Gran Serpiente!

Habiendo citado y comentado todo este sendero según «De Tenebrarum Regis Novem Portis», recapitulemos sobre las figuras de los nueve grabados, comentando al respecto.

Notemos que según los primeros cuatro grabados, quien sigue el recorrido o sendero de las nueve puertas, se figura o representa sucesivamente como un caballero montado a caballo, un ermitaño, un viajante o vagabundo, y un bufón.

En todos estos casos hay un camino a seguir, una puerta que abrir y pasar, un puente que cruzar, y un laberinto que atravesar.

Hasta aquí, utilizando la nomenclatura del gnosticismo, tenemos la transición de lo hílico o terrenal/carnal a lo psíquico, representado por el cruce del puente, en que se está amenazado por el arquero/ángel desde arriba.

Más, cruzando el puente, viene una prueba todavía más difícil, el laberinto, en el que se requiere, como ya sabemos, la orientación gnóstica y la disposición AGL o «Actitud Graciosa Luciférica».

La orientación del Virya a esta altura, descarta como objetivo el sentido que proyecta en los objetos mundanos cualquier Virya perdido: Es decir meramente la acumulación de bienes hasta la muerte, siendo «en vano», como bien refiere el epígrafe del quinto grabado.
Después de esto, se «muere» ya completamente a los valores del mundo, siendo representado por «el colgado» del sexto grabado, en que «como un loco para el mundo» se halla uno «cabeza abajo y piernas arriba». Aquí la transición ya es de lo psíquico a lo pneumático o espiritual.
Recordemos que en el texto de las nueve puertas, en «De Tenebrarum Regis» se mencionan «tres renacimientos» a lo largo de la trayectoria.

Más una prueba más terrible todavía aguarda, y es confrontar al propio Demiurgo, prueba representada por el juego de ajedrez, en que el Demiurgo es «el rey de este mundo».
A continuación, orientado desde el honor, única moral del Virya, uno se posiciona en el Kairos, dejando atrás todo lo concerniente al mundo. El sendero del «bien demiúrgico» o proceso entelequial resulta completamente detenido, siendo «tal virtud decapitada», representación del octavo grabado.

Este nivel de significado no invalida por supuesto otros, que también referimos y consideramos previamente. Y esto debe siempre tenerse en cuenta al tratar con el lenguaje de los símbolos y mitos.

La «propia cabeza» además, desde otro nivel de significado, resulta «místicamente seccionada» (la instancia iniciática en que Kali decapita al iniciado), lo que figura o representa aquí la liberación del poder reptílico en el paleoencéfalo.

Tenemos así, según un nivel de significado, una «decapitación» a modo de sacrificio demiúrgico (análisis comentado previamente), y por otro lado un nivel de significado, desde la senda del Kaula, de «decapitación iniciática».

Esta correspondencia analógica se establece a partir del nexo biológico entre la vértebra superior, y el occipital del cráneo (el sitio donde la espada de la Diosa corta la cabeza), liberando así «el reptil del paleonecéfalo o cerebro reptil».

Se accede así, ya transmutado como Dragón, a la instancia del noveno grabado, donde mediante el Maithuna alquímico con «la mujer que cabalga el Dragón», se obtiene el paso a través de la novena puerta.

Respecto a «De Tenebrarum Regis Novem Portis», citemos textualmente lo que refiere Frank Ripel, para luego contrastarlo con la otra traducción del Delomelanicon al latín, «De Umbrarum Regni Novem Portis».

«Hemos observado que la versión latina del Delomelanicon, en relación con el texto titulado De Tenebrarum Regis Novem Portis, es una evidente manipulación, en comparación con la versión griega, por parte de aquellos círculos gnósticos judíos abiertos al pensamiento egipcio y grecorromano. Esta manipulación es de naturaleza cabalística, ya que la Cábala sagrada apenas comenzaba a emerger.»

Esta superposición o mezcla de un texto traducido y readaptado de uno anterior en griego, con elementos adicionales que adulteran su contenido, es típica en cuanto la degradación del conocimiento expuesto, y ocultamiento de un «original perdido».

Así, Frank Ripel continúa diciendo:
«Por lo tanto, podemos afirmar que la versión latina del texto contiene un texto dentro del texto.»

Considerando esto, ¿cómo orientarse con un texto dentro de otro texto? La respuesta que Ripel da a esto es correcta, más debiéramos añadir además la reminiscencia desde la propia Minne:

«¿Cuál es, entonces, el texto original?
¡Solo quien posee el Conocimiento puede conocerlo!
A todos los demás no les queda más que buscar…»

Más en cuanto a «De Umbrarum Regni Novem Portis», Ripel da completo crédito a esta versión en latín, con lo cual discrepamos, como ya luego veremos.

«En cuanto al texto titulado De Umbrarum Regni Novem Portis, no hay mucho que decir; solo podemos afirmar que reproduce fielmente la versión griega. Trata sobre las Nueve Puertas del Abajo, en las que encontramos Nueve Dimensiones Sutiles habitadas por Entidades Sutiles.»

Esta mención que Frank Ripel hace de «nueve dimensiones sutiles habitadas por entidades sutiles», son precisamente las nueve puertas y sus guardianes.

Y aquí un punto de lo más interesantes. Sabemos del clásico prejuicio de muchos ocultistas de separar o hacer a un lado todo lo de índole lovecraftiana, considerándolo como ficción, de la verdad metafísica e iniciática.

Al respecto debe recordarse y considerarse que Lovecraft canalizó mucho contenido oculto a través de «sueños», y experiencias personales, que luego volcó en sus cuentos y relatos.
Y de igual modo otros autores del círculo de Lovecraft también dieron sus propios y respectivos aportes, bajo el velo del manto literario, manteniendo así dos niveles de entendimiento. Uno para el lector no iniciado, y aficionado a «las fantasías del horror cósmico», y otro muy distinto para el iniciado en lo oculto.

Así, Frank Ripel concluye su introducción a su versión de «Las nueve puertas», como sigue:
«El lector experto reconocerá en el Delomelanicon los nombres de las deidades que aparecen en las historias de Howard Phillips Lovecraft y otros escritores —August Darleth, Clark Ashton Smith, Ramsey Campbell, Lin Carter— de la escuela lovecraftiana. Surgirá la sospecha legítima de que el libro es un pseudobiblium, es decir, una obra nunca escrita, pero citada como verdadera en libros de ficción. Por lo tanto, es imperativo recordar que H.P. Lovecraft era un vidente de visiones distorsionadas que logró contactar, a través de sus horribles pesadillas, con entidades ancestrales…

En este punto, considero apropiado concluir con el famoso pareado de Abdul Al Ahzred:
«No está muerto lo que puede vivir eternamente,
y con extraños eones incluso la muerte puede morir»

Los guardianes de las puertas, acorde a la traducción latina «De Umbrarum Regni Novem Portis», difieren en sus nombres con respecto a «De Tenebrarum Regis Novem Portis».
No obstante se mencionan en ambos tratados a Yog Sothoth como guardián de la segunda puerta.
Esto resulta clave, si se concatena con lo ya referido del enigma de las dos llaves de la segunda puerta, y especialmente si lo asociamos con la llave de plata que menciona Lovecraft.

Especialmente recordando a Yog Sothoth como «el abridor de la puerta» por donde retornarán los Antiguos. Así, como se ha ya mencionado, Yog Sothoth es la puerta, la llave, y el guardián de la puerta.

Tengamos en cuenta que estos guardianes son algunos de los Primigenios mencionados por Lovecraft y su círculo, copando e infiltrando el mundo del Demiurgo, mediante un canal iniciático de nueve puertas de retorno al Origen.

Se trata, repetimos nuevamente, de nueve instancias y pruebas iniciáticas que en su tránsito el adepto debe superar.

La obstaculización o franqueo del iniciado en cada una de las puertas por parte de los guardianes, obedece no a un designio demiúrgico, sino a las pruebas de voluntad, valor y predisposición gnóstica (mediante la aplicación del principio del cerco y la Actitud Graciosa Luciferica) que el iniciado debe desplegar, en su transmutación personal y orientación al Origen.

Desde ya que además de los Primigenios lovecraftianos, el iniciado tendrá en su paso que cruzarse y lidiar también con arcontes y agentes demiúrgicos, no menos terribles.
Debe también acotarse, que bajo diferentes configuraciones iniciáticas partiendo de distintas cosmogonías y mitos, los nombres y aspectos que representan las fuerzas demiúrgicas pueden variar, y así también las potencias Hiperbóreas individualizadas. No obstante, ciertos símbolos y atributos permiten siempre identificar el principio en cuestión, bajo el manto mítico cultural y del folclore.

Comenzando por la introducción a «De Umbrarum Regni Novem Portis», se advierte también desde la misma propuesta un enfoque demiúrgico, aunque solapado con una propuesta luciferina, como también ocurre en la introducción a «De Tenebrarum Regis Novem Portis».
Consideremos puntualmente lo que se dice:

«Este es el Árbol de la Vida, el Rayo y la Serpiente.

Trece los Frutos del Árbol; Uno el Relámpago, Doce los Rayos del Relámpago, Una la Serpiente, tres veces y media enrollada al Árbol con la cola en la boca.
El Árbol es la Luz, el fruto blanco de la tierra oscura; de aquí se ramifican las Veinticuatro «ramas», «caminos» o «canales», según cómo se entiendan.
El Árbol es el Camino supremo que conduce Más Allá de la Luz y la Oscuridad, al logro de la Realización, la fusión de la Luz y la Oscuridad.
Entonces, ¿es Trino o Uno? Este secreto también está contenido aquí.
Uno es el Árbol; Ascendiendo, desde la Raíz, alcanzarás la Luz Suprema, por encima de las Ramas, por encima de la Copa, hacia el Relámpago y sus Chispas, más allá del Relámpago y de la Nube que lo genera… y así te convertirás en el verdadero Dios.
Haz tu Voluntad por Amor y alcanzarás la Fuerza.
La Fuerza, que es Poder, te dará Poder.
Debes comprender el Poder.
Todo habla de Poder, porque el Poder es Luz, y la Luz proviene del Árbol, y el Árbol es Todo. Los planetas copian su Patrón, las estrellas distorsionan su Luz; el Hombre está hecho a imagen y semejanza del Árbol. El Árbol es Todo.
El Hombre nace siendo Nada, pero puede convertirse en Todo-Uno.»

Esta fusión de «luz y oscuridad» en principio apunta a un estado de trascendencia de la dualidad u opuestos del mundo. Más no debe procurarse aquí ninguna «fusión» de principios, ya que ambos en este mundo son demiúrgicos. Esto sería más bien el sendero de una entelequia demiúrgica.

Y se especifica el objetivo demiúrgico en la siguiente declaración, que no requiere mayores comentarios: «Uno es el Árbol; Ascendiendo desde la Raíz, alcanzarás la Luz Suprema, por encima de las Ramas, por encima de la Corona, hacia el Rayo y sus Chispas, más allá del Rayo y más allá de la Nube que lo genera… y así te convertirás en el verdadero Dios.»

No se trata de combinar luz y oscuridad, instancia iniciática válida en el sendero entelequial demiúrgico de mano derecha, sino antes bien en oponerse a la falsa luz demiúrgica con la lux de Lucifer, arribando al substrato primigenio, más allá de todo lo fenoménico manifestado, concebido desde este plano como oscuridad primordial, donde no obstante resplandece la radiación luciferina.

Se menciona también aquí un sendero ascendente, más la serpiente en el frontispicio señala con su cabeza hacia abajo, y hacia allí debe ir nuestra orientación.

«Haz tu voluntad por Amor y alcanzarás la Fuerza», debe reorientarse aquí más bien como resignando la expresión de amor en este mundo, prevaleciendo la voluntad, y orientado hacia el A-mort.

Luego se menciona un modelo original del que surge la creación del hombre, repitiéndose un patrón, lo que indica la creación imitativa y replicada en fractales del Demiurgo, la cual no debe «sintetizarse» sino más bien trascenderse, aunque en los medios de que uno se valga para este objetivo se utilicen elementos demiúrgicos, resignándolos y cercándolos en aras de la liberación, con la orientación gnóstica.

La primer puerta aparece custodiada por Hastur, el «Vengador de los Antiguos». Se dice que su mundo es una realidad creada por él mismo, atemporal, siendo todo cuanto existe en este mundo ilusorio un reflejo de aquel mundo.

Se comprende así claramente la posición o status de Hastur, uno de los Primigenios que aparecen en la literatura lovecraftiana, como un Siddha.

Solamente un Siddha puede manifestar una realidad propia atemporal, desincronizada o aparte del tiempo demiúrgico.

Y en la búsqueda de conocimiento, para avanzar a través de las nueve puertas, se hace preciso recibir su asistencia.

La segunda puerta está regida por Yog Sothoth, en un plano donde a diferencia de este mundo creado, la vida allí no tiene principio ni fin. Es eterna e increada.

Yog Sothoth se manifiesta mediante trece emanaciones, a modo de globos o esferas, a la vez que permanece siempre allende todo.

Yog Sothoth declara respecto a la persona que todavía vive bajo los parámetros demiúrgicos y no ha muerto al mundo «Soy el indiscutible Señor del Abismo. Quien entra aquí está perdido.»

Desde ya que el alma demiúrgica no tiene ninguna chance bajo la presencia y poder de Yog Sothoth.

La tercera puerta tiene como guardián a Dagon. Pasar a través de la tercera puerta depende de la aceptación o no de Dagon en esta instancia, quien se expande y comunica con los Viryas mediante una red de ondas electromagnéticas, pudiéndose mediante la sintonía y vibración adecuada acceder al pliegue topológico de su puerta, decidiendo Dagon si el Virya es o no apto para pasar a través de sus dominios.

Dagon es una fuente de golpes y desestabilidad para el mundo demiúrgico, trayendo ataques y convulsiones, que o bien sacuden y ocasionan un despertar, o hacen sucumbir en el olvido.

El misterio de Suhram, guardián de la cuarta puerta, es tan profundo que citaremos textualmente el pasaje en cuestión, dejando que evoque en la sangre del Virya aquello que deba despertar:

«Soy Nuhram, el Señor de este lugar.
Vengo del Cielo Estrellado y más allá. Aquí he establecido mi residencia, pero en realidad somos tres… tres son los tronos, pero dos están vacíos.
Nos miramos, nuestros rostros se giran el uno hacia el otro.
Nuestras miradas se fijan en un punto central, y de allí se origina la Llama, la Llama que todo lo sustenta.
Somos Titanes, inmóviles e imponentes; nada puede movernos. Todo a nuestro alrededor puede caer o cambiar,
pero nosotros somos inmutables.
Siempre existiremos cuando todo lo demás deje de existir.
Quien se atreva a sentarse en uno de los tronos será incinerado. Solo conociendo el secreto de la Transformación salvará su vida.
La Columna de Fuego se alza imponente y lo atraviesa todo, materia y antimateria.
Hay muchos de nosotros en otros mundos, pero solo el equilibrio perfecto de tres de nosotros puede generar la Llama.
La tuya es una Llama roja; existen Llamas azules, verdes y de otras composiciones, según el mundo en el que te encuentres.»

La quinta puerta tiene como guardián a Cthulhu, en su reino oscuro, frío y desolador, de muerte de la vida creada. Es generador y fuente de mal acorde a los designios demiúrgicos, ya que los valores del mundo demiúrgico están invertidos con respecto al mundo del espíritu.

El abismo profundo en que mora Cthulhu es insondable, y no obstante una «trampa», ya que no es la meta última, sino una dimensión insondable en que se manifiesta en este mundo.
Cthulhu, según se desprende de los relatos de H.P Lovecraft, es el iniciador de los antiguos arcanos, mediante sueños místicos que genera en los adeptos.

Y el aspecto de pulpo, tan asociado con Cthulhu, como bien sabemos guarda estrecha relación con la simbología Hiperbórea.

La sexta puerta tiene como guardián a Nyarlathotep, el emisario y mediador entre los Primigenios y los adeptos, quien es conocido como «el caos reptante».

Desde ya que la morada de Nyarlathotep debe necesariamente permanecer en las profundidades ignotas, no pudiendo manifestarse en la superficie terrestre.

El texto describe su dominio como un mundo de «alegría y luz», lo cual debe entenderse en el sentido de la luz luciferina, y el éxtasis en la luz oscura. De otro modo, bien sabemos que Nyarlathotep mora en un ámbito de profundas e insondables «tinieblas» en contraste con la falsa luz de este mundo.

Así también, el texto le atribuye a Nyarlathotep las siguientes palabras:

«Reiné en la superficie en tiempos pasados, pero fui exiliado. El juego de fuerzas era demasiado grande; las Moiras decidieron que un regreso a la Oscuridad era más probable que un avance hacia la Luz.

La decisión de las Moiras era irrevocable, y como todos, tuve que someterme a su voluntad, pero detrás de mi mundo yace un vacío, y ellas lo habían visto.»

Estamos en desacuerdo con esta canalización, al menos en la forma que es presentada, dado que Nyarlatothep, como uno de los mayores Primigenios, catalogado por algunos como uno de los Dioses exteriores, está completamente libre y fuera de los designios de este mundo, como para ser exiliado o hallarse bajo el poder de las Moiras.

En todo caso, tal «exilio» debiera ser entendido como una clase de pasatiempo a modo de «lila» o juego de los Dioses, si así fuere, y no una imposición que Nyarlathotep debió recibir.

La séptima puerta tiene como regente a Shub Niggurath, la «cabra negra de los mil retoños», en un plano dimensional donde ya se ha superado o trascendido la ilusión de la materia, y no obstante para mantener su manifestación en este mundo, Shub Niggurath manifiesta un plano, que no deja de ser ilusorio, más necesario para la manifestación en este mundo.
Así la gran cabra negra dice:

«No hay lugar aquí, es solo una ilusión, una ilusión creada por los rincones donde reina la mente.

Soy la Diosa del Eterno Infinito, todo se doblega a mi voluntad. Lo recto se curva, hasta convertirse en un punto.

Puedo satisfacer cualquier deseo porque la materia no existe, todo se reduce a un solo acto de voluntad, pero mientras estés hecho de materia, esta es una Ley inaccesible para ti.
Mi mundo es un solo acto, una infinita curvatura hacia dentro.»

Se deja bien en claro aquí la ilusión de todo lo manifestado en este mundo, pudiendo los Antiguos/Primigenios, desde la voluntad del espíritu infinito, manifestar o generar una realidad propia dentro de este mundo, fuera de la ilusión demiúrgica, más conectada de algún modo con este mundo, desde donde resulte posible acceder a ese plano oculto.
Y desde ya, el dominio de tal Primigenio (en este caso Shub Niggurath) mantiene completo poder sobre cualquier manifestación material, en tiempo y espacio.

La octava puerta tiene como regente a Azathoth, y tomemos en cuenta que precede a la novena puerta.

Azathoth es el señor oscuro fuera de los confines de las formas de este mundo, y a la vez en consecuencia tiene dominio y poder sobre todas las formas. Es la manifestación plena del fuego negro increado, destructor de todo lo creado en este mundo, desde un fundamento oscuro insondable e infinito. Es el propio ojo del caos, sol negro iluminador y destructor.

Y aquí es donde llegamos a la novena puerta, discrepando completamente con Frank Ripel en su exposición del texto «De Umbrarum Regni Novem Portis», que declara lo siguiente:

«Encontrarás la Novena Puerta. Está dividida en siete divisiones.
Larvas, Fantasmas, Espectros, Espíritus Elementales, Íncubos y Súcubos, Demonios, Perros de la Razón.

En la primera división encontrarás a las Larvas, y en la segunda a los Fantasmas. En la tercera división encontrarás a los Fantasmas, y en la cuarta a los Espíritus Elementales. En la quinta división encontrarás a los Íncubos y Súcubos. En la sexta división encontrarás a los Demonios, y en la séptima a los Perros de la Razón.»

En nuestra consideración, en la senda de las nueve puertas, tras haberse uno encontrado con Primigenios como Cthulhu, Shub Niggurath, Yog Sothoth y Azatoth, potestades luciferinas de la mayor jerarquía, resulta imposible que a esta altura el iniciado se tope con entidades astrales menores, como larvas, fantasmas, elementales, etc, que en esta instancia ya han sido dejadas muy lejos atrás.

Luego, en la última o séptima división de la novena puerta, aparecen los perros de la razón, quienes según el texto, dicen a quien allí ha llegado:

«Nos alimentamos de ustedes; el nuestro es un instinto atávico y ciego; no pueden razonar con nosotros.
Existimos por una sola razón: alimentarnos de ustedes.
No pueden ir más allá de aquí, no porque no haya nada más.
Sino porque no se te permite entrar.
¡Retírate, no avances!
Si entras, nunca volverás a salir; la línea recta de tu mundo se transformaría definitivamente en un círculo, sin principio ni fin, y nunca podrías salir.
El primer mundo se encuentra tras esa puerta, pero te aconsejo que no entres, porque de lo contrario este lugar (las siete divisiones) se transformaría para ti de finito a infinito.»

Desde ya que habrá quien interprete esa instancia como una última prueba, ya que como dice la última palabra del texto citado, culmina todo en el «infinito».
Más lo que aquí se plantea es que ese plano de siete divisiones se torna infinito para quien allí pase, quedando atrapado tras esa puerta.

En este punto consideramos que parte del contenido evidentemente canalizado que presenta Frank Ripel, ha sido interferido y distorsionado por fuerzas demiúrgicas, en aras de ocultar el retorno al Origen y la liberación tras la novena puerta.

De igual modo que ciertos pasajes de «Las nueve puertas», presentan en algunas versiones (como la traducida por Bruno di Angelo al italiano, y traducida posteriormente al español) elementos del satanismo, lejos de la orientación gnóstica luciferina en la senda iniciática de las nueve puertas.

Resulta oportuno a esta altura destacar que los Primigenios mayores aquí mencionados, como Azathoth, Yog Sothoth, Nyarlathotep, y Shub Niggurath, así como otros, están completamente libres y fuera de este mundo demiúrgico, siendo proyecciones o aspectos suyos los que se manifiestan dentro de este mundo, a la vez que desplegando su propia realidad allí, en pliegues topológicos dimensionales fuera de todo el entramado de control demiúrgico, y por ende fuera del tiempo y espacio del mundo y sus leyes convencionales.

De los variados conocimientos esotéricos que los guardianes de las puertas presentan (hallables también algunos en el libro «La magia estelar» que presenta la versión del Necronomicon de Frank Ripel), tenemos palabras clave para recuperar, acumular y relanzar la energía, signos mágicos, el alfabeto mágico Nug Soth, sigilos de poder para distintos objetivos, o la creación de servidores sean materiales o más sutiles. Pero sin duda el conocimiento más valioso lo constituye la fórmula Dho, transmitida por Nyarlathotep, y la fórmula Dho-Nha, comunicada por Shubh Niggurath, mediante las cuales es posible contemplar la ciudad entre los polos, Yan-Ho, ubicada entre los polos de la Tierra, e incluso viajar a esa misteriosa ciudad oculta.

A través de medios esotéricos como el mencionado, es posible acceder en otro plano dimensional al auténtico y completo Delomelanicon, así como al Necronomicon.

De ese Delomelanicon original, al igual que ocurre con el Necronomicon, distintos ocultistas han canalizado parcialmente el libro, a lo cual se ha sumado también a veces la filtración de ciertas fuerzas demiúrgicas en la recepción del texto, así como la adulteración en traducciones y contaminación con otras doctrinas ajenas a la senda luciferina de las nueve puertas.

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