Saltar al contenido →

Fragmentos del libro “La teoría de la vida eterna”, de Rodney Collin

(Aclaración: este autor, uno de los grandes seguidores de Gurdjieff,  define los términos «alma» y «espíritu» de una manera diferente a como lo hacemos nosotros, pero los que estén familiarizados con la obra de Nimrod de Rosario no tendrán dificultad para interpretar perfectamente lo que el autor quiere decir, y comprobarán que las diferencias entre ambos autores no son tan grandes. El autor, que no se halla en posesión de la Gnosis, aunque parece aproximársele, en los fragmentos siguientes establece claramente lo que son para él los términos «alma» y «espíritu». Su confusión se advierte también en la mezcla que hace entre el Libro Tibetano de los Muertos, el cristianismo de San Macario, el budismo, el Apocalípsis de San Juan y el Hinduismo. Lean detenidamente el fragmento 42, pues esa fractura se abrió durante la Segunda Guerra Mundial)

1. Qué hombre, sujeto a la muerte y a la desintegración, teniendo la oportunidad de una vida indestructible, disfrutaría aún de una vida simplemente larga pensando en la carnalidad y en la belleza (Katha Upanishad).

2. Hacia el final de la infancia en las comunidades civilizadas, se adquiere la posibilidad de la lectura y, del infinito número de mundos de la imaginación, accesibles por ese medio, el individuo escogerá, o le serán escogidos, uno o dos que influirán para siempre en el escenario de su mente.

3. Al final de la infancia, la personalidad —que es, como si se dijera, la intermediaria entre el puro organismo físico y el mundo en el que existe— se ha formado ya. Este mundo que le rodea es infinito, pero la personalidad desarrollada en la infancia, como si fuese un filtro o cristal coloreado, hace que el hombre adulto lo vea siempre teñido de un cierto color y que, objetos de ciertos colores aparezcan más promi­nentes y otros, de distinto color, se atenúen o desaparezcan del todo. Esta personalidad forma una parte definida y per­durable del organismo del hombre, y después de la adoles­cencia no llega a ser seriamente afectada hasta la muerte. Este principio lo reconocen muchas religiones e ideologías políticas que insisten en un control profundo sobre los niños hasta la edad de siete o diez años, cuando consideran que están firmemente «adoctrinados».

Durante el resto de la vida, es decir de los siete años de edad al término de su vida, el doble organismo de cuerpo y personalidad, elabora todas sus reacciones posibles ante to­das las circunstancias en las que pueda hallarse. Este perío­do, llamado de madurez es, en la mayoría de los casos, resultado automático de la colocación del ser ya creado ante nuevos problemas, lugares o personas, y no implica la crea­ción de nada nuevo en sí mismo.

4. Así en el caso del hombre común. Pero tenemos pruebas que sugieren que este tercer período es posiblemente, de formación de una parte de la naturaleza del hombre que normalmente no existe. Podemos llamarla el alma. Más ade­lante veremos por qué puede decirse que el hombre común no tiene alma, y por que la creación de un alma puede considerarse como la tarea más ardua a la que el hombre puede dedicarse —comparable, en verdad, a la transforma­ción de la estatua en un ser viviente.

5. La verdadera sexualidad, en el sentido de su más alta función creativa, que resulta de la armonía de todas las otras funciones —ya sea en la creación de descendientes a la imagen física de sus padres, en la creación artística, o simplemente en la creación del verdadero papel del indivi­duo en la vida— está relacionada con el desarrollo de emo­ciones más elevadas en el punto 8, la cúspide de la vida. Pero la completa expresión de esta función depende del desarrollo de nuevos poderes y capacidades, posibles en el hombre, pero que sólo se obtienen mediante un trabajo y un conocimiento muy especiales. La clave de estos nuevos poderes se encuen­tra en la posibilidad de que el hombre se haga consciente de sí mismo y de su sitio en el universo que le rodea. Pues de ello puede surgir —en muy afortunados casos— el nacimiento de un alma, o principio permanente de consciencia.

Comúnmente, no hay ni permanencia ni conciencia en el hombre.

6. Un sumario de las funciones que se presentan en los sucesivos puntos de la línea de la vida del hombre, nos mostrará, por lo tanto, que si bien desde un punto de vista su vida declina conforme envejece, desde otro punto de vista, nuevos poderes, actuando con energías más sutiles y teniendo cada vez mayores posibilidades, se desarrollan periódicamente en él.

7. Este pasaje da un énfasis conmovedor a la idea de que las experiencias del alma pertenecen al verdadero mundo, un mundo que está siempre ahí, pero del cual los hombres han sido exiliados, mientras se encuentran en un cuerpo físico. Aun cuando parezca poética la imagen, no podría haber una expresión más exacta de las relaciones entre los mundos molecular, celular y electrónico, y entre las mate­rias propias de cada uno de ellos. Sabemos, bastante cientí­ficamente, que el mundo molecular permea el mundo celu­lar, y que el mundo electrónico permea el mundo molecu­lar. Estos tres mundos son co-existentes.

8. El hombre ordinario, durante su vida física, no tiene alma, y por qué la creación de un alma en esta vida es la más grande obra que le es posible intentar. Porque el alma es el vehículo del hombre en el mundo invisible o molecular.

9. Sola­mente en caso de que pueda crear en sí mismo, ahora, algo análogo al perfume de la flor, es decir, un alma o principio de consciencia, podrá él comenzar a moverse en ese otro mundo, mientras se encuentre aún vivo en éste.

¿Cómo podría ser esto? El alma, o cuerpo del mundo mo­lecular, puede solamente ser creada artificialmente por una larga acumulación de las energías más sutiles que el orga­nismo físico produce, y su cristalización a través de con­tinuos esfuerzos para hacerse auto-conciente. Pero el hombre común no puede evitar gastar esta energía tan rápidamente como se produce —en temor, cólera, envidia, apetitos, y en su estado normal de fascinación consigo mismo y el mundo que le rodea. Para restringir este desgaste debe crear la voluntad en sí mismo. Para crear la voluntad debe tener una finalidad. Para tener una finalidad debe haber apren­dido a conocer todos los aspectos de sí mismo, y obligándoles a aceptar el dominio de su juicio interno. Antes de esto, debe primero despertar su juicio interno del sueño. Y ni uno sólo de estos estadios puede alcanzar por sí mismo.

10. Finalmente, si los cuerpos celulares están en principio libres en el mundo celular de la naturaleza, y los cuerpos moleculares libres en el inundo molecular de la tierra, por analogía los cuerpos electrónicos estarían libres en el mundo electrónico. Esto quiere decir que podrían existir o viajar donde quiera que exista la materia electrónica, así como el hombre físico puede existir o viajar sobre la superficie de la tierra donde se encuentran otras formas de materia celu­lar. Pero la radiación del Sol es materia electrónica, y esta radiación llena todo el sistema solar. Por lo tanto, el cuerpo electrónico por su naturaleza debería estar libre en todo el sistema solar; participaría de la naturaleza del Sol. A tal cuerpo podríamos llamarle espíritu.

11. Tal hombre debe haber creado para sí, en esta misma vida, no solamente un alma sino un espíritu. Como Noé pasó sus días construyendo un arca con la cual sobrevivir al dilu­vio que había de venir, estos hombres en su vida sobre la tierra alcanzaron un vehículo con el cual salvarse del cata­clismo electrónico y sobrevivir en un mundo de luz. Pero en tanto que el trabajo de Noé fue crear una protección extra y aún más resistente para la conciencia humana, aquéllos tuvieron que transferir su conciencia a un vehículo no solamente mucho más sutil que el cuerpo físico sino más sutil que cualquier energía existente dentro de él.

12. ¿Qué significa esto? Aunque ni comprendemos ni soña­mos lo que pueda requerirse para hacer un alma, esta crea­ción de un cuerpo nuevo con materiales que son asequibles pero desperdiciados, es al menos imaginable. El espíritu, por otra parte, está hecho de materiales que no son asequibles, pues el hombre ordinariamente no dispone de la libre ener­gía electrónica. No emite luz. No puede normalmente trans­mitir sus pensamientos ni ejecutar acciones a distancia. No disfruta de los poderes característicos de este estado de la materia. Puede decirse que tiene derecho a un alma, aunque no la tenga, pero a un espíritu no tiene derecho natural.

13. La creación de un espíritu implica una transmutación de la materia. El hombre debe primeramente adquirir un alma dirigiendo toda su energía molecular a ese fin. Des­pués tiene que aprender cómo refinar la energía disponible de esta alma a un grado aun más alto —un grado en el que no puede corromperse. Debe transformarla a una intensidad en que la personalidad individual no puede sobrevivir y donde la comprensión por lo tanto es permanente. Este es el estado electrónico de la materia. En sí mismo tiene que aprender a convertir la materia molecular en electrónica, es decir, a fisionar el átomo y liberar internamente una energía de un grado que solamente en nuestra edad se puede empezar a medir. Es la vibración de tal energía la unirá que puede llevarle a ese mundo Divino percibido en esas visiones.

14. Es la idea de que los poderes y el ser del hombre son dos cosas enteramente distintas y que el uso que hace de los primeros debe depender siempre del segundo.

15. Es una idea generalmente aceptada la de que un hom­bre fuerte no es necesariamente un hombre bueno. Puede o no serlo. No hay ninguna relación entre las dos caracterís­ticas. Su fuerza pertenece a sus poderes, su grado de bondad pertenece a su ser; y puede usar de su fuerza ya sea para trabajar en beneficio de aquellos más débiles que él, o para obligarles a trabajar para él.

16. Para esto el hombre tendría que estar preparado y ejer­citado en la forma más intensa. Tendría que haber adqui­rido un ser increíblemente fuerte que, por esfuerzos sobre­humanos, se hubiese acostumbrado a soportar, sin pérdida de su conciencia, los más intensos choques, dificultades, privaciones y violencias que pueden encontrarse en el mundo físico. Solamente así podría esperar que resistiera el choque final de la muerte sin hundirse en la insensibi­lidad.

Esta posibilidad es claro que no se refiere a un hombre ordinario. El problema de este último en la muerte será cómo orientarse, a quién volverse en busca de apoyo.

17. Al mismo tiempo un camino más rápido, un corte, por decirlo así, parece existir «para aquéllos que han buscado la Verdadera Sabiduría sin engaño». Tales hombres, ha­biendo cumplido la tercera del total de las vidas que les han sido señaladas, parecen encontrar una oportunidad distinta. Puede ofrecérseles la oportunidad del contacto con un maes­tro o una escuela, y en tal forma aprende el secreto de la regeneración. Con conocimientos especiales, guía exacta, tra­bajo intenso sobre sí mismos y buena fortuna, ellos pueden tal vez ascender por un camino directo, escapar del ciclo de renacimientos.

18. Un hombre que ha empezado a adivinar el gran secreto debe usarlo, de otra manera se vuelve en su contra. Es un secreto peligroso. Cuando uno se ha dado cuenta de él, debe ir adelante o caer. Cuando encuentra el secreto u oye hablar de él, tiene solamente dos o tres o muy pocas vidas más.

19. Esta conservación de la memoria a través de la muerte, que implica una conciencia ininterrumpida, aparece siem­pre como el requisito previo para escapar a la repetición de vidas terrenas. Pero siempre se agrega que tal empresa es demasiado ardua para los impreparados. Aparte del hecho de que los hombres ordinarios no son concientes de sí mis­mos ni siquiera cuando vivos y en plena posesión de sus sentidos, no pueden resistir ni puede esperarse que resistan el tremendo choque de la muerte sin perder aun la concien­cia que normalmente poseen, como no puede esperarse que los hombres ordinarios resistan una gran dolor físico sin desmayarse.

20. ¿Cómo puede desarrollarse la memoria «en medida sufi­ciente» para que un hombre se recuerde a sí mismo y lleve este recuerdo de uno a otro mundo, de una a otra vida? Primero debe comenzar con su vida presente.

21. Comprenderá, pues, que su única posibilidad consiste en hacerse conciente ahora. Entenderá en forma práctica el principio de que el único modo de que disponemos para comunicar la memoria a otra vida es por la fuerza de la conciencia en ésta. Y verá que el propósito de adquirir con­ciencia en la vida es permanecer consciente a través de la muerte.

22. La preparación para la tremenda empresa de permane­cer conciente a través de la muerte, debe consistir en hacerse intensamente conciente de uno mismo durante la vida.

23. En «Julio César», «Macbeth», «Hamlet», vemos retratado con muchos rostros a ese mismo hombre que vive a través de los más grandes sufrimientos y tragedias que la vida puede traer y en el cual, sin em­bargo, algo comienza ya a existir aparte de ellos y aparte de sus propios sentimientos humanos respecto a ellos. Es este mismo poder el que da a todos sus personajes su curioso sen­tido de inefectividad si se miden por los patrones mundanos comunes. Se mueven ya en un camino diferente del resto de la humanidad, sus vidas carecen ya de sentido desde el punto de vista de los resultados mundanos; pues comienzan a recordarse de sí mismos.

24. Una y otra vez vemos, al estudiar la vida de estos genios creadores, una gran tragedia o un gran sufrimiento que parece inevitable, que ellos no tratan de evitar y que, en alguna forma curiosa, parecen necesitar. Es como si en cierto punto de objetividad creciente hacia sí mismos, ninguna experiencia ordinaria fuese sufi­cientemente fuerte; nada que no sea el sufrimiento es una prueba suficiente para su fuerza adquirida.

25. Newton había sobrepasado en tal forma las reacciones ordi­narias, que se le trató como a un loco y lo mismo ocurrió con Nietzsche.

26. El sufrimiento no es evitado y aun se le busca, simplemente porque es la cosa más dura con la que el hombre tiene que luchar y la más grande prueba de sus poderes adquiridos de separar su conciencia de sus manifestaciones corporales y mirarlas desde arriba y en forma objetiva.

27. Deben tener muchos significados tales sufrimientos, la mayoría de los cuales permanecen incomprensibles para nosotros. Sin embargo, recuérdese todo lo que se ha dicho acerca de la posibilidad de escapar del ciclo de vidas huma­nas llevando consigo una plena conciencia y memoria a través de la muerte, en el momento de la liberación en el mundo electrónico. Y cómo la conciencia para endurecerse y templarse en esta prueba, tendría que haber comprobado de antemano su capacidad para resistir los más terribles choques y las mayores desventuras que el mundo humano pudiera ofrecerle.

28. El sufrimiento es el medio principal por el cual una parte del mecanismo humano puede separarse de la otra.

29. Pero tanto en la fisión artificial del átomo como en la separación o aflojamiento artificial de la conciencia respecto del cuerpo —el problema es encontrar el choque suficien­temente violento y penetrante para que se obtenga el resul­tado, y sin embargo conservar el experimento bajo control.

En el caso del hombre, el sufrimiento intenso totalmente dominado y debidamente dirigido, parece proveer el único choque de la intensidad requerida.

30. El uso intencional del sufrimiento solamente resulta práctico en conexión con el trabajo de una escuela de regeneración; y, aun así, sola­mente en un momento muy preciso.

El sufrimiento, como el calor, no es solamente un agente de fisión, sino también un agente fijador; Hace posible el aflojamiento y la separación de los diferentes aspectos del hombre pero, también, en cierta forma, tiende a fundir su ego fundamental o individualidad indisolublemente con aquel aspecto hacia el cual ha gravitado durante el periodo de sufrimiento efectivo del dolor.

31. El sufrimiento puede destruir o construir a un hombre, según que él permita que su aten­ción se fije en la carne doliente o con grande esfuerzo pueda transmutarla en ese principio de conciencia que es ca­paz de considerar el organismo físico y sus males desde un punto de vista objetivo y separado.

32. Los sufrimientos pertenecen a la naturaleza del cuerpo físico u orgánico. Es el temor a ellos el que ata al hombre a la mortalidad. Aceptándolos intencionalmente, burla la naturaleza y la muerte. Demuestra la separación entre su voluntad y el poder de su cuerpo. Separa el alma y la pone en condiciones de llevar una existencia independiente en el mundo invisible. Se recuerda a sí mismo. En tal forma, el hombre puede prepararse para la inmortalidad conciente.

33. Ahora bien, el poder de cambiar de una forma o vehículo a otro, implícito en la inmortalidad conciente, depende de un principio perfectamente definido. Para llegar a ser in­mortal concientemente en un mundo —es decir, para adquirir el poder de cambiar su propio vehículo en ese mundo, a voluntad— es necesario poseer y controlar un cuerpo per­teneciente al mundo superior, un cuerpo del siguiente y más sutil estado de materia.

34. Un hombre que tenga completo dominio sobre un cuerpo electrónico o espíritu, será inmortal y omnipotente en el mundo de los cuerpos moleculares —es decir, será inmortal y omnipotente en el mundo de las almas humanas.

Ahora, por fin, podemos empezar a comprender la in­mensa significación de un espíritu. Pues el hombre que haya sido capaz de hacer o adquirir un cuerpo permanente de esta energía divina que a los hombres ordinarios sólo se presenta como un relámpago en el momento de la muerte, será un hacedor de almas humanas. Podrá trabajar, cons­truir, formar y destruir, en relación a la materia molecular, como el hombre físico puede hacerlo en relación con la materia mineral. Podrá conocer y usar las leyes que gobier­nan los cuerpos moleculares, y estará así en condiciones de crear almas para los hombres o de ayudarles a crearlas para sí mismos.

35. Solamente un hombre que posea un espíritu podrá crear y conformar almas, así como el hombre que posea un alma puede formar y conformar cuerpos. Tal hombre tra­bajaría con hombres que hayan logrado llegar a ser física­mente normales y en los que almas embriónicas han co­menzado a crecer; y él podrá formar, desarrollar y educar esas almas. Podrá dirigir una «escuela de almas», de cuyas condiciones y circunstancias muy poco podemos imaginar.

Finalmente tenemos que suponer escuelas para la adqui­sición del espíritu, cuya conducción y trabajo no podemos ni imaginar. Sólo un aspecto de tales escuelas es concebible para nosotros y nos concierne. Un candidato debe ya poseer un alma madura. Y la adquisición de un espíritu por tal hom­bre puede relacionarse con la posibilidad de dotar a sus discípulos con el alma que él ya posee. Esa será su prueba. Debe poner a alguno en su lugar.

36. Como todo nuestro estudio ha tendido a demostrar, el universo todo es sólido, es un todo completo formado por la repeti­ción de todas las cosas en su propio lugar. Así que, para que un objeto «deje su lugar» —digamos un hombre que abandone su lugar en el mundo celular y adquiera un lugar permanente en el mundo molecular— dos cosas son nece­sarias. Primero: algún lugar en el mundo molecular debe ser desocupado, para hacerle sitio. Y segundo; algún hombre procedente del nivel inferior de comprensión debe ocupar el lugar que él mismo desocupa. Además, aunque no poda­mos imaginarnos como sucede, el proceso debe continuarse fuera de nuestra vista tanto arriba como abajo. Toda una cadena de hombres debe moverse, cada uno al lugar que el otro deja. Sólo en esta forma puede ocurrir un verdadero cambio de lugar sin dejar algún sitio del universo desocu­pado, es decir, sin que se cree un vacío imposible.

Ahora se ve con claridad por qué la transferencia de la conciencia humana a un cuerpo permanente de materia más elevada es radicalmente distinta de cualquiera otra de las empresas que el hombre puede emprender. Pues esto, y sólo esto, implica un cambio de lugar cósmico.

37. Un motor puede limpiarse, aceitarse, pintarse, acele­rarse, cambiarse en su uso de un mezclador de concreto a una planta de luz eléctrica, pero continuará siendo el mismo motor. Todas las mejoras han sido en el mismo lugar. En cambio si el motor respirase, sintiera, se reprodujera y ad­quiriera una estructura celular, eso significaría un cambio de un lugar a otro en el universo. Y es a cambios de esta naturaleza a los que se refiere la creación de nuevos cuerpos.

38. En verdad, si pensamos en las incontables pruebas de diversas categorías que habrá que crear, las oportunidades de sufrimientos físicos y morales que habrán de inventarse, la variedad de tipos, los diferentes niveles de seres, las situa­ciones dramáticas necesarias —todo lo cual debe provocarse intencionalmente con pleno conocimiento de su relación con el resultado final— entonces podemos ver que debe producirse nada menos que un tremendo drama cósmico. Alguien debe llevar a la escena una obra —en la vida, y en la que todos los peligros, amenazas, torturas, rescates, fugas y muertes sean verdaderos hechos históricos.

Ya nos hemos dado cuenta antes que por el orden universal, el momento de la muerte es la mayor prueba y la mayor oportunidad que se le presenta al hombre; pues en ese momento todo es posible. Entonces, si la meta del director de una escuela es lograr el espíritu con todo lo que ello implica, tenemos que suponer que después de una in­tensa preparación, escogerá el momento de su propia muerte para hacer este supremo esfuerzo. La esencia del drama, su evento principal, será la muerte del productor.

39. Por tanto, el productor de tal obra puede sólo ser alguno que haya adquirido ya un alma y que tenga completo dominio sobre ella y que, en relación con su propia muerte, está tratando de alcanzar un cuerpo electrónico permanente o espíritu.

40. El punto avanzado estratégico de un gran imperio burocrático, funcionarios nerviosos y una multitud irresponsable, opresión política y la sombra de la revuelta —todo esto está muy lejos de ser ‘simpático’. Sin embargo, muestra que la posibilidad de un «desplazamien­to» a través de los planos de conciencia y que puede en úl­timo resultado afectar a miles o millones de hombres, no depende en absoluto de las condiciones que bajo un punto de vista ordinario llamaríamos favorables. Aun lo que en la vida se considera comúnmente como el mal, puede «uti­lizarse» como el punto de apoyo de una palanca para dar a las fuerzas superiores una adquisición sobre la cual trabajar y lograr sus finalidades.

41. El verdadero signicado de la obra debe buscarse en la transfiguración del personaje principal al mundo electró­nico, la adquisición de un espíritu. Y todos los aconteci­mientos y manifestaciones milagrosos que siguen a su muerte pueden, en cierto modo, considerarse como demos­traciones de que la obra ha tenido éxito, que el tremendo milagro se ha efectuado.

El colosal desplazamiento a través de todos los planos de la materia, la fractura vertical a través de todo el uni­verso, que es necesaria para esta transfiguración, parece repercutir no solamente hacia arriba hasta el cielo, sino tam­bién hacia abajo al mundo mineral, al infierno mismo.

42. Todo esto confirma la idea de que algún tremendo dolor de parto que alcanzó a todos los ámbitos del universo, ha tenido lugar. Una fractura se ha producido a través de todos los planos de la materia y a través del tiempo mismo por la directa intervención de la energía electrónica. A través de esta ranura, la percepción del hombre ordinario puede, por un corto tiempo, ver hacia los mundos superiores y hacia el pasado y el futuro. Y a través de ella, para todos los seres, hay ahora un camino de fuga que no existía antes.

43. Tal demostración del poder de pasar libremente de un cuerpo a otro, que pertenece a la inmortalidad conciente, será una de las más grandes pruebas de los discípulos del maestro y debe producir consternación y pavor entre aqué­llos que no saben aún qué hay en esto.

44. Por lo tanto, este momento del milagro, esta revelación del drama, es quizá la mayor de todas las pruebas. Los dis­cípulos habrán tal vez sufrido muchas otras pruebas y hecho grandes esfuerzos y comprendido mucho. Ahora todo de­pende de que tengan o no una actividad positiva, o lo que en lenguaje religioso se llama fe, en el maestro; pues sólo con una completa fe y desprovistos de temor podrán seguirle al mundo electrónico.

Y, sin embargo, para aquéllos que pasan con éxito esta prueba, se hace posible una nueva conexión con su maestro; pues en virtud de su cuerpo electrónico, él puede alcanzarlos en cualquier lugar y tiempo. En virtud de la naturaleza de la materia electrónica, que penetra en todas las cosas, puede adueñarse de ellos y someterlos a su voluntad mientras ellos así lo deseen. Por la misma naturaleza de la materia elec­trónica, que trasciende el tiempo, puede llegar a ellos en el futuro y tal vez aun en el pasado. No sólo se ha hecho omni­potente sino eterno respecto de ellos. Y puede usar de su poder de crear almas, no solamente entre ellos, sino entre todos los hombres que creen en él, mientras exista la materia electrónica. La suya será en realidad una inmortalidad conciente.

Publicado en Artículos