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Etiqueta: abuso homosexual

Circuncisión: la marca del esclavo

 

La circuncisión entre los judíos era la marca de la esclavitud o, lo que es lo mismo, de la sujeción a Jehová. Él hizo escuchar su palabra a Abraham (Génesis, 17):

Tú circuncidarás la piel de tu prepucio y éste será una señal del pacto entre tú y yo.

Pero también debían circuncidarse sus hijos y los hijos de sus hijos. Era un pacto eterno:

Y mi pacto estará en tu piel por una eternidad.

Jehová, por lo demás, se indignaba cuando descubría judíos que no llevaban en su pija el estigma humillante. Explotó de cólera contra Moisés por no haber circuncidado a su hijo (Éxodo, IV, 24-26). Quiso matarlo y sólo la rápida y diligente acción de su esposa lo salvó:

Aconteció que como estuviese Moisés en una posada salióle al encuentro el Señor y trató de hacerle morir, y Séfora tomó una piedra tajante, y cortó el prepucio de su hijo y lo arrojó a sus pies.

Los propios judíos nunca ignoraron que el prepucio era un trofeo. Tan es así que, fieles al aforismo que afirma que uno trata a los demás como se trata a sí mismo… ¡siempre impusieron la circuncisión a los pueblos que vencían!

El rey Saúl desafió a David a que trajese de la batalla cien prepucios de filisteos y David, excediéndose… ¡trajo doscientos!; Matatías, el sacerdote judío, padre de los Macabeos, que se rebeló contra la política de helenización del rey seléucida Antíoco IV Epífanes, recorrió el país junto con sus amigos, destruyendo los altares paganos y circuncidando a todo niño que encontraban (I Mac, 2, 45-47):

Matatías y sus compañeros llevaron a cabo una expedición en derredor destruyendo los altares idolátricos y circuncidando a la fuerza a todos los niños incircuncisos que encontraron en el territorio de Israel.

Hircán, sumo sacerdote de Judea, después de subyugar a los idumeos les impuso la obligación de someterse a la circuncisión o abandonar el país, y Aristóbulo, rey de Judea, impuso la señal de la Alianza al derrotado pueblo de la Iturea.

Los judíos mutilaban la pija de los pueblos sometidos de la misma manera que ellos mutilaban la propia. Y que se siguen cercenando, como una obsesión, desde hace siglos. Es un ritual espeluznante. Tanto, que Freud veía en él una de las fuentes más profundas del antisemitismo: «Si estos tipos tratan así a la pija de sus tiernos hijos, ¿cómo me tratarán a mí?» (algunos grupos ultra ortodoxos durante el ritual de circuncisión, el brit milah, hacen que un rabino le chupe la diminuta pija a la aterrorizada criatura de apenas ocho días de vida, para beber la sangre que mana de la herida, la metzitzah b’peh, sumandole, de ese modo, a la mutilación el abuso homosexual).

En el Metzitzah b’peh, ritual ultra ortodoxo judío de circuncisión,
un rabino sojuzga a un bebé de sólo ocho días de vida,recién circuncidado, y que llora espantado, mientras otro le
chupa su diminuta pija para beber su sangre.

Freud veía en la «siniestra circuncisión judía«, el origen
más profundo del antisemitismo.

Por Ariel Arango (Don Juan: Psicoanálisis del matrimonio, Capítulo VI, La marca del esclavo, apartado IX, páginas 91 a 93, año 2014): www.arielarango.com 

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