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Gnosis Primordial Entradas

Interpretación gnóstica luciférica hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Quinta parte –

Por Christian C.

Hay ciertos personajes de esta historia que merecen una especial atención, tal como la mujer que guía a Corso durante toda la trayectoria en el misterio de las nueve puertas, los hermanos Ceniza, la baronesa, Liana Telfer, o el propio Corso.

Algunos de los aspectos relativos a estos personajes ya han sido tocados previamente, más es necesario puntualizar específicamente cada caso, para abordar una comprensión más abarcativa y profunda.

Comenzando con la dama de ojos verdes, y sintetizando sus principales puntos llamativos, tenemos desde el inicio un halo de misterio en torno a la mujer, y aunque en el libro se utiliza el nombre de Irene Adler, según la identidad que ella misma refiere, en la película no se presenta con ningún nombre.

Esto se entiende claramente, dado que el diablo no necesita presentación.

La primer escena donde ella aparece es en la conferencia que Balkan está dando sobre demonología.

Su silla está algo descentrada con respecto a las demás. Es decir, ni ella como Lilith ni Lucifer están alineados con Balkan. No obstante, ella como guardiana del libro está allí, ya que Balkan tiene el libro, que le dará luego a Corso.

Además mantiene las manos cubiertas. De hecho, hasta avanzada la película no muestra las manos, siendo ella misma un misterio.

En otra escena del salón de esta conferencia, se la ve momentáneamente entre las tallas de dos demonios, lo cual no deja de ser significativo.

Posteriormente se produce un encuentro fugaz en una biblioteca donde Corso está buscando información sobre las nueve puertas. Al sacar un libro de un estante, ve por un momento el rostro de la mujer detrás. Es decir, Lucifer está más allá del conocimiento oculto representado allí por los libros, que si bien algunos pueden servir de guía hasta cierto punto, se debe ir más allá para obtener la sabiduría o Gnosis.

Y resulta conveniente recapitular esta escena desde una instancia previa.

Corso coloca un libro en la biblioteca, haciendo previamente con su mano derecha el signo de los cuernos.

Previamente, antes de cerrar la bibliografía consultada, mira la portada de Las nueve puertas y lee en latín Sic luceat lux, significando «Hágase la luz».

Y seguidamente verá a la mujer «sin nombre» al quitar otro libro de la estantería, como se mencionó antes.

Sus ojos verdes recuerdan la esmeralda de la corona de Lucifer (la presencia luciferina femenina que conduce al Graal), y tienen una capacidad hipnótica. Si Corso tiene «sonrisa de conejo» como se dice en El club Dumas, entonces la mirada de la chica es como una serpiente hipnotizando un conejo.

Lleva además abrigo verde, y sus calcetines son de dos colores, verde y rojo, siendo colores emblemáticos desde lo luciferino, sugiriendo además los «dos calcetines distintos, izquierdo y derecho», el dominio de la dualidad.

Los colores verde y rojo en concreto remiten nuevamente a lo reptílico y la sangre, es decir la Minne.

Conoce acontecimientos que nadie más sabe, como la muerte de Victor Fargas, noticia que comunica a Corso.

Posee habilidades fuera de lo común, suprahumanas, como la previsión del peligro que está por ocurrir, capacidad de levitación y destreza inigualable en el combate.

En el hotel, Corso la encuentra leyendo un libro, Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Carnegie. Pero en El club Dumas, el libro que ella está leyendo, y luego le regala a Corso, es El diablo enamorado, de Cazotte. Lo que aquí se connota desde lo luciferino no es el «amor», sino A-mort, teniendo como significado subyacente que Corso es su elegido.

Podría acotarse que Corso es descendiente de Aristide Torchia, quien siglos antes tuvo una epifanía luciferina, bajo la misma apariencia de esta bella dama.

Se podría aquí plantear la necesidad de una definición respecto a si se trata de Lucifer (ya que ella misma dice ser «el diablo») o Lilith.

Más debemos tener en cuenta que hablar de Lucifer o Lilith representa el mismo principio, siendo inseparables, y conformando cada uno, en una unidad diferenciada, la parte complementaria del otro.

Y precisamente, luego del encadenamiento de los espíritus Hiperbóreos masculinos, fueron sus consortes femeninas, las Diosas del Origen, quienes solicitaron la asistencia de Lucifer para rescatarlos, así como muchos de estos espíritus Hiperbóreos femeninos encarnaron mediante una proyección suya directa con tal objetivo. Es la búsqueda de Él por parte de Ella, en un argumento y mito distinto al que protagoniza el espíritu Hiperbóreo masculino.

Remitiéndonos al mito, ya distorsionado por la influencia religiosa judeocristiana, tenemos que tanto Lilith como Lucifer mantienen en común la rebeldía al Dios bíblico.

Una de las escenas y aspecto más significativo es cuando unge a Corso en la frente con su propia sangre tres líneas verticales.

Se trata curiosamente del símbolo numérico III romano que aparece en el grabado del ángel con la flecha, siendo el tercer grabado, lo cual indica la protección luciferina que le confiere, frente a los ataques demiúrgicos o incluso pruebas que debe pasar.

En la escena en que Corso descubre a Victor Fargas ahogado en un estanque, se aprecia una imagen de fondo, de la mujer delante de una concha marina, exactamente igual a como Botticelli representó el nacimiento de Venus.

Desde ya que aquí estamos tratando de Venus en el contexto luciferino, siendo para algunos ocultistas de hecho la Venus oscura o «Venus illegitima».

Y en otra escena, en una estación de servicio en que está Corso junto a ella, se advierten también surtidores «verdes» de gasolina de marca Shell (concha), con el mismo simbolismo implícito de trasfondo.

El surtidor junto al que el auto estaciona es el 9, y el logo de «Shell» es una concha de vieira, de color rojo y amarillo (los colores del fuego). Además de esto, «Shell» puede dividirse en «She Hell», sugiriendo el «infierno de fuego increado» del que ella procede y representa.

Por «infierno» debemos aquí remitirnos al Hades, procediendo infierno de «infernus» o inferior (en relación a la superficie terrestre), por lo que se trata, desde la Sabiduría Hiperbórea, del mundo intraterreno de Agartha.

«Hell» o infierno en inglés, desde su raíz etimológica sajona por otra parte tiene asociación con la Diosa nórdica y reina del inframundo, Hel.

Otro gran detalle sumamente relevante es el auto rojo que ella conduce, llevando a Corso en persecución de Liana Telfer.

El auto, su marca, es un Viper (víbora), y el color rojo además resulta de lo más significativo, tanto por el Kalas rojo, como la mujer escarlata que cabalga el dragón, imagen del noveno grabado, donde Corso reconoce el rostro de la «cortesana de Babilonia» como el de ella.

En este grabado el dragón tiene siete cabezas, y se advierten también en el grabado falso que son siete las llamas de fuego en el castillo.

En el noveno grabado verdadero, se entiende que la llama de los siete chakras ha sido luciféricamente resignada (es decir, se ha trascendido ya esa etapa, en la que el iniciado que fracasa queda atascado) deviniendo en la radiación venusina.

También cuando están por irrumpir en el castillo de Liana Telfer, rompiendo Corso el vidrio de una ventana, se escucha un momento antes el chillido de un búho, a la vez que aparece la imagen del tatuaje de la serpiente en el muslo de Liana.

Recordemos que el nombre original de la Diosa no es Lilith sino Lilithu. Más tomemos en cuenta que Lilith en hebreo, en una de sus acepciones, significa «Búho chillón», lo que aunado a la imagen de la serpiente, nos está remitiendo a Lilithu/Lilith, que es la acompañante de Corso.

Y finalmente tenemos la escena más aclamada, donde ocurre el Maithuna entre ambos.

El Maithuna de la mujer luciferina con Corso recuerda al libro de Enoc, donde los «Vigilantes» también tenían encuentros sexuales con humanos, transmitiéndoles conocimientos ocultos.

Ella se mantiene sobre Corso durante el coito en posición dominante (intercurso sexual de como procede Lilith).

Y sus reptílico/luciferinos ojos verdes acompañan a una transfiguración de su rostro en el clímax del éxtasis negro luciferino.

Como mujer Lilith, la variación o cambio de rostros que expresa durante el Maithuna son la manifestación en contrapartida complementaria de las siete cabezas del dragón que ella cabalga (Corso, el propio iniciado).

La mujer del noveno grabado lleva un libro, y señala hacia el castillo, la novena puerta que debe cruzarse.

Las cabezas del dragón, cuatro están alzadas, y tres hacia abajo, lo cual representa los siete chakras que deben ser resignados de sus designios demiúrgicos, con el poder o Shakti de la mujer Lilith.

Corso ha atravesado por tres instancias iniciáticas, la primera de las cuales fue durante su Maithuna con Liana, una mujer Kali, que lo ha cargado de Shakti.

Seguidamente, es ungido con el Kalas rojo de la «mujer sin nombre», que es Lilith. La runa Guibur en forma de tridente con que es marcado le asiste en su orientación en el laberinto, para finalmente desde el Maithuna con ella, la «apertura de la novena puerta», que viene a significar la orientación de la salida definitiva hacia el Origen.

Así como en la Sabiduría Hiperbórea se refiere que mediante la runa conducente Guibur puede accederse luego (mediante el secreto del ángulo recto) a la arquémona Odal, para desde allí, puente noológico mediante, alcanzar el Selbst.

En la escena donde Corso se halla bajo la mujer de ojos verdes «sin nombre», realizando el Maithuna, claramente se aprecia entre ambos, desde el cuerpo de ella alzado en vertical, y el acostado en horizontal, una clase de «L», que presenta el ángulo recto.

Resulta así que en la vía húmeda, en esa vía de liberación, el secreto del ángulo recto se halla en el Maithuna.

Puede a esta altura comprenderse que la misteriosa mujer es la novena puerta misma, entrando literalmente Corso en ella (a través de su vagina), durante el crepúsculo luciferino (instancia en que comúnmente asoma Venus en el cielo, no siendo de día ni de noche).

Durante el Maithuna ella le arrebata el «alma demiúrgica», transmutándolo. Se abre así la «novena puerta» para Corso, adquiriendo luego por indicación de ella el verdadero noveno grabado en la tienda de los hermanos Ceniza.

Y posteriormente, durante el amanecer, en el castillo cátaro de Puivert, habiéndose ya abierto iniciáticamente la novena puerta para él, puede entonces efectivamente cruzarla.

Notemos que tanto la puesta del sol en el atardecer, como el amanecer preliminar en que todavía no ha salido el sol, son momentos clave desde lo luciferino asociados con Venus.

Y esta es también una de las causas del fracaso de Balkan. Su ritual fue durante la noche, y no en el momento más propicio cuando reluce Venus (presencia luciferina) en el amanecer.

La «novena puerta», como Stargate, o portal estelar-dimensional luciferino, requiere tanto del sitio apropiado (aquí el castillo cátaro de Puivert), como el momento preciso. Es decir, en el amanecer incipiente, irradiando Venus desde el firmamento.

De allí el carácter de gemelo en el mundo greco-romano de «Lucifer», en sus dos aspectos como Hespero/Eosforo y Vespero, o el lucero matutino y el lucero vespertino.

Balkan pudo haber también aprovechado el maithuna con Liana Telfer, pero en lugar de esto la asesina estrangulándola.

Aunque Corso intenta intervenir, la mujer guía le dice que se mantenga al margen. Ya que con su proceder, Balkan mismo está destinado a fracasar en la obra luciferina, siendo en cambio Corso el elegido.

Y por supuesto no cuenta con la clave final, el auténtico grabado de la novena puerta.

Todos estos aspectos permiten dilucidar aquí el carácter luciferino de la acompañante de Corso.

Sin olvidar el misterioso perro negro (que es ella misma también asumiendo esa forma), perro curiosamente de la raza «Cane Corso» (el mastín italiano).

Considerando la identidad de la mujer Lilith, y atento a todos los aspectos que Lilith encarna, la «mujer sin nombre», siendo ahora revelada como «Lilith», puede ser considerada tanto Diosa, como bruja (en función de sus capacidades tanto físicas como de cognición sobrenaturales) y sacerdotisa (iniciadora de Corso en el rito sexual del Maithuna).

También recordemos que «Lilith» puede designar tanto a la figura legendaria de Lilith, en relación a Lucifer, como a la «mujer Lilith», término que bien puede referirse a la pareja femenina del Origen, como a una mujer Kali/Lilith en este mundo, encarnando hasta cierto punto este mismo poder y aspectos.

Y en estos casos citados, su función se halla alineada con la legendaria Diosa Lilith ya aludida, siendo Lucifer y Lilith en tal sentido (más allá de su propia identidad) prototipos de la pareja original, Él-Ella, el Dios y la Diosa del Origen, el Siddha y su Ella o Shakti primordial, esencia rúnica pura, Vril.

Respecto a los hermanos Ceniza, no se trata de seres humanos, sino de guardianes del secreto de la novena puerta.

Ellos fueron los responsables de falsificar el noveno grabado, que según el análisis efectuado por Corso coincidía en los tres ejemplares. Y en los tres ejemplares era falso, salvaguardando así el acceso último a la novena puerta, excepto para quien transitase las pruebas iniciáticas requeridas demostrando ser digno de acceder a su misterio.

Al igual que la mujer que acompaña a Corso, estos aparentemente inofensivos ancianos son custodios desde hace siglos del libro.

Cuando Corso les consulta sobre el ejemplar que trae consigo, los hermanos Ceniza le aseguran tras una general pero rigurosa inspección, que el libro es auténtico, y que una falsificación sería posible, pero siendo muy elaborada y costosa, y únicamente en manos de un auténtico experto.

Además de los grabados no auténticos, colocados entre los tres ejemplares por Aristide Torchia, los hermanos Ceniza dieron su aporte con el noveno grabado falso, idéntico en los tres ejemplares.

Así, el libro no es falso, pero con los añadidos, tampoco puede decirse que fuese verdadero.

Análogamente al libro, los hermanos Ceniza no están realmente muertos, ya que trascienden la condición de un espectro, pero tampoco se puede decir sean «personas vivas del mundo».

Su propio apellido «Ceniza» en consonancia con la vestimenta gris que llevan, ya da cierta clave de esto.

En la primer visita que Corso hace a los hermanos Ceniza, antes de entrar a su tienda, un niño pasa corriendo rápidamente… como si fuese un espectro…

Y en la segunda visita, el niño no es visto, pero se escucha su voz. Aquí se está transmitiendo cierta idea por parte de Polanski, que el sitio que Corso visitaba no se hallaba en un medio «humano convencional».

Tengamos presente que los otros dos ejemplares (el de Fargas y el de la baronesa), también contenían el mismo noveno grabado falso, pese a llevar el ejemplar Telfer/Balkan las iniciales LCF, en tanto los otros dos ejemplares las iniciales AT. Es decir que la falsificación fue hecha por los hermanos en los tres ejemplares, valiéndose asimismo de esta artimaña para despistar y confundir.

Y esto se retrotrae en el tiempo siglos atrás, cuando Aristide Torchia llegó a confesar bajo tormento a la Inquisición que había todavía tres ejemplares del libro prohibido. (Las otras copias fueron todas quemadas por la Inquisición).

Torchia ocultó el secreto entre los tres ejemplares, recibiendo también la colaboración de los hermanos Ceniza con las falsificaciones añadidas, habiendo así ocho grabados verdaderos entre los tres ejemplares, y guardando en forma oculta los hermanos Ceniza el noveno auténtico.

Posteriormente Torchia fue quemado por la inquisición, pero el secreto de las nueve puertas ya estaba a salvo. De allí el comentario que hicieron los hermanos Ceniza respecto a Torchia: «Incluso el infierno tiene sus héroes».

Luego los hermanos se camuflaron como vendedores y reparadores de libros, manteniendo su taller en un callejón de Toledo, pudiendo cambiar de apariencia por sus poderes ocultos.

La ciudad de Toledo fue durante siglos un epicentro de ocultistas y alquimistas, por lo que resultaba un sitio apropiado para mantenerse en un ambiente afín, y a la vez pasar desapercibidos.

Cuando ellos le venden un ejemplar de Las nueve puertas a Andrew Telfer, sabían bien que Telfer no era el destinatario último del libro del secreto de novena puerta.

Incluso parecen sorprenderse cuando se enteran que el ejemplar que trae Corso (el mismo que tiempo atrás ellos vendieran a Telfer) ahora pertenece a Balkan.

Y así es como los hermanos Ceniza comentan al respecto:

«Cada libro tiene su propio destino.

  • Y su propia vida.»
    Aquí hay un punto clave, ya que en este caso no se trata de un libro común, y es que el «libro» como tal, tiene vida! No podía ser de otro modo siendo un legado del propio Lucifer. Y ese «destino», en cuanto a Las nueve puertas, es el elegido por el «libro». (Léase por Lucifer).
  • Y en este juego, «lila luciferino» diríamos, pasando de un «propietario» a otro (De los hermanos Ceniza a Telfer, de Telfer a Balkan, y de Balkan a manos de Corso), no hay una secuencia «ordenada» o lineal, sino sinuosa, tal como el movimiento de la serpiente.

Los nombres que llevan, Pedro y Pablo, no deja de ser una broma sarcástica, ya que a diferencia de los apóstoles bíblicos, ellos son los enviados de Lucifer.

Luego, en la escena en que los hermanos Ceniza le muestran a Corso el grabado del ángel con la flecha, enseñándole su significado, resulta notorio que posteriormente cuando Corso examina ese grabado, ve en el ángel un aspecto similar al de los hermanos Ceniza, es decir bigotes, cejas pobladas, entradas y aspecto de anciano. Además, lleva una flecha en su arco, y una en su carcaj, es decir «flechas gemelas».

Desde esa perspectiva, además de sugerir el carácter extrahumano de los hermanos Ceniza, se está también connotando que pueden tener que abordarse pruebas que presentan los guardianes del misterio. Este significado no excluye otros, ya que se mantiene un simbolismo polifacético.

Apareciendo aquí nuevamente la cuestion de los gemelos desde lo luciferino, hay una escena de contrapartida demiúrgica, cuando al comienzo del film, dirigiéndose Corso a la conferencia dada por Balkan, casi a la entrada del edificio es interceptado por dos mendigos, con un aspecto muy similar entre ellos. Estos eran en realidad ángeles demiúrgicos, que desde su bando del Demiurgo buscaban evitar también el acercamiento de Corso a lo luciferino.

Hacia casi el final de la película, cuando Corso regresa al taller de los hermanos Ceniza, no los encuentra, sino a otros dos señores, que «casualmente» uno fuma y el otro no (igual que los hermanos Ceniza), quienes corriendo un mueble, dejan aparentemente «al azar» caer el noveno grabado verdadero.

Sin duda eran los mismos hermanos Ceniza bajo un aspecto diferente y como jóvenes. Esto es comprensible, ya que manteniéndose más de trecientos años en el mundo, debieron cada ciertas décadas asumir periódicamente un aspecto de jóvenes distinto, para así pasar desapercibidos en el mundo y continuar custodiando el secreto.

Resulta anecdótico su cambio de apariencia, o los nuevos nombres que ahora utilizan, Pepe Lopez y Ricardo Herrera.

Estaban de hecho esperando a Corso, ya que la mujer le había dado la indicación de ir allí por la novena lámina auténtica.

Y como guardianes de este noveno grabado (habiendo insertado una falsificación en los tres ejemplares), no cabe esperar que fueran descuidados al punto de tenerlo tras un mueble polvoriento. Sino que el correr ese mueble, y la forma como se deslizó la lámina fue algo bien intencionado.

Luego, la mudanza que parecen estar llevando a cabo del local ya desmantelado, puede deberse a que habiendo ya el iniciado elegido accedido al misterio, con la novena puerta, su rol como guardianes de ese grabado ha concluido, retirándose de la escena.

Analizando el personaje de la baronesa Von Kessler (Ungern en la novela), llama la atención la falta de su mano derecha.

Pudo quizá la baronesa intentar prematuramente un intento de cruce de la novena puerta, pretendiendo al igual que Balkan de infalibilidad física, lo que le costó su propia mano?

Es significativo que sea su «brazo derecho», ya que ella es una seguidora del sendero de la mano izquierda, con lo que se deja abierta otra posibilidad en tal sentido.

Y aún más, cabe suponer que en algún cofre o relicario la baronesa albergase guardada su mano, utilizándola para ciertos rituales secretos, análogamente a las viejas cofradías de brujos y su «mano de gloria».

Si bien frente a Corso, en su primer visita más que nada, lo desestima como no iniciado en la tradición oculta, y finge estar retirada de todo aquello, meramente escribiendo ahora desde lo intelectual, puede entenderse que albergaba cierta decepción por no haber tenido éxito en la senda de las nueve puertas. Y necesariamente debió ser así, porque el noveno grabado con que contaba era falso.

No obstante, desde su adolescencia en que tuvo una epifanía luciferina a los quince años, quedó marcada por un profundo anhelo de reunirse nuevamente con Lucifer.

Así es como accede al pedido de Corso de examinar su edición de Las nueve puertas, impresionada por el descubrimiento de Corso de las diferencias de los grabados según el ejemplar. Y manteniendo secretamente quizá, la idea de realizar nuevamente el ritual e invocación con los grabados verdaderos.

De allí también el resentimiento que guardase respecto a Balkan, que parece haberle ido ganando de mano en ciertos descubrimientos, como la postal que le envía del castillo cátaro de Puivert, diciéndole «Lo siento Frida, yo lo vi primero».

Este castillo corresponde al noveno grabado (tanto el falso como el verdadero), por lo que se entiende que Balkan ha descubierto algo más. Y su descubrimiento está seguramente relacionado con su sospecha que alguno de los tres ejemplares es falso, o hay cierta falsificación incluida.

Además el nombre de pila con que Balkan se dirige a la baronesa, «Frida», es un tanto inusual. De allí se desprende que debió haber cierto romance o aventura entre ellos, lo que luego de su distanciamiento y separación debió alimentar más esa aprehensión de la baronesa con relación a Balkan.

Más una diferencia clave de Balkan con la baronesa respecto a Lucifer, es que la baronesa consideraba a Lucifer como un ser personal. De hecho cuando le comenta a Corso que ella tuvo una aparición del diablo, cuando tenía quince años, le dice a Corso, que lo pudo ver, de la misma forma que ahora lo estaba viendo a él.

En la novela de hecho, la baronesa lo describe en su aparición como llevando «cuello duro, sombrero y bastón» y «muy guapo».

En tanto que Balkan consideraba a Lucifer más bien como una fuerza impersonal, pudiendo ser él un «medio del maestro», como receptor de su poder y voluntad.

La escena en que aparece muerta la baronesa en su silla de ruedas, y con la lengua hacia afuera, sugiere que también falló en la senda de la Serpiente. Tiene su lengua hacia afuera, como una víbora, más está muerta.

Liana Telfer es también un interesante personaje de toda esta historia. Y en este caso nos atenemos estrictamente al film, ya que en la novela, «Liana Taillefer», su homólogo, desempeña un rol distinto, enlazado más bien con la historia del club Dumas que Pérez-Reverte expone en su obra, historia omitida en la película.

Y de hecho cumple todos los requisitos como mujer Lilith, bruja y sacerdotisa, siendo esencial en toda la travesía de Corso.

Más, se invisibiliza un tanto el rol de Liana, que como mujer Kali y bruja, mantuvo intimidad sexual con Corso, con lo que él quedó impregnado de su vibra, cargado de su Shakti, despertando inicialmente en él su ambición de búsqueda en el recorrido de las nueve puertas.

Y esto se dio no siendo el objetivo principal de Liana Telfer, cuyo acercamiento íntimo a Corso procuraba esencialmente recuperar su ejemplar de Las nueve puertas.

A partir de entonces, Corso recibirá la guía y orientación de la mujer sin nombre de ojos verdes, que lo acompañará durante toda su travesía.

Liana Telfer presenta signos de una mujer Kali, partiendo desde la estética en su vestimenta negra así como su actitud desatada y sin restricciones, queriendo rasguñar y morder a Corso.

En la escena inicial en que Liana recibe en su mansión a Corso, se aprecia cuando está descendiendo por una escalera, quedando en un momento muy rápido justo por debajo de una ornamentación de cuernos en la pared.

Recordemos que cuando Boris Balkan al inicio del film está dando su conferencia, menciona en cierto punto a las brujas. Y allí es como ya se mencionó, cuando por primera vez se enfoca a la mujer «sin nombre» de ojos verdes.

Más también la baronesa le comenta a Corso en otra instancia, que Liana Telfer procede una aristocrática familia, los Saint Martin, manteniendo la práctica de brujería por generación familiar.

Este nombre, «Saint Martin», es nuevamente un guiño oculto, en este caso a la orden esotérica de los Martinistas en Francia, seguidores de Martinez de Pasqually.

Boris Balkan en su conferencia menciona también los «familiares» de las brujas, es decir animales acompañantes de las brujas, con los que mantienen un estrecho vínculo místico.

Y si uno observa atentamente a Bruno, sus rápidos movimientos cuando pelea por ej., y la agilidad con que se mueve, parecieran los movimientos de un felino.

¿Podría ser quizá Bruno el familiar de Liana Telfer?

Siempre que está lejos de Liana, como cuando enfrenta a Corso, parece disminuir su poder y es derrotado. Por supuesto recibiendo Corso la ayuda de su misteriosa acompañante.

Liana es una bruja, y desempeña también el rol de sacerdotisa, como se aprecia hacia casi el final de la película, cuando conduce una ceremonia, interrumpida por Balkan.

Ella y todos los presentes se hallan apenas cubiertos por una capa con capucha, de lo que se aprecia claramente, tras las letanías de esta ceremonia oscura, tendrá lugar luego un encuentro sexual grupal, y recibiendo seguramente los kalas de la sacerdotisa.

Apreciamos aquí la letanía en latín como sigue, y su traducción, acotando que la mención que al final se hace de «Adonai Elohim» sugiere mezcla o sincretismo de elementos luciferinos con lo kabalista, cuestión que probablemente le fue exigida a Polanski de incluir, como venía o «visto bueno» de su aprobación del film.

También puede brevemente comentarse que en rigor de la historicidad (incluso la historia aceptada oficialmente), «Elohim» denota un plural de divinidades (con base y referente de las antiguas tradiciones sumeria y egipcia, pre-bíblicas) y es anterior a «Yavé» o «Jehová», siendo esta denominación luego redefinida y resignificada, conforme a la sistematización de la doctrina religiosa monoteísta abrahámica.

Leamos en consecuencia la letanía recitada por Liana Telfer:

Octo portae antecedunt Serpentum qui verbum custodit
«Detrás de las ocho puertas está la Serpiente que custodia la palabra».

Serpens bestia est qua nunquam dormit, bestia cuius occuli videntur in speculo scientiae
«La Serpiente es una bestia que nunca duerme, la bestia cuyos ojos son vistos en el espejo del conocimiento».

Ni tememus neq laqueum, nec gladium, nec venenum
«No tememos a la soga del verdugo, ni a la espada, ni al veneno»

Intatci eamus inter lepra et pestilentia contaminatos
«Permanecemos intactos entre aquellos contaminados con la lepra y peste».

Verbum quad ultima occultat arcana est Novem, Teth, Ennea, Oded
Gloria Sit, Adonai Elohim


«La palabra que oculta el último secreto es Nueve, Tet, Ennea, Oded.
Gloria a Adonai Elohim».

El personaje de Bernie mantiene un halo de misterio en cuanto por quién fue asesinado. Más como primer observación debe acotarse que en El club Dumas, el amigo librero de Corso lleva otro nombre, Flavio de la Ponte, y no resulta muerto.

Por lo que se trata de una licencia de Polanski en su film.

En relación a su asesino y el móvil de su crimen, se presenta más de un candidato. Por un lado, observemos que la forma en que aparece colgado de su pierna Bernie, coincide con el sexto grabado del ejemplar de Balkan (propiedad anteriormente de Telfer).

Podría entonces haber sido Balkan el asesino, para evitar que Bernie con su lucro de comerciante se hiciera con el libro, más Balkan desconocía que Bernie tenía su libro en custodia dado por Corso, y no parece haber indicios en la librería de una búsqueda desordenada del libro.

Se aprecia una escena a través de la vidriera superior de la librería donde se hallan dentro Corso y Bernie conversando, las piernas de alguien que evidentemente está siguiendo y vigilando a Corso.

Se trata ciertamente del asistente de Liana Telfer, Bruno, que como hemos tenido oportunidad de comprobar, está tras la «caza» del ejemplar de Las nueve puertas que Corso lleva consigo.

Al igual que en el hipotético caso anterior de Balkan, la librería no está desordenada, como si alguien hubiera estado buscando allí el libro, a diferencia por ej. de la escena en que Corso encuentra su departamento completamente revuelto, en el intento de Liana, mediante su secuaz Bruno, de recuperar el libro.

Desde ya, pudiera quizá considerarse la posibilidad del suicidio, al igual que Andrew Telfer al comienzo de toda esta historia.

Más, Bernie, según se trasluce claramente de su conversación con Corso, no tenía ninguna adherencia al contenido de Las nueve puertas, ni un motivo tan serio y drástico respecto al libro, como para suicidarse imitando el sexto grabado en que aparece colgado.

Tras los pasos del misterioso seguidor y vigilante de Corso (Bruno) aparecen seguidamente otros pies en zapatillas blancas, apagando un cigarrillo tirado al suelo por la anterior persona.

Se trata de la mujer «sin nombre» de ojos verdes, que evidentemente viendo las posibles intenciones comerciales de Bernie de robar el libro, termina antes con su vida.

Y aunque Bernie es colgado de su pierna izquierda (es decir según la lámina del grabado falso), hay un propósito en que haya sido así, y es que Bernie, no siendo un iniciado, ni mucho menos pudiendo tener éxito en la senda de las nueve puertas, termina según el destino de uno de los grabados falsos, que no obstante resultaron proféticos en relación a quienes no superan las pruebas escenificadas en los grabados verdaderos.

Recordemos por ej. el noveno grabado falso, con llamas en el castillo de Puivert, fuego que no aparece en el grabado verdadero, pero que no obstante está presente en la escena final de Balkan, fracasando en el misterio de las nueve puertas.

Tenemos así, que además de evitar que el libro fuese sustraído, la muerte de Bernie resulta en concordancia con el sexto grabado falso.

Por el contrario, lo escenificado y codificado en el sexto grabado verdadero, el «autosacrificio», resultó cumplimentado por Corso, en toda su travesía, esfuerzo y peligros que debió asumir.

En cuanto a Corso también resulta muy interesante como personaje, dado que presenta algunos rasgos o aspectos que se asocian comúnmente con la figura del diablo.

Su barbilla de «chivo», su propio nombre «Lucas Corso» según la novela (en el film es Dean Corso) tiene la misma raíz que Lucifer.

Es así que se ha sugerido, que Corso/Lucas es Lucifer, quien a través del sendero de las nueve puertas debe recuperar su «sitial perdido».

Aquí debemos clarificar la cuestión. Todo Virya en su Origen, en su esencia es como Lucifer. Y fuera del contexto del mito cristiano, bajo esta óptica puede decirse que es un «ángel caído», aunque no con el sentido que le da el mito cristiano.

Ya que en el Origen se es un Siddha, un Dios en sí mismo, o una Diosa.

Debemos distinguir aquí entre el «espíritu Hiperbóreo» como tal del Yo en este mundo, como expresión o manifestación refleja del espíritu.

En tal sentido el Yo del Virya es un ser finito y limitado, más no así el espíritu del que el Yo del Virya surge como una mirada reflexiva.

Cuando el Yo perdido y extraviado se identifica con el sujeto consciente, surge la ilusión de que es un ser miserable, bajo e insignificante, que precisa «ser redimido», salvado, etc.

Más desde la condición despierta, se aprecia que el espíritu Hiperbóreo es un Siddha. Y el Yo debe primeramente aislarse del contexto anímico del Microcosmos e influencia arquetípica y cultural del Macrocosmos, para orientarse hacia el Selbst del Yo infinito. Y eventualmente retornar a la normalidad del Yo absoluto (recordemos el modelo analógico del espíritu esfera) antes de su reversión.

Más a diferencia de sus Kamaradas que han podido extraviarse, Lucifer nunca pierde la orientación absoluta. Ya que en su pureza prístina, es una manifestación misma del Incognoscible. Y su función como luminaria de sus Kamaradas extraviados, es asistirlos en la orientación y retorno al Origen.

No tendría sentido la presencia del Graal como referente del Origen de los Viryas (esmeralda de la corona de Lucifer) si Lucifer pudiera perderse o extraviarse.

Ni tampoco cabe la consideración del mito cristiano, que haya sido derrotado por potestades demiúrgicas.

El mito cristiano ha pretendido, distorsionando los hechos muy a conveniencia, que Lucifer resultara vencido y derrotado por el arcángel Miguel.

Sostenemos desde la Sabiduría Hiperbórea que Lucifer nunca puede ser derrotado, ni caído ni «precipitado a un abismo», exceptuando que voluntariamente pueda protagonizar tal «papel o rol», a modo de un «lila» o pasatiempo.

La misma condición se mantiene respecto a Lilith, quien se haya infiltrada en el mundo del Demiurgo, lo cual es muy distinto de afirmar que se ha «aliado con el Demiurgo» o que alguna vez lo estuvo. Esto entra nuevamente en una clase de lila o juego de los Dioses, la mayoría de las veces inaprehensible para el Virya perdido o dormido, desde la visión lineal y frontal en presente extensivo.

Más retomando el hipotético caso del Virya, representado aquí por Corso, su liberación, su paso a través de la novena puerta o retorno al Origen, significa recuperar su condición original. No se trata de ser «redimido de una condición caída» siendo aceptado en el reino del Demiurgo.

En todo caso es «alzarse de una caída» suscitada o acaecida desde el propio espíritu en el Origen.

El propio nombre de Corso también es significativo, derivando del latín «cursus», o carrera, connotando así la cualidad o condición apta de un Virya para el sendero de mano izquierda.

Una importante aclaración de todo lo hasta aquí analizado y expuesto, es que tanto Pérez-Reverte, autor de El club Dumas, como Roman Polanski, director de La novena puerta, pueden hasta cierto punto conocer o estar conscientes de algunos de estos elementos y argumentos de la senda oculta, como también por sincronicidad haber captado desde su propia Minne ciertos elementos, sin ser del todo conscientes de su esencia y significado, plasmándolo en sus respectivas obras.

En muchos casos, un escritor o un director de cine, puede captar desde su Minne cuestiones que conciernen a lo iniciático, al luciferismo, al gnosticismo, e incluso ser inspirado por los Siddhas para traer a la superficie tales elementos, tomándolos por una invención propia.

Más el Virya que se halle despierto o con la predisposición a despertar, y desde la sintonía u orientación apropiada, podrá captar determinado grado de simbolismo oculto en tal obra literaria o tal film, desde lo gnóstico luciferino.

E incluso un Virya dormido puede recibir subliminalmente algo de ese contenido oculto, operando luego en su psique y llevándolo a cierta búsqueda y orientación.

Si bien en el caso concreto de Pérez-Reverte, el mismo se ha declarado agnóstico varias veces, y Polanski por otra parte ha comentado no creer en la magia, más allá de esto, evidentemente como Viryas han captado desde la sangre algunos elementos que incluyeron en sus respectivas producciones.

Con las anteriores consideraciones debe también entenderse las menciones que a veces se hacen en la obra, de «Satán», cuando en realidad competen a Lucifer, entendida esta confusión debido a la falta de orientación gnóstica y pureza de sangre, apareciendo no obstante por otro lado elementos claramente luciferinos.

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Interpretación gnóstica luciférica hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Cuarta parte –

Por Christian C.

Más allá de los nueve grabados representativos de las nueve puertas, y su escenificación en determinados acontecimientos de toda la trama, el simbolismo iniciático de las nueve puertas también puede abordarse en este film desde otro ángulo o perspectiva.

Si dividimos toda la historia expuesta en el film en nueve secuencias, tenemos allí las nueve puertas que Corso atravesó en su recorrido hasta llegar al secreto último. No se trató meramente de una invocación o ritual, como hicieran la baronesa en su momento, o luego la viuda Telfer y Balkan, sino de un recorrido con pruebas por las que pasar, utilizando todas las habilidades, tanto físicas como mentales, sobreponiéndose a lo anímico y exponiendo incluso su propia vida.

Cada sitio que Corso visitó era en sí mismo una «puerta». Y análogamente, como ya se ha comentado, aquellos con quienes tuvo que interactuar y confrontar (los hermanos Ceniza, la mujer que lo acompañaba, Balkan, etc.), tienen un significado oculto en relación al recorrido iniciático de las nueve puertas.

Al mismo tiempo, si bien Corso realiza toda esta búsqueda de los auténticos grabados de las nueve puertas al comienzo por encomienda, luego se decide a llegar hasta el final, incluso ya sin tener compromiso con Balkan.

Como veremos, en estas nueve «puertas» o secuencias de su recorrido iniciático, siempre aparece junto a Corso su acompañante, la mujer misteriosa de ojos verdes.

Así, estas serían las nueve secuencias de su búsqueda:

  1. Primera puerta: Corso es requerido por Boris Balkan para cierto trabajo, por lo que asiste a una conferencia que Balkan está dando sobre la figura del diablo en la literatura del medioevo. Aquí aparece por primera vez la mujer de ojos verdes, quien observa a Corso, aunque él no se percata casi de ella.
  2. Segunda puerta: Corso busca información referida al libro Las nueve puertas y sus grabados en una biblioteca, y quitando un libro tiene una fugaz visión de la misma mujer tras el estante, observándolo.
  3. Tercera puerta: A partir de su encuentro con los hermanos Ceniza, Corso se dirige viajando en tren a Portugal para estudiar el ejemplar de Victor Fargas. En un corredor del tren se encuentra nuevamente con la mujer, estableciendo un breve pero interesante diálogo.
  4. Cuarta puerta: Saliendo ya de noche de la mansión de Fargas, Corso es interceptado por un atacante en auto (el guardaespaldas de Liana, Bruno), pero aparece rápidamente aquí la mujer «sin nombre» en la escena en una moto, salvándolo del peligro. Aunque lleva casco puesto, la melena rubia le indica a Corso su identidad. Posteriormente encuentra otra vez a la mujer en el hall del hotel, leyendo un libro.
  5. Quinta puerta: Por la mañana, la mujer aparece nuevamente y llama a Corso en su habitación del hotel, despertándolo e indicándole que deben ir a ver a Fargas. De ese modo Corso encuentra a Fargas muerto en un estanque de agua, ardiendo en llamas el ejemplar de Las nueve puertas, con la ausencia de los grabados que han sido arrancados del libro.
  6. Sexta puerta: Corso y la mujer viajan a París, donde Corso entrevista a la baronesa. Más al descubrir la baronesa que es enviado por Balkan, se niega a mantener ningún trato, diciéndole a Corso que abandone su búsqueda, que está más allá de su capacidad. Posteriormente Corso es atacado nuevamente por Bruno, llegándole a arrebatar el libro, pero aparece nuevamente su acompañante misteriosa, y tras un combate, pone en fuga a Bruno, ayudando a Corso. Luego de esto, en el hotel Corso asiste a su acompañante en detener el sangrado de su nariz por la contienda acontecida, y ella unge con su propia sangre la frente y nariz de Corso, marcándolo con tres líneas verticales, distinguiéndose así la forma de un tridente rojo.

  1. Séptima puerta: Corso logra por indagaciones dar con el paradero de Liana Telfer, que le ha robado el libro de Las nueve puertas. Se dirige con la mujer «sin nombre» al hotel donde Liana Telfer se hospeda con Bruno, encontrándolos en la entrada, sin apercibirse ellos de su presencia. A continuación, robando la mujer un auto «Viper» rojo, siguen a la viuda Telfer y Bruno, llegando no sin dificultades a la mansión o castillo donde está a punto de realizarse una ceremonia negra. Luego de otro episodio logrando entrar en la mansión, y un altercado con Liana Telfer y Bruno, Corso y la mujer «sin nombre» observan el inicio de la ceremonia, donde todos llevan túnica y capucha negra.

Aparece Boris Balkan en la escena, burlándose de la invocación ritual y ceremonia que Liana Telfer está llevando a cabo, diciendo «fetichismo y conjuros», y tras una pelea con Liana Telfer, a la que estrangula, se apropia del libro retirándose.

Notemos a este punto que de los hasta entonces propietarios y buscadores del secreto de Las nueve puertas:

  • Andrew Telfer se ha suicidado
  • Fargas murió ahogado
  • La baronesa muere estrangulada, siendo incendiada su biblioteca
  • Balkan muere por fuego

En El club Dumas, la baronesa muere a causa de fuego por incendio, sin mencionarse el estrangulamiento.

Tanto la baronesa como Balkan se conocían entre sí, y mantuvieron en el pasado un trato familiar, que se deduce de la postal con la imagen del castillo cátaro que Balkan le envía a la baronesa, tratándola por su nombre de pila, diciéndole: «Lo siento Frieda. Yo lo vi primero» (en relación al sitio del castillo cátaro).

Más tanto la baronesa como Balkan eran adherentes del misterio de las nueve puertas, y en ambas muertes hay fuego de por medio implicado. En tanto que Victor Fargas, quien no creía en el contenido del libro (pese a lo cual le advierte a Corso que tenga cuidado, ya que hay libros que no son para ser leídos impunemente) muere por agua.

Lo que se trasluce aquí es que los grabados verdaderos conducen a la luz de Lucifer, en tanto los grabados falsos llevan al «fuego».

El estanque en que aparece el cadáver de Fargas es agua de una tonalidad verdosa, habiendo también peces rojos. Colores aquí que connotan la Minne y la sangre, sin haber tenido éxito Fargas, quedando «estancado» en la senda de la liberación. Su interés por Las nueve puertas no fue nunca más allá del valor literario y de antigüedad del libro, sin búsqueda iniciática.

Regresando de la fallida ceremonia en la mansión de Liana Telfer, Corso atraviesa en auto un camino sinuoso serpenteante, atascándose en un estanque de agua verdosa, siendo salpicado, como signo digamos de una clase de «bautismo ofídico», que precede a su cruce definitivo por la novena puerta. Desconfiando a ese punto de la «mujer sin nombre», Corso ha decidido marchar solo esta vez, más la influencia luciferina de la mujer de ojos verdes sigue allí, mirando profundamente a lo lejos, en la dirección que Corso se ha marchado.

  1. Octava puerta: Corso se dirige al castillo cátaro de Puivert y allí encuentra a Balkan intentando hacer un ritual de invocación con los nueve grabados. Tras un altercado entre ambos, Balkan se jacta de invulnerabilidad física por el poder que ahora supuestamente posee, y se rocía con gasolina, siendo luego abrazado por las llamas circundantes, disparándole Corso para acelerar su muerte.
  2. Novena puerta: Corso intima sexualmente con la mujer, estando ella sobre él y transfigurándose luciferinamente su rostro, hallándose el castillo en llamas detrás de ellos. Una imagen un tanto similar a la novena lámina, donde la «ramera de Babilonia» (es decir la Diosa denostada por el cristianismo demiúrgico), cabalga el dragón de siete cabezas.

Se trata aquí de la Diosa del Origen (o la mujer en este plano que refleja y encarna su poder), conocida por varios nombres, tales como Lilith, Sophia, etc. Y cabe acotar que se trata de Sophia como Diosa del Origen que revela lo luciferino e increado, y no de su «proyección caída» conocida en el gnosticismo como Achamoth o Sophia Achamoth.

Luego le deja a Corso una indicación de hallar el auténtico noveno grabado en el taller de los hermanos Ceniza, desapareciendo ella de la escena, más ya habiendo guiado a Corso hasta el final. Luego de obtener el grabado auténtico, y reconociendo en el rostro de la mujer de la lámina a la mujer que lo guiara hasta entonces como acompañante, e identificando el sitio como el castillo cátaro de Puivert, se dirige allí nuevamente, abriéndose para él entonces la novena puerta, que atraviesa ya sin impedimento.

Tenemos entonces que de los tres buscadores de Las nueve puertas (Telfer, Balkan y Corso):

  1. Liana Telfer: Regía en su conducta una actitud lúdica, ambiciosa de poder, procurando disfrutar los privilegios de estar al mando de la orden La Serpiente de Plata. La utilización de su sensualidad y sexualidad para obtener como sea el libro, y su comprensión de lo luciferino constreñida al ámbito sexual de las orgías que mantenían los adeptos de la orden en sus encuentros anuales, así cierta clase de magia ceremonial oscura, no era suficiente para acceder a la novena puerta, quedando meramente en el nivel lúdico. Recordemos que sus cigarrillos eran de marca Black Devil, o diablo negro, lo que humorísticamente puede connotar que pretendía «fumarse al diablo».
  2. Boris Balkan: Su ambición es algo más profunda que la de Telfer, más lo rige una actitud sacralizante, casi de culto respecto a Lucifer, no pudiendo ir más allá de ese contexto hacia lo auténticamente gnóstico luciferino.
  3. Dean Corso: Únicamente él, con el coraje y valor de enfrentar todos los obstáculos, y su «risa de conejo» como se especifica en El club Dumas, pudo desplegando la Actitud Graciosa Luciférica acceder a la novena puerta.

De hecho, El club Dumas concluye en su desenlace con lo siguiente:
«Reía entre dientes, como un lobo cruel, cuando inclinó la cabeza para encender el último cigarrillo. Los libros gastan ese tipo de bromas, se dijo. Y cada cual tiene el diablo que merece»

Notemos con el precedente ejemplo dado por Pérez-Reverte, que la actitud inicial de Corso comprendía «una sonrisa de conejo», más en el desenlace de la historia, ya ríe «como un lobo», lo cual da cuenta de la mutación que se ha operado en él.

Posteriormente a la obra literaria El club Dumas de Arturo Pérez-Reverte (1993), así como del film La novena puerta en 1999, apareció en escena una supuesta edición de Las nueve puertas, considerada por algunos lectores ocultistas como auténtica.

El libro, supuestamente fue encomendado traducir del latín codificado al italiano por Aleister Crowley a su discípulo Bruno di Angelo, traducción que habría sido presentada en 1935, traduciéndose tiempo después al español, concretamente en 1999 por Juan López de Rojas.

Se presenta como introducción preliminar al libro unos comentarios que habría hecho Aristide Torchia, contando más sobre su propia vida oculta, en relación al libro. Así, en palabras atribuidas a Torchia, él recibió de su propio padre (también encuadernador de libros) la fórmula de invocación al «Maestro», es decir Lucifer.

Lucifer posteriormente se presenta bajo la apariencia de un fraile barbudo y anciano, de «ojos sabios», siendo reconocido por Torchia, a quien le entrega el Delomelanicon, texto escrito por el mismo Lucifer, y para cuya comprensión de algunos pasajes oscuros Torchia recibiría varias visitas más del maestro.

A partir de su lectura, Aristide Torchia escribió Las nueve puertas del reino de las sombras, realizando por mandato de Lucifer no más de 99 copias, efectuando algunas modificaciones cada tres copias. Y añade que de ese modo «dos ojos observando tres podrían ver», es decir que el secreto del Delomelanicon quedaría oculto en tres ejemplares distintos. Esto se concatena por supuesto con la trama de El club Dumas y La novena puerta llevada al cine.

Bruno di Angelo realiza así la traducción al italiano, comentando que el libro original en que basó su traducción contiene 168 páginas. Y además comenta que los 9 grabados, tal como aparecen en el original que él traduce, se hallan en las siguientes páginas:

GrabadoEntre las Páginas
16 y 17
32 y 33
48 y 49
64 y 65
80 y 81
96 y 97
112 y 113
128 y 129
144 y 145

Jugando nuevamente con los números, observamos que se mantiene una determinada secuencia numérica. Entre el último número de la página de un grabado, con respecto a la página del siguiente grabado, hay siempre 15 páginas de diferencia. Es decir, entre 17 y 32 tenemos una diferencia de 15. Y de igual modo se repite este patrón entre 33 y 48, luego entre 49 y 64, y así sucesivamente.

El 15 sumando sus dos números (1 + 5) deviene en el 6, y tenemos un 6 por cada uno de los 9 grabados aquí referidos, por lo que si multiplicamos 6 × 9, nos da 54, que sumando sus números (5 + 4), se sintetiza en el 9. Número gráficamente reverso del 6, y «la novena puerta».

El número de páginas, como se ha mencionado, es de 168, cuyos números sumados (1 + 6 + 8) nos da nuevamente 15, que como se ha referido, deviene en el 6. Advertimos la repetición del 6 y el 9 una y otra vez. Y como ya se ha mencionado antes, la famosa cifra del triple 6, permite sumar sus tres seis en 18, que lleva nuevamente al 9.

Recapitulando, observamos una constante del «6», como resultado de sumar el 1 y el 5 del 15, número que se mantiene como variable entre los números de páginas en que se hallan los nueve grabados. Luego, el número de páginas del texto original es 168, números que sumándose también dan como resultado 15, deviniendo luego en el 6. Y 9 grabados en el libro, número que al revés es un 6, codificado en tres cifras (168), remitiendo así al triple 6 en el misterio de las nueve puertas.

Por otra parte, si sumamos los números de la primera columna (16, 32, 48, 64, 80, 96, 112, 128 y 144), nos da como resultado 720, cuyos números 7 y 2 suman 9. De igual modo, la suma de números de la segunda columna (17, 33, 49, 65, 81, 97, 113, 129 y 145), da como resultado 729, números de cuya sumatoria obtenemos 18, que se sintetiza nuevamente en el 9.

Cierta indicación a modo de clave oculta se halla en toda esta secuencia numérica, ya que Bruno di Angelo, luego de referir la ubicación de los nueve grabados entre las páginas del texto original, y comentando que es un libro de 168 páginas, dice lo siguiente en relación a los 9 grabados:

«Parece ser que ellos mismos, como si se tratara de un puzle infernal, esconden un secreto que no he logrado aún descifrar. Espero mi querido lector, que usted tenga más suerte.»

Debe tomarse en cuenta que, así como el film La novena puerta, este libro también mantiene diferencias con respecto a la obra original en que se basa todo esto, es decir El club Dumas de Pérez-Reverte.

Concretamente:

  • Primer grabado: Se ha tomado la leyenda en latín que le acompaña en el film («El silencio es oro»), a diferencia de la novela («Solamente triunfará quien ha combatido acorde a las reglas»).
  • Tercer grabado: Similar al film, el ángel no lleva flecha de repuesto (diferente a novela y película).
  • Séptimo grabado: Tablero de ajedrez blanco (como en el film, no como en la novela).
  • Octavo grabado: Hombre con apariencia de monje rezando (no doncella), decapitado con maza (no espada).
  • Noveno grabado: Similar al film (mujer sobre dragón con estrella venusina de 8 puntas).

Por otro lado, quien sea haya escrito este reciente libro, no posee según se aprecia el grado de orientación gnóstica de la Sabiduría Hiperbórea, evidenciado en el uso indistinto de los nombres «Satanás» y «Lucifer» para referirse al maestro de Torchia.

Más allá de esto, el libro presenta algunas claves relevantes que un Virya orientado puede adoptar o asimilar en su propia estrategia de liberación.

Al igual que en el libro y la película que le preceden, este libro de Las nueve puertas también sostiene, según Bruno di Angelo, que solamente han sobrevivido tres copias, acotando como ya se ha mencionado, que originalmente habrían sido como máximo unas 99 ediciones (números que tanto por sus respectivas unidades, como por la sumatoria y reducción, remite nuevamente al 9).

Los tres ejemplares sobrevivientes serían:

  1. En una «librería de viejo» en Toledo (¿alusión a los hermanos Ceniza?).
  2. Propiedad de un noble no mencionado (equivalente a la baronesa en la ficción).
  3. En los archivos del Vaticano, sección ocultismo, con código *LCF-666-999*.
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Interpretación gnóstica luciférica hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Tercera parte –

Por Christian C.

En El club Dumas, libro que aporta -como suele ocurrir- más información que la película, se explica que el Dragón «duerme con los ojos abiertos y es el espejo del conocimiento». Esto nos remite nuevamente a la etimología de Draco o dragón, que más allá de su significado en griego como serpiente, deriva de Derkei, significando «El de buena y larga vista», aludiendo precisamente a la visión profunda y de largo alcance del dragón, que tiene su correspondencia anatómico-fisiológica en el ojo de la serpiente siempre abierto.

Tras una pelea con Bruno, el matón de la viuda Liana, Corso presenta un aspecto en que uno de sus lentes está roto y el otro entero, presentando así el simbolismo del ojo abierto (o por abrirse en este caso) del iniciado. Puede apreciarse así a Corso con el lente roto del ojo derecho, pareciendo el cristal una «estrella», quedando así con mayor resalte el ojo izquierdo. El «ojo del sendero siniestro o de la vía izquierda». Este es «el ojo siempre abierto de la serpiente», el ojo del dragón, alineado con «la estrella venusina» luciferina, figurada en el cristal roto aledaño.

Incluso posteriormente, cuando la mujer de ojos verdes unge a Corso con su sangre, hay una escena en que Corso está conversando por teléfono con Balkan, reluciendo todavía el kalas rojo en su rostro (recordemos era un tridente, o runa Guibur), con su lente derecho en forma de estrella, y destacándose su ojo izquierdo. Estos tres símbolos combinados connotan el significado que a través de la runa conducente Guibur se obtiene la orientación del norte luciferino, mediante la sabiduría de la serpiente. Y recordemos que cuando la mujer que acompaña a Corso lo hace subir a un descapotable rojo, el auto es un Dodge Viper… Es decir «víbora», no siendo casual sino también muy significativo el color rojo.

Este Dragón de la sabiduría, Lucifer, se halla oculto tras ocho precedentes puertas. Ocho más una puertas, accediendo a donde se halla el Dragón, que custodia el secreto último. El secreto del Delomelanicon y Las nueve puertas, radica en una oculta combinación de las láminas con sus leyendas respectivas, que permite acceder mediante cierta secuencia ritualística desplegada, a la palabra oculta, el nombre secreto de Lucifer, haciéndose presente tras su evocación.

La baronesa le cuenta a Corso que logró descifrar cierto texto en latín de Las nueve puertas, traduciéndolo con el siguiente significado:

«Es el animal ouróboro el que circunda el laberinto
donde atravesarás ocho puertas antes del dragón
que acude al enigma de la palabra.
Cada puerta tiene dos llaves;
la primera es aire y la segunda materia,
pero ambas son la misma cosa.
Situarás la materia en la Piel de la serpiente
en el sentido de la luz de levante,
y en su vientre el sello de Saturno.
Abrirás el sello nueve veces,
y cuando el espejo refleje el camino
obtendrás la palabra perdida
que trae la luz de las tinieblas»

Se trata, según explica también la baronesa y más adelante Varo Borja, de ordenar determinadas palabras clave en torno al «espacio ritual» creado a tal fin. Cada lámina proporciona un elemento, un número y una palabra clave, que Varo Borja logra descubrir, exponiendo esto a un expectante Corso. Las dos llaves, «primera aire y la segunda materia», representan aquí por un lado una doble resignación «de lo alto y lo bajo» demiúrgico, y por otro lado, desde un nivel de significación diferente, una llave resigna lo demiúrgico, en tanto la otra abre la puerta iniciática en cuestión.

«Situarás la materia en la piel de la serpiente» significa ir colocando en determinado orden (en el sentido de la luz del levante) los elementos sobre el espacio ritual. El sello de Saturno es un cuadrado mágico de nueve casillas, donde los números dispuestos, si se suman en cualquiera de las tres filas o columnas, o en diagonal, siempre dan como resultado 15, que se sintetiza en el 6. Al haber tres filas de tres casillas, la suma de cada fila y columna separadamente, permite situar el 666 en cada lado del cuadrado.

El triple seis (666), entre otros significados y simbolismos era el número mágico de Ishtar/Afrodita/Venus en la antigüedad, y se comprende la razón de su demonización por parte de la Iglesia. Sin entrar aquí en un análisis pormenorizado del 666, lo cual requeriría otro estudio aparte, tan sólo mencionemos que en la famosa y clásica representación de la Diosa Ishtar, tanto los dedos de sus pies como los de los dos búhos que hay uno a cada lado suyo, son 6. Es decir tres veces 6, o 666.

Continuando con el sello de Saturno, si sumamos tres 6, tenemos 18, que a su vez se sintetiza en un 9. Y si tomamos un 9 por cada lado del cuadrado, más otros dos 9, tomando en cuenta la suma de números dos veces en diagonal que pueden efectuarse en el interior del cuadrado a través de las casillas, con la misma operatoria de reducción, tendremos entonces seis 9. Si multiplicamos 6 x 9, nos da 54, que se sintetiza a su vez en un 9 nuevamente. La novena puerta…

Luego, «Abrirás el sello nueve veces», significa colocar las palabras obtenidas en cada casilla, lo que como último paso, siendo reflejado en un espejo, revela la palabra oculta o nombre secreto. Resulta de lo más interesante que el sello de Saturno se sitúe en el vientre de la serpiente en este ritual. Saturno representa a Cronos, el tiempo demiúrgico, y al propio Demiurgo. No obstante su sello es resignado por la serpiente, desde la clave numérica del 666 (número encriptado en el sello de Saturno, que contiene la clave de su resignación, y la salida del laberinto), siendo luego los números sustituidos por las palabras derivadas de las nueve láminas o grabados.

Según el desciframiento y anotaciones que realiza Varo Borja, las palabras obtenidas y traducidas del latín, reflejadas en un espejo dan como lectura las siguientes sentencias:
Así me entrego
Así me libero
Así me condeno

Desde nuestra consideración luciferina gnóstica, la entrega representa la actitud heroica de valor del Virya despierto, entregado a la batalla desde el furor de la sangre. Luego, la liberación es por supuesto del espíritu, y la condenación del alma.

Como dato complementario de esto, se aprecia que en el film, Boris Balkan logra descifrar ciertos pasos en la senda de las nueve puertas a través de las diferentes láminas como sigue:

«Viajar en silencio por un camino tortuoso.
Hacer frente al infortunio y no temer ni a la soga ni a la muerte.
Jugar al mayor de los juegos y ganar sin sacrificar nada es burlarse del destino y lograr al fin la llave que abrirá la novena puerta»

Pese a que Balkan «cree» tener en sus manos la clave del misterio, toda esta dificultosa senda que Balkan acaba de mencionar, ha sido transitada no por él sino por Corso! Aunque debemos puntualizar que en el caso de Corso, hubo ciertamente cierto «sacrificio», por todas las pruebas y riesgos que afrontó. Uno de los grabados de hecho, el sexto, donde aparece «el colgado», escenifica justamente el sacrificio necesario en la senda de las nueve puertas, hallándose (más allá del significado esotérico desarrollado previamente), estar «con los pies para arriba y la cabeza hacia abajo», como se dice comúnmente, en relación al mundo. «Burlarse del destino» significa aquí evadir y sortear el designio demiúrgico, asumiendo desde lo luciferino la AGL, o Actitud Graciosa Luciférica. El orden en que Balkan reúne y enumera los nueve grabados es: 1, 4, 3, 6, 7, 5, 8, 2, 9, números que sumados nos dan 45, número que sumando 4 y 5 se sintetiza nuevamente en el 9.

Se destacan también tanto en la película como en el libro, la mención de libros sobre ocultismo y demonología. En La novena puerta tenemos que cuando Balkan está dando su conferencia, menciona dos libros: Demonomanie des sorciers de Nicolas Remy, y Compendium Maleficarum de Francesco Maria Guazzo. Balkan además permite apreciar posteriormente su biblioteca personal a Corso, donde no se muestra ni especifica ningún título. No obstante, en El club Dumas, Varo Borja (el equivalente en este contexto del Balkan de la película), cuando le muestra su biblioteca a Corso, se aprecian dos libros también muy conocidos. Por un lado la Esteganografía del abad Trittemius, publicada en 1499, y luego Deux livres De la hayne de Sathan de Pierre Crespet, obra publicada en 1590. Se trata este último de dos libros, uno acerca de hechizos y conjuros trabajando con demonios, y el segundo sobre fórmulas para remediar los males de que trata el primer libro.

Resulta interesante recordar que la Esteganografía del abad Trithemius fue utilizada por John Dee, y es mencionada en Historia secreta de la Thulegesellschaft por Nimrod de Rosario. La Esteganografía se destaca por el conocimiento oculto, siendo una obra maestra en criptografía, arte que John Dee dominaba perfectamente. Esta forma cifrada, es decir velada, de presentar el conocimiento oculto, es característica de los grimorios medievales, tanto por discreción necesaria frente a los ojos inquisitoriales de la Iglesia, como un velo necesario frente a los no iniciados. Y esa es justamente una de las artimañas que se presentan en los ejemplares de Las nueve puertas que Corso investiga, hallándose el secreto de los nueve grabados oculto entre los tres ejemplares disponibles, a modo de código cifrado entre las figuras y las leyendas en latín que les acompañan, también en un latín cifrado.

En la colección privada de Victor Fargas, Corso también puede atestiguar la presencia de auténticas joyas del ocultismo, como Diccionario infernal de Jacques de Plancy (1818), Oedipus Aegyptiacus de Athanasius Kircher (1562-1564), Compendio De Secreti sobre medicina y alquimia de Leonardo Fiovaranti, y The book of wonders de Hassan Esfahani (1400), sobre astronomía, astrología y geomancia. En la inmensa biblioteca de la baronesa le son presentadas a modo de ejemplo asimismo algunas obras clásicas de ocultismo como Demoniality or Incubi and succubi de Ludovico Sinistrari, Compendium maleficarum de Francesco Guazzo (1608), el cual también poseía Balkan, Demonolatry de Nicholas Remy (1595), y el tristemente célebre Malleus malleficarum de Sprenger y Kramer (1486). Se le atribuye a la baronesa la autoría del libro Isis: la virgen desnuda, libro condenado por el Vaticano, lo cual es sin lugar a dudas un guiño o alusión a Isis sin velo de Madame Blavatsky.

Las nueve puertas, como muchos otros grimorios, contiene cierta trampa como «filtro» para quienes, como muchos Viryas desorientados, desde la aproximación a Lucifer, buscan o anteponen a la liberación toda clase de placeres del mundo. Así entramos en materia de los famosos «pactos con el diablo», lo cual requiere algunas aclaraciones desde la consideración luciferina gnóstica. En primer lugar, desde ya que la oposición a los mandatos religiosos demiúrgicos, en la aproximación a Lucifer, es desde ya un buen inicio. Más, si se carece de la orientación gnóstica requerida y pureza de sangre, puede entonces, como muchos Viryas desorientados, caerse en el error de confundir a Lucifer con Satán, sin comprender la esencia y objetivo del luciferismo. Desde ya que rechazar y ofrecer el alma a cambio de algo, desde la comprensión gnóstica no representa un problema, conociendo la esencia demiúrgica del alma. Más lo que sí debe tenerse en cuenta, es que ese «ofrecimiento y condenación» del alma, debiera ser en aras de un beneficio de algo superior al alma, es decir el espíritu y su liberación, y no meros bienes mundanos, como fama y poder en el mundo de la materia, logros todos inútiles en cuanto a la liberación se refiere.

En tal sentido, desde el luciferismo, el «pacto de sangre» es un reconocimiento de la alianza con Lucifer, desde la propia esencia de la sangre y su reminiscencia del Origen, más que el clásico procedimiento de verter gotas de sangre propia en un pergamino, o firmarlo con sangre, todas cuestiones que pierden de vista el objetivo último de la liberación. Por otro lado Lucifer no tiene interés en el alma de nadie, siendo una esencia demiúrgica. Por lo que en todo caso, se trata de un «ofrecimiento figurado», en cuanto que el Virya deja atrás esa esencia demiúrgica, «quemada en el fuego luciferino», y por supuesto condenada a los ojos del Demiurgo, no habiendo logrado la esperada entelequia monádica. Más allá de todo esto, desde ya que un Virya orientado puede también aprovechar los bienes y placeres del mundo, según el contexto de su estrategia, y no representa problema alguno en tanto permanezca fijo en la orientación de su norte luciferino.

Así, como se mencionó previamente, aparece una parte de Las nueve puertas, traducida por la baronesa, citada en El club Dumas, donde se presenta el ofrecimiento de un pacto o alianza como sigue:

«Aceptarás el pacto de alianza que te ofrezco, entregándome a ti. Y me
prometerás el amor de las mujeres y la flor de las doncellas, el honor de
las monjas, las dignidades, los placeres y riquezas de los poderosos,
príncipes y eclesiásticos. Fornicaré cada tres días y la embriaguez me
será gustosa. Una vez cada año te ofreceré homenaje de confirmación de
este contrato firmado con mi sangre. Hollaré con los pies los sacramentos
de la iglesia y te dirigiré oraciones. No temeré la cuerda, ni el hierro, ni el
veneno. Pasaré entre apestados y leprosos sin mancillar mi carne. Pero
sobre todo poseeré el Conocimiento, por el que mis primeros padres
renunciaron al paraíso. En virtud de este pacto me borrarás del libro de la
vida para apuntarme en el libro negro de la muerte. Y desde ahora viviré
veinte años feliz en la tierra de los hombres. Y luego iré contigo, a tu
Reino, a maldecir a Dios»

Y esto actúa a modo de filtro para el Virya no resuelto en cuanto a la liberación, que procura toda clase de bienes y placeres del mundo. Más al mismo tiempo se deja en claro, que tras todos esos beneficios el logro último es entrar en el reino luciferino, rechazando al Demiurgo o Dios de este mundo. La gradación o secuencia que se presenta es la del disfrute de mujeres y opulencia, pacto afianzado desde la sangre, y rechazo del sistema religioso demiúrgico, remitiéndose no al Demiurgo sino a Lucifer. Simultáneamente o en paralelo se está aludiendo también a cierto Virya orientado, con fuerza y valor en la sangre, dado que se dice: «No temeré la cuerda, ni el hierro, ni el veneno. Pasaré entre apestados y leprosos sin mancillar mi carne».

Luego continúa diciendo: «Pero sobre todo poseeré el Conocimiento, por el que mis primeros padres renunciaron al paraíso. En virtud de este pacto me borrarás del libro de la vida para apuntarme en el libro negro de la muerte». Es decir que más allá de los logros mundanos anteriores, se enfatiza el conocimiento ofrecido por la Serpiente en el edén, el fruto prohibido de la Gnosis, que ocasionó la expulsión de Adán y Eva del paraíso por el Demiurgo. Y así se busca figurar no entre los seguidores entelequiados del Demiurgo en el libro de la vida, sino en el bando de Lucifer, figurando por contrapartida en el libro de la muerte. Los veinte años feliz en este mundo, significa por un lado que el Virya orientado ya no es presa del sufrimiento y miseria anímica, y por otro lado los «veinte años» son una representación simbólica de la estancia temporal de la vida en este mundo, accediendo luego al reino luciferino.

Resultan interesantes también los sitios en que se filma La novena puerta. Más allá de las nueve puertas que efectivamente Corso (Johnny Depp) cruza en el transcurso de todo el film, los sitios a veces son muy emblemáticos. Por un lado Polanski, debido a sus vínculos con gente poderosa del mundo del cine y el espectáculo (ámbito controlado completamente por la sinarquía) incluyó sitios vinculados a templarios y masones. Por ej. la casa de Victor Fargas en Portugal, se trata del «Chalet Biester», que abunda en simbolismo masónico y templario, particularmente su capilla, y habiendo allí también una cámara subterránea destinada a rituales ocultistas, tratando de emular los ritos del antiguo Egipto.

Haciendo un recorrido de estos lugares emblemáticos, no puede dejarse de mencionar la mansión donde se desarrolla toda la escena de Liana Telfer conduciendo su ceremonia, durante el encuentro anual de los miembros de la orden «Serpiente de plata». Este sitio es el Château de Ferrières en Seine-et-Marne, en las afueras de París, hecho construir en 1859 por James de Rostchild.

Todo esto puede interpretarse de distintas maneras. O bien para abordar toda la temática que expuso, Polanski debió pagar el precio requerido por la sinarquía, como ya se apuntó antes, haciendo cierto homenaje a esos sitios, o también por otro lado, si tomamos en cuenta la trama de la historia, son «puertas» que deben ir atravesándose y dejándose atrás, hasta arribar a la definitiva, la última y novena puerta, donde se produce la transmutación. Es de hecho en el castillo cátaro de Puivert donde Corso accede finalmente a la novena puerta. No fue Victor Fargas en su mansión del palacio Biester, ni Liana Telfer con su ritual en el Château de Ferrières quienes lograron el éxito del ritual con el libro Las nueve puertas, sino Corso, tras toda una senda iniciática, quien en el castillo de Puivert logra cruzar la novena puerta. Con esto Polanski deja implícito, pese a la inclusión de sitios de corte masónico y templario, la superioridad luciferina cátara del Puivert.

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Interpretación gnóstica luciférica hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Segunda parte –

Por Christian C.

En el libro Las nueve puertas se hallan nueve láminas o grabados, de los cuales Corso, en el film, descubre notables diferencias entre los tres ejemplares disponibles, con excepción del noveno grabado, que aparentemente es idéntico en los tres ejemplares.

El primer ejemplar es el de Boris Balkan (o Varo Borja en el libro), el segundo el de Fargas en Portugal, y el tercero el de la baronesa en París. Tres ejemplares, y tres buscadores en la trama del film (la viuda Liana, Boris Balkan y Corso) del libro Las nueve puertas. Resulta notorio que el 3 y el 9 son números primos, así como raíz y cuadrado uno del otro.

Cabe aquí acotar que las nueve puertas tienen relación de correspondencia con los nueve círculos del infierno que menciona Dante en La divina comedia, hallándose Lucifer en el centro del noveno círculo. Cuando se aborda una obra como La divina comedia de Dante, debe tenerse en cuenta que el contenido esotérico allí presente se halla revestido de un ropaje cabalista y cristiano, por lo que debe tomarse con cierto recaudo, rescatando no obstante algunos elementos.

Por ejemplo, en el viaje de regreso, Dante asciende escalando sobre Lucifer, pasando por el centro de la tierra.

El retorno al mundo habiendo descendido a las profundidades abismales, y pasando a través de Lucifer, es en sí una iniciación. Y el centro de la Tierra en la trama del viaje de Dante conecta, sin explicitar, con el mundo intraterreno de Agartha.

Cada uno de los nueve círculos de Dante está asociado, bajo el prisma cristiano, con un pecado o estadio, hundiéndose cada vez más en el infierno en orden descendente. No obstante, fuera de la convencional moral cristiana y demiúrgica, y en un sendero de orden reverso al que propone el cristianismo, tales faltas o pecados alejan a la persona del orden entelequial demiúrgico, y si hay orientación gnóstica, puede eventualmente arribarse al reino luciferino.

Se aprecia en el film que Corso tiene una conducta lujuriosa con la viuda Telfer, entra en ira luchando por su objetivo, se torna codicioso con los libros, etc., todo lo cual, sumado a las diferentes secuencias que irá atravesando (nueve de hecho), le llevan al logro último luciferino. Y así como el viaje de Dante a través de los nueve círculos acontece siendo guiado por Virgilio, Corso atravesará las nueve puertas siendo guiado por la mujer Lilith. En la producción cinematográfica de Polanski, a lo largo de la trama, Corso pasa además efectivamente por nueve puertas reales, antes de la consecución de su trabajo.

Como se ha mencionado previamente, el número 8 es una representación del infinito en forma serpentina. Por lo que aquí el 9 es ir más allá del infinito. De allí el significado oculto de las nueve puertas, siendo una síntesis alquímica elaborada en sucesivas octavas. Es decir, el tres veces tres, o nueve.

Y no solamente hay diferencias en algunas de las figuras de las láminas de los tres volúmenes supuestamente iguales, sino que además, donde aparecen en un volumen diferencias en una lámina con respecto a los otros dos ejemplares, también cambian allí las iniciales del invenit, o inventor. Es decir, por un lado, Aristide Torchia como escultor ejecutó en madera todas las xilografías con las que se hicieron los grabados. Pero como inventor de la composición original del dibujo, solo figuran sus iniciales, AT, en diecinueve de las veintisiete láminas repartidas entre los tres ejemplares.

¿Qué ocurre con las otras ocho restantes? Distribuidas dos en el primer ejemplar, tres en el segundo y otras tres en el tercero, no llevan las iniciales AT sino LCF, es decir, Lucifer. Además de los monogramas AT o LCF, cada lámina lleva inscrita una leyenda con un significado oculto en relación al sendero iniciático de las nueve puertas.

Cada puerta en sí misma, con el significado oculto asociado a la leyenda escrita que le acompaña, es una profecía que debe cumplirse, hasta arribar a la última o novena puerta. Estas profecías las irá concretando Corso en su travesía, a diferencia de Balkan y Liana Telfer, que no consumaron toda la trayectoria necesaria.

Resulta oportuno tomar en cuenta que, para el análisis de toda esta trama, considerando distintos ángulos de aproximación y niveles de significado, se hará necesario abordar algunos de los puntos más de una vez, volviendo en ocasiones sobre cuestiones ya mencionadas, bien sea estableciendo correlaciones o para destacar algún punto.

Debe aclararse aquí que hay algunas diferencias entre las figuras de los grabados de El club Dumas, con respecto a las expuestas en el film por Roman Polanski. Y así también algunas diferencias con relación al libro publicado en 1999, Las nueve puertas, tema sobre el que se volverá más adelante.

También los comentarios de los nueve grabados se realizan en contraste con sus pares de grabados falsos, que presentan aparentemente la misma figura, con cierta diferencia aquí señalada. No obstante, estos grabados falsos también resultaron en la trama, en cierto modo, proféticos en relación a determinados personajes que no obtuvieron éxito en la senda de las nueve puertas, como Boris Balkan, o indicativo figuradamente del Virya que no se orienta estratégicamente y queda en un callejón sin salida del laberinto. Las nueve puertas son así una clase de pruebas que el Virya o iniciado debe ir atravesando y superando.

Cabe acotar que Francisco Solé, el artista que realizó los dibujos tanto para El club Dumas como La novena puerta, ha debido evidentemente basarse en las figuras del tarot, simbolismo que aquí no desarrollaremos, más debe hacerse la mención al respecto.

En la primera lámina, la leyenda dice NEM. PERV.T QVI N.N LEG. CERT.RIT., decodificado del latín como: NEMO PERVENIT QVI NON LEGITIME CERTAVERIT — Solamente triunfará quien ha combatido acorde a las reglas.

Claramente, en el caso de Boris Balkan (o Varo Borja en el libro), no jugó conforme a las reglas, pretendiendo que alguien más (Corso) hiciera el trabajo por él, reuniendo los grabados verdaderos para efectuar la síntesis gnóstica y alquímica.

Recordemos que en un viaje en avión a París, Corso le dice a la misteriosa mujer: «Alguien está jugando conmigo», a lo que ella responde: «Claro, es un juego… Y empieza a gustarte».

El grabado verdadero de la primera lámina, es decir, en el que aparecen las iniciales LCF, tiene tres torres y no cuatro, como en las otras dos ediciones. A diferencia de la novela, en el film la leyenda que acompaña al grabado es SI.VM E.T A.V.VM, que nuevamente se remite al latín, como: SILENTIVM EST AVREVM — El silencio es oro.

Lo cual tiene su correspondencia con la lámina, donde una persona con armadura y yelmo cabalga en dirección a un castillo con torres, expresando el signo del silencio con el dedo índice de su mano en la boca. Y vemos que en la trama de la película, aparece no un caballero como pareciera en la figura, sino una dama, la extraña mujer de ojos verdes, teniendo como su acero la motocicleta, siendo el casco su yelmo, en un sendero algo tortuoso que se halla en dirección a la mansión de Victor Fargas, la cual se destaca como si fuese un castillo con torres.

Tanto el caballo del primer grabado como el dragón en el noveno y último, son gnósticamente montados por la mujer. Y de hecho, su motocicleta representa aquí el dragón negro

La leyenda que aparece en latín, al igual que en los otros grabados, se trata de un medio de codificación utilizado en grimorios y textos prohibidos, para ocultar claves y significados ocultos, a resguardo de la inquisición.

En el segundo grabado, en el auténtico, el ermitaño tiene las llaves en la mano izquierda, alusivo al sendero de mano izquierda. En tanto que los grabados falsos, con las iniciales AT, presentan las llaves en la mano derecha del ermitaño.

El ermitaño representa aquí al sabio, y aparece junto a un perro negro, representación clásica del diablo, según comenta muy acertadamente la baronesa a Corso, y la letra hebrea Teth, que representa a la serpiente.

La lámpara o farol que se halla en el suelo es indicativa también de la sabiduría, que al estar enfocada en el sendero de mano izquierda (la llave en la mano izquierda), se reconoce como luciferina.

La leyenda de esta lámina es CLAVS. PAT.T., decodificada del latín como CLAVSAE PATENT — Abren lo cerrado, significando en relación al grabado las puertas cerradas. También connota cierta idea de abierto y cerrado, como la librería de Bernie, que tenía el cartel de cerrado, pero estaba abierta.

El cartel de la librería dice We are closed, que significa cerrado, más también tiene el sentido de Somos cerrados, indicando así estamos con gente cerrada, lo cual alude al carácter secreto o cerrado en los círculos herméticos.

Se reconoce aquí el valor simbólico iniciático de la llave, que para abrir la puerta cerrada es preciso utilizar la mano izquierda, remitiendo al sendero de la izquierda o left hand path.

Las dos llaves de este segundo grabado, en que se hallan el hombre viejo y el perro, representan las dos visitas que Corso hace a la baronesa, así como su recepcionista y su asistenta a modo de guardianes, que se interponen antes de que Corso llegue a la baronesa.

El perro aquí no se interpone en el camino del portador de las llaves, habiendo Corso ya pagado el precio con los riesgos y dificultades que asumió para llegar allí. Y se ve no obstante cuando Corso sale la segunda vez de visitar a la baronesa, un perro que le mira, cumpliéndose así la profecía.

Tenemos también dos encuentros sexuales de Corso (con la viuda Liana y con la mujer sin nombre de ojos verdes), en otra escena dos llaves que sostiene en su mano el conserje del hotel, el grabado con los dos contrincantes de ajedrez y los dos perros peleando, los dos hermanos Ceniza, las dos flechas del ángel/Cupido, y dos intentos muy próximos de abrir la novena puerta (Balkan y Corso), resultando uno de ellos exitoso.

En la tercera lámina, tenemos que una figura celestial con la apariencia de Cupido tiene dos flechas, lo cual significa la dualidad en la que se debe combatir, a diferencia de los grabados falsos, donde la única flecha de Cupido representa la ilusión del amor.

En el verdadero grabado, Cupido como Dios del amor remite en el sentido iniciático a Venus, que aunque desde lo popular se le asocia como Diosa del amor, en realidad representa en este contexto el A-mort, y a Lucifer.

El arco y flecha es también el arma de Apolo Lucifer o de Diana Lucifera (Artemisa), con lo que tales flechas asumen por lo tanto un sentido iniciático. Sin olvidarnos del significado dado a Corso en el film por los hermanos Ceniza, del peligro amenazante desde arriba para quien se adentra demasiado en el misterio.

Y aquí se aplica también lo que refiere la baronesa a Corso: «El enemigo que acecha a quien cruce el puente», es decir, el guardián del umbral.

Recordemos que el puente como tal tiene una alta significación Hiperbórea. Por lo que aquí se entiende: quien intente aproximarse y cruzar el puente conducente al Selbst (pontificar), se encontrará con obstáculos demiúrgicos, como flechas desde lo alto.

Por cierto, en el film, examinando Corso esta lámina, descubre un misterioso parecido del ángel con los gemelos Ceniza, llevando bigote y rostro de facciones similares.

Hay una diferencia así, según la novela o el film, en cuanto el portador de la flecha es Cupido o un ángel, desempeñando para el caso la misma función.

Encontramos por lo tanto varios significados de un mismo grabado, y así ocurre también con los demás.

La inscripción que le acompaña es VERB. D.SVM C.S.T ARCAN. o VERBVM DIMISSVM CVSTODIAT ARCANVM, que se traduce como La palabra perdida guarda el secreto. Es decir, la palabra perdida es lo que permite acceder al significado auténtico, a modo de código, sea en antiguos grimorios u obras de arte ocultistas.

En este tercer grabado, se aprecia que el viajero o caminante lleva su bolso deambulante consigo, yendo de un sitio a otro, cruzando un puente. Aquí Corso representa al viajero, llevando también su bolso de viaje, y trasladándose en tren, que a modo de puente une los extremos de sitios distantes. Y al salir de la tienda de los hermanos Ceniza, el andamio que cae sobre él escenifica claramente el peligro que viene de arriba.

En el cuarto grabado, en el auténtico dibujo el laberinto tiene salida, siendo que en los falsos grabados la puerta está cerrada. Los tres dados, con los números 1, 2 y 3, suman 6, y siendo 3 dados, se está significando el 666.

Y lleva la inscripción FOR. N.N OMN. A.QUE., significando en latín FORTVNA NON OMNIBVS AEQVE — La suerte no es igual para todos.

Aparece aquí una clase de bufón frente al laberinto. Se trata de un tonto o ingenuo, que como se verá en el film, cuadra perfectamente a Boris Balkan, no hallando la salida del laberinto.

En tanto que Corso, pudo haber empezado de manera ingenua como tonto, más superó con éxito las pruebas presentadas, volviéndose un sabio, y halló la salida del laberinto.

Así, el grabado falso del laberinto sin salida, resultó también profético en cuanto a quienes no lograron encontrar la salida, quedando atrapados en el laberinto.

También el bufón frente al laberinto, con su ventana y salida, resultó escenificado por Corso afuera del castillo de Liana Telfer (el laberinto), e irrumpiendo a través de una ventana que rompe.

Recordemos que luego de la escena en que interviene Bruno armado y los lleva a Corso y la mujer sin nombre escaleras abajo, por orden de Liana, Corso termina reduciéndolo.

Y en este cuarto grabado hay 3 dados, uno de los cuales tambalea. Los tres dados representan a Corso, Bruno y la mujer sin nombre, siendo Bruno el que cae abatido (el dado tambaleante).

Por otro lado, el bufón como tal, si se trata de un Virya con cierta pureza de sangre, y quizá alguna orientación gnóstica (inconscientemente) representa en este contexto a quien se mofa o ríe en su travesía. Es decir, a quien expresa la Actitud Graciosa Luciférica, tomando con gracia y valor cualquier situación, por dramática que pueda parecer, ya que percibe con mayor o menor grado (dependiendo de su pureza de sangre) el carácter ilusorio de todo cuanto concierne al mundo.

Y notemos que el bufón se halla parado sostenido en su pie izquierdo… Lo que remite nuevamente al sendero de vía izquierda, vía para la que Corso ha demostrado a lo largo de la trama, ser un candidato apto.

En el quinto grabado, la figura de la muerte sostiene un reloj de arena, que en las copias falsas está lleno, en tanto en la figura auténtica está vacío, significando la ilusión del tiempo.

La inscripción que acompaña es FR.ST.A., remitiéndose al latín como FRVSTRA — En vano, en cuanto a la acumulación, en este caso de monedas, ya que la muerte aguarda con su tridente.

Frente a la pregunta de Corso a la baronesa, de porqué aparece la horca en forma de tridente en vez de una guadaña, la baronesa responde «porque la muerte siega, pero el diablo recolecta».

Se representa así, la muerte que seduce a un hombre contando una bolsa de monedas, y un reloj de arena próximo, marcando el tiempo.

Aquí Balkan representa la muerte, figuradamente hablando, ofreciendo dinero cada vez que Corso pretende echarse atrás.

Recordemos que Balkan provocó la muerte de Victor Fargas, la baronesa, Liana Telfer y probablemente de Bernie, aunque este punto se tratará en otro apartado más adelante.

El reloj de arena indica que el carácter o poder de muerte de Balkan ha llegado a su fin, dejando a Corso contar su dinero (el jugoso cheque que le espera en Nueva York).

En el sexto grabado aparece el colgado, lo cual recuerda uno de los primeros personajes al comienzo de la película, Bernie, el amigo librero de Corso, que aparece ahorcado en la misma posición del sexto grabado, apareciendo también ahorcado al inicio Andrew Telfer.

El colgado remite al mito de Odin/Wotan, quien se cuelga del Yggdrasil como un autosacrificio necesario para el despertar, obteniendo la sabiduría de las runas.

En el grabado verdadero, el colgado se halla sujeto de su pierna derecha, formando con relación a la pierna izquierda un ángulo recto.

Desde ya, los grabados falsos que presentan al colgado sujeto de su pierna izquierda, están significando la imposibilidad de acceder al misterio oculto, si la pierna izquierda (el sendero siniestro) se halla imposibilitada.

La espada flameante o de fuego que asoma por un ventanuco, remite al mito del edén, del querubín que custodia el árbol de la vida según el mito, siendo así necesaria la experiencia iniciática de muerte mística y renacimiento para acceder a ese árbol y fruto.

Y cerca del hombre colgado se yergue una enredadera apuntando hacia arriba.

La inscripción DIT.SCO M.R., que significa en latín DISTESCO MORI — Me enriquezco con la muerte, tiene una connotación iniciática de muerte y renacimiento necesarios (Nigredo y Albedo en la alquimia), que conecta perfectamente con la figura del ahorcado, y el mito de Odin ya referido.

Y la escena correspondiente en la trama aparece, como se ha mencionado, Bernie como el hombre colgado, hallándose el libro oculto tras una ventana secreta en el piso de arriba (la espada flameante) que Corso descubre, conduciendo allí una escalera caracol que representa aquí la enredadera erguida.

En el séptimo grabado, un rey se halla jugando al ajedrez con un plebeyo, siendo en el film el tablero del grabado verdadero de color blanco, lo cual en este caso simboliza la búsqueda de la iluminación o gnosis, y las piezas con que se juega son tanto blancas como negras.

Los dos perros que pelean, uno blanco y otro negro, también simbolizan esta misma dualidad en oposición (de hecho forman una figura semejante al símbolo del Yin/Yang chino) frente a la luz impasible y neutral de la luna que asoma por la ventana.

Esta dualidad, representada por los colores blanco y negro, comprende todos los pares de opuestos, tales como bien y mal, sabiduría e ignorancia, etc.

Tengamos presente que en la vía de mano izquierda, contrariamente al sendero demiúrgico, el blanco representa la falsa luz del mundo, y el negro por contrapartida, la negrura infinita e insondable del espíritu.

Discrepamos en este caso en cuanto al significado que aquí se presentó en el film, del tablero de ajedrez blanco como referente de la iluminación y gnosis, ya que si bien este simbolismo es válido en un sendero ocultista de mano derecha, es mediante la luz negra como se accede a la gnosis prohibida.

De hecho en El club Dumas, a diferencia de la película, el séptimo grabado verdadero presenta un tablero no blanco sino negro.

Más allá de esto, las piezas son blancas y negras, simbolizando la dualidad, desde y con la que se debe trabajar hacia la liberación.

Debemos distinguir así entre el blanco y negro arquetípicos de este mundo, de la negrura infinita primordial, representativa del espíritu.

Los perros son aquí los perros de Artemisa o Diana Lucifera, Diosa lunar, que envía sus perros tanto hacia aquellos a los que elige como suyos, como a los que la enfrentan.

Y la inscripción de esta séptima lámina es DIS.S P.TI.R M., significando en latín DISCIPVLVS POTIOR MAGISTRO — El discípulo supera al maestro.

Recordemos que Corso comenzó como un principiante en toda su búsqueda de las nueve puertas, siendo al comienzo Balkan un maestro. Más los roles, como en el juego de ajedrez, están por revertirse, dando Corso jaque mate.

Los dos jugadores aquí son Boris Balkan como hombre de riqueza y poder (rey), en tanto su contrincante es Corso. Y de tanto en tanto se comunican transmitiéndose sus movimientos.

La luna, como observadora imparcial, recuerda al taxista indio con turbante, que mantiene sus ojos bien abiertos pero la boca cerrada. Ni siquiera se advierte el movimiento de sus labios cuando habla.

Desde otra apreciación simbólica, la mujer que acompaña a Corso representa la luna como observadora impasible.

Esto se hace más notorio o patente en El club Dumas, donde siempre mantiene ella una actitud neutral y observadora.

Por supuesto dando luego su apoyo a Corso, ya que es el candidato elegido para acceder a la novena puerta, que va superando todas las pruebas u obstáculos.

También desde otro ángulo del análisis, la baronesa y Corso representan los dos contrincantes de ajedrez.

Recordemos que el piso de la biblioteca de la baronesa es de baldosas blancas y negras, como el tablero de ajedrez.

La baronesa cede finalmente al avance de Corso, logrando Corso superar la defensa inicial que ella despliega. Y así, la recepcionista juega el rol de un peón, permitiéndole la entrada, y la asistenta o secretaria, de un aspecto más robusto, se mantiene erguida, caminando en línea recta como una torre.

Un significado más oblicuo es que el contrincante de ajedrez es el propio Demiurgo, quien controla su juego.

El juego parece haber llegado a tablas, lo que se interpreta como la igualdad con su rival, sea Boris Balkan, la baronesa, o nuevamente, según el último significado apuntado, igualdad frente a frente con el Demiurgo.

El plebeyo, que en este contexto representa al Virya, utiliza piezas negras. Y esto significa la oposición a la blancura demiúrgica, sosteniendo por oposición estratégica el lado oscuro.

En el octavo grabado, un ángel está con su espada por decapitar a quien yace de rodillas y de espaldas. En los grabados falsos, el ángel no lleva halo a diferencia del verdadero.

VIC. I.T VIR. o VICTA IACET VIRTVS — La virtud yace vencida, es la frase de esta octava lámina, virtud representada por la doncella a punto de ser decapitada, con la rueda de la fortuna o el destino detrás, y tres palabras: regno, regnavi y regnabo, o los tres estadios conocidos en el medioevo como reino, reiné y reinaré.

La rueda se halla girando en dirección contraria a las agujas del reloj, lo cual tiene un doble significado. Por un lado representa la futilidad de un movimiento circular sin orientación. Más por otro lado, en el contexto del iniciado, el movimiento con orientación contraria al tiempo trascendente demiúrgico es conducente al Origen.

Y desde ya que debe irse más allá de la virtud o la moral convencional de este mundo si uno busca adentrarse tras las nueve puertas.

De allí el fruto prohibido del bien y el mal que ofrece la Serpiente Lucifer.

Nótese que esta es la octava puerta, la precedente a la novena y última puerta de la liberación.

En relación al halo del ángel, una nota de color que amerita comentar, más allá del contexto aquí analizado de las nueve puertas, es que en la antigüedad muchas divinidades se representaban con la caperuza de una serpiente (o una serpiente de varias cabezas, o incluso varias serpientes), y esa caperuza, un tanto ovalada sobre la cabeza de la divinidad, adepto o iniciado, devino con el tiempo, según algunos intérpretes del arte, en el halo con que se representa en el cristianismo a sus ángeles y santos.

En El club Dumas se trata de una doncella (representativa de la virtud), la que está a punto de ser decapitada. En tanto que en el film es un caballero.

En toda la trama el único hombre con actitud sacralizante, de rezar y orar es Balkan, en una rueda de futilidad donde todos sus empeños le llevan al fracaso, destinado a la muerte.

La figura verdadera de la novena puerta es la que finalmente Corso encuentra en la librería de los hermanos Ceniza, según el film, siéndole revelado por la misteriosa mujer que la novena figura en los tres libros era falsa, orientándolo nuevamente a los hermanos Ceniza, donde pese a no encontrar a los ancianos extraños sino dos obreros también algo peculiares, logra encontrar allí la figura auténtica correspondiente a la novena puerta.

Los hermanos Ceniza, como su propio nombre en español sugiere, estaban en realidad muertos, no siendo seres de este mundo.

Por muerto aquí entendemos alguien que ha muerto a la vida del mundo, a la vez que mantiene su existencia desde el otro lado, es decir que visto desde aquí es el reino de la muerte, proyectando desde allí los hermanos Ceniza sus diversas manifestaciones en este mundo.

Y los obreros que Corso encuentra en su taller, son de hecho ellos mismos bajo otra apariencia, como se comentará posteriormente.

En la figura que Corso encuentra, aparece Venus como el astro de ocho puntas, y la radiación luciferina alrededor.

Corso logra identificar por referencias el sitio de esa novena figura como el castillo cátaro de Puivert, a donde se traslada, abriéndose para él la novena y última puerta.

Accede así, tras lidiar con las pruebas iniciáticas representadas por las anteriores puertas de las sombras, al dominio luciferino.

Al comienzo de la película, en el despacho de Boris Balkan hay una gran fotografía de este mismo castillo cátaro que aparece al final en el grabado de la novena puerta. Esto es indicativo del laberinto, que tiene su misma salida en la entrada.

Este castillo es llamado de hecho la novena puerta, y también la torre del diablo.

La frase de esta novena lámina que se extrae del texto es N.NC SC.O TEN.BR. LVX, significando NVNC SCIO TENEBRIS LVX — Ahora sé que de las tinieblas viene la luz, lo cual connota necesariamente la luz y radiación de Lucifer.

Y es preciso sumergirse en las profundidades de la oscuridad para hallar la luz de Lucifer, que no se halla en la luz del mundo.

Este noveno grabado, en su versión falsa, presenta un castillo tras el que se hallan siete llamas, y la cortesana de Babilonia cabalgando el dragón de siete cabezas.

Por supuesto, revirtiendo el significado y sentido cristiano del apocalipsis en esta imagen, la Diosa triunfa sobre el Demiurgo, manteniendo el poder ofídico supremo.

En la película, Corso identifica a la mujer de la figura como siendo su misteriosa acompañante, quien además copula con él, manteniéndose ella en la postura de Lilith, cabalgando a Corso y despertando su poder draconiano, transmutándolo y permitiendo así que pueda entrar en la novena puerta.

Notemos como se aprecia en cierto momento, hallándose la mujer sobre Corso, la boca abierta y la lengua de Corso, connotando así el aspecto reptil u ofídico que ha despertado.

Las llamas en el grabado verdadero han mutado como una radiación, representando el fuego increado que devora la creación, y asimismo el fuego encendido del Maithuna mágico, manteniéndose el castillo en la escena con la mujer sobre el dragón de siete cabezas.

Además Polanski agrega en la verdadera imagen de la figura, como se mencionó, a Venus como estrella de ocho puntas, lo que concatenado con el castillo cátaro (que como sabemos los cátaros eran seguidores de Lucibel/Lucifer), da la pauta del giro y vuelco luciferino que hizo Polanski en relación a sus anteriores producciones cinematográficas, como El bebé de Rosemary.

Notemos que el noveno grabado falso, con el castillo en llamas, resultó profético para Balkan, fracasando en su acceso a la novena puerta. Fue así falso desde luego, ya que no representaba la auténtica figura de la novena puerta, más en su falsedad también está la clave de aquel que fracasa en la novena puerta, ardiendo en llamas, tal como Balkan.

Si consideramos el castillo como una arquémona, entonces claramente esta ha sido vulnerada, estando Balkan en desventaja estratégica.

Y apreciemos que desde una de las torres del castillo incendiándose, se aprecian siete llamas, al igual que las siete llamas del castillo en el grabado.

Continuando con el simbolismo, desde una figuración un tanto humorística, Corso con su hábito de fumar aparece siempre destilando humo como un dragón, porque el mismo es el dragón.

Sus cigarrillos de marca Lucky Strike o golpe de suerte, son también un guiño significativo, siendo por supuesto ese golpe de suerte (que no fue azar) dado por la mujer sin nombre de ojos verdes.

Resulta llamativo por otra parte, que con su hábito de fumar y beber alcohol a lo largo de toda la película, sean trece los cigarrillos que aparecen en escena, así como trece las copas o bebidas de alcohol. El trece, como significativo de lo arquetípico (recordemos las trece runas arquetípicas), representa todo lo que Corso debe ir atravesando, trascendiéndolo luego, enfocado hacia la liberación, entrando al dominio de lo luciferino increado.

Por otro lado debemos considerar y puntualizar las diferencias de los nueve grabados entre el libro El club Dumas de Pérez Reverte y el film de Polanski, La novena puerta.

En la novela, los grabados 2 y 5 del ejemplar de Balkan, 4, 7 y 8 del ejemplar de Fargas, así como 1, 3 y 6 en el de la baronesa, están firmados por Lucifer (LCF).

En tanto que en la película, son los grabados 3, 8 y 9 del ejemplar de Balkan, 2, 4 y 6 en el de Fargas, y 1, 5 y 7 del que posee la baronesa, los que se hallan con la firma LCF.

Un interesante detalle, es que en el film, Corso comprueba que en el ejemplar de la baronesa el séptimo grabado se halla firmado por Lucifer. Pero inmediatamente en sus notas registra el grabado 5 como firmado por LCF, y no el 7.

Y luego pasa revista al grabado 8.

En la película además, el auténtico grabado 7 presenta un tablero de ajedrez blanco, a diferencia de la novela, que es un tablero negro.

Y aquí señalemos también las diferencias que aparecen, ahora de El club Dumas con el libro Las nueve puertas.

En el supuesto libro Las nueve puertas, en el tercer grabado, el ángel no lleva flecha en su carcaj, en el séptimo grabado el tablero de ajedrez es blanco, y en el octavo grabado no hay un halo alrededor de la cabeza del caballero. Además lleva una clase de garrote y no una espada.

Por otro lado, según se aprecia casi al final del film, las figuras 1 y 7 que reúne Balkan para su ritual, no condicen con las firmadas por Lucifer según las indagaciones de Corso.

Más lo que debe tenerse en cuenta, es que antes de arribar a la novena puerta, el orden o secuencia de las anteriores puede variar en su combinación, en tanto se reúnan las claves resueltas de las demás puertas.

No estamos aquí hablando de una secuencia lineal y correlativa, en el sentido de uno, dos, tres… Sino de un sendero sinuoso, que puede ir en una u otra dirección, culminando claro, en la novena puerta.

Así, recordemos que Balkan había reunido y numerado los nueve grabados en el siguiente orden: 1, 4, 3, 6, 7, 5, 8, 2, 9.

Y el orden en que los nueve grabados van apareciendo a lo largo de toda la película, sin tomar en cuenta las repeticiones, y sin detenernos aquí en los episodios y escenas específicas de su aparición, es en la secuencia 1, 8, 9, 5, 6, 3, 2, 4, 7. Una secuencia que llevó a Corso finalmente a culminar en la novena puerta.


Simbolismo demiúrgico y consideraciones finales

También aparece cierto simbolismo demiúrgico en este film, producto de la confusión sinárquica, que consideramos también un tributo que seguramente Polanski debió pagar para producir esta obra maestra.

Así por ejemplo, el mosaico masónico de baldosas blancas y negras en la biblioteca de la baronesa, o también al inicio del film, en la residencia donde Corso ha ido a tasar una biblioteca, un retrato muy fugaz de Madame Blavatsky, o la escena en que un momento antes de que los hermanos Ceniza pronuncien al unísono Lucifer, se escucha el zumbido de una mosca, lo que en términos esotérico-simbólicos remite a Belcebú como Señor de las moscas, manteniéndose así la confusión de Lucifer con Belcebú.

La forma en que Andrew Telfer aparece colgado, por otra parte, sin su calcetín del pie izquierdo, y con la soga al cuello, recuerdan la ritualística de iniciación en el grado Aprendiz de la masonería.

Además de la inclusión en el film de determinados lugares bajo el ala sinárquica, como se verá posteriormente.

Todo un simbolismo sinárquico que Polanski debió pagar, para una licencia sin impedimentos de un desenlace luciferino.

Cuando se habla de las nueve puertas debe tenerse presente que este simbolismo se halla presente desde la antigüedad en numerosas tradiciones, y citaremos aquí algunos ilustres ejemplos.

En el Bhagavata Purana, por ejemplo, en la historia del rey Puranjana se habla de la ciudad de las nueve puertas, que comprenden los ojos, los oídos, las fosas nasales, la boca, los genitales y el ano.

En el Bhagavad Gita, Krishna también menciona el cuerpo físico como la ciudad de las nueve puertas.

En términos tántricos se comprende que el área genital propiamente, es decir el lingam del hombre, o su falo, en interacción con el yoni de la mujer, es el paso a través de la novena puerta.

Tenemos también que en la antigua Babilonia había ocho puertas, de donde se comprende que hay una novena puerta secreta. Y resulta significativo que Babilonia deriva de Bab-ilim o puerta de los Dioses.

Más aún, la principal puerta de Babilonia, la puerta de Ishtar (la Diosa de Venus, y por lo tanto también referente de la puerta de Venus por donde se dice entraron los Siddhas) estaba ornamentada con figuras ofídicas.

Según Charles William King, en su libro The Gnostics and Their Remains, la figura del pentáculo (figura geométrica asociada como sabemos con la órbita de Venus, y con la proporción áurea) era utilizada por los gnósticos ofitas, seguidores de la serpiente, para ir atravesando las esferas de los arcontes hacia la liberación.

Consideremos que el Demiurgo es conocido en antiguos textos gnósticos como Yaldabaoth, teniendo bajo su mando a siete arcontes, de modo que aquí tenemos ocho instancias que deben superarse, para finalmente mediante la novena puerta salir definitivamente de este mundo.

En la portada de Las nueve puertas se aprecia la figura de un pentáculo, símbolo que también ha sido apropiado por los poderes demiúrgicos sinárquicos, dándole, al igual que se hizo con muchos otros símbolos, una resignificación demiúrgica.

Más allá luego de qué es la novena puerta, la siguiente cuestión que se presenta, obviamente, es qué hay tras la novena puerta.

Desde nuestra consideración Hiperbórea, representa el retorno al Origen, y el encuentro con Lucifer, así como el reencuentro con la Dama del Origen, la Diosa o propia pareja original.

De modo, que sin lugar a dudas la novena puerta es la puerta hacia la liberación.

Desde ya que el llegar a esta instancia comprende también la plena sabiduría, comprendiendo la ilusión del mundo, a la vez que los misterios del universo, con el signo del Origen.

Recordemos que en la Sabiduría Hiperbórea es la puerta de Venus por donde los Siddhas han entrado a este mundo, y aquí estamos bajo otra nomenclatura con el mismo concepto.

Como portal dimensional o Stargate, la novena puerta puede ser comprendida como la puerta por donde los Primigenios entran a este mundo, los Siddhas Dracos, hombres lagarto y hombres serpiente. Es decir, como portal inter-dimensional es una puerta bilateral, pudiéndose entrar o salir a través de ella.

Y al hablar de una puerta bilateral, debemos saber que tanto se puede retornar al mundo increado a través de las nueve puertas o instancias iniciáticas, como también a la inversa, los Siddhas provenientes del mundo increado, han debido atravesar nueve puertas hasta llegar a la novena puerta, Venus (sistema real artificial creado por los Siddhas), en relación ya con la densidad del mundo de la materia, el mundo del Demiurgo.

Esto es comprensible, dado que desde el mundo del espíritu, o increado, no se pasa directamente al mundo de la materia burda o densa, sino que hay estancias intermedias. Más de cualquier manera, el tránsito para los Siddhas es directo, y hasta casi instantáneo diríamos, por su misma condición de Siddhas.

En el caso del Virya orientado, tenemos que las nueve puertas que debe atravesar tienen relación con el secreto del ángulo recto. El ángulo recto, nuevamente, funciona en forma bilateral. Tanto para un Virya ingresar a una arquémona, como para un Siddha (por ejemplo, el capitán Kiev, según se refiere en El misterio de Belicena Villca), manifestarse en este plano.

Así, considerando el secreto del ángulo recto, es posicionándose en nueve ángulos como el Yo orientado transita y concreta la senda de retorno al Origen.

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Interpretación gnóstica luciférica hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Primera parte –

Por Christian C.

En el film The Ninth Gate o La novena puerta, traducido a veces también como La última puerta, Roman Polanski presenta indicios de cierta aproximación al luciferismo. Si su producción cinematográfica de los años 60, El bebé de Rosemary, circundaba en torno al satanismo, con La novena puerta dio un giro en cierta medida hacia el luciferismo, manteniendo no obstante ciertos puntos concomitantes con el satanismo.

El film se basa en el libro de Arturo Pérez Reverte, El club Dumas, donde a diferencia de la película, se entremezclan dos historias distintas: en torno a un manuscrito atribuido a Alejandro Dumas por un lado, El vino de Anjou, y por otro lado, Las nueve puertas. Si bien Corso, el protagonista, está convencido durante casi toda la trama que ambas cuestiones están conectadas, finalmente descubre que no es así. Más en el film de Polanski se omite todo el tema del manuscrito de Alejandro Dumas, manteniendo así algunas licencias respecto a la obra literaria de Pérez Reverte.

Nos atendremos en este análisis a elementos tanto del libro como del film, alternando de uno a otro en cuanto a lo esotérico y luciferino, siendo que en algunos aspectos el libro y la película se complementan perfectamente. Expondremos tanto los elementos demiúrgicos como hiperbóreos que se presentan, ubicándolos en sus respectivos contextos.

De Umbrarum Regni Novem Portis significa Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras, y es el libro sobre el que discurre toda la historia. Libro atribuido a Aristide Torchia en 1666, y quemado como hereje por la inquisición en 1667. Curiosamente, sea de forma intencionada o no, el año de publicación del libro de Torchia es 1666, y el año de la película La novena puerta es 1999, números que al revés nos dan también 1666. Y sincronísticamente, entre 1666 y 1999 transcurren 333 años, que sumándolos se sintetizan nuevamente en el 9.

Aristide Torchia basó su escrito en el Delomelanicon, texto atribuido al propio Lucifer, que encontró durante su estancia en Praga (foco en aquel entonces de ocultismo, alquimia y magia) estudiando la magia oscura. Consideremos que el significado de Delomelanicon es Invocación a la oscuridad victoriosa (derivando de Delos –invocar–, mela –oscuro– y Nikon –victoria–), en la que ha de hallarse la luz de Lucifer, tras el cruce del abismo. Al mismo tiempo, tal como se explica en la Sabiduría Hiperbórea, la luz del espíritu, luz de Lucifer, es oscuridad para la percepción del alma.

Las nueve puertas representan aquí pruebas iniciáticas en la senda de Lucifer, a modo de, simbólicamente hablando, los nueve meses de gestación luciferina. En el libro, a diferencia de la película, se explicita claramente la identidad oculta de la mujer que asiste a Corso como el diablo, citando incluso el mito cristiano de los ángeles rebeldes. No obstante, cuando hablamos aquí de la figura del diablo, es necesario considerar todo el ropaje cultural cristiano que se le ha añadido, y que desde nuestra consideración, Lucifer (independientemente del tema de las etimologías) es el aspecto espiritual, luminoso y rebelde del diablo. El aspecto más iniciático, en relación a otros aspectos (como caos y destrucción), que también se le atribuyen.

De igual modo, el término demonio debe ser aquí resignificado, remitiéndonos a su acepción original griega, Daimon, a modo de guía o genio tutelar en el conocimiento, pudiendo ser de hecho bueno o malo. Se decía por ejemplo que Sócrates era asistido por su Daimon personal.

Haciendo un alto a toda esta temática, debe tenerse en cuenta que a diferencia de la magia y brujería para logros menores, que son no obstante válidos (dinero, fama, sexo, etc.), la clase de magia oscura como la expuesta en el Delomelanicon se focaliza en un logro iniciático de mucho mayor alcance que todo lo anterior, como se expondrá luego.

En el film La novena puerta, Corso recibe la encomienda del trabajo a realizar de Boris Balkan (en El club Dumas es Varo Borja) de comparar su recientemente adquirido ejemplar de Las nueve puertas con otros dos ejemplares, también de coleccionistas privados, en Portugal y Francia. Tres ejemplares han sobrevivido a la hoguera y persecución de libros malditos por la Santa inquisición, según declaró el propio Aristide Torchia. Así, en los siglos posteriores, varios ocultistas intentaron realizar el ritual del libro prohibido, basándose en sus indicaciones y los nueve grabados, incluyendo por ejemplo Madame de Pontespan de la corte de Luis XIV, aunque sin resultado.

Tenemos entonces tres copias sobrevivientes de la inquisición: una en poder de Balkan (comprada al recientemente suicidado Telfer, que en el libro es Taillefer), una en Sintra, Portugal, que posee Victor Fargas en su colección privada, y la de la baronesa Kessler (en el libro la baronesa Ungern) en París. Boris Balkan está convencido que sólo uno de los tres ejemplares es auténtico, por lo que le encomienda a Corso que viaje a Portugal y Francia, para comparar esos dos ejemplares con el suyo, que le deja a su cuidado.

Debe acotarse que en la película, la viuda de Andrew Telfer, Liana, es adherente a una orden oculta, y se halla también tras el libro que le había comprado su fallecido esposo, quien se lo vende luego a Balkan. En tanto que en El club Dumas de Pérez Reverte, la viuda solamente está interesada en el manuscrito de Dumas que custodia Corso, también perteneciente antes a su fallecido esposo. Y esto se puntualiza debido a que en el film, Liana Telfer aporta interesantes elementos esotéricos.

Partamos de la base del autor de Las nueve puertas, Aristide Torchia, quien procediendo de una familia veneciana de comerciantes, viaja a Holanda, trasladándose prontamente a Praga, de donde luego de un tiempo regresa a Venecia como iniciado en el saber oculto. Allí es cuando llega a escribir, entre otros libros, Las nueve puertas, en cuya portada aparece una serpiente enroscada alrededor de un árbol que es desgajado por un rayo. Tratándose aquí la serpiente enroscada en el árbol de un emblemático símbolo ofídico del saber oculto y prohibido, connotando el rayo también el poder luciferino.

Y acompañando la portada, la leyenda Sit Luceat Lux, o Así brillará la luz, evocando así la radiación luciferina (Lucifer/Lux-ferEl que trae la luz). También se menciona en la portada, Cum superiorum privilegio venia o Con licencia y privilegio de los superiores, lo que es interpretado por la baronesa, según le refiere a Corso, como la misión encomendada de publicar el libro por alguna cofradía oculta a la que Torchia pertenecería. Más también podemos entenderlo como una alusión a la venia o consentimiento de los Siddhas.

Esta sentencia de la portada, Sit Luceat Lux, se atribuye asimismo al ocultista y científico Giordano Bruno, con quien Aristide Torchia mantiene interesantes paralelos, comparándose ambos en la obra de Pérez Reverte. Se menciona que en sus obras de ocultismo y magia, Giordano Bruno utilizó precisamente los términos Delos y Mela (con los que se conforma Delomelanicon) y refirió asimismo: «En el camino de los hombres que quieren saber, hay nueve puertas secretas».

Giordano Bruno fue apresado en Venecia como hereje, y quemado vivo en Roma, Campo di Fiori, en febrero de 1600. Unas décadas después, en la obra de Pérez Reverte, Aristide Torchia es detenido en Venecia, torturado y quemado en Roma, en febrero de 1666. Desde ya, considerando el carácter ficticio del personaje de Aristide Torchia, con los paralelos esbozados es claro que se está haciendo un homenaje a Giordano Bruno, detentador del conocimiento oculto, y quemado por la Iglesia, brazo de la sinarquía.

El triple 6, en 1666, no deja de ser significativo, dado que los valores del culto demiúrgico cristiano se hallan invertidos, condenando bajo esta cifra emblemática la verdadera fuente de sabiduría, Lucifer y sus emisarios.

Un aspecto muy explícito en el film de Polanski, es la escena en que los hermanos Ceniza le comentan a Corso, en referencia al grabado en el libro de un ángel apuntando con su flecha hacia abajo: «Si te aventuras demasiado lejos, el peligro te acechará desde arriba». Y nótese que el peligro, el ataque, procede «desde arriba de un ángel», es decir, de fuerzas demiúrgicas que se oponen a quien se adentre profundamente en los misterios luciferinos.

Cuando Corso sale luego del taller de los hermanos Ceniza, el andamio de una obra en construcción se desmorona sobre él, teniendo que correr para no sufrir un accidente. Es decir, claramente lo que en la Sabiduría Hiperbórea se conoce como un fenómeno de segundo grado, provocado por el Demiurgo en ataque a sus opositores.

Se ha comparado también el Delomelanicon con el Necronomicón que nos ha presentado Lovecraft, y atribuido al insigne ocultista Abdul Alhazred, el árabe loco. En ambos casos, siendo el Delomelanicon una ficción literaria de Pérez Reverte, se está tratando de libros prohibidos, libros malditos por la sociedad y religión convencional, con lo que, más allá del argumento ficticio de la novela de Pérez Reverte o el film de Polanski, se exponen bajo la nómina de este libro importantes claves iniciáticas.

¿Pudo deberse quizá la orientación de Polanski hacia lo luciferino, al contacto y relación con su mujer, Emmanuelle Seigner (quien en la película protagoniza a la misteriosa mujer que acompaña a Corso), siendo una mujer Kali? Esta misteriosa mujer (en la trama del libro, Irene Adler, el mismo nombre de aquella dama que derrotara a Sherlock Holmes en un cuento de Conan Doyle), es una mujer que representa a Lucifer. Y la presencia femenina en lo luciferino remite a Lilith, por lo que se trata de Lilith misma.

En un diálogo de la novela donde Corso conversa con Irene Adler sobre distintas representaciones del diablo en la literatura (el Mefistófeles de Fausto, el diablo en Los hermanos Karamazov de Dostoyevski, el diablo de Dante, etc.), Corso le comenta que prefiere el diablo de Milton (de la obra El paraíso perdido), a lo que la extraña dama sonríe complacida y enigmáticamente. Y es que, de las obras citadas, es en la obra de Milton donde se efectúa una mayor aproximación luciferina.

Tal como la baronesa le comenta a Corso en la novela: «La demonología erudita identifica a Lucifer con la sabiduría». Es decir, el propósito último del Delomelanicon, o de Las nueve puertas de Aristide Torchia, es la sabiduría y la inmortalidad. Más muchos no llegan a este objetivo en alineamiento con el luciferismo, sino más bien quedan atrapados en su sombra, el satanismo.

Tal como Boris Balkan le reprocha a la viuda Telfer, no puede meramente mediante una orgía y ciertas letanías engañarse «al maestro» (Lucifer), haciéndolo comparecer. Esto alude precisamente a quienes quedan capturados en una mera sombra del luciferismo, sin orientación iniciática.

Liana Telfer pertenecía, al igual que años atrás la baronesa, a la orden La Serpiente de Plata, creada en honor de Torchia, y reuniéndose anualmente en su aniversario para preservar su legado. Aunque, como la baronesa bien le refiere a Corso, con el tiempo esta sociedad degeneró en una clase de club social, con cierto pretexto esotérico para mantener orgías.

Demás está decir que adeptos de esa clase de agrupaciones o cultos, que incluso claman ser luciferinos, no obtienen la Gnosis, y hasta incluso caen en una disposición sacralizante o de culto respecto a Lucifer, sin recibir su luz oculta, la sabiduría o Gnosis prohibida. Por lo que la aproximación de estos adeptos a la Serpiente no pasa nunca de un marco arquetípico.

Por supuesto, no se está significando aquí aquellos que practican el Maithuna y magia sexual, con la orientación gnóstica apropiada.

Liana Telfer llevaba la serpiente tatuada en su muslo. El símbolo serpentino es aquí interesante, porque se trata de una serpiente enroscada en sí misma que muerde su cola a modo de Uróboros. Y en el caso de adeptos como Liana Telfer, su Uróboros no deja de ser un ciclo repetitivo continuo.

Tomando en cuenta los distintos niveles de significación del Uróboros, desde lo luciferino la concepción sería que el laberinto tiene su salida en su mismo punto de entrada (de allí la serpiente mordiéndose la cola, y sintetizando toda la trayectoria), por lo que bajo este concepto y perspectiva, el Uróboros representa aquí el retorno al Origen.

El tatuaje de Liana Telfer está conformado por tres formas casi circulares, donde de un lado puede apreciarse perfectamente un 8 (símbolo del infinito, y figurado como dos serpientes entrelazadas), formado por dos de esos cuasi círculos, con un tercero sobre ellos, culminando así con una figura de significado representativo implícito de lo que sigue al 8. Es decir, el 9. Una alusión así a las nueve puertas.

Desde otra perspectiva, se pueden apreciar en el tatuaje, según el ángulo, tres 6, conformando así el 666. En El club Dumas, la viuda Taillefer (en quien se basa la Telfer de la película) lleva en cambio el tatuaje de una flor de lis en la pierna.

Se encuentran así, como se comentó previamente, elementos esotérico-iniciáticos tanto en el film como en el libro, complementándose ambos. El 666 lo encontramos también en otras escenas de la película, como cuando Boris Balkan lleva a Corso a través de un ascensor, pulsando tres veces el botón del seis. Y asimismo, también un triple seis como código para acceder a su selecta biblioteca privada de demonología.

Aunque teniendo cierta orientación gnóstica, Boris Balkan tampoco logró dar con el secreto del libro. Esencialmente porque el noveno grabado era falso, pero además, debido a falta de orientación (falta de suficiente pureza de sangre), pretendió prematuramente ser invulnerable a las condiciones físicas, rociándose con gasolina y rodeado de llamas. Por supuesto que agonizó quemándose, muriendo luego con un tiro de gracia de Corso.

Más lo que se desprende de esto, es que en su confusión estratégica, Boris Balkan confundió el fuego de este mundo con el fuego increado.

En El club Dumas, como ya se mencionó, es Varo Borja quien asume este papel en vez de Boris Balkan, apareciendo también Boris Balkan, pero con otro protagonismo en la novela. Y con cierta orientación gnóstica (aunque no la suficiente), Varo Borja reconoció el valor iniciático de la Serpiente/Dragón, según la siguiente escena:

«Serpens aut draco qui caudam devoravit –Varo Borja le sonrió al vacío, limpiándose la boca con el dorso de la mano; un rastro oscuro quedó en éste y en su mejilla izquierda–… Ellos custodian los tesoros: árbol de la sabiduría en el Paraíso, manzanas de las Hespérides, Vellocino de Oro… –hablaba enajenado, ausente, describiendo un sueño desde el interior–. Son esas serpientes o dragones que los antiguos egipcios pintaban formando círculo, mordiéndose la cola para indicar que procedían de una misma cosa y se bastaban a sí mismas… Guardianes insomnes, orgullosos y sabios; dragones herméticos que matan al indigno y sólo se dejan seducir por quien ha combatido de acuerdo con las reglas. Guardianes de la palabra perdida: la fórmula mágica que abre los ojos y permite ser igual a Dios.»

Aquí se enlaza perfectamente lo ofídico/serpentino con lo luciferino, refiriéndose la aproximación del iniciado a la Serpiente de la sabiduría en busca del fruto prohibido, la Gnosis, y tras las pruebas iniciáticas necesarias, el alcance del logro último de la auto-deificación (el objetivo o meta misma del sendero de mano izquierda), es decir, uno mismo como un Dios o Diosa.

Parafraseando a la Antigua Serpiente: Eritis sicut dii scientes bonum et malum«Serás como Dios, consciente del bien y del mal». En rigor de verdad, no se trata aquí de igualar a Dios como referente último. Sino que esa igualdad se debe a que uno mismo es un Dios o Diosa en el Origen, instancia que debe uno recordar desde la sangre y recuperar a través del sendero iniciático.

Así, ese es el sentido de las palabras del Dios Serpiente Lucifer: no someterse a otra divinidad o Dios, sino alcanzar uno mismo ese estatus de Dios. Más no como muchos entienden, fusionándose con Dios o siendo uno con Él, sino manteniendo una divinidad propia, individual y separada, de carácter infinito y absoluto.

De modo que, siendo riguroso en el análisis, no se trata en realidad como dice Varo Borja de ser igual a Dios (si nos referimos, como convencionalmente se hace, al Dios bíblico o Demiurgo), sino de alcanzar un estatus de igualdad con Lucifer, como Siddha en el Origen.

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Análisis Hiperbóreo de «El bebé de Rosemary» – Segunda parte

Por Christian C.

Unos diez años después de «El bebé de Rosemary», en 1976 surge como secuela la película «Look What Happened to Rosemary’s Baby», dirigida por Sam O’Steen, con guión de Ira Levin.
La única artista de «El bebé de Rosemary» que actúa también aquí es Ruth Gordon, desempeñando el papel de Minnie Castevet.
La película carece de contenido gnóstico y se desarrolla a partir del argumento de Rosemary escapando con su hijo, perseguida de cerca por el culto.
Aunque Rosemary le ha dado a su hijo el nombre Andrew, Roman Castevet y sus seguidores continúan llamándolo «Adrián», en honor de Adrián Marcato.
Rosemary se oculta inicialmente con el niño en una sinagoga, donde aparentemente el rastro psíquico a distancia del culto se pierde o desorienta. Lo cual demuestra la falta de orientación gnóstica, al no comprender que Satán es el mismo Dios bíblico, o, si se quiere puntualizar, su reverso o sombra.
La cruz cristiana produce quemazón en el cuerpo del niño, continuando con el imaginario simbólico colectivo clásico de cristianismo vs. satanismo, sin mayor profundidad.

Continúa en este film, así como en «El bebé de Rosemary», el despliegue de facultades psíquicas por parte del culto, pudiendo los brujos seguir el rastro de una persona a distancia, influir en su mente, enfermar o atacar a alguien, deviniendo en el misterioso final trágico de Rosemary, que, siendo engañada y separada de su hijo, es llevada por la noche en un autobús sin conductor…
Se mantiene la consideración y práctica en este culto de una reversión del cristianismo, por lo que no dejan de ser dos caras de una misma moneda, precisándose mutuamente.
Así, por ejemplo, Roman Castevet comenta que el niño puede ser criado no por ellos, sino por una mujer común, interactuando con la sociedad, dando como ejemplo que «el otro niño fue criado como hijo de un carpintero».

Al llegar a una edad adulta, y conforme a cierto alineamiento astrológico, Roman y Minnie Castevet (los padrinos de Adrián), así como otras personas del grupo, acuden a celebrar el cumpleaños de Adrián, sabiendo que a la medianoche debía ser expuesto a una prueba. La hora se debe a que fue concebido a la medianoche.
Y esta prueba se basa en el concepto de que, así como en el relato bíblico Cristo recibió sus poderes a los treinta años de edad, Adrián debe demostrar ser merecedor de recibir los poderes de su padre Satán.
Para lo cual, siguiendo un rito primitivo, debe en un acto de violencia y crueldad, ser bañado en sangre.
Guy Woodhouse, el ex esposo de Rosemary y padre carnal del niño, acude también a la celebración, aunque sin que Adrián sepa que se trata de su padre «biológico».

Es expuesto Adrián a un estado alterado de euforia bajo la influencia de alcohol y rock and roll, frente a lo que Roman Castevet comenta complacido que «hay más regocijo en el infierno por la corrupción de un justo, que el canto de cien impíos», invirtiendo así la máxima del cristianismo.
No deja de ser, por lo tanto, un reverso del cristianismo, o su sombra.
Los consejos de Peter, el amigo cristiano de Adrián, son desestimados, manteniéndose de ese modo ese dualismo de «bien y mal», representados en las figuras del cristianismo y el satanismo.
Tras una muerte por electrificación de Peter, provocada sin haber sido planificada por Guy Woodhouse, Adrián sufre cierta conmoción y desestabilidad, y se sale del desenfreno en que estaba sumido.
Habiendo fracasado en la prueba, despierta de un estado de coma inducido en una institución psiquiátrica, pesando sobre él la acusación de haber asesinado a su amigo Peter.
Y al despertar, ya no recuerda su nombre como «Adrián», sino como «Andrew».

Comienza paulatinamente a tener ciertos recuerdos y convence a una asistente de la institución psiquiátrica, de la que se hace amigo, para que lo ayude a escapar de allí.
Más ocurre que esta mujer termina siendo un miembro más del culto, intimando luego sexualmente con Andrew, para de ese modo utilizar su cuerpo (ya que su mente había fallado en la prueba requerida), y así, como se hizo con Rosemary, ahora invirtiendo los roles masculino/femenino, tener un hijo de Andrew, que no deja de ser un hijo engendrado por Satán, llevando esa esencia en la sangre.
Cierto concepto lejano y distorsionado del concepto hiperbóreo del «legado de sangre» parece asomar aquí, aunque desprovisto de significado gnóstico.
Y del mismo modo, se insinúa cierta unidad del cristianismo y el satanismo, cuando se dice que luz y sombra han estado desde el inicio del universo, y así como hubo un período de dos mil años del cristianismo (que después de todo no fue tan bueno, con sus guerras, pestes y caos), ahora se iniciaba un nuevo período.
No deja esto de ser una sugerencia de una alternancia complementaria entre dos facciones aparentemente opuestas.

Décadas después del libro «La semilla del diablo», Ira Levin publica una continuación de la historia, bajo el título «El hijo de Rosemary» en 1997.
La historia es distinta a la continuación del film «Look What Happened to Rosemary’s Baby», pese a que el guión fue escrito también por Ira Levin.
Aunque se trata, por supuesto, de una ficción, este doble argumento de carácter diferente, en continuación de la historia de Rosemary y su hijo, con los mismos personajes, se encuadra en lo que en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea» se conoce como «El gran secreto de Maya».
Ciertamente puede considerarse bajo esta óptica, desde IHPC (iniciado hiperbóreo en presente comprensivo), que Rosemary y su hijo, los Castevet, etc., se hallaban situados simultáneamente en distintos contextos de significación.
Es decir, lo que se conoce en otros términos como «realidades paralelas».

En «El hijo de Rosemary», el niño ya ha crecido, y tornándose adulto dirige una sociedad altruista que trabaja en aras de la paz del mundo, conocida como «Los hijos de Dios», con sede en Nueva York.
Esto condice con los planes de la sinarquía, que tras supuestos planes filantrópicos, altruistas y con objetivos de «unificación globalista», ocultan siniestros objetivos de dominación mundial.
Rosemary despierta muchos años después de un estado de coma en que había sido sumida intencionalmente por los Castevet, debido a su intento de escapar con el niño.
Tras su encuentro con su hijo ya adulto, se convence momentáneamente de que su hijo no ha seguido el sendero del satanismo, sino que se ha rebelado contra su designio impuesto de nacimiento, trabajando ahora por el «bien del mundo».

«Los hijos de Dios», bajo la dirección de «Andrew Castevet» (siendo criado por los Castevet, fue registrado con ese apellido), trabajan en el proyecto de un encendido mundial de velas, la «noche buena» previa a navidad.
El siniestro plan, que Rosemary llega a descubrir muy tarde, encubre un componente químico oculto en las velas de venta masiva para el evento mundial, que termina por aniquilar a la humanidad. Es decir, un sacrificio masivo de la humanidad entera.
Previamente, cuando las sospechas de Rosemary despiertan, llega a descubrir una ceremonia secreta de su hijo y allegados, donde utilizan toda una indumentaria de celebración que es referida luego por Andrew como «druida». Tanto el atuendo, o túnicas con capucha que utilizan, como las danzas y música desplegadas a tal efecto.
Este enlace del satanismo con el druidismo, tal como se expone claramente en «El misterio de Belicena Villca», deja en claro que Ira Levin debió tener algún conocimiento al respecto, o llegó a captar esta cuestión en su psique de alguna manera.

El personaje que Rosemary conoce como Joe termina siendo el propio diablo, el padre de Andrew, que se asegura de que el plan de destrucción masiva llegue a su fin, desconfiando de la naturaleza «mitad humana» de Andrew. Para lo cual, termina crucificándolo, con lo que nuevamente se constela en este argumento el mito cristiano.
Rosemary recibe la propuesta de «Joe» de tener el privilegio de ser la única sobreviviente humana de la masacre, teniendo juventud y vida eterna junto a él.
Negándose a esta petición primero, y luego resignándose, Rosemary sigue a Joe, descendiendo ambos por un ascensor, donde el calor se hace cada vez más intenso e insoportable.
Este suceso connota el «descenso al infierno caliente», es decir, el infierno («infernus» o inferior en latín) de «fuego caliente», que no es, por supuesto, el fuego frío o fuego luciferino.
El «infierno de fuego caliente» no es otra cosa que este mundo demiúrgico, el samsara o rueda de nacimientos y muertes.

Y desde ese «descenso en el ascensor», Rosemary aparece en otro escenario, otro plano y contexto de significación, «despertando como si hubiera tenido una terrible pesadilla», años atrás en 1965, junto a su esposo Guy y recién casada, antes de tener su hijo. Todo cuanto ha sucedido aparece en su mente ahora como «un sueño».
Y la posibilidad de rentar un departamento en el edificio Bramford se presenta nuevamente…
Esto, por un lado, connota el concepto del poder que posee el Demiurgo para cambiar a un Virya dormido de un espacio de significación a otro, sin siquiera que éste lo advierta.
En todo caso, «se ha tratado de un sueño».
También, por otro lado, esto connota el poder que poseen los Siddhas traidores, dado a ellos por el Demiurgo, de «resetear» la Kalachakra, «retrocediendo así en el tiempo», y cambiando una línea temporal y determinado plano de significación.

En 2014 surge una nueva versión de «El bebé de Rosemary», en una miniserie francesa de 2 episodios, donde el papel de Rosemary es interpretado por Zoe Saldaña.
Los hechos transcurren en París, y el edificio análogo al Bramford es «La Chimère», con el relieve en la entrada de una figura ofídica alada.
Este edificio había sido construido en 1860 como residencia de ricos y famosos, y comprado luego por «Roman Castevet» unos 30 años antes de los hechos de Rosemary, simultáneamente hacia la misma época en que Steven Marcato desaparece de la escena.
Siendo, por supuesto, Roman Castevet y Steven Marcato la misma persona, habiendo ahora asumido otra identidad.

Aquí los Castevet son un matrimonio joven, a diferencia de la versión original, siendo Roman Castevet y su esposa Margaux (equivalente a Minnie Castevet), también muy dada a las preparaciones de infusiones y hierbas.
Guy Woodhouse, el esposo de Rosemary, siendo escritor y teniendo una beca en la Sorbona, obtiene luego de «pactar» con los Castevet el puesto de jefe del departamento de literatura inglesa, puesto que iba a ser dado a la profesora Bishop, la cual sufre un misterioso ataque de histeria que la lleva al suicidio.
Guy y Rosemary reciben de los Castevet como regalo un gato negro con collar rojo, el cual es como una clase de entidad al servicio del matrimonio infame, manteniendo la vigilancia de los recién casados, con el objetivo que ya todos conocemos.

Desde la época en que Roman Castevet reside en «La Chimère», un comisario comienza a encontrar, a lo largo de 30 años, mujeres asesinadas misteriosamente a las que les falta el corazón.
A partir de las indagaciones que Rosemary hace acerca de Nena Pascal, la anterior inquilina del departamento que ahora ella ocupa, llega a una iglesia copta, que era frecuentada por Nena.
Y así descubre, a través de un sacerdote, que «La Chimère» fue copado por un culto de satanistas, pretendiendo hacer con Nena Pascal la madre de su futuro «mesías esperado». Es decir, el mismo intento que luego se hará con Rosemary, y de igual manera, siendo traicionada por su esposo, en este caso de nombre Jacques.
El sacerdote le cuenta a Rosemary que vio hace tiempo a Steven Marcato en el área del edificio, junto a una prostituta a la que asesinaba, arrancándole su corazón para comerlo.
De ese modo, Steven Marcato, y seguramente también su esposa Margaux, se mantenían jóvenes y longevos al paso del tiempo, mediante ritos secretos de canibalismo, en que absorbían la vitalidad de sus víctimas.
De igual manera, las hermanas Trench, de quienes en «La semilla del diablo» de Ira Levin ya se mencionaban como responsables de actos de canibalismo.

Al igual que en la película de Polanski, aquí también Rosemary recibe infusiones diarias de una preparación hecha por Margaux, en este caso una «sopa de fertilidad».
Y en la extraña ceremonia en que Rosemary es drogada y fecundada, es Steven Marcato quien asume el rol de vehículo transmisor de «la semilla del diablo».
Rosemary también tiene ciertas visiones y encuentros con Steven Marcato, supuestamente desaparecido hace años, y de aspecto más joven, distinto a Roman Castevet.
De donde se desprende que Steven Marcato/Roman Castevet poseía el poder de cambiar de aspecto a voluntad, e incluso consideramos que los encuentros que Rosemary tuvo con Steven Marcato fueron a partir de un desdoblamiento astral de «Roman Castevet», asumiendo esa forma astralmente y condensándose momentáneamente en la materia densa.

De una visita guiada en las catacumbas de París, Rosemary se entera también de cierta «leyenda urbana» en cuanto que, desde la época de Napoleón III (emperador de Francia entre 1852 y 1870), cierto diseño urbano de París fue configurado profanando determinadas iglesias y cementerios, donde Napoleón encontraba oposición a sus planes.
En estas profanaciones, habrían intervenido satanistas, construyéndose luego en esos sitios residencias y edificios sobre «huesos malditos», no consagrados por la Iglesia. Uno de tales lugares sería «La Chimère».
Es sabido que buena parte del área subterránea de París se halla sobre catacumbas, donde los huesos sí fueron bendecidos por la Iglesia.
Una «leyenda urbana» que sin duda oculta un trasfondo histórico, disimulado hábilmente como leyenda popular, y que nuevamente señala los nexos del poder político y élite de poder con el satanismo.

En la precuela de «El bebé de Rosemary», «Apartamento 7A», vemos que antes de Rosemary se habían hecho varios intentos con mujeres en edad de fertilidad, en función del ritual que trajera al hijo del diablo.
Terry Gionoffrio, quien conociera a Rosemary en el lavadero del sótano del edificio, también había sido elegida con ese objetivo. Y antes que ella, según esta precuela, otra mujer de nombre Joan Cebulski también había sido seleccionada.

La diferencia con respecto a «El bebé de Rosemary» y «La semilla del diablo», es que Terry Gionoffrio no procedía de la calle ni era dada a las drogas y la mala vida, sino que era una bailarina que, tras un accidente en una producción de Broadway, sufre una lesión en su pie, imposibilitándole continuar con la danza.
Las puertas del mundo artístico parecen cerrarse para ella, hasta que, en un intento de conseguir el favor del productor del teatro, lo sigue hasta su residencia en el edificio Bramford, donde, sufriendo un desvanecimiento en la entrada, es asistida por el matrimonio Roman y Minnie Castevet…
A partir de allí, recibe un trato de cuidado similar al de Rosemary, abriéndosele nuevamente para ella las oportunidades en su carrera de danza… Y, por supuesto, siendo fecundada ritualísticamente, utilizándose el pretexto de un encuentro íntimo que tuvo con Alan Marchand, el productor de Broadway que previamente rechazara su papel de bailarina debido a la torcedura de tobillo, dándole ahora, como era de esperarse, un trato privilegiado a Terry.

Y al igual que Rosemary, es derivada al doctor Sapirstein, que era miembro del culto, y recibe el talismán con «raíz de tanis» que recibiría tiempo después Rosemary, la «hierba del diablo».
Una compañera de danza que estaba propuesta en un papel central para un espectáculo, de nombre Vera, y con quien Rosemary no tenía buena relación, sufre una misteriosa fractura de tobillo, dejando la vacante libre, siendo elegida Terry Gionoffrio para cubrirla.
Por supuesto, una fractura de tobillo que no ocurrió por azar.

La señora Gardenia, que aparece también en la obra original como la anciana amiga de Minnie Castevet que cultivaba hierbas en su departamento, aquí trata de impedir que Terry dé a luz el hijo que espera, intentando apuñalarla. Y «misteriosamente» sufre un estado de coma… muy acorde al proceder de los Castevet.
Lily Gardenia era, como ya sabemos, también bruja, amiga de Minnie Castevet, y mediante cierta poción dada por ella, es como Terry se recupera rápidamente del dolor de su tobillo, cuando inicialmente es aceptada en el edificio Bramford.
Accediendo por un pasadizo desde su departamento al de la señora Gardenia, descubre un grimorio con imágenes del talismán que ella ha recibido de la señora Castevet, y una mujer encadenada que da a luz un demonio.

A partir de unas indagaciones que Terry realiza, logra dar con el paradero de unas pertenencias de Joan Cebulski, dejadas para guardar por ella en un teatro, pertenencias que nunca llegó a retirar, muriendo en un accidente atropellada por un autobús.
Así, leyendo ciertas anotaciones que Joan había hecho en una Biblia, Terry se dirige a una iglesia, donde una monja le revela que el edificio Bramford ha sido desde hace tiempo ocupado por seguidores de un culto satánico.
Terry es impotente frente al hijo que lleva en su vientre, fallando en un intento de aborto que intenta realizar, pateando sin poder controlarse a la abortista, y siendo incapaz luego de suicidarse apuñalándose. No obstante, puede accionar contra otros, como cuando apuñaló a Alan Marchand, descubriendo el sótano del edificio donde se efectuaban los rituales, y donde fue de hecho objeto del ritual por el que ahora está embarazada.

Se repiten elementos similares a los de «El bebé de Rosemary», en consonancia con un culto satánico que mantiene meramente valores revertidos del cristianismo.
«El hijo de Satán», «el año uno», «una visita y adoración satánica de los magos», etc.
Hasta aquí no sobresale nada como luciferino, llegando al desenlace, en que, acorralada sin poder escapar y con una muy alta tensión dramática, Terry responde no desde lo lúdico ni sacralizante, sino expresando lo que en la Sabiduría Hiperbórea se conoce como AGL, o Actitud Graciosa Luciférica.
Hallándose atrapada y sin posible escape, y viéndose obligada a entregar su hijo en cuanto naciera al culto de los Castevet, Terry finge acceder a una aceptación de lo que le ha sido impuesto, clamando frente a toda la congregación de los Castevet «Salve Satán», y bailando frente a todos, con lo que los engaña, pensando ellos que Terry aceptó gustosa su papel asignado, siendo una nueva miembro del culto.
Más detrás de esa puesta en escena teatralizada, Terry estaba mofándose secretamente de todos, y asumiendo un gran valor frente al acorralamiento del que no tenía salida posible, despliega una danza frente a todos, no celebrando la victoria del culto y el inminente nacimiento de su hijo, sino la victoria propia que se avecina, respondiendo con la propia vida para no ser vencida.
Y así es como, asumiendo la graciosa escena del baile en que ríe y saluda a todos, toma el valor necesario para dirigirse a la ventana y arrojarse de espaldas al vacío.

Acorde a la trama, de haber nacido el hijo de Terry Gionoffrio, el «año 1» hubiera sido 1965, un año antes del nacimiento del hijo de Rosemary en 1966.

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Análisis hiperbóreo de «El bebé de Rosemary» – Primera parte

Por Christian C.

La película «El bebé de Rosemary», dirigida por Roman Polanski, y basada en el libro «La semilla del diablo» de Ira Levin, se focaliza desde su trama en un culto oscuro a la figura del diablo (satanismo teísta), donde se mantiene la confusión entre «Satanás» y «Lucifer».
Nos serviremos de elementos tanto de la película como del libro para el análisis de esta temática, destacando que la película (aunque como suele ocurrir, el libro abunda en mayores detalles) es completamente fiel en su argumento al libro.
La película, así como el libro, destacan el hecho de que muchas celebridades, tanto del mundo del espectáculo como en altas esferas de la sociedad, forman parte de ese culto secreto, lo cual refleja perfectamente el hecho de que cierta élite es adherente a un culto satánico en las sombras.
Como le comentara a Rosemary su nueva amiga, Terry Gionoffrio, la mayoría de los residentes del Bramford eran actores o celebridades.

Debe quedar claro desde el inicio la distinción entre Satán/Satanás y Lucifer, partiendo desde su misma etimología y significado. «Satán» es un término derivado del hebreo, Shaitan, que significa «Adversario», opositor o acusador, y actúa como una clase de tentador en el contexto bíblico del judeocristianismo.
En tanto que Lucifer es un término latino que significa «El portador de la luz», como un título calificativo que tiene precedentes en la mitología greco-romana, ya sea en su denominación latina, o su equivalente griego «Phosphorus» con idéntico significado. (Apolo Lucifer, Diana Lucifera, etc.).
En tales casos, se trata de divinidades «portadoras de la luz» en un sentido iniciático.
Luego, Lucifer como «portador de la luz» tiene su mayor referente iniciático en Venus, «estrella o lucero del alba», con quien siempre se ha vinculado, existiendo un trasfondo Hiperbóreo que bien conocemos.
Y en relación a esto, la tradición basada en la teología cristiana tiene cierta dificultad o problema en explicar cómo este apelativo latino o título de Lucifer fue aplicado al propio Cristo de su tradición religiosa.
Sin duda, se trata de una alusión al Kristo atlante, Kristos Lucifer, siendo que en su imitación sinárquica debía mantener algunos de sus apelativos.
A la vez, esto asiste como una clave oculta para orientarse desde lo demiúrgico a Lucifer, clave que no pocos han advertido, desde una reminiscencia en la memoria de sangre.
Y no fue sino debido a una confusión de traducción al latín en la Biblia Vulgata, cuando desde la exégesis se equiparó a Lucifer con el ángel caído, que la tradición y teología cristiana denominará como Satanás, manteniendo así una fusión o sincretismo de figuras distintas.
Así es como en el imaginario colectivo, y en la configuración del inconsciente arquetípico, tanto a nivel religioso como mágico, ya entrada la Edad Media en adelante, se mantendrá a Satanás y Lucifer como equivalentes, pese a que luego incluso la demonología distinguirá entre ellos, aunque siempre ambos en un rol de rebeldía y oposición al Dios bíblico.

Nótese al respecto cómo desde la teología se ha interpretado el rol tentador de la serpiente del Edén como «adversario» o Satán (siendo que para los gnósticos Ofitas la serpiente del Edén es Lucifer), asociándose teológicamente luego con los casos de Job tentado por Satán, o la propia tentación de Cristo en el desierto.
En tales casos, y siempre según la teología, Satán es considerado o bien una clase de mediador entre Dios y el hombre, a modo de fiscal acusador que pone a prueba a la humanidad, o incluso un ángel según el cristianismo, que termina luego rebelándose contra Dios.
Aquí se advierte el aspecto subordinado de Satán respecto al Dios bíblico, e incluso se lo llega a considerar por teólogos y estudiosos que han profundizado más en el tema como un propio aspecto de Jehová/Yahvé, desde la esfera de sombra del Demiurgo, aunque por lo general se guardan bien de referirlo, principalmente si se trata de sacerdotes o representantes de alguna tradición religiosa institucionalizada.
Luego, en distintos episodios bíblicos, como el diluvio universal o las plagas de Egipto, el Dios bíblico es mencionado en hebreo como «Shaitan», es decir Satán/Satanás, debido a su protagonismo como adversario del hombre en tales acontecimientos.
Independientemente del carácter colérico, celoso, vengativo, sanguinario y cruel de Yahvé/Jehová, una evidencia muy directa y clara de este Dios como el mismo Satanás se encuentra en la propia Biblia, en relación a un mismo suceso, que es contado en dos libros bíblicos con cierta variante fundamental en cuanto al nombre:

«Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá. Y dijo el rey a Joab, general del ejército que estaba con él: Recorre ahora todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa el número de la gente».
2 Samuel 24: 1-2

«Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa».
1 Crónicas 21:1

De igual modo, existen referencias escriturales y teológicas que dejan clara la posición del Demiurgo, cuando se menciona que Dios es tanto el origen del bien como del mal.

Retomando la cuestión desde la mitología, es preciso puntualizar que aunque se menciona como de origen hebreo, Shaitan, como figura tentadora representada en forma de serpiente, ya existía en la cultura cananea (vecinos árabes de los hebreos, con quienes mantenían enfrentamientos rivales y guerras), por lo que estrictamente hablando su origen no es hebreo sino cananeo.
Los árabes al día de hoy, y a partir de la reconfiguración que hizo la teología islámica de antiguas creencias árabes, siguen manteniendo el apelativo árabe de Sheitan, equivalente del hebreo Shaitan.

Luego, a esta altura, habiéndose referido que tanto Satán como Lucifer son títulos, que se han adjudicado a distintas figuras, atento a los significados de «tentador, adversario o acusador», y «portador de la luz, o lucero del alba», tomemos en cuenta que Lucifer, como aquel que trae la luz prohibida (radiación oscura y gnósticamente iluminadora del sol negro), es en tal sentido el adversario u opositor de la luz demiúrgica y arquetípica del orden creado.

En «La religión prohibida», Herrou Aragón comenta lo siguiente al respecto:

«Esta Serpiente Lucifer es el liberador del hombre y del mundo, según la Gnosis. Es la sabiduría, la Gnosis liberadora que despierta y salva al hombre. Por supuesto que este Enviado del Dios Incognoscible, Lucifer, es un opositor y un enemigo del creador del mundo.»

Tenemos así, como se mencionó, que la historia del bebé de Rosemary gira en torno a un culto de orientación satánica.
La diferencia con lo luciferino es clara, ya que sus adeptos (Roman y Minnie Castevet, etc.) no poseen la gnosis, sino que se mueven en un ámbito de poder en las sombras que mueve influencias en estratos de la alta sociedad, con logros que nunca van más allá de este mundo.
De ese modo, Guy Woodhouse, el esposo de Rosemary, de ser un actor poco reconocido y sin suerte, salta a la fama con protagonismo en películas destacadas, tras hacer un acuerdo con el grupo del culto de la casa Bramford (en la película se escenifica en el edificio Dakota), aceptando entregar a su propia mujer, Rosemary, para que sea objeto de un tratamiento oscuro y secreto que le permitirá traer al mundo un señor oscuro, el propio hijo de Satanás.

No obstante, como ya se mencionó, los objetivos de este culto no van más allá de oponerse al sistema imperante tiránico del cristianismo y la sociedad, con el nacimiento del «hijo del diablo», que llegará, dicen, a dominar y regir el mundo.
El año de nacimiento de tal niño esperado, 1966, es considerado en la trama como «el año 1». (La película «El bebé de Rosemary» es filmada dos años después, en 1968).
Y estableciendo correlaciones, tenemos que Anton Szandor LaVey crea la Iglesia de Satán en ese mismo año, en 1966.
El niño nace en junio (sexto mes) del 66, lo que conforma el 666.
Y aunque oficialmente es negado, hay rumores de que Anton LaVey dio su asesoramiento para el film, y hasta protagonizó la figura del diablo que en la ceremonia oscura fecunda a Rosemary.
Como sea, los adeptos de este culto no llegan a la Gnosis, por lo que no pueden ser considerados «portadores de la luz oscura acausal» o luciferinos, sino que se quedan en su sombra, el satanismo, que como sombra refleja distorsionadamente algunos aspectos del luciferismo.
Debe destacarse asimismo que tales satanistas no distinguen entre Satanás y Lucifer, y aunque puedan tener cierta noción de un conocimiento oculto prohibido e iluminador (el fruto prohibido de la Serpiente), no llegan a obtenerlo.
El satanismo laveyano (que surge, como se mencionó, en la misma época que se recrea la historia de Rosemary) busca la exaltación del Yo, cierto antinomismo, y la deconstrucción de paradigmas culturales condicionantes, mediante ciertos rituales a modo de psicodramas, que procuran romper las barreras psíquicas culturales del cristianismo, tales como miedo, culpa y la sumisión al Dios bíblico. Aspectos todos en los que se puede concordar hasta cierto punto.
Más tal satanismo depende del cristianismo, siendo su reverso. Esto explica, por ejemplo, símbolos como la cruz invertida, la misa negra al modo de la misa cristiana pero con invocaciones diabólicas, y la profanación de símbolos cristianos como la cruz y la hostia consagrada.
De modo que este satanismo no va nunca más allá de cierto esquema judeocristiano, y ni qué decir de obtener la Gnosis liberadora.

Alberto Bárcena en su libro «Iglesia y masonería», también menciona que en el ritual de iniciación del grado masónico 29 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el candidato debe pisar un crucifijo e invocar a Baphomet.
Es decir, un rito similar a los de los satanistas, en cuanto inversión y profanación de los símbolos cristianos.
Debemos aclarar aquí que las menciones de «Lucifer» por parte de la masonería no se corresponden con Lucifer en la Sabiduría Hiperbórea, tratándose en el caso masónico de un tapasigno de Lucifer, quedándose en el nivel de una sombra imitativa, y sin alcanzar la gnosis de la liberación.
Por supuesto, como bien refirió el general Juan Domingo Perón, tanto la Iglesia como la masonería son dos de las cinco puntas de la sinarquía, con lo que el masón que cree estar libre de la influencia condicionante cristiana, está siendo atrapado en otra celda de la misma red del sistema de control mundial.
Así, la oposición entre Iglesia y masonería es sólo aparente, manteniéndose acuerdos y convenios en las altas esferas, que desconocen sus propios adeptos y seguidores en grados subalternos.
Los templarios, brazo poderoso en su tiempo también de la sinarquía, y antecesores de los masones como bien han expuesto algunos investigadores, tenían un rito similar del candidato a templario, en que se debía escupir un crucifijo, como lo expone el masón Robert Ambelain en su obra «Jesús o el secreto mortal de los templarios».

Por supuesto, también hay otras formas de satanismo, que no nos detendremos ahora en analizar por lo extenso del tema, diferentes del satanismo laveyano previamente mencionado, como satanismo teísta, panteísta, politeísta, anti-cósmico, gnóstico, etc.
Y en estas variadas formas de satanismo, sin duda que existen elementos en común con el luciferismo, aunque se distingue y destaca el luciferismo de la Sabiduría Hiperbórea por una orientación gnóstica propia y exclusiva, que no se advierte de tal calibre en otras líneas o corrientes.
Continuando con la trama de Rosemary, analizaremos algunos elementos, contextualizándolos en lo esotérico, distinguiéndolo del marco luciferino.
Edward Hutchins, amigo de Rosemary, es quien descubre la verdad del culto de Roman y Minnie Castevet, aunque no llegó a comunicárselo a Rosemary, debido a un misterioso colapso que lo dejó en coma hasta morir.
Las sospechas de Hutchins surgieron tras observar el extraño amuleto en forma de una bolita contenedora de raíz de tanis que portaba Rosemary, siendo un presente de Minnie Castevet. (Amuleto que también llevaba previamente Terry Gionoffrio, huésped anterior de los Castevet antes de suicidarse).
Además de esto, Rosemary le comenta a su amigo que su vecina Minnie Castevet le trae a diario una bebida vitamínica, elaborada con «un huevo crudo, leche y unas hierbas que ella cultiva».
Cabe acotar que en el departamento que Rosemary y su esposo alquilan, encuentran que la anterior residente ya fallecida, la señora Gardenia, tenía una clase de herbolario donde cultivaba hierbas, que según le comenta luego Terry a Rosemary, se las llevaba después a la señora Castevet.
El aspecto debilitado y consumido de Rosemary, con su gran pérdida de peso, llaman mucho la atención de Hutchins, quien con sus sospechas en mente comienza a elaborar una teoría al respecto.

Hutchins tiene oportunidad de conocer a Roman Castevet, que justo cae de visita mientras él estaba allí, en el departamento de Rosemary.
Castevet presenta un aspecto extraño, con orejas perforadas que dejan muy asombrada a Rosemary al notarlo por primera vez.
Reparando luego en esa observación de Rosemary, Hutchins asocia esta rareza de sus orejas con la mirada penetrante de Castevet.
Respecto a los ojos penetrantes, nos habla del poder magnético e hipnótico que como brujo Roman Castevet puede expresar.
Y sus orejas perforadas nos recuerda lo comentado por Nimrod de Rosario en «Historia secreta de la Thulegesellschaft» en relación a las orejas mutiladas de Edward Kelly (el asistente de John Dee infiltrado por la sinarquía), en cuanto «mutilaciones rituales» efectuadas como pactos de sangre con potencias demiúrgicas.

Las sospechas del amigo de Rosemary se acrecientan cuando ella le comenta que luego del gran apagón de Nueva York, sus amables vecinos le trajeron velas para iluminar el departamento. Extrañas velas de las que Rosemary muestra unos restos a su amigo, siendo las velas de color negro…

Se trata claramente de elementos brujeriles. Y aquí cabe una acotación sumamente importante. El término «witchcraft» en inglés, traducido comúnmente como brujería, significa literalmente «Oficio o arte brujo».
Resulta así que la brujería como oficio o arte ha atravesado diferentes etapas en la historia, y en distintos contextos.
De modo que tenemos desde la antigüedad esta clase de prácticas en las sombras ocultas de cada cultura, pudiendo hablarse de una brujería del paganismo, así como posteriormente de prácticas de brujería en sincretismo con el cristianismo, y también de su reverso, el satanismo, que se acopla asimismo con la brujería.
Por lo que la brujería per se no puede catalogarse de «satánica» como pretenden adjudicar las tradiciones religiosas abrahámicas, aunque sí es posible, como en el caso de los vecinos de Rosemary, que la brujería sea también practicada por satanistas.

Robando Guy Woodhouse un guante de Hutchins, los Castevet y su culto lanzan un terrible ataque psíquico a Hutchins, que lo deja en estado de coma.
De igual modo, el actor que iba a tener el papel artístico que luego asumió Guy, Donald Baumgart, sufrió un ataque psíquico similar, utilizando para esto una corbata que intercambió por otra de su «amigo» Guy.
Se trata aquí de ejemplos del principio de «magia por contacto», en la llamada «magia simpática», según James Frazer en su célebre obra «La rama dorada».
En esta clase de práctica oculta, se sostiene que un objeto, prenda, etc., que haya pertenecido a una persona, habiendo estado cierto tiempo en su contacto, posee la carga magnética de la persona en cuestión, pudiendo así a través de ese objeto influir a la persona a distancia, como en un ataque psíquico, o el objetivo buscado.

Se destaca en esta historia la escena en que Rosemary, bajo cierto efecto alucinógeno, toma parte sin saberlo en la ceremonia en que debe ser fecundada, y traer al mundo el hijo del diablo.
Rosemary, engañada por su esposo en complicidad con los Castevet, come un «postre preparado por Minnie Castevet», un Mousse au chocolat, o «ratón de chocolate», que contenía, como era de esperarse, otros ingredientes secretos.
No gustándole su sabor, Rosemary derrama intencionadamente y sin advertirlo su esposo, buena parte del postre, con lo que, durante la experiencia que tendrá lugar esa noche, será estando Rosemary algo consciente, aunque atribuyendo luego todo a una pesadilla.
En principio, se aprecia que es el propio esposo de Rosemary quien intima con ella, rodeada de extrañas visiones del Papa, los Kennedy, etc.
En esta ceremonia, Roman Castevet lleva túnica y mitra negra, y una vara con la que hace unos dibujos sobre el cuerpo desnudo de Rosemary, mojando previamente la punta de la vara en una copa roja que sostiene otro de los adeptos.
Los demás miembros del grupo se hallan desnudos alrededor, entonando cánticos.
En la película de Polanski, se advierte una figura con clara apariencia de demonio de color rojo que intima sexualmente con Rosemary (protagonizada como se mencionó por Mia Farrow), idea sugerida por Sharon Tate.
Inicialmente, Rosemary ve a su esposo Guy acercarse a ella. Más luego, la visión se distorsiona, y se aprecia claramente una figura demoníaca.
La presencia del Papa Pablo VI en sus visiones (que en la trama de la historia estaba de visita en Nueva York, como sucedió de hecho en la realidad en 1965), son una alusión a las misas negras celebradas en el Vaticano, como bien ha documentado el jesuita Martin Malachi, ex asesor del Papa, de lo que se desprende un nexo oculto entre la cúpula de poder de la Iglesia y el satanismo.
Nótese que el anillo que porta el Papa reluce en una escena muy similar a una clase de talismán mágico.
Esta participación de algunos sacerdotes en la misa negra arranca desde época medieval, en que ya existían parodias de la misa, como «la misa de los borrachos», e incluso misas por encargo para beneficiar o perjudicar a alguín.
En la corte de Luis XIV encontramos la celebración oculta de misas negras, en que tomaron parte esencial Catherine de Monvoisin, el abate católico Étienne Guibourg y la amante del rey, Madame de Montespan.
Una clase de satanismo aristocrático, como puede apreciarse.
Asimismo, tenemos luego las descripciones de misas negras con participación de altos cargos eclesiásticos, como lo refiere el Marqués de Sade, y una de las descripciones más completas de la misa negra, en el siglo XIX, la encontramos en la obra Là-bas, conocida también como «Allá lejos», del francés Joris-Karl Huysmans.
No debe sorprender la inserción de cierta práctica satanista en el seno de la Iglesia, siendo un aspecto oculto siempre presente dentro de las grandes religiones (después de todo, cultos demiúrgicos), como por ejemplo también el caso del ritual cabalístico Pulsa Denura por parte de algunos rabinos en el judaísmo.

Cuando Rosemary despierta, luego del ritual que ha tenido lugar, cree que todo ha sido un terrible sueño, más notando marcas en su cuerpo, su esposo le confiesa que habiéndose ella desmayado, no quiso perder la oportunidad de hacerle el amor, para aprovechar la fecha indicada de concebir un hijo.
Y se jacta además de que el haber intimado con ella desmayada, fue algo de tipo «necrófilo», frente a una estupefacta Rosemary.

Poco antes de morir, Hutchins recobra momentáneamente la conciencia y deja el encargo de hacerle entregar a Rosemary un libro con anotaciones suyas, revelando lo que ha descubierto.
El libro se titula «Todos ellos brujos», de J.R. Hanslet, y se dan referencias de un antiguo residente de la casa Bramford, Adrián Marcato, entre otros brujos, que resultó ser el padre de Roman Castevet.
Una referencia marcada del libro por Hutchins, es donde se menciona cierto hongo como «la hierba del diablo», que Rosemary descubre así tiene relación con el «complejo vitamínico» e infusiones de raíz de tanis que Minnie Castevet le ha estado trayendo.
Haciendo combinaciones de letras, y atenta al mensaje de Hutchins que «el nombre es un anagrama», Rosemary descubre que «Roman Castevet» es un anagrama de Steven Marcato.
En el libro se cuenta cómo Adrián Marcato, a fines del siglo XIX, casi fue linchado por una multitud en la entrada de la casa Bramford, debido a su intento de conjurar al diablo. Y eventos similares tomaron luego lugar en Estocolmo y París.
El parecido en una foto de Adrián Marcato con «Roman Castevet» resultó más que certero para Rosemary, viendo en el rostro de barba negra de Adrián Marcato la misma mirada hipnótica penetrante de su vecino.
La casa Bramford, además de las prácticas demonológicas de Adrián Marcato, tuvo como residentes a las hermanas Trench, dos damas victorianas que tuvieron ritos oscuros de canibalismo, comiéndose incluso a su propia sobrina.
Varios años después, se encontró en el sótano del edificio el cadáver de un niño envuelto en periódico.
También se mencionan ciertas reuniones y fiestas extrañas de Keith Kennedy, residente del Bramford.
Como equivalente análogo al Bramford, el film de Polanski tuvo lugar en el Dakota, que tiene no menores leyendas oscuras.
Se dice que brujos como Gerald Gardner y Aleister Crowley se alojaron alguna vez allí, que Anton LaVey escribió parte de su Biblia satánica en ese edificio, sesiones de espiritismo que tuvieron lugar, así como la estadía de muchas celebridades tales como Boris Karloff que alguna vez allí residieron o se hospedaron.
Y sin olvidar el trágico asesinato de John Lennon en la entrada del Dakota.
Independientemente del elevado status social y poder adquisitivo, muchos en la actualidad han pretendido comprar un departamento en ese edificio sin ser admitidos, ya que se debe pasar por el reconocimiento y aceptación de una junta.
Pareciera que los residentes del edificio conforman una clase de «logia», tomando en su momento las medidas requeridas con cualquier persona no deseada, como bien queda de manifiesto en otra película de Polanski, «El inquilino».
Una de las residentes del Dakota es Madonna, también adherente a prácticas ocultistas, e iniciada en cierta corriente de la kabalá así como en el druidismo.
Durante una de sus visitas a la Argentina hace muchos años, Madonna fue al cerro del Uritorco, haciendo allí algunas invocaciones ritualísticas, por lo que luego el Pontífice Nimrod de Rosario envió al Noyo de la orden a ese sitio, para resignar rúnicamente esa influencia.
Debe destacarse que el Uritorco es del dominio de Shambalá (allí mismo donde se halla la morada subterránea de los Erks), en tanto que el cerro del Characato es Hiperbóreo.
Otro tema muy comentado en relación a Polanski y esta película, fue el asesinato de Sharon Tate, esposa en esa época de Roman Polanski, por los seguidores de Charles Manson, que se debió, según algunos dicen, a algún tipo de represalia por parte de «satanistas», debido a la película «El bebé de Rosemary».
Como se mencionó antes, Anton LaVey mismo parece haber asesorado en la producción del film, aunque oficialmente esto no es reconocido.
No hay constancia explícita de que Manson fuera satanista, aunque una seguidora suya, Susan Atkins, que tomó parte en el asesinato de Sharon Tate, había sido previamente seguidora de Anton LaVey.
Otro seguidor de Charles Manson, Bobby Beausoleil, tuvo relación con el cineasta Kenneth Anger, seguidor thelemita de Aleister Crowley.
En cuanto a Manson, parece haber transitado cierto tiempo en la cienciología, y tenía cierto delirio místico en que combinaba un protagonismo suyo mesiánico con ideas apocalípticas.
Más un hecho concreto, es que se había tatuado una esvástica en la frente, lo cual pudo generar en él cierto despertar respecto al mundo del Demiurgo, manifestando hostilidad hacia lo creado, aunque sin la orientación gnóstica requerida, lo que devino en la locura que tuvo lugar posteriormente.
También se considera a Manson como un posible programado Mk ultra, objeto de un experimento de control mental para llevar a cabo los crímenes que cometió.
Es decir que a este punto se vislumbran secretos nexos entre un alto poder que opera en las sombras con corrientes satanistas, así como sectas y cultos, en una experimentación de control mental de masas y determinados individuos seleccionados, con objetivos ocultos.

El gusto repentino de Rosemary por comer «carne cruda» estando embarazada, es decir, provocado por el hijo que lleva en su vientre, nos lleva nuevamente a la cuestión del designio hambre, tema ya desarrollado previamente bajo el título «Metafísica del hambre y metafísica de la locura».
Hacia el final de la historia, cuando Rosemary accede al departamento de sus vecinos, mediante un armario que comunicaba ambos departamentos (y deduce que lo que ella creía un sueño con toda aquella ceremonia extraña, fue una experiencia real siendo llevada a través de ese armario), comprueba sus sospechas de que allí estaba su hijo, del que desde su propio departamento escuchaba llorar.
El niño se hallaba en una elegante cuna negra, con un crucifijo de plata invertido del que pendía una cinta negra.
Y Rosemary queda estupefacta tras comprobar los ojos del niño, completamente negros, a lo que Roman Castevet le responde: «Tiene los ojos de su padre».
Y además, en su fisonomía, el niño presentaba manos y pies fuera de lo usual, según le señala Minnie Castevet a Rosemary, así como rabo y brotes de cuernos.
El nombre que Roman Castevet quería darle al niño era Adrián, en honor de su padre, y a diferencia de la película, donde todos claman «Salve Satán», y «Salve Adrián», en el libro dicen únicamente «Salve Adrián», refiriendo además que es el año 1 de Adrián.
Tal vez los Castevet consideraban al niño como Adrián Marcato reencarnado, ahora transfigurado como demonio, siendo de cualquier modo el hijo de Satanás, la semilla del diablo.

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Las Tres Iniciaciones Hiperbóreas

Por Christian C.

En su libro «La religión prohibida», el profesor Herrou Aragón menciona la importante distinción entre las iniciaciones del alma y las iniciaciones del espíritu. En concreto, en el capítulo 21, «La iniciación», se refiere lo siguiente:

«Todo hombre, tarde o temprano deberá optar por uno de los dos únicos caminos, opuestos e irreconciliables, que existen para él: la realización de su alma o la realización de su Espíritu. No hay una tercera posibilidad. El camino de la mano derecha, hacia el demiurgo, a través del perfeccionamiento del alma, o el Camino de la Mano Izquierda, hacia el Incognoscible, a través de la liberación del Espíritu. El alma o el Espíritu son lo que constituye la meta u objetivo particular de una iniciación, y por ello sólo existen iniciaciones del alma e iniciaciones del Espíritu. Ambas tienen por finalidad facilitar el acceso del aspirante hacia el destino escogido por él».

Es decir que puede accederse a un medio iniciático, bien sea para la consecución entelequial del alma, o en aras de la liberación del espíritu.

Estos conceptos requieren primeramente de la aclaración y distinción preliminar entre alma y espíritu. El alma como tal, es la expresión del sujeto anímico en un Microcosmos, siendo una extensión de la Mónada, a su vez emanada por el Demiurgo.

Mediante sucesivas vidas y experiencias, la Mónada a través del alma, acumula un desarrollo evolutivo, que se inicia en cada nacimiento y concluye con la muerte o disolución orgánica del Microcosmos, siendo retraída el alma en la Mónada, para luego volver a manifestarse su proyección en un nuevo Microcosmos, y así sucesivamente, hasta el punto culminante, la entelequia.

Por otro lado el espíritu es una fuerza volitiva pura, siendo eterno, innaciente e inmutable. Y su reflejo o hipóstasis en el Microcosmos, confundiéndose con el sujeto anímico, deviene en la manifestación del Yo perdido.

Las iniciaciones del alma, procuran, utilizando la fuerza volitiva del Yo (en su movimiento confuso en busca de orientación), la propulsión motora del sujeto anímico, expresión del alma en cada vida, para arribar a la entelequia.

En tanto la iniciación del espíritu tiene como objeto despertar al Yo primeramente de su extravío, y aislarlo del sujeto anímico.

El aislamiento de lo anímico, y siendo el Yo expresión de voluntad y valor del espíritu, presupone necesariamente la liberación del miedo como elemento humano propio del Pasú.

Más recordemos que el Virya perdido posee una doble naturaleza, que porta tanto elementos del Pasú como de Virya.

Esta clase de iniciaciones pueden ser conferidas o bien por un Siddha o Pontífice encarnado, o bien en «sueños» en el plano astral. 

Y desde ya, con el despertar y orientación apropiada, puede también efectuarse una auto-iniciación en aras de una instancia iniciática más profunda.

Estableciéndose claramente la distinción entre alma y espíritu (conceptos que se abordan también en otro capítulo de «La religión prohibida»), debe distinguirse luego cuáles iniciaciones no atañen al espíritu sino al alma.

Herrou Aragón aporta en tal sentido cuatro valiosas claves que permiten la discriminación necesaria: 

– Es común que se promueva la fusión del Yo en lo divino, la «luz infinita», un ser superior del que se considera se es parte bajo una concepción panteista, etc. El espíritu Hiperbóreo mantiene una individualidad propia y eterna. Por lo que su Yo, ontológicamente no puede fusionarse con ninguna otra divinidad ni entidad.

-En segundo lugar, la iniciación demiúrgica y sinárquica del alma propone esencialmente la aniquilación del Yo, considerándolo como negativo, y ofreciendo como solución la fusión con el Uno.

-En tercer lugar, siempre se enfatiza la iniciación como un medio para la evolución o desarrollo. Es decir la entelequia.

Y aquí debe quedar muy claro, que el espíritu en sí no evoluciona ni se desarrolla, ya que es eterno e inmutable.

Las escuelas sinárquicas, como la Teosofía y algunos rosacruces, que proponen el desarrollo evolutivo del ser, mantienen la confusión del espíritu con la Mónada.

Cuando la Mónada llega a su entelequia, el símbolo del Origen se escurre, quedando el Yo del Virya ya fuera de manifestación (al no haber símbolo del Origen, no hay ya donde se refleje) como es explicado en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea», y el Yo Infinito, aunque fuera del juego ilusorio al que estuvo expuesto durante eones, no tiene la orientación necesaria (el estado de reversión se mantiene), por lo que puede ser capturado nuevamente bajo una nueva proyección e hipóstasis de Yo perdido, para servir nuevamente a otra Mónada demiúrgica.

El Yo nunca debe ser aniquilado, sino fortalecido. Más la confusión sinárquica es tal, que tampoco hay una comprensión clara de qué es el Yo. El mismo psicoanálisis freudiano (bastión de la sinarquía) considera al Yo como de múltiples facetas, identificándolo con diferentes expresiones psíquicas, y desarrollándose a lo largo de toda la vida, mediando entre el «Ello» y el «Super Yo». Todos conceptos que suman confusión a la orientación del Virya.

Si desde el materialismo del psicoanálisis se mantiene tal aberración, desde las escuelas esotéricas sinárquicas se suma más confusión, al enseñar que el Yo en última instancia se remite a la Mónada, que debe evolucionar a través del tiempo.

Otras variantes esotérico-religiosas consideran que el Yo es una ilusión que debe apagarse, o bien asimilarse en una esencia indiferenciada, etc.

Todas desorientaciones para el Virya que busca salir de la ciénaga del materialismo, impidiéndole que obtenga la Gnosis luciferina.

– Y en cuarto lugar, las iniciaciones sinárquicas promueven valores como el humanismo, el amor, la piedad, etc, que no hacen sino sumir al Virya en la ilusión, sin advertir la terrible realidad en que se halla.

Con la anterior orientación, resulta claro advertir cuáles son las iniciaciones del espíritu procurando su liberación.

Por lo general son tres iniciaciones, o tres instancias, que bien pueden corresponderse con la secuencia de Nigredo, Albedo y Rubedo de la alquimia.

No obstante, cada caso es personal e individual, siendo la iniciación por lo tanto también personal. Pese a esto, hay una ruta iniciática por la que el Yo debe transitar, que se efectúa en tres secuencias.

Ahora bien, en consideración de la iniciación que confiere el aislamiento del Yo del sujeto anímico, consideremos la experiencia narrada por el profesor Herrou Aragón en el citado libro, «La religión prohibida».

Puede aquí advertirse una misma experiencia iniciática en tres secuencias, que en sí pueden ser consideradas como 3 iniciaciones.

La primer instancia aconteció de la siguiente forma, según lo referido por el profesor:

«Una noche, en que había estado leyendo el libro “El rostro verde”, de Gustav Meyrink, antes de dormirme repetí mentalmente varias veces “quiero la liberación de mi Espíritu”, durmiendome a continuación. Habría transcurrido media hora, cuando me despertó una potente luz. Yo permanecía con los ojos cerrados pero veía una gran luz, todo era luz para mí. Abrí lentamente los ojos y pude comprobar que esa intensa luz llenaba toda la habitación. Pensé que alguien había entrado en mi casa y había encendido las luces. Pero no, las luces estaban apagadas, esta era una luz diferente, una extraña luz que nunca había visto antes. Sin moverme, recorrí con la mirada toda la habitación y descubrí que se originaba en un rincón de la misma. Fluía desde allí un chorro de luz que ya había llenado la habitación, a borbotones, como una niebla luminosa que lo inundaba todo. Ante estos fenómenos debemos tratar de no asustarnos, recordando que el miedo no existe para el Espíritu. El Espíritu no teme a nada porque es indestructible, inmortal y eterno.»

Nótese aquí, que la lectura del libro «El rostro verde», del iniciado Gustav Meyrink, logró con la voluntad del Yo de liberación del espíritu, activar la Minne o memoria de sangre desde lo reptílico, y así del «rostro verde», Dios Serpiente del Origen, que pudo manifestarse en este plano mediante el rayo luciferino, como la luz que el profesor advirtió en su cuarto. Una luz que no era de este mundo, sino precisamente la luz de Lucifer!

Consideremos además que la lectura de un libro, el de Gustav Meyrink en este caso, tratándose de un iniciado con cierto grado de orientación gnóstica, puede asistir a cualquier Virya en su búsqueda de orientación, debido al lazo sincronistico acausal del Aura Catena, o cordón dorado, que vincula a todos los Viryas.

Inicialmente el sujeto anímico, debido a la pulsión del alma, reacciona con extrañeza y temor. Más la voluntad del Yo, alineado con el espíritu se sobrepone.

El rincón de la habitación de donde se originaba el «chorro de luz», era el ángulo recto desde donde la radiación luciferina entró a este plano.

La segunda instancia iniciática, habiendo tenido la preparación de la anterior, tuvo una mayor impronta:

«Otra noche, después de leer unas páginas del libro “La teoría de la vida eterna”, de Rodney Collin, resolví repetir mentalmente, hasta dormirme, las palabras “quiero recibir la iniciación del Espíritu”. Unos cuarenta minutos después me despertó nuevamente la misma luz de la vez anterior, pero ahora había además dos personas en la habitación. Yo continuaba con los ojos cerrados, pero “sentía” que había dos hombres allí, junto a mi cama. Pensé, “¿Cómo pudieron entrar, si las puertas y ventanas están cerradas y solo yo tengo las llaves de esta casa?”. Yo temía abrir los ojos, temía mirarlos y que se percaten de que yo había despertado. Oí una voz extraña y fuerte: “Nos llamaste y hemos venido ¡Y ahora tienes miedo!”. Yo continué sin abrir los ojos y nada respondí. Hubiera deseado escapar de allí, pero temía ser atacado por ellos si lo intentaba. Después escuché “no estabas preparado del todo”, y luego “no hay otra manera”. Inmediatamente clavaron en mi cabeza una especie de aguja, sin darme tiempo a reaccionar ni defenderme.

“Sentí que estaban inyectando una especie de líquido en mi cráneo, con lo que me pareció era un tipo de jeringa de metal, o algo así. A continuación me dormí. Desde ese día en adelante, percibí en mí una especie de alejamiento con respecto al mundo y supe desde entonces con exactitud y claridad cuál era la meta a la que debía dedicar todos mis esfuerzos por el resto de mi vida. También noté que mis dudas y fluctuaciones, con respecto a cuál era el camino más directo hacia el Espíritu, habían desaparecido.»

Nuevamente, cierta lectura esotérica (estando la predisposición gnóstica) actuó como un disparador,que con el pedido del Yo de recibir la iniciación del espíritu, propició nada menos que la visita de dos Siddhas. 

Recordemos que una de las vías de liberación, la «más una» en relación a las otras siete, es la del rescate propiciado por los Siddhas. 

Con cierta intervención utilizando tecnología Hiperbórea secreta, aquellos Siddhas confirieron un grado iniciático, lo cual se reflejó en los resultados que el profesor Herrou Aragón refiere. Es decir, el completo aislamiento del sujeto anímico.

Y en una tercera instancia como veremos, ocurre un cercamiento rúnico, arquemónico, con orientación al Selbst:

«Años después, viví una experiencia similar después de las repeticiones mentales previas al sueño. Apareció la misma luz y los mismos hombres. Esta vez la misma voz dijo: “Ya no hay miedo”. Y a continuación apoyaron en mi cabeza un extraño instrumento que emitía una especie de rayo láser, con el cual grabaron en mi cráneo un extraño signo de forma romboidal. Después de esta segunda experiencia, menos invasiva que la primera, advertí que estaba avanzando hacia mi Espíritu sin mirar atrás ni a los costados.

El camino había sido allanado completamente, se había transformado en una vía directa a la que sólo restaba transitar.»

La forma romboidal denota la orientación desde el cerco rúnico, con lo que se allana totalmente el sendero a transitar, desde el Yo aislado hacia el Sí mismo del Yo infinito, el Selbst.

Tal iniciación sólo puede conferirla un Siddha, como ocurrió en el caso comentado.

De modo que tenemos inicialmente una orientación desde la radiación luciferina., El rayo verde que emana del sol negro, Lucifer mismo desde detrás de Venus. Luego con la voluntad del Yo y la asistencia de los Siddhas, la resignación del sujeto anímico y el cerco infinito (indeterminado espacialmente) en torno al Yo. Y posteriormente el cruce hacia el Selbst, con el norte luciferino como referente de orientación.

En términos de la orientación gnóstico-rúnica brindada por Nimrod de Rosario, tenemos la orientación de la runa conducente Guibur, que lo lleva a uno a situarse de espalda al ángulo recto de la runa-arquémona Odal.

Superando y resignando al símbolo sagrado emergente con el intento de nueva captura (resignación mediante la aplicación del principio del cerco y la Actitud Graciosa Luciférica), se accede a la arquémona Odal, y el sujeto anímico del Microcosmos queda resignado.

En este contexto se es un mutante, ya que el Virya pasa de tener un regente psicológico demiúrgico en la psique, a un regente orientador rúnico, con la fuerza y asistencia del Vril, desde la esfera Ehre, nucleada en el Selbst.

El tránsito desde este aislamiento del Yo al Selbst, implica cruzar el abismo, luego de lo cual se es un «hijo de la muerte», habiéndose resignado completamente la vida cálida con el fuego frío luciferino irradiando desde uno mismo, que ilumina gnosticamente, a la vez que produce ardor y quemazón en lo demiúrgico.

A partir de aquí pueden ocurrir, según la estrategia, distintos movimientos. O bien se transmuta el cuerpo en Vajra inmortal, permaneciendo indefinidamente en este mundo, acorde a las directivas de los Siddhas y conforme a una estrategia. O se desencarna, ingresando en una arquémona en el plano astral, o el espíritu, revirtiéndose a la normalidad (conforme al modelo analógico del espíritu esfera brindado en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea»), abandona definitivamente este mundo, retornando al mundo increado.

Análogamente, desde lo reptílico ( en el despertar del potencial del cerebro reptil), el Virya se aproxima o acerca al contexto reptílico de su revestimiento atávico primordial como Siddha en el Origen, en tres instancias iniciáticas, la Serpiente, el Lagarto, y el Dragón, tema ya desarrollado en previas disertaciones.

Consideremos como se ha expuesto la secuencia iniciática en «El misterio de Belicena Villca».

Debe tenerse presente que la lectura de la novela mágica conciencializa al Virya en la situación propia en que se halla, permitiéndole orientarse desde allí.

Así, más allá de tal o cual hecho histórico o cultural, subyace en todo el despliegue histórico de la novela un significado críptico subyacente, que cada Virya debe ser capaz de descubrir mediante la Minne.

Citaremos el siguiente extracto de «El misterio de Belicena Villca», para luego extraer su significado oculto en relación al propio Virya:

«El Gran Jefe Blanco, el Señor de la Voluntad y del Valor Absolutos, vendrá una vez, dos veces, tres veces, a Vuestro Mundo. La primera vez, quebrará la Historia, pero se irá, y causará la insensata risa de los Demonios; la segunda planteará la Batalla Final, pero se irá, en medio del Rugido de Terror de los Demonios; la tercera guiará a la Raza del Espíritu hacia el Origen, pero se irá para siempre, dejando tras de sí el Holocausto de Fuego en que se consumirán los seguidores del Dios Uno, hombres, Almas, y Demonios. ¡Pero quienes sigan al Enviado del Señor de la Guerra serán Eternos!»

Trasladando el significado de estos tres sucesos al propio Microcosmos, es decir a una microescala (que como ocurre con todo lo expuesto en la novela mágica, siempre hay correspondencia de lo externamente narrado con el propio Virya), tenemos que cada Virya es un Führer (líder) de sí mismo.

La primera iniciación sería así asumir el modo de vida estratégico tras haber estudiado y comprendido la Sabiduría Hiperbórea.

En esta instancia iniciática, el Virya ha abandonado el pacto cultural, adhiriéndose al pacto de sangre.

Debe entonces reactivarse la Minne, para mediante la escalera caracol propia (según la vía de liberación seguida), propiciar el Kairós conducente a la liberación.

La segunda instancia iniciática, es la de la muerte Kalibur, renaciendo el Yo despierto al «día del espíritu», quedando completamente cercado por las runas de Navután. 

Y finalmente, la tercera iniciación, surge al desencarnar, enfrentando directamente al Demiurgo y sus Arcontes, retornando definitivamente al Origen.

Todas las trampas ilusorias de Maya y sus agentes demiúrgicos en oposición al espíritu, serán luego de la confrontación de la propia «batalla final», quemadas en el fuego luciferino increado.

Las runas noológicas Odal, Tyr y Hagal, representan este mismo proceso o secuencia iniciática. En la runa Odal el Yo es aislado. Se llega a esta instancia mediante la runa conducente Guibur, donde ya el Virya obtiene una preorientación gnóstica.

Luego la runa Tyr, que representa el puente noológico hacia el Selbst ( «puente» que ha de transitarse mediante el paso a través de la escalera caracol, y la escalera infinita).

Y finalmente la runa Hagal, en que se obtiene la completa perfección, como Yo absoluto en su condición original normal, ya no revertida.

En el caso de Arturo Siegnagel, la lectura de la carta de Belicena Villca produjo cierto despertar en el (análogo a una primera apertura iniciática), seguidamente de lo cual, alcanzó poco después, en una intensa y terrible experiencia un aislamiento de su Yo con respecto al mundo del Demiurgo, recibiendo la asistencia de la virgen de Agartha, es decir de la Diosa, en una de sus facetas.

Y finalmente la experiencia de su sueño (notemos aquí que esta iniciación es recibida en un sueño, y resulta también válida), de donde frente a un espejo tuvo la visión de una araña, que traspasó «desde el otro lado del espejo», para entrar en sí mismo, situación que se repitió luego con la imagen reflejada en el espejo de la espada de Tharsis, la cual al entrar en sí mismo, se tornó en una bella Dama, consumándose así el encuentro nupcial del reencuentro con la pareja original, besándolo en ese reencuentro al entrar en él, para perderse en la «negrura infinita» de él mismo, dejándolo sumido en un éxtasis luciferino, que heló su corazón para siempre, tornándolo en un hombre de piedra.

Así es como Arturo Siegnagel pronunciando en medio de la experiencia de su sueño iniciático:“¡OH, Kâli!”.

La experiencia ha sido magistralmente narrada por Nimrod de Rosario en «El misterio de Belicena Villca», remitiendo a su lectura obligada para quien procure el despertar del espíritu.

Solo acotaremos, que tal experiencia ocurrió subiendo Arturo Siegnagel «por unas gradas de color verde» hacia una plataforma cuadrada, donde se hallaba el espejo en que tuvo lugar la contemplación y experiencia mística luciferina.

Las gradas color verde son indicativas de la senda a través de la sangre fría, es decir del aspecto reptílico. Y la plataforma cuadrada, es el recinto aislado donde el Yo puede efectuar el tránsito al reencuentro definitivo con su propio espíritu, para lo cual resulta esencial la asistencia de Ella, Lilith, la Dama del Origen.

Vemos así que también Arturo Siegnagel transitó a través de tres etapas iniciáticas.

Recordemos en que en «El misterio de Belicena Villca» se menciona asimismo la perfección de una misión de familia, encomendada desde antaño a los linajes Hiperbóreos, para también lograr la transmutación completa y liberación.

Esta es, aunque no se menciona en forma explícita, una de las 7 más 1 vías de liberación, que consiste en llevar mediante una misión de familia, un arquetipo creado hacia su perfección arquetípica, para luego recrearlo en el Origen. Lo que significa ni más ni menos, trascender el arquetipo, orientado hacia el Origen.

La factibilidad de esta vía está dada debido a que todo lo existente en el mundo creado del Demiurgo es una copia, a modo de reflejo desvirtuado, de una esencia del mundo increado.

Puede así entonces, con la orientación gnóstica requerida, partirse de la copia, para eventualmente arribar a lo original.

En el caso de Belicena Villca, su linaje mantuvo como misión de familia el culto de Pyrena, la Gorgona, la Diosa del fuego frío.

Belicena Villca en su carta, menciona a Arturo Siegnagel la misión de familia que existe en el linaje de él, y comentando acerca de la posibilidad de obtener la perfección por esa vía.

Aunque como hemos leído en «El misterio de Belicena Villca», el recorrido iniciático del sobrino de Kurt Von Subermann fue por otro carril.

Concretamente esto es lo que Belicena Villca le dice al respecto: «Su familia, Dr. Siegnagel, fue destinada para producir una miel arquetípica, el zumo exquisito de lo dulce. Desde tiempos remotos, sus antepasados han trabajado todas las formas del azúcar, desde el cultivo hasta la refinación; desde las melazas más groseras hasta las mieles más excelentes. Un día se agotó el manejo empírico y un azúcar metafísico, es decir un Arquetipo, se incorporó a la sangre astral de la familia, dando comienzo a un lento proceso de refinación interior que culmina en Ud. Hoy el azúcar metafísico ha sido ajustado a la perfección arquetípica y el esfuerzo de miles de antepasados se ha condensado en su persona: la dulzura buscada está en su Corazón. A Ud. le toca dar el último paso de la trasmutación, recrear ese azúcar arquetípico en el Espíritu, y comprenderlo con el Símbolo del Origen. Pero no soy Yo quien debe hablarle de esto, pues sus antepasados se harán presentes un día, todos juntos, y le reclamarán el cumplimiento de la misión.»

Notemos que le dice «A Ud le toca dar el último paso de la transmutación». Y esto se debe a la pureza de sangre de Arturo Siegnagel, pureza que Belicena Villca percibió desde el primer momento que viera al doctor, reconociéndolo debido al vínculo sincronistico acausal del aura Catena, y viendo «desde la sangre» como un Virya elegido.

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Los misterios de la Sabiduría Hiperbórea

El misterio del encadenamiento espiritual

El misterio de los Siddhas traidores

El misterio de los espíritus Hiperbóreos femeninos

Por Christian C.

El argumento de la traición se halla enraizado desde el mismo inicio, en el «lila» de los Dioses.

Desde el Origen, habiéndose aproximado a este mundo, los Siddhas traidores traman el engaño mediante dos instancias, en las que proyectan el símbolo del Origen.

La miradas gnósticas del Siddha Hiperbóreo, alegorizado como una esfera, se exteriorizan o proyectan en sentido inverso, hacia el exterior, a un supuesto encuentro con Ella, la Dama del Origen, siendo una falsa imagen proyectada por los Siddhas traidores.

Aquí ocurre la reversión del «espíritu esfera», primer acto del encadenamiento espiritual. 

De la reversión del espíritu esfera, las miradas gnósticas, que previamente convergían (atento al modelo analógico de la esfera) en el núcleo del Yo absoluto, a partir de la reversión, divergen, sintetizándose en un polo infinito, más allá del mundo de los entes finitos.

Hasta aquí, el espíritu Hiperbóreo aunque extraviado, a causa del símbolo del Origen, la falsa imagen de Ella, mantiene no obstante su carácter infinito, siendo precisamente el «Yo infinito», llamado también el «Yo de la desorientación absoluta».

Debido a su hostilidad esencial, manteniendo la espalda frente al mundo demiúrgico, el Yo absoluto no advierte su propio extravío. Y en esto consiste el ardid de los Siddhas traidores!

El Yo absoluto, al dar la espalda al mundo del Uno, también está oponiéndose o dando la espalda a su propio Yo infinito, sus miradas revertidas.

Desde el otro lado digamos, el Yo infinito, aunque mire hacia su propio núcleo del Yo absoluto, tiene la interposición en el medio del mundo demiúrgico.

Surge aquí el segundo acto del encadenamiento espiritual, cuando los Siddhas traidores, revestidos de cuerpos arquetípicos entelequiados, y manteniendo la apariencia reptiloide, copulan con la raza Pasú, proyectando en la pasión del Maithuna una imagen del Origen (nuevamente, una imagen de Ella), lo cual atrae o capta alguna de las miradas del Yo infinito, en busca de orientación. En esta segunda instancia, una de las miradas desorientadas y revertidas del Yo infinito, también pretende falsamente ir al encuentro con Ella. Y de su reflejo en el símbolo del Origen en la sangre astral del Pasú, surge el Yo perdido del Virya, subsumido ahora en el sujeto anímico del Microcosmos, siendo tal Yo del Virya, una hipóstasis del Yo infinito. Hipóstasis atenuada y constreñida, bajo el marco de un Yo finito, que confundido miserablemente, se identifica con la estructura psico-física del Microcosmos en que se halla.

A este punto, conviene dejar en claro nuevamente, que tal ardid o engaño, contó de algún modo con el aval o consentimiento voluntario del propio espíritu Hiperbóreo, quien aceptó en cierta forma sumirse en tal olvido e ilusión, buscando experimentar a partir de su exteriorización y desdoblamiento proyectivo, las posibilidades en un mundo de copias del mundo verdadero, y yendo al encuentro y cópula metafísica con una «Ella» que no era tal.

Y he aquí la traición primordial. La traición del espíritu Hiperbóreo a su propia Dama del Origen, traicionándose de este modo a sí mismo, ya que El-Ella conforman una unidad polarizada inseparable.

Tal posibilidad, del olvido y separación de Ella, no es realmente posible, excepto en un «sueño», o lo que es igual, bajo una ilusión.

De allí la ilusión del enamoramiento y el amor en este mundo, siendo un poderoso tapasigno del A-mort original.

La reminiscencia inconsciente de Ella, bulle desde la Minne como el símbolo del Origen, moviéndose continuamente el Yo, buscando sin saber que busca. Y en su desorientación, esa reminiscencia inconsciente de Ella, la proyecta en una mujer de carne, surgiendo así la ilusión del enamoramiento, siendo fagocitado por el arquetipo Dama.

Tal como se refiere en «El misterio de Belicena Villca»:

«Como Hombre de Piedra, el Elegido resurrecto tendrá un

Corazón de Hielo y exhibirá un Valor Absoluto. Podrá amar sin reservas a la

Mujer de Carne pero ésta ya no conseguirá jamás encender en su corazón el

Fuego Caliente de la Pasión Animal.»

El «hombre de piedra» ha resignado completamente su lado anímico. Puede «manifestar un lado emocional» si su estrategia lo requiere, pero ya no es objeto de las emociones del mundo. De allí que su lado anímico o «corazón» ha sido tornado en piedra, y carece del «amor del mundo».

Su esencia espiritual por otra parte, no se torna o muta en nada, ya que es inmutable, como siempre lo fue desde la eternidad increada.

Por otro lado, en este mundo del Demiurgo, todo cuanto hay aquí, independientemente de su forma o apariencia masculina o femenina, no es sino una expresión o manifestación del mismo Demiurgo, de la substancia ordenada por él, siendo expresión de su propia Shakti. Es decir que cualquier puesta de sentido en este mundo, y búsqueda de placer o felicidad material, no se está sino interactuando con el Demiurgo. Aunque la forma perceptible sea quizá femenina, aquí es todo Él. En lo cual, hay un acto de homosexualidad implícita, en traición a la propia pareja original.

Visto esto desde otra perspectiva, se está en este mundo interactuando con la Shakti del Demiurgo lo cual mantiene también la impronta de la traición original.

Por supuesto que es distinto el caso cuando existe orientación gnóstica, y particularmente en el sendero de mano izquierda, donde uno parte de la misma materia, y de los elementos disponibles en este mundo con orientación al Origen.

En tal caso, puede una dama luciferina de este mundo, asistir al Virya (dado que el principio femenino es idéntico, independientemente de en quien se manifieste) pudiendo así despertar en la Minne el recuerdo de Ella en el Origen.

Más en tal caso estamos hablando de una mujer Lilith, y no de la mujer Eva.

Es la orientación gnóstica lo que se precisa, ya que de otra manera, todo en este mundo es demiúrgico, incluyendo el cuerpo físico presente, y no hay manera de eludirlo.

Debido a estos argumentos de la traición y homosexualidad, encuadrados desde el inicio en un marco demiúrgico, fue por lo que el Pontífice Nimrod de Rosario seleccionó en su orden algunas personas con estas tendencias, para así resignar el argumento de la traición y el de la homosexualidad.

Algunos iniciados (representativos cada uno de alguna de las 13 más 3 runas) resultaron traidores, más esto ya se hallaba contemplado en la estrategia del Pontífice.

Y no olvidemos que los Siddhas traidores, con el símbolo del Origen, también detentaban las 13 más 3 runas.

Luego tenemos también el misterio de los espíritus Hiperbóreos femeninos, tema del que Nimrod de Rosario también mantuvo en su momento cierta reserva, no desarrollando el tema en su exposición de la Sabiduría Hiperbórea.

Buscando aclarar algo de tal misterio (de lo que puede decirse o expresarse en este mundo a través del lenguaje, habiendo aspectos sólo comprensibles desde el Selbst en el éxtasis rúnico), tenemos que tales espíritus femeninos, a diferencia de los masculinos, no fueron revertidos, sino que en auxilio de los Hiperbóreos extraviados, acudieron encarnándose directamente, siendo su misma esencia femenina el Vril.

Y así es como ciertas mujeres evocan sin ninguna duda en la Minne de muchos Viryas, una reminiscencia o nostalgia del Origen perdido, de Ella.

Esto varía y depende de la pureza de sangre del Virya, pero esta presencia femenina rúnica, es de por sí suficiente para activar el recuerdo de sangre.

Y el mismo símbolo del Origen, pese a ser la causa del encadenamiento (siendo esto también un misterio en sí mismo), al ser conciencializado por la pureza de sangre, y con orientación gnóstica, remite a la Diosa verdadera del Origen.

Aquí paradójicamente los Siddhas traidores, en el mismo medio del encadenamiento, aportaron la llave de la liberación, traicionando también desde el inicio, implícita y potencialmente al Demiurgo…..

Más esa llave de liberación está oculta, en la sangre de los Viryas, y no permitirán sin combate que nadie la utilice.

La poderosa presencia femenina, y el recuerdo que puede suscitar en la Minne del Origen, es motivo suficiente para el odio que el Demiurgo mantiene hacia lo femenino, y todas las tácticas de degradación sexual en la sociedad operadas por la sinarquía.

La alianza de Lilith con Lucifer, o de las mujeres Lilith con Lucifer, ha perdurado en el imaginario colectivo como el trato oscuro del diablo y las brujas, con el odio de la Iglesia cristiana hacia las brujas, y a la mujer en general.

Algunos Viryas han considerado también que originalmente Lilith (siendo un término genérico puede aplicarse aquí a varias Diosas del Origen) se alió con el Demiurgo, como Siddha traidora, luego rebelándose contra el Demiurgo, y en alianza ahora con los Siddhas leales.

Lo cierto es que Lilith jamás se alió con el Demiurgo, sino que fue una estrategia para adentrarse en el mundo del Demiurgo, conociendo su plan desde dentro y pudiéndolo sabotear.

Cuando en el mito hebreo se menciona a Lilith como creación de Jehová, no es sino un recuerdo lejano, deformado mítica y culturalmente, en cuanto que Lilith alguna vez tuvo «cierto trato o acuerdo con el Demiurgo».

Según otras canalizaciones, Lilith originalmente estaba «dormida», teniendo luego su despertar, lo cual ocurre cuando los Siddhas se revisten de apariencia humana en el mundo demiúrgico.

Según el ocultismo de la Kabalah qliphótica, Lilith se halla en el dominio oscuro de los Qliphot, como su misma reina. Lo cual ha desconcertado a ciertos Viryas, no pudiendo sintetizarlo con el hecho de que el mundo de las Qliphas (reverso de las Sephiras), es una expresión oscura del Demiurgo.

Y han considerado así algunos, que debe tratarse de una Lilith arquetípica, distinta de la Lilith Hiperbórea del Origen.

El hecho es que Lilith/Lilithu se halla infiltrada en el mundo del Demiurgo, manteniendo desde los Qliphot su estrategia.

Y es que, siendo el reino Qliphótico el inconsciente demiúrgico, además de resultar más estratégico atacarlo desde allí, este inconsciente, como reverso opuesto de los Sephirot, tiene cierto referente al Origen, lo cual será maniobrado en su momento por Lilith, cuando el Demiurgo deba mirar de frente al Origen, sin poder negarlo, terminándose así su juego, y desvaneciéndose toda la ilusión.

Por otra parte tenemos el misterio de los Siddhas traidores, que entran en el mundo del Demiurgo, manteniendo su Vril y sin revertirse. Estos Siddhas «juegan» a olvidar el Origen, enmascarados bajo el aspecto de ángeles, seres alados celestiales que ocultan su lado reptílico.

Fueron estos Siddhas quienes mediante la clave genética inocularon en el Pasú el símbolo del Origen (que a partir de entonces mutó en Virya con la captura del Yo de un espíritu Hiperbóreo), y el gen reptil.

Es decir que los Viryas, genéticamente son «hijos de los Siddhas traidores», y los Viryas orientados y despiertos «hijos por adopción» de los Siddhas leales.

Dentro de la creación de este mundo, los Siddhas traidores reconocen al Demiurgo como único Dios, al cual asisten a cambio de un protagonismo esencial en su mundo. Es así que el Demiurgo les confió el poder del signo de Tipheret, que rige la belleza,encanto y fascinosum de este mundo, poder que mantienen y direccionan desde su morada Chang Shambalá, en el núcleo transituativo del sistema real Kalachakra.

Los Siddhas traidores, al igual que el Demiurgo, tampoco pueden resistir de frente el signo del Origen, ya que el despliegue de su ilusión se terminaría, no pudiendo negar el Origen.

Además de esto, los Siddhas traidores mantienen sus desavenencias con el Demiurgo, ya que de llegar el Maha Pralaya, con la desaparición o cierre de todo el escenario demiúrgico, también el protagonismo de los Siddhas traidores concluiría, ya que toda la creación sería reabsorbida en el Demiurgo, y ellos ya no tendrían ningún lugar o posición.

Debido a esta cuestión, los Siddhas traidores procuran retrasar el Maha Pralaya, interfiriendo en el proceso entelequial, para lo que favorecen a otras razas y pueblos, en vez de la elegida por el Demiurgo.

Esto se pone de manifiesto en facciones antagónicas de la sinarquía, que responden o bien al Demiurgo, o a los Siddhas traidores, teniendo cada raza su propio prototipo racial Manú.

Y el argumento de la traición también está signado en el fin de la historia, ya que aguardando tal momento preciso, algunos Siddhas traidores se cambiarán de bando, traicionando al Demiurgo.

Consideremos tan sólo que según la demonología clásica, muchos demonios se oponen a Jehová, en tanto que los ángeles le apoyan. Lo que comúnmente no se dice, es que estos demonios son desdoblamientos de los propios ángeles (camuflaje a su vez de los Siddhas traidores), desempeñando otro rol, y en oposición al Demiurgo.

De ese modo los llamados Siddhas traidores, en algunos casos pueden estar haciendo un doble juego simultáneo, apoyando al Demiurgo, y a la vez oponiéndose a él.

Consideremos por ejemplo la rebelión de los ángeles según el libro de Enoc, «ángeles» que copularon con la raza humana, y trajeron el conocimiento oculto (similar al fuego luciférico de Prometeo robado a los Dioses), lo cual remite con algunas variantes modificadas, al tema de la clave genética operada por los Siddhas traidores en este mundo del Demiurgo.

Más a pesar de eso, estos ángeles, liderados por Semiazza y Azazel, atrajeron por su accionar la atención e ira del Demiurgo, quién envió otros ángeles liderados por Miguel, para combatirlos.

Así se aprecia que en el ámbito demiúrgico, hay ángeles (Siddhas), que «juegan a dos puntas» como se dice, pareciendo actuar para el Demiurgo, a la vez que boicotean su obra.

De igual modo en el mundo «humano» de los Viryas, puede mencionarse el polémico caso de Aleister Crowley, quién fue un doble agente, colaborando como iniciado Druida para la sinarquía, a la vez que abrió determinados portales para los Primigenios que menciona Lovecraft (Siddhas), cuyo origen no es una creación demiúrgica de este mundo, sino que tienen su accionar controlado bajo una estrategia Hiperbórea.

Y tan solo digamos, que más allá de toda la trayectoria sinárquica y demiúrgica de Crowley (con su doble juego mediante), finalmente logró cruzar el abismo, tornándose transmutado en un «hermano negro» nuestro.

No podía ser de otro modo, siendo un Ipsissimus, o mago ocultista del grado y orden más elevado.

No obstante hay muchas categorías y no puede esta instancia generalizarse, siendo el tema sumamente complejo.

Más, el punto a tomar en cuenta desde la Sabiduría Hiperórea, es que en la batalla final se mostrarán los auténticos rostros y de qué lado está cada uno, más allá de las apariencias asumidas.

Esta batalla final suprametafísica, cabe aclarar, no está prevista en los designios demiúrgicos, y por lo tanto no ocurre en una instancia del devenir del tiempo (fluir de la conciencia del Demiurgo), sino antes del tiempo recargado de la Kalachakra, en el Origen, luego de la entrada por la puerta de Venus, donde se suscitó la división y conflicto.

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Los misterios ocultos del Necronomicón! – Segunda parte –

Por Christian C.

Uno de los mayores misterios en cuanto al Necronomicón, es la mención que hace Lovecraft en «El horror de Dunwich» de la ubicación de un ejemplar en la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires.

Muchos visitantes de distintas partes del mundo han consultado en la biblioteca nacional de Buenos Aires por el Necronomicón, con la siempre respuesta previsible, que no contaban con la disponibilidad del libro.

En rigor de verdad, Lovecraft menciona «la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires», que no es la «biblioteca nacional», aunque puede decirse sin duda que ésta última se halla vinculada a la Universidad de Buenos Aires, siendo la principal biblioteca de la ciudad.

Pero el rastro del libro se orientó hacia la Biblioteca Nacional, a partir de la ficha del extraño libro que hiciera en el año 1956 su entonces director, el afamado escritor Jorge Luis Borges.

Se dice que la biblioteca nacional alberga unos diez mil incunables, de modo que en cuanto a posibilidades se refiere, ¿por qué no podría Borges haber ocultado el Necronomicón en la «biblioteca de Babel»? 

Remontándonos años atrás en la historia, Borges asumió en 1938 (habiendo fallecido en 1937 Lovecraft) un cargo en la biblioteca municipal Miguel Cané. Allí parece ser que ya había recibido alguna consulta acerca del Necronomicón, seguramente de algún buscador que comenzó a indagar en Buenos Aires, haciéndose eco de la cita de Lovecraft.

Y hay quienes dicen que la ceguera de Borges fue adquirida luego de leer el misterioso libro. Aunque oficialmente se cuenta que Borges traía ya un problema degenerativo de visión desde su misma infancia, y el detonante se produjo luego de la lectura de un libro con mala luz, en un viaje en tren a la ciudad de Mar del Plata.

Sin afirmar ni negar nada, resulta curioso que también otros dos directores que tuvo la Biblioteca Nacional, José Mármol, y Paul Groussac, también quedasen ciegos.

Ateniéndonos a los hechos, tenemos que cuando Borges asume como director de la biblioteca nacional, en 1955, ya estaba ciego. Y la ficha del Necronomicón la escribió un año después, en 1956.

También se halla la leyenda urbana de un libro escrito por Borges, «El rumor de los insectos por la noche», de la editorial Emecé, que oficialmente se dice, «el libro nunca existió».

Su título, «El rumor de los insectos por la noche», es precisamente el significado de «Al Azif» en árabe, el nombre original del Necronomicón.

Este libro sería un comentario, o incluso traducción misma del Necronomicón, efectuada por el propio Borges, mandando posteriormente a sacarlo de circulación y destruir todos los ejemplares, ocultando unos pocos en un pabellón tapiado de la biblioteca nacional. (Téngase en cuenta la mención literaria que se hará luego, en posible asociación con esta cuestión, del cuento «El libro de arena «).

Al día de hoy, muchos continúan consultando y preguntando en la biblioteca nacional, sita en la calle Agüero, por el Necronomicón. Y resulta más que interesante, que la estructura arquitectónica de esta biblioteca, revista la forma de un prehistórico gliptodonte, orientación tomada precisamente a partir del fósil de un gliptodonte encontrado en los yacimientos de una demolición del anterior edificio.

Gliptodonte, que al igual que las Gárgolas, quizá cumpla la función emblemática de guardián del sitio.

Este proyecto,de establecer allí una nueva sede de la biblioteca nacional, fue iniciado en 1961 e ideado por Borges, que no obstante nunca llegó a desempeñarse como director en la nueva sede de la biblioteca.

Es decir que donde Borges hizo la ficha del Necronomicón, fue en la biblioteca ubicada por entonces en su anterior dirección, en la calle México. Y en esa «biblioteca de Babel», se dice, estaría oculto originalmente el libro.

Los rumores dicen que en el siglo XlX fue traído el Necronomicón a Buenos Aires, por Paul Groussac.

Y que antes de fallecer, le mostró a un entonces muy joven Borges el sitio donde estaba oculto.

Con relación a Paul Groussac, atiéndase a la interesante nota de color, que cursó sus estudios en Francia en un colegio de Dominicos, y que tuvo como tutor al teólogo Lacordaire, responsable de restablecer la orden Dominicana en la Francia pos-revolucionaria.

Recordemos el rol destacado que tuvo la orden Dominicana, y su albergamiento encubierto del Circulus Dominicanis Hiperbóreo, según se detalla en «El misterio de Belicena Villca». Por lo que uno puede preguntarse, ¿qué tesoro o legado de conocimiento oculto pudo haber traído Groussac a la Argentina?

También está el hecho que muchos libros se perdieron en la mudanza de la anterior sede de la biblioteca a la nueva. Pero por supuesto, si hablamos del Necronomicón, cabe esperar que se debieron haber tomado los recaudos para proteger y asegurar el libro.

En la película «Necronomicón el libro del infierno» del 2018, se expone el argumento de una situación de emergencia de napas subterráneas en la biblioteca nacional, a raíz de lo que, intentando hacer un inventario de lo que haya podido salvarse, se encuentra en un pabellón oculto el libro perdido.

Pabellón que parece no ser visible excepto para el personaje destinado a encontrar el libro. Como si el sitio además estuviera quizá mágicamente sellado.

De todos modos, a través de sucesivas indagaciones se llega a cierta ambigüedad, en cuanto si el libro está o no en la biblioteca nacional, o si alguna vez estuvo allí, o en otro sitio, si Borges lo tuvo entre sus manos o no, si la ficha que hizo del libro es real o se trató de una broma, etc.

Desde ya que un libro tan poderoso como el Necronomicón no se dejaría libremente en manos de cualquiera. Y así se comprende que quizá cuando Lovecraft menciona «la biblioteca de la universidad de Buenos Aires», en realidad estuviera mencionando en una forma un tanto oblicua, que cierto adepto e iniciado de Buenos Aires recibió este legado oculto. Atento esta consideración a que tanto «biblioteca» como «universidad» pueden entenderse como claves de «reservorios de conocimiento».

Es decir, un iniciado que haya llegado al conocimiento oculto del Necronomicón, es portador del Necronomicón como tal, y en ese sentido, el mismo adepto es una «biblioteca» o «universidad» viviente, de lo oculto.

El mismo criterio es válido para otros sitios que Lovecraft menciona, como la universidad de Harvard, la biblioteca de París, y el museo británico. Es decir, Iniciados en este saber arcano, ubicados en esas coordenadas espaciales del mundo.

La clave parece estar sin duda cuando Lovecraft menciona que un Necronomicón se halla en la biblioteca de la universidad de Miskatonic.

Es decir, para acceder al Necronomicón es necesario hacer el «viaje a Miskatonic», que sabemos no se halla en el plano físico, sino astral.

De modo similar a los libros de cristal de Agartha, que no se hallan en el mundo físico.

Nadie encontrará por ejemplo la página 693 en ninguna edición física del Necronomicón, pero si en el ejemplar de la biblioteca de Miskatonic.

Y para entrar a la «sección de libros prohibidos» de la «biblioteca de la universidad de Miskatonic», es preciso poseer la llave de plata.

Llave que es dada a su vez por otro iniciado. 

Así como en la película «El horror de Dunwich» del 2009, donde una pareja buscadora del Necronomicón, recibe la llave del iniciado Olaus Wormius, y a través de un trance inducido, visitan cierta casa, que resulta ser el propio Necronomicon.

¿Dónde halló Randolph Carter la llave de plata? Según el cuento «A través de las puertas de la llave de plata», en la cueva de las serpientes…..

Por supuesto, si algún incauto intruso o alguien no preparado se adentrase en tal cueva, puede ser fatalmente mordido por los guardianes serpientes que allí moran.

Las menciones y leyendas del Necronomicón guardado en tal o cual biblioteca, universidad o museo,son sin duda una protección a modo de tapasigno, que estableció Lovecraft para salvaguardar en forma segura el acceso al Necronomicón, desviando a los incautos, y además para evitar que cierto contenido pudiera ser modificado o adulterado.

En relación al ejemplar de Miskatonic, desde la comprensión horizontal y racionalista, algunos han interpretado que Lovecraft ideó la «ficticia universidad de Miskatonic», inspirado en el Bradford College de Massachusetts, donde surgió luego una leyenda urbana de la región, respecto a que Lovecraft había enterrado un Necronomicón en las proximidades de un lago cercano al Bradford College.

Y a partir de aquí se arriba a la cuestión esencial. La pregunta no es ¿Dónde está el Necronomicón?, sino antes bien, ¿Qué es el Necronomicón?

Su significado en griego es «El libro de los nombres muertos». Y aquí por «muertos» se está remitiendo a seres fuera del mundo humano, los Primigenios como ancestros primordiales.

Es decir, el libro orienta para conectarse con el propio linaje de sus ancestros, llegando así al Gran Antepasado. Las claves están allí, por supuesto en medio del laberinto, que se bifurca en muchos otros senderos.

Así uno puede también perderse en el libro, o hallar la salida, y salir de este mundo como un dragón o saurio alado.

Y desde ya, la obtención de inmensos poderes propios de los Dioses, que son terribles y no aptos para humanos mediocres.

Aquí es donde asoma nuevamente lo ya referido previamente, en cuanto que el Necronomicón fue recibido por Lovecraft como un tesoro-legado de conocimiento, de familia.

Más debe comprenderse qué significa lo antes comentado, en relación a «la llave de plata», teniendo presente el significado críptico y oblicuo de la «universidad de Miskatonic», para asomarse a este misterio de Lovecraft.

Al respecto, recordemos nuevamente el personaje lovecraftiano de Randolph Carter (representación literaria en muchos aspectos del mismo Lovecraft).

Randolph Carter era también un escritor de cuentos que publicaba en una revista, fue «estudiante de la universidad de Miskatonic», y poseía la llave de plata,recibida de su abuelo, lo cual le permitía una exploración sin límites espaciales ni temporales.

La llave de plata enlaza así con la facultad de anamnesia de todo iniciado hiperbóreo, en conexión con el propio linaje hiperbóreo, sus ancestros, y el Gran Antepasado.

Más, tal como señala Nimrod de Rosario, el río de la memoria de sangre debe ser cruzado remontando la corriente en sentido inverso, para así encontrar al propio Gigante del Origen, que es el propio espíritu Hiperbóreo.

En el cuento «Lo innominable», Randolph Carter posee un «diario de un antepasado suyo», con el que inicia sus indagaciones acerca de cierta «monstruosidad ancestral».

Randolph Carter es descendiente de Sir Randolph Carter, brujo y ocultista de la época de Isabel l de Inglaterra. Una alusión velada quizá a John Dee, también portador del Necronomicón y la Sabiduría Hiperbórea.

Otro antecesor familiar de Randolph Carter es Edmund Carter, quien debió escapar debido a las acusaciones y juicios por brujería en Salem. Es decir, todo un linaje de brujos

Suplantemos el nombre de Randolph Carter por el de Lovecraft ( con las claves ya apuntadas de Miskatonic y la llave de plata, y considerando las debidas licencias y ajustes literarios que Lovecraft debió hacer en sus relatos ), y tendremos un vislumbre del misterio de Lovecraft y el Necronomicón.

De modo que con el Necronomicón,además del tan conocido argumento de abrir determinadas puertas para el retorno de los Antiguos, se pueden alcanzar los más grandes Siddhis, y la Gnosis prohibida, con la consiguiente transmutación.

Desde ya, puede argumentarse que el nombre del texto original en árabe es Al Azif, traduciéndose aproximadamente como «el rumor o zumbido de los insectos por la noche».

Detrás de esta figura metafórica, se está indicando los extraños sonidos que se escuchan a veces en el desierto por la noche, de extraños y antiguos seres, como los Djinns o genios de la tradición árabe.

Sin duda un llamado o mensaje sonoro de los Siddhas, que resuena por «vía acústica» en la sangre de los Viryas.

A partir de la lectura de varios cuentos de Borges, puede sin duda concluirse, que el escritor argentino poseía mínimamente atisbos o percepciones a través de su Minne (y probablemente estimulada por las lecturas de ciertos textos ocultos), que luego plasmó en retazos literarios de distintos cuentos.

Se mencionarán aquí algunos ejemplos, con cierto comentario a modo de elaboración argumental, dejando luego la tarea para cada Virya interesado, el indagar en la vasta literatura Borgeana, para reducir el argumento iniciático allí presente, en función de la propia Minne.

En su cuento «El Aleph», Jorge Luis Borges, revela claros indicios de cierta comprensión gnóstica. El cuento habla de un extraño «dispositivo», si se le puede llamar así, que es un punto, en el cual se hallan todos los puntos del universo, y en el que al mismo tiempo, se atisba el infinito mismo.

Borges da visos de captar no el «infinito potencial», como concepto de una sucesión interminable, sino el infinito actual, donde todo está presente simultáneamente sin límites, y el lenguaje resulta muy restringido para expresarlo.

Citando textualmente «El Aleph», Borges dice:

«Por lo demás, el problema central es irresoluble: la enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré”.

El «Aleph» como tal, el punto desde donde puede observarse todo, es visualizado como una esfera, que es precisamente la representación o modelo analógico que se utiliza en la Sabiduría Hiperbórea para referirse al espíritu Hiperbóreo como Yo absoluto.

Además de esto, el personaje que tiene la experiencia mística hallando el Aleph, es un escritor y lleva el nombre de «Borges». Es decir, un desdoblamiento literario del propio autor.

La búsqueda y experiencia del Aleph le es sugerida a Borges por Carlos Argentino Daneri en el cuento, buscando revivir el «rostro» y experiencia de su ya fallecida (es decir, «perdida») Beatriz.

Más allá de las concordancias biográficas con la vida de Borges, en un nivel de significado más oblicuo, es sin duda un guiño a la Beatriz de Dante, que representa justamente a la musa secreta, inspiradora del recuerdo de Ella, la Dama del Origen.

Y bajo una comprensión gnóstica puede entenderse que el personaje Borges del Aleph está buscando a Ella, de quien al final del cuento, confiesa que con el paso del tiempo, su rostro ha ido olvidando cada vez más….

Para hallar el Aleph, es preciso descender por una tortuosa escalera empinada,a un sótano oscuro. Es decir, la experiencia iniciática del descenso a la profundidades del inframundo o Katabasis.

Y es en la «oscuridad» de ese sótano donde se halla la luz del conocimiento que busca. Lo cual interpretado gnósticamente nos lleva a hacer a un lado la falsa luz del mundo, ilusoria, adentrándose en la oscuridad. Para lo cual debe efectuarse un descenso no fácil, sino empinado, u oblicuo. Lo cual nos lleva al movimiento ondulante de la Serpiente.

Luego, en esa oscuridad subterránea, se encuentra la verdadera luz, que es sin dudas la luz de Lux-Fer, el «portador de la luz», o Lucifer.

También Borges deja en términos claros, que según la experiencia mística del Aleph (experiencia frente a la cual el lenguaje es siempre limitado para referir), este mundo conocido, no es sino un reflejo o copia del mundo verdadero.

Más el cuento tiene también otras capas o niveles de significado. Ya que si bien en una primera lectura,con el significado extraído ya expuesto, tenemos el Aleph como representación del infinito, no debe pasarse por alto, que el «Aleph», siendo a la vez como símbolo la primera letra del alfabeto hebreo, pudiera ser en realidad, como el personaje de Borges sugiere, un «falso Aleph», hallándose el verdadero en otra parte. Y además cuestiona el nombre «Aleph», para referirse al «mirador del infinito».

Y aquí Borges enumera una serie de objetos extraños y mágicos, según cierto manuscrito hallado en Brasil y atribuido al capitán y cónsul británico, Burton.

Después de mencionar estos objetos, se sugiere que en una columna (es decir un monumento lítico) de una mezquita del Cairo, pero al mismo tiempo de construcción anterior al Islam, se hallaría contenido el verdadero Aleph.

Columna que además puede transmitir su dimensión infinita por vía acústica.

Resulta también interesante que la historia del cuento se ubique en una casa de la calle Garay, que se halla de hecho a una corta distancia de la entonces biblioteca nacional ubicada en la calle México, donde la leyenda urbana ubicó el paradero del Necronomicón oculto en Buenos Aires.

La zona es además abundante en túneles ocultos subterráneos, y próxima también a la original sede de la biblioteca nacional en la Manzana de las luces (con sus túneles subterráneos bien conocidos), por lo que ha sido objeto de consideración por parte de algunos, en cuanto si el libro perdido quizá se halle en alguno de estos sitios ocultos.

Encontramos asimismo cierta insinuación del saber arcano, en el cuento «El libro de arena» de Borges, donde se habla también de un extraño libro, obtenido en la India, y de un contenido literalmente infinito. 

No sorprende al protagonista del cuento tanto el contenido del libro en sí, como la imposibilidad del continente,o la estructura de su encuadernación y hojas, ya que el contenido cambia cada vez que se abre el libro, imposibilitando por ejemplo volver a encontrar el mismo dibujo de un ancla en una de sus páginas antes vistas.

Y de igual modo, resulta imposible encontrar la primera y la última página, siendo por lo tanto el libro infinito. No resulta extraño en consecuencia, que la numeración de las páginas no sea secuencial, sino un tanto arbitraria, considerando que cualquier orden serial es válido desde el infinito.

Es notorio por otra parte, que el vendedor ambulante de Biblias que llega a la casa del personaje que luego adquiere el libro, comente en un momento dado que es un libro sagrado. Y más adelante,no vacila también en afirmar que se trata de un libro diabólico.

Es decir que ambas acepciones son apropiadas para semejante libro.

Y similarmente a la leyenda urbana del Necronomicón en la biblioteca nacional, también el protagonista del cuento oculta el libro en uno de los anaqueles de dicha biblioteca. La misma biblioteca, ubicada por entonces en la calle México, donde muchos buscaron infructuosamente el Necronomicón.

Un argumento similar, y a la vez distinto al de la película «Out of mind», donde Lovecraft y Randolph Carter, hallándose cada uno en diferentes épocas, se encuentran a través de un sueño, lo hallamos en el cuento de Borges «El otro», en que el propio Borges se encuentra consigo mismo, pero viviendo cada uno una distinta edad.

Un argumento plausible, considerando la intersección espacio-temporal factible del «Gran secreto de Maya».

Más en este extraño encuentro, el Borges que narra lo sucedido, dice haber obtenido la experiencia en la vigilia, en tanto «el otro», el mismo Borges de una edad mucho menor, experimentó el encuentro a través de un sueño, y luego olvida el incidente.

Y una revelación literaria no menor que las precedentes, la hallamos en el cuento que Borges dedica a la memoria de Lovecraft, titulado «There are more things» o «Hay más cosas», donde se menciona y describe un tanto oblicuamente una extraña casa, cuya disposición arquitectónica interna y amueblamiento, no es la indicada para un humano, sino más bien un ser de otro mundo.

El visitante de la casa, tratando de dilucidar qué clase de ser habitaba esa casa, recuerda en un momento determinado una referencia de Lucano, de la anfisbena,o serpiente de dos cabezas!

También en otra parte del cuento se menciona la experiencia visionaria en un sueño de un laberinto de piedra, custodiado por su guardián,el minotauro, que sabemos es un referente mítico del Demiurgo, como carcelero de este mundo.

Tomando como referente a escritores Argentinos, no solamente Borges ha presentado atisbos de percepción a través de la Minne en sus relatos y cuentos. Tomemos otro ejemplo, como el escritor Manuel Mujica Lainez, conocido como Manucho.

Su cuento «Los espías» expone indudablemente elementos lovecraftianos, presentando el «horror cósmico», que según la descripción dada, aunque no es explícito, acontece en la ciudad de La Cumbre, ubicada en la provincia de Córdoba, Argentina.

Allí Manucho, que aparece en la historia como personaje protagonista, y narrando todo lo sucedido en primera persona, cuenta acerca de unos extraños seres, que presentan una apariencia externa extraña pero humana, siendo estos cuerpos en realidad habitáculos de unos muy largos gusanos o lombrices, que se camuflan bajo el ropaje humano.

Esta extraña forma, aunque se trata de otra especie, evoca sin duda en su fisonomía la figura de la serpiente, por lo que aparece aquí el tema de los híbridos.

Otra instancia donde el célebre Manucho obtuvo sin duda una percepción a través de su Minne, se refleja en el cuento «La larga cabellera negra», en que se obtiene la experiencia de una cabellera negra de mujer en la oscuridad, como serpiente que se desliza, subiendo y enroscándose en el cuerpo del personaje.

El vínculo del cabello y lo ofídico es señalado por Mircea Eliade, comentando que según cierta tradición folclórica, el cabello de las hechiceras por la noche se tornaba en serpientes. Indudablemente vislumbres de una memoria de sangre que remite a eones ya olvidados, expresado luego bajo un ropaje cultural-mítico en el folclore.

Este argumento iniciático de una cabellera viva bajo apariencia serpentina, aparece también en el cuento de Lovecraft en coautoría con Zealia Bishop, «El lazo de Medusa», en el cabello de Marceline, quien conducía un antiguo culto oscuro de la serpiente, encarnando ella misma ese poder de la Diosa.

Todas historias y argumentos que remiten al misterio Hiperbóreo de Pyrena, Diosa del fuego frío, de cabello de serpientes.

Los escritores de cuentos y ficción, por su misma labor, logran en ocasiones inflamar la imaginación a un punto extremo, que algunos contenidos de la Minne se filtran en la esfera de conciencia, siendo captados o asimilados bajo formas arquetípicas sumamente oblicuas. En muchos casos, el escritor puede tomar estas ideas como una invención suya, producto de la imaginación, etc. Y en otros casos, se tiene conscientemente una percepción de mundos oblicuos, y del mismo Origen.

Tal como Nimrod de Rosario refirió alguna vez, en los libros de «ciencia ficción» se hallan algunas claves del mundo verdadero.

Un famoso escritor de ciencia ficción, con una clara marca o impronta gnóstica que debe mencionarse es Philip Dick.

Retornando al círculo de Lovecraft, encontramos referencias a la transformación de humano en serpiente, en el excelente cuento «La máxima abominación», de Clark Ashton Smith.

Todo comienza con el estudio de unas tablillas grabadas con extraños signos cuneiformes, que habían pertenecido originalmente a la pérdida raza de los hombres serpiente.

Del grabado de las columnas con tales signos, se menciona que se hallaban » incisas con tal precisión que parecía que hubieran sido talladas con plumas adamantinas sumergidas en un veneno mordiente». Es decir, una impronta ofídica en la misma escritura, que sin duda remite a la antigua y oculta lengua de la Serpiente.

Estas tablillas resistieron considerablemente el paso del tiempo, en términos de eras geológicas, lo cual demuestra la imperecedera sabiduría de la Serpiente, resistente al paso del tiempo, ya que no se trata de un legado ni conocimiento humano. Concretamente Clark Ashton Smith escribe:

«Mi maestro, con gravedad, me informó que en estas tablillas se preservaba, contra el deterioro de las eras geológicas, la sabiduría oculta de los prehumanos hombres-serpiente, cuya olvidada tierra había sido desgarrada por un cataclismo volcánico y hundida en el abismo innumerables edades antes de que la tierra de Hiperbórea emergiera del limo primigenio.»

Aquí se está aludiendo por supuesto a la Hiperbórea terrestre, manifiesta en este mundo en ancestral época,y no a la Hiperbórea del mundo increado.

La misma preservación de las tablillas metálicas a través de eras geológicas completas, sugiere un profundo conocimiento alquímico, hallándose la misma clave de la inmortalidad física en el elixir de la serpiente y su muda de piel.

Y resulta muy significativo que los hombres serpiente habitasen este mundo tiempo antes que la civilización Hiperbórea y Thule, siendo de hecho los primeros visitantes de fuera de este mundo.

La sabiduría de los hombres serpiente es destacada en el relato, como poseyendo completo dominio de la misma matriz del tiempo-espacio, siendo que su poder de esta ciencia oculta arcana «había superado en gran medida los arcanos más rudimentarios de los semi-bestiales Voormis o de los habitantes prehumanos de la última y glacial Thule».

Nótese que se mencionan a los «semibestiales Voormis», una clase de Pasú, y por otro lado a la raza prehumana de la glacial Thule, es decir los Hiperbóreos.

Y esto se debe justamente a que los hombres serpiente fueron los propios maestros de los Hiperbóreos( estamos hablando aquí de los Hiperbóreos en términos raciales), siendo por otra parte una primera camada de Siddhas que entraron en este mundo.

Es decir, que previo incluso a la bipartición de Pasú y Virya, se hallaban los hombres serpiente, siendo de hecho los «primeros Hiperbóreos».

Luego, esta sabiduría de los hombres serpiente es mencionada como obviamente más allá de la capacidad de comprensión humana, pese a los intensos y severos esfuerzos del nigromante… por encontrar la fórmula secreta para lograr la manifestación física, mediante la goecia ofidiana, de un genio (Djinn) serpiente:

«Durante innumerables años, mi mentor había buscado inscripciones antiguas que dataran del aeón primigenio de la raza de los hombres-serpiente: sus tablillas cuneiformes de metal perdurable, sus extraños ídolos de formas ofidianas y los monolitos grabados con sus enigmáticos glifos. En su progresiva adquisición de la ciencia de esta raza, mi maestro admitía ciertas dificultades insuperables, siendo la principal de ellas la casi imposibilidad de subordinar las preconcepciones e inclinaciones de una facultad cognitiva meramente humana a las cosmológicas y marcadamente alienígenas filosofías de los hombres-serpiente. Sin embargo, creía firmemente que con el tiempo superaría estas barreras y lograría el dominio completo de la goecia ofidiana»

Y pese a la antigüedad en que se contextualiza la historia, ya en esa época no obstante la raza humana mantenía cierta animosidad, temor y espanto (propio del entramado anímico-arquetípico demiúrgico), hacía lo reptílico, como lo prueba el rechazo innato y repulsivo del discípulo de Zylak:

«Por mi parte, aunque reprimí voluntariamente mi innata repulsión hacia la extranjería reptiliana de este conocimiento y facilité los experimentos de Zylac con todas las capacidades a mi alcance, debo confesar una profunda e instintiva aversión hacia estos seres ofidianos. Su fría e inhumana sensibilidad despertaba en mi pecho un estremecimiento de horror. Que ellos hubieran sido devotos del abominable culto del Padre Yig, Clark Han y el serpentino Byati s era algo intrínseco a sus orígenes raciales, ya que estas entidades espantosas jamás habían disfrutado del culto de los humanos en este planeta.»

Nótese lo último referido, en cuanto que estos terribles seres ofídicos «jamás habían disfrutado del culto de los humanos en este planeta». Es decir, los hombres serpiente no se hallaban enmarcados en los cultos demiúrgicos de este mundo.

Sucedió que en el undécimo año del noviciado del discípulo de Zylak, su maestro regresa luego de internarse en una peligrosa expedición en las selvas thurianas.

Había adquirido el extraño y antiquísimo grimorio del sabio ocultista y nigromante Zloigm de la raza de los hombres serpiente.

El tratado mágico, con escritura cuneiforme y páginas metálicas como ya se mencionó, se hallaba encuadernado con el cuero de un diplodocus para entonces extinguido.

Acorde a las instrucciones del grimorio ofídico, Zylak preparó una pócima, entre algunos de cuyos ingredientes se mencionan:

» lágrimas de raíz de mandrágora, la bilis de basiliscos, el jugo del letal árbol upas, el ícor del elusivo catoblepas de montaña y la orina hirviente de víboras aladas»

Aquí tenemos mencionados algunos Kalas vegetales y de serpiente, y otros ingredientes secretos que no se refieren, constituyendo un poderoso licor o elixir, para luego de su ingesta, proceder a las letanías de la liturgia serpentina, en aras de invocar y lograr el apersonamiento astral en el plano físico del gran genio Serpiente.

Luego de repetidos intentos fallidos en el ritual, debido quizá,según lo conjeturado por Zylak y su discípulo, a las dificultades en la traducción del arcaico texto, ciertos cambios fisiológicos fueron detectándose en Zylak.

Desde el cambio en la tonalidad de la piel, pasando de su natural ámbar oscuro a glauco y pálido, una hinchazón en su rostro, y sucesivos cambios en los que fue acentuándose un tono verde en su piel, de consistencia ésta cada vez más rugosa y escamosa.

Además su voz se tornó siseante, acentuando las vocales como un susurro, y su cuerpo adquirió una elasticidad y flexibilidad inusitadas. 

Eventualmente, y con extraños y ofídicos cambios más y más pronunciados,su discípulo extrañado y algo temeroso, se retiró unos días, bajo un pretexto astrológico que le demandaría cierta actividad aislada por la noche.

Pasado ese lapso, y tras un intento de comunicación con su maestro, en el que desde fuera escuchó apenas su respuesta en forma sibilante, se decidió a entrar, encontrando la metamorfosis completa del sabio Zylak, ahora en una serpiente, que no obstante conservaba en su mirada los rasgos del sabio.

Puede advertirse aquí un doble significado implícito. Por un lado, Zylak logró tornarse en un ofidio, desde el completo dominio de la materia y energía.

Y un segundo significado, es el de que el ritual se le fue de las manos al sabio, causando quizá algún importunamiento u ofensa, por el que resultó mutado en una serpiente.

Algo similar encontramos en el cuento de Lovecraft, «La maldición de Yig», donde también se advierte un cambio de forma humana a serpiente. Y también provocado por un agravio y ataque de uno de los personajes hacia las serpientes. 

El tipo de invocación y entonación del ritual que se advierte en una parte avanzada del relato, donde más bien parece tratarse de un ritual de destierro o alejamiento más que de evocación, sugiere que Zlyak pudo haber atraído inoportunamente algún guardián ofídico, que le impidió acceder a cierto tesoro, portal o misterio, luego de lo cual se lo castigó haciéndole adoptar la forma de serpiente.

Su discípulo, horrorizado, y tal vez advirtiendo cuanto había ocurrido, echó un ácido sobre su maestro tornado ahora en ofidio, para liberarlo de esa forma, luego de lo que se alejó exiliándose de la región un buen tiempo.

A partir de cuentos como el mencionado de Ashton Smith, y otros de Robert Howard, por ejemplo se presenta en un argumento «digerible» para el Virya perdido, la inducción de la realidad de los hombres ofídicos del Origen.

Aunque en oposición y guerra en ocasiones con la raza humana, estos relatos terminan despertando en muchos la memoria de sangre del Origen reptílico. 

Allí la grandeza de un autor como Robert Howard, cuya trama argumental presenta por un lado elementos de la historia de Wotan en el personaje Conan, y por otro lado la realidad de los hombres Serpiente en el villano Thulsa Doom.

Está en el propio Virya, que pudo haber estimulado su Minne mediante estos relatos, tomar ambos polos sintetizándolos en el argumento iniciático de orientación, arribando así a las claves requeridas.

En los medios audiovisuales del cine también se ha filtrado y expresado en ocasiones la misma disponibilidad de orientación iniciática.

Un ejemplo digno de mención es la serie «V Invasión Extraterrestre» de los años 80 (mas o menos hacia la misma época en que Conan fue llevado al cine, protagonizado por Arnold Schwarzenegger), en que aparecen los hombres lagarto, y la venenosa y sensual Diana (interpretada por Jane Badler), líder reptiliana, capitana de la nave, reina de los hombres lagarto, que de algún modo evoca en la Minne a la Mujer Serpiente del Origen.

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