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Lovecraft y su legado reptílico

Por Christian C.

El profundo conocimiento de ocultismo de Howard Phillips Lovecraft queda plasmado en toda su excelente obra literaria, presentando también en ocasiones, velada o explícitamente, conceptos de la Sabiduría Hiperbórea.

El reconocimiento de su conocimiento ocultista es destacado, por la amplia cita y mención de dos grandes ocultistas en sus respectivas obras: Kenneth Grant y Michael Bertiaux.

En el caso de Kenneth Grant, ha sistematizado nada menos que la «Magia Tifoniana», sirviéndose en su desarrollo de numerosas referencias de los escritos de Lovecraft.

Y en el mencionado caso de Bertiaux, su orden «La Couleuvre Noire » (Culebra negra) combina el Voodoo con el Gnosticismo (apreciándose que en ambas corrientes tiene relevancia iniciática la serpiente), y descolla su exposición de la «Física del Necronomicon», física que, al igual que la Física Hiperbórea, va mucho más allá de la convencional física sinárquica.

Son numerosas las instancias en que el célebre escritor y ocultista H.P Lovecraft menciona en sus «cuentos» la presencia de seres extradimensionales de aspecto reptiloide.

El más conocido de sus cuentos, «La llamada de Cthulhu», retrata precisamente un ser de proporciones gigántescas que no es de este mundo, con aspecto que semeja a una hibridación de pulpo y dragón!

En «La maldición de Yig», aparece nada menos que «el padre de las serpientes», Yig, quien tiene completo poder sobre las serpientes, a las cuales protege, y además posee el poder para tornar humanos en serpientes…

Numerosos avatares de Yig como Dios serpiente, se han manifestado a lo largo del tiempo, sea bajo apariencia humana, o con rasgos híbridos de humano y reptil.

También se destacan en las historias de Lovecraft la transituación a través de pasajes dimensionales de un mundo a otro, o de un contexto arquetípico a otro, que sabemos son los múltiples espacios de significación en que el demiurgo proyecta la realidad ilusoria bajo la codificación de un superlenguaje.

Quién podría negar que la lampara de Alhazred era un transductor, por el que Ward Philips ( el personaje central del cuento La lámpara de Alhazred) podia transituarse en distintos espacios de significacion, de muy diversos lugares ya olvidados y epocas enterradas bajo las arenas del tiempo?

En «Los sueños en la casa de la bruja» Lovecraft comenta un extraño conocimiento oculto y procedimiento por el que la bruja Keziah Mason podía mediante el posicionamiento de determinados ángulos y símbolos, abrir portales dimensionales para viajar o trasladarse a otros espacios de significación.

Conocimiento esotérico que tiene de hecho un referente documentado , en el caso histórico de una bruja en México, que devino en la historia de «La mulata de Córdoba».

Más demos una rápida mirada a diferentes historias lovecraftianas, en que aparece la presencia reptiliana.

En «La ciudad sin nombre» se describen misteriosos y oscuros corredores , a los que se se accedia mediante entradas subterraneas excavadas en la roca, que llevaban a otros más profundos tuneles, en donde se apreciaban figuras momificadas de ancestrales seres reptilianos.

Estos tuneles y recintos a modo de templos subterraneos, eran de un nivel muy bajo,por los que el protagonista que los recorre, debe en ocasiones avanzar reptando…

Asi también las escenas de bajorelieves representados en algunos de aquellos muros, donde se cuenta la historia de esta raza reptiloide, que mantenia una animosidad completa hacia la raza humana.

Raza reptil que alguna vez habito la superficie de la llamada ciudad sin nombre ,y luego se fue desplazando e internando en las profundidades de su nueva morada subterranea.

En otra historia, «La maldicion que cayo sobre Sarnath», tambien se mencionan vestigios de una antigua ciudad, Ib, habitada previamente por una clase de humanoides reptiles color verde, y su idolo de piedra verdemar, Bokrug, Saurio acuatico….

Se menciona asimismo la venganza que tomaron estos seres reptiloides sobre Sarnath, ya que los moradores de Sarnath habían destruido su ciudad de Ib mil años antes.

En «Los muros de Erix», Lovecraft menciona expresamente hombres lagarto en Venus, del tamaño de gigantes, los cuales dominan completamente el entorno venusino.

Además están interesados en una extraña clase de cristales que parecen atesorar para su culto, en una forma que no es comprendida por los humanos que realizan expediciones a Venus, procurando los humanos estos cristales con fines de la utilizacion de su capacidad energetica.

Llama sobremanera la atención esta referencia literaria que brinda Lovecraft de hombres lagarto en Venus, ya que los Siddhas han asumido precisamente ese aspecto, habiendo entrado por la puerta de Venus.

De igual modo, la existencia de estas místicas «piedras de Venus», que los humanos buscan apoderarse aprovechando el poder energético de tales piedras.

En otro de sus cuentos, «A tráves de las puertas de llave de plata», el protagonista, Randolph Carter,logra transituarse a la época de su infancia, recreando el contexto arquetípico de esa época y lugar. Y el transductor que utiliza es la misteriosa «llave de plata», que, atención, Randolph Carter ha encontrado en la no menos extraña «caverna de las serpientes».

También Lovecraft menciona seres reptilianos que externamente semejan humanos en su cuento «El ceremonial «:

«con la respiración agitada, contemplé aquel Averno profano de leproso resplandor y aguas mucilaginosas; la muchedumbre reptiloide y encapuchada formó un semicírculo alrededor de la columna de fuego.»

Por otra parte Lovecraft nos brinda mediante otra referencia literaria una alusión a la clave genética en «El montículo». cuento en que explícitamente se remite a un ancestral experimento en que se cruzaron los reptiles con los mamíferos, estos últimos denominados «esclavos» :

«Los seres de Yoth, indudablemente, habían sido de estirpe reptiliana, y la mayoría de los fisiólogos de Tsath coincidían en que las actuales bestias fueron sumamente reptilianas antes de ser cruzadas con la clase esclava mamífera de K’n-yan».

En el mismo cuento es mencionado un culto simultáneo tanto de Yig como Cthulhu, es decir, un referente tanto de la serpiente como el pulpo:

«Adoraban a Yig, el gran padre de las serpientes, y a Tulu, el ser con cabeza de pulpo que les había guiado desde las estrellas….»

Y además tanto Yig como Cthulhu se retratan como mirándose uno al otro, lo cual acota el ancestral vínculo entre el pulpo y el reptil:

«Tales muros, tras un kilómetro de empinado ascenso, remataban en un par de inmensos nichos, uno a cada lado, en los que las imágenes monstruosas e incrustadas de nitratos de Yig y Tulu se acuclillaban observándose el uno al otro a través del pasadizo, tal como habían hecho desde la temprana juventud del mundo humano. «

Por otro lado llama la atención que la medida de tiempo que utilizaban para orientarse era la serpiente, el Dios serpiente Yig:

«Periodos de alterna vigilia y sueño, prolongados, acortados e invertidos según dictaran el humor y la conveniencia, y datados por el batir de la cola del Gran Yig, la Serpiente, correspondían muy someramente a los días y noches humanos; aunque las sensaciones de Zamacona le dijeron que debían ser actualmente algo más largos. El año, medido por la muda anual de piel de Yig, era como un año y medio del mundo externo.»

Es decir, tras la manifestación temporal fenoménica, se aprecia la presencia de la serpiente en su designio del despliegue energético.

Sin duda uno de los más extraños cuentos en lo que al tema reptiloide concierne es «El sobreviviente», donde se menciona explícitamente el legado ancestral reptil del humano, mencionando imcluso a los saurios!!

La cita en cuestión es como sigue:

«Esta era en general la sustancia de las anotaciones reunidas en la libreta. Aquellas notas hacían referencia a diversos puntos del continente, desde el Canadá hasta México, pasando por la Costa Este de Norteamérica. Desde aquel momento se hizo patente la extraña obsesión del doctor Jean-François Charriere, que le empujaba a comprobar la longevidad de ciertos seres humanos que, en sus mismos rasgos, parecían mostrar algún parentesco con antepasados saurios o batracios.»

Además Lovecraft explicita el vínculo de los saurios con Cthulhu, lo cual deja bien a las claras que tras los mitos de Cthulhu, Lovecraft buscó dejar constancia (bajo el velo literario) de la ancestral presencia reptil extradimensional y suprahumana, tema oculto que parece asomar en algunos oscuros cultos como el voodoo:

«Se encontraban ciertas referencias a los saurios en el culto vudú; existían relaciones similares con la cultura religiosa del antiguo Egipto; y aparecían oscuras y sugerentes referencias a una relación con los saurios representados por el mítico Cthulhu, en una época anterior al Crocodilus y al Gavialis; y aún antes del Tyrannosaurus y del Brontosaurus, del Megalosaurus y otros reptiles de la era mesozoica»

Dos bellas damas serpentinas se mencionan en la obra de Lovecraft. En un caso se trata de Marceline en «El lazo de Medusa», magistral cuento de Lovecraft escrito en colaboración con Zealia Bishop, donde se revela al final del cuento, una pintura con el rostro de Marceline, y su cabellera de serpientes, similar a la Gorgona.

Cabellera serpentina que incluso luego de la muerte de Marceline, continua teniendo vida…

Se sugiere también la lectura del cuento «La larga cabellera negra» del escritor Argentino, Manuel Mujica Lainez, cuento en que aparece el mismo nexo serpentino en relacion a una cabellera femenina.

El otro personaje femenino con apariencia serpentina mencionado por Lovecraft aparece en «El diario de Alonzo Typer», citando expresamente lo que dice:

«Hay una mujer que supera en encantos a todas las demás. Sus venenosos encantos son como los de una dulce flor crecida al borde del infierno. Cuando la miro de cerca se desvanece, pero sólo para volver más tarde. Su rostro tiene un aspecto verdoso, y a veces he creído descubrir una insinuación de escamosidad en su suave textura. ¿Quién es ella?»

En el mismo cuento, la genialidad de H.P. Lovecraft añade también la descripción de piedras que remiten a la serpiente:

«Esas piedras, tanto en color como en textura, no se parecen a nada que haya visto anteriormente. No son pardas ni grises, sino más bien de un amarillo sucio unido a un verde maligno y sugieren una variabilidad camaleónica. Su textura se asemeja extrañamente a la de una serpiente escamosa y es inexplicablemente nauseabunda al tacto… fría y viscosa como la piel de un sapo u otro reptil.»

Se trata de la presencia y manifestación reptil en el ámbito pétreo, que remite y orienta indudablemente al Origen.

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