Por Christian C.
Entre los distintos libros legendarios que abundan en la literatura lovecraftiana y el círculo de Lovecraft, sin duda el que más se destaca, y por todos conocido, es el Necronomicón, cuyo original en árabe sería Al Azif, escrito por «el árabe loco», Abdul Alhazred.
Lovecraft menciona en su obra tanto libros de historicidad comprobada,tales como Tesaurus Chemicum de Bacon, De Masticatione Mortuorum in Tumulus, o «De la masticación de los muertos en sus tumbas» de Rauff, Ars Magna et Ultima de Lulio, etc, como libros considerados «invenciones literarias» de Lovecraft o su círculo, como el libro de Eibon, Cultes de Goules, el texto de R`yleh, los Manuscritos Pnakóticos, De Vermis Mysteriis de Ludvig Prinn, Usaussprechliten kulten de Von Junzt, etc.
Aunque en un primer nivel de aproximación al misterio del Necronomicón, el indagador racionalista se encuentra con que se trata de un «libro ficticio» inventado por Lovecraft (y de hecho así reconocido por Lovecraft en su correspondencia), esto ha sido a los ojos de los ocultistas expertos, una estratagema para cubrir y proteger tan antiguo arcano y texto oculto de las miradas profanas.
A diferencia de ocultistas célebres, que experimentaban con diferentes técnicas para acceder al conocimiento oculto, y luego verterlo en sus libros, o a modo de enseñanza personalizada a sus seguidores,en otros casos, y en lo que concierne al propio Lovecraft, canalizaba directamente todo este conocimiento a través de «sueños», y experiencias místicas, y lo exponía en una forma un tanto velada en sus cuentos y relatos. «Ficción» sin duda para los no iniciados.
Lo mismo puede decirse de los «libros ficticios» antes citados del círculo de Lovecraft, que incluye a escritores como Clark Ashton Smith, Robert Howard y otros.
Es así que,al igual que Abdul Alhazred, Lovecraft captó y asimiló un conocimiento prohibido de antigüedad remota y profundidad insondable.
Los escépticos racionalistas han querido ver en el Necronomicón y Abdul Alhazred un invento de Lovecraft. Pero el hecho es que antes que ellos, el propio Lovecraft quiso que así fuera visto.
Es preciso conocer digamos,el «código Lovecraft», para ir más allá de una mera lectura superficial pasatiempista, y conocer los significados encriptados, ocultos, tras los cuentos de H.P. Lovecraft.
Y debe rotundamente afirmarse que sin la «llave de plata» (parafraseando el título de una historia de Lovecraft), no es posible abrir los cerrojos que custodian el conocimiento prohibido.
En muchos de los cuentos de Lovecraft se menciona la inexistente «universidad de Miskatonic». Incluso se dice que una de las contadas copias que sobreviven del Necronomicón, se halla en esa universidad en la sección de libros prohibidos.
«Miskatonic» es en tal sentido una fuente de conocimiento oculto, una mega base informativa, que se halla no en el plano físico, sino en el astral. Por lo tanto, ese «ejemplar» del Necronomicón de la universidad de Miskatonic no se encontrará nunca en el plano físico.
Posteriormente veremos de qué se trataba la «Expedición Alquímica Miskatonic».
De igual modo, Arkham, la mítica ciudad donde transcurren la mayoría de las historias, o Insmouth, por ejemplo, es una alusión a que la manifestación e interacción con los Primigenios, los Profundos, etc, se da en otro plano, fuera de la vida «normal» que transcurre en una convencional ciudad promedio.
Tenemos un indicio de esto, en la lengua Aklo, lengua secreta asociada a cultos oscuros y libros prohibidos, que Arthur Machen (iniciado de la Golden Dawn) cita en «El pueblo blanco», y posteriormente Lovecraft en «El morador de las tinieblas», y «El horror de Dunwich».
Al mismo tiempo, en el caso específico de Arkham, está basada en Massachusetts, lo que constituye para algunos un guiño a la vieja ciudad de Salem.
Y de hecho, más allá de la caza de brujas en Salem (que obedeció principalmente a otros motivos ajenos a la auténtica brujería), Lovecraft menciona en sus cuentos, personajes ocultistas que tuvieron cierto pasado oscuro y tenebroso en Salem.
Una clave de este punto, de cierta realidad paralela en que se da el vínculo o contacto con los argumentos lovecraftianos, la encontramos en el cortometraje argentino, «El modelo de Pickman» del 2017 (interpretación libre del cuento de Lovecraft del mismo nombre), donde un muchacho se hospeda en una pieza en una casa de la calle «Dagon» en el barrio de San Telmo. Calle que, luego de algunas peripecias, y alejándose posteriormente del lugar, el joven nunca más volvió a ubicar ni encontrar.
Similar al desenlace del cuento de Lovecraft, «La música de Erich Zann».
Tenemos también la opinión de algunos expertos, que consideran que el Necronomicón como tal, sería un extracto o parte de un grimorio medieval del mago Alkindi. Concretamente el capítulo noveno de la segunda parte, conocido como «El libro de los nombres secretos».
Este libro ingresó y fue catalogado en la biblioteca de Rodolfo ll de Habsburgo, hacia la misma época en que John Dee estuvo en su corte tras el espejo mágico de obsidiana.
Rodolfo ll fue acusado por el nuncio de Praga de conjurar espíritus prohibidos, que sabemos por «Historia secreta de la Thulegessellschaft» de Nimrod de Rosario, se trataba de Siddhas.
Aquí es donde encontramos un nexo o enlace entre los Siddhas hiperbóreos (mediante el trabajo de evocación que realizara John Dee) y los Primigenios o Grandes Antiguos del Necronomicón, tratándose de los mismos.
De hecho, la Golden Dawn (de origen hiperbóreo) también se refería a estos superiores como los Grandes Antiguos.
John Dee codificó el contenido del Necronomicón (según algunos, como ya se mencionó, basado en el grimorio de Alkindi) en 101 cuadrados mágicos, que constituyen el contenido del Liber Logaeth, conocido también como El libro de Enoch (no confundir con el apócrifo libro de Enoch), que se halla actualmente en la biblioteca del museo británico, habiendo sido descifrado en 1978 por David Langford.
H.P. Lovecraft comenta lo siguiente en «Historia del Necronomicón» :
«Una traducción al inglés hecha por el Dr. Dee nunca se imprimió y solo existe en fragmentos recuperados del manuscrito original. De los textos latinos que existen actualmente, se sabe que uno (siglo XV) está bajo llave en el Museo Británico, mientras que otro (siglo XVII) está en la Bibliothèque Nationale de París. Una edición del siglo XVII se encuentra en la Biblioteca Widener de Harvard y en la biblioteca de la Universidad de Miskatonic en Arkham. También en la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires. Probablemente existan muchas otras copias en secreto, y se rumorea persistentemente que una del siglo XV forma parte de la colección de un célebre millonario estadounidense. Un rumor aún más vago acredita la preservación de un texto griego del siglo XVI en la familia Pickman, de Salem; pero sí de hecho se conservó, se esfumó con el artista R.U. Pickman, que desapareció a principios de 1926. El libro está rígidamente suprimido por las autoridades de la mayoría de los países y por todas las ramas del eclesiasticismo organizado.»
Retornaremos posteriormente sobre este Necronomicón en Buenos Aires, comentando previamente otras cuestiones respecto al misterioso libro.
Algunos sugieren que Lovecraft tuvo acceso a una copia del Necronomicón confeccionada a partir de las traducciones que realizó John Dee. Se dice que tal libro podría haber estado en la biblioteca de su abuelo Whipple Phillips, quien pertenecía a una logia masónica vinculada al esoterismo egipcio.
Y más allá de tal o cual logia o sociedad oculta, bien podría tratarse de un legado familiar que recibiera Lovecraft de su propia familia y linaje. Cuestión y argumento que se retomará en otra instancia.
Resulta interesante también,considerando las advertencias del peligro que entraña la lectura del Necronomicón según refiere Lovecraft, que Winfield Lovecraft, el padre de H.P. Lovecraft, terminó sus días internado en un psiquiátrico. Quizá debido a una prematura o indebida lectura de ciertas secciones del libro.
Tenemos distintas versiones y ediciones del Necronomicón, lo que ha llevado a los indagadores racionalistas y escépticos a concluir que se tratan de invenciones de distintos autores, sacando provecho cada uno del legado literario de Lovecraft.
No obstante, el dominio de ciencias ocultas por parte de esoteristas como Donald Tyson, o Frank Ripel, induce a considerar que se trata de algo más que de ficción.
Se menciona el curioso detalle en la literatura lovecraftiana, que el Necronomicón tiene alrededor de 800 páginas. Más no conocemos ninguna edición con tanta cantidad de páginas de este libro. Lo cierto es que distintos autores ocultistas, que escribieron sus respectivas versiones, asimilaron aspectos fragmentarios, parciales, del auténtico Necronomicón, que más allá de alguna copia física en que aquí se haya plasmado, el texto tiene su fuente u origen en otro plano oculto.
Ciertamente que para proteger el mayor contenido oculto y peligroso del libro, esa información no se halla disponible en las ediciones y traducciones físicas del Necronomicón que conocemos. Al menos no en las ediciones de librería. Debe accederse, con la llave iniciática apropiada, si el adepto está preparado, al Necronomicón astral. Y aclarémoslo, tampoco está exento de peligros.
En la película «El horror de Dunwich» del 2009, se aprecia una interesante inspiración oculta llevada a la pantalla, cuando se representa a Olaus Wormius siglos después de la vida de su historia oficial. Claramente teniendo un cuerpo inmortal e incorruptible de Vajra.
Y así es como una pareja es inducida por Olaus Wormius a una experiencia de sueño lúcido, ya que se hallaban buscando una perdida página del Necronomicón, faltante en todas las versiones disponibles. Reciben la llave para visitar una extraña casa (cuestión que ocurre en el sueño inducido), de la que luego luego de algunas peripecias (entre las que visionan al propio Abdul Alhazred, y tras una grieta contemplan también una misteriosa y espléndida ciudad de las que menciona Lovecraft en sus relatos ) descubren que la casa misma era el propio Necronomicón!
Y así, tras el empapelado, hallan en las mismas paredes el texto del Necronomicón, para luego regresar al estado de vigilia con la información buscada de la página faltante.
Más, el Necronomicon como libro físico, tiene su fundamento en la propia cronología que presenta Lovecraft, citando en su proceso a personajes históricos conocidos.
Así, partiendo del legendario Abdul Alhazred, quien escribe el Kitab Al Azif, como la versión árabe original del Necronomicón, tenemos posteriormente la traducción al griego de Theodoros Philetas en 950 D.C (quien le da el nombre griego de Necronomicón), la prohibición pocos años después del libro por el Patriarca Miguel, una posterior traducción al latín por Olaus Wormius en 1228, la prohibición por el Papa Gregorio lX en 1232, una posterior edición en Alemania del siglo XV, y finalmente siendo traducido al castellano en España, en el siglo XVl.
Incluso se rumorea de cierta traducción efectuada por Cervantes al español durante su encarcelamiento en Argel, copia destruida luego por el mismo Cervantes para evitar problemas con la Inquisición. Pese a lo cual, la historia en las sombras cuenta que ciertos pasajes del Quijote fueron censurados por la Inquisición, teniendo claras referencias ocultas a los Primigenios.
Pero el rastro que más nos interesa en la historia de este enigmático libro, es sin dudas su paso por las manos del iniciado John Dee, mago y astrólogo de la reina Isabel l de Inglaterra, siendo traducido por el célebre mago al inglés, como bien afirma Lovecraft.
Se ha interpretado que Lovecraft inventó a Abdul Alhazred a partir de sus lecturas siendo niño, de «Las mil y una noches». Y también se ha comentado que el nombre Abdul Alhazred derivaría de «All has read», es decir aludiendo a alguien que lo ha leído todo.
La lectura de «Las mil y una noches» sin duda que pudo actuar como un agente catalizador, inflamando la capacidad perceptiva de Lovecraft (donde la imaginación puede de hecho funcionar como un puente entre un mundo y otro), y así conectar con Abdul Alhazred, incluso en forma inconsciente.
Los biógrafos cuentan que Lovecraft de niño jugaba a enrollarse una toalla en la cabeza a modo de turbante, y jugaba a que era Abdul Alhazred.
Esta temprana identificación de Lovecraft con Abdul Alhazred, tiene otras connotaciones muy distintas bajo la visión ocultista, que las que pudieran observarse externamente, aduciendo que era un juego de niño.
En muchas de las cartas que Lovecraft mantuvo posteriormente ya como adulto con sus amigos y conocidos, firmaba en ocasiones como «El sumo sacerdote Ech Pi El» (que remiten a las iniciales de su nombre, HPL), Abdul Alhazred,o Luve Keraph.
El propio nombre de Abdul Alhazred asumido por Lovecraft como un apodo cuando era niño, y el mismo nombre utilizado posteriormente para firmar algunas de sus cartas, así como otros extraños nombres, dan cierto indicio de la conexión de Lovecraft con aspectos más profundos de sí mismo y sus existencias pasadas. Incluso asimilándose tempranamente algunas de tales experiencias como juegos infantiles, que es la forma por supuesto como la mente de un niño procesaría semejante información.
Lovecraft por otra parte, avaló algunas de las teorías antes mencionadas del nombre de Alhazred, con una intención clara de ocultar, desorientando a distintas personas.
Así, en una de sus cartas a un amigo dice claramente que se inventó el nombre. En una carta diferente refiere que el nombre era de un conocido abogado de la familia Philips Lovecraft.
En tanto en otra carta dirigida a otro amigo, dice que se basó en «Las mil y una noches». También en alguna parte refiere el significado tras la estructura morfológica de Alhazred, como significando lo ya apuntado de » All has read», o «el que lo ha leído todo».
Significado etimológico que, notemos, aquí tiene relación no con el árabe, sino con el inglés.
Bajo una acepción yemení,comenta en otra parte, significa «El que ve lo que no debe ser visto».
En otra carta en tanto, comenta que el nombre era de un allegado de cierta familia emparentada con los Philips.
Claramente estaba ocultando o camuflando el propio nexo místico con Abdul Alhazred, dando según la ocasión distintos significados del origen del nombre, atribuyéndole en una ocasión a un invento literario, en otra ocasión a un libro, a un conocido, etc.
Y esto nos lleva nuevamente a la cuestión de que Lovecraft canalizaba conocimiento oculto del otro lado, camuflándolo luego bajo un formato literario. Algunos dicen que estas canalizaciones, principalmente a través de sueños,no eran en forma consciente.
Más hay indicios de que sí lo eran.
En la película «Out of Mind: The Stories of H.P. Lovecraft » se brinda una valiosa clave, cuando Randolph Carter, «personaje real» de la época actual en el film, sueña con Lovecraft, quien a su vez también se contacta con Randolph Carter, reconociéndolo como un personaje de sus cuentos, y «el viajero en el mundo de los sueños». Todo el contacto y encuentro se da mutuamente a través de sueños. E incluso en un momento, en que ambos inician una caminata conversando, Lovecraft le comenta a Carter: «Quien sabe, que quizá a lo mejor,uno de nosotros se despierte en su propia casa, en su propia cama, tratando desesperadamente de recordar su sueño».
En la breve y onírica conversación que sostienen, Lovecraft tomando su libreta, lee uno de sus célebres pensamientos: «Toda la vida es solo un conjunto de imágenes en el cerebro, entre las cuales no hay diferencia entre los nacidos de cosas reales y los nacidos de sueños internos, y no hay motivo para valorar a los unos encima de los otros.»
Lo que se puede leer entre líneas aquí, más allá del argumento ficticio de la película, es el hecho de las canalizaciones que Lovecraft tenía mediante sueños, a través del tiempo y espacio.
La misma condición psico-física de Lovecraft permite vislumbrar claramente el perfil de una persona muy distinta y fuera de lo corriente. Su temperatura corporal se cuenta que era anormalmente baja ( cuestión que luego plasmará en el argumento de su cuento Herbert West Reanimator), lo que ya de por sí tiene connotaciones con lo reptílico.
No gustaba de la luz solar, escribiendo de día con las cortinas cerradas. Y por la noche acostumbraba caminar por calles solitarias, e incluso por el cementerio, para obtener inspiración en sus historias.
Consideremos una anécdota del genio de Providence:
«Una anécdota curiosa de ese verano de 1933 tiene que ver con una chica que Lovecraft conoció en Nueva York, en una de sus reuniones con los amigos, en casa de Belknap Long. Cuando ella visitó Providence, él se ofreció a enseñarle la ciudad, y después de cenar una noche, la llevó a un cementerio. En palabras de Hellen Sully: «empezó a contarme historias extrañas, espectrales, en un tono sepulcral». Poco después, Hellen salió huyendo del cementerio «con el único pensamiento de llegar a la calle antes de que él, o lo que fuera, me atrapase. Llegué a una farola de la calle temblando, jadeando y casi llorando y vi que tenía una expresión muy extraña, casi de triunfo. No comentamos nada».»
Teodoro Gómez (Lovecraft – La Antología)
En su novela «El Necronomicón nazi», el escritor español Vicente Álvarez, presenta la novedosa trama que en la Alemania del Tercer Reich, se procuró y obtuvo una copia del Necronomicón.
No resulta extraño, considerando la búsqueda que algunos nazis procuraron de objetos legendarios como el arca de la alianza, el Grial, la lanza de Longinos, las calaveras de cristal, el bastón de mando, etc, en distintos lugares de todo el mundo, desde la Argentina al Tíbet.
En la novela mencionada, Markus Thaler, un coronel nazi de la Anhenerbe, mantiene correspondencia con Lovecraft, y llega a visitarlo personalmente, aunque ya hallándose Lovecraft gravemente mal de salud en sus últimos días.
De cualquier modo, Markus Thaler logra hacerse con una copia del Necronomicón,que se dice era la perteneciente al profesor Henry Armitage (personaje que aparece en «El horror de Dunwich»,), de la «Universidad de Miskatonic», y el 15 de marzo de 1937, la misma fecha del deceso de Lovecraft, el Necronomicón llegaba a Alemania.
Más allá del argumento ficticio, lo que podría estar sugiriéndose, es que luego de Lovecraft, los nazis pudieron obtener el legado del conocimiento oculto del Necronomicón.
También esta misma novela presenta una historia en que Heinrich Himmler logra encontrar una copia del Necronomicón en un códice del monasterio de Montserrat, en España.
Eventualmente Markus Thaler, con una nueva identidad, lleva el Necronomicón a Sudamérica, estableciéndose junto a su esposa, en Chile. Este traslado del Necronomicón hacia América, recibió el nombre de «Operación José de Arimatea», y «Operación Glen», nombre que es un anagrama de Leng, la legendaria meseta que Lovecraft menciona en cuentos como «Celephais» o «En las montañas de la locura», y que según Alan Moore se trata de un campo de intersección espacio/temporal, similar al núcleo cónico dimensional de que habla Nimrod de Rosario en «Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea».
Interesantes cuestiones aparecen en la novela «El Necronomicón nazi», como cierto escritor chileno que colabora secretamente con Markus Thaler ya bajo otra identidad. Quizá un guiño o alusión a Miguel Serrano.
También en una parte de la novela, Ariel Conceiro, el personaje protagonista que investiga toda la trama oculta, descubre,teniendo el «Necronomicón nazi» de Markus Thaler, que en su portada se presenta un rudimentario laberinto, y hacia la mitad, es decir en el centro, aparece el milenario símbolo de la esvástica. Es decir, en el centro del laberinto se halla la clave de su salida, mediante el símbolo rúnico.
Esta clave también aparece en la película argentina, «Necronomicón el libro del infierno», donde se menciona que la salida del laberinto puede encontrarse precisamente en su centro. Y el centro del laberinto, se dice también, es justamente el Necronomicón.
Lo que es otra forma de sugerir que el Necronomicón posee el secreto gnóstico del laberinto y su salida.
Además se alude específicamente al libro como «la llave». Esto recuerda indudablemente a Yog Sothoth, uno de los principales Primigenios, de quien se dice que es simultáneamente «la llave, la puerta, y el guardián de la puerta».
En la citada película, el Necronomicón se halla custodiado por un guardián, que acorde al tiempo humano ya no debería estar presente.
Y el libro se halla oculto en un sitio de la biblioteca nacional imposible de ver por otros, a la vez que este «inexistente libro» tiene como custodio también a un «guardián imposible», según la medida del tiempo.
Claramente, y esto queda muy bien reflejado en el film, no se trata de un libro humano o de este mundo.
Entre las diversas versiones del Necronomicón, sin duda resalta considerablemente la de «Simón».
Simón, como se lo conoce en los círculos ocultistas, era un monje de la Iglesia ortodoxa, quien secretamente mantenía sus propios estudios prohibidos, buscando antiguos grimorios, y traduciendo textos como Le Dragon Rouge y La Poule Noire.
Este extraño personaje, conocido primeramente como Al Abbot, era de hecho un mago ceremonial, y en 1972 impartía clases de magia ceremonial en la habitación de un hotel en Brooklyn Heights, exactamente a cinco manzanas de un antiguo departamento de Lovecraft.
Mediante una infiltración en una red clandestina de tráfico de libros extraños (en que estuvieron implicados otros dos monjes, posteriormente detenidos y encarcelados) logró obtener una rara edición del Necronomicón.
Simón, buscando referencias del libro, estableció contacto con el ocultista y brujo Herman Slater, a quien debemos la traducción del texto, convenciendo a Simón que lo tradujera. Libro que por tal razón es conocido por algunos como «Simonomicón».
En la opinión de algunos, detrás de la identidad de Simón se hallaría Peter Levenda, quien debió en tal caso hacerse con el libro por otros medios.
Slater, amigo del profesor Herrou Aragón, mantenía una importante librería ocultista en Manhattan, Warlock shop/Magickal Childe Bookstore,
Es así como en 1976,otro visitante de Magickal Childe, el editor Lawrence K Barnes, pregunta a Slater bromeando sobre el Necronomicón, y para su gran sorpresa y perplejidad, Slater le muestra el libro, ya terminada su traducción en 1975.
Así es como en diciembre de 1977 sale publicada la primera edición del Necronomicón de Simón, en una edición de lujo, con cubierta de piel, y 666 copias, más otra edición común en tela de 1333 copias, agotándose en pocos días.
Con el tiempo se hallarían interesantes descubrimientos arqueológicos, que avalarían el ancestral conocimiento sumerio de los Primigenios expuesto en el Necronomicón de Simón.
A partir de investigaciones y excavaciones arqueológicas a comienzos de la década del 90 en el sureste de Irak, concretamente en la región agrícola de Kut-al-Amara, se encontró un templo subterráneo en perfectas condiciones, y unas misteriosas tablillas de arcilla con antigua escritura sumeria en el sancta sanctorum del templo, que tenía forma de ziggurat invertido.
En este templo subterráneo se realizaban evocaciones y contacto con los primigenios.
Las tablillas fueron apodadas como las «tablas kutu», y según las traducciones efectuadas por el profesor Venustiano Carranza, catedrático de paleografía semítica en la Universidad de México (autoridad mundial en asiriología), contenían una versión algo modificada del Enuma Elish babilonio, además de referencias a los Primigenios. Concretamente a Yog Sothoth, Azathoth, Shub Niggurath, Nyarlatothep, etc.
Aunque algunos previamente habían sugerido el vínculo entre la cosmogonía presentada por Lovecraft y los mitos sumerios, y el Necronomicón de Simón brinda soporte en tal sentido, con las traducciones de las tablas Kutu del profesor Carranza, se encontró evidencia arqueológica corroborándolo.
El profesor Carranza sugiere incluso, a partir de sus investigaciones, un «proto-Necronomicón», fechado probablemente hacia el 1000 A.C, y complementario con aquel otro utilizado posteriormente por John Dee.
Estamos hablando de un texto más de 1700 años antes que Abdul Alhazred escribiera el Al-Azif, o escrito original del Necronomicón en árabe.
Tenemos así una lista de correspondencias sumerio/babilonias en estos textos cuneiformes, donde aparecen los siguientes nombres: Azagga, Kutusungal, Nyurnantar, Usthur, Yuggsudugu y Shubkurudnu.
Luego, sus correspondencias babilonias son : Azagutukku, Chtulusungal, Nyarlanassar, Astur, Yugsuduk, y Shubkuru.
Y veamos ahora los equivalentes lovecraftianos: Azathoth, Cthulhu, Nyarlathotep, Hastur, Yog Sothoth, y Shub Niggurath,
Se trata de una cosmogonía anterior incluso a la de Dioses sumerios como Anu, Enki, Enlil, o Marduk. ya que estamos hablando precisamente de los Primigenios, y por ende su poder es mayor al de todos los Dioses que posteriormente surgieron en la escena, más allá de las contingencias de tal o cual «juego de los Dioses».
Estos descubrimientos fueron hechos en época actual, a fines del siglo XX, décadas después que Lovecraft escribiera sus historias.
De modo que no cabe duda que Lovecraft debió canalizar este conocimiento de su contacto con los Siddhas Primigenios, sea a través de sueños místicos y/o experiencias visionarias.
Desde el ámbito esotérico, tenemos también referencias de un antiguo texto a modo de proto-Necronomicón, según Frank Ripel en su libro «La magia estelar», que menciona un texto conocido como el Sauthenerom, o «libro de la ley de la muerte», de 4000 años de antigüedad,
Más continuando con el análisis de las canalizaciones de Lovecraft, encontramos por ej. en el cuento «La lámpara de Alhazred», escrito por Lovecraft y Derleth, que «Ward Philips» (nuevamente, el propio Howard Philips Lovecraft), recibe de su abuelo una misteriosa lámpara, con la que luego tiene experiencias místicas visionarias, siéndole revelado los grandes arcanos y secretos, llevándolo al mismo Origen.
Similarmente a las canalizaciones de Lovecraft a partir de su contacto con los Grandes Antiguos, y su plasmación un tanto disimulada en forma literaria de cuentos, tenemos luego el caso del historietista francés Philippe Druillet, quien a partir de sus experiencias de canalizaciones, pudo también captar y plasmar, a modo digamos de psicografías, los dibujos de ciertas páginas del Necronomicón.
De igual modo el arte de otros dibujantes, entre los que se destacan Alan Moore, Breccia y Horacio Lalia, permiten apreciar una clara inspiración lovecraftiana profunda. Ya que plasmar o representar en el arte los recovecos del mundo lovecraftiano, no es un trabajo para artistas comunes.
No puede omitirse la mención del gran artista suizo H.R Giger, quien todo lo que expresó mediante su arte, se basaba en experiencias propias. Y según lo que él mismo comentó al profesor Herrou Aragón, se hallaba en permanente contacto con Lilith/Lilithu.
Atento a esta clase de experiencias místicas de Giger, no deja de ser notorio que su primer compendio de obras, publicado en 1977, recibiera precisamente el nombre de Necronomicón. Lo cual indica que de hecho estaba en contacto con los Primigenios.
Esta clase de arte, en que se visiona o canaliza a las entidades primordiales, recuerda el cuento de Lovecraft, «El modelo de Pickman», donde el artista Pickman, llevando una vida recluida y misteriosa, retrataba todos aquellos seres que él mismo había visto, y todo aquello de lo que él mismo había sido partícipe.
En los cómics «El Neonomicón» y «Providence», Alan Moore presenta la trama que cierto culto secreto vinculado a los Primigenios fue conocido por Lovecraft, y a partir de ese contacto, ocurre la plasmación en su obra literaria mencionando a los Grandes Antiguos.
Por supuesto, más allá de todo esto, la mejor prueba del Necronomicón como auténtico, es que varios ocultistas han experimentado con sus rituales, obteniendo resultados concretos y evidentes por sí mismos.