Por Christian C.
La película «El bebé de Rosemary», dirigida por Roman Polanski, y basada en el libro «La semilla del diablo» de Ira Levin, se focaliza desde su trama en un culto oscuro a la figura del diablo (satanismo teísta), donde se mantiene la confusión entre «Satanás» y «Lucifer».
Nos serviremos de elementos tanto de la película como del libro para el análisis de esta temática, destacando que la película (aunque como suele ocurrir, el libro abunda en mayores detalles) es completamente fiel en su argumento al libro.
La película, así como el libro, destacan el hecho de que muchas celebridades, tanto del mundo del espectáculo como en altas esferas de la sociedad, forman parte de ese culto secreto, lo cual refleja perfectamente el hecho de que cierta élite es adherente a un culto satánico en las sombras.
Como le comentara a Rosemary su nueva amiga, Terry Gionoffrio, la mayoría de los residentes del Bramford eran actores o celebridades.
Debe quedar claro desde el inicio la distinción entre Satán/Satanás y Lucifer, partiendo desde su misma etimología y significado. «Satán» es un término derivado del hebreo, Shaitan, que significa «Adversario», opositor o acusador, y actúa como una clase de tentador en el contexto bíblico del judeocristianismo.
En tanto que Lucifer es un término latino que significa «El portador de la luz», como un título calificativo que tiene precedentes en la mitología greco-romana, ya sea en su denominación latina, o su equivalente griego «Phosphorus» con idéntico significado. (Apolo Lucifer, Diana Lucifera, etc.).
En tales casos, se trata de divinidades «portadoras de la luz» en un sentido iniciático.
Luego, Lucifer como «portador de la luz» tiene su mayor referente iniciático en Venus, «estrella o lucero del alba», con quien siempre se ha vinculado, existiendo un trasfondo Hiperbóreo que bien conocemos.
Y en relación a esto, la tradición basada en la teología cristiana tiene cierta dificultad o problema en explicar cómo este apelativo latino o título de Lucifer fue aplicado al propio Cristo de su tradición religiosa.
Sin duda, se trata de una alusión al Kristo atlante, Kristos Lucifer, siendo que en su imitación sinárquica debía mantener algunos de sus apelativos.
A la vez, esto asiste como una clave oculta para orientarse desde lo demiúrgico a Lucifer, clave que no pocos han advertido, desde una reminiscencia en la memoria de sangre.
Y no fue sino debido a una confusión de traducción al latín en la Biblia Vulgata, cuando desde la exégesis se equiparó a Lucifer con el ángel caído, que la tradición y teología cristiana denominará como Satanás, manteniendo así una fusión o sincretismo de figuras distintas.
Así es como en el imaginario colectivo, y en la configuración del inconsciente arquetípico, tanto a nivel religioso como mágico, ya entrada la Edad Media en adelante, se mantendrá a Satanás y Lucifer como equivalentes, pese a que luego incluso la demonología distinguirá entre ellos, aunque siempre ambos en un rol de rebeldía y oposición al Dios bíblico.
Nótese al respecto cómo desde la teología se ha interpretado el rol tentador de la serpiente del Edén como «adversario» o Satán (siendo que para los gnósticos Ofitas la serpiente del Edén es Lucifer), asociándose teológicamente luego con los casos de Job tentado por Satán, o la propia tentación de Cristo en el desierto.
En tales casos, y siempre según la teología, Satán es considerado o bien una clase de mediador entre Dios y el hombre, a modo de fiscal acusador que pone a prueba a la humanidad, o incluso un ángel según el cristianismo, que termina luego rebelándose contra Dios.
Aquí se advierte el aspecto subordinado de Satán respecto al Dios bíblico, e incluso se lo llega a considerar por teólogos y estudiosos que han profundizado más en el tema como un propio aspecto de Jehová/Yahvé, desde la esfera de sombra del Demiurgo, aunque por lo general se guardan bien de referirlo, principalmente si se trata de sacerdotes o representantes de alguna tradición religiosa institucionalizada.
Luego, en distintos episodios bíblicos, como el diluvio universal o las plagas de Egipto, el Dios bíblico es mencionado en hebreo como «Shaitan», es decir Satán/Satanás, debido a su protagonismo como adversario del hombre en tales acontecimientos.
Independientemente del carácter colérico, celoso, vengativo, sanguinario y cruel de Yahvé/Jehová, una evidencia muy directa y clara de este Dios como el mismo Satanás se encuentra en la propia Biblia, en relación a un mismo suceso, que es contado en dos libros bíblicos con cierta variante fundamental en cuanto al nombre:
«Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá. Y dijo el rey a Joab, general del ejército que estaba con él: Recorre ahora todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa el número de la gente».
2 Samuel 24: 1-2
«Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa».
1 Crónicas 21:1
De igual modo, existen referencias escriturales y teológicas que dejan clara la posición del Demiurgo, cuando se menciona que Dios es tanto el origen del bien como del mal.
Retomando la cuestión desde la mitología, es preciso puntualizar que aunque se menciona como de origen hebreo, Shaitan, como figura tentadora representada en forma de serpiente, ya existía en la cultura cananea (vecinos árabes de los hebreos, con quienes mantenían enfrentamientos rivales y guerras), por lo que estrictamente hablando su origen no es hebreo sino cananeo.
Los árabes al día de hoy, y a partir de la reconfiguración que hizo la teología islámica de antiguas creencias árabes, siguen manteniendo el apelativo árabe de Sheitan, equivalente del hebreo Shaitan.
Luego, a esta altura, habiéndose referido que tanto Satán como Lucifer son títulos, que se han adjudicado a distintas figuras, atento a los significados de «tentador, adversario o acusador», y «portador de la luz, o lucero del alba», tomemos en cuenta que Lucifer, como aquel que trae la luz prohibida (radiación oscura y gnósticamente iluminadora del sol negro), es en tal sentido el adversario u opositor de la luz demiúrgica y arquetípica del orden creado.
En «La religión prohibida», Herrou Aragón comenta lo siguiente al respecto:
«Esta Serpiente Lucifer es el liberador del hombre y del mundo, según la Gnosis. Es la sabiduría, la Gnosis liberadora que despierta y salva al hombre. Por supuesto que este Enviado del Dios Incognoscible, Lucifer, es un opositor y un enemigo del creador del mundo.»
Tenemos así, como se mencionó, que la historia del bebé de Rosemary gira en torno a un culto de orientación satánica.
La diferencia con lo luciferino es clara, ya que sus adeptos (Roman y Minnie Castevet, etc.) no poseen la gnosis, sino que se mueven en un ámbito de poder en las sombras que mueve influencias en estratos de la alta sociedad, con logros que nunca van más allá de este mundo.
De ese modo, Guy Woodhouse, el esposo de Rosemary, de ser un actor poco reconocido y sin suerte, salta a la fama con protagonismo en películas destacadas, tras hacer un acuerdo con el grupo del culto de la casa Bramford (en la película se escenifica en el edificio Dakota), aceptando entregar a su propia mujer, Rosemary, para que sea objeto de un tratamiento oscuro y secreto que le permitirá traer al mundo un señor oscuro, el propio hijo de Satanás.
No obstante, como ya se mencionó, los objetivos de este culto no van más allá de oponerse al sistema imperante tiránico del cristianismo y la sociedad, con el nacimiento del «hijo del diablo», que llegará, dicen, a dominar y regir el mundo.
El año de nacimiento de tal niño esperado, 1966, es considerado en la trama como «el año 1». (La película «El bebé de Rosemary» es filmada dos años después, en 1968).
Y estableciendo correlaciones, tenemos que Anton Szandor LaVey crea la Iglesia de Satán en ese mismo año, en 1966.
El niño nace en junio (sexto mes) del 66, lo que conforma el 666.
Y aunque oficialmente es negado, hay rumores de que Anton LaVey dio su asesoramiento para el film, y hasta protagonizó la figura del diablo que en la ceremonia oscura fecunda a Rosemary.
Como sea, los adeptos de este culto no llegan a la Gnosis, por lo que no pueden ser considerados «portadores de la luz oscura acausal» o luciferinos, sino que se quedan en su sombra, el satanismo, que como sombra refleja distorsionadamente algunos aspectos del luciferismo.
Debe destacarse asimismo que tales satanistas no distinguen entre Satanás y Lucifer, y aunque puedan tener cierta noción de un conocimiento oculto prohibido e iluminador (el fruto prohibido de la Serpiente), no llegan a obtenerlo.
El satanismo laveyano (que surge, como se mencionó, en la misma época que se recrea la historia de Rosemary) busca la exaltación del Yo, cierto antinomismo, y la deconstrucción de paradigmas culturales condicionantes, mediante ciertos rituales a modo de psicodramas, que procuran romper las barreras psíquicas culturales del cristianismo, tales como miedo, culpa y la sumisión al Dios bíblico. Aspectos todos en los que se puede concordar hasta cierto punto.
Más tal satanismo depende del cristianismo, siendo su reverso. Esto explica, por ejemplo, símbolos como la cruz invertida, la misa negra al modo de la misa cristiana pero con invocaciones diabólicas, y la profanación de símbolos cristianos como la cruz y la hostia consagrada.
De modo que este satanismo no va nunca más allá de cierto esquema judeocristiano, y ni qué decir de obtener la Gnosis liberadora.
Alberto Bárcena en su libro «Iglesia y masonería», también menciona que en el ritual de iniciación del grado masónico 29 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el candidato debe pisar un crucifijo e invocar a Baphomet.
Es decir, un rito similar a los de los satanistas, en cuanto inversión y profanación de los símbolos cristianos.
Debemos aclarar aquí que las menciones de «Lucifer» por parte de la masonería no se corresponden con Lucifer en la Sabiduría Hiperbórea, tratándose en el caso masónico de un tapasigno de Lucifer, quedándose en el nivel de una sombra imitativa, y sin alcanzar la gnosis de la liberación.
Por supuesto, como bien refirió el general Juan Domingo Perón, tanto la Iglesia como la masonería son dos de las cinco puntas de la sinarquía, con lo que el masón que cree estar libre de la influencia condicionante cristiana, está siendo atrapado en otra celda de la misma red del sistema de control mundial.
Así, la oposición entre Iglesia y masonería es sólo aparente, manteniéndose acuerdos y convenios en las altas esferas, que desconocen sus propios adeptos y seguidores en grados subalternos.
Los templarios, brazo poderoso en su tiempo también de la sinarquía, y antecesores de los masones como bien han expuesto algunos investigadores, tenían un rito similar del candidato a templario, en que se debía escupir un crucifijo, como lo expone el masón Robert Ambelain en su obra «Jesús o el secreto mortal de los templarios».
Por supuesto, también hay otras formas de satanismo, que no nos detendremos ahora en analizar por lo extenso del tema, diferentes del satanismo laveyano previamente mencionado, como satanismo teísta, panteísta, politeísta, anti-cósmico, gnóstico, etc.
Y en estas variadas formas de satanismo, sin duda que existen elementos en común con el luciferismo, aunque se distingue y destaca el luciferismo de la Sabiduría Hiperbórea por una orientación gnóstica propia y exclusiva, que no se advierte de tal calibre en otras líneas o corrientes.
Continuando con la trama de Rosemary, analizaremos algunos elementos, contextualizándolos en lo esotérico, distinguiéndolo del marco luciferino.
Edward Hutchins, amigo de Rosemary, es quien descubre la verdad del culto de Roman y Minnie Castevet, aunque no llegó a comunicárselo a Rosemary, debido a un misterioso colapso que lo dejó en coma hasta morir.
Las sospechas de Hutchins surgieron tras observar el extraño amuleto en forma de una bolita contenedora de raíz de tanis que portaba Rosemary, siendo un presente de Minnie Castevet. (Amuleto que también llevaba previamente Terry Gionoffrio, huésped anterior de los Castevet antes de suicidarse).
Además de esto, Rosemary le comenta a su amigo que su vecina Minnie Castevet le trae a diario una bebida vitamínica, elaborada con «un huevo crudo, leche y unas hierbas que ella cultiva».
Cabe acotar que en el departamento que Rosemary y su esposo alquilan, encuentran que la anterior residente ya fallecida, la señora Gardenia, tenía una clase de herbolario donde cultivaba hierbas, que según le comenta luego Terry a Rosemary, se las llevaba después a la señora Castevet.
El aspecto debilitado y consumido de Rosemary, con su gran pérdida de peso, llaman mucho la atención de Hutchins, quien con sus sospechas en mente comienza a elaborar una teoría al respecto.
Hutchins tiene oportunidad de conocer a Roman Castevet, que justo cae de visita mientras él estaba allí, en el departamento de Rosemary.
Castevet presenta un aspecto extraño, con orejas perforadas que dejan muy asombrada a Rosemary al notarlo por primera vez.
Reparando luego en esa observación de Rosemary, Hutchins asocia esta rareza de sus orejas con la mirada penetrante de Castevet.
Respecto a los ojos penetrantes, nos habla del poder magnético e hipnótico que como brujo Roman Castevet puede expresar.
Y sus orejas perforadas nos recuerda lo comentado por Nimrod de Rosario en «Historia secreta de la Thulegesellschaft» en relación a las orejas mutiladas de Edward Kelly (el asistente de John Dee infiltrado por la sinarquía), en cuanto «mutilaciones rituales» efectuadas como pactos de sangre con potencias demiúrgicas.
Las sospechas del amigo de Rosemary se acrecientan cuando ella le comenta que luego del gran apagón de Nueva York, sus amables vecinos le trajeron velas para iluminar el departamento. Extrañas velas de las que Rosemary muestra unos restos a su amigo, siendo las velas de color negro…
Se trata claramente de elementos brujeriles. Y aquí cabe una acotación sumamente importante. El término «witchcraft» en inglés, traducido comúnmente como brujería, significa literalmente «Oficio o arte brujo».
Resulta así que la brujería como oficio o arte ha atravesado diferentes etapas en la historia, y en distintos contextos.
De modo que tenemos desde la antigüedad esta clase de prácticas en las sombras ocultas de cada cultura, pudiendo hablarse de una brujería del paganismo, así como posteriormente de prácticas de brujería en sincretismo con el cristianismo, y también de su reverso, el satanismo, que se acopla asimismo con la brujería.
Por lo que la brujería per se no puede catalogarse de «satánica» como pretenden adjudicar las tradiciones religiosas abrahámicas, aunque sí es posible, como en el caso de los vecinos de Rosemary, que la brujería sea también practicada por satanistas.
Robando Guy Woodhouse un guante de Hutchins, los Castevet y su culto lanzan un terrible ataque psíquico a Hutchins, que lo deja en estado de coma.
De igual modo, el actor que iba a tener el papel artístico que luego asumió Guy, Donald Baumgart, sufrió un ataque psíquico similar, utilizando para esto una corbata que intercambió por otra de su «amigo» Guy.
Se trata aquí de ejemplos del principio de «magia por contacto», en la llamada «magia simpática», según James Frazer en su célebre obra «La rama dorada».
En esta clase de práctica oculta, se sostiene que un objeto, prenda, etc., que haya pertenecido a una persona, habiendo estado cierto tiempo en su contacto, posee la carga magnética de la persona en cuestión, pudiendo así a través de ese objeto influir a la persona a distancia, como en un ataque psíquico, o el objetivo buscado.
Se destaca en esta historia la escena en que Rosemary, bajo cierto efecto alucinógeno, toma parte sin saberlo en la ceremonia en que debe ser fecundada, y traer al mundo el hijo del diablo.
Rosemary, engañada por su esposo en complicidad con los Castevet, come un «postre preparado por Minnie Castevet», un Mousse au chocolat, o «ratón de chocolate», que contenía, como era de esperarse, otros ingredientes secretos.
No gustándole su sabor, Rosemary derrama intencionadamente y sin advertirlo su esposo, buena parte del postre, con lo que, durante la experiencia que tendrá lugar esa noche, será estando Rosemary algo consciente, aunque atribuyendo luego todo a una pesadilla.
En principio, se aprecia que es el propio esposo de Rosemary quien intima con ella, rodeada de extrañas visiones del Papa, los Kennedy, etc.
En esta ceremonia, Roman Castevet lleva túnica y mitra negra, y una vara con la que hace unos dibujos sobre el cuerpo desnudo de Rosemary, mojando previamente la punta de la vara en una copa roja que sostiene otro de los adeptos.
Los demás miembros del grupo se hallan desnudos alrededor, entonando cánticos.
En la película de Polanski, se advierte una figura con clara apariencia de demonio de color rojo que intima sexualmente con Rosemary (protagonizada como se mencionó por Mia Farrow), idea sugerida por Sharon Tate.
Inicialmente, Rosemary ve a su esposo Guy acercarse a ella. Más luego, la visión se distorsiona, y se aprecia claramente una figura demoníaca.
La presencia del Papa Pablo VI en sus visiones (que en la trama de la historia estaba de visita en Nueva York, como sucedió de hecho en la realidad en 1965), son una alusión a las misas negras celebradas en el Vaticano, como bien ha documentado el jesuita Martin Malachi, ex asesor del Papa, de lo que se desprende un nexo oculto entre la cúpula de poder de la Iglesia y el satanismo.
Nótese que el anillo que porta el Papa reluce en una escena muy similar a una clase de talismán mágico.
Esta participación de algunos sacerdotes en la misa negra arranca desde época medieval, en que ya existían parodias de la misa, como «la misa de los borrachos», e incluso misas por encargo para beneficiar o perjudicar a alguín.
En la corte de Luis XIV encontramos la celebración oculta de misas negras, en que tomaron parte esencial Catherine de Monvoisin, el abate católico Étienne Guibourg y la amante del rey, Madame de Montespan.
Una clase de satanismo aristocrático, como puede apreciarse.
Asimismo, tenemos luego las descripciones de misas negras con participación de altos cargos eclesiásticos, como lo refiere el Marqués de Sade, y una de las descripciones más completas de la misa negra, en el siglo XIX, la encontramos en la obra Là-bas, conocida también como «Allá lejos», del francés Joris-Karl Huysmans.
No debe sorprender la inserción de cierta práctica satanista en el seno de la Iglesia, siendo un aspecto oculto siempre presente dentro de las grandes religiones (después de todo, cultos demiúrgicos), como por ejemplo también el caso del ritual cabalístico Pulsa Denura por parte de algunos rabinos en el judaísmo.
Cuando Rosemary despierta, luego del ritual que ha tenido lugar, cree que todo ha sido un terrible sueño, más notando marcas en su cuerpo, su esposo le confiesa que habiéndose ella desmayado, no quiso perder la oportunidad de hacerle el amor, para aprovechar la fecha indicada de concebir un hijo.
Y se jacta además de que el haber intimado con ella desmayada, fue algo de tipo «necrófilo», frente a una estupefacta Rosemary.
Poco antes de morir, Hutchins recobra momentáneamente la conciencia y deja el encargo de hacerle entregar a Rosemary un libro con anotaciones suyas, revelando lo que ha descubierto.
El libro se titula «Todos ellos brujos», de J.R. Hanslet, y se dan referencias de un antiguo residente de la casa Bramford, Adrián Marcato, entre otros brujos, que resultó ser el padre de Roman Castevet.
Una referencia marcada del libro por Hutchins, es donde se menciona cierto hongo como «la hierba del diablo», que Rosemary descubre así tiene relación con el «complejo vitamínico» e infusiones de raíz de tanis que Minnie Castevet le ha estado trayendo.
Haciendo combinaciones de letras, y atenta al mensaje de Hutchins que «el nombre es un anagrama», Rosemary descubre que «Roman Castevet» es un anagrama de Steven Marcato.
En el libro se cuenta cómo Adrián Marcato, a fines del siglo XIX, casi fue linchado por una multitud en la entrada de la casa Bramford, debido a su intento de conjurar al diablo. Y eventos similares tomaron luego lugar en Estocolmo y París.
El parecido en una foto de Adrián Marcato con «Roman Castevet» resultó más que certero para Rosemary, viendo en el rostro de barba negra de Adrián Marcato la misma mirada hipnótica penetrante de su vecino.
La casa Bramford, además de las prácticas demonológicas de Adrián Marcato, tuvo como residentes a las hermanas Trench, dos damas victorianas que tuvieron ritos oscuros de canibalismo, comiéndose incluso a su propia sobrina.
Varios años después, se encontró en el sótano del edificio el cadáver de un niño envuelto en periódico.
También se mencionan ciertas reuniones y fiestas extrañas de Keith Kennedy, residente del Bramford.
Como equivalente análogo al Bramford, el film de Polanski tuvo lugar en el Dakota, que tiene no menores leyendas oscuras.
Se dice que brujos como Gerald Gardner y Aleister Crowley se alojaron alguna vez allí, que Anton LaVey escribió parte de su Biblia satánica en ese edificio, sesiones de espiritismo que tuvieron lugar, así como la estadía de muchas celebridades tales como Boris Karloff que alguna vez allí residieron o se hospedaron.
Y sin olvidar el trágico asesinato de John Lennon en la entrada del Dakota.
Independientemente del elevado status social y poder adquisitivo, muchos en la actualidad han pretendido comprar un departamento en ese edificio sin ser admitidos, ya que se debe pasar por el reconocimiento y aceptación de una junta.
Pareciera que los residentes del edificio conforman una clase de «logia», tomando en su momento las medidas requeridas con cualquier persona no deseada, como bien queda de manifiesto en otra película de Polanski, «El inquilino».
Una de las residentes del Dakota es Madonna, también adherente a prácticas ocultistas, e iniciada en cierta corriente de la kabalá así como en el druidismo.
Durante una de sus visitas a la Argentina hace muchos años, Madonna fue al cerro del Uritorco, haciendo allí algunas invocaciones ritualísticas, por lo que luego el Pontífice Nimrod de Rosario envió al Noyo de la orden a ese sitio, para resignar rúnicamente esa influencia.
Debe destacarse que el Uritorco es del dominio de Shambalá (allí mismo donde se halla la morada subterránea de los Erks), en tanto que el cerro del Characato es Hiperbóreo.
Otro tema muy comentado en relación a Polanski y esta película, fue el asesinato de Sharon Tate, esposa en esa época de Roman Polanski, por los seguidores de Charles Manson, que se debió, según algunos dicen, a algún tipo de represalia por parte de «satanistas», debido a la película «El bebé de Rosemary».
Como se mencionó antes, Anton LaVey mismo parece haber asesorado en la producción del film, aunque oficialmente esto no es reconocido.
No hay constancia explícita de que Manson fuera satanista, aunque una seguidora suya, Susan Atkins, que tomó parte en el asesinato de Sharon Tate, había sido previamente seguidora de Anton LaVey.
Otro seguidor de Charles Manson, Bobby Beausoleil, tuvo relación con el cineasta Kenneth Anger, seguidor thelemita de Aleister Crowley.
En cuanto a Manson, parece haber transitado cierto tiempo en la cienciología, y tenía cierto delirio místico en que combinaba un protagonismo suyo mesiánico con ideas apocalípticas.
Más un hecho concreto, es que se había tatuado una esvástica en la frente, lo cual pudo generar en él cierto despertar respecto al mundo del Demiurgo, manifestando hostilidad hacia lo creado, aunque sin la orientación gnóstica requerida, lo que devino en la locura que tuvo lugar posteriormente.
También se considera a Manson como un posible programado Mk ultra, objeto de un experimento de control mental para llevar a cabo los crímenes que cometió.
Es decir que a este punto se vislumbran secretos nexos entre un alto poder que opera en las sombras con corrientes satanistas, así como sectas y cultos, en una experimentación de control mental de masas y determinados individuos seleccionados, con objetivos ocultos.
El gusto repentino de Rosemary por comer «carne cruda» estando embarazada, es decir, provocado por el hijo que lleva en su vientre, nos lleva nuevamente a la cuestión del designio hambre, tema ya desarrollado previamente bajo el título «Metafísica del hambre y metafísica de la locura».
Hacia el final de la historia, cuando Rosemary accede al departamento de sus vecinos, mediante un armario que comunicaba ambos departamentos (y deduce que lo que ella creía un sueño con toda aquella ceremonia extraña, fue una experiencia real siendo llevada a través de ese armario), comprueba sus sospechas de que allí estaba su hijo, del que desde su propio departamento escuchaba llorar.
El niño se hallaba en una elegante cuna negra, con un crucifijo de plata invertido del que pendía una cinta negra.
Y Rosemary queda estupefacta tras comprobar los ojos del niño, completamente negros, a lo que Roman Castevet le responde: «Tiene los ojos de su padre».
Y además, en su fisonomía, el niño presentaba manos y pies fuera de lo usual, según le señala Minnie Castevet a Rosemary, así como rabo y brotes de cuernos.
El nombre que Roman Castevet quería darle al niño era Adrián, en honor de su padre, y a diferencia de la película, donde todos claman «Salve Satán», y «Salve Adrián», en el libro dicen únicamente «Salve Adrián», refiriendo además que es el año 1 de Adrián.
Tal vez los Castevet consideraban al niño como Adrián Marcato reencarnado, ahora transfigurado como demonio, siendo de cualquier modo el hijo de Satanás, la semilla del diablo.
Comentarios