Juan Manuel de Rosas, el señor de la Pampa, el conquistador de la Desierto, el vengador de Dorrego, El restaurador de las leyes. Su lucha contra la masonería y la traición de los jesuitas. La masonería inglesa. La masonería francesa. La verdadera misión jesuítica. La divisa masónica. Los enemigos de la patria. Ritual masónico egipcio. Rastros masónicos.
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Juan Manuel de Rosas, el señor de la Pampa, el conquistador de la Pampa, el vengador de Dorrego, El restaurador de las leyes. Su infancia, su bravura, su coraje, su orden, su forma de administrar, su cultura. Su vida guerrera. Su lucha contra la masonería y la traición de los jesuitas. La campaña del desierto contra los araucanos invasores. La masonería inglesa. La masonería francesa. La verdadera misión jesuítica.
3 CommentsEl 17 de julio de 1918 Nicolás II, la zarina Alejandra y sus cinco hijos fueron ejecutados por los bolcheviques. El Comité de Investigaciones ruso trabajó durante 13 años para reconocerlos.
Justo cuando se cumplen 100 años de la muerte del zar Nicolás II el Comité de Investigaciones de Rusia confirmó la autenticidad de los restos mortales de la familia imperial.
El último zar ruso fue ejectado dieciséis meses después de su abdicación, el 17 de julio de 1918, en Ekaterimburgo, lo que significó el final trágico para la dinastía Romanov, que había gobernado de forma autócrata durante 315 años. Sus restos están sepultados en San Petersburgo.
«Tras la realización de un análisis genético a los restos exhumados se pudo confirmar definitivamente que los huesos pertenecen a la familia del zar», informó la portavoz de la autoridad con sede en Mocú, Svetlana Petrenko. «En estos momentos, gracias a una serie de pruebas complejas genético-moleculares, se confirmó la autenticidad de los restos hallados del exemperador Nicolás II, los miembros de su familia y personas allegadas», declaró.
Petrenko destacó que la investigación del asesinato de los miembros de la familia imperial en 1918 continúa, pero según los estudios, siete de los 11 restos hallados corresponden al núcleo familiar: el zar Nicolás, su esposa la zarina Alejandra, sus cuatro hijas -las grandes duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia- y su hijo menor, el zarévich Alexis. Según Petrenko, los resultados de la comparación de los perfiles de restos óseos y muestras de descendientes de la dinastía zarista confirman, tanto por vía paterna como materna, que los restos pertenecen a Nicolás II y sus familiares.
Además, en base a las pruebas para establecer el parentesco biológico entre el emperador Alejandro III (exhumado el año pasado en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo) y los restos atribuidos a Nicolás II, se estableció que tenían una relación de parentesco padre-hijo. «Tras el fin del trabajo de dos comisiones médicas (antropológicas) y peritaje jurídico histórico y de archivos, se tomará una decisión final sobre la causa penal», agregó Petrenko, quien además indicó que importantes científicos participaron en este proceso de peritaje.
La autoridad responsable en Moscú retomó en 2015 las investigaciones de la muerte de la familia gobernante en la noche del 17 de julio de 1918 después de que la Iglesia ortodoxa rusa expresara sus dudas sobre si algunos de los restos encontrados realmente pertenecían a la familia. Los huesos de dos personas fueron encontrados en 2007 en un bosque de abedules en el distrito federal del Ural. Entonces los forenses los atribuyeron sin ninguna duda al heredero del trono Alexei y su hermana María.
«Para establecer todas las circunstancias de la muerte y sepelio de los miembros de la familia del zar, solucionar las discusiones generadas en relación a la identificación del grupo de personas halladas cerca de Ekaterimburgo, la investigación volvió a estudiar todos los aspectos de importancia para el caso y se llevó a cabo un conjunto de acciones de instrucción e investigaciones de expertos», concluyó la portavoz. Para ello, los expertos estudian y sistematizan alrededor de 2.000 fuentes documentales, incluyendo las halladas durante los últimos dos años en archivos y museos extranjeros y que todavía no habían sido investigadas.
Nicolás II, la zarina Alejandra y sus cinco hijos fueron ejecutados por los bolcheviques, a pesar de que el monarca ya había abdicado al trono en marzo de 1917 y los revolucionarios ya estaban en el Kremlin. Su abdicación había sido motivada por las dificultades de abastecimiento, un frío especialmente duro y las sucesivas derrotas del ejército imperial en la Primera Guerra Mundial, que motivaron manifestaciones en la capital, San Petersburgo. Los obreros en huelga se unieron a los manifestantes.
Nicolás II desplegó a las tropas de las guarniciones de la ciudad. Pero una parte de los soldados se amotinaron. Las manifestaciones se transformaron en disturbios y obligaron al impopular zar a abdicar. Se sucedieron varios gobiernos provisionales hasta que los bolcheviques, liderados por Lenin, se hicieron con el poder en octubre. El zar intentó exiliarse en el Reino Unido, donde reinaba su primo el rey Jorge V. Pero los Romanov se vieron encerrados rápidamente en el Palacio de Alejandro, después fueron trasladados a Siberia y finalmente a Ekaterimburgo, en los Urales, a miles de kilómetros del poder central.
Alarmados por el acercamiento del Ejército Blanco a Ekaterimburgo, los responsables bolcheviques locales decidieron librarse de los Romanov. En la madrugada del 17 de julio de 1918, el comisario de policía Yakov Yurovski hizo que la familia imperial y sus trabajadores domésticos bajaran al sótano y les leyó una orden de ejecución. «Nicolás se giró, estupefacto, e intentó hacer una pregunta. Yurovski repitió su declaración y después, sin dudar, gritó: ‘¡Fuego!'», cuenta el historiador británico Robert Service en «The Last of the Tsars» (2017).
El zar Nicolás II, de 50 años, su mujer Alejandra, de origen alemán y sus cinco hijos de entre 10 y 20 años fueron abatidos, al igual que los sirvientes, la dama de honor, el cocinero y el médico de la familia. «Las primeras balas no mataron a los más jóvenes, que fueron rematados a quemarropa», relató la Iglesia Ortodoxa rusa, que canonizó al conjunto de la familia, reconocida mártir el año 2000. Los cuerpos fueron lanzados rápidamente en una fosa común en los alrededores de Ekaterimburgo.
Los restos de Nicolás, su mujer y tres de sus hijas, Anastasia, Olga y Tatiana, los encontraron unos historiadores aficionados en 1979, pero el descubrimiento no se hizo público hasta 1991, cuando la Unión Soviética estaba saltando por los aires. Hubo que esperar hasta 1998 para que el gobierno ruso identificara oficialmente las osamentas. El 17 de julio de 1998, los restos fueron inhumados en la cripta de la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo. Esta ejecución constituye «una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia», dijo entonces el presidente ruso Boris Yeltsin.
El zar Nicolás, la zarina Alejandra y sus cinco hijos.
Nicolás II y Alejandra fueron coronados en agosto de 1896.
Nicolás II fue el último zar de una dinastía que gobernaba desde 1603. (Gentileza RBTH)
La casa Ipatiev, en Ekaterimburgo, donde los Romanov pasaron sus últimos días como prisioneros. (Gentileza RBTH)
El sótano de la casa de Ipatiev después de la ejecución de la familia Romanov. (Gentileza RBTH)
Los supuestos cráneos de los miembros de la familia de Niсolás II hallados en 1979 (Gentileza RBTH)
7 CommentsEl asesinato del último Zar de Rusia Nicolás II y de su familia por los comunistas. El Zar de Rusia Nicolás II y su familia están canonizados por la Iglesia Ortodoxa Rusa
Nicolás II es santo de la Iglesia ortodoxa. Y con él, toda su familia, fusilada el 17 de julio de 1918 por orden del Presídium del Consejo [Sóviet] de Diputados, Obreros, Campesinos y Guardias Rojos de los Urales, una orden refrendada por el Comité Central Ejecutivo de los Consejos [Sóviets] de Diputados de Obreros, Campesinos, Guardias Rojos y Cosacos, cuyo presidente era Yacov Mijailovich Sverdlov.
Efectivamente, el Zar de Rusia Nicolás II fue canonizado el día 14 de agosto del año 2000, estableciéndose su festividad en tal día como hoy, 17 de julio, por ser aquél en el que se produjo su fusilamiento en 1918. Junto a él fueron canonizados su esposa, la Zarina Alexandra, el Zarévich Alejandro, y sus hijas, Tatiana, Olga, María y Anastasia.
“El último monarca ortodoxo ruso y los miembros de su familia se nos presentan como personas que buscaron con sinceridad encarnar en su propia vida las profesiones del Evangelio. En los sufrimientos que soportó con paciencia y resignación, la familia del zar desde su detención y su muerte como mártir en Ekaterinburgo (en los Urales), el 17 de julio de 1918, brilla la luz todopoderosa de la fe de Cristo”, explicaba en un comunicado el Concilio ortodoxo que canonizó a la entera familia. La decisión no dejó de ser problemática, hasta el punto de que el propio patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Alexis II, hubo de reconocer que “existen opiniones diferentes dentro de la Iglesia sobre el hecho de si la familia del zar debe ser incluida en la comunidad de santos”, mientras expresaba su esperanza de que la polémica no provocara un cisma. Y eso que ni siquiera era la primera vez que el Zar era canonizado, pues ya lo había sido con anterioridad en 1981, en ocasión tal por la Iglesia ortodoxa rusa en el extranjero, separada de Moscú tras la revolución de 1917. Tampoco era el primer miembro de la realeza rusa canonizado, pues antes que él ya lo habían sido Vladimir el Grande, que cristianizó Rusia en el año 988; Daniil, jefe del principado de Moscú; Dimitri Donskoi, que venció a los tártaros; y Elizaveta, hermana de la Zarina Alejandra.
Al triunfar la Revolución rusa en octubre [noviembre] de 1917, y derrocado el gobierno de Kerensky por los bolcheviques de Lenin, el Sóviet Central a cargo de Yákov Sverdlov, personaje muy cercano a Lenin, ordena el traslado del Zar, a Moscú primero, y a Ekaterimburgo -bajo control del Sóviet de los Urales- después.
Ante el avance de la Legión Checoslovaca hacia la ciudad y la eventualidad de que pudieran liberar a la familia, el 4 de julio de 1918, Filipp Isaevich Goloshchekin se persona ante Sverdlov en Moscú. Éste consulta al Sóviet Central y el 16 de julio un escuadrón de la Cheka, (la policía del régimen que daría después nombre a los temidos calabozos de tortura y exterminio en zona republicana durante nuestra Guerra Civil), al mando de Yákov Yurovski, recibe la orden del Sóviet de los Urales de liquidar a toda la familia.
En la medianoche del 17 de julio de 1918, el Zar junto a los integrantes de la familia son llevados a un sótano en la llamada Casa Ipátiev, junto a unos sirvientes, su médico y el perro del Zarevich. Se les comunica que se les va a hacer una foto. Un ingenuo Nicolás II incluso coloca al heredero en sus rodillas, la Zarina se sienta con las hijas detrás, y los sirvientes y el médico a los costados. Entonces entra Yákov Yurovski revólver en mano y con diecisiete soldados armados de fusiles. Yurovski informa al Zar de que el pueblo ruso lo ha condenado a muerte. A éste apenas le da tiempo a decir “¡¿qué?!” cuando recibe un tiro a bocajarro de Yurovski. La Zarina se incorpora, hace la señal de la cruz y es asesinada de un tiro en la boca por el mismo Yurovski. Seguidamente los fusileros realizan una descarga contra el resto de la familia. Como el Zarevich sobrevive, es rematado de dos tiros en la cabeza, una vez más por Yurovski. Una de las sirvientas que no recibió la primera descarga es perseguida por la habitación y rematada a bayonetazos, y hasta la mascota es muerta de un disparo.
Los cuerpos serán depositados en una mina abandonada. Al día siguiente Yurovski ordena su destrucción por fuego y ácido, y el traslado de los restos a la “Mina de los cuatro hermanos”, a doce kilómetros de la ciudad.
El Sóviet de los Urales emitió el siguiente comunicado: “Decisión del Presídium del Consejo de Diputados, Obreros, Campesinos y Guardias Rojos de los Urales: En vista del hecho de que bandas checoslovacas amenazan la capital roja de los Urales, Ekaterimburgo y que el verdugo coronado [sic] podía escapar al tribunal del pueblo (un complot de la Guardia Blanca para llevarse a toda la familia imperial acaba de ser descubierto), el Presídium del Comité Divisional, cumpliendo con la voluntad del pueblo, ha decidido que el ex zar Nicolás Romanov, culpable ante el pueblo de innumerables crímenes sangrientos, sea fusilado. La decisión del Presídium del Comité Divisional se llevó a cabo en la noche entre el 16 y 17 de julio”.
En cuanto a sus restos, no serán hallados hasta 1979, cosa que harán los historiadores Aleksandr Avdonin y Geli Riábov en el bosque de Koptiakí, si bien hasta el 12 de abril de 1989 no se informa del hallazgo. Abierta la tumba en 1991, se hallaron en ella nueve cuerpos, todos los asesinados menos los del Zarevich Alexis y la Gran Duquesa María, que serían encontrados, según se informó, con posterioridad, en 2007, muy cerca de donde habían sido hallados los del resto de la familia.
Desde el año 1998 los restos de la santa familia reposan en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.
Fuente: http://www.hispanidad.info/nic2.htm
Un comentario«Somos uno de los países más despoblados de América Latina».
«Nuestro bajo crecimiento demográfico se debe a la constante declinación de la natalidad».
«Si bien esta tendencia cultural es difícilmente reversible, puede moderarse en su intensidad mediante una política de protección a la familia, por la cual el tener hijos no sea económicamente gravoso».
Esos eran algunos de los argumentos adelantados en el Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional presentado por Juan Domingo Perón al iniciarse su tercer mandato presidencial, en diciembre de 1973.
Pero en realidad, desde los tiempos fundacionales de nuestro país, el poblamiento del vasto territorio argentino fue una de las preocupaciones y ocupaciones de nuestras elites; inexplicablemente ausente del debate actual. Perón fue el último estadista en formular una política global al respecto.
Hoy, nadie evoca esta dimensión poblacional en la discusión sobre la legalización del aborto, a pesar de que los argumentos adelantados hacen, entre otras cosas, a su uso como regulador de la natalidad. El debate está pretendidamente despolitizado; se busca incluso reducirlo a un problema de salud pública y, a la vez, paradójicamente, a una dimensión estrictamente privada, personal, un «derecho» de la mujer.
Para el gobierno peronista del 73, en cambio, el crecimiento de la población era un imperativo y en el Plan Trienal (1974-77) se preveían medidas para aumentar la fecundidad, reducir la mortalidad y fomentar la inmigración.
Se advertía acerca de las «serias consecuencias sociales (del envejecimiento de la estructura poblacional) en lo referente a la vitalidad del país y a las perspectivas para su futuro» y sus «graves consecuencias económicas, que se reflejan en la excesiva proporción de población pasiva con respecto a la activa».
El documento (que puede verse completo cliqueando aquí) exaltaba las virtudes de la inmigración, calificada como «un factor indispensable para el desarrollo de una Argentina moderna» y señalaba que «la casi interrupción de ese movimiento» nos había dejado librados «a las débiles tendencias vegetativas ya mencionadas».
«La inmigración -decía el Plan Trienal- tiene sobre cualquier país un triple efecto demográfico: el aumento directo de la población general, el mayor aumento de la población activa, por la alta proporción de jóvenes inmigrantes y, por la misma razón, el aumento de la población fecunda, lo que a su vez influye en el incremento de la natalidad».
De hecho, como se señaló recientemente en este medio, uno de las factores que en la actualidad ha aportado cierto dinamismo a nuestro crecimiento poblacional es la inmigración que, a diferencia de lo que se señalaba en el Plan Trienal de 1974, se ha reanudado en Argentina, especialmente desde los países vecinos.
El plan de gobierno de Perón también aludía al desequilibrio poblacional entre Buenos Aires y el interior, aclarando que no era un fenómeno directamente atribuible a la demografía sino al desarrollo.
Con realismo, se señalaba que, en materia de natalidad, la acción sería «necesariamente a largo plazo», por lo que la meta en el breve período del Plan, era «la no reducción de la natalidad», es decir, el freno a su «tendencia declinante».
Se proponía entonces como objetivos básicos «reducir la mortalidad, aumentar la natalidad y aumentar y orientar la inmigración».
Todo ello con el fin de alcanzar la meta de 50 millones de argentinos para el año 2000.
En «La política demográfica del tercer gobierno peronista«, Karina Alejandra Felitti (UBA-Conicet) destaca una de las medidas concretas adoptadas en el marco de este plan: el decreto 659, del 28 de febrero de 1974, que establecía un control más estricto de la venta de anticonceptivos y prohibía las campañas de control de la natalidad, llegando incluso a recomendar actividades de difusión sobre los riesgos de ciertos métodos anticonceptivos.
El decreto de Perón aludía al accionar de ‘intereses no argentinos’ detrás de la promoción del control de la natalidad
En sus fundamentos, el decreto aludía al accionar de «intereses no argentinos» que desalentaban la consolidación y expansión de las familias, «promoviendo el control de la natalidad, desnaturalizando la fundamental función maternal de la mujer y distrayendo a nuestros jóvenes de su natural deber como protagonistas del futuro de la patria».
Un mes más tarde, se creaba la Comisión Nacional de Política Demográfica, en el ámbito del Ministerio del Interior. Su misión sería «proyectar una política nacional de población e intensificar el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la población argentina y su más adecuada distribución regional».
La alusión a «intereses no argentinos» se vincula al origen de las teorías neo-malthusianas de entonces que veían en el excesivo crecimiento demográfico del Tercer Mundo la causa de su subdesarrollo.
De hecho, el puntapié inicial a las campañas de control de natalidad hacia los países periféricos lo había dado el Banco Mundial en 1968 bajo la presidencia de Robert McNamara, que antes se había desempeñado como Secretario de Defensa durante las gestiones de John Kennedy y Lyndon Johnson.
«El rápido crecimiento demográfico es una de las mayores barreras que obstaculizan el crecimiento económico y el bienestar social de nuestros Estados miembros»,decía McNamara, el 30 de septiembre de 1968, al asumir la presidencia del Banco Mundial, que ejercería hasta 1981.
En consecuencia, a partir de fines de los sesenta, el Banco Mundial, junto con otras varias agencias de la ONU, preexistentes o creadas a tal fin, como la FNUAP, PNUD, UNICEF, OMS y la FAO) lanzaron campañas mundiales de control de la natalidad.
Más allá de la concepción malthusiana que sustentaba estos postulados (a mayor crecimiento poblacional, menor desarrollo y más pobreza; una ecuación demasiadas veces desmentida en la realidad), también había una motivación de seguridad estratégica.
Se trataba de una cruzada por el desarrollo y contra la pobreza, que buscaba esencialmente frenar la amenaza del crecimiento poblacional de los países del Tercer Mundo, visto como un posible factor de descontrol social y, en el contexto de la Guerra Fría, eventual terreno fértil para el comunismo. El mundo no tendría además recursos suficientes para sostener a esa población que crecía a un ritmo que se veía como imparable.
Desde el exilio, en diciembre del 68, Perón ya había aludido al tema, en una entrevista con el periodista Bernardo Neustadt.
«¿Usted sabe que McNamara fue a Buenos Aires y pronunció un discurso en el que condicionaba los préstamos al control de la natalidad…?», preguntó Neustadt.
Perón respondió: «Cosas americanas. Si él cree que eso es un problema para la Argentina con 23 millones de habitantes, ¿cuánto más lo será para EEUU con 200? ¿Y por qué ellos no limitan su natalidad? (…) Vea, para mí esto es un disparate. (…) …la Argentina necesita más población y no tiene por qué limitar su natalidad».
Cabe señalar que se trataba de una convicción compartida en aquel entonces por la izquierda y las corrientes progresistas en general, que en los 60 y 70, también denunciaban el control de la natalidad -hoy eufemísticamente llamado «salud reproductiva»- como una política imperialista.
¿Excedentes de población en Brasil, donde hay 17 habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29? (Eduardo Galeano, 1994)
Todavía en 1994, por ejemplo, Eduardo Galeano preguntaba: «¿Excedentes de población en Brasil, donde hay 17 habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29? Holanda tiene 400 habitantes por kilómetro cuadrado y ningún holandés se muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia un puñado de voraces se queda con todo».
En la Conferencia Mundial de Población, que en 1974 tuvo lugar en Bucarest, la Argentina llevó la voz cantante en la objeción a los fundamentos de las políticas de planificación familiar que fomentaba la ONU ante una supuesta necesidad de «armonizar» a nivel mundial «las tendencias demográficas y las tendencias del desarrollo económico y social».
Correspondió a la Comisión Nacional de Política Demográfica creada por Perón presentar las objeciones al plan de acción que se quería aprobar allí. Felitti resume así las enmiendas planteadas por la Argentina: «La política de población es un atributo soberano de cada país; América Latina, por su baja densidad, necesita de un crecimiento demográfico que le permita ocupar todo su territorio; las recomendaciones no deben limitarse a controlar el crecimiento de la población, también deben incluirse [medidas] que tiendan a un orden internacional más justo; las migraciones internacionales deben atenderse no sólo como un problema sino como una potencial salida al desequilibrio regional y al avance del control de la natalidad; la producción de alimentos y su justa distribución a nivel internacional debía ser aumentada; por último, se señalaba la necesidad de fiscalizar a los organismos que promovían el control de la natalidad, para evitar acciones indiscriminadas, incompatibles con el ejercicio de los derechos humanos».
La Argentina contó con el respaldo de la mayoría de los demás países latinoamericanos y sus enmiendas fueron aceptadas… con excepción del pedido de control sobre las ONG del rubro…
El embajador argentino en Rumania, Juan Carlos Beltramino, exhortaba a actuar para suprimir la injusticia y no a los seres humanos.
Lejos quedaron esos tiempos en que la Argentina ejercía un liderazgo en este tipo de cumbres internacionales. Y lejos quedaron también los tiempos en que las izquierdas latinoamericanas denunciaban el control de la natalidad como imperialista. Hoy el malthusianismo es la doctrina subyacente en uno de los argumentos pro aborto libre más esgrimido por el progresismo: se vincula la necesidad de su legalización al drama de miles de mujeres pobres…
A tal punto ha virado en esto la izquierda que en Bolivia, por ejemplo, ha sido el mismísimo Evo Morales el promotor de una legalización del aborto que incluye, entre las opciones para despenalizarlo, la condición social de la mujer.
Evo Morales promovió la legalización del aborto en caso de “pobreza”
El proyecto inicialmente presentado, en marzo de 2017, era brutal: despenalizaba el aborto en «las primeras ocho semanas de gravidez, por única vez», cuando la mujer «se encuentre en situación de calle o pobreza extrema; no cuente con recursos suficientes para la manutención propia o de su familia; sea madre de tres o más hijos o hijas y no cuente con recursos suficientes para su manutención o sea estudiante».
Fue demasiado. Y, para atenuar esta frontal eugenesia social, al aprobarse la ley se eliminó la mención explícita a la pobreza, pero se mantuvo el concepto de modo implícito en el enunciado de que las mujeres que tengan «niños, adultos o discapacitados a su cargo», pueden abortar.
Lo llamativo es que, a diferencia de los años 70, cuando la izquierda boliviana denunciaba el control de la natalidad como imperialista y hasta lograba la expulsión de Bolivia del Cuerpo de Paz –ONG estadounidense de planificación familiar-, esta vez tuvo que ser el Episcopado boliviano el que clamara contra la «colonización ideológica extranjera» que inspiró la reforma de Evo Morales.
El hecho de que el aborto como paliativo a la pobreza haya sido promovido por Evo Morales no conmovió a una izquierda sudamericana ya ganada por la agenda que en otro tiempo denunciaba como neoliberal.
En consecuencia, lo que antes los gobiernos de países avanzados promovían, por lo general a través de ONGs internacionales y organismos supranacionales, para la «planificación familiar» o el «control de la natalidad», hoy se hace bajo el ítem «salud reproductiva» o «derechos reproductivos», y es además una bandera enarbolada por grupos que, a la vez que dicen combatir el neoliberalismo en lo económico o político, han incorporado sus supuestos culturales.
Los debates de los 60 y 70 se daban por otra parte en el marco de la supuesta amenaza de una explosión del crecimiento poblacional, que no sólo no se verificó, sino que ha sido sustituida en varias regiones por un «invierno demográfico», fenómeno que es motivo de alarma para muchos países.
La bomba demográfica tan anunciada en los pronósticos catastrofistas de los 60 y 70 se desactivó sola.
La tasa de fecundidad global es hoy de 2,5 hijos por mujer. Y si se excluye al África negra, cae a 2,1, coincidiendo con la llamada tasa de remplazo, lo justo para renovar la población.
Esta estabilización, que para los McNamara de los 60 era necesaria a fin de desactivar potenciales conflictos sociopolíticos y pacificar al mundo, viene sin embargo acompañada de enormes disparidades en otros indicadores clave: la esperanza de vida y la mortalidad infantil, que son reflejo directo de la alimentación y la sanidad. En el caso del primero, por ejemplo, la brecha nunca fue tan grande : de 50 años en el Congo a 87 en Japón.
En Argentina, de momento, la tasa de fecundidad, de 2,3 hijos por mujer, todavía supera a la de remplazo.
Pero en muchos países de Occidente ya ha caído por debajo de ese umbral de 2,1 necesario para evitar la desaparición de una sociedad lo que significa que verán decrecer su población en los próximos años.
Consecuencias del «invierno demográfico»
Las consecuencias humanas, sociales y políticas del invierno demográfico han sido identificadas por el demógrafo francés Alfred Sauvy de este modo: No transmisión de saberes, debilitamiento de los lazos sociales, desigualdades crecientes, dominio por parte de la fracción más vieja y más conservadora de la población, ausencia de perspectiva de porvenir, morosidad y falta de apetencia por la vida, prevalencia de la renta sobre el trabajo, preferencia por el ahorro especulativo en detrimento de la inversión productiva.
Podrá decirse que los contextos de cada país y de cada época son diferentes y no pueden por lo tanto trasladarse automáticamente las respuestas de ayer a los problemas de hoy. Lo inexcusable es que estos temas no sean parte de las preocupaciones de dirigentes que repiten mecánicamente que nos debemos un debate «maduro y responsable».
La Argentina sigue siendo un país despoblado y desequilibrado en su desarrollo. Sin embargo, pese a que la historia desmintió a Malthus una y otra vez, se sigue razonando como si más población implicase sólo más bocas que alimentar, y no también más brazos para trabajar, más mentes para pensar y crear… Sobran los ejemplos de lo que un sólido mercado interno le aporta a una economía.
Parece que la transmisión generacional se interrumpió cuando vemos a algunos referentes juveniles detrás de una bandera que era repudiada por las generaciones “gloriosas”
Más inexcusable aún que la desmemoria de la izquierda es que estas cosas no se debatan entre quienes se consideran seguidores de Perón. Sin formularla explícitamente, Cristina Kirchner tuvo una política natalista cuando promovió la Asignación Universal por Hijo y la extendió a la mujer embarazada. Incluso el Plan Cunita –frustrado por la venalidad y la improvisación- tenía esa inspiración. Pero parece que el impulso o la transmisión generacional se interrumpió cuando vemos a algunos referentes juveniles de ese sector enfervorizados detrás de una bandera que era repudiada por las generaciones «gloriosas» en las que sin embargo dicen reconocerse.
La elite mundial de otros tiempos demostró tener claro que la población representa un factor de poder; es lamentable que no lo tenga claro la dirigencia local.
El mundo debate hoy nuevamente sobre la sustentabilidad del desarrollo y el factor crítico de la relación de los recursos con la población.
No por desconocer la geopolítica, dejará un país de padecerla.
Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2018/03/03/la-politica-pro-vida-de-peron-en-1974-olvidada-por-sus-seguidores/
Al via a Buenos Aires il dibattito parlamentare per depenalizzare l’aborto con il via libera del presidente Macri, cristiano, ma sottomesso a certi poteri. Quali? Chi lo ha obbligato a presentare il progetto di legge è stata la Banca Mondiale in occasione del vertice del G20 che si è svolto nella capitale argentina, la cui posizione pro aborto è ben conosciuta.
BUENOS AIRES (ARG) – Da otto giorni è iniziata in Parlamento una parvenza di dibattito sul progetto di legge di depenalizzazione dell’aborto, inviato dal presidente Mauricio Macri per il suo iter legislativo.
Sebbene il premier argentino si sia dichiarato personalmente contro la depenalizzazione, ha motivato la sua decisione dicendo che “non vuole imporre la sua volontà a nessuno” e che “rispetterà ciò che deciderà il legislatore”, a favore o contro, rinunciando anticipatamente a porre il veto sulla legge se dovesse essere approvata.
Ciò che però non ha detto Mauricio Macri è che, in realtà, chi lo ha obbligato a presentare il progetto di legge per il suo iter legislativo, è stata la Banca Mondiale attraverso la sua funzionaria Margo Thomas, in occasione del vertice del G20 che si è svolto non più di due settimane fa a Buenos Aires. E’ ben conosciuta la posizione ufficiale pro aborto della Banca Mondiale e le forme di pressioni e imposizioni che esercita nei confronti di governi come quello argentino, che dipendono in forma assoluta dai prestiti che questa istituzione ha elargito in favore dell’Argentina dal marzo 2011 per finanziare i piani sociali che costituiscono l’unico sostentamento su cui possono contare oggi 11 milioni di persone.
Sebbene il presidente argentino si professi cattolico e si sia laureato all’Università cattolica Argentina, il suo cattolicesimo lascia molto a desiderare, come mostra molto bene la sua attitudine tipica da Ponzio Pilato. Infatti, ha sacrificato le sue convinzioni per sottomettersi al ricatto dell’imperialismo finanziario e demografico che esercita il controllo delle finanze internazionali. Un potere a sua volta dell’economia mondiale e che concentra le ricchezze a più non posso, incrementando un genocidio planetario per godere in pace e impedendo, ora e in futuro, che la maggior parte della popolazione del mondo consumi quei beni e quelle ricchezze che presumibilmente appartengono a questa elite parassitaria e predatrice.
L’Arcivescovo di La Plata, monsignor Hèctor Aguer, ha definito giustamente il presidente argentino “un cattolico che non sa farsi il segno della croce”. Un cattolico che quando deve testimoniare la sua fede retrocede e si inchina alla volontà dei poteri forti, in questo caso la Banca Mondiale, per dare seguito all’assassinio legale nel seno materno di migliaia di bambini.
Un primo problema che ha questo progetto di depenalizzazione è che si basa su una serie di aberrazioni giuridiche, a cominciare dal carattere anticostituzionale dell’iniziativa, la cosificazione e la nullificazione del bambino nel ventre materno, disconoscendo la sua dignità di persona umana. E una semplice dichiarazione come unica ed esclusiva base e giustificazione per l’omicidio del bambino, la semplice volontà di negare l’esistenza del bambino generato.
La Costituzione nazionale argentina e il nuovo codice civile e commerciale unificato riconoscono che l’esistenza dell’essere umano come persona, inizia con il concepimento. Lo stesso riconosce la Convenzione Americana dei diritti umani (Costa Rica, 1996), incorporata nella Costituzione nazionale, così come il divieto di applicare la pena di morte in paesi come l’Argentina, dove non era e non è in vigore.
Per poter legalizzare l’aborto, bisognerebbe modificare o cambiare prima la Carta, ripudiare l’adesione alla Convenzione Americana e eliminare l’articolo 19 del codice civile.
Perché, in assenza di questo, per quanto si possano utilizzare tutti gli eufemismi possibili – come ad esempio l’interruzione di gravidanza – l’aborto è l’assassinio di un essere umano assolutamente innocente e totalmente indifeso nel seno della madre.
E’ per questo che affermiamo che tutto il dibattito nato attorno al provvedimento legislativo del progetto di depenalizzazione è un esercizio inutile e una perdita di tempo, perché viziato di incostituzionalità all’origine.
Però, perché si pretende di portare avanti a tutti i costi in forma aberrante questa iniziativa che vìola la Carta Argentina? Rispondere a questa domanda ci porta al secondo problema: perché si tratta di un’iniziativa promossa da alcuni decenni dal potere economico, finanziario e politico più rapace della storia umana, un potere rappresentato dal clan Rockefeller.
Che l’aborto “sia il diritto della donna di determinare la propria fertilità”; che “debbano essere partoriti nel mondo solo i bambini che sono desiderati”; che “si possa essere in grado di determinare quando termina la vita potenziale e quando comincia quella realmente umana”, mettendo in dubbio il carattere di persona del feto; che l’aborto “va incontro alla libertà della donna” e che “pregiudica la giustizia sociale” (perché le donne ricche possono uccidere i loro figli in condizioni di sicurezza mentre quelle povere rischiano di più, dovendolo fare in clandestinità) etc… sono dogmi formulati e resi pubblici da John Davison Rockefeller III nell’informativa che presentò al presidente Richard Nixon nel 1972 per porre il fondamento della politica del controllo delle nascite negli Stati Uniti. (Commissione Rockefeller, report popolazione e futuro americano, 1972).
Questo vademecum antinatalista è stato il documento che è servito da base per l’elaborazione del famoso memorandum 200/74, ufficialmente chiamato Memorandum di studio sulla sicurezza nazionale.
Questo piano Rockefeller per gli Stati Uniti è stato poi applicato su scala planetaria appena due anni dopo dall’attività di Henry Kissinger, nel suo ruolo di segretario di Stato americano.
Con l’effetto di promuovere e legalizzare di fatto l’aborto come diritto, persino nei trattati internazionali, le Costituzioni e le leggi e in definitiva, trasformare in realtà i deliri criminali della plutocrazia finanziaria internazionale.
Il paradossale, tendente alla schizofrenia politica, è che questa agenda dell’imperialismo internazionale del potere economico è stata promossa pubblicamente dalle forze politiche che dicevano di opporsi al neoliberismo e al capitalismo rapace, come sono i partiti della sinistra e progressisti e le organizzazioni non governative finanziate dallo stesso potere attraverso le proprie fondazioni pro aborto (Ford Foundation, International Planned Parenthood Federation, Human Rights Watch, Amnesty International, etc.).
In altre parole: l’agenda antinatalista e criminale del potere capitalista rapace è stata promossa pubblicamente da coloro che in teoria criticano questo capitalismo, in uno strano e inesplicabile accoppiamento politico.
Che cos’è che unisce questi nemici presumibilmente incompatibili nella loro ideologia? L’anima umanista e cristiana dei popoli latino americani, fonte della resistenza che oggi incontra in Argentina questo nuovo tentativo di introdurre la pena di morte, travestita con l’eufemismo della “interruzione di gravidanza”.
Ma Cristo vince, Cristo regna, Cristo impera, anche sopra tutto il fronte dei mercanti e mercenari della morte.
Fuente: http://www.lanuovabq.it/it/aborto-le-pressioni-della-banca-mondiale-sullargentina
7 Comments«A Hitler lo demonizaron, pero no fue tan así», resume la profesora de Historia y Construcción Ciudadana en el Instituto Jesús Maestro y en Santa Magdalena Sofía Barat, en Mar del Plata. Su nombre es Denise Yanet Evequoz, aunque en las redes sociales se hace llamar «Ana Elisa Duprat».
La mujer fue grabada por un alumno durante su particular clase sobre el nazismo y denunciada en las redes por la Acción Antifascista de la ciudad balnearia.
«Ana Elisa» comienza su clase pidiendo atención y anuncia el tema del día: el nazismo. Tras contextualizar la situación de Alemania, rápidamente comienza a justificar una de las mayores tragedias de la historia de la humanidad: «Los judíos se aprovechaban de la gente que necesitaba plata. Esto generó un cierto odio hacia el judío. El judío nunca estuvo bien visto en toda la historia de Europa. Toda Europa era antisemita».
Durante su clase continúa argumentando: «Los judíos tenían plata pero no ayudaron en nada a mejorar Alemania y esto generó más bronca hacia el judío. Así surge este odio generalizado, no fue solo Hitler».
Tras esta introducción, la profesora blanquea el objetivo de su clase al indicar que hizo un claro recorte de esta triste etapa de la historia: «Puse cosas buenas que hizo Hitler porque ustedes en libros e internet van a leer cosas malas».
Entonces llegó otra alarmante justificación: «Hubo campos de concentración, fueron terribles, murió mucha gente pero no fue el único régimen que mató gente. También lo hizo Mao Tse Tung y Stalin», dice.
Luego, ocupa todo el tiempo restante de su exposición en enumerar «las cosas buenas que hizo Hitler». Durante su listado de «bondades» del régimen nazi, Denise Yanet Evequoz, hace una comparación: «Hitler aumentó el gasto público, esto es bueno. Por ejemplo, cuando decimos que Cristina invirtió en gasto público quiere decir que invirtió dinero del Estado en hacer cosas para mejorar las condiciones sociales».
Al finalizar su clase, reafirma sus convicciones personales frente a los alumnos: «No fue todo malo, sacó a Alemania adelante. A Hitler lo demonizaron pero no fue tan así. Pero bueno, la historia la escriben los que ganan. Si hubiese ganado Hitler, él hubiera hablado mal de Estados Unidos».
Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2018/05/16/una-profesora-marplatense-aseguro-que-a-adolf-hitler-lo-demonizaron-y-justifico-el-odio-hacia-el-judio/
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