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Categoría: Contenidos encontrados en Internet

Argentina de rodillas: desarme a pedido del Eje del Mal

Una multitud acompañó a los trabajadores de FANAZUL en la localidad de Azul contra la medida de cerrar esta empresa estratégica del Estado Argentino. Las imágenes fueron ocultadas por los grandes medios. La destrucción de Fabricaciones Militares es parte de una decisión de Mauricio Macri en el marco de los acuerdos estratégicos firmados con EEUU, Gran Bretaña e Israel.

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La Patagonia, Chile, los mapuches y la Soberanía Argentina

Reafirmación de nuestra soberanía en la Patagonia – 1° de diciembre de 1878

PatagonioCartografia de la Patagonia.
Filadelfia, 1860.

Cuando algo que es de alguien cae en situación de abandono y desamparo, no es extraño que aparezca otro y proceda a la ocupación de lo abandonado con intención de ejercer en ello su soberanía. En situación más o menos parecida estuvo la Patagonia entre 1810 y 1878. Primero fue la fundación de un establecimiento penal que luego se transformó en factoría y estación carbonífera en el Estrecho de Magallanes; después la totalidad del estrecho mismo; y con el andar del tiempo las pretensiones se extendieron sobre toda la Patagonia.

En 1876 una barca francesa de mil toneladas, la Jeanne Amelie , se hallaba en el puerto Santa Cruz abocada a la labor de extracción de guano; llegó la corbeta chilena Magallanes y la tomó presa. La Jeanne Amelie tenía permiso consular argentino, pero lo mismo fue conducida al Estrecho, donde se perdió para siempre entre las restingas de Punta Dungeness. Inmediato intercambio de enérgicas y ásperas notas diplomáticas, que concluye con el desconocimiento categórico de la jurisdicción argentina sobre la Patagonia más allá de la margen derecha del río Santa Cruz. Y para demostrar que se hablaba en serio, en octubre de 1878, nuevamente la corbeta Magallanes capturó otro barco guanero, el norteamericano Devonshire, que también operaba con autorización del gobierno argentino, y lo llevó a Punta Arenas.

“Era necesario que la República Argentina hiciera de una vez por todas, acto ostensible de posesión de lo que era suyo. De su legítimo patrimonio, de aquello de que la querían despojar sin derecho ni razón, creyéndola débil y aniquilada por sus dolorosos desgarramientos internos, y por eso fueron los buques de la escuadrilla de ríos, a hacer flamear a lo largo de las costas orientales patagónicas nuestra inmaculada bandera, clavándola sus tripulantes en la cima de uno de los cerros más elevados del cañadón de Misioneros, sobre la margen derecha del río Santa Cruz”, expresa en 1928 el capitán de navío don Santiago J. Albarracín en su libro “Páginas de Ayer”.

Aquella escuadra destacada para tan honrosa como riesgosa misión, estaba compuesta por los buques construidos durante el gobierno de Sarmiento con destino a la defensa de los ríos de la cuenca del Plata. Pero el espíritu y el coraje argentino estuvieron siempre resueltos para la defensa de la soberanía nacional, sin reparar en la actualización o no de los medios con que contó en tal o cual casus belli. Qué hay que salir al mar con buques de río, ¡pues en adelante serán buques de mar! “.. no había más, ni tampoco hubiéramos podido adquirir otros… ¡y muy bien que nos sirvieron!”, dice Albarracín en la obra ya citada.

En la tarde del 8 de noviembre de 1878, la escuadra al mando del capitán de navío (comodoro) don Luis Py, salió de Buenos Aires poniendo proa al sur, con instrucciones de exigir el abandono del puerto Santa Cruz, aún por medio de las fuerzas en caso necesario. Componíanla el monitor Los Andes,la cañonera Uruguay, corbeta Cabo de Hornos, cúter Los Estados, y las bombarderas Constitución y República; estas dos últimas tenían cada una, por toda artillería un cañón Armstrong de avancarga, de once pulgadas, que disparaba en línea de quilla, esto es que había que apuntarlo orientando la proa del buque hacia el blanco; además sus condiciones marineras eran tan precarias que en la jerga marinera recibieron el mote de “roca de media marea” puesto que estaban más tiempo bajo el agua que en la superficie. Pero llegaron.

El 27 llegó la escuadra a Santa Cruz y, felizmente para nuestra historia, el trompa no recibió orden de tocar zafarrancho de combate. De inmediato se procedió a desembarcar todo lo que pertenecía al Regimiento de Artillería de Plaza, con una fuerza de cien hombres entre clases y tropa, al mando del mayor don Félix Adalid. Al pie del gran cerro del Cañadón de Misioneros quedó establecido el cuartel, y en la cumbre se erigió un mástil con un tronco de palmera. El 30 todo quedó listo para la ocupación de la margen sur del río Santa Cruz.

Sigamos a Albarracín:

“En consecuencia, el 1º de Diciembre desembarcó el destacamento de artillería con sus jefes y en correcta formación, con sus armas, acompañándolo algunos jefes y oficiales de marina, y ascendiendo al cerro, se enarboló nuestra bandera; como , debido a los chubascos, se tropezara con algunas dificultades, el teniente don Carlos Becar trepó al tronco de la palmera –que había sido enterrado bien hondo asegurándolo con piedras- y con un pesado martillo y buenos clavos se fijó el pabellón en el sólido tronco, rindiéndose los honores al izado con toda sencillez».

“En ese solemne momento eran las 5 p.m. y quedaba aquel territorio ocupado definitivamente por los argentinos, sus legítimos herederos de la madre patria. No se dispararon cañonazos ni tampoco se hizo ninguna fiesta especial; nos limitamos a establecer de una vez por todas la soberanía argentina en el río Santa Cruz y en su territorio”.

La escuadra permaneció allí de estación hasta el 13 de marzo de 1879, fecha en que zarpó rumbo a Patagones para cooperar en la campaña del desierto que a fines de abril había resuelto emprender el general Roca para la ocupación de la línea de fronteras con el indio dada por los ríos Negro y Neuquén.

Roca y los mapuches chilenos

La absurda e interesada campaña en contra del general Roca no hace más que tergiversar los hechos para instalar otro discurso fruto de la intolerancia.

Una mirada al mapa antiguo que reproducimos en esta página, confeccionado en 1860 por un conocido cartógrafo de Filadelfia, permite observar que, para los Estados Unidos de América, la Confederación Argentina no comprendía a la Patagonia, pues fijaba claramente el límite meridional de nuestro país en el Río Negro. Más al Sur, comprendido el territorio de la Tierra del Fuego, se lee «Patagonia» y, en tipografía menor, las palabras «New Chili», Nuevo Chile. Evidentemente, no consideraba que la extensa región en cuestión -que comprendería las actuales provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego- fuera una superficie «sin dueño» en aquella época.

El histórico documento cartográfico al que hacemos referencia coexiste con otros de similar tenor. Pone de relieve, una vez más, que la Campaña del Desierto no fue una cruzada contra el indio, sino una maniobra militar tendiente a excluir a Chile de la Patagonia, barriendo cualquier aspiración de apropiación por parte del país hermano respecto de tan extenso como valioso territorio. De hecho, el ejército que comandara el general Roca tenía por objeto derrotar a las tribus de origen chileno, instrumento de empresarios trasandinos que compraban los productos de sus saqueos.

La etnografía da cuenta de diversas tribus originarias de la Patagonia argentina. Ninguna de ellas bajo el nombre de «mapuche». Los mapuches a los que derrotó Roca no eran «pueblos originarios» de la Patagonia, sino «invasores»: eran araucanos que provenían de Chile y que habían aniquilado a los verdaderos pueblos originarios, los tehuelches.

Recordemos, además, que Roca negoció la paz con la mayoría de las tribus, lejos de exterminarlas y que, fruto de su astucia, logró posteriormente de manera incruenta el reconocimiento chileno de nuestra soberanía en el Sur.

Su acción permitió que nuestro país extendiera el territorio nacional, desplazando el límite que fijaba el Río Negro. De resultas de esta nueva ocupación, la Argentina también pudo reclamar territorio antártico e insular en el Atlántico Sur.

La valiosa gesta geopolítica de Roca se completó con la visión del Perito Moreno, héroe civil y prohombre muchas veces olvidado, cuya argumentación a favor de tomar la «línea divisoria de aguas» en lugar de «las altas cumbres que dividen aguas» evitó que perdiéramos los lagos, la precordillera y la Cordillera al sur del lago Gutiérrez, hoy lindante con Bariloche.

La Campaña del Desierto se enmarca en el proceso de conformación del Estado nacional y de delimitación de nuestro territorio, que posibilitó el desarrollo de la región.

La absurda e interesada militancia en contra de Roca no hace más que tergiversar los hechos para instalar un discurso fruto de la ignorancia y la intolerancia. El lago Nahuel Huapi, por caso, o los yacimientos de YPF en la Patagonia no serían hoy argentinos, incluidos el de Vaca Muerta. Y el general Enrique Mosconi no hubiera contado con los recursos naturales que potenciaron el progreso económico de la Nación.

Fuentes:

– Albarracín, Cap. de navío Santiago J. – Páginas de Ayer, Buenos Aires (1928).
– Almeida, Juan Lucio – La Armada en los mares patagónicos – Todo es Historia, Año I, Nº 7, (1967).
– Antook – Patagonia Argentina (2007).
– Oscar A. Turone – www.revisionistas.com.ar
– L.Castagnino – www.lagazeta.com.ar

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¿Traición a la Patria?

CARTAS DE LECTORES

Señor Director:

Es inconcebible e inaceptable que, en pleno siglo XXI, la Casa de la Moneda cometa la torpeza como sucedió con la impresión del billete de banco de mil pesos, que muestra un mapa del cono sur de América con el territorio nacional coloreado o amarronado hasta el Río Colorado, pero en su izquierda aparece Chile, con un tono más claro que cubre también nuestra Patagonia. Parece mentira que ese organismo público encargado de tamaña responsabilidad no haga los controles imprescindibles desde su director, el presidente del Banco Central (BCRA) y el análogo provisional del Senado, firmantes ambos del billete, lo cual no puede repetirse como sucedió con el billete de 200 pesos en que la ballena aparece nadando con la boca hacia arriba y haciendo la plancha.

Sabido es que Chile históricamente siempre pretendió la posesión de nuestra Patagonia, tuvimos innumerables conflictos fronterizos, en las altas cumbres que dividen las aguas, que no aceptan, la Laguna del Desierto y las islas del Beagle. Amén, de las invasiones de los araucanos/mapuches chilenos, que habiendo llegado a la Argentina en el año 1830, con sus malones llegaban hasta Bahía Blanca, y arrastraban hasta 200 mil cabezas de bovinos a Chile, tomaban cautivas a las mujeres y niñas que “indianizaban” y mataban a todo hombre mayor de 14 años. Y ese ganado era vendido en Chile por armas de fuego para subyugar a los verdaderos pueblos originarios argentinos que eran pacíficos. El araucano/mapuche nunca lo fue, por lo cual el presidente Nicolás Avellaneda con determinación ordenó la Campaña al Desierto (1878-1879) llevada acabo por su ministro de Guerra, general Julio Argentino Roca, que puso fin a la “cuestión araucano/mapuche”. No se puede admitir que vuelvan a las andadas -han mostrado mapas donde las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut aparecen como su territorio, lo que implicaría partir a la Argentina por el medio y haber perdido la Patagonia, lo que impidieron Avellaneda y Roca, y no podemos permitir que la historia se repita.

Han surgido incidentes en Chubut, con la muerte del artesano Maldonado que murió ahogado en el Río Chubut, cuyo caso fue pésimamente encarado por el Gobierno nacional, y últimamente en el Parque Nacional de Bariloche, Río Negro, donde un grupo mapuche usurpó parte del mismo como “territorio santo” (sic), que no existe en nuestra Nación.. Lamentablemente, el juez federal a cargo de la causa, que había ordenado su allanamiento, por la muerte de uno de los mapuches en un enfrentamiento armado con Gendarmería Nacional, no tuvo las agallas de hacer las investigaciones “in situ” de inmediato, permitiendo que esa tribu borrara toda prueba; y estaría la izquierda vernácula responsabilizando a esa fuerza de seguridad de esa muerte, que cumplió con su deber de cesar el delito de inmediato.

Es de esperar que el presidente Mauricio Macri tenga la determinación de un presidente ejemplar como fue Avellaneda y tome las medidas pertinentes para resguardar el territorio nacional de todo conato insurgente y haga respetar la ley.

La desidia del director de la Casa de la Moneda y de los presidentes del BCRA y del Senado podría inscribirse en los alcances del artículo 29 de la Constitución Nacional, en cuanto a la traición a la patria.

Con cordiales saludos,

Alfredo Nobre Leite

Fuente: informador público

 

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Curiosa similitud entre el Estado Islámico e Israel: cortarle la cabeza al cristianismo

El Estado Islámico amenazó a los cristianos con una imagen del papa Francisco decapitado

El órgano de propaganda del grupo yihadista difundió una afiche que simula la decapitación del líder católico por un terrorista. Previamente, había instado a sus seguidores a realizar atentados en el Vaticano

El grupo terrorista Estado Islámico lanzó una amenaza de muerte contra los cristianos, al difundir un afiche que muestra al papa Francisco decapitado por un combatiente yihadista y un mensaje de venganza contra Occidente, a pocos días de haber instado a sus seguidores a realizar atentados contra el Vaticano.

El montaje muestra al líder católico en el suelo y es identificado por su nombre, Jorge Mario Bergoglio. Vestido con el traje de preso naranja, habitual entre las víctimas del ISIS, tiene la cabeza separada de su cuerpo y sostenida por un terrorista que tiene un cuchillo.

«Adoradores de la cruz. Juro vengar cada gota de sangre que han derramado y cada casa que han destruido. Juro que probarán la amargura de las copas de la muerte y haré masacres. Ni siquiera disfrutarás viviendo en tus hogares, voluntad de Alá», dice el mensaje del afiche.

A punto de ser derrotado en Irak y Siria, el grupo yihadista se ha volcado a intensificar sus medios de propaganda para buscar adeptos entre los «lobos solitarios» alrededor del mundo. Por ello, sus recientes amenazas se han centrado en figuras de alto perfil que concentran la atención mediática.

La organización terrorista lanzó la semana pasada un mensaje que advertía sobre ataques terroristas en el Vaticano durante las fiestas navideñas, uno de los eventos más importantes para el cristianismo.

El afiche fue publicado por la Fundación Wafa Media, afín al grupo yihadista, que muestra a un hombre enmascarado conduciendo hacia la Basílica de San Pedro con un arma y una mochila dentro de un automóvil.

Los analistas vienen advirtiendo de un posible aumento de ataques terroristas tras el colapso de ISIS y su califato en Medio Oriente.

Fuente: https://www.infobae.com/america/mundo/2017/11/22/el-estado-islamico-amenazo-a-los-cristianos-con-una-imagen-del-papa-francisco-decapitado/

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Hallaron documentación que vincula al RAM con grupos guerrilleros de otros países sudamericanos

Lo afirmó el fiscal general de Neuquén, José Gerez, quien sospecha que el grupo radical mapuche cometió tres atentados en los últimos meses

Uno de los carteles dejado en Kumenia

Uno de los carteles dejado en Kumenia

El fiscal general de Neuquén, José Gerez, acusó a miembros de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) de tener vínculos con grupos guerrilleros de Chile, Colombia y Venezuela.

El funcionario judicial llegó a esta conclusión luego del secuestro de documentación realizado el pasado fin de semana tras una serie de allanamientos en el marco de la investigación por tres atentados sucedidos en los últimos meses en Neuquén y zona aledañas de Río Negro. Ataques que, según la Justicia, fueron perpetrados con el objetivo de presionar para la liberación de su líder, el lonko Facundo Jones Huala.

«Se incautó cartelería, documentación que hace referencia al RAM, una importante cantidad de armas de guerra y droga», sostuvo Gerez en diálogo con Cadena 3. «Además, hallamos material que los conecta a grupos guerrilleros, extremistas de Colombia y Venezuela», agregó.

En ese sentido, insistió: «Creemos que hay una vinculación, a través de la investigación, entre integrantes de este grupo guerrillero con el RAM. Hay un apoyo logístico y operativo de gente que viene de afuera, de Chile, para ayudar a llevar adelante este tipo de sabotajes».

La investigación sobre los tres atentados

Los episodios a los que hace referencia el fiscal ocurrieron el 1 de septiembre, cuando la concesionaria Kumenia de Neuquén capital fue atacada y dejó un saldo de al menos dos vehículos cero kilométro incendiados. El segundo tuvo lugar el 13 de noviembre; ese día un grupo de desconocidos atentó contra las instalaciones de un pozo petrolero de la empresa Pluspetrol en las afueras de Centenario y a solo 7 kilómetros de la capital neuquina. En tanto, el 14 de noviembre se registró otro ataque, aunque frustrado, a un pozo gasífero de YPF en la localidad rionegrina de Allen.

En ese marco, el fin de semana fueron allanados siete propiedades en ambas provincias. Como resultado, se encontraron cinco armas de guerra –entre ellas 1 rifle winchester y cuatro pistolas, un kilo de marihuana, 12 plantas de cannabis y material gráfico con leyendas en las que se reivindica a la RAM. «Pueden tener conexión entre sí», aseguró Gerez.

Gerez dijo que los procedimiento se llevaron a cabo «para tratar de alguna manera de encontrar responsabilidades en el episodio que ocurrió en Kumenia», y que «se ha dado un patrón de que se han encontrado tres episodios que pueden estar relacionados por la modalidad y por lo que se encontró después con la cartelería con el grupo RAM y con el UAL (Unidad Ancestral de liberación)».

A pesar de los vínculos que presuntamente existen entre los atentados y ambos grupos, el fiscal Gerez desligó del hecho al pueblo mapuche. «Nada tienen que ver» porque es una comunidad pacífica, apuntó el funcionario. En ese sentido, opinó Jorge Nahuel, werken de la Confederación Mapuche de Neuquén. «Nosotros no tenemos nada que ver con la violencia con rótulo de terrorismo, y esto nos ensucia. No tenemos relación con la RAM ni queremos tener», dijo en declaraciones a radio LU5.

Fuente: https://www.infobae.com/politica/2017/11/22/hallaron-documentacion-que-vinculan-al-ram-con-grupos-guerrilleros-de-otros-paises-sudamericanos/

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20 de Noviembre, Día de la Soberanía Nacional: primer golpe de la Triple A

A 44 años del primer ataque bomba de la Triple A

La organización peronista paramilitar sembró el terror durante la década del ’70, en años convulsionados de la sociedad argentina, y cargó contra gran cantidad de políticos, sindicalistas y militantes. El primer ataque con explosivos tuvo como blanco al ex senador Hipólito Solari Yrigoyen, por su oposición a los beneficios de la burocracia sindical.

La bomba estalló cuando encendió el motor de su auto, el 21 de noviembre de 1973, 44 años atrás.

Hipólito Solari Yrigoyen era senador nacional por la Unión Cívica Radical. Pocos días antes, el jueves 16 de noviembre, había expresado su oposición al proyecto de ley de Asociaciones Profesionales, que consolidaría la “oligarquía sindical”.

El senador, en el debate, objetó la reelección de autoridades gremiales por más de dos períodos, la centralización de las recaudaciones de las obras sociales y propuso la inclusión de la representación de las minorías, en favor de la “democracia sindical”.

Su discurso en el Senado duró 4 horas y 12 minutos. Finalmente, la ley –enviada por el presidente Perón al Congreso- obtuvo media sanción.

“El debate terminó a las cuatro de la mañana. Lorenzo Miguel (jefe de la UOM) lo había presenciado desde el palco. Cuando le preguntaron por mi discurso, respondió ‘Solari Yrigoyen es desde este momento el enemigo público número uno de la clase obrera organizada‘. Sostenía la necesidad de defender a las minorías, no quería el pensamiento único. Había participado de la fundación de la CGT de los Argentinos (CGTA) y hasta mi elección como senador había sido abogado del gremio ferroviario, conducido por los radicales”, según explicó entonces.

El fin de semana posterior al debate, Solari Yrigoyen fue a Puerto Madryn, Chubut, donde vivía, y el lunes 20 volvió a su estudio jurídico de Lavalle 1438, en Buenos Aires. Su secretaria le dio un sobre que había recibido con su nombre. Cuando lo abrió, sólo tenía tres letras: “A A A”. No entendió el significado. El remitente daba una dirección: Tucumán 1660, la sede del Comité Capital de la UCR. Envió a su secretaría para que explicaran qué quería decir ese mensaje. Desde la casa radical respondieron que no habían enviado la carta y tampoco entendían el sentido de las tres letras.

Al día siguiente, martes 21 de noviembre, Solari Yrigoyen salió de su departamento de la avenida Santa Fe, su residencia secundaria, y fue en busca de su auto, estacionado en la cochera 171 del edificio de Marcelo T de Alvear 1276. Había comprado ese espacio en la década del ’60 para guardar su Renault 6. Ese día tenía previsto dar un reportaje junto al dirigente sindical cordobés Agustín Tosco, al que había defendido en su condición de “preso político” y visitaba en la cárcel de Rawson durante la dictadura del general Lanusse.

Cuando Solari Yrigoyen colocó la llave en el tambor y la giró, la bomba estalló.

“El Renault 6 era un auto muy frágil y la onda expansiva se fue por todos lados. Si hubiera sido un coche compacto hubiera muerto instantáneamente. La bomba era para matarme. El coche voló contra la pared de enfrente y empezó a incendiarse. Dios me ayudó porque alcancé a salir, caí envuelto en sangre, y vinieron a auxiliarme”, aseguró entonces.

El repudio fue unánime. Era la primera vez que se atentaba contra un senador de la Nación desde que habían matado demócrata progresista Enzo Bordabehere en el recinto, en 1935. Isabel Perón, que presidía el Senado, fue a visitar a Solari Yrigoyen a la clínica, acompañada por el ministro de Bienestar Social José López Rega. Llevó flores.

“Isabel entró a la habitación. Dijo ‘¿qué quieren hacer de este país? ¿Una Cuba, un nuevo Chile?’ Como haciendo entender que la ultraizquierda había hecho el atentado”.

Solari Yrigoyen la escuchaba pero no podía hablar. Había tenido cinco operaciones, me sentía muy mal, y se había analizado la posibilidad de cortarle la pierna izquierda, que era la más afectada. El doctor Yañez se opuso terminantemente. Después pasó mucho tiempo en silla de ruedas y desde entonces camina con bastón.

A la clínica también se acercó Lorenzo Miguel. Habló con la esposa de Solari Yrigoyen: “Yo no tuve nada que ver”, explicó.

Solari Yrigoyen creía que habían sido los “servicios”, o gente vinculada a ellos. “A mí siempre me ataca la derecha autoritaria”, decía. En agosto de 1972, cuando era miembro de la Asociación Gremial de Abogados, le habían puesto una bomba, el mismo día de los fusilamientos en la base naval de Trelew. “Yo no sabía qué era la Triple A. Era la primera vez que actuaba. Pusieron la bomba porque estudiaron mis pasos y sabían que los fines de semana yo viajaba a mi provincia”, explicó entonces.

La organización “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina) había surgido como una herramienta de “depuración interna” para poner freno a la movilización de Montoneros y también contra sectores de izquierda. De hecho, la Triple A acusaba al radical Solari Yrigoyen de “comunista”. “Era la época de la Guerra Fría. Estaba de moda acusar de comunista a cualquiera que se opusiera a algo”, diría tiempo después. A Eduardo Angeloz, su compañero de bloque en el Senado, lo acusaban de ser “agente del imperialismo”.

En el verano de 1973, Montoneros había tomado protagonismo en la campaña electoral de las primeras elecciones libres desde 1951, que llevó a Cámpora al gobierno. Como parte del acuerdo político con el Movimiento Justicialista presidido por Perón, obtuvo cargos en gobiernos provinciales. Era un tiempo en que la política se hacía en las calles, barrios o fábricas, o en las movilizaciones populares. Los espacios de representación institucional no resultaban atractivos para la militancia.

El regreso de Perón, el 20 de junio de 1973, resultó el primer quiebre de su relación con la izquierda peronista. Desde entonces, en el peronismo clásico u ortodoxo, comenzó a anidar la idea de “ganarles la calle” y restablecer el orden y el control ideológico del Movimiento. El peronismo en “pie de guerra” no era una metáfora política.

En agosto de 1973 López Rega acababa de conformar sus brigadas de custodia con ex policías desplazados por delitos criminales y otros que había conocido en su carrera policial en los años ’50. Ahora se reincorporaban al Ministerio de Bienestar Social. Entre ellos estaba el comisario Morales, Rodolfo Almirón, Miguel Rovira, y otro llamado Juan Carlos Lagos. Este último luego sería separado de la custodia porque –según declarara en la causa judicial de la Triple A- López Rega le dijo que “necesitaba otro tipo de gente menos limpia para hacer los trabajos que él quería”. Lagos pasó a integrar la custodia de Isabel Perón según se explica en López Rega, el peronismo y la Triple A (del autor de este artículo).

El Ministerio se fue preparando para las acciones paraestatales, con la incorporación de militantes de agrupaciones “ortodoxas” como empleados de planta. También se importaron desde Inglaterra –de contrabando- ametralladoras Sterling, que se guardaban en el depósito del microcine, en el segundo subsuelo del organismo público. Una “ley interna” para los que actuaban en actividades armadas indicaba que “no había que llevarse a dormir la ametralladora a la casa”, porque no eran para defensa personal sino para las “operaciones que surgían desde el mismo Ministerio”.

El asesinato del jefe de la CGT José Ignacio Rucci, el 25 de septiembre, por parte de Montoneros, marcó el segundo punto de quiebre en la política del año 1973.

El crimen unió a todos grupos opuestos a la izquierda peronista.

La respuesta fue la “depuración interna” en el Movimiento Justicialista por motivos estrictamente ideológicos. La “depuración” incluía la expulsión de los cargos políticos –en todas áreas del Estado, municipal, provincial y nacional- y también, en muchos casos, la eliminación física.

La primera víctima de esta política sucedió en forma simultánea a los funerales de Rucci, con la muerte de un militante de la Juventud Peronista en el barrio de Belgrano. Una comisión “mixta” de policías y civiles salió del Ministerio con un Rambler oficial, tocó el portero eléctrico de su departamento y cuando Enrique Grynberg se asomó a la calle, lo mataron. El blanco había sido escogido casi al azar para dar una respuesta inmediata.

El 28 de septiembre, un artículo La Opinión registraba la discusión interna entre el Ministerio del Interior y la Policía Federal sobre cómo debía afrontar el Estado atentados como el de Rucci. El ministro del Interior Benito Llambí indicaba que debía recurrirse a los organismos de seguridad (policía, gendarmería y “en ningún caso las Fuerzas Armadas”) y el jefe la Policía Federal, general Miguel Ángel Iñiguez, afirmaba que “la prevención debía hacerse con los mecanismos de seguridad que se han ido forjando en el propio seno del Movimiento”, es decir, por afuera de los mecanismos institucionales.

Esta última opción sería la acordada por el Consejo Superior Peronista, que se reunió el 1° de octubre, en la que participaron legisladores, gobernadores y el presidente electo Juan Perón. De allí surgieron las directivas partidarias para dar respuesta a la “guerra desencadenada contra nuestra organización y nuestros dirigentes”, manifestada por la “infiltración de grupos marxistas” y el asesinato de dirigentes, en obvia referencia a Rucci.

El corazón del “Documento reservado” –dado a conocer por La Opinión al día siguiente- indicaba que el Movimiento ingresaba “en estado de movilización de todos sus elementos humanos y materiales para enfrentar esta guerra” y anunciaba que en todos los distritos se organizaría “un sistema de inteligencia al servicio de esta lucha, el que estará vinculado con el organismo central que se creará”.

El Consejo Superior Peronista abría las puertas de la acción ilegal: “se utilizarán todos los medios de lucha que se consideren eficientes, en cada lugar y oportunidad. La necesidad de los medios que se propongan será apreciada por los dirigentes de cada distrito. Los compañeros peronistas, sin perjuicio de sus funciones específicas, deben ajustarse a los propósitos de esta lucha, haciendo actuar todos los elementos de que dispone el Estado para impedir los planes del enemigo y reprimirlo con todo rigor”.

A partir de entonces se inició una etapa de “conurbanización” de acciones violentas, que luego se asumirían bajo la máscara de la “Triple A”. La organización paraestatal no tenían un mando centralizado, sus acciones provenían de distintos ámbitos, aunque sí tenían un “enemigo común, la “infiltración marxista” en el Movimiento.

La “depuración” se definía en los territorios locales, según sus propias características y enemigos internos, y a partir de allí se elegían los blancos.

Seis días después del atentado contra Solari Yrigoyen, el 27 de noviembre de 1973, fue muerto Antonio “Tito” Deleroni en la estación ferroviaria de San Miguel. Deleroni era abogado, defensor de presos políticos de la Gremial de Abogados y dirigente del Peronismo de Base (PB) de esa localidad.

El azar quiso que un policía franco de servicio persiguiera y detuviera a su agresor, a punto de escapar en un Fiat 128. En su declaración ante el juez Julio Ricardo Villanueva afirmó que integraba el “Servicio de Inteligencia Peronista (SIP)” y cumplía las directivas de “depurar marxistas“, que surgieron del “Documento Reservado” del Consejo Superior Peronista. Los dos domicilios que acreditó correspondían, uno a ese organismo, y otro a la unidad básica “20 de Noviembre”, que actuaba en el Ministerio de Bienestar Social**.

La “depuración interna” representó un permiso para la impunidad. La idea de, en palabras de Perón, de “desinfectar a tiempo los gérmenes del Movimiento Peronista“, conduciría a la creación del terror estatal. Perón, como presidente, jamás condenaría en forma explícita a la Triple A.

Después de la primera bomba contra Hipólito Solari Yrigoyen, el terror paraestatal desplegaría mayor intensidad, con persecuciones, atentados y centenares de crímenes.

El año pasado, por primera vez, cinco miembros de la Triple A fueron condenados por “asociación ilícita”, después de que la causa judicial permaneciera archivada durante varias décadas.

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