Por Christian C.
Aunque en general siempre se ha asociado el tercer ojo con la glándula pineal, en rigor de verdad, el soporte biológico tras la visión oculta comprende tanto la pineal, como la pituitaria, y el tálamo en el cerebro.
Algunos ocultistas de hecho han llamado a la pineal como la cola del dragón, y a la pituitaria como su boca. Es decir, se mantiene un vínculo entre ambas ,bajo cuya sincronización, a través de un tercer componente, que es el tálamo, surge la visión oculta del tercer ojo.
Traspolada esta relación bilateral de la pineal y la pituitaria a los mitos egipcios, tenemos que la glándula pineal, como su propia configuración anatómica permite apreciar, representa al ojo de Horus, es decir a Horus mismo.
Y su gemelo, Seth, está aquí representado por la glándula pituitaria.
Si bien es conocida la representación serpentina de Seth (como la gran serpiente Apophis), también aquí Horus comprende el mismo principio ofídico. Siendo así el ojo de Horus, el ojo vigilante siempre abierto de la serpiente.
También se le ha denominado a veces como «el ojo de Ra», entendiendo en este contexto el significado etimológico y gnóstico de Ra como «Aquel que manifiesta», siendo esta manifestación el conocimiento oculto.
Un antiguo jeroglífico designaba a la serpiente como un ojo, teniendo precisamente este mismo significado de la sabiduría oculta. Y además era la representación de la Diosa Uazit (significando asimismo «ojo»), emplazada en la corona de los faraones, como expresión de su poder, que nos remite en términos hiperbóreos al Vril de la Diosa, la Dama del Origen.
Trazando un paralelo con la tradición nórdica, resulta interesante también que se resalte en sus mitos el ojo de Odin/Wotan.
Simultáneamente, dada la sabiduría de los antiguos egipcios que siempre mantuvieron significados ocultos sumamente oblicuos tras sus diversos mitos, tenemos también la bipolaridad de Isis y Osiris representada en ambos hemisferios cerebrales, teniendo una replica en el lado posterior del cerebro ( mirando aquí hacia el área reptil del cerebro) en otra dos áreas o hemisferios posteriores , que representan aquí a Neftis y Seth, quienes son las facetas oscuras de Isis y Osiris.
Respecto al tálamo en el centro del cerebro, y rigiendo desde allí ambos hemisferios, su función fisiológica de mantener el eje de atención filtrando toda otra información circundante, le adjudica un rol de guardián en el «portal» entre consciente e inconsciente, siendo así «el guardián del umbral» de acceso al inframundo, representado a nivel microcósmico por el potencial oculto del inconsciente.
Siendo como se mencionó antes, la pineal y la pituitaria una representación fisiológica y orgánica ofídica, el tálamo, definido como de forma ovoide, es aquí «el huevo de la serpiente».
Desde la expresión simbólica, también el tálamo representa aquí la forma ovalada /esferoide del Ru, ubicado encima de una configuración en forma de cruz Tau, surgiendo así la cruz Ankh egipcia.
Desde ya, no requiere aclaración que se trata de una cruz muy anterior al cristianismo, símbolo que posteriormente intentó ser apropiado por la comunidad de cristianos que se asentaron en Egipto.
Pero en cuanto a su significado iniciático original, tenemos en la Ankh egipcia una Tau (T) y el Ru en forma esferoide u ovalada en su parte posterior. Este símbolo mantiene varias capas o niveles de significación.
Considerado este símbolo exotéricamente como «la llave de la inmortalidad» ,oculta un secreto, en cuanto la parte inferior del Ankh se corresponde con la espina dorsal, por donde el poder ofídico de la serpiente/lagarto repta, alcanzando la visión ofídica de Horus/Seth (pineal y pituitaria), y teniendo su culminación en el «huevo de la serpiente», donde puede decirse que «ha nacido un hijo de la Serpiente», un hombre de piedra.
La configuración oculta de Tau en Ankh, indica asimismo el posicionamiento u orientación desde el Yo aislado (plaza Tau) hacia el Origen (punto Tau), así como al Yo infinito del Selbst representado aquí por el Ru, como figuración de la esfera de voluntad egoica, Ehre.
Y al mismo tiempo, la forma del Ru remite al «espíritu esfera», modelo analógico que nos permite comprender la realidad del espíritu desde su aproximación a este mundo.
Si bien la forma del Ru semeja más una forma ovalada que esférica, la explicación esotérica aquí es que la «esfera» como proyección figurativa del espíritu hiperbóreo, se halla en un dinamismo, sea desde la reversión original, o bien su reversión a la normalidad, manteniendo así una forma que no es a ese punto exactamente una esfera. Más no debe olvidarse que por «espíritu esfera» se está significando siempre un modelo análogico, para explicar de algún modo la situación del espíritu hiperbóreo, de otro modo inaprehensible.
El mismo principio oculto en cuanto a su forma ovoide, «casi esfera», connota el Ru como representativo de la esfera Ehre.
Es así como en el Ankh egipcio se oculta la verdad gnóstica del Yo cercado o aislado orientado al Selbst (primera iniciación), el Yo despierto en el si mismo del Yo infinito (selbst), focalizado en la esfera de voluntad egoica (segunda iniciación), y el retorno del «espíritu esfera» que ha sido revertido a la normalidad (tercera iniciación).
Se comprende entonces que Osiris, Dios de la inmortalidad (y que en el mito escenificó el proceso iniciático de muerte y renacimiento) porte la iniciática cruz Ankh.
Por otra parte se dice que para «ver el rostro de Osiris» (lo cual connota el acceder a la verdad gnóstica hermética) es preciso sea corrido el velo de Isis.
Y el iniciado que accede a los misterios ocultos de Isis y Osiris, es representado por Horus (y su visión ofídica), que al mismo tiempo comprende en forma inseparable a su gemelo Seth.
El supuesto antagonismo que se presenta en el mito, de Horus y Seth, puede ser comprendido únicamente con la perspectiva iniciática, en cuanto un «juego de los Dioses», que escenifica y refleja al mismo tiempo un proceso iniciático.
Siendo así, debe irse más allá de lo convencional del mito a una comprensión profunda, comprendiendo a Seth no meramente como «el malvado antagonista de Osiris y Horus», sino como representativo de un principio iniciático oscuro, que en una auténtica iniciación nunca puede dejarse de lado, teniendo un rol esencial.
Considerando lo hasta ahora expuesto respecto al tálamo, también resulta notorio, que cuando es visto desde arriba en el centro del cerebro, el tálamo semeja un escarabajo, que es representado mítica y cosmogónicamente por Khepri.
En tal sentido, los egipcios adjudicaban al escarabajo Khepri el simbolismo de renacimiento e inmortalidad, lo cual conecta con lo anteriormente mencionado, ya que si la serpiente (representada como se mencionó por las glándulas pineal y pituitaria , Horus-Seth) brinda el elixir de la inmortalidad, la concreción de ese estado es representado por Khepri.
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