Por Christian C.
Más allá de los nueve grabados representativos de las nueve puertas, y su escenificación en determinados acontecimientos de toda la trama, el simbolismo iniciático de las nueve puertas también puede abordarse en este film desde otro ángulo o perspectiva.
Si dividimos toda la historia expuesta en el film en nueve secuencias, tenemos allí las nueve puertas que Corso atravesó en su recorrido hasta llegar al secreto último. No se trató meramente de una invocación o ritual, como hicieran la baronesa en su momento, o luego la viuda Telfer y Balkan, sino de un recorrido con pruebas por las que pasar, utilizando todas las habilidades, tanto físicas como mentales, sobreponiéndose a lo anímico y exponiendo incluso su propia vida.
Cada sitio que Corso visitó era en sí mismo una «puerta». Y análogamente, como ya se ha comentado, aquellos con quienes tuvo que interactuar y confrontar (los hermanos Ceniza, la mujer que lo acompañaba, Balkan, etc.), tienen un significado oculto en relación al recorrido iniciático de las nueve puertas.
Al mismo tiempo, si bien Corso realiza toda esta búsqueda de los auténticos grabados de las nueve puertas al comienzo por encomienda, luego se decide a llegar hasta el final, incluso ya sin tener compromiso con Balkan.
Como veremos, en estas nueve «puertas» o secuencias de su recorrido iniciático, siempre aparece junto a Corso su acompañante, la mujer misteriosa de ojos verdes.
Así, estas serían las nueve secuencias de su búsqueda:
- Primera puerta: Corso es requerido por Boris Balkan para cierto trabajo, por lo que asiste a una conferencia que Balkan está dando sobre la figura del diablo en la literatura del medioevo. Aquí aparece por primera vez la mujer de ojos verdes, quien observa a Corso, aunque él no se percata casi de ella.
- Segunda puerta: Corso busca información referida al libro Las nueve puertas y sus grabados en una biblioteca, y quitando un libro tiene una fugaz visión de la misma mujer tras el estante, observándolo.
- Tercera puerta: A partir de su encuentro con los hermanos Ceniza, Corso se dirige viajando en tren a Portugal para estudiar el ejemplar de Victor Fargas. En un corredor del tren se encuentra nuevamente con la mujer, estableciendo un breve pero interesante diálogo.
- Cuarta puerta: Saliendo ya de noche de la mansión de Fargas, Corso es interceptado por un atacante en auto (el guardaespaldas de Liana, Bruno), pero aparece rápidamente aquí la mujer «sin nombre» en la escena en una moto, salvándolo del peligro. Aunque lleva casco puesto, la melena rubia le indica a Corso su identidad. Posteriormente encuentra otra vez a la mujer en el hall del hotel, leyendo un libro.
- Quinta puerta: Por la mañana, la mujer aparece nuevamente y llama a Corso en su habitación del hotel, despertándolo e indicándole que deben ir a ver a Fargas. De ese modo Corso encuentra a Fargas muerto en un estanque de agua, ardiendo en llamas el ejemplar de Las nueve puertas, con la ausencia de los grabados que han sido arrancados del libro.
- Sexta puerta: Corso y la mujer viajan a París, donde Corso entrevista a la baronesa. Más al descubrir la baronesa que es enviado por Balkan, se niega a mantener ningún trato, diciéndole a Corso que abandone su búsqueda, que está más allá de su capacidad. Posteriormente Corso es atacado nuevamente por Bruno, llegándole a arrebatar el libro, pero aparece nuevamente su acompañante misteriosa, y tras un combate, pone en fuga a Bruno, ayudando a Corso. Luego de esto, en el hotel Corso asiste a su acompañante en detener el sangrado de su nariz por la contienda acontecida, y ella unge con su propia sangre la frente y nariz de Corso, marcándolo con tres líneas verticales, distinguiéndose así la forma de un tridente rojo.
- Séptima puerta: Corso logra por indagaciones dar con el paradero de Liana Telfer, que le ha robado el libro de Las nueve puertas. Se dirige con la mujer «sin nombre» al hotel donde Liana Telfer se hospeda con Bruno, encontrándolos en la entrada, sin apercibirse ellos de su presencia. A continuación, robando la mujer un auto «Viper» rojo, siguen a la viuda Telfer y Bruno, llegando no sin dificultades a la mansión o castillo donde está a punto de realizarse una ceremonia negra. Luego de otro episodio logrando entrar en la mansión, y un altercado con Liana Telfer y Bruno, Corso y la mujer «sin nombre» observan el inicio de la ceremonia, donde todos llevan túnica y capucha negra.
Aparece Boris Balkan en la escena, burlándose de la invocación ritual y ceremonia que Liana Telfer está llevando a cabo, diciendo «fetichismo y conjuros», y tras una pelea con Liana Telfer, a la que estrangula, se apropia del libro retirándose.
Notemos a este punto que de los hasta entonces propietarios y buscadores del secreto de Las nueve puertas:
- Andrew Telfer se ha suicidado
- Fargas murió ahogado
- La baronesa muere estrangulada, siendo incendiada su biblioteca
- Balkan muere por fuego
En El club Dumas, la baronesa muere a causa de fuego por incendio, sin mencionarse el estrangulamiento.
Tanto la baronesa como Balkan se conocían entre sí, y mantuvieron en el pasado un trato familiar, que se deduce de la postal con la imagen del castillo cátaro que Balkan le envía a la baronesa, tratándola por su nombre de pila, diciéndole: «Lo siento Frieda. Yo lo vi primero» (en relación al sitio del castillo cátaro).
Más tanto la baronesa como Balkan eran adherentes del misterio de las nueve puertas, y en ambas muertes hay fuego de por medio implicado. En tanto que Victor Fargas, quien no creía en el contenido del libro (pese a lo cual le advierte a Corso que tenga cuidado, ya que hay libros que no son para ser leídos impunemente) muere por agua.
Lo que se trasluce aquí es que los grabados verdaderos conducen a la luz de Lucifer, en tanto los grabados falsos llevan al «fuego».
El estanque en que aparece el cadáver de Fargas es agua de una tonalidad verdosa, habiendo también peces rojos. Colores aquí que connotan la Minne y la sangre, sin haber tenido éxito Fargas, quedando «estancado» en la senda de la liberación. Su interés por Las nueve puertas no fue nunca más allá del valor literario y de antigüedad del libro, sin búsqueda iniciática.
Regresando de la fallida ceremonia en la mansión de Liana Telfer, Corso atraviesa en auto un camino sinuoso serpenteante, atascándose en un estanque de agua verdosa, siendo salpicado, como signo digamos de una clase de «bautismo ofídico», que precede a su cruce definitivo por la novena puerta. Desconfiando a ese punto de la «mujer sin nombre», Corso ha decidido marchar solo esta vez, más la influencia luciferina de la mujer de ojos verdes sigue allí, mirando profundamente a lo lejos, en la dirección que Corso se ha marchado.
- Octava puerta: Corso se dirige al castillo cátaro de Puivert y allí encuentra a Balkan intentando hacer un ritual de invocación con los nueve grabados. Tras un altercado entre ambos, Balkan se jacta de invulnerabilidad física por el poder que ahora supuestamente posee, y se rocía con gasolina, siendo luego abrazado por las llamas circundantes, disparándole Corso para acelerar su muerte.
- Novena puerta: Corso intima sexualmente con la mujer, estando ella sobre él y transfigurándose luciferinamente su rostro, hallándose el castillo en llamas detrás de ellos. Una imagen un tanto similar a la novena lámina, donde la «ramera de Babilonia» (es decir la Diosa denostada por el cristianismo demiúrgico), cabalga el dragón de siete cabezas.
Se trata aquí de la Diosa del Origen (o la mujer en este plano que refleja y encarna su poder), conocida por varios nombres, tales como Lilith, Sophia, etc. Y cabe acotar que se trata de Sophia como Diosa del Origen que revela lo luciferino e increado, y no de su «proyección caída» conocida en el gnosticismo como Achamoth o Sophia Achamoth.
Luego le deja a Corso una indicación de hallar el auténtico noveno grabado en el taller de los hermanos Ceniza, desapareciendo ella de la escena, más ya habiendo guiado a Corso hasta el final. Luego de obtener el grabado auténtico, y reconociendo en el rostro de la mujer de la lámina a la mujer que lo guiara hasta entonces como acompañante, e identificando el sitio como el castillo cátaro de Puivert, se dirige allí nuevamente, abriéndose para él entonces la novena puerta, que atraviesa ya sin impedimento.
Tenemos entonces que de los tres buscadores de Las nueve puertas (Telfer, Balkan y Corso):
- Liana Telfer: Regía en su conducta una actitud lúdica, ambiciosa de poder, procurando disfrutar los privilegios de estar al mando de la orden La Serpiente de Plata. La utilización de su sensualidad y sexualidad para obtener como sea el libro, y su comprensión de lo luciferino constreñida al ámbito sexual de las orgías que mantenían los adeptos de la orden en sus encuentros anuales, así cierta clase de magia ceremonial oscura, no era suficiente para acceder a la novena puerta, quedando meramente en el nivel lúdico. Recordemos que sus cigarrillos eran de marca Black Devil, o diablo negro, lo que humorísticamente puede connotar que pretendía «fumarse al diablo».
- Boris Balkan: Su ambición es algo más profunda que la de Telfer, más lo rige una actitud sacralizante, casi de culto respecto a Lucifer, no pudiendo ir más allá de ese contexto hacia lo auténticamente gnóstico luciferino.
- Dean Corso: Únicamente él, con el coraje y valor de enfrentar todos los obstáculos, y su «risa de conejo» como se especifica en El club Dumas, pudo desplegando la Actitud Graciosa Luciférica acceder a la novena puerta.
De hecho, El club Dumas concluye en su desenlace con lo siguiente:
«Reía entre dientes, como un lobo cruel, cuando inclinó la cabeza para encender el último cigarrillo. Los libros gastan ese tipo de bromas, se dijo. Y cada cual tiene el diablo que merece»
Notemos con el precedente ejemplo dado por Pérez-Reverte, que la actitud inicial de Corso comprendía «una sonrisa de conejo», más en el desenlace de la historia, ya ríe «como un lobo», lo cual da cuenta de la mutación que se ha operado en él.
Posteriormente a la obra literaria El club Dumas de Arturo Pérez-Reverte (1993), así como del film La novena puerta en 1999, apareció en escena una supuesta edición de Las nueve puertas, considerada por algunos lectores ocultistas como auténtica.
El libro, supuestamente fue encomendado traducir del latín codificado al italiano por Aleister Crowley a su discípulo Bruno di Angelo, traducción que habría sido presentada en 1935, traduciéndose tiempo después al español, concretamente en 1999 por Juan López de Rojas.
Se presenta como introducción preliminar al libro unos comentarios que habría hecho Aristide Torchia, contando más sobre su propia vida oculta, en relación al libro. Así, en palabras atribuidas a Torchia, él recibió de su propio padre (también encuadernador de libros) la fórmula de invocación al «Maestro», es decir Lucifer.
Lucifer posteriormente se presenta bajo la apariencia de un fraile barbudo y anciano, de «ojos sabios», siendo reconocido por Torchia, a quien le entrega el Delomelanicon, texto escrito por el mismo Lucifer, y para cuya comprensión de algunos pasajes oscuros Torchia recibiría varias visitas más del maestro.
A partir de su lectura, Aristide Torchia escribió Las nueve puertas del reino de las sombras, realizando por mandato de Lucifer no más de 99 copias, efectuando algunas modificaciones cada tres copias. Y añade que de ese modo «dos ojos observando tres podrían ver», es decir que el secreto del Delomelanicon quedaría oculto en tres ejemplares distintos. Esto se concatena por supuesto con la trama de El club Dumas y La novena puerta llevada al cine.
Bruno di Angelo realiza así la traducción al italiano, comentando que el libro original en que basó su traducción contiene 168 páginas. Y además comenta que los 9 grabados, tal como aparecen en el original que él traduce, se hallan en las siguientes páginas:
Grabado | Entre las Páginas |
---|---|
1° | 16 y 17 |
2° | 32 y 33 |
3° | 48 y 49 |
4° | 64 y 65 |
5° | 80 y 81 |
6° | 96 y 97 |
7° | 112 y 113 |
8° | 128 y 129 |
9° | 144 y 145 |
Jugando nuevamente con los números, observamos que se mantiene una determinada secuencia numérica. Entre el último número de la página de un grabado, con respecto a la página del siguiente grabado, hay siempre 15 páginas de diferencia. Es decir, entre 17 y 32 tenemos una diferencia de 15. Y de igual modo se repite este patrón entre 33 y 48, luego entre 49 y 64, y así sucesivamente.
El 15 sumando sus dos números (1 + 5) deviene en el 6, y tenemos un 6 por cada uno de los 9 grabados aquí referidos, por lo que si multiplicamos 6 × 9, nos da 54, que sumando sus números (5 + 4), se sintetiza en el 9. Número gráficamente reverso del 6, y «la novena puerta».
El número de páginas, como se ha mencionado, es de 168, cuyos números sumados (1 + 6 + 8) nos da nuevamente 15, que como se ha referido, deviene en el 6. Advertimos la repetición del 6 y el 9 una y otra vez. Y como ya se ha mencionado antes, la famosa cifra del triple 6, permite sumar sus tres seis en 18, que lleva nuevamente al 9.
Recapitulando, observamos una constante del «6», como resultado de sumar el 1 y el 5 del 15, número que se mantiene como variable entre los números de páginas en que se hallan los nueve grabados. Luego, el número de páginas del texto original es 168, números que sumándose también dan como resultado 15, deviniendo luego en el 6. Y 9 grabados en el libro, número que al revés es un 6, codificado en tres cifras (168), remitiendo así al triple 6 en el misterio de las nueve puertas.
Por otra parte, si sumamos los números de la primera columna (16, 32, 48, 64, 80, 96, 112, 128 y 144), nos da como resultado 720, cuyos números 7 y 2 suman 9. De igual modo, la suma de números de la segunda columna (17, 33, 49, 65, 81, 97, 113, 129 y 145), da como resultado 729, números de cuya sumatoria obtenemos 18, que se sintetiza nuevamente en el 9.
Cierta indicación a modo de clave oculta se halla en toda esta secuencia numérica, ya que Bruno di Angelo, luego de referir la ubicación de los nueve grabados entre las páginas del texto original, y comentando que es un libro de 168 páginas, dice lo siguiente en relación a los 9 grabados:
«Parece ser que ellos mismos, como si se tratara de un puzle infernal, esconden un secreto que no he logrado aún descifrar. Espero mi querido lector, que usted tenga más suerte.»
Debe tomarse en cuenta que, así como el film La novena puerta, este libro también mantiene diferencias con respecto a la obra original en que se basa todo esto, es decir El club Dumas de Pérez-Reverte.
Concretamente:
- Primer grabado: Se ha tomado la leyenda en latín que le acompaña en el film («El silencio es oro»), a diferencia de la novela («Solamente triunfará quien ha combatido acorde a las reglas»).
- Tercer grabado: Similar al film, el ángel no lleva flecha de repuesto (diferente a novela y película).
- Séptimo grabado: Tablero de ajedrez blanco (como en el film, no como en la novela).
- Octavo grabado: Hombre con apariencia de monje rezando (no doncella), decapitado con maza (no espada).
- Noveno grabado: Similar al film (mujer sobre dragón con estrella venusina de 8 puntas).
Por otro lado, quien sea haya escrito este reciente libro, no posee según se aprecia el grado de orientación gnóstica de la Sabiduría Hiperbórea, evidenciado en el uso indistinto de los nombres «Satanás» y «Lucifer» para referirse al maestro de Torchia.
Más allá de esto, el libro presenta algunas claves relevantes que un Virya orientado puede adoptar o asimilar en su propia estrategia de liberación.
Al igual que en el libro y la película que le preceden, este libro de Las nueve puertas también sostiene, según Bruno di Angelo, que solamente han sobrevivido tres copias, acotando como ya se ha mencionado, que originalmente habrían sido como máximo unas 99 ediciones (números que tanto por sus respectivas unidades, como por la sumatoria y reducción, remite nuevamente al 9).
Los tres ejemplares sobrevivientes serían:
El primer ejemplar, refiere Bruno di Angelo que según registros de 1918, se hallaría en una «librería de viejo» en Toledo (alusión a los hermanos Ceniza?).
El segundo ejemplar, sería propiedad de un noble, no mencionado por motivos de discreción (concordando con la trama de la novela y el film del ejemplar que poseía la baronesa).
Y el tercer ejemplar, el que fue dado a traducir a Bruno di Angelo por Aleister Crowley, estaría en los archivos del Vaticano, en la sección de ocultismo, con el número LCF-666-999.
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