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Etiqueta: peron

La política pro-vida de Perón en 1974, olvidada por sus seguidores

«Somos uno de los países más despoblados de América Latina».

«Nuestro bajo crecimiento demográfico se debe a la constante declinación de la natalidad».

«Si bien esta tendencia cultural es difícilmente reversible, puede moderarse en su intensidad mediante una política de protección a la familia, por la cual el tener hijos no sea económicamente gravoso».

Esos eran algunos de los argumentos adelantados en el Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional presentado por Juan Domingo Perón al iniciarse su tercer mandato presidencial, en diciembre de 1973.

El poblamiento del vasto territorio argentino fue una de las preocupaciones y ocupaciones de nuestras elites

Pero en realidad, desde los tiempos fundacionales de nuestro país, el poblamiento del vasto territorio argentino fue una de las preocupaciones y ocupaciones de nuestras elites; inexplicablemente ausente del debate actual. Perón fue el último estadista en formular una política global al respecto.

Hoy, nadie evoca esta dimensión poblacional en la discusión sobre la legalización del aborto, a pesar de que los argumentos adelantados hacen, entre otras cosas, a su uso como regulador de la natalidad. El debate está pretendidamente despolitizado; se busca incluso reducirlo a un problema de salud pública y, a la vez, paradójicamente, a una dimensión estrictamente privada, personal, un «derecho» de la mujer.

Para el gobierno peronista del 73, en cambio, el crecimiento de la población era un imperativo y en el Plan Trienal (1974-77) se preveían medidas para aumentar la fecundidad, reducir la mortalidad y fomentar la inmigración.

Se advertía acerca de las «serias consecuencias sociales (del envejecimiento de la estructura poblacional) en lo referente a la vitalidad del país y a las perspectivas para su futuro» y sus «graves consecuencias económicas, que se reflejan en la excesiva proporción de población pasiva con respecto a la activa».

El documento (que puede verse completo cliqueando aquí) exaltaba las virtudes de la inmigración, calificada como «un factor indispensable para el desarrollo de una Argentina moderna» y señalaba que «la casi interrupción de ese movimiento» nos había dejado librados «a las débiles tendencias vegetativas ya mencionadas».

«La inmigración -decía el Plan Trienal- tiene sobre cualquier país un triple efecto demográfico: el aumento directo de la población general, el mayor aumento de la población activa, por la alta proporción de jóvenes inmigrantes y, por la misma razón, el aumento de la población fecunda, lo que a su vez influye en el incremento de la natalidad».

De hecho, como se señaló recientemente en este medio, uno de las factores que en la actualidad ha aportado cierto dinamismo a nuestro crecimiento poblacional es la inmigración que, a diferencia de lo que se señalaba en el Plan Trienal de 1974, se ha reanudado en Argentina, especialmente desde los países vecinos.

El plan de gobierno de Perón también aludía al desequilibrio poblacional entre Buenos Aires y el interior, aclarando que no era un fenómeno directamente atribuible a la demografía sino al desarrollo.

Con realismo, se señalaba que, en materia de natalidad, la acción sería «necesariamente a largo plazo», por lo que la meta en el breve período del Plan, era «la no reducción de la natalidad», es decir, el freno a su «tendencia declinante».

Se proponía entonces como objetivos básicos «reducir la mortalidad, aumentar la natalidad y aumentar y orientar la inmigración».

Todo ello con el fin de alcanzar la meta de 50 millones de argentinos para el año 2000.

En «La política demográfica del tercer gobierno peronista«, Karina Alejandra Felitti (UBA-Conicet) destaca una de las medidas concretas adoptadas en el marco de este plan: el decreto 659, del 28 de febrero de 1974, que establecía un control más estricto de la venta de anticonceptivos y prohibía las campañas de control de la natalidad, llegando incluso a recomendar actividades de difusión sobre los riesgos de ciertos métodos anticonceptivos.

El decreto de Perón aludía al accionar de ‘intereses no argentinos’ detrás de la promoción del control de la natalidad

En sus fundamentos, el decreto aludía al accionar de «intereses no argentinos» que desalentaban la consolidación y expansión de las familias, «promoviendo el control de la natalidad, desnaturalizando la fundamental función maternal de la mujer y distrayendo a nuestros jóvenes de su natural deber como protagonistas del futuro de la patria».

Un mes más tarde, se creaba la Comisión Nacional de Política Demográfica, en el ámbito del Ministerio del Interior. Su misión sería «proyectar una política nacional de población e intensificar el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la población argentina y su más adecuada distribución regional».

La alusión a «intereses no argentinos» se vincula al origen de las teorías neo-malthusianas de entonces que veían en el excesivo crecimiento demográfico del Tercer Mundo la causa de su subdesarrollo.

De hecho, el puntapié inicial a las campañas de control de natalidad hacia los países periféricos lo había dado el Banco Mundial en 1968 bajo la presidencia de Robert McNamara, que antes se había desempeñado como Secretario de Defensa durante las gestiones de John Kennedy y Lyndon Johnson.

Robert McNamara presidió el Banco Mundial de 1968 a 1981

Robert McNamara presidió el Banco Mundial de 1968 a 1981

«El rápido crecimiento demográfico es una de las mayores barreras que obstaculizan el crecimiento económico y el bienestar social de nuestros Estados miembros»,decía McNamara, el 30 de septiembre de 1968, al asumir la presidencia del Banco Mundial, que ejercería hasta 1981.

En consecuencia, a partir de fines de los sesenta, el Banco Mundial, junto con otras varias agencias de la ONU, preexistentes o creadas a tal fin, como la FNUAP, PNUD, UNICEF, OMS y la FAO) lanzaron campañas mundiales de control de la natalidad.

Más allá de la concepción malthusiana que sustentaba estos postulados (a mayor crecimiento poblacional, menor desarrollo y más pobreza; una ecuación demasiadas veces desmentida en la realidad), también había una motivación de seguridad estratégica.

Se trataba de una cruzada por el desarrollo y contra la pobreza, que buscaba esencialmente frenar la amenaza del crecimiento poblacional de los países del Tercer Mundo, visto como un posible factor de descontrol social y, en el contexto de la Guerra Fría, eventual terreno fértil para el comunismo. El mundo no tendría además recursos suficientes para sostener a esa población que crecía a un ritmo que se veía como imparable.

Desde el exilio, en diciembre del 68, Perón ya había aludido al tema, en una entrevista con el periodista Bernardo Neustadt.

«¿Usted sabe que McNamara fue a Buenos Aires y pronunció un discurso en el que condicionaba los préstamos al control de la natalidad…?», preguntó Neustadt.

Perón respondió: «Cosas americanas. Si él cree que eso es un problema para la Argentina con 23 millones de habitantes, ¿cuánto más lo será para EEUU con 200? ¿Y por qué ellos no limitan su natalidad? (…) Vea, para mí esto es un disparate. (…) …la Argentina necesita más población y no tiene por qué limitar su natalidad».

Cabe señalar que se trataba de una convicción compartida en aquel entonces por la izquierda y las corrientes progresistas en general, que en los 60 y 70, también denunciaban el control de la natalidad -hoy eufemísticamente llamado «salud reproductiva»- como una política imperialista.

¿Excedentes de población en Brasil, donde hay 17 habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29? (Eduardo Galeano, 1994)

Todavía en 1994, por ejemplo, Eduardo Galeano preguntaba: «¿Excedentes de población en Brasil, donde hay 17 habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29? Holanda tiene 400 habitantes por kilómetro cuadrado y ningún holandés se muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia un puñado de voraces se queda con todo».

En la Conferencia Mundial de Población, que en 1974 tuvo lugar en Bucarest, la Argentina llevó la voz cantante en la objeción a los fundamentos de las políticas de planificación familiar que fomentaba la ONU ante una supuesta necesidad de «armonizar» a nivel mundial «las tendencias demográficas y las tendencias del desarrollo económico y social».

Correspondió a la Comisión Nacional de Política Demográfica creada por Perón presentar las objeciones al plan de acción que se quería aprobar allí.  Felitti resume así las enmiendas planteadas por la Argentina: «La política de población es un atributo soberano de cada país; América Latina, por su baja densidad, necesita de un crecimiento demográfico que le permita ocupar todo su territorio; las recomendaciones no deben limitarse a controlar el crecimiento de la población, también deben incluirse [medidas] que tiendan a un orden internacional más justo; las migraciones internacionales deben atenderse no sólo como un problema sino como una potencial salida al desequilibrio regional y al avance del control de la natalidad; la producción de alimentos y su justa distribución a nivel internacional debía ser aumentada; por último, se señalaba la necesidad de fiscalizar a los organismos que promovían el control  de la natalidad, para evitar acciones indiscriminadas, incompatibles con el ejercicio de los derechos humanos».

La Argentina contó con el respaldo de la mayoría de los demás países latinoamericanos y sus enmiendas fueron aceptadas… con excepción del pedido de control sobre las ONG del rubro…

El embajador argentino en Rumania, Juan Carlos Beltramino, exhortaba a actuar para suprimir la injusticia y no a los seres humanos.

Lejos quedaron esos tiempos en que la Argentina ejercía un liderazgo en este tipo de cumbres internacionales. Y lejos quedaron también los tiempos en que las izquierdas latinoamericanas denunciaban el control de la natalidad como imperialista. Hoy el malthusianismo es la doctrina subyacente en uno de los argumentos pro aborto libre más esgrimido por el progresismo: se vincula la necesidad de su legalización al drama de miles de mujeres pobres…

A tal punto ha virado en esto la izquierda que en Bolivia, por ejemplo, ha sido el mismísimo Evo Morales el promotor de una legalización del aborto que incluye, entre las opciones para despenalizarlo, la condición social de la mujer.

Evo Morales promovió la legalización del aborto en caso de “pobreza”

El proyecto inicialmente presentado, en marzo de 2017, era brutal: despenalizaba el aborto en «las primeras ocho semanas de gravidez, por única vez», cuando la mujer «se encuentre en situación de calle o pobreza extrema; no cuente con recursos suficientes para la manutención propia o de su familia; sea madre de tres o más hijos o hijas y no cuente con recursos suficientes para su manutención o sea estudiante».

Fue demasiado. Y, para atenuar esta frontal eugenesia social, al aprobarse la ley se eliminó la mención explícita a la pobreza, pero se mantuvo el concepto de modo implícito en el enunciado de que las mujeres que tengan «niños, adultos o discapacitados a su cargo», pueden abortar.

Lo llamativo es que, a diferencia de los años 70, cuando la izquierda boliviana denunciaba el control de la natalidad como imperialista y hasta lograba la expulsión de Bolivia del Cuerpo de Paz –ONG estadounidense de planificación familiar-, esta vez tuvo que ser el Episcopado boliviano el que clamara contra la «colonización ideológica extranjera» que inspiró la reforma de Evo Morales.

La izquierda no cuestionó a Evo Morales por promover el aborto en caso de “pobreza”

La izquierda no cuestionó a Evo Morales por promover el aborto en caso de “pobreza”

El hecho de que el aborto como paliativo a la pobreza haya sido promovido por Evo Morales no conmovió a una izquierda sudamericana ya ganada por la agenda que en otro tiempo denunciaba como neoliberal. 

En consecuencia, lo que antes los gobiernos de países avanzados promovían, por lo general a través de ONGs internacionales y organismos supranacionales, para la «planificación familiar» o el «control de la natalidad», hoy se hace bajo el ítem «salud reproductiva» o «derechos reproductivos», y es además una bandera enarbolada por grupos que, a la vez que dicen combatir el neoliberalismo en lo económico o político, han incorporado sus supuestos culturales.

Los debates de los 60 y 70 se daban por otra parte en el marco de la supuesta amenaza de una explosión del crecimiento poblacional, que no sólo no se verificó, sino que ha sido sustituida en varias regiones por un «invierno demográfico», fenómeno que es motivo de alarma para muchos países.

La bomba demográfica tan anunciada en los pronósticos catastrofistas de los 60 y 70 se desactivó sola.

La tasa de fecundidad global es hoy de 2,5 hijos por mujer. Y si se excluye al África negra, cae a 2,1, coincidiendo con la llamada tasa de remplazo, lo justo para renovar la población.

Fuente: Banco Mundial https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.DYN.TFRT.IN

Fuente: Banco Mundial https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.DYN.TFRT.IN

Esta estabilización, que para los McNamara de los 60 era necesaria a fin de desactivar potenciales conflictos sociopolíticos y pacificar al mundo, viene sin embargo acompañada de enormes disparidades en otros indicadores clave: la esperanza de vida y la mortalidad infantil, que son reflejo directo de la alimentación y la sanidad. En el caso del primero, por ejemplo, la brecha nunca fue tan grande : de 50 años en el Congo  a 87 en Japón.

En Argentina, de momento, la tasa de fecundidad, de 2,3 hijos por mujer, todavía supera a la de remplazo.

Pero en muchos países de Occidente ya ha caído por debajo de ese umbral de 2,1 necesario para evitar la desaparición de una sociedad lo que significa que verán decrecer su población en los próximos años.

Consecuencias del «invierno demográfico»

Las consecuencias humanas, sociales y políticas del invierno demográfico han sido  identificadas por el demógrafo francés Alfred Sauvy de este modo: No transmisión de saberes, debilitamiento de los lazos sociales, desigualdades crecientes, dominio por parte de la fracción más vieja y más conservadora de la población, ausencia de perspectiva de porvenir, morosidad y falta de apetencia por la vida, prevalencia de la renta sobre el trabajo, preferencia por el ahorro especulativo en detrimento de la inversión productiva.

Podrá decirse que los contextos de cada país y de cada época son diferentes y no pueden por lo tanto trasladarse automáticamente las respuestas de ayer a los problemas de hoy. Lo inexcusable es que estos temas no sean parte de las preocupaciones de dirigentes que repiten mecánicamente que nos debemos un debate «maduro y responsable».

La Argentina sigue siendo un país despoblado y desequilibrado en su desarrollo. Sin embargo, pese a que la historia desmintió a Malthus una y otra vez, se sigue razonando como si más población implicase sólo más bocas que  alimentar, y no también más brazos para trabajar, más mentes para pensar y crear… Sobran los ejemplos de lo que un sólido mercado interno le aporta a una economía.

Parece que la transmisión generacional se interrumpió cuando vemos a algunos referentes juveniles detrás de una bandera que era repudiada por las generaciones “gloriosas”

Más inexcusable aún que la desmemoria de la izquierda es que estas cosas no se debatan entre quienes se consideran seguidores de Perón. Sin formularla explícitamente, Cristina Kirchner tuvo una política natalista cuando promovió la Asignación Universal por Hijo y la extendió a la mujer embarazada. Incluso el Plan Cunita –frustrado por la venalidad y la improvisación- tenía esa inspiración. Pero parece que el impulso o la transmisión generacional se interrumpió cuando vemos a algunos referentes juveniles de ese sector enfervorizados detrás de una bandera que era repudiada por las generaciones «gloriosas» en las que sin embargo dicen reconocerse.

La elite mundial de otros tiempos demostró tener claro que la población representa un factor de poder; es lamentable que no lo tenga claro la dirigencia local.

El mundo debate hoy nuevamente sobre la sustentabilidad del desarrollo y el factor crítico de la relación de los recursos con la población.

No por desconocer la geopolítica, dejará un país de padecerla.

Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2018/03/03/la-politica-pro-vida-de-peron-en-1974-olvidada-por-sus-seguidores/

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Gloriosa Isabel: la mejor presidente argentina después del General Perón

¿POR QUÉ DERROCARON A ISABEL PERÓN EL 24 DE MARZO DE 1976?

Porque, siendo la primer presidente mujer de Argentina y del Mundo que con un aval electoral del 63,7% de los votos, durante su gobierno se…

1. Nacionalizó las bocas de expendio de combustibles.

2. Nacionalizaron las agencias noticiosas extranjeras.

3. Incorporaron al patrimonio nacional el canal 7 y 36 radioemisoras comerciales.

4. Nacionalizaron los canales de Televisión 9, 11 y 13.

5. Nacionalizó «Panamericana de Televisión», única convertidora de ciclaje de Sudamérica.

6. Nacionalizó Editorial Codex.

7. Sancionó la Ley de represión de la subversión, incorporando la represión de la subversión económica.

8. Sancionó la Ley de represión al narcotráfico.

9. Suspendió el negociado que colocaba por cincuenta años la producción siderúrgica en manos del Brasil (Mineração Corumbaense Reunida de Brasil).

10. Declaró la nulidad de los contratos del Estado, la ITT y Siemens, por mayores costos cobrados a ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones).

11. Suspendió el negociado de la Italo que pretendía venderle la empresa al Estado, la que debido al tiempo transcurrido ya le pertenecía a la Nación.

12. Suspendió el negociado de valores internos y de bonos externos.

13. Suspendió el negociado del Banco Popular Argentino y otros.

14. Implementó el profesionalismo militar integrado a la nación (coronel Damasco y Numa Laplane).

15. Sancionó la Ley de nacionalización de los depósitos bancarios (cuya anulación permitió el alevoso robo de todos los bancos en el 2001).

16. Decretó el arresto del directorio de Bunge y Born, por subvención a la guerrilla.

17. Sancionó la Ley del Sistema Nacional Integrado de Salud.

18. Sancionó la ley de contrato de trabajo 20.744, LCT, aún vigente.

19. Proyectó la Ley nacional de prensa.

20. No contrajo ningún empréstito. La deuda externa al 25 de mayo de 1973 era de u$s 5.189 millones de dólares, y al 24 de marzo de 1976 seguía siendo de u$s 5.189 millones de dólares, con los intereses pagos.

21. Declaró prioritaria a toda elección de autoridades nacionales, provinciales y municipales, mediante el Decreto 620 del 13 de febrero de 1976. La reunión de la Convención Constituyente, que decidiría sobre la Constitución Nacional que organizaba el Estado Nacional Argentino en consonancia con las actuales necesidades de su pueblo y los supremos intereses de la Patria, y así incorporar el artículo 40 de la Constitución de 1949, donde establece que los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas y demás fuentes de energía y recursos, son propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación Argentina.

22. Realizó una reunión de gabinete en la Antártida, dando a conocer al mundo, y dejando sentado, que ese territorio pertenece a la Nación Argentina.

23. Interceptó el armamento destinado a la guerrilla, enviados desde Gran Bretaña. 160.000 proyectiles consignados a la embajada británica y remitidos de contrabando en la carga de un buque. Toneladas de armas con el mismo destino, descubiertas en el avión de la British Caledonian. Contrabando de ametralladoras marca Stirling, por nombrar sólo los casos conocidos e interceptados (ver diarios de la época).

24. Pidió, mediante la Cancillería, el retiro del embajador inglés el 13 de enero de 1976. La reacción del gobierno respondía a la decisión unilateral del Reino Unido de suspender las negociaciones sobre las Islas Malvinas y de enviar la misión «Shackleton», habiendo ordenado Isabel Perón el cañoneo de una nave británica, el 4 de febrero de 1976, por su incursión en aguas territoriales argentinas.

Fuente: Texto de los compañeros Ángel Soto Hudson y Miguel Videla Fernández, ambos miembros permanentes del Movimiento Nacional Justicialista.

¡VIVA ISABEL PERON!
¡SOMOS LA RESISTENCIA!

Un comentario

20 de Noviembre, Día de la Soberanía Nacional: primer golpe de la Triple A

A 44 años del primer ataque bomba de la Triple A

La organización peronista paramilitar sembró el terror durante la década del ’70, en años convulsionados de la sociedad argentina, y cargó contra gran cantidad de políticos, sindicalistas y militantes. El primer ataque con explosivos tuvo como blanco al ex senador Hipólito Solari Yrigoyen, por su oposición a los beneficios de la burocracia sindical.

La bomba estalló cuando encendió el motor de su auto, el 21 de noviembre de 1973, 44 años atrás.

Hipólito Solari Yrigoyen era senador nacional por la Unión Cívica Radical. Pocos días antes, el jueves 16 de noviembre, había expresado su oposición al proyecto de ley de Asociaciones Profesionales, que consolidaría la “oligarquía sindical”.

El senador, en el debate, objetó la reelección de autoridades gremiales por más de dos períodos, la centralización de las recaudaciones de las obras sociales y propuso la inclusión de la representación de las minorías, en favor de la “democracia sindical”.

Su discurso en el Senado duró 4 horas y 12 minutos. Finalmente, la ley –enviada por el presidente Perón al Congreso- obtuvo media sanción.

“El debate terminó a las cuatro de la mañana. Lorenzo Miguel (jefe de la UOM) lo había presenciado desde el palco. Cuando le preguntaron por mi discurso, respondió ‘Solari Yrigoyen es desde este momento el enemigo público número uno de la clase obrera organizada‘. Sostenía la necesidad de defender a las minorías, no quería el pensamiento único. Había participado de la fundación de la CGT de los Argentinos (CGTA) y hasta mi elección como senador había sido abogado del gremio ferroviario, conducido por los radicales”, según explicó entonces.

El fin de semana posterior al debate, Solari Yrigoyen fue a Puerto Madryn, Chubut, donde vivía, y el lunes 20 volvió a su estudio jurídico de Lavalle 1438, en Buenos Aires. Su secretaria le dio un sobre que había recibido con su nombre. Cuando lo abrió, sólo tenía tres letras: “A A A”. No entendió el significado. El remitente daba una dirección: Tucumán 1660, la sede del Comité Capital de la UCR. Envió a su secretaría para que explicaran qué quería decir ese mensaje. Desde la casa radical respondieron que no habían enviado la carta y tampoco entendían el sentido de las tres letras.

Al día siguiente, martes 21 de noviembre, Solari Yrigoyen salió de su departamento de la avenida Santa Fe, su residencia secundaria, y fue en busca de su auto, estacionado en la cochera 171 del edificio de Marcelo T de Alvear 1276. Había comprado ese espacio en la década del ’60 para guardar su Renault 6. Ese día tenía previsto dar un reportaje junto al dirigente sindical cordobés Agustín Tosco, al que había defendido en su condición de “preso político” y visitaba en la cárcel de Rawson durante la dictadura del general Lanusse.

Cuando Solari Yrigoyen colocó la llave en el tambor y la giró, la bomba estalló.

“El Renault 6 era un auto muy frágil y la onda expansiva se fue por todos lados. Si hubiera sido un coche compacto hubiera muerto instantáneamente. La bomba era para matarme. El coche voló contra la pared de enfrente y empezó a incendiarse. Dios me ayudó porque alcancé a salir, caí envuelto en sangre, y vinieron a auxiliarme”, aseguró entonces.

El repudio fue unánime. Era la primera vez que se atentaba contra un senador de la Nación desde que habían matado demócrata progresista Enzo Bordabehere en el recinto, en 1935. Isabel Perón, que presidía el Senado, fue a visitar a Solari Yrigoyen a la clínica, acompañada por el ministro de Bienestar Social José López Rega. Llevó flores.

“Isabel entró a la habitación. Dijo ‘¿qué quieren hacer de este país? ¿Una Cuba, un nuevo Chile?’ Como haciendo entender que la ultraizquierda había hecho el atentado”.

Solari Yrigoyen la escuchaba pero no podía hablar. Había tenido cinco operaciones, me sentía muy mal, y se había analizado la posibilidad de cortarle la pierna izquierda, que era la más afectada. El doctor Yañez se opuso terminantemente. Después pasó mucho tiempo en silla de ruedas y desde entonces camina con bastón.

A la clínica también se acercó Lorenzo Miguel. Habló con la esposa de Solari Yrigoyen: “Yo no tuve nada que ver”, explicó.

Solari Yrigoyen creía que habían sido los “servicios”, o gente vinculada a ellos. “A mí siempre me ataca la derecha autoritaria”, decía. En agosto de 1972, cuando era miembro de la Asociación Gremial de Abogados, le habían puesto una bomba, el mismo día de los fusilamientos en la base naval de Trelew. “Yo no sabía qué era la Triple A. Era la primera vez que actuaba. Pusieron la bomba porque estudiaron mis pasos y sabían que los fines de semana yo viajaba a mi provincia”, explicó entonces.

La organización “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina) había surgido como una herramienta de “depuración interna” para poner freno a la movilización de Montoneros y también contra sectores de izquierda. De hecho, la Triple A acusaba al radical Solari Yrigoyen de “comunista”. “Era la época de la Guerra Fría. Estaba de moda acusar de comunista a cualquiera que se opusiera a algo”, diría tiempo después. A Eduardo Angeloz, su compañero de bloque en el Senado, lo acusaban de ser “agente del imperialismo”.

En el verano de 1973, Montoneros había tomado protagonismo en la campaña electoral de las primeras elecciones libres desde 1951, que llevó a Cámpora al gobierno. Como parte del acuerdo político con el Movimiento Justicialista presidido por Perón, obtuvo cargos en gobiernos provinciales. Era un tiempo en que la política se hacía en las calles, barrios o fábricas, o en las movilizaciones populares. Los espacios de representación institucional no resultaban atractivos para la militancia.

El regreso de Perón, el 20 de junio de 1973, resultó el primer quiebre de su relación con la izquierda peronista. Desde entonces, en el peronismo clásico u ortodoxo, comenzó a anidar la idea de “ganarles la calle” y restablecer el orden y el control ideológico del Movimiento. El peronismo en “pie de guerra” no era una metáfora política.

En agosto de 1973 López Rega acababa de conformar sus brigadas de custodia con ex policías desplazados por delitos criminales y otros que había conocido en su carrera policial en los años ’50. Ahora se reincorporaban al Ministerio de Bienestar Social. Entre ellos estaba el comisario Morales, Rodolfo Almirón, Miguel Rovira, y otro llamado Juan Carlos Lagos. Este último luego sería separado de la custodia porque –según declarara en la causa judicial de la Triple A- López Rega le dijo que “necesitaba otro tipo de gente menos limpia para hacer los trabajos que él quería”. Lagos pasó a integrar la custodia de Isabel Perón según se explica en López Rega, el peronismo y la Triple A (del autor de este artículo).

El Ministerio se fue preparando para las acciones paraestatales, con la incorporación de militantes de agrupaciones “ortodoxas” como empleados de planta. También se importaron desde Inglaterra –de contrabando- ametralladoras Sterling, que se guardaban en el depósito del microcine, en el segundo subsuelo del organismo público. Una “ley interna” para los que actuaban en actividades armadas indicaba que “no había que llevarse a dormir la ametralladora a la casa”, porque no eran para defensa personal sino para las “operaciones que surgían desde el mismo Ministerio”.

El asesinato del jefe de la CGT José Ignacio Rucci, el 25 de septiembre, por parte de Montoneros, marcó el segundo punto de quiebre en la política del año 1973.

El crimen unió a todos grupos opuestos a la izquierda peronista.

La respuesta fue la “depuración interna” en el Movimiento Justicialista por motivos estrictamente ideológicos. La “depuración” incluía la expulsión de los cargos políticos –en todas áreas del Estado, municipal, provincial y nacional- y también, en muchos casos, la eliminación física.

La primera víctima de esta política sucedió en forma simultánea a los funerales de Rucci, con la muerte de un militante de la Juventud Peronista en el barrio de Belgrano. Una comisión “mixta” de policías y civiles salió del Ministerio con un Rambler oficial, tocó el portero eléctrico de su departamento y cuando Enrique Grynberg se asomó a la calle, lo mataron. El blanco había sido escogido casi al azar para dar una respuesta inmediata.

El 28 de septiembre, un artículo La Opinión registraba la discusión interna entre el Ministerio del Interior y la Policía Federal sobre cómo debía afrontar el Estado atentados como el de Rucci. El ministro del Interior Benito Llambí indicaba que debía recurrirse a los organismos de seguridad (policía, gendarmería y “en ningún caso las Fuerzas Armadas”) y el jefe la Policía Federal, general Miguel Ángel Iñiguez, afirmaba que “la prevención debía hacerse con los mecanismos de seguridad que se han ido forjando en el propio seno del Movimiento”, es decir, por afuera de los mecanismos institucionales.

Esta última opción sería la acordada por el Consejo Superior Peronista, que se reunió el 1° de octubre, en la que participaron legisladores, gobernadores y el presidente electo Juan Perón. De allí surgieron las directivas partidarias para dar respuesta a la “guerra desencadenada contra nuestra organización y nuestros dirigentes”, manifestada por la “infiltración de grupos marxistas” y el asesinato de dirigentes, en obvia referencia a Rucci.

El corazón del “Documento reservado” –dado a conocer por La Opinión al día siguiente- indicaba que el Movimiento ingresaba “en estado de movilización de todos sus elementos humanos y materiales para enfrentar esta guerra” y anunciaba que en todos los distritos se organizaría “un sistema de inteligencia al servicio de esta lucha, el que estará vinculado con el organismo central que se creará”.

El Consejo Superior Peronista abría las puertas de la acción ilegal: “se utilizarán todos los medios de lucha que se consideren eficientes, en cada lugar y oportunidad. La necesidad de los medios que se propongan será apreciada por los dirigentes de cada distrito. Los compañeros peronistas, sin perjuicio de sus funciones específicas, deben ajustarse a los propósitos de esta lucha, haciendo actuar todos los elementos de que dispone el Estado para impedir los planes del enemigo y reprimirlo con todo rigor”.

A partir de entonces se inició una etapa de “conurbanización” de acciones violentas, que luego se asumirían bajo la máscara de la “Triple A”. La organización paraestatal no tenían un mando centralizado, sus acciones provenían de distintos ámbitos, aunque sí tenían un “enemigo común, la “infiltración marxista” en el Movimiento.

La “depuración” se definía en los territorios locales, según sus propias características y enemigos internos, y a partir de allí se elegían los blancos.

Seis días después del atentado contra Solari Yrigoyen, el 27 de noviembre de 1973, fue muerto Antonio “Tito” Deleroni en la estación ferroviaria de San Miguel. Deleroni era abogado, defensor de presos políticos de la Gremial de Abogados y dirigente del Peronismo de Base (PB) de esa localidad.

El azar quiso que un policía franco de servicio persiguiera y detuviera a su agresor, a punto de escapar en un Fiat 128. En su declaración ante el juez Julio Ricardo Villanueva afirmó que integraba el “Servicio de Inteligencia Peronista (SIP)” y cumplía las directivas de “depurar marxistas“, que surgieron del “Documento Reservado” del Consejo Superior Peronista. Los dos domicilios que acreditó correspondían, uno a ese organismo, y otro a la unidad básica “20 de Noviembre”, que actuaba en el Ministerio de Bienestar Social**.

La “depuración interna” representó un permiso para la impunidad. La idea de, en palabras de Perón, de “desinfectar a tiempo los gérmenes del Movimiento Peronista“, conduciría a la creación del terror estatal. Perón, como presidente, jamás condenaría en forma explícita a la Triple A.

Después de la primera bomba contra Hipólito Solari Yrigoyen, el terror paraestatal desplegaría mayor intensidad, con persecuciones, atentados y centenares de crímenes.

El año pasado, por primera vez, cinco miembros de la Triple A fueron condenados por “asociación ilícita”, después de que la causa judicial permaneciera archivada durante varias décadas.

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Documento Reservado: Perón contra la infiltración marxista

«Orden Reservada del 1° de octubre de 1973»

Texto completo del “Documento Reservado” u «Orden Reservada del 1° de octubre de 1973» Consejo Superior Peronista

1° de octubre de 1973

I. Situación

1. El asesinato de nuestro compañero José Ignacio Rucci y la forma alevosa de su realización marca el punto más alto de una escalada de agresiones al Movimiento Nacional Peronista, que han venido cumpliendo los grupos marxistas terroristas y subversivos en forma sistemática y que importa una verdadera guerra desencadenada contra nuestra organización y contra nuestros dirigentes.

Esta guerra se ha manifestado de diversas maneras; por ejemplo:

a. Campaña de desprestigio de los dirigentes del Movimiento buscando ridiculizarlos mediante slogans, estribillos o insultos, atribuyéndoles defectos personales e imputándoles «traición» al general Perón o a la doctrina.

b. Infiltración de esos grupos marxistas en los cuadros del Movimiento con doble objetivo: desvirtuar los principios doctrinarios del justicialismo, presentando posiciones aparentemente más radicalizadas y llevar a la acción tumultuosa y agresiva a nuestros adherentes (especialmente sectores juveniles) colocándose así nuestros enemigos al frente del movimiento de masas que por sí solo no pueden concitar, tal que resulten orientando según sus conveniencias.

c. Amenazas, atentados y agresiones destinadas a crear un clima de miedo o desconfianza en nuestros cuadros, y a intimidar a la población en general.

d. Asesinato de dirigentes peronistas.

2. El estado de guerra así planteado se dirige en el fondo contra el país, ya que si bien aparenta afectar a nuestro Movimiento, tiende a impedir la constitución y actuación del gobierno que presidirá el general Perón por decisión mayoritaria del pueblo argentino. El crimen cometido contra el compañero Rucci, particularmente por el modo y la oportunidad en que fue consumado, indica que se trata de destrozar al Movimiento Nacional Peronista y a sus dirigentes, creando al mismo tiempo una situación de caos social, que haga posible la frustración del gobierno del Pueblo.

3. Ese estado de guerra que se nos impone, no puede ser eludido, y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino también a atacar el enemigo en todos los frentes y con la mayor decisión. En ello va la vida del Movimiento y sus posibilidades de futuro, además de que en ello va la vida de sus dirigentes.

II. Directivas

1. Movilización: El Movimiento Nacional Justicialista entra en estado de movilización de todos sus elementos humanos y materiales para afrontar esta guerra. Quien rehúya su colaboración para esta lucha, queda separado del Movimiento.

2. Reafirmación doctrinaria: Debe realizarse una intensa campaña para difundir y reafirmar los principios doctrinarios del Movimiento, esclareciendo sus diferencias fundamentalmente con el marxismo. En esta campaña no se admitirá intromisión alguna de elementos pro marxistas, con pretexto de polémica u otro similar, y se les excluirá de toda reunión y del acceso a todos los medios de difusión del Movimiento.

3. Información: Se debe hacer saber a los dirigentes de todos los niveles y a la masa peronista la posición que toma el Movimiento en relación a los grupos marxistas, explicando las circunstancias determinantes y llevando a su convicción la necesidad de participar en forma activa en la lucha contra nuestros enemigos.

4. Definiciones: Los grupos o sectores que en cada lugar actúan invocando adhesión al peronismo y al general Perón, deberán definirse públicamente en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha. Asimismo, deberán acatar estas directivas.

5. Unidad: Para esta lucha es fundamental consolidar la unidad del Movimiento. Para ello:

a. Las orientaciones y directivas que emanen del general Perón en el orden partidario o en función de gobierno, serán acatadas, difundidas y sostenidas sin vacilaciones ni discusiones de ninguna clase, y ello como auténtica expresión de la verticalidad que aceptamos los peronistas.

b. Nadie podrá plantear cuestiones personales, o disensiones de grupos o sectores, que afecten o entorpezcan la lucha contra el marxismo.

c. En cada rama del Movimiento se actuará con estricta disciplina, para cumplir los programas o planes de acción que se elaboren por las direcciones superiores correspondientes.

d. No se admitirá comentario, estribillo, publicación o cualquier otro medio de difusión que afecte a cualquiera de nuestros dirigentes. Quien lo utilice o quien los reproduzca o tolere, será considerado enemigo del Movimiento y quedará expulsado del mismo. La defensa de todos comienza en la defensa de cada uno.

e. No se admitirá que ningún grupo utilice expresiones destinadas a menoscabar a otros grupos peronistas, o a exaltar el propio grupo en desmedro de los demás.

f. Las cuestiones que se susciten en el orden partidario se plantearán por vía reservada a la autoridad superior del Movimiento que corresponda en cada rama. Ninguna cuestión interna se considerará más importante que la lucha emprendida ahora. g. Las objeciones a actos de gobierno producidas por los peronistas que ejercen funciones públicas se harán también por vía reservada, al funcionario peronista de mayor jerarquía que corresponda, con comunicación a la autoridad superior del Movimiento en cada rama.

h. Debe excluirse de los locales partidarios a todos aquellos que se manifiesten de cualquier modo vinculados al marxismo, a sus posiciones políticas o a sus actos.

i. En las manifestaciones o actos públicos los peronistas impedirán por todos los medios que las fracciones vinculadas al marxismo tomen participación.

j. Se prestará apoyo solidario a todo compañero o grupo que pueda ser afectado a raíz de actos de lucha cumplidos en razón de esta campaña que se inicia.

6. Inteligencia: En todos los distritos se organizará un sistema de inteligencia, al servicio de esta lucha, el que estará vinculado con el organismo central que se creará.

7. Propaganda: Se impedirá toda propaganda de los grupos marxistas máxime cuando se presenten como si fueran peronistas, para confundir. Se impedirá la difusión por todos los medios.

8. Participación popular: Se esclarecerá ante la población de cada lugar cuál es la posición del Movimiento y las motivaciones y sentido de esta lucha; todo ello para suscitar el apoyo y la participación de todos en la misma.

9. Medios de lucha: Se utilizará todos los que se consideren eficientes, en cada lugar y oportunidad. La necesidad de los medios que se propongan, será apreciada por los dirigentes de cada distrito.

10. Acción de gobierno: La actuación de los compañeros peronistas en los gobiernos nacionales o provinciales o municipales, sin perjuicio de sus funciones específicas, deben ajustarse a los propósitos y desenvolvimiento de esta lucha, ya que a ellos compete la principal responsabilidad de resguardar la paz social. En tal sentido:

a. Deberán impulsar de inmediato el cumplimiento de medidas tendientes a dar vigencia a los principios del justicialismo.

b. Deberá actuar en permanente comunicación con los sectores populares y velando por la solución de los problemas.

c. Deberán participar en la lucha iniciada, haciendo actuar todos los elementos de que dispone el Estado para impedir los planes del enemigo y para reprimirlo con todo rigor.

d. Deberán prestar la mayor colaboración a los organismos del Movimiento movilizados en esta lucha.

11. Sanciones: La defección de esta lucha, la falta de colaboración para la misma, la participación de cualquier clase en actos favorables al enemigo y aun la tolerancia con ellos, así como la falta de ejecución de estas directivas, se considerará falta gravísima, que dará lugar a la expulsión del Movimiento, con todas sus consecuencias.

General Juan Domingo Perón

Orden reservada

Fuentes:

– La Gazeta Federalwww.lagazeta.com.ar

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