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Interpretación gnóstica luciférica hiperbórea de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras – Segunda parte –

Por Christian C.

En el libro Las nueve puertas se hallan nueve láminas o grabados, de los cuales Corso, en el film, descubre notables diferencias entre los tres ejemplares disponibles, con excepción del noveno grabado, que aparentemente es idéntico en los tres ejemplares.

El primer ejemplar es el de Boris Balkan (o Varo Borja en el libro), el segundo el de Fargas en Portugal, y el tercero el de la baronesa en París. Tres ejemplares, y tres buscadores en la trama del film (la viuda Liana, Boris Balkan y Corso) del libro Las nueve puertas. Resulta notorio que el 3 y el 9 son números primos, así como raíz y cuadrado uno del otro.

Cabe aquí acotar que las nueve puertas tienen relación de correspondencia con los nueve círculos del infierno que menciona Dante en La divina comedia, hallándose Lucifer en el centro del noveno círculo. Cuando se aborda una obra como La divina comedia de Dante, debe tenerse en cuenta que el contenido esotérico allí presente se halla revestido de un ropaje cabalista y cristiano, por lo que debe tomarse con cierto recaudo, rescatando no obstante algunos elementos.

Por ejemplo, en el viaje de regreso, Dante asciende escalando sobre Lucifer, pasando por el centro de la tierra.

El retorno al mundo habiendo descendido a las profundidades abismales, y pasando a través de Lucifer, es en sí una iniciación. Y el centro de la Tierra en la trama del viaje de Dante conecta, sin explicitar, con el mundo intraterreno de Agartha.

Cada uno de los nueve círculos de Dante está asociado, bajo el prisma cristiano, con un pecado o estadio, hundiéndose cada vez más en el infierno en orden descendente. No obstante, fuera de la convencional moral cristiana y demiúrgica, y en un sendero de orden reverso al que propone el cristianismo, tales faltas o pecados alejan a la persona del orden entelequial demiúrgico, y si hay orientación gnóstica, puede eventualmente arribarse al reino luciferino.

Se aprecia en el film que Corso tiene una conducta lujuriosa con la viuda Telfer, entra en ira luchando por su objetivo, se torna codicioso con los libros, etc., todo lo cual, sumado a las diferentes secuencias que irá atravesando (nueve de hecho), le llevan al logro último luciferino. Y así como el viaje de Dante a través de los nueve círculos acontece siendo guiado por Virgilio, Corso atravesará las nueve puertas siendo guiado por la mujer Lilith. En la producción cinematográfica de Polanski, a lo largo de la trama, Corso pasa además efectivamente por nueve puertas reales, antes de la consecución de su trabajo.

Como se ha mencionado previamente, el número 8 es una representación del infinito en forma serpentina. Por lo que aquí el 9 es ir más allá del infinito. De allí el significado oculto de las nueve puertas, siendo una síntesis alquímica elaborada en sucesivas octavas. Es decir, el tres veces tres, o nueve.

Y no solamente hay diferencias en algunas de las figuras de las láminas de los tres volúmenes supuestamente iguales, sino que además, donde aparecen en un volumen diferencias en una lámina con respecto a los otros dos ejemplares, también cambian allí las iniciales del invenit, o inventor. Es decir, por un lado, Aristide Torchia como escultor ejecutó en madera todas las xilografías con las que se hicieron los grabados. Pero como inventor de la composición original del dibujo, solo figuran sus iniciales, AT, en diecinueve de las veintisiete láminas repartidas entre los tres ejemplares.

¿Qué ocurre con las otras ocho restantes? Distribuidas dos en el primer ejemplar, tres en el segundo y otras tres en el tercero, no llevan las iniciales AT sino LCF, es decir, Lucifer. Además de los monogramas AT o LCF, cada lámina lleva inscrita una leyenda con un significado oculto en relación al sendero iniciático de las nueve puertas.

Cada puerta en sí misma, con el significado oculto asociado a la leyenda escrita que le acompaña, es una profecía que debe cumplirse, hasta arribar a la última o novena puerta. Estas profecías las irá concretando Corso en su travesía, a diferencia de Balkan y Liana Telfer, que no consumaron toda la trayectoria necesaria.

Resulta oportuno tomar en cuenta que, para el análisis de toda esta trama, considerando distintos ángulos de aproximación y niveles de significado, se hará necesario abordar algunos de los puntos más de una vez, volviendo en ocasiones sobre cuestiones ya mencionadas, bien sea estableciendo correlaciones o para destacar algún punto.

Debe aclararse aquí que hay algunas diferencias entre las figuras de los grabados de El club Dumas, con respecto a las expuestas en el film por Roman Polanski. Y así también algunas diferencias con relación al libro publicado en 1999, Las nueve puertas, tema sobre el que se volverá más adelante.

También los comentarios de los nueve grabados se realizan en contraste con sus pares de grabados falsos, que presentan aparentemente la misma figura, con cierta diferencia aquí señalada. No obstante, estos grabados falsos también resultaron en la trama, en cierto modo, proféticos en relación a determinados personajes que no obtuvieron éxito en la senda de las nueve puertas, como Boris Balkan, o indicativo figuradamente del Virya que no se orienta estratégicamente y queda en un callejón sin salida del laberinto. Las nueve puertas son así una clase de pruebas que el Virya o iniciado debe ir atravesando y superando.

Cabe acotar que Francisco Solé, el artista que realizó los dibujos tanto para El club Dumas como La novena puerta, ha debido evidentemente basarse en las figuras del tarot, simbolismo que aquí no desarrollaremos, más debe hacerse la mención al respecto.

En la primera lámina, la leyenda dice NEM. PERV.T QVI N.N LEG. CERT.RIT., decodificado del latín como: NEMO PERVENIT QVI NON LEGITIME CERTAVERIT — Solamente triunfará quien ha combatido acorde a las reglas.

Claramente, en el caso de Boris Balkan (o Varo Borja en el libro), no jugó conforme a las reglas, pretendiendo que alguien más (Corso) hiciera el trabajo por él, reuniendo los grabados verdaderos para efectuar la síntesis gnóstica y alquímica.

Recordemos que en un viaje en avión a París, Corso le dice a la misteriosa mujer: «Alguien está jugando conmigo», a lo que ella responde: «Claro, es un juego… Y empieza a gustarte».

El grabado verdadero de la primera lámina, es decir, en el que aparecen las iniciales LCF, tiene tres torres y no cuatro, como en las otras dos ediciones. A diferencia de la novela, en el film la leyenda que acompaña al grabado es SI.VM E.T A.V.VM, que nuevamente se remite al latín, como: SILENTIVM EST AVREVM — El silencio es oro.

Lo cual tiene su correspondencia con la lámina, donde una persona con armadura y yelmo cabalga en dirección a un castillo con torres, expresando el signo del silencio con el dedo índice de su mano en la boca. Y vemos que en la trama de la película, aparece no un caballero como pareciera en la figura, sino una dama, la extraña mujer de ojos verdes, teniendo como su acero la motocicleta, siendo el casco su yelmo, en un sendero algo tortuoso que se halla en dirección a la mansión de Victor Fargas, la cual se destaca como si fuese un castillo con torres.

Tanto el caballo del primer grabado como el dragón en el noveno y último, son gnósticamente montados por la mujer. Y de hecho, su motocicleta representa aquí el dragón negro

La leyenda que aparece en latín, al igual que en los otros grabados, se trata de un medio de codificación utilizado en grimorios y textos prohibidos, para ocultar claves y significados ocultos, a resguardo de la inquisición.

En el segundo grabado, en el auténtico, el ermitaño tiene las llaves en la mano izquierda, alusivo al sendero de mano izquierda. En tanto que los grabados falsos, con las iniciales AT, presentan las llaves en la mano derecha del ermitaño.

El ermitaño representa aquí al sabio, y aparece junto a un perro negro, representación clásica del diablo, según comenta muy acertadamente la baronesa a Corso, y la letra hebrea Teth, que representa a la serpiente.

La lámpara o farol que se halla en el suelo es indicativa también de la sabiduría, que al estar enfocada en el sendero de mano izquierda (la llave en la mano izquierda), se reconoce como luciferina.

La leyenda de esta lámina es CLAVS. PAT.T., decodificada del latín como CLAVSAE PATENT — Abren lo cerrado, significando en relación al grabado las puertas cerradas. También connota cierta idea de abierto y cerrado, como la librería de Bernie, que tenía el cartel de cerrado, pero estaba abierta.

El cartel de la librería dice We are closed, que significa cerrado, más también tiene el sentido de Somos cerrados, indicando así estamos con gente cerrada, lo cual alude al carácter secreto o cerrado en los círculos herméticos.

Se reconoce aquí el valor simbólico iniciático de la llave, que para abrir la puerta cerrada es preciso utilizar la mano izquierda, remitiendo al sendero de la izquierda o left hand path.

Las dos llaves de este segundo grabado, en que se hallan el hombre viejo y el perro, representan las dos visitas que Corso hace a la baronesa, así como su recepcionista y su asistenta a modo de guardianes, que se interponen antes de que Corso llegue a la baronesa.

El perro aquí no se interpone en el camino del portador de las llaves, habiendo Corso ya pagado el precio con los riesgos y dificultades que asumió para llegar allí. Y se ve no obstante cuando Corso sale la segunda vez de visitar a la baronesa, un perro que le mira, cumpliéndose así la profecía.

Tenemos también dos encuentros sexuales de Corso (con la viuda Liana y con la mujer sin nombre de ojos verdes), en otra escena dos llaves que sostiene en su mano el conserje del hotel, el grabado con los dos contrincantes de ajedrez y los dos perros peleando, los dos hermanos Ceniza, las dos flechas del ángel/Cupido, y dos intentos muy próximos de abrir la novena puerta (Balkan y Corso), resultando uno de ellos exitoso.

En la tercera lámina, tenemos que una figura celestial con la apariencia de Cupido tiene dos flechas, lo cual significa la dualidad en la que se debe combatir, a diferencia de los grabados falsos, donde la única flecha de Cupido representa la ilusión del amor.

En el verdadero grabado, Cupido como Dios del amor remite en el sentido iniciático a Venus, que aunque desde lo popular se le asocia como Diosa del amor, en realidad representa en este contexto el A-mort, y a Lucifer.

El arco y flecha es también el arma de Apolo Lucifer o de Diana Lucifera (Artemisa), con lo que tales flechas asumen por lo tanto un sentido iniciático. Sin olvidarnos del significado dado a Corso en el film por los hermanos Ceniza, del peligro amenazante desde arriba para quien se adentra demasiado en el misterio.

Y aquí se aplica también lo que refiere la baronesa a Corso: «El enemigo que acecha a quien cruce el puente», es decir, el guardián del umbral.

Recordemos que el puente como tal tiene una alta significación Hiperbórea. Por lo que aquí se entiende: quien intente aproximarse y cruzar el puente conducente al Selbst (pontificar), se encontrará con obstáculos demiúrgicos, como flechas desde lo alto.

Por cierto, en el film, examinando Corso esta lámina, descubre un misterioso parecido del ángel con los gemelos Ceniza, llevando bigote y rostro de facciones similares.

Hay una diferencia así, según la novela o el film, en cuanto el portador de la flecha es Cupido o un ángel, desempeñando para el caso la misma función.

Encontramos por lo tanto varios significados de un mismo grabado, y así ocurre también con los demás.

La inscripción que le acompaña es VERB. D.SVM C.S.T ARCAN. o VERBVM DIMISSVM CVSTODIAT ARCANVM, que se traduce como La palabra perdida guarda el secreto. Es decir, la palabra perdida es lo que permite acceder al significado auténtico, a modo de código, sea en antiguos grimorios u obras de arte ocultistas.

En este tercer grabado, se aprecia que el viajero o caminante lleva su bolso deambulante consigo, yendo de un sitio a otro, cruzando un puente. Aquí Corso representa al viajero, llevando también su bolso de viaje, y trasladándose en tren, que a modo de puente une los extremos de sitios distantes. Y al salir de la tienda de los hermanos Ceniza, el andamio que cae sobre él escenifica claramente el peligro que viene de arriba.

En el cuarto grabado, en el auténtico dibujo el laberinto tiene salida, siendo que en los falsos grabados la puerta está cerrada. Los tres dados, con los números 1, 2 y 3, suman 6, y siendo 3 dados, se está significando el 666.

Y lleva la inscripción FOR. N.N OMN. A.QUE., significando en latín FORTVNA NON OMNIBVS AEQVE — La suerte no es igual para todos.

Aparece aquí una clase de bufón frente al laberinto. Se trata de un tonto o ingenuo, que como se verá en el film, cuadra perfectamente a Boris Balkan, no hallando la salida del laberinto.

En tanto que Corso, pudo haber empezado de manera ingenua como tonto, más superó con éxito las pruebas presentadas, volviéndose un sabio, y halló la salida del laberinto.

Así, el grabado falso del laberinto sin salida, resultó también profético en cuanto a quienes no lograron encontrar la salida, quedando atrapados en el laberinto.

También el bufón frente al laberinto, con su ventana y salida, resultó escenificado por Corso afuera del castillo de Liana Telfer (el laberinto), e irrumpiendo a través de una ventana que rompe.

Recordemos que luego de la escena en que interviene Bruno armado y los lleva a Corso y la mujer sin nombre escaleras abajo, por orden de Liana, Corso termina reduciéndolo.

Y en este cuarto grabado hay 3 dados, uno de los cuales tambalea. Los tres dados representan a Corso, Bruno y la mujer sin nombre, siendo Bruno el que cae abatido (el dado tambaleante).

Por otro lado, el bufón como tal, si se trata de un Virya con cierta pureza de sangre, y quizá alguna orientación gnóstica (inconscientemente) representa en este contexto a quien se mofa o ríe en su travesía. Es decir, a quien expresa la Actitud Graciosa Luciférica, tomando con gracia y valor cualquier situación, por dramática que pueda parecer, ya que percibe con mayor o menor grado (dependiendo de su pureza de sangre) el carácter ilusorio de todo cuanto concierne al mundo.

Y notemos que el bufón se halla parado sostenido en su pie izquierdo… Lo que remite nuevamente al sendero de vía izquierda, vía para la que Corso ha demostrado a lo largo de la trama, ser un candidato apto.

En el quinto grabado, la figura de la muerte sostiene un reloj de arena, que en las copias falsas está lleno, en tanto en la figura auténtica está vacío, significando la ilusión del tiempo.

La inscripción que acompaña es FR.ST.A., remitiéndose al latín como FRVSTRA — En vano, en cuanto a la acumulación, en este caso de monedas, ya que la muerte aguarda con su tridente.

Frente a la pregunta de Corso a la baronesa, de porqué aparece la horca en forma de tridente en vez de una guadaña, la baronesa responde «porque la muerte siega, pero el diablo recolecta».

Se representa así, la muerte que seduce a un hombre contando una bolsa de monedas, y un reloj de arena próximo, marcando el tiempo.

Aquí Balkan representa la muerte, figuradamente hablando, ofreciendo dinero cada vez que Corso pretende echarse atrás.

Recordemos que Balkan provocó la muerte de Victor Fargas, la baronesa, Liana Telfer y probablemente de Bernie, aunque este punto se tratará en otro apartado más adelante.

El reloj de arena indica que el carácter o poder de muerte de Balkan ha llegado a su fin, dejando a Corso contar su dinero (el jugoso cheque que le espera en Nueva York).

En el sexto grabado aparece el colgado, lo cual recuerda uno de los primeros personajes al comienzo de la película, Bernie, el amigo librero de Corso, que aparece ahorcado en la misma posición del sexto grabado, apareciendo también ahorcado al inicio Andrew Telfer.

El colgado remite al mito de Odin/Wotan, quien se cuelga del Yggdrasil como un autosacrificio necesario para el despertar, obteniendo la sabiduría de las runas.

En el grabado verdadero, el colgado se halla sujeto de su pierna derecha, formando con relación a la pierna izquierda un ángulo recto.

Desde ya, los grabados falsos que presentan al colgado sujeto de su pierna izquierda, están significando la imposibilidad de acceder al misterio oculto, si la pierna izquierda (el sendero siniestro) se halla imposibilitada.

La espada flameante o de fuego que asoma por un ventanuco, remite al mito del edén, del querubín que custodia el árbol de la vida según el mito, siendo así necesaria la experiencia iniciática de muerte mística y renacimiento para acceder a ese árbol y fruto.

Y cerca del hombre colgado se yergue una enredadera apuntando hacia arriba.

La inscripción DIT.SCO M.R., que significa en latín DISTESCO MORI — Me enriquezco con la muerte, tiene una connotación iniciática de muerte y renacimiento necesarios (Nigredo y Albedo en la alquimia), que conecta perfectamente con la figura del ahorcado, y el mito de Odin ya referido.

Y la escena correspondiente en la trama aparece, como se ha mencionado, Bernie como el hombre colgado, hallándose el libro oculto tras una ventana secreta en el piso de arriba (la espada flameante) que Corso descubre, conduciendo allí una escalera caracol que representa aquí la enredadera erguida.

En el séptimo grabado, un rey se halla jugando al ajedrez con un plebeyo, siendo en el film el tablero del grabado verdadero de color blanco, lo cual en este caso simboliza la búsqueda de la iluminación o gnosis, y las piezas con que se juega son tanto blancas como negras.

Los dos perros que pelean, uno blanco y otro negro, también simbolizan esta misma dualidad en oposición (de hecho forman una figura semejante al símbolo del Yin/Yang chino) frente a la luz impasible y neutral de la luna que asoma por la ventana.

Esta dualidad, representada por los colores blanco y negro, comprende todos los pares de opuestos, tales como bien y mal, sabiduría e ignorancia, etc.

Tengamos presente que en la vía de mano izquierda, contrariamente al sendero demiúrgico, el blanco representa la falsa luz del mundo, y el negro por contrapartida, la negrura infinita e insondable del espíritu.

Discrepamos en este caso en cuanto al significado que aquí se presentó en el film, del tablero de ajedrez blanco como referente de la iluminación y gnosis, ya que si bien este simbolismo es válido en un sendero ocultista de mano derecha, es mediante la luz negra como se accede a la gnosis prohibida.

De hecho en El club Dumas, a diferencia de la película, el séptimo grabado verdadero presenta un tablero no blanco sino negro.

Más allá de esto, las piezas son blancas y negras, simbolizando la dualidad, desde y con la que se debe trabajar hacia la liberación.

Debemos distinguir así entre el blanco y negro arquetípicos de este mundo, de la negrura infinita primordial, representativa del espíritu.

Los perros son aquí los perros de Artemisa o Diana Lucifera, Diosa lunar, que envía sus perros tanto hacia aquellos a los que elige como suyos, como a los que la enfrentan.

Y la inscripción de esta séptima lámina es DIS.S P.TI.R M., significando en latín DISCIPVLVS POTIOR MAGISTRO — El discípulo supera al maestro.

Recordemos que Corso comenzó como un principiante en toda su búsqueda de las nueve puertas, siendo al comienzo Balkan un maestro. Más los roles, como en el juego de ajedrez, están por revertirse, dando Corso jaque mate.

Los dos jugadores aquí son Boris Balkan como hombre de riqueza y poder (rey), en tanto su contrincante es Corso. Y de tanto en tanto se comunican transmitiéndose sus movimientos.

La luna, como observadora imparcial, recuerda al taxista indio con turbante, que mantiene sus ojos bien abiertos pero la boca cerrada. Ni siquiera se advierte el movimiento de sus labios cuando habla.

Desde otra apreciación simbólica, la mujer que acompaña a Corso representa la luna como observadora impasible.

Esto se hace más notorio o patente en El club Dumas, donde siempre mantiene ella una actitud neutral y observadora.

Por supuesto dando luego su apoyo a Corso, ya que es el candidato elegido para acceder a la novena puerta, que va superando todas las pruebas u obstáculos.

También desde otro ángulo del análisis, la baronesa y Corso representan los dos contrincantes de ajedrez.

Recordemos que el piso de la biblioteca de la baronesa es de baldosas blancas y negras, como el tablero de ajedrez.

La baronesa cede finalmente al avance de Corso, logrando Corso superar la defensa inicial que ella despliega. Y así, la recepcionista juega el rol de un peón, permitiéndole la entrada, y la asistenta o secretaria, de un aspecto más robusto, se mantiene erguida, caminando en línea recta como una torre.

Un significado más oblicuo es que el contrincante de ajedrez es el propio Demiurgo, quien controla su juego.

El juego parece haber llegado a tablas, lo que se interpreta como la igualdad con su rival, sea Boris Balkan, la baronesa, o nuevamente, según el último significado apuntado, igualdad frente a frente con el Demiurgo.

El plebeyo, que en este contexto representa al Virya, utiliza piezas negras. Y esto significa la oposición a la blancura demiúrgica, sosteniendo por oposición estratégica el lado oscuro.

En el octavo grabado, un ángel está con su espada por decapitar a quien yace de rodillas y de espaldas. En los grabados falsos, el ángel no lleva halo a diferencia del verdadero.

VIC. I.T VIR. o VICTA IACET VIRTVS — La virtud yace vencida, es la frase de esta octava lámina, virtud representada por la doncella a punto de ser decapitada, con la rueda de la fortuna o el destino detrás, y tres palabras: regno, regnavi y regnabo, o los tres estadios conocidos en el medioevo como reino, reiné y reinaré.

La rueda se halla girando en dirección contraria a las agujas del reloj, lo cual tiene un doble significado. Por un lado representa la futilidad de un movimiento circular sin orientación. Más por otro lado, en el contexto del iniciado, el movimiento con orientación contraria al tiempo trascendente demiúrgico es conducente al Origen.

Y desde ya que debe irse más allá de la virtud o la moral convencional de este mundo si uno busca adentrarse tras las nueve puertas.

De allí el fruto prohibido del bien y el mal que ofrece la Serpiente Lucifer.

Nótese que esta es la octava puerta, la precedente a la novena y última puerta de la liberación.

En relación al halo del ángel, una nota de color que amerita comentar, más allá del contexto aquí analizado de las nueve puertas, es que en la antigüedad muchas divinidades se representaban con la caperuza de una serpiente (o una serpiente de varias cabezas, o incluso varias serpientes), y esa caperuza, un tanto ovalada sobre la cabeza de la divinidad, adepto o iniciado, devino con el tiempo, según algunos intérpretes del arte, en el halo con que se representa en el cristianismo a sus ángeles y santos.

En El club Dumas se trata de una doncella (representativa de la virtud), la que está a punto de ser decapitada. En tanto que en el film es un caballero.

En toda la trama el único hombre con actitud sacralizante, de rezar y orar es Balkan, en una rueda de futilidad donde todos sus empeños le llevan al fracaso, destinado a la muerte.

La figura verdadera de la novena puerta es la que finalmente Corso encuentra en la librería de los hermanos Ceniza, según el film, siéndole revelado por la misteriosa mujer que la novena figura en los tres libros era falsa, orientándolo nuevamente a los hermanos Ceniza, donde pese a no encontrar a los ancianos extraños sino dos obreros también algo peculiares, logra encontrar allí la figura auténtica correspondiente a la novena puerta.

Los hermanos Ceniza, como su propio nombre en español sugiere, estaban en realidad muertos, no siendo seres de este mundo.

Por muerto aquí entendemos alguien que ha muerto a la vida del mundo, a la vez que mantiene su existencia desde el otro lado, es decir que visto desde aquí es el reino de la muerte, proyectando desde allí los hermanos Ceniza sus diversas manifestaciones en este mundo.

Y los obreros que Corso encuentra en su taller, son de hecho ellos mismos bajo otra apariencia, como se comentará posteriormente.

En la figura que Corso encuentra, aparece Venus como el astro de ocho puntas, y la radiación luciferina alrededor.

Corso logra identificar por referencias el sitio de esa novena figura como el castillo cátaro de Puivert, a donde se traslada, abriéndose para él la novena y última puerta.

Accede así, tras lidiar con las pruebas iniciáticas representadas por las anteriores puertas de las sombras, al dominio luciferino.

Al comienzo de la película, en el despacho de Boris Balkan hay una gran fotografía de este mismo castillo cátaro que aparece al final en el grabado de la novena puerta. Esto es indicativo del laberinto, que tiene su misma salida en la entrada.

Este castillo es llamado de hecho la novena puerta, y también la torre del diablo.

La frase de esta novena lámina que se extrae del texto es N.NC SC.O TEN.BR. LVX, significando NVNC SCIO TENEBRIS LVX — Ahora sé que de las tinieblas viene la luz, lo cual connota necesariamente la luz y radiación de Lucifer.

Y es preciso sumergirse en las profundidades de la oscuridad para hallar la luz de Lucifer, que no se halla en la luz del mundo.

Este noveno grabado, en su versión falsa, presenta un castillo tras el que se hallan siete llamas, y la cortesana de Babilonia cabalgando el dragón de siete cabezas.

Por supuesto, revirtiendo el significado y sentido cristiano del apocalipsis en esta imagen, la Diosa triunfa sobre el Demiurgo, manteniendo el poder ofídico supremo.

En la película, Corso identifica a la mujer de la figura como siendo su misteriosa acompañante, quien además copula con él, manteniéndose ella en la postura de Lilith, cabalgando a Corso y despertando su poder draconiano, transmutándolo y permitiendo así que pueda entrar en la novena puerta.

Notemos como se aprecia en cierto momento, hallándose la mujer sobre Corso, la boca abierta y la lengua de Corso, connotando así el aspecto reptil u ofídico que ha despertado.

Las llamas en el grabado verdadero han mutado como una radiación, representando el fuego increado que devora la creación, y asimismo el fuego encendido del Maithuna mágico, manteniéndose el castillo en la escena con la mujer sobre el dragón de siete cabezas.

Además Polanski agrega en la verdadera imagen de la figura, como se mencionó, a Venus como estrella de ocho puntas, lo que concatenado con el castillo cátaro (que como sabemos los cátaros eran seguidores de Lucibel/Lucifer), da la pauta del giro y vuelco luciferino que hizo Polanski en relación a sus anteriores producciones cinematográficas, como El bebé de Rosemary.

Notemos que el noveno grabado falso, con el castillo en llamas, resultó profético para Balkan, fracasando en su acceso a la novena puerta. Fue así falso desde luego, ya que no representaba la auténtica figura de la novena puerta, más en su falsedad también está la clave de aquel que fracasa en la novena puerta, ardiendo en llamas, tal como Balkan.

Si consideramos el castillo como una arquémona, entonces claramente esta ha sido vulnerada, estando Balkan en desventaja estratégica.

Y apreciemos que desde una de las torres del castillo incendiándose, se aprecian siete llamas, al igual que las siete llamas del castillo en el grabado.

Continuando con el simbolismo, desde una figuración un tanto humorística, Corso con su hábito de fumar aparece siempre destilando humo como un dragón, porque el mismo es el dragón.

Sus cigarrillos de marca Lucky Strike o golpe de suerte, son también un guiño significativo, siendo por supuesto ese golpe de suerte (que no fue azar) dado por la mujer sin nombre de ojos verdes.

Resulta llamativo por otra parte, que con su hábito de fumar y beber alcohol a lo largo de toda la película, sean trece los cigarrillos que aparecen en escena, así como trece las copas o bebidas de alcohol. El trece, como significativo de lo arquetípico (recordemos las trece runas arquetípicas), representa todo lo que Corso debe ir atravesando, trascendiéndolo luego, enfocado hacia la liberación, entrando al dominio de lo luciferino increado.

Por otro lado debemos considerar y puntualizar las diferencias de los nueve grabados entre el libro El club Dumas de Pérez Reverte y el film de Polanski, La novena puerta.

En la novela, los grabados 2 y 5 del ejemplar de Balkan, 4, 7 y 8 del ejemplar de Fargas, así como 1, 3 y 6 en el de la baronesa, están firmados por Lucifer (LCF).

En tanto que en la película, son los grabados 3, 8 y 9 del ejemplar de Balkan, 2, 4 y 6 en el de Fargas, y 1, 5 y 7 del que posee la baronesa, los que se hallan con la firma LCF.

Un interesante detalle, es que en el film, Corso comprueba que en el ejemplar de la baronesa el séptimo grabado se halla firmado por Lucifer. Pero inmediatamente en sus notas registra el grabado 5 como firmado por LCF, y no el 7.

Y luego pasa revista al grabado 8.

En la película además, el auténtico grabado 7 presenta un tablero de ajedrez blanco, a diferencia de la novela, que es un tablero negro.

Y aquí señalemos también las diferencias que aparecen, ahora de El club Dumas con el libro Las nueve puertas.

En el supuesto libro Las nueve puertas, en el tercer grabado, el ángel no lleva flecha en su carcaj, en el séptimo grabado el tablero de ajedrez es blanco, y en el octavo grabado no hay un halo alrededor de la cabeza del caballero. Además lleva una clase de garrote y no una espada.

Por otro lado, según se aprecia casi al final del film, las figuras 1 y 7 que reúne Balkan para su ritual, no condicen con las firmadas por Lucifer según las indagaciones de Corso.

Más lo que debe tenerse en cuenta, es que antes de arribar a la novena puerta, el orden o secuencia de las anteriores puede variar en su combinación, en tanto se reúnan las claves resueltas de las demás puertas.

No estamos aquí hablando de una secuencia lineal y correlativa, en el sentido de uno, dos, tres… Sino de un sendero sinuoso, que puede ir en una u otra dirección, culminando claro, en la novena puerta.

Así, recordemos que Balkan había reunido y numerado los nueve grabados en el siguiente orden: 1, 4, 3, 6, 7, 5, 8, 2, 9.

Y el orden en que los nueve grabados van apareciendo a lo largo de toda la película, sin tomar en cuenta las repeticiones, y sin detenernos aquí en los episodios y escenas específicas de su aparición, es en la secuencia 1, 8, 9, 5, 6, 3, 2, 4, 7. Una secuencia que llevó a Corso finalmente a culminar en la novena puerta.

También aparece cierto simbolismo demiúrgico en este film, producto de la confusión sinárquica, que consideramos también un tributo que seguramente Polanski debió pagar para producir esta obra maestra.

Así por ejemplo, el mosaico masónico de baldosas blancas y negras en la biblioteca de la baronesa, o también al inicio del film, en la residencia donde Corso ha ido a tasar una biblioteca, un retrato muy fugaz de Madame Blavatsky, o la escena en que un momento antes de que los hermanos Ceniza pronuncien al unísono Lucifer, se escucha el zumbido de una mosca, lo que en términos esotérico-simbólicos remite a Belcebú como Señor de las moscas, manteniéndose así la confusión de Lucifer con Belcebú.

La forma en que Andrew Telfer aparece colgado, por otra parte, sin su calcetín del pie izquierdo, y con la soga al cuello, recuerdan la ritualística de iniciación en el grado Aprendiz de la masonería.

Además de la inclusión en el film de determinados lugares bajo el ala sinárquica, como se verá posteriormente.

Todo un simbolismo sinárquico que Polanski debió pagar, para una licencia sin impedimentos de un desenlace luciferino.

Cuando se habla de las nueve puertas debe tenerse presente que este simbolismo se halla presente desde la antigüedad en numerosas tradiciones, y citaremos aquí algunos ilustres ejemplos.

En el Bhagavata Purana, por ejemplo, en la historia del rey Puranjana se habla de la ciudad de las nueve puertas, que comprenden los ojos, los oídos, las fosas nasales, la boca, los genitales y el ano.

En el Bhagavad Gita, Krishna también menciona el cuerpo físico como la ciudad de las nueve puertas.

En términos tántricos se comprende que el área genital propiamente, es decir el lingam del hombre, o su falo, en interacción con el yoni de la mujer, es el paso a través de la novena puerta.

Tenemos también que en la antigua Babilonia había ocho puertas, de donde se comprende que hay una novena puerta secreta. Y resulta significativo que Babilonia deriva de Bab-ilim o puerta de los Dioses.

Más aún, la principal puerta de Babilonia, la puerta de Ishtar (la Diosa de Venus, y por lo tanto también referente de la puerta de Venus por donde se dice entraron los Siddhas) estaba ornamentada con figuras ofídicas.

Según Charles William King, en su libro The Gnostics and Their Remains, la figura del pentáculo (figura geométrica asociada como sabemos con la órbita de Venus, y con la proporción áurea) era utilizada por los gnósticos ofitas, seguidores de la serpiente, para ir atravesando las esferas de los arcontes hacia la liberación.

Consideremos que el Demiurgo es conocido en antiguos textos gnósticos como Yaldabaoth, teniendo bajo su mando a siete arcontes, de modo que aquí tenemos ocho instancias que deben superarse, para finalmente mediante la novena puerta salir definitivamente de este mundo.

En la portada de Las nueve puertas se aprecia la figura de un pentáculo, símbolo que también ha sido apropiado por los poderes demiúrgicos sinárquicos, dándole, al igual que se hizo con muchos otros símbolos, una resignificación demiúrgica.

Más allá luego de qué es la novena puerta, la siguiente cuestión que se presenta, obviamente, es qué hay tras la novena puerta.

Desde nuestra consideración Hiperbórea, representa el retorno al Origen, y el encuentro con Lucifer, así como el reencuentro con la Dama del Origen, la Diosa o propia pareja original.

De modo, que sin lugar a dudas la novena puerta es la puerta hacia la liberación.

Desde ya que el llegar a esta instancia comprende también la plena sabiduría, comprendiendo la ilusión del mundo, a la vez que los misterios del universo, con el signo del Origen.

Recordemos que en la Sabiduría Hiperbórea es la puerta de Venus por donde los Siddhas han entrado a este mundo, y aquí estamos bajo otra nomenclatura con el mismo concepto.

Como portal dimensional o Stargate, la novena puerta puede ser comprendida como la puerta por donde los Primigenios entran a este mundo, los Siddhas Dracos, hombres lagarto y hombres serpiente. Es decir, como portal inter-dimensional es una puerta bilateral, pudiéndose entrar o salir a través de ella.

Y al hablar de una puerta bilateral, debemos saber que tanto se puede retornar al mundo increado a través de las nueve puertas o instancias iniciáticas, como también a la inversa, los Siddhas provenientes del mundo increado, han debido atravesar nueve puertas hasta llegar a la novena puerta, Venus (sistema real artificial creado por los Siddhas), en relación ya con la densidad del mundo de la materia, el mundo del Demiurgo.

Esto es comprensible, dado que desde el mundo del espíritu, o increado, no se pasa directamente al mundo de la materia burda o densa, sino que hay estancias intermedias. Más de cualquier manera, el tránsito para los Siddhas es directo, y hasta casi instantáneo diríamos, por su misma condición de Siddhas.

En el caso del Virya orientado, tenemos que las nueve puertas que debe atravesar tienen relación con el secreto del ángulo recto. El ángulo recto, nuevamente, funciona en forma bilateral. Tanto para un Virya ingresar a una arquémona, como para un Siddha (por ejemplo, el capitán Kiev, según se refiere en El misterio de Belicena Villca), manifestarse en este plano.

Así, considerando el secreto del ángulo recto, es posicionándose en nueve ángulos como el Yo orientado transita y concreta la senda de retorno al Origen.

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