Saltar al contenido →

Categoría: Artículos

La sinarquía jesuita contra la Iglesia de Cristo

Fragmentos del libro «La Compañía de Jesús contra la Iglesia y el Estado», de Carlos A. Disandro y Jorge L. Street.1. Pretendemos además señalar en los inequívocos antecedentes de los conflictos institucionales de la Compañía con la corona española, en América, el verdadero rumbo de un enfrentamiento que culminará con Carlos III, y que no tiene ninguna relación de fondo con las maquinaciones anticatólicas, descriptas por la bibliografía jesuita y pro-jesuita, para velar el sentido de una organización superestatal, antinacional e imperialista (en el sentido peyorativo del término); y subrayar también en los graves conflictos canónicos con los obispos no una mera cuestión de temperamentos humanos, sino el despuntar de una grave distorsión teológica, que habrá de consolidarse precisamente en el siglo XVII, y que pretende reconducir la Iglesia a la esfera del judaísmo, anular las tendencias del teandrismo crístico, establecer un judeocristianismo monoteísta, contrario a la tradición de los más decisivos concilios doctrinales. En los cuatro siglos de la Compañía de Jesús ese rumbo ha culminado al fin con el ecumenismo del Vaticano II, cuyos antecedentes pueden rastrearse en muchas cuestiones, doctrinas, polémicas, personajes, libros de fin del siglo XVI y del siglo XVII.2. Un estudio exhaustivo del obispo del Tucumán Fray Francisco de Vitoria, O. P., indudable cabeza de la judaización en la temprana colonia virreynal. Sería menester compulsar la documentación de los archivos españoles y vaticanos, o publicaciones conexas.

3. Un estudio exhaustivo de la intervención de la Compañía de Jesús en el mercado de esclavos negros, con la publicación de todos los documentos pertinentes, lo mismo que de su intervención en el trasiego de contrabando.

4. La expulsión decretada por Carlos III (1767) y la extinción a perpetuidad sancionada por Clemente XIV (1773) se comprenden pues como coronación de dos largos siglos de conflictos institucionales, que tienen en América hispana un ámbito de increíble y forzosa dramaticidad. El Instituto de Cultura Clásica -que ya afrontó la publicación del Breve de Clemente XIV Dominus ac Redemptor- cuenta entre sus proyectos de estudio, investigación y publicación, reexaminar también la impresionante serie de documentos romanos, que por otras perspectivas develan los trasfondos de la sorprendente organización revolucionaria y mercantilista de esta Societas judaizante.

5. La intervanción de la Compañía de Jesús en el comercio y contrabando de negros es un detalle grueso que muestra a las claras el carácter mundano, político, financiero del instituto ignaciano, que hizo decir a muchos europeos y americanos de los s. XVII y XVIII que eran «los nuevos templarios». Sería interesante una publicación íntegra de toda la documentación correspondiente, obrante en el Archivo General de la Nación (AGN), y tal vez en otros archivos del país, para quitarle definitivamente a la Compañía el falso lustre que la acompaña.

6. Pero la intervención de la Compañía de Jesús en el contrabando americano nos podría dar el hilo de la cuestión. Los dos libros mencionados son importantes en cuanto a datos y personajes, totalmente desconocidos por la histiriografía común. Schoeps es autor también de la Theologie und Geschichte des Judenchristentums, Mohr, Tübingen 1949, donde pueden rastrearse los antecedentes judaicos y judaizantes que se reflejarían en las doctrinas heréticas de los jesuitas en América.

7. Las antiguas pretenciones del judaísmo rabínico de la diáspora helenístico-romana, a saber, insumir el cristianismo en una gnosis judeo cristiana , interrumpidas desde el siglo V, se reanudan hacia el fin de la Edad Media, y terminan por definirse y concentrarse, en el seno mismo de la Iglesia, por obra del Instituto ignaciano de la Compañía de Jesús.

8. La tenaz resistencia de los jesuitas a las visitas pastorales hace pensar que estaba en juego no sólo el problema jurisdiccional del obispo, o del patronazgo real (o cuestiones económicas conexas), sino también la sospecha (o la certeza) de que la Compañía seguía su propio rumbo en materia catequética indígena. Pues de lo que puede inducirse de la documentación examinada, ya corría la presunción de que los jesuitas se habían apartado del catecismo Bolaños y de las disposiciones de los concilios y sínodos americanos. Sabemos además que la Compañía había hecho imprimir el catecismo de Antonio Ruiz de Montoya, S. J. (1640) en clara contraposición al sínodo de 1631.

9. ¿Como podría aceptarse el embuste de la historiografía jesuita que Peralta era «amigo de Cárdenas»? Además la fisonomía del deán Gabriel de Peralta se recorta siniestramente en su actuación como provisor eclesiástico de Buenos Aires, fisonomía de negrero, empeñado en servir a la Compañía en el comercio o contrabando de esclavos. Cf. AGN. División Colonia.Sec.. Gobierno. 9-6-9-3., fs. 172-174. Sería de alto interés reestudiar toda la documentación sobre el comercio de esclavos y la Compañía de Jesús, para determinar con precisión sus tres grandes etapas americanas: esclavista (s. XVII), libertaria (s. XVIII y XIX), marxista-leninista (s. XX).

10. Sobre todo era menester sustentar definitivamente en un respaldo indiscutido e indiscutible la modulación doctrinal que los jesuitas practicaban en lengua guaraní: ella era en suma una corrupción judaizante de la Fe trinitario-teándrica; esa victoria debía darles al mismo tiempo inmunidad jurisdiccional, religioso-política, en sus misiones, para seguir el rumbo de enfrentamiento contra la Iglesia y la Corona.

11. Es probable que los jesuitas, ya en 1631, hubieran introducido variaciones en este catecismo, pues el segundo sínodo (1631) encargó a los padres Diego de Boroa y Marcial Lorenzana que cuidasen de que el catecismo se imprimiese con las licencias necesarias, lo cual hubiera evitado desde luego equivocidades, sospechas, etc. Pero los jesuitas no cumplieron su cometido.
Hacia 1643-1644, el obispo Cárdenas, que podía consultar aún el original en los archivos catedralicios habría advertido esos cambios y sospechado de las maniobras jesuitas. Se inicia así la polémica que ha de durar unos veinte años. Cárdenas, sin embargo, en el escrito ya mencionado del 23 de octubre de 1646 (es decir, diez años antes de la instrucción del sumario Mexía y de la congragación de Ocon), afirma enfáticamente que «hay herejías gravísimas contra la generación eterna y temporal del Verbo Divino, y contra la Virginidad de Nuestra Señora, que rezan los indios en su lengua, y en el cathecismo están introducidas e impresas por autor de la Compañía».

12. Nos queda la perspectiva teológica y el nivel del rumbo ulterior de la Compañía en su «república guaranítica». En efecto, de este análisis semántico y de la reconstrucción probable de las implicancias más significativas en la polémica, surge con nitidez la imagen de una herejía judaizante en lengua guaraní. Esa herejía fue propugnada, precisamente, por judaizantes y por judeoconversos o criptojudíos en los primeros siglos del cristianismo, y ásperamente combatida por los Apóstoles, por los escritores apostólicos y por los Santos Padres, entre otros por San Jerónimo. La herejía consiste en propugnar la filiación humano-judaica de Jesús para reintegrarlo a la línea de los profetas hebraicos, e insumir de ese modo la Iglesia en el judaísmo. Se trata de una herejía cristológica, que refluye como es evidente en una herejía eclesiológica.
Tal sería pues el caso de esta renovación del judeocristianismo en América, desde fines del s. XVI, expresado en un contexto guaraní. Tal sería además la meta religiosa de la Compañía y de sus numerosos profesos judeoconversos: ensayar con el indio americano un retorno a la ancestral religion de los «padres hebraicos» e impregnar la mentalidad guaranítica de las tendencias del judaísmo barroco, profundamente incrustado en la Iglesia de la Contra-Reforma y profundamente inviscerado en las instancias políticas de la Corona española.

13. Nos interesa en cambio el signo de la mentalidad jesuítica, en una sociedad religioso-lingüística endógena, que suponía sin duda alguna la degradación del contenido religioso objetivo de la Revelación y del Culto.

14 ¿No habría acaso que ahondar con mayor esfuerzo esta problemática americana, para extraer, como concecuencia ilustrativa, que desde sus orígenes algo es en la Compañía antiromano, y algo es antiimperial; que desde sus orígenes, el sesgo jesuítico consiste en derivar una milenaria piedad hacia las formas involutivas del judeo-cristianismo; en erosionar y romper la forma política romano-germánica, que se expresa en el marco de las naciones, hacia un internacionalismo, y luego mundialismo teocrático; en fin, en desalojar el contenido doctrinal heleno-crístico en procura de un monoteísmo, incompatible con la fe de Nicea y Calcedonia, pero compatible con un nominalismo teológico, que permite igualaciones hereticales, como las que ocurren al nivel guaranítico de América? Así entendemos que el mismo nombre diabólico, con que los relegados indios designaban incluso a sus hechiceros, fuese tenido por apto para expresar el misterio de la Fe trinitaria.

15. Los indios sólo podían ingresar al Pentecostés de la Iglesia (es decir, a la unidad lingüístico-cultural-doctrinal), a través del español, que representaba el término forzoso entre la «fragmentación» indígena y la universalidad neo-latina. Sustraerlos a la comunidad de lengua española era de alguna manera mantenerlos en una diáspora endógena. Esto es para nosotros un signo del «judaísmo» jesuítico, tan importante como el hecho del aporte incesante de judeo-conversos al instituto de San Ignacio, a tal punto que M. Bataillon sostiene «que la reforma católica en España fue, en gran parte obra de conversos judíos».

16. Los guaraníes, lingüísticamente endógenos, quedaban ipso facto separados de la comunidad española; y faltando esta mediación quedaban escindidos de la romanidad católica, del latín sacro, del principio descendente de sus virtudes político-doctrinales. ¿No vemos en esto un ensayo de una «iglesia indígena», conectada con una geopolítica indigenista, al servicio de otros planes que los acontecimientos derivaron o interrumpieron? ¿No vemos acaso en la supuesta sociedad guaranítica el primer ensayo de un «hombre natural», desarticulado de la fuente «romana» (en su lado religioso y en sus implicancias temporales), afincado como comunidad, con caracteres de comunismo levirático? ¿No es ese hombre o esa sociedad el principio de una vasta revolución doctrinal, institucional, psicológica? ¿Y toda esta compleja trama no se inscribe en definitiva en la verdadera naturaleza revolucionaria de la Compañía, que ha buscado en la perención de la sacralidad heleno-romana el retorno de «cristianismo» a «judaísmo»? Si así fuera -como lo es para nosotros- la empresa de la «república guaranítica» desde comienzos del siglo XVII en América, sería el testimonio de la primera «revolución cultural» en occidente cristiano, más honda que el luteranismo, en cuanto pretendió un inicio absolutamente autónomo; más vasta que los intentos infiltratorios en el lejano oriente, cuyo cuerpo político cultural tenía de todos modos una venerable antigüedad. En América guaranítica, el judaísmo de la Compañía pretendió instaurar un nuevo ciclo histórico, cuyo proceso efectivo hubiera significado otros rumbos y otras concecuencias.

17. Es curioso señalar como en estas alternativas, más o menos dramáticas, eran españoles ilustrados los que advertían el peligro de la fe, en la difusión de las herejías judaizantes (a las que desde el comienzo fue afecta la Compañía).

18. Manuel Bautista Pérez, que había de ser quemado en la hoguera, en auto público, por hereje, judaizante y ficto simulado impenitente, estaba considerado entre los Padres Jesuitas de Los Reyes (Lima) por un cristiano ejemplar, como parecen demostrarlo sus declaraciones en el Santo Oficio, cuando el citado M. B. Pérez les citó para testigos de su defensa.

19. Los judaizantes del instituto ignaciano se diferenciaban en esto de sus hermanos de raza y religión, que operaban en el vasto mundo comercial de América: ellos, los jesuitas, pretendían algo más que el mero lucro o la inteligente explotación de los recursos indianos (según lo describe con máxima claridad el obispo Palafox). Sobre la base de ese dominio económico-financiero-comercial, compartido con los judaizantes y cripto-judíos, la «Compañía de Jesús» procuraba un imperio espiritual, de bases doctrinales y teológicas, que nos dan una imagen sorprendente de las orientaciones jesuíticas.

20. Surge con irrefutable evidencia que judaísmo barroco y «Compañía de Jesús» intentaron sobre la base de la conquista española (magnífica y heroica) otra conquista, que tendiera a establecer una impronta semítica, que significara simplemente la muerte de España. En este proyecto fracasaron; quedaron empero las consecuencias espirituales y políticas de tal empresa.

3 comentarios

Jehová creó al hombre tomando como modelo el feto de un mono‏

Mario I. García V.

1. El verdadero expositor de la teoría de que los seres humanos han conservado en su estructura anatómica rasgos propios de fetos de monos ha sido el anatomista holandés Louis Bolk.

2. La falta de vello, la pérdida de la pigmentación de la piel, la forma del oído, el peso del cerebro, la persistencia de las suturas, los labios mayores de la mujer, la construcción de la mano y del pie, la forma de la pelvis, la posición ventral de la vagina, variaciones de la mandíbula y suturas, etc. nos demuestra que todos son estados fetales de los primates, conservados por la humanidad. Lo que en el mono es transitorio ha llegado a ser permanente en el hombre.

3. Bolk afirma la tesis de que un hombre es un feto de primate que ha alcanzado la madurez sexual. Ese factor inhibitorio que en el hombre impide su proceso ontogenético normal tiene, para Bolk, una causa endocrinológica. La actividad inhibidora de ciertas hormonas sería la responsable del fenómeno de fetalización. Y este proceso continúa desarrollándose.

4. El cambio de la alimentación, de herbívora a omnívora o carnívora, puede haber producido modificaciones en el sistema endócrino.

5. La piel blanca es simplemente una condición fetal persistente determinada por la supresión de los factores epiteliales de pigmentación. A medida que se acentuó la eliminación del pigmento, la piel conservó en proporción mayor el color del cuerpo fetal, hasta que finalmente en las razas blancas se mantuvo casi idéntica a la coloración del feto.

6. La raza humana en general sufre un proceso de aumento de braquicefalización, lo cual demuestra que el proceso de fetalización continúa activo. Cada feto humano es braquicéfalo durante los primeros meses de su existencia.

7. La suprema realización del hombre, su cerebro, es resultado de una conservación del ritmo de crecimiento embrionario.

8. Bolk postula un proceso general de retardación en la embriogenia, así como un proceso de neotenia en virtud del cual los caracteres fetales generales, que pasan a segundo plano a medida que se opera el desarrollo en otros primates, se convierten en parte de la forma humana madura.

9. La distribución del vello en el hombre es muy similar a la del feto tardío de un chimpancé. El estado sin vello es un rasgo arcaico conservado por el hombre. Esa es la teoría de la fetalización de Bolk.

10. En general, la frente de las mujeres tiene caracteres más fetales que la del hombre. En la extinguida raza de Neaderthal y en otras formas humanas antiguas la frente sufría cambios de tipo similar a los que observamos en los chimpancés y los gorilas; en las razas más civilizadas a menudo se conserva la forma infantil de la frente.

11. Afirma Bolk también, que nuestra estatura erecta es concecuencia de la prolongación de la infancia.

12. En relación con la prolongación de nuestro lapso de vida, y especialmente de nuestra infancia, hemos conservado el ritmo de crecimiento fetal del cerebro.

Conclusión: nuestros cuerpos son, en definitiva, fetos de mono.

Bibliografía:

Roheim, Geza: Psicoanálisis y antropología.

Colomer Viadel, José Luis (Coord): Estudios para la antropología.

Louis Bolk
2 comentarios

Esta no es la cruz de Cristo (aclaración para católicos)

Quebrada hacia arriba: costrumbre hindú.

Quebrada hacia abajo: signo internacional de la paz. «Sólo habrá paz en el mundo cuando haya desaparecido el catolicismo romano».

Quebrada hacia arriba y hacia abajo: cementerio masónico en la isla Martín García. Domingo Sarmiento (Grado 33º) quiso hacer de esta isla la capital de su utópico Argirópolis.

 

Vencida hacia abajo: Cristo anoréxico y sin fuerzas. Fruto del arte degenerado.

Esta es la cruz verdadera.

 

18 comentarios

Mensajes sinárquicos

Nicolás Maduro anuncia la muerte de Chávez con las dos trinidades a su izquierda.

Saludo masónico en grado de compañero (grado 2º). «Hermano» presidente y «compañero» presidente. «Que me sea arrancado el corazón si quebranto este juramento del segundo grado».

Simbolismo masónico

Posición de Gran Maestre Masónico.

 

8 comentarios

Bolivar masón

Simón Bolívar ingresó a la Masonería a los 21 años, en Cádiz, en su segundo viaje a Europa, en enero de 1804, ya viudo de María Teresa Toro, después de ocho meses de su matrimonio.

Había partido el 23 de octubre de 1803 y permanece tres años y medio en el viejo continente, de donde regresa a mediados de 1807. En sus tres viajes a Europa, en 1799, 1803 y 1810, permaneció allí algo más de siete años.

Cádiz era un importante centro de actividades masónicas, en cuyas logias había ministros y oficiales de las Secretarías de Estado. Dada la influencia de la Masonería, que venía siendo persistentemente denunciada, el Rey de España, Fernando VI, la había proscrito en 1751. Menéndez y Pelayo cuenta que ya en 1748 había en Cádiz una logia con ochocientos afiliados (Historia de los Heterodoxos Españoles, 1880-1882). En Cádiz, Bolívar se encuentra con sus tíos Esteban y Pedro y se pone en contacto con los patriotas venezolanos y de las demás colonias americanas Cádiz era el puerto con los mayores nexos de España con sus dominios de ultramar y gente importante de todos los continentes se movía allí entre las agitadas actividades comerciales y las influencias de las nuevas ideas. Se trataba de terminar con el poder despótico y evitar que los esfuerzos libertarios siguieran siendo indefinidamente postergados. Una concepción que las logias masónicas alentaban con sostenida visión.

A partir de su ingreso a la Orden Masónica, Bolívar lleva una vida muy activa e intensa en Cádiz y, luego, en París, hasta buena parte de 1807. Lúcido y visionario como era, penetró y bebió rápida e intensamente la doctrina masónica, ya muy desarrollada en el Viejo Continente. En la primavera de 1804 llega a París y participa activamente en la Logia San Alejandro de Escocia, en su sede del boulevard Poissoniére, donde reitera sus juramentos de fidelidad al sistema republicano “como el más conveniente al Gobierno de las Américas”. Las reuniones ordinarias se celebraban el primer y tercer miércoles de cada mes.

Militares y médicos eran los profesionales más abundantes, si bien, también, se registraban, en buen número, científicos, abogados, propietarios y varios artistas. Incluso había miembros de la Legión de Honor como lo señala la escritora francesa Gilette Saurat en su biografía sobre Bolívar, de acuerdo con documentos que se conservan en la Biblioteca Nacional de París. El historiador Ramón Díaz Sánchez adquirió en París el documento manuscrito, en lengua francesa, relativo a la recepción masónica de Simón Bolívar en el Grado de Compañero, y que entregó en propiedad, el 1º de octubre de 1956, al Supremo Consejo del Grado 33 de Venezuela. La recepción de Bolívar tuvo lugar, según el Diploma, “el undécimo día del undécimo mes del año de la Gran Luz 5805″, es decir el 11 de noviembre de 1805.

El joven criollo dio entonces las gracias a los asistentes “en un francés fluido y elegante” mientras sus hermanos de la Logia, puestos de pie, lanzaron la triple aclamación tradicional de ¡huzé!, ¡huzé!, ¡huzé! (¡viva, viva, viva!) No era extraño, porque el general Guillermo Miller, que trató a Bolívar en el Perú en 1823-1825, recuerda que tenía una voz gruesa y áspera, que hablaba elocuentemente y, sobre todo, se distinguía en improvisar contestaciones “elegantes y adecuadas”.

Antes de terminar el año de 1806, en fecha que no ha sido posible precisar, Bolívar era promovido al último de los tres grados simbólicos de la Masonería, el de Maestro, tal como figura en un folleto publicado por esa logia. Entre su iniciación masónica en Cádiz y su asistencia a la Logia en París, Bolívar viaja por Europa. El día en que Francia aclamaba delirante a Napoleón, estaba en París, en un apartamento en la rue Saint Honoré, por donde pasó el cortejo; fue el día en que el Papa Pío VII coloca sobre la cabeza de Napoleón, en la Iglesia de Notre Dame, el 2 de diciembre de 1804, la corona de Emperador. “Grande fue –dijo– la aclamación personal y el interés que despertaba su persona.

Mandil y collarin masónicos pertenecientes a Simón Bolivar.

4 comentarios

El triste destino de René Guenon

por M. I. García V.

René Guenon (1886-1951) fue un buscador toda su vida, y al igual que Samael, Krumm-Heller y tantos miles de otros, no pudo hallar la Gnosis auténtica (Gurdjieff estuvo mas cerca de hallarla, pero tampoco lo logró), y como ellos, vivió extraviado, buscando a ciegas, y así de extraviado llegó a su muerte.

Digo que fue el de Guenon un triste destino porque a la edad de veintitrés años estuvo más cerca de hallar la Gnosis que a los sesenta y cinco. Tenía Guenon veintitrés años cuando publicó su primer escrito, «El Demiurgo», en el primer número de la revista «La Gnose», que él mismo había fundado, y lo hizo con el seudónimo de Palingenius. En esta etapa de su vida Guenon era miembro de la Iglesia Gnóstica, y buscaba la Gnosis Verdadera, es decir, el Conocimiento especial y salvador capaz por sí solo de liberarlo realmente de la influencia y del mundo del demiurgo.

En este primer escrito que publicó, Guenon presenta una amplia gama de confusiones, como es natural y lógico en todos los que hemos nacido y sido educados en este mundo, sobre todo la mezcolanza de cábala hebrea con hinduísmo, los dos Brahmas, etc., pero hay unas pocas frases significativas que merecen ser citadas aquí:

«…y encierra así a los seres sobre los cuales ejerce su poder en el dominio de la confusión y de la división. Este dominio es el Imperio del Demiurgo.»

«…y está encerrado en el dominio del Bien y del Mal, en el Imperio del Demiurgo.»

«Así, por ese mismo conocimiento, el hombre es liberado de las ataduras de la Materia y de la existencia individual, ya no está sometido al dominio del Príncipe de este Mundo, ya no pertenece al Imperio del Demiurgo.»

«De lo que precede resulta que el hombre puede, desde su existencia terrestre, liberarse del dominio del Demiurgo o del Mundo Hylico, y que esta liberación se opera por la Gnosis, es decir por el Conocimiento integral.»

«Esta identificación solo es alcanzada por aquel que posee integramente el triple Conocimiento, por el cual es liberado para siempre de los nacimientos mortales; es lo que se expresa diciendo que solamente los Pneumáticos son salvados. El estado de los psíquicos no es más que un estado transitorio; es el del ser que ya está preparado para recibir la Luz, pero que todavía no la percibe, que no ha tomado consciencia de la Verdad una e inmutable.»

«No hay otro medio de obtener la liberación completa y final que el Conocimiento.»

«…antes de llegar a este grado, el ser pasa por un estado intermedio, el que corresponde al Mundo psíquico; entonces cree ser, ya no el cuerpo material, sino el alma individual, puesto que para él no ha desaparecido toda distinción, porque todavía no ha salido del dominio del Demiurgo.»

«Imaginándose que es el alma individual, el hombre se asusta, como alguien que toma por error un trozo de cuerda por una serpiente; pero su temor es alejado por la percepción de que él no es el alma, sino el Espíritu universal.»

«…si la distinción entre el Bien y el Mal es ilusoria, si en realidad no existe, lo mismo debe suceder con la moral, pues es evidente que la moral está basada en esta distinción, a la que considera esencial. Esto sería ir demasiado lejos; la moral existe, pero en la misma medida que la distinción entre el Bien y el Mal, es decir para todo lo que pertenece al dominio del Demiurgo; desde el punto de vista universal, no tendría ninguna razón de ser.»

«Esto indica que hay que tener mucho cuidado en no confundir los diversos planos del Universo, pues lo que se dice de uno podría no ser verdadero para el otro.»

«…exteriormente, es en todo parecido a los demás hombres, pero sabe que no es más que una apariencia ilusoria, y esto es suficiente para que esté liberado de la acción, puesto que es a través del Conocimiento como se obtiene la liberación.»

«Tal es el estado al que llega el ser por el Conocimiento espiritual; así es liberado para siempre jamás de las condiciones de la existencia individual, liberado del Imperio del Demiurgo.»

Estos fragmentos son a mi criterio lo único recuperable de todo un escrito plagado de terribles confusiones. Pero nadie ha nacido despierto en este mundo demiúrgico, aunque en la mayoría de los casos se está más despierto y menos confuso en los primeros años de vida que en la vida adulta. Cada vez se nos adormece y confunde más, y cada vez se hace más difícil despertar.

Este primer escrito de René Guenon lo publicó a la edad de veintitrés años. Pocos años después ya estaba dentro de una logia martinista, y enseguida ingresó a la masonería. Y así continuó Guenon su largo periplo de búsqueda de la Gnosis de liberación, confundiéndose y extraviándose cada vez más, hasta terminar convertido al Islam, adorando y rezándole al demiurgo cinco veces por día. Todo lo contrario de lo que aspiraba lograr a los veintitrés años: liberarse del dominio del demiurgo. También se casó siendo viejo y tuvo hijos de la carne, como lo ordena el Islam, mejor dicho, huérfanos de la carne, porque enseguida falleció. Que triste destino el de René Guenon. No pudo dejar de ser polvo y al polvo retornó. Una oportunidad perdida. Una vida desperdiciada. ¿Pero acaso no es ese el triste destino del 99,99 por ciento de toda la humanidad?

René Guenon cuando buscaba la Gnosis

René Guenon casado y sin la Gnosis

15 comentarios

¿Opus Dei u Opus Diaboli?

Enumeración de los principales temas tratados en el libro «Opus Judei»

M.I.G. Vives

1. Todas las ganancias de los integrantes de la secta son para la organización, luego esta les proveerá de dinero según sus necesidades. La mayoría de las ganancias del integrante de la secta son para la organización.

2. “Todas las cosas que tienes a tu nombre hay que ponerlas a nombre de la Obra, porque hay que vivir la pobreza y Dios nos ha pedido todo”. Este es el argumento más comúnmente empleado.

3. Entre los líderes y los adeptos se da la relación dios / esclavos y así no solo se apoderan del control de la mente sino de su cuenta corriente y bienes personales.

4. Es absolutamente imprescindible que los adeptos donen todas sus propiedades a la secta para demostrar así que están imbuidos en el espíritu de la Obra.

5. La secta busca siempre los mejores elementos: directores de bancos, ministros, dueños de empresas o industrias, para manejar en exclusiva las palancas del poder terrenal.

6. Se aleja a los miembros de sus familias, incluso las Navidades las pasan los numerarios con quien les hacen creer que son sus familias: el Opus.

7. Hacen trabajar permanentemente a los adeptos, aunque sea en cosas inútiles para tenerlos ocupados, en un ritmo frenético y sin parar, donde no haya tiempo para pensar.

8. Encadenarse al Opus es perder todas las facultades intelectuales, volitivas y espirituales para convertirse en un autómata, en una marioneta al servicio de la Obra y del Padre. El Opus es la comedia de la hipocresía.

9. Los ideales del Opus no son compatibles con los Evangelios.

10. Al neófito del Opus Dei se le dice textualmente: “renuncias a ser tú, para ser Opus Dei”.

11. Antonio Senillosa, ex Diputado dijo que “Camino me parece un libro delirante y de una aterradora pobreza intelectual».

12. El Padre quiere a sus hijos muy libres, pero haciendo exactamente, prontamente, únicamente lo que él quiere. Ese es el secreto de la libertad.

13. Cuando los “enganchados” se quieren dar cuenta, ya no son dueños de su respiración y muy pronto empiezan a comprender cuál es el alcance exacto del voto de obediencia.

14. El voto de obediencia significa aceptar sin condicionamientos la voluntad de Dios, expresada a través de los superiores de la Obra.

15. En el Opus todos quieren ser delatores, acusadores y soplones porque ello, en el Opus, es práctica y “virtud”.

16. Para los del Opus, toda deserción es una traición. Quien abandona el Opus se va al abismo. Cuando una persona deja el Opus, se convierte en una no-persona, y se encuentra en la calle, financiera, espiritual y psicológicamente.

17. Los pseudohistoriadores del Opus han tergiversado la biografía y actividades del fundador del Opus Dei: Josemaría Escrivá de Balaguer. Por un lado propagaron hechos inciertos, cuentos y paparruchas, pero hay otros, los auténticos y verdaderos que se han mantenido en el más estricto secreto. Nada han dicho de su origen judío, ni de las raíces criptojudías de su doctrina, de su corto desarrollo intelectual ni de su condición de homosexual.

18. El fundador poseía la conocida costumbre de modificar sus nombres y apellidos. Nació como José María Escriba. Luego lo cambió por Jose María Escrivá. Luego le agregó “de Balaguer”, apellido que no provenía de sus antepasados. Luego modificó sus nombres, convirtiéndolos en “Josemaría”. Para completarlo compró un Marquesado quedando como Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, Marqués de Peralta (lo de Peralta lo inventó él).

19. Escrivá guardaba un secreto a voces. Aquello que todos pensaban, que muchos han insinuado sin atreverse a decir en público. Escrivá tenía una obsesión, un “defectillo”, una tara relacionada con sus comportamientos sexuales. Era homosexual, delicado y pusilánime.

20. Esa inquietud interior, ese desasosiego sexual, lo exterioriza irremediablemente en su obra escrita y guía espiritual del Opus, “Camino”, del cual vamos a seleccionar algunas de las máximas y consignas que se refieren, entre las muchas que se encuentran, a los sentimientos pederastas de Escrivá.

21. Escrivá de Balaguer era un soberbio nato y sin escrúpulos. La soberbia la llevaba inoculada en su sangre y en sus vísceras.

22. A pesar de que su formación teológica era, según sus compañeros de estudios, la de un mediocre alumno de seminario conciliar, le gustaba decir “soy tan docto de la iglesia como el Papa”, en el contexto de su ambición desmedida y loca.

23. Escrivá estaba poseído también por la avaricia. Era un gran materialista, avariento e insaciable.

24. Escrivá había encumbrado al altar al becerro de oro, lo adoraba como Aarón, el hermano de Moisés, quería ser el sumo sacerdote donde la opulencia y la riqueza fueran los valores supremos.

25. “Camino”, que pretende estar en una línea religiosa de lo más tradicional, tiende a formar burgueses que buscan influir en el mundo a través de éxito material.

26. La antología del disparate fue pronunciada por el avaro Escrivá cuando dijo sin sonrojo: “la riqueza del Opus es su pobreza”.

27. Escrivá era lujurioso por ese deseo irrefrenable y no reprimido de los deleites carnales prohibidos. Su afición por los “jóvenes guapos”, por el refinamiento afeminado y por la concupiscencia, no son secreto para nadie aunque sobre el particular se guarda con celoso sigilo.

28. La envidia era una consecuencia de su avaricia y de su rapiña. Lo deseaba todo y las cosas de los demás, del prójimo, las codiciaba.

29. Lo primero que llama la atención a cualquier persona que se detenga a meditar sobre la figura de Escrivá, por extraño que parezca, es el problema de su nombre de pila y de las mutaciones sufridas a lo largo de la vida de este personaje, de sus apellidos de origen.

30. Cuando se escribe y se publica la primera edición de Camino, aún va firmada como José María Escrivá a secas. En posteriores ediciones ya se adulteraría la forma del nombre que de dos palabras la fusionaría en una: “Josemaría” y desdoblaría el apellido “Escrivá de Balaguer”.

31. Pagó doscientas cincuenta mil pesetas por el título de Marqués. He aquí el Asno de Dios convertido, bajo las rechiflas, en Marqués de Peralta.

32. En los comienzos de su aventura Escrivá estuvo fascinado por dos organizaciones famosas: La Compañía de Jesús y la Masonería. Cuando se estudia de cerca la masonería es curioso descubrir paso a paso el paralelismo flagrante con el Opus Dei. Es como una copia. Todo se parece: el reclutamiento por proselitismo, la iniciación, los diversos grados de afiliación, el avance progresivo y lento en la posesión del “secreto”, el comportamiento entre los miembros y con los profanos, la técnica de penetración en todos los círculos, pero principalmente entre los intelectuales y entre los burgueses, el papel inferior concedido a las mujeres, etc., etc.

33. El oratorio anexo a la residencia de la calle Jenner de Madrid estaba adornado con signos cabalísticos y masónicos. Además, la sociedad SOCOIN, una iniciativa vinculada a la Obra, fue señalada como una derivación masónica de una organización judía internacional (vean en el libro el verdadero significado de la sigla SOCOIN según un diccionario hebreo).

34. Cuando terminó la guerra civil española, Escrivá fue uno de los pocos sacerdotes citados a comparecer ante el tribunal especial para la represión de la Masonería y el Comunismo, ante denuncias de hereje y antipatriota, y que bajo el nombre de Opus Dei se escondía una rama judaica de la masonería. Sus múltiples influencias exteriores hicieron que se paralizaran las investigaciones emprendidas.

35. La masonería, vía Opus, se ha incrustado en la médula de la Iglesia. Es una quinta columna que opera, masónicamente, al servicio de otros intereses que nada tienen que ver con la fe cristiana.

36. Se conoce al Opus Dei como “sinarquía tecnocrática”, “francmasonería de sotana”, “la santa mafia”, “la masonería blanca”, etc.

37. Muchas muertes misteriosas y repentinas han acaecido oportunamente en el Opus Dei (pueden ver en el libro cuál es la organización internacional que se encarga de adelantar fallecimientos a pedido del Opus Dei).

38. Pocos meses antes de morir, en 1975, hablando con algunos miembros de la Obra, Escrivá dijo que había hecho un balance de su vida y que podría resumirlo en una carcajada.

39. El Opus ha gastado cientos de millones de dólares para hacer santo a su fundador. El mayor problema lo tuvieron en la invención del milagro necesario. Pero el dinero todo lo pudo. Algunos han calificado a esta canonización de escándalo.

40. El supuesto milagro atribuido a Escrivá se ha producido en una persona de la familia Navarro Rubio, ligada desde siempre al Opus Dei. Uno de sus miembros fue ministro en los tiempos de Franco, involucrado en el escándalo financiero de Matesa, y otros son miembros importantes de la Obra. El equipo médico encargado de certificar el milagro fue reclutado entre los doctores de la Universidad de Navarra, que como todo el mundo sabe, pertenece al Opus Dei.

41. El Opus Dei es una secreta rama masónica y judaica, con una enorme organización económico-financiera y poderosa influencia política en el mundo, y que en absoluto secreto ha edificado un reino de inmensa riqueza que controla empresas, bancos, universidades, prensa, emisoras, editoriales, y un sinfín de actividades humanas, como sociedades culturales y partidos políticos de varias tendencias y dispone de un eficaz y barato servicio de información a través de las periódicas confidencias de sus miembros. El Opus Dei no es una masonería, es La Masonería.

42. El 17 de mayo de 1992, se consumó la beatificación de la farsa viviente.

43. En el libro Camino, Escrivá hizo algunos plagios de otros libros religiosos que están detallados en este libro que estamos comentando.

44. Los crucifijos del Opus Dei no tienen el cuerpo de Cristo. No reverencian ni adoran a la figura de Cristo, sino que alaban al cadalso, a su último patíbulo, veneran al instrumento del suplicio y del tormento. Otro elemento que aparece por doquier en el Opus Dei es la rosa. Si a la cruz pelada le juntamos la rosa tenemos la rosa-cruz. La alquimia kabalística no puede ser más explícita y perfecta.

45. Siguiendo en la búsqueda y en el hallazgo de elementos kabalísticos, notamos que el libro de Escrivá, Camino, tiene exactamente 999 máximas o puntos, cifra que invertida nos da el 666 apocalíptico. Su misión histórica parece señalada en clave clara.

(He pasado revista a las dos terceras partes del libro, me detengo aquí para motivar a los lectores de este sitio a que encaren la lectura completa del mismo: pueden encontrarlo gratis en internet)

9 comentarios

Un libro contra el matrimonio

El matrimonio, una enfermedad masculina

Fragmentos del libro «Don Juan. Psicoanálisis del matrimonio» por Ariel C. Arango (www.arielarango.com)

1. El varón sometido al ritual del matrimonio (y es de él de quien se habla en esta historia) debe llevar, para siempre, un anillo en el dedo. Es la señal de la renuncia, con la aceptación de la monogamia, a su libertad instintiva. El anillo es un emblema de la castración y, por eso, funesto. Don Juan no se lo puso jamás.

2. La severidad con que Cristo trata el deseo amoroso es, por supuesto, herencia judía. Jehová, el Dios de Israel (y Dios Padre de los cristianos), instituyó con su séptimo mandamiento, en medio de un cielo poblado de atemorizadores truenos, relámpagos y humo, el matrimonio como base de la familia. Y lo protegió con implacable rigor.

3. Mahoma acepta todas las narraciones de la Biblia y alega que el acuerdo de ésta con el Corán es una prueba de su misión divina. De hecho, los mandamientos y prohibiciones impuestos por el ritual del matrimonio a judíos, cristianos y mahometanos muestran tan inconfundible aire de familia que parecen dictados por un solo Dios.

4. El Corán, por lo demás, prohíbe estrictamente toda intimidad física antes del casamiento y sugiere el ayuno, que debilita las exigencias de la carne, para soportar mejor tan excéntrica continencia. El celibato, como entre los judíos, es considerado pecaminoso, y el matrimonio, también como entre los judíos, es obligatorio, aunque para hacer seductor el yugo se le concede al varón tener cuatro esposas (si bien no se le tolera cogerlas mientras estén menstruando). La mujer, por supuesto, sólo puede tener un marido a la vez.

5. Tanto judíos como cristianos y mahometanos consideran al adulterio una grave violación de la Ley (si bien el Viejo Testamento y el Corán tratan al varón pecador con más benevolencia que el Nuevo Testamento o el Talmud). Y la pena, en estos Libros Sagrados, es la muerte o la castración, que para el macho significan lo mismo ya que en ambos casos, igualmente, pierde la vida.

6. La Iglesia, sin embargo, sostiene que más allá de cualquier falacia lógica, únicamente la teoría del pecado original puede explicar el sufrimiento inmerecido que el hombre padece; sólo ella puede dar razón de ese obscuro sentimiento de impureza que anida en lo hondo de todo pecho humano. ¿Cómo justificar sino, por ejemplo, las catástrofes naturales que, inesperada y ciegamente, cortan tantas vidas en flor y arrasan años de duro trabajo? Sólo pueden ser un castigo divino y si hay castigo es porque hubo pecado. Pero como es una culpa que el hombre ignora, concluye el razonamiento, tiene que ser una culpa que él trae consigo al nacer. ¡Su culpa es ser miembro de una raza pecadora! La Biblia (Génesis, 3) la describe como una herencia del primer pecado humano: el pecado de Adán.

7. Y, de ese modo, la Madre, confirmando el profético error de Mahoma, se convirtió, de hecho, en la tercera persona de la Santísima Trinidad…

8. La fecundación de la Virgen por la oreja es una venerable tradición de la Iglesia Católica. Conforme a ella, la concepción de Jesús fue llevada a cabo por la introducción en su oído del aliento del Espíritu Santo. San Agustín, en su Sermo de Tempore, lo afirma rotundamente.

9. El extraordinario relato que nos muestra a Eva naciendo de la costilla de Adán no es sino una inversión absurda, típica de los sueños (y el mito no es otra cosa que un sueño soñado por muchos), cuyo propósito inconsciente es negar el deseo incestuoso: Eva era la madre de Adán y también su amante, y ambos, unidos en una sola carne, erant duo in carne una, dieron origen a la familia humana.

10. Nosotros tenemos Diez Mandamientos… ¡y los salvajes también!

11. Los Diez Mandamientos, también llamados El Decálogo (del griego dekalogoi, diez palabras), constituyen una lista de preceptos religiosos que, de acuerdo a varios pasajes del Éxodo (20; 2-17) y del Deuteronomio (5; 6-21), fueron revelados por Dios a Moisés en el Monte Sinaí y grabados en dos tablas de piedra. Los Mandamientos no son originales y reflejan, más bien, una moralidad común al antiguo Medio Oriente. Existen muchas similitudes entre El Decálogo y el código del rey Hamurabi (1728-1686 a C), el constructor del imperio babilónico; con el famoso capítulo 125 del egipcio Libro de los Muertos; y con ciertas leyes asirias e hititas mucho más antiguas.

12. El Ritual es muerte, resurrección, amnesia y, además… ¡mutilación! En los casos más suaves consiste en la rotura de un diente, o en arrancar los cabellos, o en perforar los labios o las orejas; en los más severos, en la cruel circuncisión o en la terrible subincisión. Y, además, en muchas tribus los preparativos de la mutilación se hacen con perversa morbosidad… ¡frente a los mismos iniciados!

13. Entre los semitas pareciera que al principio la circuncisión se practicaba en el momento de contraer matrimonio: tanto el vocablo arábigo hatuma como el hebreo chosan sitúan la circuncisión en íntima relación con el noviazgo y el casamiento. Algunos árabes mutilan al joven cuando éste llega a la edad de tomar esposa y la operación es practicada en presencia de la novia. Y también, a veces, ha sucedido así entre los judíos. Séfora, la esposa de Moisés, lo protegió de la ira de Yahweh diciendo, mientras tenía en la mano todavía el silex ensangrentado con que había circuncidado a su hijo (Éxodo, IV, 26): «Tú eres esposo de sangre para mí».

14. Entre el ritual de iniciación y el ritual del matrimonio fluyen armoniosas concordancias (lo que no debiera extrañarnos ya que los dos son intentos de domesticar a los jóvenes).

15. Pues bien, si todo matrimonio, ya sea religioso civil, consiste en un ritual de iniciación, y la esencia del ritual es castrar los más deleitosos deseos masculinos, ¿por qué el matrimonio debiera prodigarle al macho felicidad?

16. La circuncisión, el pars pro toto, la parte por el todo, es la culminación del ritual de iniciación. Es su sello espantoso.

17. Las orejas y las narices, como se desprenden de la cabeza con facilidad, también constituyen un medio fácil de contar los enemigos muertos. Gengis Khan (1167-1227), el fundador del imperio Mogol, al conquistar Polonia, hizo llenar nueve sacos con las orejas derechas de los muertos y el emperador bizantino Constantino V (718-775), que liberó Constantinopla de los ataques de árabes y búlgaros y que, además, se distinguió por impulsar un concilio de obispos orientales que condenó el culto de las imágenes y persiguió a los monjes rebeldes recibió, como deliciosa ofrenda por su celo religioso una bandeja llena de narices.

18. Es el espíritu del trofeo, su genuina esencia. Se trae un pedazo del cuerpo del vencido en lugar de traerlo a él. Es más cómodo y vale lo mismo. La mutilación aparece cuando en vez de cortar partes del cuerpo muerto se cortan partes del cuerpo vivo y esto sucede cuando el vencedor halla ventajas en conservar a sus enemigos en lugar de matarlos o comerlos. Los cautivos, entonces, se transforman en esclavos a los que, no obstante, se les sigue cortando partes del cuerpo como trofeos. Y, de ese modo, las huellas de la mutilación se convierten en señales de esclavitud: en vez de cortarles la cabeza o sacarles la mandíbula, se les extrae la nariz, la oreja o los dientes; en lugar de escalparles el cuero cabelludo sólo se les rapa el pelo; y en vez de castrarlos… ¡se los circuncida!

19. La circuncisión es una señal de sumisión. Está difundida entre los pueblos primitivos pero también en los civilizados. La practicaban los fenicios y los egipcios y, todavía, los árabes y los judíos. Y en cada pueblo significa lo mismo. Ad uno disce omnes, conociendo a uno los conoces a todos.

20. Ellos, pues, a través del pars pro toto de la circuncisión se infligen, voluntariamente… ¡la misma castración que temen padecer! (un eco de esta cáustica ironía pantagruélica se repite todavía en nuestros días en el burlón comentario que afirma que «los judíos tienen la pija terminada a mano»).

21. La circuncisión entre los judíos era la marca de la esclavitud o, lo que es lo mismo, de la sujeción a Jehová. Él hizo escuchar su palabra a Abraham (Génesis, 17): Tú circuncidarás la piel de tu prepucio y éste será una señal del pacto entre tú y yo. Pero también debían circuncidarse sus hijos y los hijos de sus hijos. Era un pacto eterno: Y mi pacto estará en tu piel por una eternidad. Jehová, por lo demás, se indignaba cuando descubría judíos que no llevaban en su pija el estigma humillante. Explotó de cólera contra Moisés por no haber circuncidado a su hijo (Éxodo, IV, 24-26). Quiso matarlo y sólo la rápida y diligente acción de su esposa lo salvó.

22. Aconteció que como estuviese Moisés en una posada salióle al encuentro el Señor y trató de hacerle morir, y Séfora tomó una piedra tajante, y cortó el prepucio de su hijo y lo arrojó a sus pies. Los propios judíos nunca ignoraron que el prepucio era un trofeo. Tan es así que, fieles al aforismo que afirma que uno trata a los demás como se trata a sí mismo… ¡siempre impusieron la circuncisión a los pueblos que vencían! El rey Saúl desafió a David a que trajese de la batalla cien prepucios de filisteos y David, excediéndose… ¡trajo doscientos!; Matatías, el sacerdote judío, padre de los Macabeos, que se rebeló contra la política de helenización del rey seléucida Antíoco IV Epífanes, recorrió el país junto con sus amigos, destruyendo los altares paganos y circuncidando a todo niño que encontraban (I Mac, 2, 45-47).

23. Hircán, sumo sacerdote de Judea, después de subyugar a los idumeos les impuso la obligación de someterse a la circuncisión o abandonar el país, y Aristóbulo, rey de Judea, impuso la señal de la Alianza al derrotado pueblo de la Iturea. Los judíos mutilaban la pija de los pueblos sometidos de la misma manera que ellos mutilaban la propia. Y que se siguen cercenando, como una obsesión, desde hace siglos. Es un ritual aterrador.

24. La amenaza de castración es un medio de inspirar terror y en ella se inspira todo ritual de iniciación para garantizar la prohibición del incesto ya que recurre a la circuncisión que es su forma mitigada.

25. Y esto sucede en toda época y en todo lugar ya que los pueblos que no circuncidan también imponen a sus hijos una señal de sumisión: al varón recién casado no le cortan el prepucio… ¡pero le obligan a llevar un anillo en el dedo! Una es una marca y el otro sólo un ornamento pero ambos son el sello de la esclavitud.

26. El anillo de matrimonio es un emblema de la castración y, por eso, funesto. Don Juan no se lo puso jamás.

27. El trofeo es una señal de poderío y la mutilación la marca de la esclavitud. El que mutila es el vencedor; el mutilado, el vencido. Las mutilaciones son variadas y abarcan todo el cuerpo: la cabeza, la nariz, los pies, las orejas, los dientes y las muelas, el pelo, la piel, la lengua… Y siempre consisten en quitar, arrancando o cortando, algo del cuerpo. Aparentemente son muchas pero, en realidad, una sola, porque todas son substituciones inconscientes del miembro que, turgente, se eleva en la encrucijada de las piernas ya que toda mutilación no es sino una castración enmascarada.

28. Los judíos circuncidan su pija como muestra de obediencia a Jehová y los aborígenes se tatúan la lengua como prueba de la suya. Ambas son mutilaciones; ambas son señal de sumisión.

29. No obstante, y a decir verdad, el judío no sólo en la época de los macabeos buscó abolir la circuncisión padecida en la infancia, sino que más bien, siempre lo intentó (si bien en este caso sólo simbólicamente) mediante el uso de la kipá un pequeño trozo circular de tela que se pone en la cabeza durante las ceremonias religiosas, y que es la manifestación de su deseo inconsciente de restituir a su pija el trozo de carne que le extirparon de la «cabeza» al poco tiempo de nacer. Y la esencia de toda esta enigmática afinidad entre circuncidados y tatuados consiste, cabalmente, en que ambos comparten el deseo de injuriar su cuerpo: el judío al cortar el prepucio de su inerme bebé de sólo ocho días de vida, y que es sangre de su sangre y carne de su carne, no hace otra cosa, inconscientemente, que mutilarse a sí mismo, que es lo mismo que hace también, quien se tatúa. Esta insólita simpatía por el bisturí, sin duda, nos resulta extravagante, ya que no ignoramos que el instinto natural de todo varón nacido de mujeres, por el contrario, ¡preservar su piel!, tal como tiene lugar cuando alejamos la mano ante la proximidad del fuego. Pero sucede aquí que el espontáneo impulso de custodiar amorosamente el propio cuerpo se ha transmutado en el humillante anhelo de grabar en él la marca de la sumisión…

30. De allí que lo siniestro, en sí, no sea tanto la castración como… ¡desearla!, y esto, como simple y límpidamente nos enseña Freud, constituye la definición misma de la perversión la cual consiste, precisamente, en buscar placer en lo que naturalmente angustia, es decir, en la sumisión o en el dolor. Y si no, pensemos, ¿quién que no estuviese dominado por un inconsciente deseo de hacerse daño mutilaría su propia carne? Lo siniestro es ver a un varón que real o simbólicamente… ¡se ha castrado a sí mismo!

31. Pero sucedió que el judío en vez de reconocer y enfrentar, honestamente, su perverso deseo de sumisión, para lograr controlarlo y afirmar así su voluntad viril, abruptamente, ¡lo negó!, proclamando, por el contrario, su ficticio y amanerado… ¡orgullo por estar circuncidado! Y de ese modo establecieron las condiciones para que la historia, pari passo, se repitiese de nuevo: siglos después los nazis los esclavizaron otra vez, como antes los egipcios, y les impusieron también una mutilación, en este caso, un tatuaje: ¡los números que le grababan en los brazos en los campos de concentración!. Y de tal modo, le sumaban, a la feroz agresión, una burla siniestra: «¿Así que les gusta mutilarse? Pues bien, ¡les será concedido!».

32. El anillo que el varón se pone en el dedo como signo de sumisión a su Padre se llama alianza y así se llama, también, la circuncisión del judío, signo de la sumisión a Jehová (la palabra b’rith, alianza, es a menudo usada en el sentido de circuncisión y b’rith malah significa la alianza de la circuncisión).

33. El yugo es un instrumento de madera al cual, formando una yunta, se sujetan las mulas o los bueyes y así tiran del arado o del carro. Por esta razón se ha convertido en el emblema de toda carga pesada, prisión o atadura. ¡Qué mejor símbolo para el matrimonio! Al macho y a la hembra unidos por el casamiento se los llama cónyuges, palabra que deriva precisamente… ¡de yugo!

34. El matrimonio es un yugo. ¿Quién podría, entonces, desearlo? ¿Qué hombre buscaría, lúcidamente, adherir a tal proyecto? El varón (ya que es él y no la mujer la víctima del ritual) le huye. Siempre le ha huido…

35. El macho siempre supo, con mayor o menor claridad, que al casarse se castraba.

36. El anillo, para la mujer, es un motivo de orgullo y lo exhibe en su dedo anular cual si fuese un trofeo; el hombre, se avergüenza de él, lo oculta, se lo saca, o… ¡lo pierde! Y ello es así porque para la hembra el matrimonio es una consumación anhelada y para el macho sólo un compromiso que ya no puede postergarse más. A ella, exhultante, la felicitan y a él, sometido, lo consuelan (todo varón casado ¡engorda!).

37. El matrimonio es un compromiso y, como todo compromiso, supone exigencias y, con ello, fastidio. Y el lenguaje, en todos los idiomas, así lo registra. En inglés, la palabra plight, que significa comprometerse en matrimonio, significa, además, apuro o aprieto, y casarse, coloquialmente, se dice to get hitched, o sea, quedar atrapado. Y no es por supuesto casualidad que, entre nosotros, la palabra esposa que deriva del latín sponsa y que designa a la novia o joven prometida solemnemente en matrimonio, designe también, las argollas o anillos con que se encadenan las muñecas de un delincuente.

38. ¿Qué goce se puede aguardar, razonablemente, de un deseo encadenado? Todo el día, todos los días de la semana y el mes, todo el año, siempre… ¡con la misma mujer! Quisque suos patimur Manis, cada uno sufre su propia sombra. La sombra del varón es su esposa.

39. La masturbación y la homosexualidad es el destino de los machos incapaces de conquistar hembras. Y esto sucede entre los animales también. En las manadas de caballos salvajes se puede observar in situ: los potros que viven apartados del grupo, y que se masturban a discreción, tienen un jefe que los dirige, controla y molesta como si fueran hembras.

40. El varón castrado no sólo se somete a la Ley sino que, a menudo… ¡hasta llega a amarla! (los maridos contumaces o los empedernidos reincidentes). Muchos, incluso, gozan humillándose ante ella.

41. ¿Por qué arraigan tanto en el macho los mandatos y las prohibiciones? O lo que es lo mismo, ¿por qué éste, reverente, acepta la Ley? La respuesta no es difícil sino, más bien, fácil, tanto que es casi obvia: ¡por miedo! Por un miedo que está enraizado en su naturaleza y que se renueva entre padres e hijos. Un miedo del que se alimentan todos los temores y que constituye su fuente. Un miedo a una agresión tan espeluznante que más que temor suscita espanto… ¡la amputación de la pija y de los huevos!

42. La amenaza de castración es una amedrentación tan poderosa que todos sucumben a ella. Y que, además, deja una huella indeleble. Tan honda que el macho quedará, desde entonces, domesticado y listo para recibir nuevas órdenes. Ella es la que ha creado en el varón el hábito de la obediencia. El miedo es la razón final de la Ley y la castración su nombre más antiguo. Séneca (4-65), el filósofo romano, que lo sabía, lo expuso con severa concisión: Qui potest mori, non potest cogi; quien puede morir, no puede pensar.

43. El varón no necesita ya, desde entonces, intimidación alguna. Sería superflua: él solo es quien, voluntariamente… ¡se somete a sí mismo! Se rinde a la voluntad del Padre, acepta el ritual de circuncisión y renuncia a su libertad. Aunque, sin embargo, como toda sumisión es difícil admitir, inconscientemente… ¡la niega! El hombre casado no dice: «Me casé porque tenía miedo de coger sin permiso», sino, en cambio, dice: «Me casé para formar una familia». Es una propensión muy humana hacer, de necesidad, virtud.

44. Don Juan, fiel a sí mismo, siempre encontraba su bienestar realizando su propia voluntad y no la ajena, y jamás ofreció su culo para apaciguar a un enemigo.

45. Don Juan, sin duda… ¡no era un varón castrado!

46. ¡Qué mejor definición del matrimonio! ¿Qué es el matrimonio?: los restos, las sobras, el descarte de los placeres del Señor…

47. El desarrollo de la civilización, con sus crecientes restricciones al instinto viril, incrementa la impotencia del hombre, tanto, que de hecho pensaba, que «la vida sexual del hombre civilizado se hallaba en pleno proceso involutivo»: ¡el «Viagra»! Cada nuevo «derecho humano» que se inventa es un nuevo pedazo que se le rebana a la pija

48. El matrimonio es la confirmación adulta de la sumisión infantil y equivale, psicológicamente, al rito del mismo nombre establecido por la Iglesia Cristiana por el cual se reafirma la relación de obediencia, establecida previamente en el bautismo, del hombre hacia Dios.

49. El matrimonio es la confirmación adulta de la castración infantil.

50. El Duce, el hombre más poderoso de Italia y uno de los más importantes del mundo, vigoroso y de extrema vitalidad, era muy amante de las mujeres, y aunque no tenía un harén de trescientas concubinas como Solimán el Magnífico, el sultán turco, o como el emperador mogol Hublai Kan, su número, para ser europeo, tampoco era nada despreciable, ¡llegó a tener 14!

51. Un matrimonio no puede considerarse sólidamente establecido hasta que la esposa no haya conseguido hacer de su marido su hijo, o lo que es lo mismo, hasta que la hembra no se convierta, ¡en una Madre Virgen! Pero si la mujer se transforma en madre es porque el hombre, transformado en hijo… ¡ha vuelto a la infancia otra vez! El matrimonio es un voto de infantilismo perpetuo.

52. La coerción más seria consistía en exigirle comportarse, por medio de la sumisión al matrimonio, del mismo modo que la hembra: ¡la glorificación de la monogamia! El macho es promiscuo. Y lo es porque la Naturaleza así lo quiso. Ella, a quien sólo le preocupa la specie, quiere que la siembra se produzca siempre, que nunca falte la simiente en el anhelante y feraz surco de la hembra. Y por eso hizo al macho un sembrador.

53. Pero sucede que el varón sometido al ritual de circuncisión es infiel al destino que la Naturaleza le impuso en su pija y vive encerrado entre quatre murailles, las cuatro paredes de su hogar, en donde, transformado en un «ama de casa», cocina, limpia, hace las compras en el supermercado, cambia los pañales al bebé, lo saca a pasear en cochecito por la calle… ¡y al perro también! Los italianos han acuñado un nombre feliz (y cruel) para llamar a este difundido tipo de hombre: le dicen «un mamo», es decir, «un hombre mamá». ¡Don Juan en el supermercado! El matrimonio no sólo infantiliza al varón. Lo feminiza también…

54. ¿Para qué la fiesta de bodas?: para ahogar el dolor. Es un narcótico. Y es que sólo embriagado puede el macho aceptar la mutilación que supone el anillo funesto. El matrimonio es un ritual de circuncisión, y la fiesta, un cruel engaño: ¡se festeja la castración!

55. Las raíces de la Pascua judía descansan en una antigua costumbre semítica de sacrificar al hijo primogénito (y dado el humor del hombre de aquellos tiempos lejanos muy, seguramente, de comérselos después); y, por supuesto, igualmente recordar, que estos salvajes ritos canibalísticos se realizan diariamente en la misa de todas las iglesias cristianas, ya que la Eucaristía no es otra cosa que una repetición inconsciente de aquel banquete primordial. En el sacramento de la comunión a través de la hostia y el vino, la carne y la sangre, el creyente… ¡se lo come a Cristo!

56. Los antiguos aztecas también se comían a su Dios en el sacramento del pan: dos veces al año, en mayo y diciembre, hacían con masa de harina una imagen del gran Dios mejicano Vitzilipuztli, y la rompían después en trozos que comían, solemnemente, sus adoradores.

57. En ningún caso, sin embargo, ya sean uno o dos, nunca hay sacrificio si no hay antes obnubilación, ya que ése es, precisamente, el propósito de la celebración: aturdir a la víctima. Donde hay mutilación siempre tiene que haber una fiesta.

58. Existe, además, una interesante correspondencia entre castración y fiesta: cuanto más grande es el rechazo inconsciente al matrimonio tanto más grande es la celebración. Tanto es así que hasta es posible pronosticar la duración de un casamiento por la ampulosidad del festejo. Las revistas mundanas que cubren con profusión de notas y fotografías las nupcias de una pareja famosa dedican el mismo espacio, no mucho tiempo después… ¡para mostrar su divorcio! Más grande la fiesta, más corta la unión.

59. ¡Y qué dolor cuando, pasada la fiesta, el varón toma conciencia de la mutilación! ¡Qué sufrimiento cuando se disipan los vapores de la embriaguez! Y no es para menos: la castración es la fuente de una angustia inextinguible

60. Los circuncidados se sienten, siniestramente, orgullosos de serlo… ¡celebró su castración! (tal como igualmente la celebran los putos en la fiesta del «día del orgullo gay», un vestigio del «día de la sangre» en la fiesta de la Gran Madre Cibeles).

61. Todo se repite. Como se repite, también, el arrepentimiento de Atis: es raro el caso del marido que, en algún momento, no sienta que su matrimonio fue una trampa, una falsa promesa, un sueño incumplido.

62. La fiesta de bodas, como toda fiesta, es engañosa ya que su propósito no es, en sí, el placer, sino ocultar un sacrificio. Y esto lo demuestra su carácter obligatorio.

63. Es él quien repite experiencias penosas por la sola razón de padecerlas de nuevo. Es él quien busca, a través de la eterna repetición de las mismas, multiplicar su dolor. Y le aseguraría, además, que esa fuerza que arruina su vida, no viene de afuera de sí, sino de adentro de sí; que es una compulsión a repetir que nace de su propia voluntad de hacerse daño, y humillarse a sí mismo.

64. El matrimonio es una manifestación de la forza del destino, del ciego y demoníaco impulso a repetir, gratuitamente, una experiencia angustiosa.

65. Pero, ¿cómo puede el varón liberarse de cumplir con el fatídico ritual del matrimonio si desde niño ha visto que, mansamente, se sometieron a él, ¡su propio Padre!, su abuelo, su tío y, tal vez, su hermano también? ¿Cómo enfrentar la castración si todos los hombres que le sirven de guía se resignaron a ella? Es un sacrificio ritual que se repite, mecánicamente, a través de las generaciones. Y todos lo hacen porque antes… ¡todos lo hicieron también! Una típica repetición colegial que evoca las ovejas del célebre parangón dantesco (Purg., III, 82): e cio che fa la prima, e le altre fanno «y eso que hace la primera las otras lo hacen también» ¡Hace falta un modelo heroico para rebelarse al ritual! ¿Será éste, acaso, Don Juan?

66. El matrimonio es una dañina y gratuita regresión a la infancia: el hijo, dominado por el miedo, confirma su castración infantil y renuncia otra vez, inconscientemente, a su adorada madre, y toda la agresión que no pone en juego para enfrentar y vencer a su temido Padre, cruel y burlonamente, la descarga contra sí mismo a través de su manso sometimiento al ritual de circuncisión, transformando, de ese modo, la humillante sumisión del pasado… ¡en un eterno presente! El matrimonio es el varón castrado.

67. Lo que Don Juan no quiere es… ¡casarse! No quiere someterse al ritual de castración. Promete ponerse en el dedo el anillo funesto… ¡y no cumple!

68. ¡Todo varón quisiera poder coger a la mujer deseada sin tener que casarse, sin tener que pagar el tributo del humillante ritual! Es el deseo más hondo que anida en todo pecho viril. ¡Quién no fuera Don Juan!

69. El varón, abrumado por la majestuosidad de la música, ya sea por la «triunfal» Marcha Nupcial de Mendelsson, cuyo toque de fanfarria es un emblema a la entrada o salida de las iglesias, o ya sea por las repetidas notas agudas que introducen el Coro Nupcial de Wagner, que acompaña el lento andar de la novia hacia el altar (y que no son sino un eco de la música salvaje que en el «día de la sangre», drogaba a los novicios que ofrendaban sus huevos a la Gran Madre Cibeles durante el célebre festival) y preso de la euforia que en él suscitan las fiestas y banquetes que celebran (y ocultan) la castración, se somete al ritual del matrimonio. Y lo hace para advertir, no mucho tiempo después, que como el frigio Atis, ha caído en una trampa donde la angustia, la tristeza y el aburrimiento ocupan el lugar del prometido paraíso.

70. El varón castrado se atormenta asustándose a sí mismo: ve peligros que lo acechan por doquier; imagina para sí el más desgraciado y obscuro futuro; alimenta su mente con inquietantes supersticiones y obscuros presagios y vive preso de la desoladora amenaza de enfermedades incurables (que en ocasiones, inconscientemente, se las provoca también). Y, además, se siente viejo, a veces irritable y a veces abatido, y casi siempre inquieto. Y a menudo teme y piensa en la muerte…

71. El matrimonio no es un problema para la mujer. ¡En absoluto! Para ella, por el contrario, es un destino manifiesto. Es la meta de su vida: formar una familia y gozar, como esposa, en el calor del nido, plácidamente de su maternidad. Por eso, instintivamente, es constante en el amor: ¡quiere conservar al macho que le hizo los hijos para que la ayude a criarlos! Pero el matrimonio sí es un problema para el varón. Como su instinto es promiscuo él está más orientado hacia la diversidad y el cambio, pero resulta que el Ritual al «transferir las reglas de la sexualidad femenina a la masculina prohibiendo todo comercio sexual fuera de la monogamia»… ¡quiere castrarlo! Menudo problema. ¡Quién no fuera Don Juan!

72. Don Juan se hubiera demorado, amorosamente, mucho más tiempo con cada una de sus mujeres si ellas, casi obsesivas, no se hubieran empeñado en cazarlo para uncirlo después al yugo del matrimonio.

73. Es el hombre quien posee porque es él quien conquista; el macho es más agresivo que la hembra. ¡La anatomía es el Destino!

74. Don Juan, lejos de frenar su agresividad no permitía que ella se acumulara dentro suyo. Él sabía que la violencia reprimida se transforma en rabia, y la rabia, como con aguda psicología lo dice Dante en su divino canto, consume a quien la padece (Inferno, Canto Settimo, 9-10).

75. El varón (como la nación) que renuncia a la conquista no es ni bueno ni malo: es un jubilado

76. Los que se someten al tabú del incesto tienen dificultad para comer carne. La prohibición judía de comer carne y leche al mismo tiempo es un soberbio ejemplo: «No cocinarás cordero con la leche de tu madre» (Éxodo, XXIII, 19). Y es lógico: ¡carne y leche es lo que comíamos cuando chupábamos las tetas de mamá! El judío no come carne porque se somete al tabú del incesto. Y los vegetarianos también…

77. Balzac (1799-1850), el escritor francés, en su Physiologie du Marriage (1829) decía que la migraine, la reine des maladies, la jaqueca, la reina de las enfermedades, es el arma más astuta y terrible empleada por las mujeres contra sus maridos…

78. En el serrallo del Viejo Celoso no había igualdad de derechos: todas las hembras eran sus esclavas a quienes él… ¡trataba como reinas! Él era dueño de ellas pero no ellas de él. Su temple era el de un genuino Señor: habere non haberi; poseer, no ser poseído.

79. Y esto ha sido siempre así porque, ya sea aquí y ahora, cómo en épocas lejanas o distantes lugares, todas las esposas dicen lo mismo y actúan igual. Y esto se debe a que las innúmeras esposas que nos muestran nuestros ojos constituyen una mera ilusión porque ellas son sólo imágenes de la Esposa eterna. Ella, más allá del tiempo y el espacio, nunca cambia y siempre es igual a sí misma.

80. Lo más frecuente, sin embargo, es que las enfermedades se manifiesten, periódicamente, durante toda la vida del hombre casado. Y, en verdad, son muy variadas, ¡Tantas como todas las que pueda padecer el macho! Pero, en cualquier caso, el significado del síntoma es siempre el mismo: ¡una protesta de la pija!

81. Don Juan nunca se sometió al primitivo ritual de iniciación en que consiste todo matrimonio y nunca renunció a su madre a la que buscó en cada mujer que hizo suya, y por eso, la obstinación, orgullo y coraje con que, cual redivivo Prometeo, desafió a su Padre, nos despierta una admiración que sólo es comparable a la nobleza con que satisfizo su instinto: sin dar excusas ni pedir perdón. Fue el héroe trágico sin parangón.

20 comentarios

El diario Clarín y su colección de basuras

Un diario pretendidamente liberal y democrático expone carroña anarco-marxista ¿Por qué? Porque el liberal-marxismo es así. Unos y otros son la misma cosa.  Uno es la continuación del otro. Y el primero financia y protege al segundo. Chesterton decía que la democracia es la forma más directa de llegar al comunismo. De esta colección de inmundicias solo Nietzsche no tiene nada que ver ¿Lo pusieron para disimular? ¿Por eso escribieron mal su apellido? Escribieron «Nietszche». Hicieron como los masones, que para no pronunciar Jesucristo dicen El Nazareno. El anarco-marxismo es la continuación evolutiva y lógica de la democracia francmasónica. El anarco-marxismo es esa supuesta «verdad revelada» que nos quieren hacer tragar. El anarco-marxismo es ese «dogma vacío». El anarco-marxismo es ese «espejismo de la realidad». Como la mentira de los derechos humanos. Y hay otras mentiras peores que esa ¡Y a estos excrementos sinárquicos lo llaman pensamiento crítico! De críticos no tienen nada. Críticos somos nosotros. Siempre nos opondremos a los falsos ídolos de este mundo podrido liberal-marxista. Observen los semblantes no clásicos de estos sub-humanos. Y observen también sus vidas y sus apellidos. Demasiada mierda junta para un solo aviso publicitario.

8 comentarios